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Verónica Vega, la escritora frente al decreto

El Decreto 349, publicado el pasado 10 de julio en la Gaceta Oficial de Cuba y actualmente en proceso de ajuste por el funcionariado cultural castrista, sirve a las fuerzas represivas en el poder para controlar las presentaciones de los artistas independientes y deja numerosos resquicios para colar la censura institucional. Incluso apunta hacia la literatura, llegando a prohibir la venta de libros de personas “naturales y jurídicas” que contengan “textos lesivos a los valores éticos y culturales”. A propósito de esta nueva vuelta de tuerca contra la cultura independiente en Cuba, entrevistamos a la escritora Verónica Vega:

Cuéntanos sobre tus inicios en la creación independiente. ¿Qué te impulsó a crear y cuáles fueron tus primeras obras?

Desde niña me atraían casi todas las formas del arte. Era una ávida lectora y escribía narraciones. Nunca pude matricular en una escuela de arte. Exploré la pintura de modo autodidacta, probé con el teatro y recibí clases de danza en cursos para adultos. Mi vida transcurrió siempre al margen de las instituciones. Los espacios alternativos fueron mi único refugio.

¿Cómo definirías tu obra en general y cuál es su principal característica y objetivo?

Creo que todos mis tanteos en el arte han sido y son una auto indagación: del hecho milagroso de existir y la expansión de mi conciencia en los límites dictados por un cuerpo, un entorno social disfuncional que llega a resultar desgarrador, y el ansia y búsqueda constante de una conciliación, una liberación, un infinito.

¿Cuál es tu opinión sobre el decreto 349 y que le dirías a sus defensores?

El decreto 349 es la confirmación de que jamás ha habido en Cuba libertad de creación ni de expresión artísticas y mucho menos libertad de gestión económica. A sus defensores les diría que su aplicación significaría la muerte del arte cubano y de todo pensamiento autónomo. Cuba se convertiría en una sociedad verdaderamente distópica, una isla de zombis, de seres que pretenderán reprimir sus humanidad hasta la asfixia, una isla de pesadilla.

El ilusionalista, padre e hijo del espejismo cubano

 

1959, el ser diverso y la isla imaginada, monumental ensayo de Manuel Gayol Mecías, es, primero, un acercamiento espiritual y antropológico a lo cubano, o a los cubanos, y luego una disección crítica del retorcimiento imaginativo que terminó institucionalizando al castrismo en Cuba. El cubano se imaginó superior y Fidel Castro, cual moderno Jesucristo, apareció como El Salvador que llevaría a la práctica ese imaginario de superioridad, echando a un lado a los «mediocres» que, como Fulgencio Batista –«casualmente» un mulato por cuyo aro los «blancos» se resistían a entrar–, ensuciaban desde las altas esferas la supuesta brillantez de «lo nacional».

 

En este sentido, entre las revelaciones que nos regala este volumen sobresale, al menos para mí, esta del retorcimiento imaginativo, suerte de fake news o hecho alternativo sociocultural que finalmente encumbra al castrismo hasta terminar, décadas después, estrellando a la población contra la realidad de la miseria expandida y la opresión más impresentable. El hombre ilusionalista, como le he llamado inspirado en este libro –unión de las palabras iluso y nacionalista–, es el hombre castrista, tribal, arrogante, y luego el hombre nuevo: El comemierda que se cree cosas.

Así, el ilusionalista constituye una consecuencia, pero también una causa, del espejismo que Manuel Gayol disecciona minuciosamente en su libro. Una proyección de la isla imaginada desde las nubes de Valencia. Desde la bobería de la superioridad.

Creo que la tragicomedia de Cuba pasa porque los «cubanos», primero, se creyeron superiores, y luego, consecuentemente, despreciaron su origen posnacional, diverso, incluso festivo. Imaginaron que eran lo que no eran y se hundieron en la solemnidad del afán de trascendencia, lo cual los elevó hasta dejarlos caer desde sus nubes de Valencia, estrellándolos contra el polvo de un suelo anegado en sangre. De ahí que ahora la supuesta trascendencia, convertida en prepotencia, lleve a algunos testaferros del castrismo a creerse muy seriamente una suerte de dioses del Olimpo tercermundista que pueden determinar por decreto 349 quiénes en Cuba son artistas y quiénes no, quiénes escritores y quiénes no, quiénes pueden actuar, exponer, comercializar su obra, y quiénes no, etc., etc., etc. 1959, el ser diverso y la isla imaginada es un libro clave para entender la soberbia detrás de este decreto y otras estrambóticas interioridades de un régimen o de un pueblo –como se prefiera llamarle– que, como el cubano, nunca llegó a convertirse en nación.

Aquí cierro citando al autor:

«Uno de los aspectos esenciales del cubano fue la imaginación, que centraba su diversidad; y era una imaginación en ángulo abierto, una imaginación de lo material y de lo espiritual y fantástico. Y puedo decir más: era una imaginación de umbrales, que se movía entre lo físico y lo imaginario, iba de uno a otro y viceversa… Solo que el cubano a partir de 1959 dejó de percibir la realidad corpórea, la abrupta realidad que siempre le rodeó, permitiendo que su imaginación volara sin ningún asidero con el mundo físico, con su entorno. Por eso, la verdadera imaginación del cubano todavía espera».

Palabras de presentación del libro durante el X Festival Vista de Miami

Los secretos de Ma Rufina

 

La publicación del libro Ma Rufina te está llamando, del Maestro de Luz Rigoberto Hernández, constituye sin dudas un acierto de Neo Club Ediciones. No sólo por su muy especial interés para los creyentes y estudiosos de las religiones de origen afro asentadas en América. También para quienes asumimos algún tipo de identificación o deuda, sea intelectual o emocional, con las tradiciones de la cultura popular cubana tan ninguneadas y mal interpretadas durante demasiado tiempo.

Más de cuarenta años de tenaz y fervoroso trabajo, por parte de su autor, certifican el contenido de este libro, presentado en el X Festival Vista de Miami. Se trata –para enfocarlo desde su propia óptica–, de las revelaciones que ha recibido Hernández en torno a la Regla de Ma Rufina, así como de las herramientas y autoridad que esta santa le concediera para representarla entre sus fieles.

El Cordón Espiritual Rufinista es resultado de la influencia del Vudú y de algunas otras variantes del espiritismo que han pervivido durante muchos años en Cuba (particularmente en su región oriental), gracias a la tradición oral. No en balde, la mayoría de los detalles que describe el libro permanecieron en secreto hasta su publicación.

Hablamos, en esencia, de una manifestación religiosa vinculada con labores de sanación y de terapia física y psicológica, la cual forma parte del amplio espectro cultural que introdujeron en América los esclavos africanos, fundamento de nuestro rico proceso de transculturación.

Es, por tanto, otro de los legados que debemos a la oralidad, inagotable surtidor de nuestra cultura.

Es bien sabido que el devenir de las expresiones religiosas afrocubanas está marcado por una penosa estela de marginación y menosprecio, desde la época colonial hasta hoy mismo, pasando por un largo período en el que incluso se intentó extirpar de nuestro país todo tipo de creencia que no fuese la fe en un futuro sin futuro impuesta por el poder político. Puede parecer paradójico, pero en medio de aquel ciclón ateísta, impuesto por Fidel Castro, el carácter de eternos marginados que habían sufrido los cultos afrocubanos a través de toda su historia, actuó como el principal soporte para su resistencia.

Mucho tuvo que ver en ello la tradición oral. Cuando fueron cerradas las iglesias católicas y de otros credos, o cuando la gente dejó de asistir a sus ceremonias, atenazadas por el miedo, la oralidad tradicional de la santería afrocubana continuó imperturbable su tarea. Sin templos, ni instituciones oficiales, ni reconocimiento legal, ni catecismos impresos; en fin, sin nada más que sus posibilidades de ser transmitida de boca a oreja, entre parientes, amigos y conciudadanos. Es la manera en que no solo logró sobrevivir, sino que, además, fortalecería su arraigo popular, aumentando la cifra de sus creyentes.

Y es justo así como ahora llegan hasta nosotros, mediante este libro, los secretos de la Regla de la santa Ma Rufina, que han resistido todos los avatares en tanto patrimonio cultural vivo y con una especial fuerza reanimadora en las áreas rurales del oriente de Cuba.

Como valor añadido, habría que distinguir la forma amena en que está escrito el libro. Con la desenvoltura que caracteriza a los comunicadores innatos, Rigoberto Hernández nos cuenta sus experiencias y aprendizajes en un estilo que se ubica entre la memoria biográfica y la novela. Nadie debe esperar entonces que a través de “Ma Rufina te está llamando” le disparen un sermón doctrinario. Igual que los creyentes hallarán en sus páginas una preciada guía, cualquier otro tipo de lector puede hallar conocimiento y recreo.

Un río del arte libre y sin censura

Desde el campo híbrido de la literatura, las artes escénicas, las artes visuales y la música, se desarrolló el sábado 15 de diciembre el X Festival Vista de Miami. Aunque en este se expone gran parte de lo mejor de la literatura contemporánea, de escritores cubanos independientes, no dejó de ser un espacio donde Calíope, Erato, Euterpe y el resto de las musas también bajaran para inspirar a cada uno de los participantes y dejarnos con ese sabor agradable de haber respondido a la invitación.

Idea esencial y recurrente en más de un panel fue el «descubrimiento» de que, a pesar de la censura de casi 60 años y el intento de matar la espiritualidad arraigada en el cubano transformándola en materialismo salvaje, el pueblo siguió, muchas veces desde el silencio, manteniendo una relación con las deidades.

Las presentaciones de Jacques Maritain y el humanismo cristiano para Cuba, de Jorge Núñez, y Ma Rufina te está llamando, de Rigoberto Hernández, fueron muestras evidentes de la actualidad del pensamiento martiano y un llamado a recuperar tanto dentro como fuera de la isla aquel sentido de lo superior del que el Maestro dijo: «Un pueblo irreligioso muere porque no hay nada en él que alimente la virtud».

No faltó la poesía en las voces de Estela Garpe y Alexis Rosendo Fernández, este último con un llamado recurrente y necesario a escuchar esa voz interior.

Una excelente muestra de maestría actoral fue la de Erwin Dorado, impresionante para mí y sumamente auténtica y cubana.

Y aunque lamenté no tener disponible el resto de la noche, las redes revelan que todo fue un río del que brotó una vez más el arte libre y sin censura. Un espacio que no nos podemos dar el lujo de perder, de integración de arte y comunidad. Un espacio que las generaciones actuales deberían sentir más suyo y más de todos.

Ivette Fuentes en Art Emporium

De visita en Miami, la filóloga y ensayista cubana Ivette Fuentes presentará este miércoles 19 de diciembre, a las 8:00 p.m., su libro José Lezama Lima y la tradición cosmogónica de la luz (Alexandria Library), celebrando el natalicio del autor de Paradiso (La Habana, 19 de diciembre de 2010).

El evento tendrá lugar en la galería Art Emporium, ubicada en la Pequeña Habana (710 SW 13 Avenue, Miami Fl 33135). Las palabras de presentación estarán a cargo del crítico y escritor Manuel Gayol Mecías.

Fuentes nació en La Habana en 1953. Es Doctora en Ciencias Filológicas (Universidad de La Habana) y Licenciada en Lengua y Literatura Hispánánicas. Tiene un Diploma de Estudios Avanzados y Grado por la Universidad de Salamanca. Ha publicado una decena de libros, entre ellos José Lezama Lima, hacia una mística poética y La cultura y la poesía como nuevos paradigmas filosóficos. Ha sido directora de la revista Vivarium (Arzobispado de La Habana) y presidenta del Centro de Estudios de la Arquidiócesis de La Habana. Reside en Cuba.

X Festival Vista en Miami

El Festival de Arte y Literatura VISTA celebrará el próximo sábado 15 de diciembre de 2018 su décima edición de Miami, convocada por el Instituto La Rosa Blanca y Vista Larga Foundation Corp., y patrocinada por El Dorado Furniture y la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba.

En esta ocasión, el festival está especialmente dedicado a la solidaridad con los artistas, escritores e intelectuales cubanos que, dentro y fuera de la Isla, se han organizado para oponerse y resistir de manera pública el represivo Decreto 349.

Durante la jornada, que comenzará a las 2:30 p.m. en la sede del Miami Hispanic Cultural Arts Center (111 SW 5ta Ave, Miami Fl 33130), institución que dirige el maestro Eriberto Jiménez, los asistentes podrán disfrutar presentaciones de libros, música, conversatorios, paneles de debate y el pre-estreno del cortometraje ‘Telenovela cubana’, del director de cine Lilo Vilaplana.

Desde el año 2014, el Festival Vista da a conocer el trabajo de escritores, editores y artistas, fundamentalmente independientes, en interacción con colegas de otras ciudades y regiones. El festival aspira a ofrecer un espacio de continuidad e intercambio a individuos, editoriales y organizaciones cuya labor cultural constituya un aporte comunitario y merezca apoyo y reconocimiento, y hasta ahora se ha celebrado en tres países: Estados Unidos, Colombia y Cuba.

En la mayor de las Antillas, a pesar de la represión vigente, el festival ha efectuado ya varias ediciones al margen de las instituciones estatales, en colaboración con el Club de Escritores y Artistas de Cuba (CEIC) y otros grupos y creadores de la sociedad civil.

X FESTIVAL VISTA de MIAMI

sábado 15 de diciembre de 2018

Miami Hispanic Cultural Arts Center

(111 SW 5th Ave, Miami, FL 33130)

PROGRAMA

2:30 p.m. – Piscolabis

3:00 p.m. – Presentación del libro ‘Jacques Maritain y el humanismo cristiano para Cuba’ (Neo Club Ediciones), de Jorge Adalberto Núñez. Presentado por Uva de Aragón

3:45 p.m. – Panel ‘Poesía desde Miami’. Con la presentación de los poemarios ‘Trayecto a la rosa’ (Alexandria Library), de Estela Garpe, y ‘Flores silvestres’ (Editorial Contemporáneo), de Alexis Rosendo Fernández. Moderado por Erwind Dorado, quien declamará poemas de Emilio Ballagas, con la interpretación del tenor Miguel Cervantes

5:00 p.m. – Presentación del libro ‘Ma Rufina te está llamando’ (Neo Club Ediciones), de Rigoberto Hernández. Presentado por Ana Olema, Andrés Alburquerque, José Hugo Fernández y el propio autor

5:45 p.m. – Lanzamiento de ‘Cuentos Erróticos’ (Palabra Abierta-Neo Club), selección de 29 autores presentada por Ismael Sambra y Manuel Gayol Mecías

6:30 p.m. – Panel ‘Cuba, de la isla imaginada a la 349’. Con la presentación de los libros ‘1959’ y ‘Amor de historia antigua’, de Manuel Gayol Mecías, y las intervenciones de José Hugo Fernández, Luis Leonel León y Armando Añel

7:50 p.m. – Brindis

8:00 p.m. – Lanzamiento del eBook ‘Si la memoria no me falla’ (Ediciones Incubadora), de Ángel Delgado. Presentado por Denis Fortún. Conversación con el artista sobre la creación en cautiverio a propósito del Decreto 349 en Cuba

8:50 p.m. – ‘Rap 349: El arte es libre’, proyección de un video de Paulis Rap Cubano, producido por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba. Paulis es un bicitaxista premiado en el concurso “¿Qué Cuba quería José Martí?”

9:10 p.m. -Presentación del libro ‘Hablar en cubano’ (Editorial Hispana), de Pablo Socorro. Presentado por Félix Anesio

9:50 p.m. – Pre-estreno del cortometraje ‘Telenovela cubana’, de Lilo Vilaplana, y panel ‘Si se quiere se puede: Cómo realizar una obra más allá de los recursos con que se dispone’, presentado por Gilberto Reyes con la interpretación del músico Boris Larramendi y otros invitados especiales. El cineasta será premiado por la revista Carteles

Democracia socialista versus Decreto 349

 

En la Mesa Redonda del pasado viernes señalaba el viceministro Rojas, eterno aspirante a la poltrona ministerial, que pareciera que el objetivo final de la respuesta de los artistas e intelectuales contestatarios no fuera contra del Decreto en sí, sino contra las instituciones culturales del Estado.

Perspicaz el eterno desengañado, porque no le falta razón: Lo que en definitiva buscamos al oponernos al 349 es quitarle al Estado Totalitario Castrista el papel de supremo validador de la obra de arte, y jerarquizador de los creadores, del que se hizo desde 1961, cuando el Líder Máximo pronunció aquellas tan llevadas y traídas palabras que en esencia no significaban más que esto: “Conmigo todo; contra mí, nada”.

La obra de arte no la puede validar el estado. Tampoco el mercado, de acuerdo; pero no obstante sí es el público que la consume quien la valida según procesos que van más allá de los de oferta y demanda, aunque también los incluyen. La obra de arte es validada como parte del Diálogo Humano, del intercambio constante y libre entre individuos, grupos, sociedades o culturas. De hecho una obra humana se convierte en arte no en base a unos principios determinadores universales abstractos, sino porque la comunidad humana le otorga esa categoría, a través de un proceso infinitamente complejo, que siempre estará un paso más allá de nuestra plena comprensión (es tan imposible una estética absoluta como una ciencia de lo racional).

En consecuencia lo que sucede al dejar la validación del arte y la jerarquización de los creadores en manos de un estado como el nuestro es que la creatividad muere, de manera inexorable. Porque el estado, sobre todo un estado totalitario como el castrista, pretende que no exista ninguna socialización fuera de su control, y procura como su ideal intermediar en toda relación entre los individuos que componen la sociedad en cuestión (individuos-estado-individuo). Y al hacerlo, al intermediar, lo hace mediante un reducido número de reglas de interacción que no pueden más que funcionar como lecho de Procusto para esa cosa infinitamente compleja e irreducible a criterios parciales que es la creatividad humana: al intermediar el estado totalitario mata la vida humana, cuya esencia última es precisamente nuestro espíritu creador, sobre todo porque la vida humana es irreducible a un esquema mental cualquiera.

Cuba es una buena muestra de esa inevitable muerte de la creación, en que lo cuantitativo predomina, pero lo realmente imperecedero falta: Como mismo en cien años no podrá hablarse de una arquitectura de la Revolución, porque todo lo construido por ella se habrá caído para entonces, tampoco quedará mucho de lo “creado” por los artistas e intelectuales “revolucionarios”. Resulta significativo que nuestra literatura no haya producido nada digno de recordarse, excepto lo producido por escritores que se habían formado ya en la República; que incluso las teorías generales que justificaban la práctica revolucionaria cubana no fueran creadas aquí, dónde solo estaban autorizados para reflexionar sobre tan altos temas Fidel Castro y Ernesto Guevara, sino en universidades brasileras, chilenas o mexicanas; o que un movimiento espontáneo de las letras villaclareñas, el de los ochentas, haya muerto precisamente cuando el estado, generoso él, pusiera a “disposición” de aquellos díscolos poetas y narradores una editorial como Capiro, diseñada para domesticar lo que había surgido más allá de las instituciones totalitarias culturales, y por lo cual amenazaba al control total de la vida humana a que aspiraba el Supremo Artista en Jefe(por cierto, no en balde en Santa Clara, donde algunos hasta allegaron fortunas en la tribunas abiertas, o casi se convirtieron en casa tenientes con el concurso de las firmas de sus familiares, los escritores y artistas demuestran tanto apoyo al Decreto).

Es cierto que ya antes había leyes que regulaban lo mismo que ahora viene a regular el Decreto 349. Pero el asunto es que ya no estamos en aquellos tiempos, en que el discrecionalismo de Fidel Castro imperaba, y se imponía sin cortapisas su santa voluntad, porque el país se movía de acuerdo a los desequilibrios de sus fluidos vitales.

Resulta que ahora nos han dicho una y otra vez que vamos a convertirnos en un estado de derecho. Que como ya no está la generación histórica, a la única que le cabía el privilegio del poder absoluto, la nueva dirección del país –quienes sería grave herejía pensar pudieran disfrutar de semejante prerrogativa, ellos, que no hicieron la Revolución, solo la encontraron hecha como cualquiera de nosotros- descentralizará el poder político en un paso de avance hacia su verdadera socialización (hacia el verdadero Socialismo). Y en ese nuevo escenario los artistas e intelectuales progresistas no queremos que sea el estado, ni discrecionalmente, ni por ley escrita, quien defina qué es una obra de arte, quién un creador, a quién se le puede sancionar por intrusismo, qué es lo banal…

Porque a pesar de lo que digan, o se digan a sí mismos algunas de esas “glorias” nuestras que se prestaron para servirle de comparsa a Alipio y su pandilla en la Mesa Redonda, es el estado en última instancia, o sus mandantes más bien, quienes en Cuba definen todo eso; lo que no nos importaría mucho si tal definición no estuviera directamente en relación con el control de los medios y los espacios públicos.

Por cierto, lo de que tal definición el estado la hace en cooperación “estrecha” con nuestros más “destacados” y reconocidos (por el estado) creadores es solo hasta un punto, ya que todos sabemos que si Raúl o Díaz-Canel se empeñan en un criterio contrario de poco le valdrán a Digna Guerra, Enrique Pérez Díaz, Alexis Triana… todos sus argumentos, y en un final tendrán que meterse la lengua en salva sea la parte.

Es más, gente como ellos nacen con la lengua precisamente allí. Porque resulta ser que en Cuba hasta la opinión de cualquier tenientico ignorante de la Seguridad del Estado, asignado en la base a “atender” profilácticamente a determinado sector de la cultura, tiene más peso en la jerarquización cultural que la de muchos reconocidos y destacados intelectuales nuestros.

Es cierto camarada Rojas, se lucha esta batalla contra el Decreto 349 como parte de la guerra por una nueva relación entre el estado y sus instituciones culturales de un lado, y los creadores del otro. Buscamos en un final un pacto en el cual el estado no sea quien defina validez o jerarquías, no nos convierta en los “aficionados” que según declara usted somos todos los que no queremos ponernos bajo su imperio. Porque obsérvese, cuando el señor viceministro se dedica a negar que se vaya a obligar a alguien a someterse al control de las instituciones culturales estatales no encuentra un mejor argumento que recordarnos que en Cuba existe un amplio movimiento de aficionados. O sea, si usted no quiere pertenecer, “amigo aficionado”, nada pasa; solo que a los aficionados no les están abiertos los medios o los espacios públicos. A lo que entonces no podrá argumentarse persecución política, porque por favor, hablamos de “aficionados”.

Una lucha entre los que quieren establecer de manera “legal” el discrecionalismo estatal que en tiempos de Fidel Castro no necesitaba de tantos legalismos, ya que el Comandante hacía su santa voluntad en dependencia de cómo tuviera sus niveles de bilis o linfa, y quienes estamos conscientes de que los de arriba ya no pueden continuar gobernando como quienes los precedieron. Entre los que quieren mantener los privilegios, incluso los más pequeños obtenidos mediante el ejercicio de lo más abyecto (pagos, viajes, casas, licencias para regentar establecimientos recreativos… pero sobre todo el privilegio de no ser molestado por los compañeros que “nos atienden”, lo que ya es un gran alivio en medio de esta atmósfera de miedo y desconfianza), y los que deseamos un nuevo pacto social en Cuba.

En definitiva la posibilidad de un nuevo intento histórico de hacer las cosas bien, solo que al modo de los que ahora estamos vivos, no de los muertos, porque Cuba no es China en que aquellos dominan desde sus tumbas a los que aún alientan. En Cuba un pedrusco no puede gobernar.

Una lucha entre el autoritarismo y la democracia; entre el estatismo de “formación asiática” actualizada y el verdadero socialismo.

Eso es lo que hay realmente detrás de la oposición de un amplio sector de nuestros artistas e intelectuales, no esas villanías que los castristas siempre están dispuestos a achacar al otro, por el aquello de que todo ladrón cree a los demás de su misma condición.

La Alianza, otra agrupación musical prohibida en Cuba

«Se prohíbe a la agrupación La Alianza participar en el Festival Internacional de Música Electrónica Eyeife, en la Fábrica de Arte Cubano en La Habana, Cuba», informó el proyecto cultural Di.Verso, este 11 de diciembre, desde la capital de la Isla.

«Es la segunda vez que a estos artistas se le censura un concierto. El anterior fue en La Galería La Marca después de presentar su disco #Brujula y protestar contra el Decreto349», añadió Di.Verso.

«El hecho de que ahora mismo en Cuba estén declarando una guerra cultural», ligado a un decreto que «para mí es un mecanismo de control», demuestra que el de La Alianza «no es un caso aislado», dijo a Radio Martí Osvaldo Navarro, uno de los miembros de esta agrupación de hip-hop.

También el lunes 3 de diciembre las autoridades bloquearon la presentación de una nueva serie de #Por Cuba, que analizaría el Decreto 349 y otros temas relacionados con la represión cultural en la sede del Comité de Ciudadanos por la Integración Racial.

Ese día un operativo policial en la calle tercera entre Entrada y Lindero, en La Habana, impidió que Navarro saliera de su casa para el lanzamiento #PorCuba bajo el encabezado #ENTERATEPADONDEVALAREFORMA. También fue detenido el activista Juan Antonio Madrazo Luna, quien lidera el Comité de Ciudadanos por la Integración Racial.

El Decreto 349, pendiente de aprobación por la oficialidad cubana, aprieta «legalmente» las tuercas de la represión cultural en Cuba, extendiendo el control y la presión del Estado totalitario sobre las presentaciones, proyectos y publicaciones independientes.

‘Irene en La Habana’ o el cine político… con arte

 

El tema político en el cine, como en todas las manifestaciones artísticas, es complejo. Porque la mayoría de los realizadores olvidan que, si no crean con arte, lo que consiguen son panfletos. Por ello, la cinematografía internacional ha logrado no muchas, sino solo algunas valiosas cintas de tema político con arte.

Lo prueban filmes como El gran dictador, El ciudadano Kane, Z, La batalla de Argel, Estado de Sitio, Queimada, 1984, La noche de los lápices y La vida es bella, entre otros, que dieron la pauta en eficientes largometrajes con calidad, desprovistos de lo que llaman en Cuba «teque».

Justamente nuestro país es uno de los que menos puede mostrar buenos ejemplos de ello, solo acaso se salvan Memorias del subdesarrollo, del realizador Tomas Gutiérrez Alea (Titón) [que permanecería en la pantalla de la Cinemateca de New York durante varios años] y Suite Habana, del no menos singular Fernando Pérez. Sobran, sin embargo, los bodrios, como los no pocos filmados sobre la negritud [llamados sotto voce: negrometrajes]: pésimas películas que eran solicitadas por el magnus Rex al frustrado realizador y autosuficiente director del ICAIC Alfredo Guevara, cuyo difícil carácter y su actitud corderil ante su ex compañero de estudios y ¿solo admirado? Fidel, son conocidos.

Por ello, la historia del cine cubano, de 1959 a la fecha, está plagada de mediocres filmes, cuyos realizadores no lograrían escapar de la medianía que los ha rodeado, porque ha imperado «lo político» sobre lo artístico, pues en la Isla han sido muchas las malas cintas exigidas por el tirano, según su pésimo ¿gusto estético? que los creadores debían cumplir, siguiendo sus complacencias o campañas políticas que al autocreído rey de pacotilla se le ocurriera.

Entre los mejores ejemplos

Con una larga experiencia detrás de las cámaras —que comenzó en Cuba, luego en Colombia y México, hasta radicarse en Miami—, el multicreador cubano Lilo Vilaplana comenzó a rodar importantes cortometrajes de indudable calidad, como La muerte del gato, La casa vacía y, ahora, Irene en La Habana, ya que —en la que ya debería dejar de nombrarse La Capital del Sol para devenir La Capital de la Cultura Latina— en realidad, según creo, se habían filmado pocas cintas de tema político y con calidad, como la notable Azúcar amarga, de León Ichaso, que pude disfrutar en Cuba gracias a un amigo que me la pasó a hurtadillas en una memoria flash.

Filmada con su profesional equipo —que asimismo lo ha acompañado en la realización de la gustada (y necesaria) serie de docudramas Leyendas del Exilio—, Lilo presentó la première de Irene en La Habana el pasado 27 de noviembre [fecha en que se conmemora el lamentable y canallesco fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, por lo que resultó un símbolo] en el teatro Manuel Artime, si bien solo la pude visionar el pasado jueves 6 de diciembre, en su estreno por América TV, en el espacio del valioso programa «El Espejo».

Un meritorio elenco, a cargo de los experimentados intérpretes cubanos Teresa María Rojas [también destacada profesora de actuación], Carlos Cruz [recordado, entre otros filmes, por La Bella del Alhambra, Premio Goya en España para su realizador Enrique Pineda Barnet], Ariel Teixidó [muy acertado su desempeño], Sandra Pérez [deliciosa su «vecina» cubana], Luis Felipe Bagós [oportuno su taxista], la puertorriqueña Alba Raquel Barros [breve, pero decisiva] y, en el protagónico, la periodista y presentadora española Irene Díaz [quien aquí debuta en la actuación con hidalguía].

Por estos y otros méritos, la cinta resulta relevante. Vale el ajustado guion del también periodista, escritor y aquí igualmente editor Juan Manuel Cao, gracias al que el filme brilla justamente por evitar a toda costa el panfleto y valerse de la poesía, con la justa alusión al recordado poeta decimonónico cubano Juan Clemente Zenea [fusilado en La Cabaña por soldados españoles en el siglo xix, donde el joven revolucionario interpretado por Texidó, fuera también fusilado en, en 1971, por el castrismo, acaso como otra vuelta de tuerca histórica].

El revolucionario no solo lee versos de Juan Clemente Zenea, sino que, además, el concepto poético/histórico de guion y filme le aúna, asimismo, dimensión poético/histórica a ambos, otorgada por esa materia inmarcesible, pero esencial en el arte: la poeisis [creación, para los griegos; iluminación, para Martin Heidegger] que, a un tiempo, le ofrece relevancia artística al tema político del filme, rasgo y rango necesarios y que deben ir unidos, pues no pocas veces son olvidados por los guionistas y realizadores, tal yo apuntaba al inicio de este comentario.

Con estos breves apuntes sobre Irene en La Habana, va mi valoración en torno al nuevo cortometraje, con el que Juan Manuel Cao y Lilo Vilaplana se anotan otro tanto en un quehacer que dignifica la promisoria cinematografía de Miami a fines de este 2018… ¿quizás como un preámbulo de lo que urden ambos creadores para el ya inminente 2019?

Cuban Basel en Miami

El evento “Cuban Basel” presenta a 21 artistas cubanos de diferentes generaciones que tienen algo en común: Miami. Algunos de ellos han producido toda una obra desde esta ciudad, otros han tenido contactos con la misma y otros han establecido relaciones profesionales con artistas locales.

Día: Sábado 8 de diciembre

Horario: 7:00 – 10:00 p.m.

Lugar: Sala Furniture

1672 SW 8th St, Miami 33135

Según los organizadores, la muestra no es temática, ni el eje curatorial establece una hipótesis a priori sino que resulta una especie de exploración, un experimento social que se sustenta en el simple hecho del crear desde “aquí”. Y el “aquí” puede ser, a su vez, cualquier lugar. La exhibición pretende visibilizar prácticas que desafían el estatus quo de lo que se puede disfrutar, comúnmente, en Art Basel. Arte de calidad, sólido, con poéticas maduras y provocadoras, es lo que persigue exponer este evento presentado por Umbrella Art Foundation. Pinturas, fotografías, instalaciones, esculturas, video arte, y más.

Con los artistas:

Aviva Aleph

Nadal Antelmo

Cesar Beltrán (Ramos collection)

Kevin Beovides

Consuelo Castañeda (GoltazarArtGallery)

Reynier Ferrer

Harold Ferrer

Filio Gálvez

Enfori Garcia

Rafael López Ramos

Danilo Maldonado “El Sexto”

Ana Olema

Ernesto Oroza

Luis Manuel Otero Alcántara

María Pacheco

Natasha Perdomo

Annelys PM Casanova

Alejandro Taquechel

Luis Trápaga

Lia Villares

Ramón William

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