La igualdad de oportunidades solo puede traer desarrollo

El patriarcado, como cualquier otro poder absoluto, tiene muy poca capacidad para negociar y se le dificulta hacer concesiones. En consecuencia, el machismo, en cualquiera de sus variantes -incluye la cubana-, se convierte en una patética y desesperada defensa ante los sostenidos avances de la mujer, la demostración de las capacidades femeninas y, en muchísimos casos, su indiscutible superioridad al encarar situaciones difíciles.

Desgraciadamente el macho, aferrado a su comodidad, no tiene el menor interés en aprender ni en adaptarse a lo que se salga de su zona de confort. Su egoísmo y su cortedad no le permiten alcanzar la categoría de hombre.

La interminable batalla por hacerle justicia a la mujer, que resulta la creación suprema, es una de mis cruzadas personales. Nunca me ha importado ser incomprendido en ese o cualquier otro terreno. Es muy simple: con el patriarcado nos ha ido tan mal que lograr la igualdad de oportunidades solo puede traer desarrollo y beneficios.

Lo que pasa es que el macho, como cualquier tirano, no renuncia a su poder. Hay que arrancárselo.


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(La Habana, 1962). Graduado de Licenciatura en Relaciones Internacionales, entre 1988 y 1993 trabajó como comentarista, redactor y presentador de los Servicios Informativos de la Televisión Cubana y en estaciones de radio de Cuba. Ha escrito la breve pieza teatral ‘Reencuentros’ y las novelas ‘Cualquier tiempo pasado’ y ‘Pero sueño con árboles’, que recorren cuarenta y tres años de vida en Cuba, entre 1955 y 1998, a través de dos generaciones de una familia. También ha escrito, en el género llamado “novela negra” las obras ‘Hijas de Venus’, ‘Cubanas S.A.’, ‘Brindis’, ‘Jaque mate’, ‘Derecho de admisión’ y ‘Cicatrices’. Desde 2015 reside en Palma de Mallorca, España.