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Posnacional y poético: Gayol y el ser esencial

Los escritores Luis Leonel León y Manuel Gayol Mecías en el X Festival Vista de Miami

La otredad, el sueño, la mente, el amor, la fe, el inconsciente, el ego, el mundo, la poesía… estos y otros conceptos, o circunstancias, o estados de conciencia, son abordados en este nuevo libro con la profundidad y la elegancia que caracterizan la obra toda de Manuel Gayol Mecías, uno de los ensayistas más lúcidos, y originales, de la Cuba posnacional. Como apunta exactamente el autor en el prólogo, la idea es “saborear lo poético con el ser íntimo, reflexivo, con el ser y su relación con las cosas, con los otros seres y con el universo”. Porque, siguiendo el hilo de Gayol, aquí se trata de “rehacer una historia imaginativa” de la conciencia humana reconociendo su vinculación con la Conciencia Universal.

Se trata de diez deliciosos capítulos cuyos enunciados revelan por sí mismos la naturaleza esencial de Para una poética de la conciencia (Palabra Abierta / Neo Club Ediciones 2020), tan distante de la ensayística tradicional cubana: “Tú eres la otredad”, “Los demonios del sueño”, “De la mente poética y la ‘inmensidad’ (sobre Gaston Bachelard)”, “La fe y la voluntad de ser”, “La fina y sutil estructura de la mente. De la memoria y el inconsciente”,  “Conciencia poética en la levedad del amor”, “De la conciencia humana y el No-espacio-tiempo. La esencialidad del Ahora”, “De la felicidad a la soledad. La mente humana”, “El ojo inverosímil, la información y la oscuridad del mundo” y “El paisaje en el santuario”.

En cualquier caso, este libro refleja la enorme importancia de la conciencia como observador total, porque, apunta Gayol, “no solo permite la estabilidad racional del ego, su equilibrio ético y humildad, sino que además agudiza su inteligencia para tomar decisiones o hacer selecciones en las disímiles situaciones de la vida, y asimismo garantiza y mejora su propia evolución tanto en inteligencia como en conducta y principios”.


Amir Valle y un libro para la historia de Cuba

Carlos Alberto Montaner y Amir Valle en el XI Festival Vista

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Antes, este era un libro necesario que no se había publicado. Los análisis y la información estaban dispersos y fragmentados. Ahora ya es imprescindible porque se puede leer y consultar. Su tema es la censura en Cuba. Amir Valle, con su libro La estrategia del verdugo, se ha encargado de revelarle al mundo cuál es la verdad de este flagelo totalitario. Y la censura, todos sabemos, es tan antigua como el ser humano. Es histórica. Es lamentablemente humana. Siempre ha constituido un interés despreciable. Sirve para evitar que algo se divulgue, se sepa; evitar que se comparta con los otros para conveniencia de un poder. Por eso también, la censura es la antesala de la tortura (muchas veces el censurado pasa a ser torturado. Pero lo que sí pasa siempre es que a quien le aplican la tortura, ya de hecho ha sido censurado).

En el caso de Cuba y su “Revolución” de 61 años, la murmuración, la inspección y el dictamen contrario a lo que se escribía o decía políticamente fueron hechos importantes con lo que se empezó a degenerar la ilusión humanista de un acontecimiento histórico. Claro, primero fue el martirio, el suplicio y el tormento de la tortura; más tarde, los juicios amañados y la muerte, puesto que los fusilamientos comenzaron desde la misma lucha de los rebeldes en la Sierra Maestra, ordenados por Fidel y Raúl Castro, y siguieron aumentando de una manera horrorosa después del triunfo.

Pero hablando de la censura, que es el tema de este singular libro que nos ocupa, esta tiene sus tres variantes, sus tres distintas formas de aplicarse: la censura impuesta (por discursos, por decretos, por coerción, por amenazas y golpeaduras), la censura sutil (por lista negra, por eliminación de textos, por libros que no se pueden obtener, por libros y otros artículos que parecen haberse agotado y están almacenados en espera de su eliminación, etc.) y la autocensura (por esa lucha interior surgida en la mente de los creadores debido al miedo, por la autoflagelación, por el insilio, incluso, por la confusión mental debido a la propaganda, al pánico y a la ignorancia). Por supuesto, las tres maneras son psicológicas, pero la autocensura (la más perjudicial de todas) viene a ser profundamente anímica, espiritual, íntima, porque siempre trabaja desde el subconsciente.

Este libro de Amir Valle obtuvo el Premio de Ensayo Carlos Alberto Montaner 2019, otorgado en Miami en el XI Festival VISTA, y es un volumen que reviste una extraordinaria importancia debido a que, por primera vez, según el jurado, un autor presenta “la sistematicidad con que analiza el problema de la censura y todos sus derivados (simulación, etc.) en Cuba desde 1959 hacia acá”, y además, continúa el jurado:

Se trata de una seria panorámica intelectual de los ya casi 61 años de dictadura cubana. Es de notar que el volumen proyecta una atmósfera muy profesional por su exactitud y veracidad en los datos testimoniales, por su carácter sincero y honesto en el desarrollo de las ideas y por la lucidez estructural que enlaza a todos los subtemas. Este ensayo es de suma importancia debido a que nunca se había dado un criterio extensamente sistematizado del vergonzoso capítulo del fenómeno intelectual [de la censura] dentro de la dictadura.

El proyecto Puente a la Vista y su concurso de ensayos se ha anotado un rotundo éxito con la premiación y publicación de este libro, puesto que se trata de un texto que no solo puede brillar por sus análisis politico-literarios y sus claras posturas a favor de los derechos humanos, sino además porque es constitutivo de toda una parte significativa de la historia contemporánea cubana, cuando devela muchas de las tramas y dramas que han ocurrido en el ámbito intelectual durante estos 61 años de dictadura.

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Si vamos a ver, este libro se encuentra estructurado entre el análisis bien profundo del autor y la compilación crítica que el mismo autor preparó en busca de la veracidad de todos los tópicos que se analizan. En realidad, esto hace de esta obra más efectiva y más convincente, por otorgarle un valor testimonial impresionante y hasta excepcional. En este sentido de lograr el reconocimiento de lo justo y verdadero (aunque aquí deberíamos decir también de lo verdaderamente injusto) a través de testigos que ponen sus voces con dignidad, Amir cuenta ya con la gran experiencia de una obra anterior que tiene suma importancia histórica, como es el caso de su investigación de diez años sobre la prostitución y la droga en Cuba, publicada primero por la Editorial Planeta (titulada Jineteras) y después por Neo Club Ediciones (con el título de Habana-Babilonia). Esta investigación de años atrás le sirvió para darse cuenta de que un tema como el de la censura (que no solo prohíbe al pueblo su libertad de expresión y hasta de movimiento, así como todo tipo de flujo de ideas, sino que además acalla las voces y proyecciones de las artes y las letras), un tema como el de la palabra inconveniente, con las referencias humanas de sus testimonios, era de una crucial necesidad para hacer que la verdad se conociera siempre en las propias declaraciones y confesiones de los perjudicados, pues así el impacto de la realidad sufrida es mucho más convincente, porque es, en definitiva, el hecho contado por el doliente.

De aquí la estructura alternativa entre análisis y testimonios, declaraciones y confesiones a veces inusitadas o insólitas. Una estructura y contenido de este tipo se hace realmente innegable, pues nadie podría acusar al autor de haberse inventado estos hechos sobre una “Revolución” cuya asombrosa victoria del 1 de enero de 1959 degeneró en una sistemática consecución de errores, latrocinios e injusticias.

La estrategia del verdugo logra dinamitar así, definitivamente, toda la apariencia de que en Cuba no ha habido ni hay desaprobación ni reparo con lo que se escriba o diga. A partir de la publicación de este libro, el regimen queda desnudo de pretextos y de argumentos falaces que siempre ha empleado para ocultar su naturaleza retrógrada. Claro que sabemos que existen muchas más cosas que la dictadura siempre ha ocultado a su pueblo y al mundo, y que ya cientos de libros y miles de testimonios se están encargando de sacar a la luz pública. Pero en este caso, donde impera la reprobación, el reproche, el vituperio y la calumnia, todo queda aquí esencialmente expuesto, incluso en sus detalles.

Hay algo que no puedo dejar pasar por alto, por su envergadura, por su trascendencia, y es el hecho de que la cultura cubana es una sola, tanto en el país como aquella que está dispersa por el mundo debido al exilio, y no únicamente la que queda en la Isla. Por encima de todo tipo de jactancia “revolucionaria”, de la seudopolítica del poder; por encima de la mismísima estrategia, de mitos y espejismos del verdugo, todos (aquí, allá y acullá) somos cubanos, y lo que hacemos, para bien o para mal, evidencia a Cuba. Principalmente, todo lo que se proyecte en la creación del arte y de las letras refleja a Cuba, pertenece a Cuba y es, indefectiblemente, representativo de Cuba.

De esta manera, entre tantos testimonios, informaciones y análisis, la “cultura cubana como una sola” queda bien aclarada en este libro, y es también porque las prohibiciones no han sido solamente contra los artistas y los escritores dentro de la isla, sino, y primeramente, contra los creadores que se han marchado de Cuba, o que han huido o han sido expulsados. En realidad, ha sido una censura contra una buena parte de lo mejor de la cultura cubana, y no solo contra los enemigos de la “Revolución”.

Leyendo este libro puede saberse por qué razón el régimen cubano ha propiciado siempre la división no solo entre los que considera son sus enemigos, sino además entre todo aquello que le ha molestado para sus planes de dominación política. Pero asimismo de aquí sale un rasgo que relaciona, de manera directa, la “estrategia del verdugo”, Fidel Castro, con la decrepitud cultural de Cuba. Y en este sentido, encontramos que la condena de tener que escribir o decir lo que al castrismo le conviene es uno de los enlaces que tiene que ver con la supuesta division de la cultura, o ese hecho de querer hacer ver que la “verdadera cultura cubana es la que radica en la Isla dentro de la ‘Revolución’”. Esta fasledad también se encuentra dentro de los tres tipos de censura mencionados que, en mi opinión, existen en el caso del totalitarismo cubano, pues se relacionan con los exiliados y los inxiliados (los que en el interior de la Isla han sido desaparecidos como creadores).

Otro de los asuntos a tener en cuenta y que este libro trata de primera mano es la inusitada —por inútil— insistencia de convertir el arte y la literatura en temas exclusivamente de ideología marxista, referenciando así siempre que la libertad de expresión, como la libertad en todo, no es válida (o sea, no es realmente verdadera) si no se encuentra dentro de la “Revolución”, hacienda de la prohibición y del anatema (al igual que en la Inquisición) uno de sus mejores instrumentos para mantener el dogma del “poder revolucionario”.

Si de Historia se trata —tanto de las artes, las letras como de los acontecimientos políticos contemporáneos de Cuba—, La estrategia del verdugo, de Amir Valle, formará parte de la mejor colección de ensayos de la ya copiosa e importante bibliografía del exilio e incluso de los catálogos de estudios académicos que se hayan realizado fuera de la Isla. Con este libro queda demostrado, una vez más, la naturaleza dogmática del régimen castrista durante más de 60 años.


 

Más allá de la querella contra Danay Suárez

Danay Suárez

En los últimos tiempos el caso de la rapera Danay Suárez, por el post compartido en sus redes que desde un discurso religioso —en este caso cristiano— establecía similitudes entre la comunidad LGBTIQ+ y la pedofilia, con sobradas razones ha traído disímiles polémicas. Ya la más reciente está encausada por la querella presentada por el abogado Lázaro Arencibia, del Bufete Colectivo de Santo Suárez, en La Habana, a nombre del doctor Alberto Roque Guerra, quien solicita una sanción de multa para la artista.

El discurso compartido por Danay sin lugar a dudas es cuestionable por obviedades que imagino no tener que explicar en este texto. Llevándolo al plano de lo legal, es totalmente lógico y justo que existan mecanismos para que las víctimas ante un hecho de este tipo puedan denunciar si sus derechos y libertades han sido violentados. Si Cuba fuese un país donde los mecanismos judiciales funcionasen a cabalidad, la propuesta de llevar a la artista ante jueces no tuviese objeción alguna, y si los demandantes gozaran de razón o no ya eso lo determinarían las personas calificadas para ello.

El caso es que en Cuba los mecanismos legales no funcionan de forma que todo ciudadano pueda exigir ante juzgado el respeto de sus derechos y libertades. Ante esto es que se crea una indignación, vista claramente en redes sociales por parte de artistas, activistas y demás personas que incluso estuvieron opuestos al post de la artista en su momento, pero en este instante, se ve cierto extremismo y oportunismo por parte del demandante y las instituciones que lo están apoyando. Sin tener en cuenta que, días después de la publicación, la rapera en sus redes intentó hacer unas disculpas públicas para aclarar aspectos del post y de ella, tratando de arreglar de cierta forma lo que había generado.

Ahora, apartándome un poco del caso de Danay, pero sin alejarme del tema fundamental, que es lo relacionado con la homofobia y la discriminación. Recientemente fueron filtrados unos audios donde Yusimí González, directora del Departamento de Comunicaciones del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), quizás con otro enfoque pero de igual manera, se refería de forma discriminatoria a la presencia de voces “platinadas” en los medios de comunicación cubano, evidenciándose así la cara prejuiciosa de los medios estatales.

En el caso de Yusimy —que es el más reciente desde la postura institucional, pero no el único a lo largo de la historia—, por ser ella una funcionaria estatal, el Estado o la institución a la que pertenece es quien tiene la obligación de llevarla a un procedimiento y destituirla, pues esta persona tiene funciones públicas en el organismo encargado de comunicar e informar a la población. La televisión, radio y demás medios son accesibles a la mayor población del país sin distinción de edad, y que se manejen estas políticas por parte de los cuadros que la dirigen es bastante preocupante. Pero el caso de Yusimy no trascendió más que a unas disculpas públicas y una aclaración de los acontecimientos moderadas por el periodista oficialista Paquito de Cuba que ni siquiera llegaron a toda la población.

Ante estos dos casos expuestos surge una pregunta: ¿Por qué a Danay se le aplica el peso de la ley y toda la atención por parte de los demandantes y con Yusimí no se adopta casi o ninguna medida?

Alberto Roque Guerra, el demandante, es un médico intensivista del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, y activista defensor de los derechos por la diversidad sexual. En esta persona, integrada a los medios estatales, lo primero que se evidencia es que tiene acceso a mecanismos que la mayoría de los cubanos no tienen. Son muchos los testimonios de personas que han intentado recurrir a medios legales por los mismos casos, o parecidos, que se acusa a Danay y, sin embargo, no han tenido respuesta. Por ejemplo, Tania Bruguera, ante las disímiles difamaciones que ha hecho el Estado cubano hacia su persona, o Michel Matos ante el robo del Festival Rotilla que había creado. Sumados a estos ejemplos hay más ciudadanos que no han podido acceder a la ley ante injurias irrefutables. Por lo que es evidente que por parte de los organismos estatales hay selectividad con respecto a las acusaciones que proceden y las que no.

Según Roque Guerra, la causa de esta querella es lo ofensivo del post de Suárez pero… ¿acaso no es ofensivo también e incluso más preocupante lo planteado por Yusimy González, una funcionaria pública? Esta interrogante deja paso a entender que más allá de los derechos de la comunidad LGBTIQ+, el demandante Roque está emprendiendo una acción legal contra la artista. La razón no la sé. Pero obviamente no lo hace por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, pues si fuera el caso la querella fuese tanto para Danay como para Yusimy.

O lo que puede ser visto también como un acto cobarde del demandante que sabe que emprender una acción de este tipo contra una artista, por demás exponente de un género que ha sido bastante crítico con el sistema, es más fácil que emprenderla contra una funcionaria pública. Pues arremeter contra Yusimy equivale a arremeter contra el ICRT. Ya ahí la cosa se complica más y posiblemente hasta ese día Roque sea médico y activista dentro de Cuba sin que la Seguridad del Estado acose su paz y tranquilidad.

Hay otros aspectos a tener en cuenta, entre ellos que el discurso de Danay viene amparado por los preceptos del cristianismo. Aquí una vez más nos remontamos un poco al pasado y a los debates previos a la implantación de la constitución en 2018. Respecto al matrimonio igualitario, la Iglesia Católica de Cuba hizo una campaña bastante homófoba con el eslogan ‘Yo estoy a favor del diseño original’, y el Estado cedió a esta sin que nadie de los mencionados presentara querella ni batalla campal. Entonces es una hipocresía tanto por parte de Roque como por parte de las instituciones, con todos los precedentes que acarrea, que en estos momentos de pandemia, por demás, lleven a cabo el proceso contra la rapera, cuando Cuba desde 1959 a la fecha tiene un historial de homofobia espeluznante.

En medio de todos estos debates en redes sociales, también se ha visto una ola  de violencia preocupante por parte de activistas LGBTIQ+ que no precisamente están ligados al oficialismo. Pondré el ejemplo de Roberto Ramos Mori, uno de los organizadores del espacio La Marca, un estudio de tatuajes con espacio localizado en el casco histórico de La Habana, que además organiza otros eventos culturales de cierta forma alternativos.

En sus redes Robertico, como todo el mundo lo conoce, utiliza todo tipo de improperios para referirse a la artista y demás personas que rebatan sus tesis, catalogándola de estúpida y utilizando un lenguaje vulgar. Es como si tuviera la verdad incuestionable en las manos. Pero cuando se le pregunta por el caso de Yusimí, evita la conversación o se justifica. Su caso es bastante criticable aunque entendible, pues Robertico, en este caso, sabe que si pasa ciertos límites una de las cosas que estará en peligro será La Marca, una de sus entradas económicas. Aun así, quien pide igualdad y respeto no debe hacerlo transmitiendo odios y ataques, eso no lleva al cambio. Como me decía alguien, la solución para la democracia no está en Ojo por Ojo y Diente por Diente, sino en ser diferente al que en algún momento nos atacó.

Acatando lo antes mencionado, sale a relucir otro detalle. Este con respecto al Decreto Ley 370. Lo primero que digo es que este decreto es totalmente injusto y abusivo, pero, si se pusiese en práctica de forma imparcial, las personas que de igual forma han arremetido contra Danay ofendiéndola y diciéndole todo tipo de cosas deberían ser sancionadas, pues están atacando la moral y los principios de esta mujer. En cambio, no pasa nada, y una vez más tenemos la triste evidencia de que las leyes en la isla son implantadas a favor de la clase que las redacta y con fines específicos. Dejando a un lado el “con todos y para el bien de todos”.

Llevar a cabo esta querella, aunque Danay no reciba sanción, es un tema que preocupa a varios artistas, activistas y periodistas independientes dentro del país. Pues este hecho puede marcar un mal precedente para que otras personas sean sancionadas o penadas por emitir cualquier tipo de opinión y ejercer el derecho de libertad de expresión. Creándose así otra brecha para la censura y la represión. Es triste lo que aquí planteo, pero hasta que en Cuba no existan los mecanismos legales para que cualquier ciudadano pueda exigir sus derecho por violaciones, ya sea ante organismos gubernamentales u otros, llevar a juicio a una persona, mientras el Estado es quien primero viola los derechos, carecerá de justicia y sentido.

El tema de la homofobia en Cuba viene de cuando Fidel Castro, en sus discursos, atacaba a los jóvenes de pelo largo y tendencias “elvisprelianas”. Así que hasta Yusimy, que bien debe asumir las consecuencias de sus palabras, no debería ser atacada o tratada con violencia, pues ella constituye tan solo un resultado de esa discriminación estructural implantada por el gobierno. Primero hay que exigir al Estado que cumpla las normas para después exigirnos como ciudadanos.


 

Yoe Suárez: Una voz decantada

Yoe Suárez en París (2018)

Debo decir que a Yoe Suárez y a sus obras los conozco desde hace varios años porque ha participado en algunos concursos de los que he sido jurado. Es un escritor talentoso. Su voz muestra una perspicacia notable para escribir con gracia. No es común que alguien tan joven tenga una voz decantada.

En su libro El soplo del demonio, sobre violencia y pandillerismo en la capital cubana, Yoe transcendió lo anecdótico. Con ayuda de algunas fuentes conoció los resultados de estudios confidenciales que mostraban que desde la década de los años 1990 los cubanos han estado preocupados por el aumento de la violencia en las calles.

Y aunque los peores años de la crisis económica ya pasaron, hoy los ciudadanos perciben que hay muchos más crímenes que antes.

Hablar de pandillas y de criminalidad en las calles de La Habana es cuestionar y desmentir la versión del gobierno cubano, que en informes presentados ante organismos internacionales ha dicho que en Cuba no existe ese tipo de delincuencia. Y si bien el fenómeno no se puede comparar al de países como El Salvador o Guatemala, agobiados por las maras, es una realidad en la isla.

Yoe quiso publicar en Cuba, donde la mayoría de las editoriales están controladas por el Estado. Así que con El soplo del demonio estrenó su propia editorial: Boca de Lobo.

La casa editora le ha dado espacio a autores de no ficción, cuyas obras se consideran políticamente incorrectas. Ese trabajo y el que ejerce todos los días como periodista en Diario de Cuba y el portal narrativo El Estornudo, ha puesto a Yoe en la mira de los organismos de seguridad cubanos.

La represión de la que ha sido víctima Yoe coincide con la aplicación del Decreto Ley 370 que regula la informatización de la sociedad en Cuba.

La norma, en vigencia desde julio de 2019, impone sanciones a “quienes difundan, a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas”.

La persecución, sobre todo de la que ha sido víctima su familia, ha hecho que Yoe se pregunte si vale la pena seguir apostando por el periodismo independiente y por Cuba, el país con menos libertad de prensa de América, según Reporteros sin Fronteras. Por ahora cree que vale la pena seguir resistiendo y no piensa en marcharse.


Fragmento del podcast ‘Las nuevas voces de la literatura cubana’, de Akorde Podcast.


 

Ángel Santiesteban-Prats, Premio Internacional Václav Havel 2020

Los escritores Iván Duque (presidente colombiano), Ángel Santiesteban y Rafael Vilches en el marco del I Festival Vista de Colombia (2018)

El escritor independiente Ángel Santiesteban-Prats recibió este martes el Premio Internacional Václav Havel 2020 para la disidencia creativa.

El galardón, anunciado por Vaclav Havel Library Foundation, reconoce a un valiente escritor en zona de riesgo. Incluye un premio en efectivo de $5,000 y la residencia de un mes en la Biblioteca Vaclav Havel de Praga.

Coescrito por Angel Santiesteban, el guion de la película Plantados, una superproducción dirigida por Lilo Vilaplana, es lo más reciente del multipremiado narrador.

“Para mí ‒declaró el escritor citado por Cubanet‒ es un alto honor que el espíritu de Václav Havel me acompañe, salvando las distancias entre ese gran luchador por las libertades universales y yo. También es un estímulo importante que se reconozca el guion de la película Plantados, un esfuerzo descomunal de los cubanos que hicieron posible su filmación y que próximamente estará en los cines del mundo”.

Ángel Santiesteban (La Habana, 1966), escritor y bloguero, es autor de Dichosos los que lloran, Los hijos que nadie quiso y El regreso de Mambrú, entre otros libros. Su obra ha sido acreedora de galardones como el Casa de las Américas y el Premio Nacional de Literatura Independiente ‘Gastón Baquero’ (2016), entre otros. Su novela El verano en que Dios dormía obtuvo el Premio Internacional ‘Franz Kafka’ de Novelas de Gaveta en 2013, y en 2016 ganó el Premio de Narrativa ‘Reinaldo Arenas’ con El regreso de Mambrú. Premio Jovenaje 2014 a la trayectoria independiente.


 

Un nuevo evento de transición local

Un «candidato vacunal» (por vacuna). Un «nasobuco» (por barbijo o mascarilla). Un «nuevo evento de transición local» (por brote de Covid-19). Al castrismo no le bastó acabar con un país y casi con un continente. Quiere acabar también con el idioma estableciendo una especie de nacionalismo lingüístico (supongo que para ejercer la censura con mayor comodidad).

Así:

Una palabra cual truco
tenebroso en Cuba «brilla»:
A la pobre mascarilla
la ha violado un «Nasobuco».

O asao:

Si mascarilla ya había
y «nasobuco» no existe,
Canel te echó brujería:
¡de él fue que lo aprendiste!


 

De la reinvención del dolor

Los escritores Jorge Olivera y Julio Antonio Molinete en el Festival Vista de Miami

El dolor se mueve en círculos concéntricos. Cada cierto tiempo vuelve a ser el mismo de antes. El ciclo es continuo y en cada vuelta se reinventa. Siempre encuentra un motivo para lacerar el alma (el alma del poeta). A veces se simula dormido como un felino salvaje, para luego saltar velozmente y desgarrar a su presa.

Brújula quebrada (Neo Club Ediciones), el poemario del cubano Julio Antonio Molinete ganador del premio de poesía Dulce María Loynaz 2017, es eso: la reinvención del dolor. Verso a verso constituye la historia de una vida desgarrada por circunstancias que a veces parecen inverosímiles (de no haber vivido situaciones parecidas, diría que lo son). Una biografía signada por la persecución, el rechazo y el desprecio.

Pero más que un simple poemario personal, este libro deviene un pedazo de la historia contemporánea cubana. Esa donde los hijos de la Isla se ven obligados a escapar en pos de una libertad que se hace esquiva aun en tierras de libertad (es extraño tener que defender ese derecho delante de quienes quieren pisotearlo en un país como EE. UU. Los tiranuelos pululan).

Sin embargo, no es necesario conocer la historia no oficial de la Cuba de la última mitad de siglo para comprender lo que quiere trasmitir Julio Antonio. Su mensaje es universal, cotidiano en todos aquellos lugares donde las personas se ven obligadas a buscar otros puntos cardinales para sobrevivir. Universal también en el desgarramiento del adiós y en el comenzar desde el peldaño más bajo en el lugar de acogida. Universal en una época en que los humanos migramos como aves de estación.

Sabiamente estructurado de acuerdo con los principales puntos cardinales, hoja de ruta del autor, el libro deja el regusto de lágrimas, frustraciones, recuerdos que mejor sería olvidar. Es un volumen donde los seres amados vienen como en un retrato de lejana época y ocupan el puesto que les corresponde en el presente.

Asimismo es un poemario de logros y victorias alcanzadas a través y a pesar del dolor. La tierra añorada de ayer deviene en el hogar de hoy y a la vez trasmuta en el sitio donde la nostalgia por lo que quedó atrás le da apariencia de ferocidad.


 

Edén de la feracidad femenina, imperio de los machos alfa

Los escritores Pedro A. Junco y Jorge Olivera en el Festival Vista

“Que se narrara, lo que se dice narrar, eso debió hacerse en otro tiempo. Yo nunca he oído narrar a nadie”. La aseveración fue escrita por Rainer Maria Rilke hace algo más de un siglo. Pocos años después, Robert Musil puso en voz de uno de los personajes de su gran novela El hombre sin atributos, esta otra píldora: “Todo se ha vuelto ahora no narrativo”.

De modo que la discusión sobre lo que en literatura significa el orden narrativo no es una novedad de nuestros días. Lo que viene a ser nuevo en todo caso es el radicalismo de quienes descalifican a priori las narraciones lineales, o convencionales, sólo porque dependen de viejas técnicas que se mantienen vigentes (imponiendo su eficacia) desde siglos atrás, razón por la que algunos los consideran retrógrados y trascendidos por la modernidad.

Lo paradójico es que al margen de esa descalificación que hoy airean críticos y escritores de vanguardia, el lector medio, es decir la poca gente que aún lee por darse el gusto, continúa demandando por lo general aquel estilo que hizo época en el siglo XIX. No en balde la inmensa mayoría de los actuales best-seller son escritos con sus viejos recursos. Y no siempre best-seller es sinónimo de mala literatura. Eso por no decir que, desde que el mundo es mundo (y creo que seguirá siendo así hasta el Apocalipsis), las personas prefieren que les cuenten el cuento linealmente, desde el principio hasta el fin, y que de paso les den masticada la moraleja. Y es justo lo que hace la narrativa convencional. No digo que esto sea bueno o malo, sólo expongo el asunto tal y como lo veo.

Además, si lo he sacado a colación es únicamente porque acabo de leer una novela cubana que alinea dentro de ese orden narrativo digamos clásico, por lo que supongo podría ser de interés para muchos paisanos. Se trata de Muchachas en Río Blanco, de Pedro Armando Junco, publicada en Miami por Puente a la Vista Ediciones. Coincidentemente, en estos días el nombre del autor se ha visto con frecuencia en los medios, debido a su expulsión de la UNEAC, algo que los caciques de la Isla aplican como un castigo sin darse cuenta de que es lo mejor que puede ocurrirle a cualquier escritor serio del patio. O casi lo mejor, porque lo mejor sería no haber pertenecido a la UNEAC.

Esta novela recrea el nacimiento, auge y ocaso de dos pueblos -y de dos familias patriarcales- ubicados posiblemente en territorio cubano, aunque igual encajarían en cualquier otro país de Latinoamérica. También es probable que no sean sino metáforas, enclaves simbólicos, portadores de ideas más que de simples referencias históricas y geográficas.

Las dos familias fundadoras (y en la práctica, dueñas absolutas de estos dos pueblos), son los Sedeño y los Companioni, enemigos a muerte, así que representan el motor de la acción. En tanto las muchachas que enuncia el título de la novela son el eje de las más encendidas pasiones, objetos, al fin y al cabo, del poder machista que domina el escenario.

Historias de amor y de venganza, de rencorosas desigualdades sociales, de rivalidades entre hombres y entre mujeres, de velados hechizos y brujerías, de relaciones marcadas por el interés material y de proyectos que se desmoronan por arrebatadores enamoramientos. En suma, anécdotas y aventuras propias de la inveterada novela realista, siempre proclive a devolverle al lector la emoción del arte narrativo en sus etapas fundacionales, para lo cual también se vale del tipo de personajes y tramas con eficacia demostrada a lo largo del tiempo: El patriarca todopoderoso, cuyos caprichos son ley, el borracho, el jugador, el galán, las mujeres casadas que tienen hijos bastardos con los mandamases. Las fiestas que casi siempre acaban con broncas y tiroteos, las guerras intestinas por el dominio o por la vana soberbia, los pillos y advenedizos que se convierten en ricos, los trabajadores honrados, pobres y servidores sin remedio del poder, las peleas de gallos y las carreras de caballos, entre otras bravuconerías machistas potenciadas por el ron. Y todo dando vueltas en torno a las hermosas muchachas de ese edén de feracidad femenina que, según el narrador, es el pueblo de Río Blanco.

Fiel a la antigua tradición narrativa que la sustenta, la novela es pródiga en descripciones al detalle, que con frecuencia son interrumpidas para dar paso al afán aleccionador de algunos de los personajes principales, quienes se expanden sus reflexiones filosóficas o existenciales con tono didáctico, aunque a veces no carentes de gracia.

Porque sería preciso puntualizar que no son pocas las ocasiones en las que el autor de Muchachas en Río Blanco se salta el esquema de la antigua novela realista para añadir recursos de igual probada efectividad en otras tendencias narrativas. Pongamos, por ejemplo, el realismo mágico: “El día que lo enterraron, tal y como lo suplicó a sus amigos en sus últimos momentos de agonía, lo bañaron con cerveza clara y le colocaron veinte botellas de ron en el féretro, según él para los primeros diez días de cruce por la laguna Estigia”.

Creo que la publicación de esta novela en Miami es una buena nueva, sobre todo para ese tipo de lector cubano que antes mencionaba, que aún lee por darse el gusto, así que prefiere las narraciones sin grandes complejidades formales, que le cuenten historias interesantes, amenas, divertidas y fáciles de asimilar sin exprimirse demasiado la sesera.


 

Dónde pondrá la muerte su mirada

Los escritores José Hugo Fernández y Odalys Interián en el XI Festival Vista de Miami (foto de Wenceslao Cruz)

Ya en Amazon el poemario Dónde pondrá la muerte su mirada (Editorial Dos Islas, 2019), de la poeta y editora cubana Odalys Interián.

«Cada poema de este libro, cada verso, es síntesis apasionada del drama que sin duda debió sufrir la poeta», dice de este libro el escritor y crítico José Hugo Fernández. «Y es al mismo tiempo un venturoso intento por condensar lo más exquisito que se haya escrito en torno a la muerte, desde la Epopeya de Gilgamesh hasta hoy, lo cual no es poco y no excluye a ninguno de los grandes clásicos de todas las épocas».

«Resulta sumamente difícil sostener el pulso a lo largo de más de sesenta poemas dedicados a un mismo tema, sobre todo a un tema tan desgarrador como la muerte, sin que decaigan el ritmo ni el magnetismo de la obra. Se precisa no sólo de motivaciones bien hondas, sino de una profusión poética inagotable y realmente infusa, como la de Odalys Interián».

Reclaman investigación independiente tras muerte de Yosvany Aróstegui

John Suárez en una imagen de archivo

El Centro para una Cuba Libre denunció este martes la muerte del opositor cubano Yosvany Aróstegui en un hospital penitenciario de Camagüey -tras 40 días en huelga de hambre-, haciendo énfasis en la denuncia internacional.

«El director ejecutivo del Centro por una Cuba Libre, John Suárez, dijo a Efe que han comunicado el caso a las organizaciones internacionales de derechos humanos y están reclamando una investigación independiente sobre la muerte de Aróstegui Armenteros, quien había sido condenado a 15 años de cárcel por dos delitos comunes de los que siempre se declaró inocente», apuntó El Nuevo Herald.

En un vídeo publicado por el Centro para una Cuba Libre, Raidel Aróstegui Armenteros, hermano del opositor difunto, aseguró que el viernes 7 de agosto la Seguridad del Estado se comunicó con la familia para informarle que Yosvany había fallecido cuando llevaba 40 días en huelga de hambre.

“Las autoridades de la Prisión de Kilo 8 tienen un sistema de tortura para someter a los presos que se declaran en huelga: los aíslan y les quitan el agua, único sustento de cualquier huelguista”, señaló el Centro para un Cuba Libre citado por El Nuevo Herald.

“Mi hermano Yosvany Arostegui era activista de los derechos humanos (…) Él siempre me dijo que el día que le sucediera algo él se iba a plantar y que el segundo Zapata en Camagüey iba a ser él. Y así sucedió”, agregó Raidel Aróstegui en este video publicado por Free Cuba.


 

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