A pesar de que los reportes del régimen cubano no son confiables, sobre todo en materia de salud pública -el castrismo suele alardear mediáticamente de sus logros en este apartado a manera de justificación política-, y los resultados negativos en este sentido suelen minimizarse u ocultarse en Cuba, desde allí se reportaron esta semana, oficialmente, «405 nuevos casos de COVID-19 para un acumulado de 17 501 confirmados desde marzo de 2020».
Así lo estableció un informe del doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap), aparecido en Cubadebate.
Por otro lado, según The Miami Herald, «La Habana volvió a cerrarse el jueves pasado, cuando Cuba experimenta su peor brote de coronavirus desde que comenzó la pandemia, un repunte que las autoridades atribuyen a la llegada de viajeros internacionales».
«La decisión se tomó después de casi una semana de cifras récord de nuevas infecciones diarias, con más de 1,500 reportadas desde el lunes, así como siete muertes», explicó el reporte de Nora Gámez.
«Las escuelas cerraron sus puertas y a las 7 p.m. y se ordenó el toque de queda como parte del nuevo esfuerzo para detener el contagio. El Aeropuerto Internacional José Martí permanecerá abierto, pero el acceso por carretera a la capital está restringido», según el diario Tribuna de La Habana.
Dado que el aumento de contagios es atribuido por el oficialismo «a la llegada de viajeros internacionales», y que el turismo es uno de los principales motores financieros de la depauperada economía cubana, el castrismo tiene un difícil reto ante sí.
«Cuba estaría en capacidad de inmunizar a la población cubana contra el virus SARS-CoV-2 en el primer semestre de 2021», había declarado Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas, a fines de diciembre pasado. Pero, ya avanzado enero, no se vislumbra una luz al final del túnel.
Soberana 02, la supuesta vacuna cubana, «debería comenzar su fase III (medir eficacia y protección en miles de personas expuestas al virus), sin haber concluido la actual II (que comprueba seguridad, reactogenicidad e inmunogenicidad en cientos de personas)», señaló el diario Deutsche Welle.
«Será necesaria también la aprobación de su uso de emergencia para grupos priorizados sin concluir la fase III (…) para luego de que se consiga alcanzar los 1,000 voluntarios vacunados que se proyectaron» para este mes de enero, apuntó el mismo periódico.
Otro problema, advirtió Vérez Bencomo, es el de conseguir «los insumos necesarios para vacunar: agujas, jeringuillas, etc., cuya demanda y precios se han disparado también en el mercado mundial».