El privilegio de los tuertos

1

Supongamos que existe un país. Y en este país nace, digamos, un Juan. Juan “nace” ciego, y lo que entiende Juan y lo que le han dicho es que es eso lo normal, todos son ciegos a su alrededor. Entonces Juan dice:

-Ah pues, bacán, a vivir en la oscuridad, si al final todos somos iguales y la humanidad ha sobrevivido, por qué yo no…

Un día, a Juan, su mamá y su papá le dan la noticia que con mucho esfuerzo y años de trabajo han logrado comprarle un ojo, un ojo con córnea y con todos los cables correspondientes, es decir, le regalarán la visión de un ojo. Juan, sorprendido y un poco asustado, porque para empezar no tenía idea de que existiera esta posibilidad, acepta feliz su regalo. Y qué sorpresa la de Juan al descubrir ahora que es tuerto, que hay muchos tuertos como él, que incluso ya hay personas que nacen tuertas, o visto de otra forma: ahora que Juan empieza a familiarizarse con el verbo ver, entiende que hay personas que no nacen siendo ciegas. Pero qué decir, las diferencias existen de forma natural, qué puede hacer Juan, nada. Juan está empoderado ahora que es tuerto, y siente que podrá comerse al mundo.

Llega un punto en la vida de Juan en el que ya está completamente establecido, en ese mundo que conoce de ciegos y en el que, no, por suerte no, con mucho esfuerzo y trabajo, él es tuerto. Una tarde llega a su trabajo cansado y por equivocación baja en el último piso del edificio, y por primera vez ve personalmente a su jefe, quien amablemente le invita a un café porque entiende lo que es desvelarse por trabajo. Juan regresa a su oficina, contento y hasta orgulloso de trabajar para una persona tan amable y considerada. De pronto Juan entiende que ha pasado por alto un detalle: su jefe no es ciego, ni tuerto, su jefe tiene dos ojos y goza de una excelente visión en ambos.

Otro día Juan, saliendo del mercado, se topa con una protesta de ciegos y tuertos, una igual que las cientos que ha visto con su ojito nervioso. “Ciegos y tuertos inconformes”, se dice Juan. Esta vez un cartel llama su atención: “Respeten nuestros derechos, devuélvannos los dos ojos”. Juan ríe casi molesto, y dice para sí:

 -¡Qué tontería, ni que eso existiera!

Pero Juan, a continuación, no puede sacarse esa frase de la cabeza y ya no puede parar de hacerse preguntas.

Y bueno, Juan descubre que efectivamente todxs nacen con ojos, dos, y con una visión casi siempre perfecta. Pero Juan descubre más: al parecer hay un país vecino en el que las personas “nacen” sin brazos, algunos son mancos y muy pocos gozan de sus dos extremidades. Y así, otro país en el que “nacen” sin piernas, algunos son cojos y muy pocos son los que pueden caminar con sus dos piernas. ¿Pero y por qué pasa esto? Pues porque así son las cosas, pues Juan también ha comprendido que el hecho de que él sea tuerto y no ciego es gracias a que en algún momento existió un tuerto que “perdió” el ojo que le quedaba. Nada, boberías, a seguir viviendo.

Una mañana Juan, viendo la tele, coincide con un canal extraño donde se presenta una persona con dos ojos, dos brazos, dos piernas, que anuncia que ese día es el día de los derechos, y lee una lista de dichos derechos. Esta persona que lo tiene todo, al menos en apariencia, dice que todxs tienen derechos a tener: dos ojos, dos piernas, dos brazos, un corazón, dos pulmones (la lista de derechos era sorprendentemente larga). Porque todxs sin excepción nacen con estos derechos y que cuando no sucede así es porque alguien en nombre de algo ha violado y/o amputado estos derechos. Y Juan, con su desayuno triste, que pensaba que si se esforzaba mucho llegaría algún día a tener dos ojos, ahora, mientras come su pan seco, traga y se da cuenta de que hubiese preferido quedarse ciego para no tener la necesidad de comprar un televisor y ver ese día ese canal con esa persona que lo tiene todo viniendo ahora a formar caos diciendo que existen derechos, y que no solo él, que todxs tienen derechos a no ser tuertos, a no ser ciegos.

Juan, como que ya no se siente tan cómodo, y decide hacer el intento, por qué no, de reclamar sus derechos, y se pone todo elegante para ir a la Oficina de los Derechos. Por supuesto en esta oficina todxs son muy conscientes y atentos, pues todoxs tienen todos sus ojos, y sus extremidades, y todas sus partes y derechos. “Vaya, que están completos”, diría Juan. Se le acerca una persona con todos sus dientes y muelas y le habla muy cariñosa:

-¿Vienes a reclamar tus derechos? Ay, Juan, haz la cola, mijo, y toma asiento.

Ya en la cola, Juan, conversando, se entera de que hay personas que «nacen» sin ojos, ni piernas, ni brazos, ni, ni, ni… Cansado de esperar y ya con hambre, decide regresar a su casa, feliz y agradecido de ser tuerto.

2

Tengo que decir que, si firmo públicamente propuestas y reclamos realmente importantes, por una Cuba nueva, una Cuba viva y despierta en todos los sentidos, entonces también tengo que decir esto.

Yo lo siento, hay algo que no pasa por mi garganta. Hay algo con respecto a los Derechos Humanos que me pica y me pica, y no encuentro el bicho que provoca el escozor y justamente eso es lo que me preocupa.

Que exista una lista de derechos humanos y universales, me resulta casi bochornoso, entiendo que quizá el objetivo sea visibilizarlo y quizá se trate solo de eso. Visibilizar todas las maneras en que se violan a diario en toda la extensión del planeta tierra estos derechos.

¿Pero quién o quiénes deciden visibilizarlos y en qué momento? ¿Qué tiene que pasar para entrar a dicha lista? ¿Qué existe primero, el derecho o la violación del derecho? ¿Y qué pasa una vez visibilizada la violación y por consecuencia el derecho?

Yo: Bueno pues, se crea, justamente, el derecho.

Yo: ¿Cómo que se crea, no se nace con él?

Yo: Sí, bueno, se visibiliza.

Yo: Ah, ya, ¿y entonces? ¿Qué se hace?

Yo: Se crean procedimientos, leyes, para protegerlos…

Yo: Bien, de acuerdo… Y bueno, ¿cuál es el cuño que falta para que se empiecen a cumplir estos acuerdos y leyes? ¿Y qué pasa cuando los que hacen o aprueban estas leyes para protegernos, violan los mismos derechos que supuestamente protegen? ¿De qué me sirve ahora la lista, si los miembros que la aprueban y protegen mis derechos son los principales violadores de los mismos? ¿Qué pasa cuando entre los miembros que aprueban esta lista, aparece un lugar llamado Cuba, que de manera legal hace lo que hace con sus ciudadanos? ¿Qué pasa cuando entre los miembros que aprueban esta lista hay un Estados Unidos que de manera legal hace lo que hace en cualquier parte del mundo? ¿Qué tipo de broma o paradoja perversa es esta?

¿Por qué tendría entonces que permitir que tú, tú organización, o lo que seas, decida si es conveniente que se cumplan o no mis derechos, y cuáles son más o menos urgentes o importantes o visibles? Si es que son míos, si es que ya está todo el mundo convencido de que es algo inherente a mí. No logro entender. ¿No será que me estoy confundiendo, y en realidad siempre has velado porque se cumplan tus derechos? Tú, hombre, blanco, heterosexual, colonialista, europeo, tú y tu pensamiento tu sistema hetero-patriarcal, eurocentrista, normativo, binario. Y que todo al final se reduzca a de qué lado del derecho te encuentras, del lado del privilegiado o del lado del violado. Y nos has hecho creer que no hay alternativa posible, que los derechos de unos están construidos por el secuestro de los derechos de los otros. A ese otro, invisible no, invisibilizado. Porque es que siempre hay un otro que estás pisando, por donde quiera que te voltees. ¿Por qué eres tú, o quienes te representan, quienes deciden qué es un derecho humano?

Los animales, las mujeres, lxs inmigrantes, las comunidades indígenas, lxs pobres, la mujer pobre e inmigrante, lxs que no tienen el mismo color de piel que tienes tú, lxs que no piensan como tú piensas, lxs que no quieren expresarse como tú te expresas, lxs que no quieren desear como tú deseas, lxs que no creen en quien tú crees… los bosques, los ríos, los mares y nuestra tierra.

Me vas a decir que, a pesar de todo, hemos avanzado como sociedad, que ya no es como antes, que por ejemplo las mujeres ahora pueden votar, y que la ciencia, claro, la ciencia, gracias a ella, hemos descubierto tanto de lo desconocido… que si Júpiter tiene no sé cuántas lunas, que si hay agua en Marte. Y te diré que tienes razón, siempre se puede encontrar ese ángulo desde donde tú miras, pero no por eso voy a dejar de decirte que: Las mujeres votan, sí, por un gobierno que necesita una ley, la cual tampoco aprueba para que ella pueda decidir sobre su propio cuerpo. La mujer vota para que un gobierno no la deje parir como ella quiera y cuando ella quiera. La mujer vota para que un gobierno la esterilice sin su consentimiento. La mujer vota para que un gobierno deje morir a una niña embaraza de su violador. La mujer vota por un sistema que defiende la vida con la muerte. Y sí, hoy en día sabemos de Marte, y hasta de Júpiter, pero todavía dejamos morir y matamos a esos otros que solo defienden sus derechos de ser humanos.

Yo: Pero el día de los derechos humanos fue hace meses.

Yo: Ah, sí. ¿Y?

[email protected]