Ecos del Mayflower en el origen de la nacionalidad cubana

 

En el próximo noviembre estaremos festejando el cuatrocientos aniversario del arribo del velero Mayflower a una playa en la costa oeste de Norteamérica. Será un día de gran celebración, porque en ese velero llegaron los gestores del núcleo fundacional de este gran país, los Estados Unidos, modelo de progreso y democracia para la civilización terrestre.

Y precisamente entre aquellos ciento dos pasajeros del Mayflower, que la historia ha reconocido como los Padres Peregrinos, viajaba un antecesor sanguíneo de Rodolfo Bofill Phinney, autor de El honor de los zombis (Neo Club Ediciones, 2019).

El segundo apellido de Rodolfo le viene, por vía materna, de Theodore Phinney, descendiente directo de uno de los Padres Peregrinos, cuya semilla no sólo germinó en la base de los Estados Unidos, sino que además fue a prodigarse en el origen de la nacionalidad cubana. Se trata de una relación sumamente curiosa, a más de su importancia histórica, aunque ha sido ignorada durante demasiado tiempo por cubanos y estadounidenses.

En El honor de los zombis, Bofill Phinney recrea la historia de esta familia norteamericana que vivió más de treinta años en Cuba, durante la primera mitad del siglo XIX, época en que fundó allí un próspero negocio de cafetales e ingenios azucareros sostenido con el trabajo de cientos de esclavos africanos, hacia algunos de los cuales, como no pudo ser menos, transferiría la herencia genética y el apellido de los Phinney. 

Treinta años de investigaciones de carácter histórico, genealógico y genético, dedicó el autor a la preparación de esta obra que, tal como él certifica en la introducción, no es un manual de historia, ni una novela, ni cualquier otro tipo de relato ficcional: “Los hechos que se describen en este libro –puntualiza Bofill Phinney- tienen que ver con la existencia de una familia que coincide en el tiempo con sucesos inolvidables de un país. Mi narración intenta recrear, con la mayor fidelidad posible, y a través de algunos de sus legítimos actores, las vidas del hacendado Theodore Phinney (descendiente del Mayflower y fundador de esos negocios agrícolas en Cuba), la de su esposa inglesa Anna Phinney, la de sus cuatro hijos nacidos en la isla, y la de sus descendientes cubanos”.

La afortunada consumación de ese propósito, no le impidió al autor redondear un libro que se lee como una novela no sólo por su amenidad y por el dominio de las técnicas narrativas. También por su eficaz método para introducirnos en acontecimientos de real peso histórico que inexplicablemente han sido desestimados por los investigadores cubanos. De tal modo, con El honor de los zombis, Bofill Phinney logra una estructura narrativa que aun cuando se vale inteligentemente de los artificios de la literatura, muestra mucha más potencia en el fondo que en la forma, aunque sin que ésta resulte descuidada. 

Es este, en suma, un libro sustancioso y placentero, que habla de desigualdades e injusticias y que además reflexiona en torno a cómo la responsabilidad y la culpa suelen disolverse en la conciencia de las personas cuando otras fuerzas dominan su corazón. Pero que al mismo tiempo nos enseña que en medio de las circunstancias más adversas, siempre hay cabida para la integridad moral y para el amor y las elevaciones del espíritu.

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El escritor habanero José Hugo Fernández ha publicado una treintena de libros, entre ellos, las novelas “Los jinetes fantasmas”, “Parábola de Belén con los Pastores”, “Mujer con rosa en el pubis”, “Florángel”, “El sapo que se tragó la luna”, “La tarántula roja”, “Cacería”, “Agnes La Giganta” o “El hombre con la sombra de humo”; los libros de relatos “La isla de los mirlos negros”, “Yo que fui tranvía del deseo”, “Hombre recostado a una victrola”, “Muerto vivo en Silkeborg” o “La novia del monstruo”. Los libros de ensayos y de crónicas “Las formas del olvido”, “El huevo de Hitchcock”, “Siluetas contra el muro”, “Los timbales de Dios”, “La explosión del cometa”, “Habana Cool”, “Rizos de miedo en La Habana”, “Una brizna de polen sobre el abismo”, “La que destapa los truenos”, o “Entre Cantinflas y Buster Keaton”. Trabajó como periodista independiente en La Habana durante más de 20 años. Reside actualmente en Miami.