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Corrupción, alcoholismo e imperialismo: El caso ruso

Un soldado ruso bebe alcohol envenenado por civiles ucranianos

Según el filósofo ruso Iván Ilín, Rusia ha estado en guerra durante dos tercios de su existencia, entre los siglos XIV y XX.

El general Alexéi Kuropatkin escribió al zar Nicolás II en 1900: “En los últimos 200 años, Rusia ha estado en guerra durante 128 años y ha tenido 72 años de paz».

En ese tiempo, solo cinco de las guerras libradas por Rusia fueron de carácter defensivo, mientras 123 resultaron invasivas o imperiales.

También puede decirse que el militarismo ruso responde a una cultura de la derrota. Sus pérdidas frente a otras potencias superan con mucho a sus triunfos.

Al menos dos factores parecen explicar el elevado porciento de fracasos a lo largo de la historia militar rusa: la corrupción administrativa, un cáncer para sus ejércitos, y el alcoholismo generalizado tanto en la oficialidad como en la tropa.

Según el Institute for the Study of War, el alcohol no deja de correr entre las tropas desplazadas en Ucrania este año, «que se desesperan ante la falta de medios y la contundencia de las defensas enemigas. A menudo, desobedecen órdenes e incluso disparan a sus propios vehículos para no tener que participar en la batalla» (Guillermo Ortiz).

La Dirección de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania ha informado que los militares rusos roban repuestos de sus propios vehículos blindados para luego cambiarlos por alcohol.

En cualquier caso, la serie de derrotas sufridas por Putin en Ucrania, durante este 2022, no debiera sorprender a nadie. En términos históricos, se trata de más de lo mismo.


La ausencia de obstáculos en presencia de leyes

El día que aceptemos que el sacrificio por los demás declina a pocos pasos de nuestra genética y afectos, vamos a estar más alertas contra quienes pregonan lo contrario. Muy probablemente desaparezcan los falsos líderes, los populismos y la eterna espera de muchos. Thomas Sowell lo tiene claro, los líderes son buenos para ellos mismos.

Por largo tiempo la demagogia ha vivido de la pobreza mundial. Por debajo de dos dólares al día había multitudes. Después de la revolución industrial el gráfico empezó a cambiar y en las últimas décadas los “líderes” han tenido que transformar el discurso. El tercer mundo se ha reducido y la franja del fondo es ahora solo un 8% de la civilización. Sin embargo, recién ocurrió un retroceso. Donde las instituciones son personas confabuladas, unos extrayendo a otros, hay pocos resultados ante los impactos. Con la pandemia, a diferencia de algunas sociedades en Occidente, el resto del mundo paró antes y paró por más tiempo. Para el grupo de abajo, la brecha se amplió de nuevo.

En atropello, Ivan el terrible 2.0 invade Ucrania, como si los recursos naturales fueran directamente riquezas. En África, las elites, AKM en mano, se reparten las donaciones. China “avanza” pero los chinos no. Y en América Latina los políticos son de los pocos con éxito, no en balde la emigración es masiva. ¿Por qué sucede esto? ¿Es caída libre o es reversible?

Se ha debatido mucho qué hizo despegar al norte de Europa. El académico Samuel Huntington llegó a decir que fue un accidente. Jared Diamond intentó la tesis de la dotación natural. Es cierto que antes de la agricultura una amplia zona del planeta tenía más nutrientes por unidad de tierra que el resto. Esta área incluye a Europa occidental. Es un listón norte que va desde China hasta Gibraltar, y que además fue prolifero en domesticar animales. Pero a esta tesis se opone el hecho de que sociedades como Australia al sur, el Chile de los 1990’, o la tropical Singapur, no están en esa suite y son exitosas. Mientras que Turquía, siendo del Creciente Fértil, no es puntera hoy. Su libro es excelente pero su teoría ha sido descartada.

Es consenso que no fue un accidente, sino una coalición de factores que dispersaron el poder. Donde esto se originó, tardó siglos en desarrollarse y varias arrancadas en falso. Pero también fue posible rápido y en otras latitudes. En 1868 pasó en Japón, hace unas décadas en Surcorea, e incluso en Botswana, África. Allí una buena cabeza declaró libre entrada, devolvió la ley y le hizo una jaula al Estado. Es decir, dejó crecer la sociedad y creció él con ella.

Pero regresamos al patio que nos queda más cerca. Por ejemplo, la diferencia entre el Occidente desarrollado y América Latina no es un asunto de inteligencia mal repartida, ni de dotación de minerales, sino de reglas del juego, las instituciones. Un armazón que evolucionó distinto en una región y otra. ¿Qué pasó en el norte? ¿Qué es realmente la riqueza? ¿Qué hicieron para crearla?

Un primer elemento. Sabemos que las buenas instituciones salieron de los buenos hábitos y estos son la tradición de lo que funciona, pero aquí existen diferencias. Solo hay dos maneras de procurar sustento. Por medio del trabajo, o por medio de la fuerza o apoyo a quien la posee. El problema ha sido cuando una parte de la comunidad escoge la segunda opción, o sea, unirse al grupo que ya concentra los recursos, a cambio de retribución. Como punta de lanza del caudillo o dependiente de él.

Si hacemos tabla rasa, desde el siglo V (dc) para acá solo hay una región donde los individuos podían seguir a guerreros e ir a la guerra, pero rechazaban la idea de la dependencia y el exceso de empoderamiento a los jefes. Esta tradición era generalizada en las tribus que poblaron el norte de Europa, incluyendo la Gran Bretaña. El cacique estaba limitado y las mujeres tenían derechos. Algo acumulaban. Les daba más resultados ser libres que súbditos. Claro que esto no fue único de allí, pero sí imprescindible para lo que ocurrió después. En la actualidad sabemos que cuando el PIB per cápita pasa de 6,000 USD al año, la sociedad no regresa al despotismo.

Un segundo aspecto, el picotillo europeo y los contratos. La historia está repleta de respuestas a ¿cuándo?, ¿quién?, ¿dónde?, pero la clave es encontrar los por qué de ciertos momentos pivote. La democracia ateniense fue extraordinaria, pero la tecnología de guerra de los vecinos la superó. En Roma se levantó una república aceptable, sin embargo, el imperio concentró el poder y su economía extractiva los liquidó. Luego Carlomagno intenta una segunda Roma que se queda corta. Aquí viene un cambio de molde.

A diferencia de los extensos despotismos en Asia, a partir del siglo IX, Europa occidental nunca más se unió, quedó fraccionada. ¿Y qué implicó esto? Esta fragmentación empujó la competencia entre los feudos y con el tiempo surgieron incluso ciudades sin reyes, como Florencia. Si una buena idea no gustaba al rey, podías irte al reino de al lado. Nótese que China llega antes a la pólvora, la brújula y la imprenta, pero el emperador le dio carro y casa al “Da Vinci” y redujeron el proyecto a la corte. En cambio, fue en Europa donde se hacía difícil expropiar a los genios, la innovación encontró paga y los inventos crecieron en el mercado. Gutenberg hizo fortuna vendiendo Biblias en la feria de Frankfurt de 1455.

Esta segmentación empujo a los Señores a aceptar condiciones. Una relación contractual de obligaciones recíprocas. O sea, protección a cambio de productos de la tierra. Era de un solo lado, pero fue la primera vez que convivían opuestos en la misma comarca. Los reyes tuvieron que levantar los reinos encima de un enrejado de reglas y jueces locales. Francis Fukuyama concluye que, en Occidente, y particularmente en Inglaterra, el Estado llegó más tarde que la ley. Este fenómeno fue único allí.

Un tercer elemento, desunión y respaldo a la ley. Las autocracias sólidas del Este, entiéndase los monarcas otomanos, rusos, o chinos, o sus versiones previas, nunca dejaron que una religión les disputara el mando. La Iglesia Católica lo pudo hacer en Occidente. Una segunda autoridad impedía la unión que siempre pregonan las dictaduras. Ese forcejeo entre los reyes y el clero dio espacio a otros jugadores, como cuando Enrique VIII vendió las tierras del Papa a los campesinos. En Inglaterra, tan temprano como en 1215, los nobles forzaron la Carta Magna, acorralaron al Rey y se creó el Parlamento. A dos mil años de Atenas, regresaba el primer poder enfrentado al monarca. La corona no podía declarar la guerra ni subir los impuestos a capricho.

Fue también en Inglaterra donde la ley evolucionó de abajo hacia arriba. Los historiadores trazan su origen en costumbres que habían sobrevivido desde la antigüedad. Todos los cuerpos de leyes conocidos, el código de Hammurabi, el Legalismo Chino, la Lex Romana, o el Corpus Juris Civilis de Justiniano, respondían al poder, o sea, al revés, de arriba hacia abajo. En cambio, La Common Law o ley de los Comunes, en la Gran Bretaña, surge entre los campesinos. Se entendía que un individuo podía hacer todo lo que desease mientras no entrara en conflicto con otro -la libertad de uno llega hasta donde empieza la libertad del otro. Cada caso generaba un veredicto y la ley fue conformándose poco a poco con los precedentes. Es evidente que gozaba de respaldo. Con el tiempo surgió un gobierno de leyes, no de nombres.

Otro momento. La Reforma y la aptitud ante el trabajo. El hecho es bien conocido. En 1517 el Papa se quedó sin plata e inventó las indulgencias, entonces Lutero revolvió Europa. Se produjo un sismo en la iglesia. Como relata Max Weber, la ética protestante, que invadió el norte, elevó la visión que se tenía del trabajo, dignificando hasta los oficios más mundanos. El trabajo duro pasó a ser una virtud, así como el ahorro y la disciplina. El dinero dejó de ser pecaminoso. La condena a la acumulación, al lucro, tan frecuentes en las actas de la inquisición española y en la herencia hispana que cruzó luego el Atlántico, desapareció de la cultura anglosajona.

Otros valores originarios en Occidente son: La primacía del individuo, la tradición de disentir, la igualdad -no material- ante la ley y el concepto de ciudadanía. El historiador Victor Davis Hansen hace un recorrido y destaca que esta región ganaba las guerras porque sus ejércitos eran conformados por hombres libres. No en balde Atenas ganó en Maratón, Martel rechazó a los moros y Mehmed II nunca pudo tomar Viena.

En cambio, aunque el caso de Chile es discutible, Latinoamérica, con abundancia en recursos naturales, no ha dado el salto. Estos pueblos heredan de España un andamiaje piramidal que, a pesar de las 10 mil toneladas de oro y plata traídas del nuevo mundo, se decretó en bancarrota nueve veces en el primer siglo de la conquista. Las Cortes de Castilla nunca pudieron contener a los reyes y la idea de que la empresa libre aporta más que sujeta a un poder central, no les era grata.  Al final, no hubo autonomía, los encomenderos eran súbditos de la corona. Nótese que en el norte se autorizaron empresas charters y los colonos podían trabajar para ellos mismos.

Esta cultura de la desconfianza formó elites en torno al poder. Las independencias fueron en realidad golpes de Estado, y estos aún son frecuentes. A pesar de que muchos países adoptaron la constitución norteamericana como borrador, el arreglo con la ley duraba poco. Juan Bautista Alberdi, en Argentina, fue una de las excepciones. Y los historiadores parecen coincidir en que, separando a San Martin, los caudillos solo buscaban cargos y premio inmediato. El propio Alberdi llegó a decir que «la gloria militar es la gran plaga de nuestras repúblicas».

Estos grupos de poder han mantenido, desde entonces, lo que el economista Daron Acemoğlu llama instituciones extractivas. Para el desconocido es costoso y demorado crear una empresa; si se le ocurre una idea, le cambian las reglas, y si sigue las reglas, le cambian los jueces. El también economista Douglas North explica que las elites, las cuales incluyen políticos y magistrados, fuerzan normas que les privilegian, mientras cierran la entrada a las empresas pequeñas o infantas. De este modo controlan las rentas -flujos fijos- al repartirse las mejores tajadas del mercado. Al mayorear lo que se vende y los trabajos que se ofrecen, imponen precios altos y salarios bajos. No hay otra, el coste de vida supera al ingreso. Son dos jugadores, elites vs pueblo. Predomina lo que se conoce como Suma Cero, sólo es posible mejorar si el otro empeora.

En las sociedades prósperas, de acceso abierto, coexisten múltiples jugadores en todos los ámbitos, y esa convivencia entre opuestos da más espacio a que cada individuo pueda velar por sus intereses. Por otra parte, es difícil que la legislatura bloquee los nuevos; en Estados Unidos, la pequeña empresa es la mayor fuente de empleo.

Autores de la región como García Hamilton, Carlos Rangel y Carlos Alberto Montaner, o más recientes como Javier Miley y Axel Kaiser, resumen los problemas en lo siguiente: rechazo a los oficios, tendencia a la idolatría, dependencia de un “buen” líder, desconfianza mutua en los acuerdos (exceso de firmas y cuños en los documentos), de las leyes, de los gobiernos que segregan, frecuentes cambios de la constitución. Es tradición la crítica al lucro, a la riqueza, mientras en Occidente la riqueza es motivo de admiración. Mucho de lo cual trae expectativas de arbitrariedades, lo cual espanta las inversiones, estanca el crecimiento y ello limita el salario de los agentes públicos, que acuden a sobornos.

Algunos coinciden en que, si bien el norte siguió las ideas de John Locke -el poder dividido, la libertad por encima de la seguridad-, América Latina es un espejo de las justificaciones de Rousseau y del fracaso de la revolución francesa. El salvaje es bueno, pero la civilización lo corrompió, el Estado debe garantizar la felicidad, no importa que las personas sean diferentes por naturaleza, debe lograrse la igualdad material. Seguridad antes que libertad.

Los órdenes naturales -unos dominando a otros- son reversibles. Sin embargo, aún el 85% de las naciones tienen a jugadores impidiendo alcanzar este andamiaje. El modelo chino tampoco es viable, llevan cinco milenios de autocracia y nunca han podido resolver lo que se conoce como “el mal emperador”, ese no es el camino. A mi juicio, el progreso es limitar al Estado. El político no te conoce, es un ser humano con familia y amigos. Empezar por las reglas. La cultura de todos bajo la ley. Un general norteamericano decía: “El presidente preside el ejército mientras no se le ocurra usarlo a su favor”. No importan las elites, mientras no hagan un muro. No importan los ricos, mientras no cambien las reglas. Además, si no existen privilegios entonces hay progreso, y si hay progreso hay fondos para limitar la corrupción y disciplinar a los héroes.

Por último, la riqueza no es algo especifico, sino una condición general. Es la ausencia de obstáculos en presencia de leyes. O sea, la libertad de poner en la mesa lo que otros quieren. Hay que aceptar que el sacrificio por los demás declina a pocos pasos de nuestra genética y afectos. Si alguien pregona lo contrario, miente. Ellos buscan el bienestar de su casa. ¿Es posible revertir el cuadro? Por supuesto que sí. Ahí están los ejemplos. Latinoamérica también puede lograrlo.


 

¿Se acabó? Apagones y protestas crecen en Cuba mientras el régimen responde con represión

Manifestantes y represores se cruzan en una calle de La Habana

«Hasta el momento hemos localizado 30 protestas desde el 29/9/2022, ocurridas en unos 26 barrios de La Habana. Contamos al menos una protesta en todos los municipios excepto en: Habana Vieja, Centro Habana, La Lisa, Regla y El Cotorro». Proyecto Inventario

«En La Habana, donde las protestas han alcanzado un nivel multitudinario, se han documentado manifestaciones en los municipios de Playa, El Vedado, Arroyo Naranjo, Habana del Este, Cerro, Marianao, Boyeros y Cojímar, y en los barrios de Puentes Grandes, La Palma y Mantilla». 14 y medio.

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«Imágenes de represión fueron tomadas en La Habana por el fotógrafo de Reuters Alexandre Meneghini. Imágenes bien conocidas por los cubanos y que hoy sábado se han repetido. Pero seguro alguno te dirá que se trata de un plan de la calle, que los muchachos estaban haciendo una media maratón y que llevan bates para luego jugar pelota». José Raúl Gallego

“Vista la virulencia represiva contra las protestas pacíficas de 2021 —y las recientes de agosto—, resulta extremadamente peligroso que la comunidad internacional, en especial la Unión Europea y las instituciones de derechos humanos, esperen, para actuar, a la ocurrencia de un baño de sangre en Cuba. Ahora mismo hay un enfrentamiento civil de consecuencias insospechadas”. Observatorio Cubano de Derechos Humanos

«Una tercera jornada de protesta se dio en varias localidades de la capital cubana este sábado, como reportan usuarios de las redes sociales y varios medios independientes. A pesar del corte de Internet, documentado por varios sitios de monitoreo, algunos usuarios han logrado divulgar imágenes de las protestas aisladas, en las que suenan las cacerolas en señal de protesta y aprovechan las ramas, los tanques de basura y los escombros que dejó el azote del huracán Ian para construir barricadas e impedir el paso de los vehículos». Martí Noticias

«Estas son las mayores protestas a las que se ha enfrentado el régimen de Díaz Canel desde el 11 de julio de 2021. Como en aquella ocasión, las ha reprimido con violencia y cortes de internet». Mario Pentón


La Habana vive otra noche de protestas pacíficas y represión contra los manifestantes

 

Respeten a los cubanos

Foto de Rodrigo de la Luz (Facebook)

Los cubanos tienen derecho a estar conectados. Tienen derecho a un Internet seguro. Tienen derecho al acceso a la información. Esto es un derecho humano. Nosotros pagamos un servicio que es pésimo, paupérrimo, podrido.

La conexión a Internet que brinda la empresa de telecomunicaciones Etecsa es deficiente. Este servicio no lo recibimos gratis, pagamos por él y bien caro. Debe ser el pago a servicios de datos móviles más caro de la galaxia.

Encima, Etecsa pertenece al régimen cubano, por lo que la Seguridad del Estado dispone de ella para usarla como método represivo contra una población que ya no da más. Los trabajadores de Etecsa son cómplices de la dictadura, cada uno de ellos. Directa o indirectamente.

Es una violación flagrante de derechos humanos que el servicio de Internet sea cortado cada vez que hay protestas o tiene lugar un hecho significativo. Es un crimen de lesa humanidad dejar a una persona sin comunicación.

¿Esta es la Cuba que tanto defienden? ¿Este es el pedido de paz «amamos el amor y odiamos el odio» que tanto promocionan en la televisión?

Los cubanos salieron ayer a protestar porque el país no da más. No queremos más socialismo. No habrá paz en este país hasta que se respeten los derechos humanos, hasta que haya debate político, libertad de expresión, libertad económica. Hasta que se acabe el comunismo. Abogo por la reconciliación nacional, pero antes tiene que haber justicia, porque sin justicia no hay país.

Basta ya de estar restringiendo el Internet a los cubanos, basta ya de estar repitiendo consignas, basta ya de propaganda.

Acaben de reconocer que esto no da más. El socialismo no funciona. Los cubanos no vivimos dentro de una probeta y no queremos ser parte del experimento.

Cuba es un Estado fallido. Empiecen por reconocer eso. Respeten la libertad, respeten la democracia, respeten a los cubanos.


 

Realismo socialista y muñequitos rusos

Fragmento del libro 1959: Cuba, el ser diverso y la isla imaginada, disponible en Amazon


 

Ningún pueblo se adapta nunca a lo que le prohíben, y el humor y la creación imaginativa, en todos sus sentidos, han sido (y aspiro a que aún lo sean) dos de los rasgos psico-sociológicos del cubano. Por ello, el isleñis cubichi nunca acopló con la rotunda y agresiva seriedad con que Fidel Castro y su régimen se tomaban la vida para crear una supuesta nueva sociedad.

De una manera asombrosa, a partir de los años sesenta se quiso imponer en Cuba buena parte de la cultura soviética, empezando por unas cintas y cartones, o «muñequitos» rusos, que resultaban netamente indigeribles, al menos para el temperamento de los cubanos, puesto que manejaban temas muy ajenos a nuestros gustos, de pacatas heroicidades, de planas interpretaciones y de insoportable realismo guerrerista.

El realismo socialista que se intentó implantar nunca llegó a cuajar en el ánimo de los cubanos. Los rusos en la Isla solo sirvieron como material para bromas y chanzas. De hecho, se les puso el sobrenombre de “bolos”, una manera de identificarlos como personas toscas y sin gracia; pienso que, hasta cierto punto, como gente sin mucha chispa, es decir, sin mucha agilidad mental. Claro que se trataba de una apreciación estereotipada, no vamos a creer que fuera así literalmente.

Lo que en realidad ocurría venía a ser una manera de reacción social en contra de unos extranjeros que habían introducido en el país una cultura extraña, totalmente diferente, con los que no nos podíamos compenetrar y que no solo veíamos como bárbaros invasores, sino que en verdad lo eran.


 

Silencios

'Morning Sun' (1952), de Edward Hopper

Nos volvemos desproporcionados en nuestras acciones, dígase extravagancias, agresividad, manías de grandeza, de perfección. También aplica el ostracismo extremo para encubrir nuestra fragilidad. Todas estas mascaradas están prestas, usualmente, al exhibicionismo, incluso hasta el ostracismo se hace ostensible por su silencio hermético. Tangenciales maneras de huir de quienes somos realmente, haciendo oídos sordos a nuestro destino más genuino.

En la contraportada de nuestros silencios suicidas -suicidas por innecesarios, persistentes, mutiladores- sobrevive un montón de gritos prohibidos por el miedo. Inicialmente eran palabras con su cadencia natural para comunicar, pero quedaron atrapadas en tierra de nadie por los miedos conclusos para sentencia. Aquellos que llevan a autoculparse porque no reconocen su inocencia original. Entonces el cuerpo somatiza esos miedos convirtiéndose en carne de cañón de nuestros silencios más graves.

El silencio sanador es como un mimo que el alma le hace al cuerpo frotándolo con su paz profunda. El silencio debe ser morada que enaltece el alma. La circunstancia más propicia para la autoconfesión. El silencio como sólida pista de despegue para propulsar mensajes de luz, no el victimario que nos atrapa con sus juegos de fantasmas.


 

Sobre héroes, tumbas y otros enredos monárquicos

Juan Carlos I manda a callar a Hugo Chávez (2007)

Tras una digna y ordenada monarquía de más de 70 años, la reina inglesa optó por morir a los 96. No quería arriesgarse a otra entrevista como la de Oprah. Su hijo reinará con el nombre de Carlos III, pero no será igual. Isabel II se lleva el cariño y el respeto de la mayor parte de sus súbditos. Carlos III deberá ganárselos y eso es muy difícil. Finalmente, fue enterrada en el castillo de Windsor, cerca de sus padres, Jorge VI e Isabel, la Reina Madre, de su casquivana hermana Margarita y su marido, Felipe de Edimburgo, condecorado como héroe durante la Segunda Guerra Mundial, quien tuvo la fina cortesía de morir en el 2021, a los 99 años, dieciocho meses antes de su regia esposa.

La madre de Jorge Luis Borges también murió a los 99 años. Un conocido suyo le dijo que era una lástima que no hubiera vivido los cien. “No creo”, le respondió el escritor porteño. “¿Por qué?”, continuó indagando su interlocutor sorprendido . “Porque jamás le vi esa devoción al sistema métrico decimal”, le respondió Borges, quien no perdía una oportunidad de hacer una frase ingeniosa.

Faruk de Egipto, en el exilio dorado que le tocó vivir, pasó a los anales de las butades. Dijo, melancólicamente, que “pronto quedarían cinco reyes. Los cuatro de la baraja y el inglés”. Pero no era verdad. Hay que descartar, de acuerdo con Ipsos, al menos por ahora, los cuatro de la baraja. Faruk respiraba por la herida. Había sido derrocado por el teniente coronel Gamal Abdel Nasser en 1952 y obligado a abandonar su patria en seis horas. En el momento en que sus ojos azules se cerraron por última vez, estaba, por supuesto, en un restaurante italiano. Era el exmonarca más grueso de la historia. Pesaba 140 kilos, más de 300 libras. Obviamente, se fue a poco de cumplir los 45 años producto de un infarto. Murió fulminado por un plato de espaguetis a la boloñesa. Es el único caso que registra la historia.

Aunque los números de Ipsos Global Advisor demuestran que sólo el 15% piensa que el Reino Unido estaría mejor sin la monarquía, el resto de Casas Reales europeas también cuentan con un respaldo muy importante. Sólo el 17 % se opone a la monarquía belga y el 22 % a la sueca. Sospecho que holandeses, daneses y noruegos están entre esos dos dígitos. ¿Por qué lo creo? Porque el costo de tener una representación simbólica de la nación es muy bajo. (Por cierto, sólo el 4% de los japoneses supone que la monarquía debe ser suprimida, pero ya sabemos que los japoneses son diferentes).

Como los españoles… pero por la otra punta. La misma encuesta, efectuada en 28 países, refleja que el 52 % de los españoles piensa que debe votarse la monarquía, entre ellos uno de cada cuatro miembros del Partido Popular, de la derecha conservadora, pero sólo el 37 % del electorado votaría en contra. Ahí hay que contar la casi totalidad de Izquierda Unida y el 80 % de Podemos. (Más de la mitad de los españoles está a favor de la monarquía).

Los españoles entienden que Felipe VI no es como su padre. Quiero decir: que nada tiene que ver con la catadura moral de Juan Carlos, últimamente muy castigada en la serie de HBO en tres episodios Operación: Salvar al Rey. Felipe es un rey absolutamente honrado, y Letizia, la reina, una mujer de clase media, moderna e ilustrada, universitaria, el orgullo del país. Letizia ha hecho todo lo posible por educar a la princesa Leonor para que cumpla sus funciones como reina cuando le toque reemplazar a su padre. Creo que la niña habla, además del castellano, el inglés y el francés, las lenguas clave internacionales, el catalán y el gallego -las otras dos lenguas romances de la Península Ibérica-, mientras se defiende con el euskera, la difícil lengua primordial de numerosos vascos. Leonor, como Letizia, será, si llega a reinar, una monarca ‘progresista’ en el mejor sentido de esa palabreja, casi siempre asimilada a las naciones que menos progresan.

La mejor manera de proteger la monarquía española es legislar que, cada 15 o 20 años, una nueva generación se someta a la ceremonia de votar si quiere o no la institución de los monarcas. Eso le ahorraría al país mucha sangre. Al fin y al cabo, tres veces la dinastía de los borbones ha debido abandonar el poder y marchar al exilio. (El propio rey emérito, Juan Carlos I, nació exiliado en Roma). Jamás ha salido gratis el cambio. Es hora de que eso cambie.


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Trova y timba: Una radiografía de la cultura cubana desde la música

De la nueva trova a la timba brava es un reciente libro del escritor Armando Añel, quien dirige la editorial Neo Club Ediciones en la ciudad de Miami. Añel tiene una amplia trayectoria periodística y de activismo político desde la cultura, gracias a la colaboración con diferentes publicaciones y por haber residido también en España e Inglaterra, lo que le provee de una visión más universal.

El texto es una radiografía de la cultura cubana en la etapa revolucionaria desde la música. El arte es una de las aristas desde las que se puede comprender a un país y la evolución de los procesos sociales. En este sentido, acercarse al universo musical puede llegar a ser particularmente esclarecedor para ofrecer una perspectiva del evento político que cambió la realidad cubana de manera profunda desde 1959 y de su impacto en la cultura. Los regímenes totalitarios siempre han tenido un particular interés en el ámbito cultural y artístico, como medios de propaganda y adoctrinamiento, por su carga simbólica y poder de convocatoria.

Es difícil mantener la neutralidad en una revolución que exige radicalismo y posicionamiento político, de ahí que el autor haya hecho un acercamiento a los cantantes a partir de la respuesta de ellos al parteaguas ideológico al que se vieron enfrentados. Algunos de ellos evolucionaron y eso es siempre respetable, otros involucionaron demostrando que en la vida no siempre funciona la segunda ley de la termodinámica; otros tuvieron una trayectoria más sinuosa, que va desde aparentes rebeldías hasta coqueteos con el régimen. También hay artistas de una coherencia paradigmática. Pero lo real es que el arte no puede entenderse al margen de una cierta eticidad. Los actos humanos tienen consecuencias.

Un cubano no precisa ser un musicólogo avezado para hablar de la música en las últimas décadas, por lo integrada que está esa manifestación del arte a nuestra vida cotidiana. Pero sí es esencial una formación cultural sólida en la que se imbrique la música y la política con una comprensión clara de la historia más reciente de nuestro país, y Armando Añel la tiene, sin lugar a dudas. Su libro, sin tener pretenciones académicas, perfectamente puede ser considerado un referente para introducirnos a comprender el complejo universo de las relaciones entre la política y la cultura a través de su manifestación más popular en la etapa revolucionaria.

De la nueva trova a la timba brava es un llamado de alerta y testimonio de una época. Es un libro de grata lectura que nos invita a entender lo susceptible que es la cultura de sufrir la presión política, lo expuestos que están los artistas ante los mecanismos de persecución cuando no hay democracia. La poiesis sufre en un entorno asfixiante. El arte es una expansión del espíritu, y de por sí exige un clima de libertad social en el que los artistas estén en condiciones de desplegar su creatividad. El libro de Armando Añel es también un aporte a la creación de algo nuevo, el alumbramiento de una sociedad en la que el arte vuele en una atmósfera luminosa por el cielo de la Isla.


 

Presentan la antología ‘Con tantas lluvias al lomo’, de Manuel Vázquez Portal

Yolanda Huerga lee el libro de Vázquez Portal

El PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio invita a la presentación de la antología poética Con tantas lluvias al lomo (Iliada Ediciones), del escritor Manuel Vázquez Portal. La presentación estará a cargo del periodista Álvaro Alba.

Fecha: Sábado 24 de septiembre de 2022
Hora: 3.00 p.m.
Dirección: Biblioteca de Coral Way
9445 Coral Way, Miami, 33165

“La poética de Vázquez Portal es prioritariamente intimista y sentimental; agresivamente cuestionadora y reflexiva y filosófica; apasionadamente callejera y espiritual y pendenciera. Apuesta profunda por la libertad en todas sus variantes” (Amir Valle).

Manuel Vázquez Portal (Morón, 1951) es escritor y periodista. Ha publicado, entre otros, los libros Del pecho como una gota, Un día de Pablo, Celda número cero, Nada puedo enmendar de aquellos miércoles y Escrito sin permiso. En 1995, ingresó en la agencia de prensa independiente CubaPress y más tarde fundó el Grupo de Trabajo Decoro. Durante el proceso represivo conocido como “Primavera Negra”, de 2003 en Cuba, fue condenado a 18 años de cárcel por ejercer el periodismo independiente. En junio de 2004 consiguió una “licencia extrapenal” por razones de salud, gracias a una campaña internacional por su liberación, y se radicó en Estados Unidos.


 

Elite y masa

Montaje sobre foto de Ryan McGuire (Pixabay)

Toda forma de comunismo o colectivismo es una institucionalización de la envidia,  ideologizada como política de Estado. Se trata de bajas pasiones humanas, envidia, orgullo y vanidad, expresadas como ideología y estructuradas como sistema social.

El comunismo primitivo fue una imposición autoritaria del medioambiente al ser humano. En especial mandaban los gérmenes, que cuando se hacían masivos en una tribu, la diezmaban con una epidemia. Hoy la ciencia y la tecnología nos han permitido evitar esas altas mortandades iniciales. Sin embargo, comunismos intelectualizados (marxismo, maoismo,  guevarismo, mariateguismo, etc) plantean desde su tribuna eliminar una parte significativa de la población, casi como hacían las epidemias. Cuando se declaran deudos de la “Razón”, en los hechos solo son una mala puesta en escena de la “Pasión”.

El ser humano que solo es capaz de trabajar y producir con sus manos y apenas vislumbra lo que sucederá el mes que viene, siente una gran admiración por el individuo que puede trabajar con la cabeza y proyectarse 3, 6, 10 jugadas por delante. Pero es un sentimiento ambivalente, de amor-odio. A la vez lo envidia y lo cela, con frecuencia le pone traspiés, con frecuencia lo elimina. Porque sabe que en justa competencia el otro lo aventajaría siempre. Dice Marx que la humanidad es una eterna lucha de clases. En realidad, ha sido un constante aplastamiento del talento y del genio por la masa inercial.

Cuando luego de la Ilustración (s XVIII) comenzaron a acumularse grandes cantidades de conocimientos en las mentes de algunos seres humanos, se destacó que algunos tenían una fuerte ventaja competitiva y, cuando se unían en team work, eran muy creativos. Toda nuestra emergencia civilizatoria se la debemos a las pocas veces que los más inteligentes han logrado reunirse, cooperar y no ser arrasados por la mediocridad de las masas.

El fenómeno de la emergencia de Inglaterra como superpotencia en el siglo XVIII, se debió a un “contrato social” en que se permitía y facilitaba formar pequeñas elites creativas; el mejor ejemplo. el de los Lunáticos de Birmingham. Allí se reunieron nada menos que Mattew Bolton y James Watt, desarrolladores de la primera máquina de vapor, y los abuelos materno (Josiah Wedwood) y paterno de Darwin (Erasmus Darwin). Con seguridad, allí la máquina de vapor de Watt recibió un empujón. Y este fue el corazón de la industrialización.

Las humanidades en general son afirmaciones no demostradas de personas hábiles con la palabra y la comunicación. Al ser humanísticas,  son intuitivas y subjetivas, no experimentales y científicas. Son puro aserto y teatro, algunos miligramos de ciencia. En especial las llamadas Ciencias Políticas y la Sociología no son ciencias, pero al vestirse con la toga y el birrete, quieren ser científicas a como dé lugar. Con tal de hacerse un espacio en el teatro social, mienten descaradamente. Ello pasa en menor proporción con otras ramas como la Psicología y la Economía, que pueden tener sectores en que se apliquen estrictamente métodos científicos, estadísticas y fórmulas.

La crisis mayor del saber humano radica hoy en las muy mal llamadas Ciencia Políticas, donde los “profesores” son políticos que alguna vez ejercieron el poder. Entonces mintieron, robaron, incumplieron mil promesas. Luego, les hicieron profesores. ¿Qué es lo que vienen a enseñar estos “profes”? ¿Fraude I Y II? ¿Desfalco I, II, III? ¿Palabrería I y II?

La Academia ha traicionado a Occidente. Entre otras cosas, porque en Humanidades acepta concepciones de dudosa certitud pero que desmontan el cuerpo social que duramente hemos ido creando en el Proceso Civilizatorio. Entre estas el marxismo, el buenismo, el igualitarismo. Pero, además, el academicismo minimiza o silencia planteamientos alternativos, con su tendencia a lo pomposo y a crear exclusividad en el acceso a los micrófonos.

El ser humano se diferencia de su histórica animalidad cuando cuida del caído, del enfermo, del infante. Los animales no aman, se guían por patrones de comportamiento instintivo e instantáneo. Pero tampoco odian. El amor y el odio son comportamientos humanos. Saber regularlos es parte de nuestro autocontrol, de nuestro Gólgota. He ahí una de nuestras grandes contradicciones. A veces, pretendiendo ser ángeles, somos solo bestias odiadoras.

Ser bueno indiscriminadamente, es ser malo en los hechos. La bondad es algo que nos eleva y diferencia de lo zoológico. Pero tiene que ser una bondad selectiva, discriminadora entre el bueno y el malo. Si fuera no selectiva, pudiera implicar subir en el arca de Noe algún que otro Tyranosaurus rex y tigre de dientes de sable. En los hechos es peor aún, abordarían nuestra embarcación “humanista” tantos monstruos antediluvianos que a la postre la desestabilizarían y hundirían.  Estos “buenistas” indiscriminados,  lo que van a lograr es una vuelta en campana de la nave humanidad.

El humanismo no puede navegar por los mares de este mundo sin una buena proporción de bondad, de perdonarnos en nuestros aprendizajes individuales y colectivos, nuestros deslices, nuestras confusiones y algunas pequeñas maldades, pero no se puede aceptar a aquellos que son esencialmente malignos. Claramente no caben en nuestra arca los deshumanizados Gengis Khan, Tamerlan, Hitler, Lenin, Stalin, Pol Pot… No debemos dudar en bajar de nuestros mitos a los que pueden haber causado mucho mal, disfrazados de bienhechores o de guías. Y aquí es cuando viene la larga discusión, porque son muchos miméticos, los maquiavélicos, los que han causado determinado bien más a la vez un inmedible dolor.

Hay algo que ya sabemos con certeza. Todo poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Nuestra naturaleza humana es imperfecta. Tenemos que crear métodos que rígidamente impidan la perpetuación en el poder de todos. Lo más sano, en nuestros imperfectos contratos sociales, es la alternabilidad. ¡Abajo el que suba!


 

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