De la obstinación del zombi

Materialmente, la URSS se disipó en 1992. Pero sobrevivió como un virus mental en las cabezas de quienes crecieron dentro de sus fronteras y, como Vladimir Putin, anhelaban su regreso. La desaparición de la Unión Soviética fue «la mayor tragedia del siglo XX», dijo alguna vez el actual inquilino del Kremlin.

Esta mentalidad soportó años de parasitismo, viviendo de sus anfitriones, esperando un debilitamiento del cuerpo para recuperar el control total. Tómese por ejemplo al ejército ruso, que no ha podido deshacerse del infame desprecio estalinista por las vidas humanas, de las viejas doctrinas soviéticas, las tácticas militares y la corrupción endémica a pesar de varios intentos de reforma.

En ese sentido, la URSS está más viva hoy de lo que cualquiera pensaría. Un zombi en la vida real que, simplemente, se niega a morir. Esperemos que el fiasco de la guerra en Ucrania finalmente desencadene su completa destrucción.


 

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(La Habana, 1959). Analista, ensayista, licenciado en Economía por la Universidad de La Habana en 1981. Tiene una Maestría en Relaciones Económicas Internacionales (Universidad de La Habana, 1985), una Maestría en Relaciones Internacionales (Universidad de Miami, 1989) y una Maestría en Economía (Universidad de Miami, 1998). Es autor de decenas de artículos publicados en revistas especializadas, periódicos y blogs en Internet, y como capítulos en libros académicos, sobre la realidad socioeconómica cubana y las relaciones con la extinta Unión Soviética. Fue investigador asociado en INFO-SOUTH, en la Universidad de Miami, entre los años 1989 y 1995. Actualmente reside en Miami.