Inicio Blog Página 126

Yo me quito el sombrero

José Hugo Fernández, Ramón Fernández Larrea y Joaquín Gálvez en La Otra Esquina de las Palabras

 

Antes de viajar por vez primera a Miami, estuve expuesto a ser víctima del bulo que muestra a esta ciudad como terreno yermo para la cultura y otras querencias del espíritu, cuyas manifestaciones, dicen, son punto menos que un hilo de humo en permanente sofoco bajo los apremios de la cotidianidad materialista y de los estándares que impone el dinero.

Ya sabemos que cierta nostalgia mal digerida, por un lado, y el prejuicio y la artera propaganda, por el otro, han creado en torno a Miami una nube de clichés que la envuelven como la estructura gaseosa del planeta Urano, por lo que no son pocos los que tienden a verla como no es, no ya desde Europa o desde Cuba, sino aun desde su propio interior.

Yo fui un afortunado. Tuve el privilegio de librarme de los efectos de ese bulo desde el primer momento en que pisé tierra miamense. Y de qué manera. A través de La Otra Esquina de las Palabras, la tertulia literaria y artística -singularísima por más de una razón- que dirige el poeta Joaquín Gálvez en el Café Demetrio, de Coral Gables. Si no existieran, como existen, otros enclaves semejantes o parecidos, creo que con éste bastaría para derrumbar el falso tópico que viene negándole a Miami, desde hace tiempo, una meritoria ubicación entre los buenos valedores de la cultura hispana en América. 

Luego de haber sufrido durante un cuarto de siglo, en La Habana, la más implacable censura y marginación institucional, y después de haber perdido hasta la última gota de simpatía hacia las actividades públicas de carácter cultural que se supone (mal) deben interesar a un escritor, mi aterrizaje en La Otra Esquina de las Palabras fue una revelación.

Aquella atmósfera tan particularmente impregnada de energía positiva, donde los escritores se confunden como en familia con sus lectores y con los amantes del arte en general, sin impedimentos para el intercambio libre, franco, espontáneo, tal vez pueda resultar algo común y corriente para quienes nacieron o se acostumbraron a vivir en democracia, pero para mí fue una experiencia insólita, nunca antes vivida en tiempo real.

Aquel encuentro entre personas auténticamente movidas por el placer de la lectura, y además convocadas por la iniciativa independiente, sin el concurso de esas instituciones que pagan para dictar reglas. Aquel espacio donde confraternizan en forma llana escritores con diferentes niveles de éxito, diversas procedencias y distintas generaciones o filosofías existenciales o simpatías políticas. Donde nadie va en busca del vanidoso figurado o de la cofradía sectaria, y si alguien lo intenta, termina fracasando, porque el medio no es propiciador. Aquel punto de encuentro donde no impera otra norma que la del intercambio civilizado, ni prevalece otra regla más que la heterodoxia, no sólo me liberó en principio de percepciones erróneas en torno a Miami, también removió mi tajante rechazo al gregarismo y me llevó a poner en solfa mi apesadumbrada insociabilidad.  

En medio de una etapa de intercambios culturales falsos o condicionados por la camarilla gremial y la coyunda política, yo caí de fly en La Otra Esquina de las Palabras, sin conocer a Gálvez y sin que mis libros fueran conocidos por la mayoría de los asistentes a su tertulia. Sin embargo, la calidez y transparencia con que fui tratado pesarían entre los estímulos que me condujeron a echar el ancla en Miami creo que para siempre.

Se trata de confesiones personales que tal vez carezcan de importancia para el lector de estas páginas. Así es que me disculpo de antemano. Pero sentí que no debía perder la ocasión de airearlas justo en días previos a la celebración del décimo aniversario de La Otra Esquina de las Palabras. Tampoco creo que mi caso sea una excepción, pues entre los grandes aciertos de esa tertulia está el de haber fomentado la divulgación, dentro de la comunidad miamense, de las obras de numerosos escritores que vivieron o todavía viven condenados al ostracismo y a la salvaje persecución por parte del régimen de Cuba.   

Veinte años quizás no sean nada para un tango. Pero la mitad alcanzaron para redondear la rica existencia de este proyecto destinado a abrir brecha y a brillar con luz propia entre los más sobresalientes impulsores del activismo cultural en Miami. Pienso en los poemas que dejó de escribir Gálvez durante los días y meses en que, impelido por su fidelidad a la literatura, debió dedicar su tiempo libre a La Otra Esquina de las Palabras, y, a falta de algo mejor, no puedo menos que quitarme el sombrero ante este poeta del verso y del gesto.  

Ojos de Godo Rojo, de Gayol Mecías

Manuel Gayol e Ivette Fuentes de la Paz durante el V Festival Vista de Miami

 

Ya acostumbrados a la escritura vibrante de Manuel Gayol Mecías, esta entrega de su saga “Crónicas Marjianas”, Ojos de Godo Rojo (Neo Club Ediciones, 2012), sorprende sin embargo, e incluso contagia. Aquí seguimos el recorrido vindicativo de ‘El Estudiante’ por los túneles de una Habana presta a sepultar la nación a favor de su clase gobernante, que pone al lector tras sus pasos con la persistencia de un corredor de fondo.

Porque en Ojos de Godo rojo la atmósfera sobrecogedora que supuestamente ralentiza la historia ni por un minuto consigue atenuar el ritmo trepidante de la narración, ni la audacia de los conceptos, ni la ambición que late en el pecho de ‘El Estudiante’. “Quien no se atreve nada puede”, es su filosofía. Quien no arriesga es un muñeco en manos del pasado (“este hoy es el mañana que ayer te preocupaba, y ya pasó”, resalta el dicho popular). Así, Joel Merlín (El Estudiante) se alza como una metáfora de la transparencia frente a la oscuridad, de la temeridad visionaria frente al hipócrita nacionalismo de Rojogodo, dirigente mediocre entre cuyas habilidades figura la de manipular las mentes débiles.

Quienes leyeron La noche del Gran Godo, la excepcional serie de relatos de Gayol que precede a este libro, recordarán la pieza final que le da título y donde “Godofredo el Rojo, flor maligna de las encrucijadas”, es ya un dirigente “tronado” rodando bufonescamente su ebriedad por el carnaval habanero. En Ojos de Godo rojo, por el contrario, conserva aún toda su influencia y puede hacer mucho daño.

 

El final sinfónico y elocuente de esta novela ilumina la historia de punta a cabo, justificando el periplo de Joel Merlín por los túneles de la empresa fantasma, hasta encontrarse con el Gran Godo y des-poseer a Yoli, su secretaria. Razones del corazón que subyacen en la escritura meticulosa, en crescendo poético, de Gayol Mecías, como un regalo de bienvenida. Razones del espíritu, que cuando vuela siempre canta sobre la miseria de los hombres y la banalidad de las cosas.

‘Quemar las naves’, un poemario de Jorge Olivera

«El lector tiene la oportunidad de Quemar las naves y lanzarse a fondo por ese bosque donde la poesía nos resulta asidero, nostalgia, reflexión y más… Pero nunca revancha aunque el dolor del poeta, del hombre, rezuma en una y otra de las páginas de esta confesión una y múltiple, de esta llamarada que nos avisa que el porvenir puede ser atrapado aunque veamos cómo, antes, va nuestra “sangre saliendo a raudales”. Félix Luis Viera

“En este poemario Olivera despliega un arte desnudo, directo, sin ironías, impactante y estremecedor, donde se mezclan el amor y la dureza de la denuncia”. Victor Manuel Domínguez

“Distante y distinto, este creador cubano, sin un ápice de duda, marca con personal impronta sus textos”. Waldo González Lopez

Quemar las naves (Neo Club Ediciones, 2015). Un poemario redondo y urgente del expreso político, periodista, poeta y narrador, Premio Nacional de Literatura Independiente ‘Gastón Baquero’, Jorge Olivera Castillo. Ya en Amazon.

‘Inquisión roja’, ya en Amazon

El autor de la novela, Rafael Vilches

Algunos dirán que es falsa esta novela. Que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) jamás existieron. O que sí, pero que solo eran campamentos de reeducación donde, mediante el trabajo, se reinsertaba a las personas confundidas (sin su permiso) en una sociedad con normas nuevas. Eso de creer en un Dios decadente o que te gusten entes de tu mismo sexo o el rock and roll (esa música de “maricones”) no va con los revolucionarios.

Transitar las páginas de una novela como esta se vuelve un asunto arduo. Caminas con dolor sobre el dolor de cuerpos inútilmente segados por esa otra guerra, esa estúpida e infantiloide borrachera de poder que comenzó para los cubanos en enero de 1959. Los personajes, levantados de sus rutinas a mitad de la noche, procuran sostenerse mediante una esperanza que saben inútil, pero que del mismo modo se niega a abandonarlos. Sus hambres anhelan con idéntica intensidad un cuerpo para amar que un trozo de músculo para sustentarse. Se burlan de todo y de ellos mismos. Y de paso nos cuentan una historia que hoy asusta a los mismos que la escribieron a punta de fusil. ¿Por qué Stalin fue peor que Hitler? Pues porque mientras fundamentalmente el malo de Hitler acabó con extranjeros, el bueno de Stalin fundamentalmente lo hizo con compatriotas suyos. Lo mismo hizo Fidel Castro en Cuba.

Del autor:

Rafael Vilches Proenza (Cuba, 1965). Narrador y poeta. Premio de poesía “Manuel Navarro Luna” en 2004 y 2010 con El único hombre (2005) y País de fondo (2011). Ha publicado la novela Ángeles desamparados (2001 y 2012) y los poemarios Dura silueta, la luna (2003), Trazado en el polvo (2006), Tiro de gracia (2010), Lunaciones (2012), Café amargo (2014) y La luna entre nosotros (2018, premio “Dulce María Loynaz”). Es considerado uno de los poetas fundamentales de su generación en la isla y la diáspora cubana.

De la poesía de Orlando Fondevila

Fondevila junto a María Elena Cruz Varela en la tertulia La Otra Esquina de las Palabras

 

El mundo aproximado (Aduana Vieja, Valencia, 2011) reúne la poesía del escritor exiliado Orlando Fondevila, fallecido en Miami en 2015. Nacido en 1942 en El Cerro, barrio que en La Habana tiene la llave, consecuentemente este poeta, periodista y editor irreductible nos abre aquí la puerta a un mundo de percepciones, apariciones y deslumbramientos relacionados. Así que del Cerro parten estos descubrimientos incesantes, en los que la naturaleza, el amor y el destierro resultan protagónicos.

“Los doce poemas del paraíso”, la pieza que abre el primer libro y a mi modo de ver la más lograda del conjunto, destaca por la sutil artesanía con que Fondevila consigue metabolizar la denuncia política a nivel poético. “Si estos son los dioses / los profetas/ los porveniristas mascarones/ avisadores de la excelsa balanza/ de la ordenación geométrica/ del amor perfecto/ ¿cuál será la impostura?”, se pregunta. “Nadie sabe cómo/ –nadie es una manera de decir–/ nos hallamos en medio/ de los escombros del Paraíso/ rodeados por sus despojos/ muy abiertos los ojos suplicantes/ cercenados los miembros por la propia obra/ desolados y solos”, añade más adelante. Esta capacidad para colar la denuncia en clave lírica, generalmente tan difícil de cuajar técnica y conceptualmente hablando, recorre de punta a cabo la compilación, y constituye una de sus señas de identidad fundamentales.

Otra es la habilidad con que Fondevila desenmascara las palabras y hace causa con un coloquialismo a menudo romántico, siempre germinal. No hay artificio en El mundo aproximado sino un esfuerzo por, y una intención declarada de, esclarecer las cosas y las circunstancias, las anécdotas y las preguntas. Porque este es un libro repleto de preguntas, ciertamente, estructurado en torno a la incesante curiosidad de su autor.

Dice Raúl Rivero en el prólogo de El mundo aproximado, libro dividido a su vez en cinco libros (“Poesía desde el Paraíso”, “De cosas sagradas”, “Resaca de nadas y silencios”, “Claridades y confusiones” y “Del amor”), que en la escritura de Fondevila va por delante “el pálpito y la temperatura de su vida”. Una ternura recóndita que irriga y enaltece estos versos a ratos proteicos, a ratos lánguidos y humildes. Desde ellos fluye la poesía sin cortapisas, natural como una cascada.

Presentan documental sobre el exilio femenino en Miami

La presentación en Miami del documental Venezuela, el exilio femenino, producido por la Fundación para el Avance de la Libertad, tendrá lugar este martes 12 de noviembre, a partir de las 7:00 p.m., en el Eigth Doral (9851 NW 58 St. #110, Doral, Fl 33178).

El lanzamiento estará a cargo de Roxana Nicula, presidenta de la Fundación, y Marina Alcalá, activista venezolana, con la participación de un invitado especial.

Combatir el socialismo es más urgente y esencial que nunca para el progreso y la libertad. Bajo los auspicios de la Red Atlas y gracias al apoyo del Global Philanthropic Trust, a través del certamen Dragon’s Den organizado por el European Resource Bank, la Fundación para el Avance de la Libertad presenta este documental sobre la tiranía del régimen socialista venezolano, apuntalado por la dictadura cubana, a través de los testimonios de cuatro valientes exiliadas:

Zugéimar Armas   @zugeimararmas

Patricia Carrera   @carrerapatricia

Laided Salazar   @SalazarLaided

Tamara Sujú    @TAMARA_SUJU

La Fundación para el Avance de la Libertad pide a todas las personas comprometidas con la causa de una Venezuela y Cuba libres su colaboración para difundir al máximo este documental.

https://www.youtube.com/watch?v=vwCZjetAyt0

Viernes de Tertulia con Miguel Castanet Jr.

Viernes de Tertulia, el evento artístico y literario conducido por el escritor y periodista Luis de la Paz, anuncia su jornada del mes de noviembre del 2019 para el próximo día 15, a las 8:30 de la noche, en el Miami Hispanic Cultural Arts Center (111 SW 5ta. Avenida), con la participación del cineasta Miguel Castanet Jr.

El programa Viernes de Tertulia es una producción del Creation Art Center, organización fundada por Pedro Pablo Peña (†) y dirigida por Eriberto Jiménez. Más información en el (305) 786 747-1877.

Miguel Castanet Jr. nació en La Habana. Es cineasta graduado del Centro de Cinematografía, Arte y Televisión. Desde 1995 reside en los Estados Unidos. Su carrera comenzó como asistente de dirección del dramaturgo José Milián (1993-1994). Entre sus realizaciones se encuentran Héroes de la paz (1987) y El perro (1988); ambos documentales fueron escogidos en la selección oficial del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en sus respectivos años. Uno de ellos, Héroes de la paz, fue galardonado como el mejor documental en los ECITV-FAR (1987). Es director y productor de los documentales y cortometrajes Entre premios y lágrimas (2012), La amable euforia de la danza (2019), Morir dos veces (2015), To die twice, Inside me, Broken dreams, Lost innocence. Trabaja en La condena infinita, entre otros proyectos literarios y cinematográficos.

Lanzan campaña #NoMásConsecuencias

Prensa libre. (Ilustración: Rafael Alejandro García)

En momentos en que la sociedad civil y los creadores independientes sufren el aumento de la represión cultural y política en Cuba, el Club de Escritores y Artistas de Cuba (CEAC), la Red de Mujeres por la Igualdad (capítulo del Comité Ciudadano por la Integración Racial) y el Partido Autónomo Pinero (PAP) convocan a la Campaña #NoMásConsecuencias.


El objetivo es hacer un llamado de atención sobre la represión que sufren los activistas de derechos humanos y disidentes en Cuba por parte de la dictadura.


La campaña se desarrollará del 11 al 14 de noviembre, coincidiendo con la visita de los reyes de España a Cuba. Consistirá en que cada persona grave un video de un minuto máximo o postee en las redes sociales respondiendo a una de las siguientes preguntas:


1-¿Cuáles son las consecuencias de ser activista de Derechos Humanos en Cuba?


2- ¿De qué manera viola Cuba la Declaración Universal de Derechos Humanos?


3- ¿Qué podemos hacer para luchar contra las violaciones de derechos humanos en Cuba?


4- ¿Por qué es importante defender los derechos humanos en Cuba?


5- Pese a la represión, ¿qué connotación espiritual tiene para usted el ser un defensor de la libertad y los derechos humanos en Cuba?


La respuesta debe estar acompañada del hashtag #NoMásConsecuencias

Carta abierta al gobierno de Cuba

Ramón Rigal y su esposa, Adya Expósito, junto a sus hijos

 

Sumo mi firma y mi malestar al de los siete intelectuales y artistas cubanos (Amir Valle, Alberto Garrido, Yaiset Rodríguez, Yoe Suárez, Carlos Jesús (CJ) Martínez, Sacramento José Acebo, y Antonio Lorenzo), que enviaron recientemente una carta abierta al presidente de la isla, Miguel Díaz-Canel, y a Raúl Castro, quien dirige el partido que el Gobierno y el Estado de la Isla sigue imponiendo al pueblo, el PCC (Partido Comunista de Cuba).

Apoyo a la familia cristiana de la provincia de Guantánamo, hostigada y cruelmente reprimida por intentar hacerse cargo de la educación de sus hijos. Es mi obligación como ciudadano pedir la libertad para el matrimonio de Ramón Rigal y su esposa, Adya Expósito, a quienes separaron de sus hijos y condenaron en abril de este año. Ellos ufren prisión.

Están en todo su derecho para en libertad escoger la educación que desean para sus hijos. Un matrimonio valiente, valioso, digno de admiración y respeto, como los firmantes de la carta. Algunos de ellos viven en Cuba y aun así se han atrevido a denunciar la represión del Estado contra la sociedad civil, en especial contra los creyentes de denominaciones religiosas protestantes, y contra los periodistas independientes, y a demandar que, entre otras violaciones de los Derechos Humanos, cese la práctica de «regular» (impedir viajar al extranjero) arbitrariamente a quienes les resulten incómodos. Agrego a esa lista negra a intelectuales, artista y escritores independientes.

Todos los disidentes que nos oponemos al régimen, luchamos por el bien de todos los cubanos.

No es justo que padres preocupados por la enseñanza y el bienestar de sus hijos, sean vilmente juzgados y encarcelados.

Pido que en el mundo se levanten voces de justicia para que podamos construir un país mejor para todos. No hay justicia si se hace silencio ante tanta bajeza. No es justo que las personas no se hagan eco del sufrimiento de un pueblo entero.

Libertad para el pastor Ramón Rigal y su esposa, Ayda Expósito.

Yo también, como los firmantes de la carta: Exijo el fin de las agresiones contra la familia Rigal-Expósito, la libertad para escoger la educación que los padres cubanos deseen dar a sus hijos, así como la descentralización de la enseñanza en Cuba a todos los niveles.

El Estado no debe ser dueño exclusivo de la educación. Es un derecho de todas las personas y una responsabilidad de la familia, la sociedad y el Estado.

Sumo mi firma a las más de 30 mil firmas recabadas por HSDLA a través de la plataforma citizengo.org

Que el Estado respete, garantice y proteja la libertad de pensamiento, conciencia y expresión, y reconozca a los ciudadanos, instituciones no estatales y asociaciones la libertad de prensa.

Como dicen los siete en su carta: Cuba precisa el bien, y para eso la libertad de tanta gente y de ella misma.

Lo creo y firmo.

La culpa del Nobel

Peter Handke, Nobel de Literatura en 2019

 

Por fin la Academia de Estocolmo, después de un año de penitencia y clausura, emitió su veredicto literario. El postergado galardón de 2018 correspondió a la feminista polaca Olga Tokarczuk, y el del corriente al escritor y dramaturgo austriaco Peter Handke. Este último despertó un alud de críticas. 

¿Merecía el premio Peter Handke? Personalmente, no conozco mucho su obra. He visto la puesta en escena cubana de “Insultos al público” que espontáneamente contribuyó a distraerme del autor –como todo ejercicio experimental que además pretenda  “acercar el arte a la vida”, con retraso–. Pero esta ignorancia mía no me coloca en minoría para opinar sobre la pertinencia del premio: multitud de escandalizados inocentes han negado el trofeo sin atender a letra impresa alguna. Las razones del rechazo son conocidas: Peter Handke ha condonado masacres como la de musulmanes en Sarajevo, ha apoyado al genocida serbio Slobodan Milóshevich, también conocido como “El carnicero de los Balcanes”, y hasta lo ha elogiado en su sepelio, cuando sus víctimas aún no habían terminado de llorar a los suyos.

Por principio, ni las opiniones de un autor, ni sus actos, ni el autor mismo, deberían entorpecer la valoración de la obra. Esto exoneraría a Handke de toda depravación pasada para recibir cualquier honor que su trabajo merezca.  Sin embargo, llevar este principio abstracto a la vida que conocemos no es siempre tan fácil. Quizás para admirar la obra de Handke podríamos olvidarnos de sus opiniones y hasta de su persona. Pero distinguirlo a él con el famoso premio Nobel, hacerle usar el 10 de diciembre un divulgado traje, asistir al banquete, leer un discurso frente a celebridades que lo aplaudirán atentamente, es una determinación casi inhumana. Alguien (Slavoj Žižek) ha sugerido que los suecos de hoy comparten en silencio el racismo de Milóshevich y por eso aclaman a Handke. Yo creo que se pueden arriesgar hipótesis más amables con los discretos señores suecos, que ya bastante han tenido. Estas vendrían de observar la dificultad moral del trance en la que se han puesto después de un año de silencio, de suponer detrás del veredicto una discusión atormentada y de adivinar, por fin, un desesperado remedio, dado como despojo a la luz pública para contentarla.

¿Qué mejor estímulo para un escándalo moral que otro escándalo moral de signo contrario? ¿Qué mejor acicate para el desequilibrio que la culpa? De ambas zozobras conoce la Academia en su historia. De la primera es ejemplo el descubrimiento hace dos años de que uno de sus miembros era un depredador sexual –lo cual fue tan grave que postergó la entrega del premio en 2018–. De la segunda, es fama que ese jurado siempre favorece a los autores de izquierda o con una hoja política no muy controversial  –no digo que absolutamente haya sido así, pero ahí está la postergación de Mario Varga Llosa sobre García Márquez sin razón estética que la justificara y, peor aún: para vergüenza del siglo XX, la denegación del Nobel a Borges porque aceptó honores de Pinochet, de lo cual el galardón actual es un espejo estrafalario–.  De este trayecto simbólico, quizás, quisieron redimirse. 

Culpables y avergonzados, entonces, han elegido a una feminista polaca para honrar propiamente (vindicación del abuso) y a un cómplice moral de genocidio (lo cual era exagerar, comparado con Borges) para mostrarse justos. Si una debilidad oculta ha tenido el tribunal de Estocolmo, esta no ha sido, como se dice, el eurocentrismo, el machismo, o incluso el esteticismo, sino el apego irrestricto a la imparcialidad. Los dos registros que la atormentaban no pudieron ser soportados un año más y así lo han resuelto. Triste sería que la obra de Peter Handkle en verdad no mereciera el premio, y entonces hubieran celebrado simplemente a un canalla. Al canalla que buscaban.

Usamos cookies para brindarle la mejor experiencia posible en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio, acepte nuestro uso de cookies.
Aceptar
Privacy Policy