El filosofar de José Hugo Fernández

José Hugo Fernández, Félix Luis Viera y Odalys Interián en el XI Festival Vista de Miami

José Hugo Fernández (JHF) nació en La Habana en 1954 —sin dejar de ser cubano, resulta estrictamente habanero si nos atenemos a su obra literaria— y desde hace ocho años reside en Miami.

Es unos de los pocos escritores cubanos que trabaja con igual mérito la ficción y el ensayo y la crítica.

Su mérito es descollante.

Ha publicado más de treinta libros en los géneros antes dichos; incluidas novelas breves, muy buenas.

Es un batallador. Escribe sin cesar y bien, con arrojo, con ánimo, en estos tiempos en que el ánimo por momentos suele tambalearse debido al embate del pragmatismo, el “metalicismo”, el fragor del mundo audiovisual capitaneado por las tabletas de juegos digitales, las marejadas de la Tontería Magna —más el narcisismo, la egolatría, la envida, la mala leche— en las redes sociales…, que van con todo, cada día más, contra las, cada día más, vacilantes naves del lirio, de las noches azules, del rocío en la ventana, del cimbrar de la azucena y esas cosas…

Entre los últimos títulos publicados por JHF están Para que bailen los osos (Editorial Dos Islas, Miami) y Mujer con rosa en el pubis (reedición, Editorial Primigenios, Miami); par de novelas breves, 97 páginas y 92 páginas respectivamente.

En estas obras, JHF nos muestra, de nuevo, su inigualable erudición, su destreza narrativa en general y en particular su certeza en las descripciones y las hechuras de los personajes.

Su erudición —vasta, ya se dijo— es flexible por cuanto él la expone sin petulancia; y más, siempre con un resquicio abierto por donde sale, y por donde debería entrar asimismo, la humildad.

Quien lea sus libros podrá patentizar la mixtura benéfica de lo libresco con lo vital; de lo vivido con lo observado (en el supuesto caso de que lo observado no sea también parte de lo vivido).

En estas líneas solo quiero exponer tres atributos de las novelas referidas —atributos, sin duda, patentes de igual modo en sus otras ficciones—: el filosofar —el filosofar de la calle bien amarrado con el libresco—, la gracia de la hipérbole (humor incluido) y el poder de las sentencias (que, claro, entran y salen en lo filosófico).

Estas tres condiciones son, a mi modo de ver, las principales causantes de los excelentes valores de la obra narrativa de JHF.

Para que bailen los osos se desarrolla principalmente en La Habana y Miami, sus personajes fundamentales tienen como nombres Uno, Otro y Ella (esta, una foto que toma vida propia) y el más fascinante, catalizador, dador de la esperanza y la amargura —disimulada—, muestrario de talento y de materialismo (no el dialéctico): Olga, quien, cuando aparece, cambia el rumbo de la novela y también del lector…

Las dos localizaciones principales de esta novela son EL Gato Volador, un restaurante habanero y un supermercado miamense.

Estos personajes, escritores, literatos, los pobres, se la pasan digamos “en busca del bestseller perdido”. Denunciando de chanfle la batalla mercado vs corazón.

Bueno, a lo que iba.

Filosofar/Sentencias/Humor. “La respuesta sencilla es que su mayor ganancia (alegórica) radica precisamente en escribir pues, toda vez que ha venido haciéndolo desde que era un adolescente, no sabría qué otra cosa hacer si no escribiera. Aunque esa es solo la respuesta sencilla, porque hay otras que le exigirían exprimirse el cerebro, y es justo lo que no quiere, ya que pensar en exceso le infla el nódulo de la irresolución. Además, a estas alturas del juego pensar en el futuro le parece tan peregrino como embotellar bostezos. Dada la coyuntura, ha resuelto admitir que el presente es eterno, no porque lo sea verdaderamente, sino porque ningún otro tiempo se muestra al alcance de la mano” (pág. 35). Las cursivas son mías.

Sentencia/Humor. “A través de su propia experiencia había arribado a la conclusión de que no era posible escribir para comer por la misma razón que no es posible cerrar la boca antes de abrirla”. (pág. 51).

Sentencia/Filosofía. “Todas las obras de Dios pertenecen al género de ficción, ninguna es tan simplona como para estar basada en hechos reales”. (pág. 86).

Filosofar. “No es difícil lograr, desde una cierta distancia, que parezca fácil lo difícil”. (pág. 40).

Humor. “Una vez congelado el contenido de aquellas vasijas, el postulante a escupidor de bestsellers salía pregonando por el vecindario sus durofríos a peso, pero sin dejar de pensar en el próximo capítulo”. (pág. 43).

Sentencia/Humor. “Nunca le gustaron los héroes. Le parecían patéticos. Consideraba que nadie escoge ser héroe, que la heroicidad es un subproducto (como las morcillas), elaborado a partir de circunstancias, pasiones, miserias u otros elementos móviles”. (pag.43).

Filosofía. “Aunque hablando en plata, la verdad es que todos vivimos detrás de un disfraz, en todos los momentos y circunstancias”. (Pág. 66).

Filosofía. “Lo visible es siempre una diminuta porción de lo invisible”. (pág. 96)

Mujer con rosa en el pubis tiene como uno de sus centros a la ya mítica fotógrafa y “revolucionaria” italiana Tina Modotti. Uno de sus centros, digo, porque el otro, quizá el eje fundamental de la narración, le corresponde al coronel Lorenzo Durán López —coronel nada más y nada menos que del Ministerio del Interior de la Cuba socialista— , obsesionado a tal punto con la belleza de la italiana, que llega a “sustituirla” con otras mujeres —y aun con María, que no es una mujer propiamente— que se cruzan en su camino, o tal vez sería mejor decir en cuyos caminos él se cruza.

El escamoteo de JHF con las propuestas antes dichas, hace que la novela vaya levantando el interés del lector en la medida en que por una y otra vía aparecen nuevas revelaciones sobre las alucinaciones del coronel, dictadas por un narrador muy fuerte, pero que no llega a ser el protagonista por las razones citadas.

Dos objetos llegan a tomar rango de personajes en esta obra: uno, el hueco por donde recibimos tantas maravillas, tristezas, hallazgos, calenturas; y el otro una pistola Luger, llamada La Rubia.

En esta novela —compuesta por capítulos breves—, JHF hace gala de su poderosa capacidad para la descripción; su singular manera de lograr la tensión y la intensidad —que no son lo mismo—; y ese fabular donde exposición y lenguaje resultan de suma sencillez, si bien nos lleguen por la vía de un erudito.

Hay varios contrapunteos en Mujer con rosa en el pubis, el más resaltable en mi opinión: coronel Durán López —revolucionario Julio Antonio Mella —escritor José Lezama Lima.

Filosofar. “Si es verdad que la fuerza y la grandeza del hombre pueden ser sopesadas por la magnitud de su caída, entonces, la grandeza de la mujer tal vez se deba medir por su capacidad para levantarse luego de haber caído”. (pág. 19).

Humor./Ingenio. “Un romance de ocasión que apenas duró cuatro meses, habiendo surcado por el alma de ella con menos calado que un kayak monoplaza”. (pág. 21).

Sentencia. “Todos esos energúmenos y acomplejados que (al menos para mi gusto) son los coleccionistas de armas”. (pág. 27).

Humor/sentencia. “Instinto sobre dos piernas, desde la suela hasta el pelo, un instinto anómalo y perverso”. (pág. 35).

Filosofar. “A veces uno necesita saber que existe”. (pag.55).

Humor. “Me vuelve a temblar todo por dentro, desde los cordales hasta el cálculo de la vesícula”. (p. 61).

Filosofar. “Por más que tampoco me siento especialmente inclinado a explicar los motivos de mis dudas, en el supuesto caso de que tuviera motivos y de que fuese capaz de explicarlos. Quizás los tuve y al final terminaron escurriéndose a través del hueco del olvido, el cual, como todo el mundo sabe, no es sino un subterfugio de la memoria”. (pág. 73).

Filosofar. “¿Se puede hacer el mal y luego seguir siendo la misma persona que éramos antes de hacerlo?” (pág. 85).

Me he limitado a exponer solo varios ejemplos de las tres condiciones aludidas, mas  se pueden hallar otras de indudable valer en los libros de José Hugo Fernández.


 

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(El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros. En su país natal recibió el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Nacional de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que ya había recibido, en 1983, por su libro de cuentos En el nombre del hijo. En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio y el premio Pluma de Oro de Publicaciones Entre Líneas. Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba. Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros. En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable. Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son. Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.