Puente de Letras 16: Editorial

El 17 de noviembre de 2020 el Movimiento San Isidro, de creadores independientes, convocó a un “susurro poético” en La Habana Vieja para exigir la liberación inmediata del rapero Denis Solís González, activista del grupo injustamente encarcelado por expresar sus ideas políticas. “Los habaneros están invitados a acompañarnos en la sede del movimiento, sito en Damas 955 entre San Isidro y Avenida del Puerto”, escribieron. “Aquí estaremos por varios días un grupo de artistas y amigos compartiendo nuestras obras preferidas, cantando, actuando e imaginando una Cuba más plena para todos. Queremos que se unan al susurro poético todos los que entiendan que, al exigir la liberación de Denis, estamos exigiendo también nuestra propia liberación”.

Cercados por la policía política, y tras serle interceptado un envío de alimentos, nueve de los quince miembros del grupo iniciaron una huelga de hambre el 18 de noviembre. Poco más de una semana después, tras varios episodios de terrorismo oficialista, la sede del movimiento fue asaltada por agentes de la Seguridad del Estado disfrazados de trabajadores de la Salud Pública, y los huelguistas y sus amigos detenidos y dispersados.

“El violento desalojo en la noche del 26 de noviembre, con acto de repudio incluido, de los 14 activistas prodemocráticos que se encontraban, desde hace varios días, en la sede del Movimiento San Isidro, exigiendo la liberación del rapero Denis Solís y el cierre de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC)”, volvió a poner en perspectiva “la impunidad del Estado cubano en el uso de la fuerza contra sus críticos”, escribió el periodista Jorge Olivera. “Previo a la acción en la que participaron fuerzas combinadas de la policía política, agentes del orden y brigadas de respuesta rápida, fue interrumpido el acceso a las redes sociales en al menos una parte del país, lo cual desató las alarmas de las personas allí reunidas, cuatro de ellas en huelga de hambre”.

Un asalto gubernamental desesperado que tendría consecuencias inéditas el día después, cuando cientos de jóvenes escritores y artistas se congregaron frente a la sede del Ministerio de Cultura para exigir, cómo no, la liberación de Solís y el cese de la violencia contra la creación alternativa en Cuba. Había surgido sorprendentemente, tras una demostración tan novedosa como aterradora para el Poder, el movimiento 27N. Porque, más allá de las naturales diferencias de criterio en torno al alcance e interioridades de la manifestación de ese viernes, en El Vedado, resulta innegable que el evento marcó pautas en cuanto a capacidad de movilización de la cultura independiente en la Isla y como desafío ciudadano al régimen totalitario. Incluso, la policía política tuvo que emplear gas pimienta para evitar que más manifestantes llegaran al lugar, ya en la madrugada.

Como ha apuntado la escritora Verónica Vega, miembro del movimiento, “la represión al arte libre sigue siendo la misma pero lo que sí ha cambiado es que se han multiplicado los rostros frente a esta sede ministerial que jamás ha representado la diversidad y autenticidad de nuestra cultura y mucho menos a Cuba. San Isidro está creciendo porque representa el dolor, la frustración y los sueños de millones de cubanos”. Un antes y un después para la sociedad civil cubana y los creadores independientes, a la cabeza ya de la oposición a la dictadura representada por Miguel Díaz Canel.

“La huelga de hambre de San Isidro y la consecuente protesta durante cerca de doce horas, el pasado 27 de noviembre, de más de 400 artistas frente al Ministerio de Cultura, en reclamo de libertad de expresión, han puesto en jaque al régimen”, ha resumido el periodista independiente Luis Cino. “Con la represión contra el Movimiento San Isidro lo que ha conseguido la dictadura es que centenares de artistas e intelectuales —algunos de ellos con mucho reconocimiento dentro de la cultura oficial— que hasta ahora permanecían callados, se solidaricen con los artistas reprimidos y se sumen a los reclamos por la libertad de expresión”.

“Esos reclamos, que seguirán creciendo, no los pararán con la alharaca de los más sumisos y los sicarios del pensamiento oficial de la UNEAC, la Asociación Hermanos Saíz y la farsa de diálogo que más bien es un monólogo ministerial, un chapucero remake de las Palabras a los Intelectuales de Fidel Castro en 1961”.

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Edición número 16 de la revista con Dossier dedicado a Manuel Gayol Mecías y textos de Amir Valle, Ana Rosa Díaz, Armando Añel, Carlos Penelas, David Montero, Ivette Fuentes, Jorge Enrique Rodríguez, José Hugo Fernández, Juan Carlos Mirabal, Lien Estrada, Luis Cino, Marlene Denis Valle, Mauricio Mendoza, Osmel Iglesias, Roberto Álvarez Quiñones y el propio Gayol.


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