Inicio Blog Página 99

Tampa vs Miami: La batalla del sándwich cubano

De Tampa, la tercera ciudad de los cubanos en Florida -la segunda es Hialeah-, se escribe poco y se murmura mucho. Se dice que a Tampa se van los cubanos que no pueden vivir en Miami, entre otras razones por sus inclinaciones ideológicas, sus conexiones con el régimen de La Habana o su pasado oficialista. Murmuraciones probablemente sin demasiado fundamento, generalizaciones propias de una sociopolítica polarizada como la cubana, pero que dejan ver las puntas de una especie de tragicómica rivalidad. Fenómeno que también es posible atisbar desde un ángulo inesperado: el culinario.

Estas son las santas horas en que el debate sobre la paternidad del sándwich cubano sigue en curso entre ambas ciudades, como me recordó este jueves un amigo de visita en Kendall. Aun cuando muchos han olvidado que en 2012 el Concejo de Tampa proclamó a esa urbe del oeste de la Florida madre del bocadillo, designándolo “Sandwich Oficial”.

Estamos hablando del “Histórico Sándwich Cubano de Tampa”, que oficialmente lleva jamón dulce, cerdo marinado con mojo al estilo cubano, salami Genoa secado de forma natural, queso suizo, pepinillos en vinagre al eneldo y mostaza amarilla. Se sirve frío.

En Miami, sin embargo, ciudad que también reclama ser la cuna del sándwich cubano, el bocadillo se sirve a la plancha y sin salami. Hasta el exalcalde Regalado ha reaccionado a las pretensiones de Tampa asegurando que “el salami es para las pizzas” y que el plato en disputa “vino directamente de Cuba”.

En 2014, el informe del concejo de Tampa puntualizó, no obstante, que “el original sándwich mixto llegó a nuestra ciudad con los fabricantes de puros en la década de 1890. Influenciado por la diversidad de la comunidad inmigrante de Tampa (cubanos, alemanes, italianos y españoles) pronto se transformó en lo que hoy conocemos como sándwich cubano, en el vecindario de Ybor City”.

Lo cierto es que un sándwich cubano con salami arma tremendo arroz con mango. Retórica incendiaria y política de barricada: El salami rompe en dos mitades casi perfectas, pero que se anulan mutuamente, el sublime sabor del jamón dulce sobre la pierna. Y deja la mesa servida para el interminable tiraquehala de la cubanidad.


 

Erótika Summa

He publicado cuentos y poemas eróticos de forma aislada desde que era muy joven. En Naranja dulce (1989), una revista cubana de corta duración adjunta al Caimán Barbudo, publiqué mi primer texto erótico, un cuento sobre una chica que se masturbaba mientras patinaba sobre el malecón habanero. Luego Salvador Redonet me publicó «Otra carne», mi cuento erótico más conocido, presente en alrededor de diez antologías cubanas, venezolanas, norteamericanas y españolas que lo han reproducido, además de estar en mi libro La caída y otros deseos.

Erótika Summa tiene la peculiaridad de que reúne imágenes de fotógrafos -Ira Kononenko,​ Leandro Feal​, Evelyn Sosa Rojas​, Evel Gonzalez​, Zichy-, modelos del siglo XIX francés, dibujos eróticos también de inicios del siglo XX y algunos fotogramas de clásicos del cine del siglo XX…

Todos no sirven de soporte a mis poemas y textos. Cada imagen en sí misma tiene una lectura propia sobre el erotismo que yo he vivido al verlas y del erotismo que me ha marcado desde que soy muy joven. No es un libro de arte, es un libro para compartir algo que nos es común sobre la piel.


 

Philip Larkin

Philip Larkin (1922-1985) es muy poco conocido entre nosotros. Pero es el más famoso poeta inglés contemporáneo. Entre los elogios que le prodigan está el de haber logrado sintetizar lo mejor de la tradición poética de los ingleses con los descubrimientos y aportes de la vanguardia.

Se cuenta una anécdota muy simpática (el propio Larkin la contó), sobre un encuentro del poeta con Margaret Thatcher, estando ella en el poder. La Thatcher le dijo (más o menos, no lo recuerdo con exactitud) que él era su poeta favorito. Larkin no se lo creyó (era un tipo escéptico y amargado y solitario, incluso se dice que era un tanto retorcido como ser humano). Entonces trató de retarla pidiéndole que le dijera el título de algún poema suyo que ella conociera. Y la Thatcher, que era mucha Thatcher, le recitó de memoria un verso de un poema suyo: “Tu mente yace abierta como un cajón de cuchillos”. Luego, Larkin comentaría que el verso no era exactamente como lo dijo Thatcher, pero que le gustaba más esa versión que la suya. Así que la Dama de Hierro le había mejorado el poema.

Yo tenía ese poema en mi casa de La Habana, pero ahora lo he buscado en Internet y lamentablemente no lo encontré en español. Se titula Deception. De todas formas, aquí van varios recogidos en sus Collected Poems, de 1988: 


Hablar en la cama

Hablar en la cama debería ser tan fácil

después de tanto tiempo durmiendo juntos,

emblema de dos personas viviendo con honestidad.

Pero cada vez pasamos más tiempo en silencio.

Fuera, la incompleta desazón del viento

reúne y dispersa nubes por el cielo

y oscuras poblaciones se apiñan en el horizonte.

A todo eso le somos indiferentes. Nada explica por qué

a esta singular distancia de la soledad,

cada vez es más difícil encontrar

palabras que sean sinceras y agradables,

o no insinceras y desagradables.

 

El barco del norte XIX (La hermana fea) 

Subiré los treinta peldaños hasta mi pieza,

me acostaré en mi cama;

dejaré que la música, el violín, la trompeta y la percusión

se duerman fuera de mi cabeza.

Ya que en mi juventud no fui encantada

ni el amor me escogió,

escucharé a los árboles y su amable silencio,

al viento que pasa.

 

Tres tiempos 

Esta calle vacía, este cielo gastado hasta lo insípido,

este aire, un tanto indistinguible del otoño

como un reflejo, constituyen el presente:

un tiempo tradicionalmente agrio,

un tiempo no recomendado por los hechos.

 

Aun así representan algo más:

este es el futuro más lejano que imaginó la infancia,

entre casas largas, bajo cielos en movimiento,

en el tañido de las campanas:

un aire brillante de emprendimientos serios

que al otro día serán pasado,

un valle fértil de jugosas oportunidades perdidas

que insensatamente nos abstuvimos de exprimir.

Y de esto culpamos a nuestras últimas

perspectivas gastadas, a nuestra decadencia estacional.


 

Víctor Mesa se retracta y regaña a Otaola

“Nunca dije que era comunista”, aseguró este miércoles a nuestra redacción el popular exjardinero central del equipo “Cuba” de béisbol, Víctor Mesa. “Dije que era consumista. Pero Alexander Otaola, como siempre, forma tremendo arroz con mango con todo”.
 
Mesa habría admitido esta semana, en un programa de Univista TV en Miami, ser comunista y chivatón. Pero otra cosa “muy distinta” aseguró a nuestra corresponsalía este miércoles.
 
“En Cano Sports (el programa de marras) todo el mundo me vio riéndome, ¿y cómo voy a reírme de que me digan chivatón?”, se asombró el expelotero y exmanager, quien viaja frecuentemente a Miami para visitar a sus hijos.
 
“Entendí que el tal José Manuel me llamaba consumista y chivador, que son cosas muy distintas a comunista y chivatón… tú sabes, chivadores se le dice en Cuba a la gente jodedora, y yo siempre he sido un jodedor”.
 
Según el Periódico Cubano, “parte del exilio de Miami y la candidata a la Cámara de Representantes, María Elvira Salazar, abogan por retirarle la visa al expelotero villaclareño”.
 
De cara al “chivador”, también Cano Sports habría emitido un comunicado asegurando que Mesa “no volverá a ser invitado” al programa.
 
Por su parte, el popular presentador Alex Otaola trasladó a las autoridades, desde su canal de Youtube, que le encantaría revisaran “el proceso migratorio del señor Víctor Mesa”.

Pible y sus breverdades

Pablo Socorro junto al Pible en el XI Festival Vista de Miami.

Con su humor sardónico y chispeante, Pible llega otra vez a la casa de Editorial Lunetra cargando bajo el brazo su nuevo libro Breverdades Pible. Todo un compendio filosófico de la risa mediante la reflexión y el ingenio, la nueva obra del popular humorista cubano es altamente recomendada por los doctores para combatir a los Cuatro Jinetes de ese Apocalipsis llamado coronavirus: depresión, aburrimiento, incertidumbre y hastío.

La sardonia es una planta de flores pequeñas y amarillas cuyo jugo es muy venenoso y produce unos espasmos faciales parecidos a la risa. Esta es la raíz del adjetivo sardónico, que según el Mataburros Ilustrado es la unión de las palabras sarcástico e irónico. Pible le saca jugo al absurdo para hacernos reflexionar y, a la vez, poner a bailar los doce músculos de la cara que tienen que ver con la risa. Pero no teman, este jugo no es venenoso, a menos que su sentido del humor sea igual al del cangrejo moro.

Con foto de portada y prólogo de su esposa Emma Artiles -quien confiesa llevar aguantando al Pible desde que se autoflecharon con un chiste allá por 1976 en Santa Clara-, e imagen de contraportada de su hija Anaysi, Breverdades Pible es una obra familiar e íntima, tan cercana como esta breverdad que abre el libro: “El artista que únicamente piensa en el aplauso, está poniendo su futuro en manos ajenas”.


 

La quinta pata del gato

Félix Luis Viera en el V Festival Vista de Miami

No me gustan los análisis academicistas sobre literatura. Es un prejuicio que no me avergüenza y del cual espero no arrepentirme nunca. Pero a veces no queda otro remedio que leerlos, sea por curiosidad o por distraída autoflagelación. Es lo que acaba de ocurrirme con “Nieve sobre La Habana: El ideal soviético en la cultura cubana pos-noventa”, un examen de Damaris Puñales-Alpízar, soporífero para mí gusto, a pesar de que aborda un asunto que verdaderamente ha estado demandando la atención de nuestros críticos durante mucho tiempo. Sin embargo, justo por el interés que supone el tema, creo que este estudio merecía otros enfoques menos maniqueos y traídos por los pelos.

No voy a referirme a la totalidad del contenido, pues gasté toda mi paciencia en su lectura, así que ya no me alcanza para abordar cada uno de sus desaciertos, o los que yo considero como tales. Además, el texto aparece íntegramente en Internet. De modo que aprovecho para recomendar su consulta. En cuanto a lo que a mí concierne, me detendré apenas en una arista, la que más me llamó la atención por su carácter francamente disparatado.

A la hora de relacionar las obras de escritores cubanos que deben ser alineadas con la infausta etiqueta de realismo socialista, Puñales-Alpízar no sólo incurre en el dislate de incluir la novela Con tu vestido blanco, de Félix Luis Viera, sino que, para más inri, intenta establecer paridades entre esta brillante obra y la muy mediocre La última mujer y el próximo combate, de Manuel Cofiño. Luego, como si no fuera suficiente, coloca la novela de Viera dentro del mismo saco de otros engendros iguales o peores que el de Cofiño: “Como ideología artística –dice–, el realismo socialista tuvo buenos ejemplos no sólo en estas dos obras, sino también en otras como Cuando la sangre se parece al fuego, de 1975, del mismo autor (Cofiño); Los negros ciegos, de 1971, y La brigada y el mutilado, de 1974, ambas de Raúl Valdés Vivó, así como en muchas de las novelas policiales o de espionaje y de ciencia ficción publicadas desde principios de la misma década”.

A fuerza de ser disparatadas, hay no pocas sustentaciones en este docto bodrio que llegan a resultar divertidas. Otro ejemplo: al mancornar nuevamente la novela de Cofiño con la de Viera, se afirma que “en ambas los proyectos sociales colectivos están por encima de las aspiraciones personales de los personajes protagónicos, que sacrifican sus vidas ―para que siga viva la esperanza de un hermoso porvenir‖…”. O cuando se equipara el estilo de Viera, que yo considero singular y ajeno a toda escuela o norma o dogma, con la pobreza del quehacer de Cofiño para concluir que: “En ambos casos, la literatura está cumpliendo una de las funciones ideológicas que le atribuía el gobierno revolucionario: llegar a más personas, no ser elitista o excluyente y sobre todo, dar cuenta de la realidad social cubana”. ¿Error u horror? Deben ser más bien los dos juntos, pero según este concepto por el que Puñales-Alpízar coloca el lenguaje de Con tu vestido blanco “cumpliendo una de las funciones ideológicas que le atribuía el gobierno revolucionario”, podríamos incluir fácilmente en la lista del realismo socialista a una buena porción de las grandes novelas que se han escrito sobre la tierra en todas las épocas.

Uno llega a preguntarse si la respetable académica habrá leído ciertamente la novela de Viera, o si acaso la tragó sin masticarla, postergando la rumia para más adelante, después de sustentar su tesis con algún que otro apurado mordisco. Es algo que lamentamos sinceramente, pero no cabe pensar otra cosa ante aseveraciones tales como que el protagonista de Con tu vestido blanco es la prefiguración del hombre nuevo imaginado por el Che, o que el cambio que opera en su conciencia durante el desarrollo de la trama le permite entender las injusticias sociales y sumarse a los que luchan por combatirlas.

Y ni hablar de la lectura que realiza Puñales-Alpízar en torno a varios de los personajes más logrados de la novela de Viera. Pongamos a Iztinio el Toro, homosexual querido y respetado por todos debido a su ejemplar conducta ética. Pero la analista asume ese respeto como una “posición coherente” del autor de la novela “con la postura que sobre la homosexualidad se adoptó en Cuba desde la Declaración del Primer Congreso de Educación y Cultura, en 1971, y con la filosofía positivista con que era tratado el tema desde principios de la Revolución”. No menos festinada resulta también su lectura acerca del papel de ciertos personajes femeninos, toda vez que aquí, según Puñales-Alpízar: “Como en La última mujer y el próximo combate los personajes femeninos apenas son sombras que cruzan la novela; no tienen voz propia y de ellos sólo sabemos por referencias…”.

Para el remate, aunque dejo en el tintero muchos otros despropósitos con las que esta señora se afana en hallarle la quinta pata al gato, cito su risible afirmación de que la novela de Viera “se inscribe, además, dentro de las características preconizadas en la Declaración del Congreso de 1971: un arte que reflejara la ―moral combativa del pueblo cubano, y que tuviera un valor político como instrumento en la lucha contra el ―enemigo”.

Me disculparán la pereza, pero para no aburrirme ni aburrir rebatiendo una a una tantas barrabasadas (en cuya insustancialidad radican las mejores razones para su descrédito), he preferido entresacar algunos breves fragmentos del capítulo tres del libro La explosión del cometa, dedicado a la brillante obra literaria de Félix Luis Viera. Ojalá sean suficientes. Pero en cualquier caso siempre queda para cada lector la posibilidad de estar de acuerdo o no con lo que argumentan, después de haber leído o releído la novela en cuestión.

Con tu vestido blanco se inicia con una bronca entre dos adolescentes, dos amigos, que se disputan a puñetazos la prioridad por recibir los “favores sexuales” de una burra. Dado que esta escena es la cara con que la novela se presenta ante el lector, tal vez podría ser interpretada como un golpe de efecto gracioso, o escatológico incluso, que estimule el interés por continuar leyendo. Yo la interpreté como una tentativa del autor por mostrar desde las primeras páginas el propulsor de la trama, el cual no es otro que la concatenación entre las causas que rigen el destino de los protagonistas –en la adolescencia y primera juventud– bajo una situación de franca supervivencia, obligados a ir conociéndose a sí mismos y comprendiendo el medio que los circunda a través del instinto, ya que no disponen de otras previsiones. Más que identificar a los personajes por la luz que despiden, en esta obra los conoceremos por las sombras que van dejando atrás.

Básicamente, la novela recrea el cotidiano de vida de cuatro personajes que transitan de la infancia a la edad adulta sin apenas poner un pie más allá de los estrechos límites de El Barrio, y sin desearlo siquiera. No son las únicas presencias con un peso resolutivo en el argumento (ya que esta es una novela de personajes memorables, muy vívidos), pero esos cuatro muchachos marcan justamente el punto donde se concatenan las acciones.

Respecto a las influencias que Viera reconoce en su obra, él mismo ha tenido a bien aclarar: “Nunca me he propuesto algo teórico cuando voy a escribir. Sale como sale y ahí va. Yo toco de oído”. Naturalmente que este autor es un conocedor de la literatura y maneja sus herramientas con pleno conocimiento de causa. No obstante, es comprensible que haga uso de la expresión “Tocar de oído” para explicar cómo escribe y cuáles son sus fuentes inspiradoras, habida cuenta su condición de poeta por sobre todo lo demás, un poeta rotundamente genuino, de los que no tienen que elegir precursores, puesto que parecen haber venido al mundo con la influencia ya incorporada. Sin contar lo que nos advirtió Borges en el sentido de que cada buen escritor crea precursores propios, en tanto su labor modifica nuestra concepción del pasado.

¿Y quién duda a estas alturas que Viera es de los grandes? Justo Con tu vestido blanco, a pesar de ser su primera novela, mostró ya los constituyentes del estilo que hoy lo sostiene como el más brillante entre los novelistas vivos de Cuba, por no ir más lejos. Precisamente el vigor y la avanzada madurez de su estilo sobresalen entre las propiedades por la que tantos elogios recibiera esta obra, junto a una muy puntual aprobación por parte de los lectores cubanos, los que compraron diez mil ejemplares sólo en los primeros días de su publicación. Porque a la agudeza, la precisión, el dominio léxico y la transparente vitalidad que caracterizan -entre otras virtudes permanentes- su trabajo, sumó en esta novela una prosa que se va sola, como suele decirse en cubano, que corre ligera, sin pausas ni circunloquios, sin acrobacias escriturales. Una prosa de muy grata lectura. Narración en cascada, de frases y oraciones breves, sin usar apenas el punto y aparte ni la partición en párrafos. Los hechos o el recuerdo de los hechos contados en primera persona, con la misma dinámica con que van sucediendo, en un lenguaje fluido, desenvuelto, chispeante, cáustico y muy rico en registros del argot popular. En resumen, el eficiente estilo de un gran narrador-poeta.

Precisamente en la estructura y el lenguaje de Con tu vestido blanco radica su fuerza, porque se trata de un libro en el que un adulto narra desde el punto de vista de la pubertad, recreando problemas que ocasionan adultos aunque van a la cuenta de los adolescentes, entonces nada más certero que su hilo argumental y sus códigos de comunicación para otorgarle credibilidad al mayor que se desdobla en la psicología del menor.

Esta es la obra con que el autor pretendió redondear el ciclo narrativo sobre su más caro tema: El Barrio, inspirado, o agobiado, según propia expresión, por los recuerdos de su vida en El Condado santaclareño. Y entre los tres libros suyos que tienen este sitio por escenario, es el que más detenidamente traza su cartografía física y anímica. “El Barrio, que también es parte del mundo, aunque la más fea”, tal y como se afirma en Con tu vestido blanco, no será el lugar propicio sino el único que tienen a su alcance los protagonistas de la novela para conocer la amistad, el amor, el miedo, el despertar erótico, la violencia, la muerte, la pobreza, la honradez, la tristeza, el dolor físico y espiritual…El Barrio es su universo. Las muy contadas ocasiones en que traspasan levemente sus fronteras les servirán apenas para corroborar que fuera de allí se sienten desorientados, extraños en un mundo que no saben si es mejor o peor, pero un mundo al que no pertenecen.

En cuanto a los personajes de la novela, destacan dos prostitutas, primorosas criaturas: Sandra el Meteorito y Brígida Ángela. Ellas, junto a otros de impecable factura, debieron ser claves para el éxito del libro, sin la menor duda. Iztinio el Toro, homosexual de cualidades físicas y éticas realmente modélicas; Rafa del Carmen, el poeta de El Barrio; el inefable Roberto el Cantor; El Caña, uno de los cuatro principales, el líder y el de más baja ralea, pero un personaje muy bien acabado; o Sincero Valdés, mezcla de misionero cristiano con agitador proletario que acabará siendo acusado de comunista y, como tal, irá preso antes de que se largue con sus prédicas por otro rumbo. Es de suponer que este personaje le haya resultado particularmente útil a Puñales-Alpízar para proponer la inclusión de Con tu vestido blanco entre las excrecencias del realismo socialista. Otro craso error de su parte, porque justo en la tremenda pericia desarrollada por Viera en el diseño de Sincero Valdés radica una de las claves con las que tan eficientemente fue capaz de trascender las opresivas alambradas del realismo socialista.

Sólo un narrador-poeta de legítima estirpe como él habría podido arrostrar con éxito netamente artístico la concepción de un personaje como Sincero Valdés, y más en un medio como el de la cultura oficial en Cuba, siempre al acecho de oportunidades o pretextos para sacar beneficios ideológicos de la literatura o de cualquier otro tipo de expresión estética. Con este personaje, un humilde y honrado idealista cuyas enunciaciones nos devuelven el hálito de los primeros discursos de 1959, insertado además en un escenario de miserias materiales y morales que por ciertos indicios es fácil ubicar en años anteriores a la revolución fidelista, muchos otros narradores menos talentosos -y más dóciles o acomodaticios- habrían hecho su agosto sumándose a la piñata del realismo socialista. Tenían el camino expedito y la anuencia institucional asegurada de antemano. Viera, en cambio, parece haber preferido salvar el escollo haciendo las cosas como siempre las hizo, con el rigor literario por delante. Ello quizás explique por qué en la novela hallamos frecuentes pasajes que pueden ser tomados como denuncia social, pero sin que dejen traslucir una actitud política por parte del escritor. Otro tanto sucede con la imperturbabilidad digamos flaubertiana con que son delineadas las escenas en las que interviene el personaje. Bordeando ese diámetro apenas perceptible donde confluyen lo común y lo poético, discurre cada aparición de Sincero Valdés, expuesto realmente a ser halado como la sardina para el plato del oficialismo, pero no menos sensible a las apreciaciones de otros credos, pongamos el cristianismo, cuyos seguidores bien podrían interpretar sus esporádicas comparecencias como visitas de un ángel de consuelo que envía Dios a El Barrio. La escrupulosidad con que es moldeado lo tácito en la novela induce al lector a participar activamente en la dinámica de lo que se cuenta, cerniéndole inferencias que el autor deja en el aire. Es ni más ni menos la concreción de aquello que defendía Milan Kundera al anotar que el novelista no tiene por qué ser un historiador ni un profeta sino un explorador de la existencia.


 

Rey Fernández Jr.

Rey Fernández Jr.

El compositor e ingeniero de sonido Rey Fernández Jr. responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Cuéntenos sobre sus inicios artísticos. ¿Qué le impulsó a crear y cuáles fueron sus primeras obras?

Creo que la música entró en mi subconsciente desde antes de mi nacimiento, gracias a mi madre, pues siendo ella violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba yo estaba recibiendo las vibraciones orquestales de los grandes compositores de la música clásica de todas las épocas cuando crecía en su vientre. Nací en el marco de una familia de músicos por generaciones. Siendo un niño tomé clases de violín, trompeta y piano, también fui parte del coro de Los Niños Cantores de Morelia. Nunca pensé dedicarme a la música como profesión; fue mucho más tarde que me interesé, cuando estudiaba Ingeniería de sonido en la Universidad. Una de las asignaturas de la carrera era Música para Banda Sonora y escuchábamos temas musicales de grandes compositores como John Williams, Bernard Herrmann, entre otros. Esas audiciones provocaron en mí el interés por la música para cine y la composición. Comencé a estudiar armonía y orquestación. Fue en esa etapa estudiantil que escribí y orquesté mis primeros temas que, por cierto, fueron dos canciones.

Arribó a Estados Unidos tras vivir en México. ¿Cómo han influido tres países como Cuba, México y Estados Unidos en su trayectoria artística y vital?

Nací en Cuba, aunque a la edad de cinco años emigré con mi familia a México y al terminar mis estudios de enseñanza media viaje a los Estados Unidos, donde he vivido hasta el presente. Tras haber vivido en estos países, creo que la música es una expresión cultural muy importante en los sitios en que he vivido, que tienen en común la potencia del canto y del baile. Desde luego que las expresiones musicales de estas naciones han influido en mi apreciación musical y en mi forma de expresión.

¿Cuáles son sus principales influencias musicales?

Tendría que mencionar a grandes compositores de la música clásica como Tchaikovsky, Debussy, Puccini, Stravinski. También tengo que mencionar a John Williams, pues fue su música la que pavimentó en mí el interés por la música para cine, especialmente su gran función en el arte visual, dos combinaciones muy poderosas. Siempre he sentido interés por las emociones humanas, más cuando son provocadas a través del arte.

A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es composición, tal vez una película con poderoso fondo musical?

El sonido espacial ha sido parte de la fundación de los universos. Me refiero a las ondas sonoras que no percibimos de manera consciente. Desde el punto de vista de la física acústica, se ha estudiado muy poco el efecto sonoro del Big Bang… ¿Te imaginas la naturaleza de ese hecho desde el punto de vista acústico? Esas longitudes de ondas sonoras que siguen expandiéndose desde entonces en el espacio, espero que algún día pueda establecerse el papel que juegan, como la luz y la materia oscura del universo. En el Génesis y en el nacimiento de Jesús, se cita una música galáctica: estas citas demuestran que las ondas sonoras han estado presentes en momentos trascendentales. La función del sonido, como la de la imaginación, necesitan ser investigadas a fondo.


Graduado de Ingeniería de Sonido y Producción Musical de la Universidad Internacional de Arte y Diseño de Miami, Rey Fernández Jr. ha compuesto música para la banda sonora de películas y cortometrajes como ‘Canonize me’ (2012) del director Miguel Miller; ‘The Denied’ (2013) del director Wil J. Jackson (nominada a Mejor Banda Sonora Original  en el Festival Internacional de Cine de Londres del mismo año) y ‘Scooter’ (2019), del director Matt Wohl, entre otras. Ha compuesto música para la banda sonora de dos videojuegos: ‘Space Front’ (2019) dirigido por Ivan Berezniak, Daria Berezniak, y ‘The Day of Dragons’ (2019-2020) dirigido por Jonathan Slabaugh. Actualmente cursa el Programa de Maestría de Música para Cine en Berklee College of Music.

 

La masacre del periodismo obediente: El grito de los niños

Este lunes suma un aniversario más de la masacre del Remolcador 13 de Marzo, apoyada por la propaganda obediente que en Cuba se disfraza de periodismo. Los hechos pueden resumirse más o menos así:

El 13 de julio de 1994, en horas de la madrugada, 72 personas intentaron escapar de la Isla a bordo de un remolcador. Hallándose a unos doce kilómetros de la costa habanera, otros tres remolcadores embistieron la embarcación, lanzando agua a presión sobre sus ocupantes. El 13 de Marzo fue sucesivamente golpeado –ya anegado- hasta que cedió, se quebró y hundió, con un saldo de 41 víctimas mortales, 23 de ellas menores de edad, incluyendo una bebé de seis meses.

Hasta ahora, el castrismo no ha mostrado la menor voluntad de esclarecer lo que desde el principio calificó de “accidente”. En el diario Granma, diez días después del hundimiento, apareció un artículo –firmado por Guillermo Cabrera Alvarez- donde se dijo, entre otras cosas, que “un grupo de trabajadores de la Empresa actuaron directamente defendiendo sus intereses. Comunicaron a Guardafronteras el hecho delictivo y asumieron ellos mismos la acción de detenerlos”. Con anterioridad, el mismo periódico había argumentado que “para tratar de obstaculizar la acción del robo (el ladrón cree que todos son de su condición), tres embarcaciones del MITRANS intentaron interceptarlo, y en las maniobras que ejecutaron para cumplir ese objetivo se produjo el lamentable accidente que hizo naufragar el barco”.

Desde entonces, la tónica de las esporádicas explicaciones gubernamentales se ha mantenido inalterable: se trató de un irresponsable acto de piratería promovido por la contrarrevolución –a estas alturas ya nadie sabe muy bien qué significa el término–, ante el que el pueblo se tomó la justicia por su mano. Claro que lo de que “el pueblo” se tome la justicia por su mano no implica, para el discurso oficialista, algo punible.

La versión castrista, aupada por un periodismo inescrupuloso, al servicio el poder, da pie a numerosas interrogantes. Si se trató de una acción espontánea, no coordinada, ¿por qué al 13 de Marzo, en plena madrugada, lo esperaban varios remolcadores a la entrada de la bahía? ¿Y por qué precisamente remolcadores, un tipo de embarcación que por sus características era la ideal para interceptar a los prófugos? ¿Por qué estos “centinelas” dejaron que el barco continuara su huida? ¿Por qué el encuentro se produjo a unas siete millas de la costa, exactamente donde no podía ser avistado desde tierra por testigos indeseables, pero aún en aguas jurisdiccionales cubanas? ¿Y cómo es posible que habiendo sido informadas de la fuga desde un principio, las lanchas rápidas de guardafronteras hayan demorado una hora y veinte minutos en arribar al lugar de los hechos, ya cuando la masacre se había consumado?

Pero todas estas preguntas pierden relevancia cuando se formula la interrogante fundamental: ¿Por qué no se celebra el proceso que esclarecerá de una vez y por todas si lo ocurrido fue un accidente o un crimen? ¿Por qué el periodismo impreso en Cuba no promueve el esclarecimiento de la verdad? Porque si fue un accidente, lo urgente, lo lógico, lo establecido habría sido poner a los implicados ante un juez, un abogado defensor y un fiscal, para que se impartiera justicia. Así sucede cuando se produce cualquier accidente de tráfico, sobre todo si hay víctimas mortales: no se da por establecida la inocencia del conductor en cuestión, antes se investiga. Y en Cuba, desde 1959, los acusados están en la obligación de probar su inocencia.

Entretanto, la masacre del remolcador 13 de Marzo –más que las de Canimar, Cojimar, la base de Guantánamo, etcétera– ha pasado a ser patrimonio de la memoria cultural del exilio, y aun de buena parte del insilio. La imagen es pavorosa: una muchacha protege a su bebé de los chorros de agua a presión castristas mientras grita, casi murmura, “nos van a matar a los niños… nos van a matar a los niños…”. Ella se rendía, pero inútilmente. Ella se rendía, y sus verdugos se burlaban. Ella se rendía, pero en la memoria de una nación que ya es diáspora y reminiscencia, fuga y perenne retorno, el Remolcador no se rinde.

El grito de los niños no cesa de estremecer nuestros oídos.


 

Indagación del elogio

Creadores: Luis Eligio, Legna Rodríguez y Kizzy Macías en el Festival Vista de Miami

Creo en la locura como una instalación de muchos sentidos que pareciera se trastocan en fondos inconscientes (apariencia, sutileza, desarraigo, tal vez no sea nada o tal vez sea todo…) de lo que ha pasado en nuestra vida como conciencia y como memoria contra el olvido. Y también en nuestra mente como sospecha, como la ilusión de que escapa uno de un lugar que siempre regresa sobre la partida, un origen que nuevamente te lanza y asciende sobre lo público, lo concreto, lo crudo. Así como la sangre es veneno en el fondo del vaso que lee el destino, o tal vez lo recrea.

Creo en lo que se crea y en lo que se espera pueda pasar de lo que uno cree. Creo en la belleza como una amenaza cerca del abismo. Es así, y no por casualidad (mejor por la lectura de la obra de Legna Rodríguez Iglesias), que puedo asegurar lo que ella ha dicho desde mi interpretación, que es suya. Pero me quedo con su locura, su mala forma que es una profunda valoración de su experiencia, y entonces la cito:

«A veces, uno se cree loco y enfermo, y ni una cosa ni la otra. Son malas formas y ya…».

El mundo es muy visual con una inclusión no persuasiva desde el caos, desde las maneras correctas y desde el absurdo de que todo tiende a presionar sobre lo que debes explicar o interpretar. Y ni siquiera es ya una catarsis, una necesidad coherente de complacer a los demás. Ahora domina más el morbo, te exhibe de víctima o victimario según se entienda, y la única singularidad posible es mantener la sencillez, esa virginidad incómoda contra todas las exigencias de que puedas complacer a quienes te exponen desde sus lecturas.

El peligro no viene porque puedan sobrevalorar lo que ofreces, es mucho más agresivo. Ahora resulta que eres ese monstruo que vive en las entrañas del precio de mantener la singularidad, la voz, por lo que eres más “el recurso del método” que la dócil comprensión sobre lo sustancial que asumes (fuera de toda lógica persuasiva): que no te vean como lo que los demás han elegido para ti.

Es entonces, desde “su mundo raro”, que cruzo todas las lecturas de lo que ha escrito Legna Rodríguez y he tenido el cinismo de creer. De otra forma, sin deseo de explicarlo, esas lecturas me son inherentes, como lo define la escritora, y vuelvo a citarla:

«La literatura necesita una bandera y un principio, siempre. Y ser política, porque eso es inherente. Quien diga que la literatura no es política, miente. A veces no es obvio. Es más, prefiero que no lo sea. No me gustan las obviedades. Como cuando me preguntan sobre Cuba, si el sistema es una mierda o si estoy de parte o en contra. ¡Que no se trata de estar de parte o en contra! Todo se ha descompuesto y nadie es de ningún lado. Es incómodo hablar de esquinas. Así como es incómodo hablar de géneros, responder qué tipo de literatura hago. Me interesan los libros y las historias, no los géneros. Es ingenuo pensar que existen. Las formas están para usarlas, son herramientas y lo que haces con ellas es tu problema. No le pongo apellidos: hago poesía».

Los invito a la biblioteca visual de autores cubanos, Sentado en el aire canal. Entre, lea y comparta:


 

La influencia de Estados Unidos en el mundo

Douglass North, autor de 'Violence and Social Orders: A Conceptual Framework for Interpreting Recorded Human History'

El aniversario de la república norteamericana fue acompañado con ataques a Thomas Jefferson. Le reprochaban haber tenido esclavos mientras escribió que todos los hombres eran iguales ante la ley y tenían los mismos derechos y deberes. Lucian Truscott IV, su descendiente directo, periodista y escritor, encabezó la ofensiva en el NYT. Es el hijo de un famoso general de la II Guerra Mundial.

Los detractores de Jefferson destacaban su hipocresía, y el hecho de que hubiera engendrado varios hijos con su esclava predilecta, Sally Hemings, 23 años más joven que el tercer presidente de Estados Unidos y uno de los más brillantes.

Sally era, a su vez, medio hermana de su esposa. Su madre, africana, había sido víctima de su «dueño», el capitán de barcos John Wayles, quien le dejara una considerable dotación de esclavos a Martha, su hija «legítima», y unos terrenos valiosos en Virginia. Sally era la menor de los seis hijos que le hizo Wayles a su esclava.

Jefferson comenzó a tener relaciones con Sally cuando la bella mulata, muy clara, tenía 15 o 16 años. Jefferson era viudo en ese momento de Martha Wayles. Aparentemente, tuvieron seis hijos, de los que cuatro llegaron a la vida adulta.

Es cierto que la “Declaración de Independencia”, redactada por Thomas Jefferson, presentada el 4 de julio de 1776, es uno de los documentos más difundidos de la Humanidad, y uno de los más copiados, pero mi opinión es que no influyó excesivamente en el destino de otras sociedades.

Incluso, a juzgar por los despachos de los embajadores acreditados en el país, se pensaba que no había muchas posibilidades de que saliera bien el experimento republicano creado por trece estados que se miraban con recelo unos a otros.

Pero salió bien. Al extremo de que el joven ensayista francés Alexis de Tocqueville, el gran analista de la “Democracia en América”, declarara en 1835 que en ese país se estaba forjando el liderazgo del planeta. ¿Por qué y cómo? Sospecho que fue la consecuencia de las deficiencias más que de los éxitos.

Me explico. Súbitamente, los estadounidenses se vieron desamparados. Le ofrecieron a George Washington la corona de la nueva nación. Declinó cortésmente la proposición. Sirvió por dos periodos y se volvió a la plantación. Era uno de los hombres más ricos de su tiempo. Los “americanos” tendrían que enfrentarse con las dificultades republicanas.

Todos los hombres eran iguales ante la ley a fines del siglo XVIII. Ese era el principio. Ya sabemos que los negros, las mujeres, los analfabetos, y quienes carecían de propiedades, no estaban incluidos en ese «todos los hombres». No obstante, los principios son esenciales y acaban por abrirse paso. Al menos lo eran para los blancos educados, generalmente plantadores y, con frecuencia, propietarios de esclavos.

Primero se eliminó la educación y el tener propiedades para poder votar. Luego, al costo de una guerra terrible, los negros fueron liberados y, a trancas y barrancas, los incorporaron al proceso no sin grandes obstáculos. Por último, las mujeres ganaron el derecho al sufragio en 1920.

La República, afortunadamente, no estaba sujeta a dogmas preestablecidos que señalaran un camino unívoco para sostener el poder, como era propio de las ideologías. Se limitaba a crear instituciones que fueran solucionando los problemas en la medida que fueran surgiendo. Estados Unidos fue la primera “Sociedad de acceso abierto” (SAA) que registra la historia moderna.

Hasta ese momento todas las sociedades eran de “acceso limitado” (SAL) y se basaban en el concurso a los «mandamases» para que ejercieran la autoridad, a cambio de lo cual el poder se volcaba en ayuda de quienes lo sostenían. Incluso hoy, las tres cuartas partes del planeta exhiben síntomas de ser sociedades de acceso limitado, y sólo dos docenas de naciones han tomado voluntariamente el camino norteamericano.

¿En qué consisten las SAA y las SAL? Los términos (y el concepto) fueron formulados por Douglass North (1920-2015), Premio Nobel de Economía en 1993, uno de los pensadores más creativos de Estados Unidos, en su último ensayo, escrito junto a dos de sus colaboradores cercanos, J.J. Wallis y B.R. Weingast: Violencia y órdenes sociales: un marco conceptual para interpretar la historia humana registrada.

Si el linaje no servía para crear las estructuras humanas, dado que todos los individuos tenían los mismos derechos ¿a qué se recurría? Sencillo y, a la vez, complicado: a los méritos personales. Tener privilegios se convirtió en una pésima característica en la sociedad estadounidense. Una rémora. Eventualmente, todos tendrían los mismos derechos y deberes. Incluso, se puso de moda el vestido del hombre común.

Uno de los últimos privilegios cayó tras la Guerra Civil (1861-1865): se trató del postrer conflicto en el que fue posible liberarse mediante el pago a otra persona de servir en las Fuerzas Armadas. A partir de la nueva regla, solo el médico o el azar podían librar a los reclutas de sus responsabilidades.

En el terreno económico la respuesta vino del Mercado. Como se sabe, no hay fortunas permanentes en Estados Unidos. Basta contemplar la lista de los millonarios en las revistas especializadas. La mayoría de los nombres cambian generación tras generación. Al menos, se supone que los estados no protejan a las empresas de la voluntad popular expresada en la libre elección de los bienes y servicios. Es cierto que los poderosos tratan de vulnerar este principio, y a veces lo logran, pero siempre será por un periodo.

Fue este ejemplo –meritocracia más mercado más ausencia de privilegios- y no el magnífico texto pergeñado por Jefferson, lo que acabó conquistando el corazón de Inglaterra, Holanda, Francia y las dos docenas de naciones que han hecho suyos los valores de la igualdad ante le ley. Es un camino largo, y lleno de contramarchas, pero no hay otro.


 

Usamos cookies para brindarle la mejor experiencia posible en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio, acepte nuestro uso de cookies.
Aceptar
Privacy Policy