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El fuego se acerca cada vez más al barril de pólvora

Uno de estos días (más temprano que tarde, según me parece) veremos circular en Internet la siguiente noticia: “Policías y esbirros de civil son ajusticiados en un barrio pobre de La Habana, al estilo de Fuenteovejuna”. Con toda seguridad, el redactor de la noticia contará que el hecho tuvo lugar cuando los represores abusaban de mujeres y hombres indefensos. Y añadirá que nadie pudo distinguir, dentro del molote, la mano o las manos que aplicaron justicia anónimamente, como en la proverbial tragedia de Lope de Vega.

Es de prever que ese episodio sea el detonante para que se repitan otros similares. Y otros…

No estoy seguro (¿quién podría estarlo?) de que tales conatos de rebelión popular derriben a la ya más que sofocada, pero aún sofocante dictadura castrista. Lo que sí resulta incuestionable es que un acontecimiento de ese tipo marcaría irreversiblemente el fin de la sexagenaria historia de su impunidad, sus atropellos y sus burlas al mundo civilizado.

No soy de los que confían en el desplome de la dictadura castrista por efecto dominó, después que hayan caído las de Venezuela y Nicaragua. Tampoco creo que caiga como resultado de las medidas económicas que le aplique el gobierno estadounidense, por duras que sean. Sin embargo, me parece que el detonador para un cambio radical sí podría ser ese inicio de rebeliones espontáneas de la gente contra las fuerzas represivas, y ahora además impulsadas por la desesperación ante las nuevas carencias que contrae el eufemístico “período coyuntural”. No es en modo alguno deseable (al menos para mí no lo es) que la posible solución dependa de una masacre a la población inocente, pero tal y como van las cosas, quizá no quede otro remedio que aceptar lo evidente. Con tristeza.

A diferencia de tiempos atrás, a la camarilla gobernante no le basta ya con los discursos esperanzadores ni los golpes de efecto populista. Sus viejos argumentos sucumbieron entre el dicho y el hecho. La pérdida de credibilidad ha venido minándoles como uno de esos cánceres que se expanden silenciosamente por el organismo hasta desembocar en metástasis. Ni siquiera las acciones intimidatorias les reportan hoy los resultados habituales.

Es fácil comprobar el modo en que (contradiciendo la antigua demagogia fidelista) los policías se aceptan a sí mismos como represores y no como defensores del pueblo. Saben que en cada ciudadano de los barrios pobres tienen un enemigo, sea más o menos activo. Y a diario se evidencia en las calles que han recibido órdenes de silenciarlos a la fuerza.

En tanto, los ciudadanos demuestran ya tener claro que la única función de la policía es reprimirles. Así que en forma gradual, pero creciente a ojos vista, han comenzado a revirarse.

Es imposible predecir cuándo tendría lugar la explosión, pero hay dos detalles que al menos para mí quedan fuera de toda duda: 1) el barril de pólvora está llegando al tope en los barrios más menesterosos tanto de La Habana como del interior de la Isla. 2) todo parece anunciar que el fuego para la mecha lo aportará la gente en masa y de modo espontáneo, sin necesidad de un comandante en jefe, ni de caudillos carismáticos, a Dios gracias.


El acto de repudio como solución final

22 de febrero de 2021. Mitin de repudio contra los opositores Anyell Valdés y Adrian Rubio. «Gritan consignas desde afuera, invaden la propiedad y escriben en los muros de la casa ‘Viva Fidel'», informa Cubalex. Dirección de la casa atacada por las turbas del castrismo: Calle Morales 86 e/ Finlay y Cisneros Betancourt, Los Pinos, Arroyo Naranjo, en Ciudad Habana.

Al momento de producirse el ataque, había tres niños, una anciana, una mujer y un joven dentro de la vivienda. Previamente, el perro de la familia había sido adormecido con alguna sustancia desconocida.

Tras el asalto, la sociedad civil cubana se ha pronunciado en las redes. Fragmentos en Facebook:

«Después del ‘acto de repudio’ contra la familia de Anyell Valdés, no queda dignidad que defender en ninguna patria que se llame Cuba. El horror está fijado en esas imágenes». Maykel González Vivero

«Un perro envenenado, un niño llorando, una madre nerviosa, un joven acorralado… afuera una turba de ogros, de seres sin rostro; una masa fétida con la foto de un genocida. ¿Cómo puede haber gente que todavía gasta neuronas, salivas o megas en tratar de enmendar esta debacle política que hace metástasis y se convierte en una debacle espiritual?». Julio Lorente

«El acto de repudio es la solución final para no terminar como Fulgencio Batista, asesinando en las calles. De antemano constituye la prueba de la inocencia. Identificar a la víctima, que pretenden pasar por victimario, es poner en manos del pueblo la solución para que el poder se lave las manos». Lynn Cruz

«El canelismo se ha vuelto un estado paramilitar. Esos vecinos, gentes de CDR, etc., son focos paramilitares comandados por la seguridad del estado cubana. Y lo mismo hacen un acto de repudio que dan golpes. Y tienen varios estamentos: el del CDR y el de los civiles del DTI, que te montan en una guagua y te masacran allá arriba, como sucedió el 27 de enero pasado». Carlos Aguilera


Para que haya vida, para que haya patria, tiene que haber libertad

Para que haya vida, para que haya patria, tiene que haber jama. Para que haya jama, para que haya Cuba, tiene que haber libertad

Inspirado en el entrañable personaje de Pánfilo, escribí hace ya once años esta especie de poema paródico, en momentos en que ofrendábamos nuestro ocio por su libertad.

«Porque cuando la vida se te va buscando jama / ya no es vida / porque cuando te condenan por querer jamarte algo / no hay quien viva».

Insisto, el hambre o muerte ha sido y es un instrumento de la robolución cubana -de ahí que el «Patria o muerte» seudoabastecedor insinúe un «Cuota o suerte» seudoadministrativo-, como las colas, Alpidio Alonso, el NTV, el Ministerio del Interior, las tripas, la claria, los chivatones, la moringa, Abel Prieto, las brigadas de respuesta rápida, el picadillo de soya, la vaca enana y un largo y oprobioso etcétera.

Es preciso recordar que la dictadura mantiene a la gente ocupada buscando jama para que no se le ocurra liberarse. Esta relación enfermiza entre el Poder y el Pueblo -que incluye, cómo no, el secuestro estatal de los medios de producción, la comida en dólares, los salarios en pesos y la libreta de racionamiento- tiene que acabar.

Para que haya vida, para que haya patria, tiene que haber jama.

Para que haya jama, para que haya Cuba, tiene que haber libertad.


Hoy como ayer

El Dr. Antonio Guedes

Sospecho que Lourdes le puso el título a las memorias de su marido, el Dr. Antonio Guedes. Se titulan Hoy como ayer y fue la última canción de Moisés Simons, el autor de El manisero. Lourdes es la parte musical de la pareja y la mujer que apartó a “Tony” del celibato. Como me dijo Felícito Rodríguez, quien, por aquel entonces, también intentaba ser cura: “el comunismo es muy cruel, pero si se une a la castidad llega a ser terrible”. Ambos abandonaron la vida religiosa a bordo de dos muchachas encantadoras, aunque siguieron siendo muy católicos.

La historia se origina en Unión de Reyes, un pueblo de la provincia de Matanzas en el que Tony nació en una familia de clase media. El abuelo era el mago de las locomotoras. Las mantenía funcionando contra viento y marea … hasta que llegó el socialismo. Era mago y hacía grandes trucos, pero no podía hacer milagros. Contra la capacidad destructiva del comunismo no hay quien pueda. 

La madre era maestra y el padre bodeguero. Tenía una de las treinta bodegas que abastecían al pueblo. Si uno sustituye la señora estupenda que inspiró a Moisés Simons por la idealizada “Cuba”, no hay duda de que Guedes dio en el clavo. En esas memorias está la Cuba “que no volverá jamás” porque unos bárbaros la han destrozado inútilmente. De las treinta bodegas que existían en el pueblo, hay un par en el que se venden los productos de la libreta de racionamiento, cuando existen, y poco más. Ni cines, ni clínicas, ni pintura. Nada. Un pueblo que, como toda Cuba, se está cayendo a pedazos tras 62 años de incuria y estupidez.

Estas memorias, sorprendentes por el detalle y la memoria viva, fueron escritas con una impecable redacción, pero sin pretensiones literarias, para la familia y los amigos. Una obra para las hijas, para los nietos y demás descendientes, pero que deben leer todos los cubanos. Constituye, al mismo tiempo, una acusación formal contra el régimen, y una clara explicación de por qué se marchan los jóvenes de esa isla. 

En la amarga década de los setenta, Tony estudió medicina en Cuba hasta que lo atrapó el radar de la Seguridad del Estado. Curiosamente, se le permitió estudiar en la facultad de Medicina, sin abjurar de sus creencias religiosas, hasta que la policía política lo detectó y lo sacó sin contemplaciones de la universidad. Es el único caso que conozco en el que se especifican sin pretextos las razones por las que resultó echado del recinto: por sus convicciones religiosas. 

Generalmente, la Seguridad recurre a vagos subterfugios como ser “inmorales” o “inveterados contrarrevolucionarios”, pero casi nunca comete el error de decir a las claras por qué está truncando el destino de una persona joven y prometedora. Se limita a cumplir la consigna “de que la Universidad es para los revolucionarios”, y así les va. El país esta en manos de una burocracia inepta forjada por incapaces que esgrimen argumentos sacados de la vulgata marxista. 

Fue entonces cuando lo conocí. Provisto de ese documento, y con unos cuantos años de medicina cursados en Cuba con notas excelentes, llegó a Madrid en el invierno de 1981, locuaz y apasionado, con Lourdes, su mujer, una hija, Beatriz, y otra, Cecilia, acurrucada en el vientre de su madre, que vería la luz en España, nacida en mayo de 1982. Tendrían que acostumbrarse a un nuevo país, a un nuevo sistema de estudio, y a nuevos amigos. Afortunadamente, los cubanos tenemos los defectos y las virtudes de los españoles, de manera que no fue muy cuesta arriba el asunto. 

La convalidación parcial de los estudios no tardó. Matriculó en Madrid y a los pocos años terminó la carrera. Como el 90% de los médicos, comenzó a trabajar en el sistema público, hasta que el Ministerio de Salud le ofreció la dirección de un “policlínico” dedicado a la atención primaria, algo que el Dr. Guedes aceptó, más por sentido de la responsabilidad que por la recompensa material, que era, prácticamente, inexistente. A principios del siglo XXI había visto, auscultado y redireccionado –cuando era necesario- a más de 100,000 pacientes. 

A todas estas, sin olvidar su compromiso con Cuba. Había estado presente en la creación de la Plataforma Democrática Cubana, un esfuerzo de los democristianos, los liberales y los socialdemócratas cubanos, con el concurso de las respectivas “Internacionales”, por llevar la libertad a Cuba de una manera pactada y razonable, como había sucedido en España tras la muerte de Franco, o en toda Europa oriental con relación a Moscú, pero se estrelló contra el integrismo comunista ortodoxo de Fidel Castro. 

De manera que la Unión Liberal Cubana, creada en Madrid con el respaldo de Adolfo Suárez, a la sazón presidente de la Internacional Liberal, lo convirtió en presidente de la institución por cinco años, hasta que fue sustituido por el escritor Miguel Sales Figueroa, quien en el 2020 le dio paso al economista cubano-valenciano Elías Amor. En todo caso, el médico Antonio Guedes tiene que estar orgulloso de su vida, de su obra y de Hoy como ayer, sus espléndidas memorias.


¿Sangra nuestro Martí? Carta en franco alegato de nuestra culpa (III y final)

Carta anónima de un escritor residente en el oriente de Cuba, quien ha preferido ocultar su firma por razones de seguridad.

La novedad, indiscutiblemente, se reservó para el natalicio del Apóstol Nacional. Releamos una vez más la noticia: el Tribunal Municipal Popular de Plaza de la Revolución celebró el juicio oral y público el 21 de diciembre pasado (Causa 61 de 2020). A Panter Rodríguez, Yoel Prieto y Jorge Ernesto se les imputó el delito de “Difamación de las instituciones y organizaciones y de los héroes y mártires de carácter continuado”; y “daños a bienes del patrimonio cultural” por cubrir de sangre tarjas y monumentos, en su mayoría de José Martí. El Tribunal Provincial Popular lo dio a conocer el 26 de enero y no es sino hasta el jueves 28 de enero que el periódico Granma anuncia el resultado del juicio en el artículo que llevaba por título “Condenados quienes ultrajaron los bustos de José Martí».

Pero no sólo el atesorar la noticia para ese día, como mismo se exhiben los cuerpos en la plaza pública luego de una ceremonia de ahorcamiento, hace presumir una venganza ideológica y el expido implícito de un mensaje de amenaza. Existen demasiados detalles que han entregado los medios de comunicación y otros mecanismos usados comúnmente en Cuba para la coacción y la manipulación ideológica (todos bajo la dirección absoluta del único partido permitido) que deberían ser minuciosamente analizados.

El Granma (que, a propósito, se identifica como el órgano oficial de dicho Partido Comunista), expuso, además: …puestos de común acuerdo para desacreditar la imagen de José Martí, compraron seis piedras de droga, conocida comúnmente como cocaína, con parte del dinero recibido de una ciudadana cubana residente en EE.UU., la que consumieron para la realización de los eventos delictivos.”

Parece presentarnos a tres sujetos que merecen todo nuestro desprecio social: sacrílegos de lo mejor de nuestra cubanía, ladinos en la realización de los hechos, mercenarios vendidos al mejor postor, traidores a la patria de todos. ¡Y drogadictos! Pero me surge una duda: Después de consumir algún estupefaciente, ¿pudiera formularse el “aprovechándose de la oscuridad” como un argumento incriminador sensato?

Veámoslo con otro ejemplo: Si un individuo asesina a otro, ¿es un agravante que hubiera estado bajo el estado de inconsciencia por el consumo de alguna droga al realizar los hechos, o todo lo contrario?

¡Seis piedras de droga! ¡Qué medida es esa! ¡Ni siquiera logro encontrar una película de narcos y policías corruptos donde se mencione un término similar! ¿Qué quiso decirnos el Granma? A dos piedras por cabeza. Parecen estar totalmente fuera de sus cabales. Pues si es así, más que marginalidad y degradación moral, esto no podría señalar más que Panter, Yoel y Jorge decidieron enfrentar la tarea de la única forma que conocían posible para mitigar de cuajo sus temores. Conocían el sumo peligro de decirle a los poderosos que aún había cubanos que no estaban de acuerdo que se utilizara a Martí con la impunidad que otorga su hegemonía. ¿Por qué no es esta una razón que funcione como atenuante?

No sugiero que tales individuos no tengan responsabilidad penal. En definitiva, era el riesgo que tomaron al hacerlo. Hablo del decoro al ejercer equidad en el análisis de los hechos más que de las formalidades legales del proceso que se arguyen para simular perfecta justicia (se cumplieron las garantías procesales establecidas y el respeto debido al proceso, consagrado en la Constitución de la República, es la aclaración que el Granma atribuye a la información dada por el Tribunal Provincial).

Si estos ciudadanos fueron motivados por el financiamiento otorgado para sus actos, más que por sus convicciones, como se señaló en la televisión cubana los días siguientes posteriores, es harina de otro costal, y en realidad serviría de un agravante objetivo. Pero en ese agravante tampoco podríamos pasar por alto el detalle de que el dinero recibido era bastante insignificante como para ser llamado financiamiento. Más bien sólo hubiera servido para tomar algún par de taxis y comer algunas chucherías en los días de planeamiento y ejecución.

Tampoco se debe dejar de considerar si la idea original partió de Cuba, pues sería menos reprochable desde ese punto de vista. En caso contrario, si se pudiera probar que partió del extranjero, influiría el determinar si sólo la ejecutaron como un trabajo de rutina o con la simpatía que nace del ciudadano más común o marginal que decide participar en la lucha por algo mayor, la que inflama los ánimos por defender la obra del héroe del descrédito de los poderosos. Además, si quienes la concibieron eran cubanos de nacimiento y coincidían en sus ideales, es inexacto que se proyecte públicamente como un acto de mercenarismo, a pesar de que estos vivan en un país extranjero. ¿O es la primera vez que se conspira desde otra tierra a favor de ideales patrios en la historia de Cuba?

Si entramos directamente al tema de mercenarismo y patriotismo, aprovecho para preguntar si es honesto haber convocado y mediatizado cada acto de repudio, popularizando la idea de que estos tres ciudadanos tenían como intención “desacreditar la imagen de José Martí». ¿Cuántas personas de quienes dirigieron los actos de repudio en cada universidad o escuela, por todo el país, reaccionaron automáticamente a las encomiendas ideológicas sin darse cuenta que la magnitud del juego político involucraba vidas humanas más que consignas? ¿Una actitud así de sumisa, servil y superficial no es, además de injusta, antipatriótica? ¿No fueron Panter, Yoel y Jorge sentenciados políticamente cien veces antes del juicio? Luego de esta mediatización, ¿se dejaba alguna opción política a los responsables de impartir justicia o al menos de otro punto de vista en la defensa sin pecar de apátridas o mercenarios, sin que una postura contraria les trajera graves consecuencias a ellos y sus familias? ¿No es este un indicador de que esta sentencia fue una solicitud ideológica al sistema de justicia para exhibir un escarmiento público, una advertencia represiva? ¿No denota, además, que la división de poderes en Cuba es ficticia?

Es irrebatible a la luz de la razón: nos han hecho presenciar, y participar con nuestro silencio, en un acto de fanatismo e injusticia. Definitivamente encuentro que la sentencia de estas personas fue sólo una técnica para desviar la atención ante el verdadero mensaje que se nos quiso transmitir.

¿Valen lo suficiente Panter, Yoel y Jorge para molestarnos en valorar su mensaje y la naturaleza de sus acciones por encima de la molestia que han generado? Es la pregunta real e indigna que el Granma intenta que nos hagamos. No es la primera vez, y lo hará en cada ocasión que quiera ocultar la verdad que se pasea en las calles cubanas, o las ideas de cada uno de nosotros, dentro y fuera del país. Lo mismo que intentarán algunos lectores de mis cartas (gente que sí perciben salario para fingir y crear un estado de opiniones en las redes). De ellos es quien me despido hoy, diciéndoles: No, ustedes no pueden entender cuánto vale un ser humano, su vida, su libertad, más allá de una ideología. Lo siento, yo no percibo ninguna ganancia como ustedes. Me es suficiente con saber que algunas madres, abuelas, hijos, amigos, se sentirán aliviados con que, desde cualquier lugar del mundo, al menos aparezca un alegato de defensa. Que exista, que pueda ser publicado, leído, e incluso sinceramente discutido, puede hacernos a todos más cubanos, más decorosos, como lo deseó el Martí que no soñó una patria repleta de sus esculturas y tarjas sino desbordante de un “culto a la dignidad plena del hombre”; también en las salas de los tribunales, y en la más apartada celda.


https://puentealavista.org/2021/02/15/sangra-nuestro-marti-carta-en-franco-alegato-de-nuestra-culpa-ii/


El huevo de Hitchcock

El miedo constituye fuente de placer para millones de personas normales, quiero decir no sólo para las de cerebros romos, como ciertos devotos de Sacher-Masoch o como los que practican el barranquismo tanto deportiva como intelectualmente. Alfred Hitchcock lo dejó apuntado desde su perspectiva, ilustrando la afirmación con el ejemplo que mejor conocía, el cine. Si los espectadores se gastan su dinero y sus escasas oportunidades de ocio por ver películas de horror, significa que el miedo les resulta placentero. Es el razonamiento en que se basa El placer del miedo, un ensayo no carente de atractivo (hitchcokiano al fin), pero que a mí me deja en las nubes, ya que no obstante el título, no demuestra que el miedo nos produzca placer por sí mismo. Apenas se refiere al placer que nos produce ver a otras personas sentir miedo teniendo la certeza de que ese miedo no nos afectará directamente, porque es un miedo ajeno y porque además no es real. Tal como se argumenta en este ensayo: “Por cada persona que sale en busca del miedo en un sentido real o personal, millones lo buscan de forma indirecta, en el teatro y en el cine. En auditorios oscuros, se identifican con los personajes ficticios que sienten miedo y sienten, ellos mismos, esas sensaciones (el pulso acelerado, la palma seca y húmeda, etc.), pero sin pagar el precio. Que el precio no tenga que pagarse es el factor importante”, puntualiza Hitchcock. De manera que estaba refiriéndose a un tipo de placer más cercano al que disfrutan los devotos del Marqués de Sade que los de Sacher-Masoch. Entonces no es que normalmente hallemos placentero sufrir miedo. Lo que en realidad nos ocasiona placer es observar cómo son otros quienes experimentan el miedo.

Antes de sostener tan categóricamente que el miedo es placentero, a Hitchcock le hubiera venido bien repasar sus propios miedos, digamos el que le provocaban los huevos de gallina. Un miedo sin pizca de placer, valga la aclaración. Y además sui géneris. Al punto que echó por tierra las hipótesis con que los especialistas tratan de explicar los resortes del miedo en tanto mecanismo defensivo del cerebro para protegernos frente a las situaciones de riesgo o para adaptarnos al entorno y sus peligros.

Sentir miedo puro y duro ante un huevo de gallina es una reacción que en buena ley debiera inhibirnos de expresar rotundidades sobre la naturaleza placentera del miedo. Verdad que ese miedo de Hitchcock no era representativo. No muchas personas en su sano juicio le tienen miedo a un huevo. Pero tampoco creo que fuese anormal. En temas como este, provenientes de los caliginosos fondos de nuestra personalidad, es posible que ni los psiquiatras tengan la última palabra sobre lo que puede ser normal o no. Digamos mejor entonces que aquel miedo que los huevos infundían a Hitchcock era estrafalario, o raro cuando menos. Aunque no tan raro, quizás, como el que han experimentado otras personas más o menos normales como él, e igual de ingeniosas. Basta citar el conocido ejemplo de Hans Christian Andersen, quien tenía miedo a los niños, no obstante ser uno de los más célebres creadores de literatura infantil.

El miedo inventa nombres para distraerse, tuvo a bien advertirnos Elias Canetti, consciente de que en igual medida que algunos miedos requieren la ayuda de los psicólogos, hay otros que merecen palos. Pongamos por caso no ya el abordado en El placer del miedo, sino uno todavía más obtuso y que, de hecho, hace estricta contraposición al tema del ensayo hitchckokiano: el miedo al placer. Pero no a un placer cualquiera, sino a uno de los mayores, a la vez que el más sano y natural entre los que están al alcance de las personas y hasta de los animales: el placer de vivir en libertad.

Que nada resulte tan aberrante como el miedo al placer de vivir en libertad, no ha impedido que millones de seres humanos (su número supera quizá al de los aficionados al cine de horror), se cobijaran bajo su égida durante mayor o menor tiempo, ni que se cobijen todavía en pleno siglo XXI, al que nos gusta llamar civilizado.

Es un asunto que por su trascendencia ha merecido la atención de renombrados investigadores del comportamiento social. Desde las más rancias posturas, como la del sociólogo francés Gustave Le Bon, con sus ideas sobre la existencia de razas de hombres superiores, hasta las enjundiosas conclusiones del libro El miedo a la libertad, donde el filósofo y psicólogo alemán Erich Fromm desmenuza la creciente estandarización del individuo en la sociedad moderna; y sin olvidar, entre otros, los ya clásicos ensayos Masa y poder, de Canetti, y La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. Desde luego que las conclusiones de estos estudiosos no son (no tendrían por qué ser) necesariamente unánimes, pero todos lanzaron por igual alumbradoras sondas hacia el núcleo de ese extraño fenómeno que es sentir miedo ante el placer de vivir en libertad. Únicamente es de lamentar que ninguno de ellos tuviera la oportunidad de conocer de cerca el caso de nuestra gente en Cuba, el cual, según mi consideración, desborda todas las hipótesis aireadas hasta hoy en torno al tema.

El nuestro empezó por ser un tipo de miedo digamos corriente (aunque fuese mucho más venial que el de Hitchcock ante el huevo y tan indefendible como el de Hans Christian Andersen ante los niños), un miedo que nos alineaba en simetría mental de ciento quince mil kilómetros cuadrados, algo verdaderamente extraño en la polimorfa caribeña, pero era un miedo lógico, toda vez que respondía a la atmósfera de terror impuesta y sostenida por la dictadura castrista, y su aparato represor, a lo largo de varias generaciones. Ya que por ahí empezó, era de esperar que durase más de lo humanamente deseable. Pero lo que ningún observador parece haber previsto es que después de transcurrido más de medio siglo, no sólo mantuviese intacto su poder de arrasadora expansión radioactiva, sino que aquel miedo supuestamente común (a la cárcel, a la muerte, o a cualquier tipo de amenaza real) se haya transformado en miedo al placer que proporciona dejar de tener miedo, previendo los riesgos y la responsabilidad que ello contrae. Es el miedo a la idea de vivir en libertad que ha devenido rasgo de toda nuestra nación, marca idiosincrática, sello de identidad y referencia del entorno socio-cultural de Cuba, como el tabaco, la rumba o los frijoles negros.

De tal forma, cuando actualmente nos apuramos a mencionar el miedo a la represión bruta para explicar por qué la población cubana no decide plantar cara a las fuerzas de la dictadura, tal vez estamos pasando por alto una realidad histórica que es mucho más compleja. Creo que mejor encaminados podríamos estar si empezamos por formularnos un par de preguntas que no aparecen con frecuencia en las alocuciones de los cubanólogos: ¿Hasta qué punto la inmensa mayoría de nuestros paisanos en la Isla está verdaderamente interesada en incorporarse a lo que llamamos el mundo libre? ¿No será que allí cada cual entiende y desea muy a su modo lo que es vivir en libertad?

No dudo que responderían uniformemente que sí cuando les preguntemos si desean ser libres. Pero bien poco niveladas deben resultar sus respuestas si les preguntamos para qué quieren ser libres. Muy por delante de las motivaciones políticas (fin de la dictadura y del abusivo monopolio estatal…), presumo que se impondrán las de carácter práctico-individual. Tal vez cada quien vea en la libertad un filón para la propia mejoría y la de su familia, lo cual es coherente y justo, pero, ¿habrán pensando en las trabas que impiden al individuo alcanzar auténticas mejorías dentro de un país en total bancarrota económica y envuelto en un caos sistémico que amarra de pies y mano a todas las personas decentes y emprendedoras? Valdrá entonces una interrogante más: ¿En qué medida gravita sobre los cubanos la vieja pero cada vez más vigente teoría de Erich Fromm sobre el miedo que suelen sentir muchas personas no ya ante sus represores, sino ante la libertad misma, por el enorme compromiso individual que implica? Ese miedo anómalo al placer de sentirse libre planta sus bases efectivamente en la tranquilidad que procede del predominio de lo inconsciente, de la supresión del acto volitivo y, en suma, de la renuncia a todas las capacidades y virtudes de que dispone el ser humano racional para perseverar como especie.

No es que simpaticen con la dictadura (pues ya se sabe que no), o que se opongan a las críticas y reclamos de los disidentes. Es que su idiosincrasia, que por lo general responde más a instintos que a ideas, los muestra como alienígenas distantes a años luz de ciertas prácticas que son de elemental cumplimiento fuera de la atmósfera de caos en que ellos viven. Tampoco es que la población cubana sea más cobarde o menos despierta que otras. Sencillamente obedece a una máxima de sobrevivencia que es más antigua que el bostezo: “A quienes tienen hambre, dales primero de comer y después háblale de libertad o de lo que sea. Pero si lo haces al revés, fracasarás”.

Claro que en el caso concreto de la gente de allá, el hambre no es sólo de arroz. Su depauperación se origina más arriba del estómago, por falta de horizonte cultural, de conocimiento sobre cómo funcionan las cosas allende los mares. Le temo a lo que no conozco, es otro principio básico que puede estar pesando dentro de la cabeza de nuestros paisanos. Y sólo faltaría por ver en qué medida quienes luchan por cambiar la situación política y socioeconómica en la Isla serán capaces de lidiar con las múltiples limitaciones que padecen los nuestros como seres no aptos para actuar a tono con las reglas de una forma de vida que jamás conocieron. Así que el problema no atañe ya únicamente a la política y a la economía. Es de trasfondo moral, ante todo.


Fragmento del libro, en preparación, El huevo de Hitchcock, de José Hugo Fernández


Patria y vida: Hacer que la disidencia esté pegá

Yo pienso -sí, a veces me da por eso-, que la disidencia cubana necesita ser popular.

Pienso que debería dejar de ser exclusiva de los extremos. Me refiero a que debería salirse un poco de los escondrijos intelectuales de revista independiente y también debería salir de entre las grietas de los márgenes y de los cuerpos, como el del muchacho aquel que sale solo a la calle con un cartel y nunca más ve la luz del sol.

Necesita invadir nuevos terrenos, nuevos cuerpos, apáticos por miedos o por privilegios, da igual. Necesita estar más en el medio, en el hoyo del meollo. Eso, necesita estar pegada como una canción en el inconsciente dormido de mi tía o de tu vecino.

Necesita, la disidencia quizá, apropiarse de las «oportunidades» que por décadas ha acaparado el sistema. El tema Patria y vida es para mí eso, una otra manera de hacer que la Disidencia esté Pegá.


Cántaro

Ya en Amazon Cántaro (Hypermedia Américas), el nuevo poemario del escritor cubanoamericano, crítico y curador independiente, Joaquín Badajoz (Pinar del Río, 1972).

«Cántaro es un libro experimental que incluye textos poéticos escritos entre los años 2004 y 2012, dividido en cuatro secciones ilustradas con viñetas originales de Ferret Vincench —y concepto de portada y guardas de Cepp Selgas», explica el autor.

El libro «hurga en los orígenes de la poesía, la religión y la política desde una perspectiva personal, un tiro de sedal que captura el pez gigante de la herencia y sacude el árbol atávico y ancestral de las familias. Entre sus secciones contiene una dedicada a limericks, epigramas y divertimentos, y cierra con un ‘mise en abyme’ en prosa titulado Cabezas como dátiles«.


Una foto por la libertad

El Movimiento San Isidro Miami, Cuba Decide y Somos + convocan para el próximo sábado 20 de febrero, a las 4:00 p.m. en el Tamiami Park de Miami (Cuban Memorial), a la demostración ‘Una foto por la libertad’.

Dirección: 11201 SW 24th St, Miami, FL 33165

«Quienes asistan tendrán una camiseta gratuita con el Martí de Carolina Barrero» (se refieren a la joven historiadora de Arte, miembro del movimiento 27N, a quien la policía política cubana le abrió un expediente recientemente por imprimir el José Martí que aparece en el cartel de esta convocatoria), apuntaron los organizadores.

«Nos haremos una foto para la historia y alzaremos la voz por nuestros hermanos en Cuba», añadieron los organizadores en la convocatoria publicada en Facebook.


Carolina Barrero: «La Seguridad del Estado me acusa por esta imagen impresa. Es un Martí hecho de estrellas, con el trazo de la ternura y del ensueño».



Concurso de Poesía ‘Dulce María Loynaz’ 2021

El proyecto Puente a la Vista y sus amigos convocan al Premio de Poesía ‘Dulce María Loynaz’ 2021, que se regirá por las siguientes bases:

1- Podrán participar todos los poetas cubanos residentes en Cuba o fuera de ella, a excepción de aquellos que hayan ganado el primer lugar de este concurso en anteriores ediciones.

2- Solo se podrá presentar un libro por autor, que tendrá que ser original e inédito, quedando excluidos aquellos que hayan sido premiados en cualquier otro certamen. La extensión mínima será de 1,500 versos, y la temática libre.

3- El original, a enviarse por correo electrónico (email), será encabezado con el título del libro y un seudónimo del autor. En un segundo archivo (datos del autor), adjunto al mismo correo, el concursante incluirá su nombre completo, dirección de domicilio, teléfono, dirección de correo electrónico y currículo.

4- Los libros se enviarán en formato Word y con tipografía a discreción del autor. Las obras deben ser remitidas al email [email protected] con el asunto o encabezamiento CONCURSO DE POESÍA 2021. De enviarse con otro asunto o encabezamiento en el email, serán descalificadas.

5- Las obras presentadas al concurso no podrán estar comprometidas para publicación ni participación en otro certamen. La utilización de formatos PDF u otros que no sean Word, o de ilustraciones o fotos junto a los poemas, implicará la descalificación de la obra.

6- Los autores serán informados de su participación en el concurso a través de su correo electrónico, tras recibirse sus obras.

7- Se otorgarán dos premios, un primer lugar de $1,000 USD y un segundo de $500 USD. El premio en metálico será único e indivisible en ambos casos e implicará, además, la publicación de la obra por Puente a la Vista Ediciones –con todos los derechos cedidos al autor de la misma– y 10 ejemplares gratuitos.

8- El plazo de admisión cierra el 31 de agosto de 2021. Los resultados se darán a conocer en octubre de 2021. Los organizadores no mantendrán correspondencia con los participantes y solo se dirigirán a los ganadores para anunciarles el resultado.

9- El jurado que analizará las obras a concurso estará integrado por escritores, críticos y/o editores radicados en la Isla y el exterior. Tras anunciarse los ganadores, se dará a conocer su integración.

10- El hecho de participar en este concurso implica la total aceptación de sus bases.


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