Pedro Armando Junco

Pedro Armando Junco

Pedro Armando Junco, autor, entre otros libros, de la novela Muchachas en Río Blanco (clic sobre el título para adquirirla en Amazon), responde las preguntas de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el escritor, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Pedro Armando Junco (PAJ): La literatura es un virus que nos ataca desde que somos niños. Desde los diez años escribía versos y recuerdo una composición en cuarto grado que alegró mucho a mi maestra y la mostró como ejemplo. Dediqué mi juventud a leer clásicos y adquirí una ilustración autodidacta gracias a la biblioteca provincial, pues por razones políticas nunca me dejaron ingresar en la universidad.

Ya pasados los 30 años, gané concursos en poesía, pero me llamó mucho la atención el desastre sufrido por el pueblo de Santa Cruz del Sur en 1932 y me adentré en los testimonios de los sobrevivientes del desastre natural más grande que ha sufrido la población cubana. En dos años recopilé varios testimonios y fui ganando premios nacionales en 1985 y 1986 con trabajos aislados en los Talleres Literarios. Con el libro terminado, gané el Premio David 1987 y su publicación a nivel nacional en 1989, de diez mil ejemplares que se vendieron en toda Cuba, me dio a conocer. Me hice miembro de la UNEAC y cada vez que el libro se agotaba se realizaba otra reedición, que ya son cinco. Publiqué mi novela 36 hombres a bordo y en el 500 aniversario de la ciudad de Camagüey gané el premio de la ciudad con el texto Crónicas de un pueblo pequeño. Muchos de mis cuentos y ensayos están publicados en diferentes antologías y revistas, sobre todo en Viña Joven, revista católica de Santiago de Cuba. Aún tengo inéditos muchos trabajos.

Pedro Armando Junco

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

PAJ: Luego de La furia de los vientos, que es un libro luctuoso y muy serio, escrito con el propósito de rendir homenaje a las más de 3000 víctimas del ciclón de 1932, me propuse escribir temas menos dramáticos y más alegres. Por eso Crónicas… y muchos de mis cuentos, así como una serie de narraciones críticas de la política nacional a pesar de la censura que sufre la literatura cubana en la Isla. Sin embargo, salvo algunas limitaciones, mi obra siempre dice lo que quiero expresar soslayando lo más posible los escollos editoriales. Considero que el primer objetivo de un escritor es dar a conocer mediante la ficción toda la experiencia acumulada en su interior, y es por eso que mis personajes descubren actitudes y aptitudes que muchas veces queremos esconder como pecaminosas. He descubierto que al sacar a la luz estos supuestos defectos humanos, los lectores se identifican con ellos y agradecen mi modo de justificar lo que para los mojigatos resulta escandaloso.

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

PAJ: Sostengo un lema desde hace muchos años, y reza así: Mi novia son mis hijos y mi amante es la literatura. Mis hijos y la literatura constituyen la razón de ser de mi vida. Por ellos vivo y sin ellos la existencia me sería insípida. Sin embargo, poco conocedor de la cuántica, me apoyo en aquellas palabras de Epicuro, uno de mis filósofos preferidos, de abstenerme de opinar sobre algo para lo que nuestra capacidad intelectual no está preparada.

Quizás haya mucho de cierto en que la vida es literatura, porque cuando nos adentramos en la trama de una buena novela o un buen cuento vivimos junto a los personajes las peripecias de la trama como ciertas, y cuando somos los autores de la obra hasta nos invade la sensación de parecernos a Dios al conducir a los personajes y obligarlos a nuestra voluntad.

Pedro Armando Junco (Camagüey, Cuba, 1947) es periodista, ensayista, narrador y poeta. Premio David de Testimonio (1987) y Premio Rolando Escardó en 2007, ha obtenido numerosos reconocimientos literarios en Cuba y fuera de ella. Ha publicado, entre otros libros, 36 hombres a bordo (narrativa), Crónicas de un pueblo pequeño (narrativa) y La furia de los vientos (testimonio), tal vez su obra más conocida. Reside en Camagüey.

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