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Quebrar el Estado, una propuesta para liberar a Cuba

¿Es posible liberar Cuba sin un alzamiento masivo? Probablemente sí. Los influencers, las redes sociales, el activismo cultural, etc., han detonado un cambio de opinión, tienen preocupada a la familia “real” y han puesto a correr a un bando de guayaberas. Pero, aunque la denuncia es masiva, no desborda. Hay temor, hay apatía y es entendible.

Por otra parte, si bien el apoyo internacional resulta clave, un plebiscito es difícil de materializar. Un estado autoritario no regala terreno. Allí el mando es escalonado, no fraccionado; no hay partes, no hay opuestos autorizados a diferencia de Chile o cuando surgió el parlamento en Inglaterra.

La mayoría en Cuba no tiene claro que el gobierno es el obstáculo, una autocracia extractiva por excelencia. Muchos, crecidos en una misma biblioteca y con Marx de economista, probablemente no marquen “Republica Liberal” en ninguna boleta. No es que no vean la realidad, es que esta ha sido distorsionada.

Se necesita un plan concreto, algo que el gobierno sepa pero que no pueda evitar. Veamos esta sugerencia: Hay que tender un puente entre la banca exterior y el cubano de a pie. Hay que dejar fuera al Estado. Si el dólar queda en la calle podría desatarse una ruptura entre la primera y la segunda línea del régimen.

Unos breves detalles antes de exponer la idea:

No olvidar que ninguna sociedad ha tenido progreso sostenido bajo instituciones extractivas, esto es: donde una “elite” colecta, filtra todo y luego distribuye según rango a cambio de permanencia. Ver el imperio romano, el imperio español, el colapso soviético. Ver Cuba, la misma receta desde 1959. Siempre se arruinan.

Por otro lado, ya no tienen padrinos; el club de Paris les pide la cabeza y quedan pocos empresarios por engañar. La cúpula, la primera línea, sigue acaparando en cuentas privadas por si hay que correr, dejando a “Los Caneles” con muy poco para sostener la demanda (apenas tienen para la Libreta). Ahora, con el turismo de vacaciones y las remesas disminuidas, no encuentran otra que abrir tiendas carnadas, digitalizar el dólar para manipularlo y dedicarse al parasitismo a tiempo completo. Que el exilio trabaje.

No olvidar que llevan tiempo haciendo bicicleta con el ciclo de pago. Ejemplo: importan a 8, venden al pueblo a 20, luego, desvían 15. (Cangrejos, yates, meriendas para la represión, etc.) Resultado: solo quedan 5 para volver a comprar. En unos pocos ciclos se sobregiran. Entonces no hay liquidez, no hay crédito, la renta de capital humano decrece, pero no sueltan; el sector privado sique en jaque. El poder no se negocia.

Quieren los dólares del exilio, se quitaron el disfraz, pero los quieren en tarjeta, o sea, en el banco de ellos. El agente secreto CUC está en las gavetas del pueblo, ese papel de tablero de monopolio ya no les sirve. Para recogerlo tendrían que invertir los dólares que hoy no tienen. Además, el funcionario tiene que procurar que ninguna idea roce la estructura de poder. Nada de mercado libre, que después quiere ser libre todo el mundo. 

Bueno, vamos directo:

¿Cómo el pueblo podría acceder a dólares en efectivo?

Concertado con el Departamento de Estado  –si es posible – se abrirían cajeros automáticos en la Oficina de Intereses. Estos cajeros estarían dentro, para evitar reclamo de injerencia, tal vez donde se hacían las entrevistas. También podría utilizarse la Base Naval de Guantánamo, o cualquier otra sede extranjera que el régimen no alcance. Verdad que podría suponer un cuello de botella, pero ello podría blindar la cola. Cualquier sugerencia aquí es válida.

En principio no se necesitarían tarjetas, solo un código personal, no sea que la aduana declare a la tarjeta instrumento imperialista. Cada cubano, con previo autorizo del norte, podría abrirse una cuenta en un banco norteamericano o de cualquier otro país sin tener que viajar, por medio de una copia digital de su pasaporte o carnet de identidad.

Los fondos de estas cuentas tendrían múltiples entradas, un depósito inicial de un amigo o pariente de afuera, una venta a otro, quien le haría una transferencia, o incluso un depósito directo allí en Cuba. Sí, exacto: ir y depositar.

Podrían impedirlo, es cierto, si son pocos es probable que los declaren mercenarios y Serrano comience el ataque mientras los represores limpian el área. Pero creemos que serían muchos, millones de dólares en remesas se envían a cientos de personas en Cuba. Otros se abrirían también sus cuentas ya sea por ayudas de amigos o para transacciones del mercado informal. “Mi herma, conéctate y revisa que te envié lo del TV”.

Las personas irían allí a depositar o recibir su dinero. Para impedirlo, el régimen tendría que elaborar muy bien su campaña. Es cierto que pueden cercar el área pero, ¿lo harían si es numeroso el personal? Imponer algo requiere mayorías. ¿Lo harían cuando les urge que el dólar entre?

Una pausa: ¿Que incentivo tendría un cubano en abrirse una cuenta en un banco afuera? Primero, proteger el dólar que recibe o realiza en el mercado informal, mejor en un Citibank que bajo el colchón. ¿No? Segundo, depositar allí no implicaría cargos, dicen que lo que entre a la banca de MLC pierde un 3%. Sumado a ello, ir al cajero sería para extraer el corriente, el del mes en curso, lo demás queda en cuenta y lo podrían revisar en internet. Ah, ¿y si quitan internet? Casi seguro que no, no pueden comprometer el ingreso por recargas. Tampoco se les ocurriría prohibir el efectivo, perderían todo el que entra por avión.

Ahora bien, en paralelo, de forma espontánea, crecería el mercado informal (mercado negro), que es informal porque ha sido relegado a ello siendo todo lo demás estatal, dominio de la cúpula. Es cierto que es imposible dejar de ir a las tiendas del Estado, pero según nuestro cálculo sería solo para un 20 % del gasto familiar. La familia cubana consume mínimo un 80% de la calle, del campesino. A pesar de que el Estado ahoga al timbiriche, el mercado informal es más asequible, es el mercado real de Cuba. Llegaría un momento en que al régimen solo se le compraría aceite y puré de tomate. A este nivel ya estarían cuesta abajo, vendiendo los yates.

Luego, si el mercado informal absorbe buena parte de los dólares, se mantendría drenada la banca del Estado y muy probable afecte también las cuentas privadas de la “nobleza”. Una primera línea con menos fondos, como se nota hoy, podría reducir e incluso eliminar privilegios materiales a la segunda línea del régimen, entiéndase jefes militares de menor peso, jefes de unidades de policía, funcionarios de Lada  –en piezas– e incluso jefes de grupos represores. Ello podría quebrar la fidelidad de mando, el cumplimiento de orientaciones, de este segundo nivel para con sus jefes.

Dado el caso tendrían dos opciones: una, duplicar la corrupción; esa es tentadora pero de alto riesgo. La otra, comenzar una ruptura. Una posible ruptura, mental al inicio, luego de inacción o rebeldía, podría minar el aparato estatal y producir un quiebre. Esta segunda línea podría atomizarse o agruparse y aparecerían los opuestos en la oficialidad cubana. De ser numerosos, se puede dar un punto de no retorno.

Nuestra hipótesis hace coincidir dicho quiebre con una nueva y empoderada clase empresarial, además con una mayoría consumiendo del mercado real, no del Estado (ver los espárragos). Ello sumado a que pronto la primera línea perderá sus “históricos” y casi seguro surgirá el caos entre apellidos, cargos y cuentas pendientes. Si todo se junta, sin plata, se pueden dar a la fuga o pactar con el empresariado. Escenarios probables. Al menos hasta que se pueda establecer un consejo de transacción, y luego un andamiaje legal impersonal, un sistema jurídico, constitucional, así como fondos para policía y ejército imparciales, subordinados a poderes divididos.

Todo a partir de que las mayorías estarían incentivadas poco a poco a crearse y a utilizar sus cuentas afuera, con la posibilidad de efectivo adentro. Esto es, cambiar el dinero de manos.

Por supuesto que toda hipótesis está sujeta a variantes. Esta incluye que otras ideas la superen. Al menos los dólares en las manos correctas aniquilarían la escasez, y tal vez luego regrese la diversidad, un cambio de biblioteca, de normas de conducirse, de perspectiva; estos serían colaterales excelentes. Un cambio de sistema, ideal.

La nueva Cuba necesita la destrucción creativa de Schumpeter, cualquier apertura a la creatividad individual allí dejaría fuera a ese gobierno. El acceso abierto –de Douglas North– ahora es nulo, el lucro es perseguido y el movimiento político es asignado, a dedo. Desde 1959 no hay facciones. Tampoco reglas, intercambio impersonal  –de Hayek–, ello es hoy casi inexistente; impera el conocido o el vínculo con el poder. Solo el mercado informal muestra transacciones sin que las partes se conozcan.

Por último, creo que la afectación cultural es remediable, siempre y cuando se establezcan instituciones inclusivas, pluralidad económica y política, y se aprenda a convivir entre opuestos, donde a veces prima ceder. El asunto es institucional, no cultural: ver las dos Coreas, o Botswana vs resto de Africa, o Nogales, Arizona, vs Nogales, Sinaloa. En todos estos pares existe la misma cultura pero un desempeño diferente. Muy probablemente la futura Cuba no sea la excepción.


Waldo Balart

Waldo Balart e Idabell Rosales en el estudio del pintor en Madrid

El pintor y ensayista Waldo Balart, autor de Ensayos sobre arte (Editorial Betania), responde las cuatro preguntas esenciales de Puente a la Vista. Una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Cuéntenos sobre sus inicios creativos. ¿Qué le impulsó a pintar, y luego a escribir o viceversa, y cuáles fueron sus primeras obras?

Mis inicios creativos están bien definidos, en el New York de los años 60 y alrededor del Greenwich Village. Fui encontrando amigos afines con edades y necesidades similares y, muy importante, asistiendo a los museos, al MoMA principalmente, donde tenían en el vestíbulo a “La jungla” de Wilfredo Lam y dentro… ¡la gloria! Fue un privilegio poder tener este incentivo emocional. Naturalmente, esto ayudado por las inauguraciones de las exposiciones de los artistas, que eran espectáculos. Fue un privilegio no solo por poder participar en el nacimiento de movimientos como el abstracto expresionista y, años después –el tiempo lo aceptaremos aquí en un sentido cuántico–, el minimalismo, el pop art, el hard edge y otros tantos que comprendemos son manipulaciones de los agentes artísticos pero que constituyen la esencia de este mundo que componen no solamente los artistas sino los galeristas, los coleccionistas y otros amantes y aprovechados del arte. Condicionamientos que al admitir no debemos dejar que nos influyan en nuestra necesidad de comunicación precisamente contra estas manipulaciones, pero manteniendo la riqueza del vivir por delante de todo.

Fueron experiencias inolvidables. Éramos jóvenes, podíamos expresarnos y, naturalmente, nos podían usar como elementos dentro de un gran juego en el cual tienes la mayor parte de papeletas para perder. Pero eso no lo sabes cuando estás en ese gran espectáculo que es la vida. El riesgo es, al fin y al cabo, uno de los elementos claves del juego.

Conocí a otros artistas similares que me ayudaron en este sendero en el que aún participo. Acudí a la escuela de arte que funcionaba en el MoMA, uno de cuyos maestros fue Sol LeWitt, y compartí mi taller con el escultor Peter Forakis con la intención de recibir asesoramiento artístico. Fuera de estos quehaceres continuaba trabajando, aunque cada vez ponía más énfasis en mi labor artística, a medida que podía regular mis ingresos con el control de mis gastos.

Comencé con experimentos naturales y expresionistas y la primera obra que considero arte fueron lienzos sobre lienzos en un juego de creación y destrucción del espacio sensible basado en ideas de Albers y de Hans Hofmann, quienes impartían cursos en Princeton y New York que algunos de sus alumnos, como Nela Arias-Nisson, me facilitaban… Recuerdo los bares en el Village, como el Cedar’s Bar, a donde acudían los consagrados –entre otros, Willem de Kooning, de quien fui amigo, Franz Kline y Pollock cuando vivía– y, a una manzana de distancia, el Dyllon’s, a donde íbamos los principiantes como este servidor, Peter Forakis y su mujer Phyllis Yamspolski, Chuck Ginnever, el argentino Alejandro Puente –que disfrutaba de una beca Guggenheim y que fue gran amigo mío–, Mark DiSuvero y otros fijos o eventuales, como es el caso de César Manrique, a quien llevé un día contra su costumbre de no beber. O más tarde el Max’s Kansas City en el Lower East Side, que estaba a una manzana de mi casa, donde conocí a Andy Warhol. Con él mantuve una buena amistad y participé en tres de sus películas.

La cultura no es solamente búsqueda intelectual, es importante la vida en el sentido de utilizarla o, en otras palabras, vivirla. Considerando su esencia como la de un tejido emocional del que el riesgo, que ya mencioné anteriormente, es parte fundamental. ¡Hay que  atreverse e involucrarse totalmente! En el sentido de Heráclito: nadar en el río de la existencia… y a veces hasta atreverse a nadar a contracorriente.

A escribir comencé en Madrid, donde, entre otras cosas, por dos años redacté unos comentarios semanales en el periódico de arte El Punto, que constituyen la mayor parte de los textos publicados en mi libro Ensayos sobre arte, de la Editorial Betania. El otro ensayo que he publicado es La práctica del arte concreto, en la editorial Aduana Vieja.

Defina o mencione, por favor, aquello que el público descubrirá, o conocerá, a través de su creación.

La esencia de mi arte concreto. Y creo que toda creación artística en general es un vehículo para inducir al usuario de la obra de arte a buscar su propia necesidad sensible. Y no para producir un mensaje específico, que sería propaganda y es lo que utilizan los regímenes totalitarios como Cuba, aunque actualmente han aprendido y manipulan el arte para esconder esta opción (aunque autores muy destacados como Tania Bruguera o El Sexto, que expuso en Miami, constantemente alertan sobre estas actuaciones).

Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que le hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

El hombre y la gente y La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. La peste y El extranjero, de Camus. Y a Wittgenstein, que me ha llevado a pensar en la filosofía y en la vida como lenguaje y a través de él seguir en el camino del conocimiento, que no tiene fin. Ese es su mayor mérito. Debo hacer hincapié en que he leído a estos autores como un absoluto lego en filosofía, pero ansioso de hallar verdades allí donde las pudiera encontrar. Considero a esos autores completos artistas de la ciencia, es decir, individuos capaces de comunicar a nivel general los misterios más complicados. Casi diría que son poetas de la filosofía. No puedo terminar sin mencionar de manera especial a mis poetas de cabecera, entre los que destaco a José Mario, víctima del castrismo.

A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es lenguaje abstracto?

Me referiré a mi ensayo La práctica del arte concreto. En la introducción digo, en relación a la finalidad u objetivo del artista como tal, que la percepción del mundo a través de nuestra conciencia varía en cada uno de los paradigmas en que distinguimos nuestra cultura. Y continúo comentando que, dentro de cada uno, tanto el sentido de asociación como el pensamiento lógico dan un cierto orden a todo el modelo de realidad que percibimos y que en cada etapa nos conduce a la esencia de la experiencia consciente real.

Traigo este pensamiento a colación porque lo que realmente me estás planteando es el cambio drástico del paradigma analógico al digital, que precisamente denomino “paradigma sensible global, de información instantánea”. Haciendo una síntesis dramática, en el sentido de que estoy comprimiendo un pensamiento muy complejo, describo el holomovimiento cuántico como el de un nuevo orden y expreso que los conceptos de espacio-tiempo ya no tienen validez: en cualquier elemento del universo se contiene la totalidad del mismo –una totalidad que incluye tanto materia como consciencia–, y aquí entramos en el mundo de la especulación científica, intelectual y sensible: un mundo onírico hecho realidad que ni las más osadas ideas metafísicas y místicas pudieron prever… ¿y no significa esto que hemos accedido al mundo de la información?

Y este mundo que describo precisamente es al que creo que que aludes. Como que la vida es lenguaje abstracto, resumiendo me referiría a la interpretación de Copenhagen, en la que los físicos Niels Bohr, Werner Heisenberg y Edwin Schrödinger plantearon la racionalidad de la nueva realidad cuántica, la cual estaba basada en los experimentos y ecuaciones de la mecánica cuántica. Cuestionaban el sentido común hasta entonces considerado como válido y universal… ¡Armando, pura información!

Y en relación al lenguaje, aunque lo hemos soslayado anteriormente, habría que considerar la diferencia entre lenguaje abstracto y concreto. Mi trabajo, al fin y al cabo, apunta al lenguaje artístico, en el que estoy completamente convencido de que utilizo un lenguaje concreto… ¡No me pidas más, amigo!


“Instalado en Madrid desde los años 70, este artista es uno de los referentes del arte geométrico en España”, explica la página Kedin Madrid sobre el pintor cubano Waldo Díaz Balart (Waldo Balart), nacido en Banes, Holguín, en 1931. Su pintura puede disfrutarse en el MoMA de Nueva York, en el Reina Sofía de Madrid, en el Museo de Arte Contemporáneo de Paraguay o en el Sammlung Grauwinkel de Berlín. Es considerado un exponente fundamental del Movimiento de Arte Concreto, con estudios de arte en el Museum of Modern Art de Nueva York entre 1959 y 1962. Reside en Madrid.


Mantenga su cerebro a salvo

El coronavirus puede provocar la muerte por:

Derrame cerebral

Ataque cardíaco

Shock séptico

Fallo renal, etc.

Pero también puede afectar la salud mental indirectamente, tras una larga exposición a Facebook y otras redes sociales. Si usted presenta alguno de los siguientes síntomas (es decir, si le asaltan a menudo esta clase de pensamientos o “descubrimientos”) debe acudir a un especialista:

a) El Covid 19 es parte de un complot dirigido por Bill Gates para vacunar a la población mundial e implantarle chips de localización

b) El Covid 19 en realidad no existe, es una conspiración “globalista” o del “estado profundo” para implantar el socialismo (conspiración coordinada por el Dr. Antony Fauci, miembro secreto “iluminati”)

c) Las tasas de mortalidad y contagio del Covid están superinfladas, la mascarilla afecta la salud y la distancia social enloquece

d) El coronavirus es una tapadera para encubrir una enfermedad relacionada con la instalación de la tecnología 5G

e) El Covid 19 es un virus extraterrestre. Lo trajo una bola de fuego que cayó en el norte de China en octubre de 2019

Cuide su salud mental y la de los suyos. Mantenga su cerebro a salvo.


‘La heredera’, de Fleur Jaeggy

Fleur Jaeggy

La inefable suiza Fleur Jaeggy es una escritora de culto en Europa, aunque para nuestra pérdida no es suficientemente leída en América. No me tiembla el pulso para ubicarla entre los más interesantes creadores vivos de la literatura universal. Este cuento pertenece a su excelente libro El último de la estirpe, del año 2016.  

La heredera

Hannelore, una niña sin vivienda fija, es la única testigo de un incendio en el apartamento de la señorita Von Oelix. Una tarde modesta y gris. Vítrea. La señorita es una mujer amable, marchita, muy sola. Y la soledad la había vuelto aún más amable, casi se excusaba. Las personas solas temen muchas veces hacer visible su soledad. Algunas se avergüenzan. Las familias son tan fuertes. Tienen a la publicidad de su parte. Pero una persona sola no es más que un pecio. Primero lo llevan a la deriva, luego lo dejan naufragar. La señorita Von Oelix vive en un hermoso apartamento. La señorita come poco, es estrictamente vegetariana. Hannelore acaba de regresar de la compra. Tiene diez años. Ejecuta las órdenes de la señorita con precisión y alegría. Se alegra de servir. Se ha aficionado. Aquella tarde, el aire estaba volviéndose sofocante. “Estoy a punto de desmayarme”, dijo la señorita Von Oelix. Por suerte estaba la niña. Tan calmada, tranquila, no presa del pánico. Habría llamado a los bomberos. Las llamas son rápidas. Como en un juego, el fuego iba rodeando a la señorita. Hannelore se ha puesto un turbante de lana en la cabeza. Sus manos están cubiertas de trapo, como si llevase guantes de boxeo. Ella también está jugando. Esquivaba las llamas con agilidad, se ayudaba de una manta de lana como escudo. La adorable pequeña guerrera. El apartamento está medio destruido. La niña no ha llamado a los bomberos. Caen los retratos. El incendio, piensa Hannelore, exhibe su vocación aniquiladora. La palabra vocación, dijo a las llamas en un tono resabido, te concierne a ti –fuego– porque cada cosa tiene un impulso primordial muy suyo que desencadena nuestros actos. El fuego no es el criminal. Es Dios quien envía las llamas al apartamento con los muebles Biedermeier. Hay imágenes con un corazón en forma de llama. Él es el que ha encendido el fuego. Las ánimas son peligrosas. A menudo inflamadas. La niña tenía ganas de predicar, pero le faltaba el aliento. Las llamas la excitaban. Corre de una habitación a otra, ebria de peligro. ¿Quién es ella para impedir el destino destructor? Sólo Dios puede hacerlo. Dios ha ordenado la total destrucción de la casa. Ella lo sabe. Hay algo más grande por encima de nosotros, en los lugares ocultos que ordenan a las llamas apoderarse de cualquier aliento vital. Ella es indigente, hija de desconocidos, sin esperanza. No puede invocar. Ella no posee nada. ¿Cómo puede ella invocar la gracia? Quien nada tiene, nada en absoluto, no pide. No tiene siquiera un pasado. Ni un nacimiento. Ha salido del desecho y al desecho regresará. Ha salido del cenagal de los muertos. Y regresará al cenagal. Por eso la acogió la señorita. Entonces, ¿por qué apagar las llamas enviadas por un designio supremo? Además, se estaba divirtiendo. Por vez primera en su miserable existencia. Para nosotras, criaturas de las calles, el instinto es nuestra morada. Y un total descuido del bien. Y, muchas veces, cuando le apetece, el mal es la mejor forma que el bien más alto puede asumir.

La querida señorita Von Oelix consideraba a la niña una hija. No había podido adoptarla por ser núbil, pero le había legado su patrimonio. Y un día se lo dijo a la niña, que ya se maquillaba mucho. Sobre todo los párpados, una henna cobriza. Era atractiva. Como tantas niñas vestidas y maquilladas de mujer. Eso sí lo había notado la señorita. La miraba mientras se vestía. Y Hannelore lo hacía lentamente, casi como una profesional. Para complacer a la señorita. “Hanne, tú serás mi heredera”, le había dicho. La señorita estaba sentada a su escribanía de madera rubia. Una luz clara, esa también Biedermeier, monótona, sobre la hoja de papel con sus iniciales en cursiva, azul pálido. Quiso imitar el papel de cartas de Djuna Barnes, que en cambio era blanco. Al parecer Djuna mostró cierta obstinación por ocultarse, en algún momento de su vida, cuando, en su habitación de Patchin Place, estaba rodeada de incontables frasquitos medicinales y llevaba una bata azul. Y parecía más alta de lo que era, el aire autoritario. De modo que su nombre quedó impreso blanco sobre blanco. Así la señorita Von Oelix, con su caligrafía pequeña, ordenada y afectada, escribió unas pocas líneas. Manifestando su voluntad. Su estado de ánimo era el de la ebriedad. La ebriedad de poder dejárselo todo a aquella desamparada. No, como había pensado, a un nombre cualquiera del listín telefónico. Además, eso ya se había hecho en una película. O a la tortuga. Había leído acerca de un señor que se pasaba el día en su habitación mirando por la ventana a una tortuga en el jardín de abajo. Y la tortuga le devolvía la mirada. Durante años se hicieron compañía. La tortuga se convirtió en su heredera. La cifra era sustancial. La señorita no encontró la tortuga, pero sí a la niña. Todo terminaría tal vez en manos de una delincuente. No era ninguna tonta la señorita Von Oelix. Sabía a qué se enfrentaba. Sabía qué quiere decir acoger a una presunta huérfana, quizás una criminal. Y sabe que actuar con buen fin conduce a veces a la desgracia. Pero el objeto del supuesto buen fin es un amabilísimo y graciosísimo ejemplar femenino, adolescente. Hannelore estaba llena de buena voluntad. Ayudaba a la señorita, reía y cantaba. Y, cuando la señorita la llamaba baby, se acurrucaba, se dejaba acariciar y ronroneaba. La niña tenía voluntad. Una voluntad y una determinación enormes. Quería la destrucción de aquella mujer que quería su bien. Destruir mediante una maldita gloria. No quiere dinero. Destruir. ¿Acaso debiera contestar a un ridículo porqué? Porque todo el mundo cree que hay un porqué en los gestos o los impulsos humanos. Una razón. Pero cualquier pretexto es incitante. Sin motivo. Furia, santidad, aburrimiento. La niña veía sus pensamientos en los cristales de las ventanas como insectos llenos de sangre en las paredes de una habitación. Sus pensamientos lejanos, sueltos, como si fueran de otros. Destruir el universo. Nada tiene importancia. ¿Qué importa pensar? Pensar es inicuo. No complace a Dios. La creación es una forma de destrucción. Y cantaba el Stabat Mater, que le había enseñado la señorita. “¿Tiene calor, señora?”, preguntó Hannelore. La mirada triunfante y malvada. Las llamas asaban a la señorita como un animal sacrificado. No era tan distinta de uno de esos al espetón. La señorita no sentía dolor. Mientras las llamas la envolvían sintió una terrible nostalgia. Por aquello que no tenía. Por aquello que nunca tuvo. No temía a la muerte. La nostalgia –o tal vez la desesperación por la nada– era tan intensa que la muerte le parecía leve. Las manos, cual pinzas de un crustáceo, apretaban un puñado de cenizas.


La muerte del Dany, entre el miedo y la sospecha

El parte médico oficial aseguró que el cantante de reguetón Daniel Alejandro Muñoz (Dany) murió en Cuba, en la mañana del pasado 18 de julio, a causa de una afección cardiovascular aguda, pero Yomil Hidalgo, quien compartía escenarios y grabaciones, matizó el fallo con un video que circuló en las redes sociales donde asevera, entre lágrimas, que el deceso se produjo por negligencia médica.

Esto no anula lo que se plasmó en el acta de defunción, pero sí expone el desastroso estado de los servicios médicos, un fenómeno que no se circunscribe al hospital capitalino Calixto García donde tuvo lugar el hecho.

La red hospitalaria nacional se caracteriza por una pésima gestión que provoca un indeterminado número de muertes cada año. La falta de higiene, la indolencia de una parte de los galenos y el personal de enfermería y el estado ruinoso de las instalaciones, son hechos incontrastables.

Así que el punto de vista de Yomil no es una distorsión gratuita del episodio. Existen razones para sospechar que hubo un mal proceder desde que el artista llegó al hospital. De todas formas, se puso en marcha un proceso investigativo que debe servir para aclarar los verdaderos motivos del fatal desenlace.

Es iluso esperar una mejoría notable en este ámbito. Las cadenas de disfuncionalidades solo se acaban o se reducen con un intenso programa de inversiones, que ayuden a restaurar y equipar debidamente cada centro, pagarles salarios dignos a los trabajadores y optimizar las condiciones laborales, y eso no es factible por múltiples razones que van desde el férreo bloqueo interno liderado por los jerarcas del partido único hasta el reforzamiento del embargo desde que Donald Trump se convirtió en el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos.

Es obvio que sin una economía sólida no puedan brindarse servicios de salud que cubran las expectativas de los pacientes. El reconocimiento de Cuba como potencia médica es una barrabasada, un ultraje al sentido común.            

De vuelta al tema de la publicitada tragedia, pienso que las pesquisas en curso, y un hipotético fallo a favor del punto de vista del entrañable amigo del occiso, ayudarían si acaso a una corto y relativo alivio del problema.  El relajo va a proseguir con sus aciagas consecuencias sin que haya alborotos mediáticos y mucho menos órdenes para iniciar investigaciones policiales para determinar si hubo uno o varios deslices profesionales.

El Dany era una estrella del género que se ha impuesto en el mercado internacional de la música, al margen de los cuestionamientos y rechazos. No era uno de esos jóvenes que a duras penas sobreviven entre las ruedas dentadas del socialismo que les prometió la felicidad plena.

Es harto conocido que alcanzó, junto a Yomil, una relevancia que sobrepasó las fronteras nacionales.

Por otro lado, no faltaron los choques verbales entre algunos artistas que exigían un mayor protagonismo en defensa de una inmediata aclaración de los motivos del fallecimiento y otros que se cuidaban de traspasar la delgada línea de lo permisible en un escenario tan politizado como el cubano.

Meterse en líos con la policía política por emitir algún criterio es un asunto que se evita al máximo y no solo en el gremio artístico.

La mayoría de los cubanos se cuidan de no llegar a esos extremos. Esta vez, como era de esperar, hubo un derroche de moderación. Nada que perturbara la versión oficial de la muerte, tal y como lo hizo Yomil.

Al final, muchas condolencias a la familia, temas musicales de recordación y despedida y cero alusiones al cada vez más patético sistema de salud pública que pudo ser la causa de que el cantante esté bajo tierra.

Son muchos los que identifican a la doble moral como un mal necesario dentro de un entorno de miseria permanente, delaciones, miles de policías con uniforme o encubiertos y esperanzas con epitafio.

Ningún músico quiere perder los privilegios de entrar y salir del país, ofrecer conciertos y grabar sus temas sin las molestias de algún policía pisándole los talones o los humillantes efectos de un boicot permanente supervisado por un alto funcionario del Ministerio de Cultura.

La gran mayoría de los artistas han aprendido las reglas del juego. Se amoldan a las circunstancias o se van sin boleto de regreso.

Hay que hilar fino en los dominios de una dictadura. Un resbalón puede ser el paso previo a la muerte en vida.

Quizás sin darse cuenta Yomil se extralimitó con sus declaraciones. A lo mejor va y en algún momento pide disculpas. Todo es posible bajo la sombría cotidianidad del miedo y la sospecha.   


Roberto Quiñones Haces, sin respuestas del Vaticano

Tras cumplirse diez días de la entrega al papa Francisco de un documento abogando por la libertad del escritor y periodista católico Roberto de Jesús Quiñones Haces, preso desde hace casi un año en Guantánamo, el Vaticano se mantiene en silencio.

22 organizaciones defensoras de los Derechos Humanos y medios independientes cubanos enviaron a Francisco el pedido de que intercediera ante la dictadura cubana por el también abogado independiente.

La misiva enviada al Vaticano «expone las causas de la injusta condena de Quiñones y su difícil situación dentro de las cárceles cubanas desde hace diez meses». Los firmantes solicitan que el papa «intervenga ante el gobierno cubano para la excarcelación inmediata del periodista, reclamada por varias instituciones internacionales y casi 2.000 personas en una campaña en Avaaz».

«Quiñones Haces, de 62 años de edad, padece de hipertensión arterial, glaucoma, asma y psoriasis, lo que lo coloca en riesgo ante la pandemia de la COVID-19», apunta el documento.

La solicitud también fue entregada físicamente el 18 de julio «en la Nunciatura de la Santa Sede en Cuba, a la Conferencia de Obispos Católicos, al cardenal Juan de la Caridad García en el Arzobispado Metropolitano de San Cristóbal de La Habana y al obispo de Guantánamo-Baracoa, Monseñor Silvano Pedroso».

Firmaron el documento:

  • Convivencia
  • ADN Cuba
  • Otro Lunes
  • Diario de Cuba
  • Palabra Abierta
  • La Hora de Cuba
  • Cubanet
  • Observatorio Cubano de Derechos Humanos
  • Yucabyte
  • Cubalex
  • Observatorio de Libertad Académica
  • CADAL
  • Sarau das Americas
  • Programa Cuba
  • Mesa de diálogo de la juventud cubana
  • Libertad Cuba Lab
  • Puente a la Vista
  • Institute on Race, Equality and Human Rights
  • Asociación Pro Libertad de Prensa
  • Instituto de Artivismo Hannah Arendt
  • Foro Patmos

Alexis Rosendo Fernández

Los poetas Alexis Rosendo y Rodrigo de la Luz en el Festival Vista de Miami

El escritor Alexis Rosendo Fernández responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Respecto a eso, recuerdo un soneto de Shakespeare que decía más o menos así: “el hombre es el único animal que sabe lo que es, pero no lo que puede llegar a ser”… Y digo esto, porque mis inicios se fueron dando a través de las circunstancias. Me graduaba en 1987 de técnico de laboratorios, pero me fue imposible encontrar trabajo en La Habana de esa época. También me fue imposible entrar a la Universidad de la Habana, aun recorriendo cátedras de Química, Física (y menos de Historia del Arte; recuerdo que en estas dos últimas me ‘sugirieron’ como requisito estar afiliado a la “Juventud comunista”; nada nuevo, era lo de entonces…). Así que tuve que hacer varios trabajos para ganarme el pan y en mis ratos de ocio me exigía una superación personal, bastante rigurosa, a través de la lectura. Recuerdo entre otras cuando leí El Quijote, casi termino el primer tomo en solo una madrugada. Tuve muchas lecturas así… Recién en 1987, escribí mis primeros versos, malísimos, pero luego de un año fueron mejorando; algunos de los que sobrevivieron a esa época están editados en mi primer libro En el corazón de una frambuesa. Otra –para mí– fuente de crecimiento fue mi afiliación a la Sociedad Teosófica de Cuba y las prácticas de meditación yoga. Con juventud todo es una aventura. Luego de llegar a Miami, en 1996, poseía un conocimiento bastante sólido sobre estos temas. Más un pequeño cuaderno mecanografiado bajo el brazo que con el tiempo se convirtió en mi primer libro, antes mencionado.

Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

Debido a mis propias investigaciones sobre el terreno metafísico y lo universal en el campo de la literatura, creo que el lector podría encontrar mucho de: Entre lo puramente terreno y lo insospechado del espíritu; entre lo que creemos ser y lo que verdaderamente somos; entre la caída y la elevación del ser humano. Entre la más oscura desesperación y la esperanza infinita. También hay humor, crítica, inconformidad y una rebeldía que va siempre de la mano de la razón… La inspiración la he encontrado precisamente en medio de esa brecha. Desde muy joven he admirado a grandes hombres que han sabido llevar al mismo tiempo el valor y la humildad. Por lo que pienso que quien se precie de ir tras la poesía debe ser un hombre amante de la libertad y poseer un gran valor para poder adentrarse por dicha brecha, corriendo el riesgo de quedar atrapado para siempre. Porque la poesía, como cualquier creación artística, nos ronda al plantearnos seriamente las preguntas fundamentales de la existencia: ¿Qué somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?  

Por otro lado, nunca me ha gustado ceñirme o encasillarme en un solo estilo o forma específica de creación; he tratado de tocarlas todas, como todas las estructuras poéticas. Desde el haiku, el soneto, la décima –aun la campesina y humorista. Sin despreciar la rima en contra del verso libre o viceversa… Los temas son siempre los mismos; lo que cambia son las modas de los tiempos. Quizás debido a mis estudios orientalistas, y de religiones comparadas, en mis libros no paso por alto todos esos temas que siguen estando hoy dentro del ideario del mundo. ¿El centro de todo?  Pues siempre es el hombre, el hombre y su realidad. El hombre que ama y, por tanto, sufre; el hombre que lucha, que crece, que espera, que vive y muere ante un universo siempre por descubrir.

Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que le hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

Sería injusto solo mencionar tres autores que me hayan influido, me han influido muchísimos libros y autores. Pudiera citar unos veinte o treinta entre narradores y poetas… De los poetas de Cuba: José Martí y todos los poetas de la generación de Orígenes. Entre estos últimos siempre he sentido predilección por Eliseo Diego y Lezama. Del extranjero recuerdo haber devorado a los veinte años una traducción bilingüe de T.S. Eliot, como una colección de poetas franceses, ingleses (de la que recuerdo y luego leí por separado a Mallarme, Baudelaire, Rimbaud, John Donne, Blake y Yeats, por ejemplo). Pero me siento identificado con muchos otros como Catulo, Ovidio, Whitman, Góngora, E. Pound, Dylan Thomas, Joaquín Pasos, Nicanor Parra, Uribe, etc. ¿Libros? Recuerdo con gran cariño El ciervo, de León Felipe. Los cantos pisanos, de Pound. Y una colección –también de esa época– de Pedro Salinas. (Ernest Hemingway, que ha pasado como el gran novelista que fue, también –a mi entender– fue un extraordinario poeta, pero hoy es muy difícil conseguir su poesía).

A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

Soy un aficionado de la física teórica, la cual me place comparar con las filosofías de los Vedas de la India. Yo pienso que la vida –no solo respecto al humano, sino ‘macro estructuralmente’, es y seguirá siendo un enigma. Quizás en este estado de conciencia no la podamos entender del todo, lo que no nos imposibilita pensarla y hacer expresión parcial de ella. Y ahí es donde entran las artes y en particular la literatura. Porque esta –la literatura – es una de las formas de re-crear la vida, de tratarnos de explicar “lo que sucede” y el “por qué de las cosas” que le acontecen al ser humano a través de su existencia –solo o entre otros (lo que denominamos sociedad). Esto, que de alguna forma sigue y seguirá siendo “un misterio” para él. Como, a su vez, lo es él para sí mismo.

Estructuralmente hablando la composición del universo material puede ser comparada a lo que hoy esas ciencias –que rozan en teoremas místicos y de gran elevación artística y filosófica– llaman “holograma”. Creo que esto le hizo ganar una serie de premios y reconocimientos a un gran físico moderno llamado David Bohm. Pero, siguiendo el hilo de la pregunta, no solo existe el lado “estructural” en lo que llamamos universo o realidad material. También podemos ver que coexiste el lado de la “psique” (inteligencia, memoria, sentimientos, emociones, vislumbres y recuerdos imposibles a veces, que nos incitan a adentrarnos en la pregunta de la existencia de algún truco o “un más allá”).

En ese punto es donde cabe el concepto a que aludes de “Información”. Al que la filosofía india llamaría “Purusha” –casi siempre traducida muy linealmente como “espíritu”, en conjunción con su contraparte “Prakriti”, o materia primordial. Pero más allá de estos dos conceptos básicos, existe el Verbo (Vach, en sánscrito) o la Palabra –el oxímoron de los griegos, la unión de los opuestos–, con la que, según las tradiciones antiguas, Dios crea y organiza su creación. Y luego los hombres conforman sus lenguajes para nombrar y ordenar todas las cosas… Lo que nos lleva de vuelta a responderte afirmativamente tu pregunta porque, bajo estas pautas, el Universo puede ser comprendido como un poema enorme en constante construcción.


Alexis Rosendo Fernández nació en La Habana en 1969. Es poeta y conferencista de Filosofía Vedanta de la India. Presidente y Fundador de la Asociación Ramakrishna Vedanta de Miami (2002-2006). Entre sus libros publicados figuran ‘Verbum’, ‘Poemas para Yolanda’ y ‘En el corazón de una frambuesa’. Reside en Estados Unidos.


Sigfredo Ariel (1962-2020)

Hoy, 26 de julio de 2020, nos llega la mala noticia: murió, a destiempo, y de improviso casi, allá, en La Habana, Sigfredo Ariel, Sigfredito, como lo llamaba la mayoría.

Siempre que muere un poeta, odio más a los tiranos. Y de nuevo busco hacia atrás en el tiempo, y no hallo, no hallo a un tirano que haya resultado un poeta al menos un poquito sobresaliente.

La poesía, la verdadera poesía es el antónimo de los dictadores, los oportunistas, los “revolucionarios de última hora”, los ultrapendejos.

En mi opinión, es con Las primeras itálicas (1997) que Sigfredo levanta el vuelo poético que lo convertiría en uno de los más destacados de su promoción.

Frank Abel Dopico (también fallecido a destiempo), Sigfredo Ariel, Arístides Vega Chapú (1964) y Norge Espinoza (1971) resultan un cuarteto de poetas de raza nacidos y criados —y criados, que esto es muy importante—  allá, en la ya lejana quizás para siempre, ciudad de Santa Clara. 

A continuación, un poema que escribí en 1989, que explica lo mucho que podría decir en esta nota, en cuya dedicatoria consta Sigfredo Ariel.

Oración por un joven poeta de provincia

A Arístides Vega Chapú
Heriberto Hernández Medina
Joaquín Cabeza de León.
Sigfredo Ariel

Madre Poesía, no permitas
que ese humo de estraza lo disloque,
esos hipocuervos miren por sus ojos,
esos festones de terciopelo
hagan sus colores.

No permitas
que esos loros clandestinos
digan sus palabras, ni dejes
que escuchen las suyas.

Ampáralo de los cancerberos y guardianes
que tienen la celda y las cadenas listas.
Líbralo de los moscardones que esculcan sus papeles.
Escóndelo, Madre, debajo del pétalo que Aquellos desconocen.

23 de julio de 1989

Arsenio Rodríguez Quintana gana 13º concurso de microrrelatos Cugat Media

Esta semana se dio a conocer que el escritor cubano Arsenio Rodríguez Quintana, residente en Cataluña, ganó el 13º Concurso de microrrelatos que Cugat Media organiza por Sant Jordi en Barcelona, en su versión en castellano.

«Hace años no participaba en un concursos de literatura», apuntó el ganador tras conocer los resultados. «Cuando publicas libros, pasan a un segundo plano los concursos. Había olvidado lo feliz que me pone. Además, porque estos textos se los enviaron a los enfermos de COVID 19 ingresados en los hospitales de Cataluña y esa fue mi ilusión mayor, que por un momento fijaran los ojos en un texto y no en el respirador artificial que hacía lo que sus pulmones no podían”.

Este año el concurso tenía una vertiente solidaria, explicaron los organizadores. “La iniciativa se puso en marcha con el objetivo de fomentar la lectura y la escritura durante el confinamiento y también para apoyar a los enfermos ingresados por coronavirus, así como a todo el personal sanitario de la Hospital Universidad General de Cataluña (HUGC), Mutua Terrassa y también de los CAP de Sant Cugat. Así pues, a medida que llegaban los textos, Cugat Media los enviaba a estos centros sanitarios para hacer menos pesados los días tan complicados que pasaron”.

Arsenio Rodríguez Quintana nació en 1964 en La Habana. Vive en Europa desde 1999: París, Sevilla y Barcelona en ese orden. En veinte años ha publicado once libros de literatura e historia. Ha ganado premios literarios en Cuba. Participó en el Diccionario de rock latino (SGAE), en el año 2000. Ha escrito sobre música en la revista Encuentro de la Cultura Cubana (2000-2007). Su blog rebasa la cifra de un millón doscientas mil vistas. Asiduamente, imparte charlas y conferencias en Cataluña. Dirige la Editorial Muntaner (independiente) desde 2018, donde además de publicar sus libros brinda servicios editoriales a instituciones y creadores.


Anamely Ramos: Desbordarse para generar un arte trascendente

A Anamely Ramos la conocí recientemente, tras ser agredida, junto a Luis Manuel Otero Alcántara y Maikel Osorbo, por agentes de la policía. Sin un previo conocimiento de su trayectoria, las noticias generadas estimulaban mi curiosidad, la necesidad de saber quién era esta persona. Me agrada el hecho de no haberla conocido antes pues creo que mientras menos vínculos se mantienen con el entrevistado más se impone la imparcialidad. E incluso es una oportunidad para que éste demuestre cuán preparado está.

Empecé a indagar un poco más en internet y aparecía información de lujo sobre esta bella mujer. No hubo una persona a la cual le preguntara que me dijera algo negativo. Segura, con base en sus planteamientos, profesional, con deseos de generar un cambio en pos del mejoramiento social: son algunos de los atributos que la pueden definir. Quizás mi ascendente Acuario –ella es acuariana de pura cepa– nos conecta y da paso a estas respuestas, magistrales en mi opinión.

Esta no es una entrevista simple. Se trata de una clase basada en las experiencias y conocimientos que ha ido adquiriendo Anamely en su trayecto de vida, y que hoy nos comparte con total humildad. Es la triste confirmación de que, con el paso del tiempo, la educación cubana ha ido perdiendo a sus mejores educadores por no querer abrirse al diálogo y la libertad de expresión. Pero también constituye una luz para aquellos que quieran cambiar y hacer impacto en la realidad que les toca vivir. La esencia de lo que nos comparte Anamely desborda los límites nacionales y puede ser puesto en práctica por cualquier persona en cualquier parte del mundo.

¿Quién es Anamely Ramos?

Yo me gradué de Historia del Arte en el año 2007 y enseguida fui a trabajar al ISA (Instituto Superior de Arte). Fui profesora del ISA hasta el 2019, ahí yo impartía Arte Cubano en varias facultades. Después comencé a dar Arte Africano, que fue lo que me cambió totalmente la vida y mis nociones de lo que es la creación, la Historia y las relaciones sociales manifestadas en el arte. Básicamente soy eso, una profesora e investigadora. También he escrito crítica de arte y poco a poco me he ido introduciendo en zonas del activismo cultural.

¿Qué significó para ti dar clases en el ISA?

La posibilidad, en primera instancia, de probar lo que yo había aprendido en la universidad. Siempre he sido de generar debate. Cuando llego al ISA me doy cuenta que yo era más joven que mis propios estudiantes –en esta escuela hay cursos por trabajadores también–, y fue el momento para probar todo eso.

Para mí dar clases es lo más grande que existe, la experiencia de más riesgo que he vivido en mi vida, y parecerá loco pues últimamente he enfrentado otros tipos de riesgos. Pero esa fue mi experiencia de riesgo, porque te pone en crisis cuando tienes a veinte personas delante de ti haciendo preguntas, o con caras expectantes esperando que les demuestres la verdad de algo. Ese es el desafío, te obliga realmente a estudiar y a profundizar en las cosas para poder comunicarlas después. Dar clases a artistas que tienen una visión del mundo y de la sociedad diferente, con otras formas de asumir la realidad y demostrarla, fue lo más grande que me pudo haber sucedido.

Todo lo feo que me pasó en el ISA al final, es decir, lo que tiene que ver ya con mi salida, no afecta para nada mi relación con la docencia, con mis estudiantes y colegas de trabajo. Esa experiencia siempre será como el momento en que me probé y del que aprendí lo que es actuar en sociedad y lo que quiero realmente dar y que me den.

Cuba es un país que, a pesar de vender la cultura como pilar, a lo largo de los años ha sufrido una gran degradación cultural. ¿Cómo crees que esto se podría solucionar?

Pregunta bastante complicada, yo no tengo soluciones. Tengo ideas o vivencias. Quien ahora mismo diga que tiene soluciones para Cuba, aunque sea simplemente en el terreno del arte, está loco… porque generalmente estamos abocados al desastre total. Realmente creo que nosotros estamos en un momento de desastre y no puede ser de otra manera. Además, es bueno que sea así, porque en algún punto tiene que haber alguna ruptura para comenzar a generar nuevas dinámicas, nuevas formas de vivir la vida.

Yo escribí un texto estando en el ISA todavía de profesora, que era especialmente sobre el ISA, sobre qué estaba pasando en el ISA, sobre la decadencia que estaba viviendo el ISA, que era mi institución de trabajo, e insertaba esa decadencia del país. Es decir, en un país donde, como ya sabemos, hay muy pocos espacios de participación real y eso va generando como una especie de esquizofrenia a nivel social que permea todos los espacios. Permea los espacios artísticos, los políticos y los de cualquier índole.

Entonces, creo que la única manera de combatir eso es trabajando. Generando un trabajo sostenido, hagas lo que hagas. Si tú eres curador, artista, rapero o lo que sea, generar un trabajo sostenido donde te estés poniendo en crisis a ti mismo a partir de lo que la realidad te está mostrando. Generar una autonomía dentro de ese trabajo, es decir, poder generar alianzas con quien tú quieras. Yo no estoy en contra de generar alianzas con las instituciones oficiales, ni con el partido siquiera, pero salvando la autodeterminación, la posibilidad de agenciarte la vida o el trabajo de la manera en que decidas que es justo, sin que eso te prive de generar alianzas con otros actores sociales que pueden ser criminalizados o demonizados por las mismas instituciones oficiales.

Tú tienes que lograr ser consecuente con tu propio trabajo y con tus propias convicciones de ética y de toda índole. Si logras eso aunque sea a paso corto, porque además esto es una carrera de resistencia dura, a ti la gente te va a respetar, vas a generar un cúmulo de información y de vivencias personales que te van a ayudar luego a seguir trabajando cuando venga el tajo. Siempre que generes un espacio libre de trabajo, en el terreno que sea, va a venir la intervención del gobierno por alguna vía. Eso está clarísimo ya, si no pactas ellos te van a intervenir. Ahora, tienes que estar consciente de eso y, después que te intervengan, tú dices: Ah bueno, gracias, pero yo sigo trabajando.

Y es la única forma de generar un trabajo sostenido a largo plazo, que enfrente la decadencia cultural. A pesar de todo esto que te he dicho que parece caótico y catastrófico. Nosotros somos un país grande, un país que tiene una cultura impresionante, que ha generado resultados culturales que no tienen otros países de Latinoamérica; estoy totalmente en contra de esas visiones que minimizan lo que es Cuba. Incluso todo eso que se habla del daño antropológico, que yo entiendo es la base de esa teoría que es justamente perder la agencia.

El daño antropológico que nosotros tenemos como pueblo es que nos han enseñado a“abre la boquita pajarito que yo te voy a meter la comidita”. Eso por supuesto te va atrofiando como sociedad y desaprendes cosas importantes, a nivel teórico y a nivel práctico. Ese daño yo creo que está, pero decir que es un daño antropológico resulta demasiado determinista para mi gusto. Suena como que ya estamos atrofiados para siempre y no tiene en cuenta ese otro capital cultural nuestro como nación y como país. Lo tenemos, está ahí y se puede regenerar.

Lo que hay que tener primero la valentía de decirlo y no abandonarse a la desidia. Debes tener la voluntad de hacer un esfuerzo sostenido para ponerte en crisis a ti mismo frente al desastre actual. Y hay que dialogar con los demás, conscientes de que uno no tiene las verdades completas. El desencanto que uno puede sufrir en un momento determinado, no te puede dominar.

Entonces, usando todas esas armas –es decir, el trabajo sostenido, la esperanza de alguna manera, la colaboración con los demás, el conocimiento de los trasfondos incluso recientes–, tratar de generar un trabajo en el terreno artístico, proyectos culturales inclusivos de verdad. No para vendernos inclusivos pero al comunicarnos con el amigo que nos ayuda ser unos tiranos, así no avanzamos. Generar un trabajo a prueba de las intervenciones que evidentemente va a haber.

Y aunque soy enfática con eso, hacer un trabajo implica poner en crisis lo que yo creo de mi historia y de Cuba en todo momento. Si tú generas una consigna de todo pero no te pones en crisis y a todo respondes con consignas, estamos perdidos, porque de consignas estamos hasta el moño. Lo que viene al lado del paternalismo es la consigna, la repetición, el ego que te hace pensar que estás descubriendo el mundo. Y aquí nadie descubre el mundo: el mundo está descubierto desde que surgió.

Hay que buscar maneras inteligentes y éticas de relacionarse con eso que está ahí y hacer frente al poder. La lógica del poder es aplastante, porque está dentro de nosotros mismos. Hay que ponerse fuerte, pues lo que viene para arriba de uno cuando genera un espacio sencillo de libertad es “la tiza”, como se dice por ahí. Uno debe de estar consciente de que está asumiendo una responsabilidad y hay que hacerlo con placer. Pero, repito, hay que hacerlo también sabiendo lo que te viene para arriba, porque, si entras ingenuamente, te arrollan y te acaban.

Hay que tener esperanzas y sobre todo trabajar, no es suficiente con armar bulla. Hay que trabajar e incluso en momentos determinados dar pasos atrás y hasta ceder en algunas cosas para poder seguir trabajando.

¿Qué crees de las propuestas de las nuevas generaciones de artistas cubanos?

He estado en contacto con mucho de lo que están creando las nuevas generaciones, porque eran mis alumnos en el ISA. Es una de las ventajas de haber sido profesora del ISA. Estás recibiendo de primera mano lo que después va a sonar, o lo que después se va a perder, lo que sea, pero tú estás viéndolo surgir. Es como el tráiler o el corte del director que nadie vio. Una lo ve cuando está en el ISA.

A ver, talento siempre hay. Con eso de que hay menos talento ahora que antes y toda la estupidez esa, no estoy de acuerdo. Lo que pasa que como no hay espacios suficientes para probar ese talento, para entrar en un diálogo creativo con otras realidades dentro del mismo circuito del arte, a veces dicho talento se estanca.

Lo que sí está demostrado es que el arte contemporáneo, como todo tipo de arte, genera fórmulas. Yo creo que en el ISA, desde hace mucho tiempo, esas nuevas generaciones están chocando con esas fórmulas del arte contemporáneo que además tienen que ver mucho con el arte político y con maneras muy concretas de hacer arte político.

El reto está ahí, en encontrar un camino propio que dialogue con esas fórmulas. Que es además lo que está arrojando el mundo del arte, lo que se está haciendo como obra, o mostrando como curaduría, lo que el mercado compra. Hay que dialogar con esos paradigmas entronizados en la academia –no te puedes desentender del todo– para filtrar esas fórmulas que vienen del arte contemporáneo internacional y lograr un camino propio en medio de las circunstancias.

Yo creo que hay muchos jóvenes creadores en las artes visuales tratando de pegarse, y hay mucha superficialidad. Chus Martínez, cuando vino a dar la conferencia en el Museo Nacional de Bellas Artes, y le hicieron la pregunta “¿Usted que cree del arte cubano actual?”, respondió: “Creo que el arte cubano actual es poco generoso”. Lo cual a mí me pareció genial.

Tú dices: “La partió… ¿Por qué generoso?”. Es decir, un concepto o una idea que viene, no sé, de la ética, las costumbres, la moral, qué se yo. ¿Qué importa la generosidad en el arte?  Creo que ella lo que estaba diciendo –y ya sé que ella es ella y yo soy yo– era justamente eso, que no nos podemos quedar con una fórmula, que debemos ser plurales. Tenemos que ser capaces de dar más de lo que vayamos a recibir. No podemos ser instrumentales con el arte porque el arte es todo menos un instrumento.

Esa cosa de que el arte es un instrumento que se usa en la sociedad… no. El arte no es un instrumento. La lógica instrumental no tiene nada que ver con el arte. Tú tienes que dar mucho en el arte, probarte mucho, equivocarte mucho y desde ahí va a haber cosas que solitas van a relucir como pepitas de oro.

Y yo no estoy en contra de las estrategias: quien no sepa ahora mismo, como artista, generar una estrategia, está frito. Eso se sabe. Y esa estrategia no la desarrollas tú solo, necesitas al curador y demás entes asociados y, una vez más, necesitas dialogar. Pero nunca puede ser totalmente instrumental para que llegue aquí o allá u obtener la residencia tal. Eso está muy bien y muy lindo, pero tú tienes que desbordarte para generar de verdad un arte que trascienda, que diga cosas, que te refleje como ser humano, que refleje a la sociedad en que estás viviendo.

La Historia nos demuestra que a la larga esos son los artistas que quedan y generan relaciones más allá de sí mismos. Y eso es lo que yo creo que no está sucediendo tanto en las nuevas generaciones. Las nuevas generaciones están más concentradas en la estrategia de pegarse, entrar en un mercado o en determinados circuitos que les propiciarán residencias, y se están olvidando de todo lo demás. Ahí se pierden a sí mismos. Porque se queman generando un tipo de arte que los violenta para entrar en determinadas fórmulas de lo que debe ser el arte contemporáneo y ahí te pierdes, pierdes creatividad, pierdes la posibilidad de equivocarte, de hacer obras malas. Es necesario a veces crear obras malas, según determinados estándares, para no perder la posibilidad de generar un camino propio. Y darse golpes, chocar con lo que hace el otro, incluso estar un tiempo sin hacer nada.

¿Quién dice que estar tiempo sin hacer nada es malo? A veces hay que estar tiempo sin hacer nada; ese es el tiempo que no se están permitiendo los artistas contemporáneos. Yo creo que hay que desmantelar muchas lógicas. Hay que desmantelar la lógica de las galerías oficiales, hay que desmantelar la lógica de los espacios alternativos que también están filtrando ya un tipo de arte contemporáneo. Hay que desmantelar la lógica con que se dan las clases en el ISA, poner todo eso en cuestionamiento y sobre todo mirar en qué país estás viviendo.

Tú no debes estar ajeno, pero tampoco puedes convertir la política en una fórmula para validarte como artista.

¿Qué es el grupo Ánima?

Un colectivo de trabajo que yo coordino desde Cuba, aunque en Argentina es coordinado por Luis Alberto Mariño –graduado del ISA de composición y violinista–. El grupo se denomina Ánima recientemente, por el poemario de José Koser, el poeta cubano. Pero realmente recoge un poco, como historia, un trabajo que venimos sosteniendo María de Lourdes Mariño y yo desde que éramos profesoras jóvenes del ISA.

Todo ese trabajo de curaduría que se hizo en espacios públicos abandonados, iglesias abandonadas, casas abandonadas de la Habana Vieja, en fin… Son más de diez exposiciones que avalan de alguna manera el trabajo, por más de diez años, de lo que es Ánima hoy. Ánima es un proyecto de investigación y arte que se ocupa de los procesos de la memoria en Cuba. Cada uno de los artistas o investigadores que componen el colectivo tiene un tema específico que trabaja y del cual va arrojando resultados parciales que son publicados en la página del proyecto y en los perfiles de Ánima en Instagram. Se organizan actividades en los espacios públicos para mostrar ese trabajo.

Tratamos de colaborar primero entre nosotros mismos y después permitir la entrada de personas ajenas al colectivo que también puedan colaborar. Básicamente Ánima es eso, un colectivo de artistas e investigadores que trabajan los procesos de la memoria en Cuba.

Según el texto al cual hacías referencia sobre el grupo Ánima, publicado en la revista Rialta, uno de los objetivos era llevar el arte a las masas…

A ver… no me gusta lo de las masas. Nosotros reaccionamos rápidamente a eso de la masividad, que se parece a la batalla de ideas.

O mejor dicho, a un público no habitual…

Exacto, no habitual. Justamente por eso comenzamos haciendo las exposiciones fuera de las galerías. Nosotros, salvo excepciones puntuales, no hicimos exposiciones en galerías. Buscábamos un espacio cargado de connotaciones, dentro de la ciudad por lo general, en ruinas o abandonados, y hacíamos las exposiciones ahí. Usábamos los objetos del lugar, las connotaciones que vienen de la historia del lugar, dónde está enclavado, las condiciones físicas en las que se encuentra y, a partir de eso, tratábamos de atraer público de todo tipo.

Salir de las galerías ya es un paso para eso. Porque a las galerías va quien va a las galerías, el que asiste despistado es una excepción. Pero el circuito del arte genera su propio público, que valida además todo eso. Salir de las galerías ya es un paso importante, pero no es lo único. Tienes que interactuar con el barrio y su historia, con la gente que está ahí, con los que usan esos espacios que ya no se utilizan para fines útiles, digamos.

Entonces tratábamos de generar ahí como un gran diálogo entre las distintas manifestaciones del arte. Artes visuales con música, con teatro, tratando de no quedarnos en los tecnicismos propios del arte contemporáneo. Eso es muy difícil pero se puede hacer, siempre se puede trabajar en base a eso.

Los resultados fueron increíbles, nosotros tuvimos personas en las exposiciones que nos decían: “lo que más me gusta es el ambiente que han generado, un ambiente de acogida donde yo puedo estar y no necesito estar casando lo que me dice la obra porque ya me siento bien aquí y estoy recibiendo esas sensaciones e impresiones a nivel personal, incluso corporal”. Y lo increíble es que aunque no lo teníamos como horizonte en un primer instante, nos dimos cuenta con el tiempo de que por ahí está yendo una línea importante del arte contemporáneo.

Recién vino uno de los curadores o director –no recuerdo bien su cargo– del museo de arte contemporáneo de Barcelona y él lo decía en un encuentro que tuvimos organizado por Lianna y por el espacio de Wilfredo Prieto: “hay que tratar de entender cada vez más que somos cuerpos habitando un espacio que puede ser el espacio del arte, la galería X o el lugar X donde se esté haciendo la exposición, y hay que afectar a esos cuerpos”.

Mucho del arte contemporáneo se está yendo por ahí y eso es lo que queremos conseguir nosotros. Mostrar la historia, las ideas que están detrás de las obras, pero sobre todo generar un espacio de confluencia donde las personas de cualquier sector social lleguen sin tener un conocimiento exhaustivo de la historia del arte ni de lo que es el arte contemporáneo, se sientan afectados con lo que está sucediendo ahí y generen sus interpretaciones, sean las que sean. Que se pregunten cosas, se escandalicen, no entiendan, vengan a preguntar de qué se trata. Eso es lo que buscábamos conseguir.

La más emblemática exposición fue la primera, Quinto día (2010), en las ruinas de la iglesia de El Carmelo, donde habían obras de todo tipo. La gente llegaba y se fascinaba, pues el lugar ya de por sí era hermoso. Un lugar con su propia belleza, que es lo que a veces falta a las galerías. Las galerías son espacios muy fríos y si tú te mueves de lugar ese espacio tiene un peso y tienes que ser capaz de dialogar con él.

Realmente era uno de nuestros objetivos, no sé hasta qué punto lo conseguimos. Pero era y es lo que aún perseguimos. En Ánima lo que hacemos con los procesos de la memoria es tratar de ver qué ha quedado de esa historia, cómo se ha filtrado en la gente. Y tratar de devolver nuestra visión de cada uno de esos espacios que se investigan o de esas personas, y continuar la historia. Devolverlos a la vida y que la gente entonces siga haciendo sus interpretaciones.

En ese mismo texto publicado en Rialta, relatabas que en distintas etapas de estos diez años ciertos miembros, y hasta tú, habían tenido que emigrar. ¿Cómo ha sido favorable, o no, el distanciamiento de algunos miembros y la incorporación de nuevos?

Es una pregunta dura porque ahí se mezcla la vida de uno. Yo me fui para Angola por muchas cosas, en primer lugar porque yo no tenía casa en La Habana. En ese momento tuve que irme para Camagüey un tiempo con mi hijo, e irme de misión era la posibilidad, en primera instancia, de conseguirme un lugar para vivir.

También me fui para Angola porque yo adoro África y ya yo venía con todo este proceso del arte africano y me fascinaba la idea de salir por primera vez de Cuba. De hecho, África no me defraudó, creo que en ese sentido el momento más feliz de mi vida tuvo lugar allí, y eso me hizo replantearme todo.

Cuando regresé, después de casi dos años viviendo en Angola, se fueron entonces María de Lourdes Mariño para Estados Unidos, a estudiar, y Luis Alberto Mariño para Argentina, que además es el padre de mi hijo, por lo tanto se mezclan cosas personales. Tratar de mantener un trabajo sostenido con esas personas que ya no están cerca de uno y esas interrupciones en el tiempo, es un poco difícil. Pero se hace si uno tiene claro, primero, que quiere seguir trabajando; segundo, que uno puede superar esas distancias y buscar formas de trabajo diferentes que vuelvan a reunir gente.

Además, es también muy necesario refrescar, ver el mundo, cómo funcionan otras sociedades. No somos el ombligo del mundo, nuestros problemas no son el centro de nada. Parecen terribles pero otros países tienen también problemas terribles, y eso te ayuda a tener otra visón del asunto más global.

Por supuesto que la incorporación de gente nueva es importantísima, hay que estar regenerando todo el tiempo ese colectivo del cual formas parte. Siempre fue así desde que éramos profesores y trabajábamos con los estudiantes que teníamos, no tuvimos que irnos del país para necesitar gente nueva. Entraba y salía gente, nosotros nunca trabajábamos con nómina fija de artistas. Nunca le cerramos las puertas a nadie, pero si trabajábamos con obras e ideas concretas. “Me interesa tú idea o no me interesa tu idea; o me interesa tu idea pero vamos a negociar aquí ciertas cosas para crear entre todos”.

Nosotros nunca trabajamos con obras ya realizadas, a no ser excepciones, y ese diálogo creo que fue muy provechoso. Entonces, entraba y salía gente todo el tiempo, era un espacio de creación colectiva pero abierta y por eso nos fue fácil reincorporar gente nueva.

Hay siempre un desgaste en estas cosas de proyectos a largo plazo. Hay desgaste por eso mismo de que la gente se va todo el tiempo o porque te cansas de luchar contra las circunstancias en las que vivimos, que no son un cuento ni una mentira. Te desgastas pero tienes que ser capaz de continuar o de terminar, porque tampoco las cosas tienen que durar para siempre.

Hay momentos en que tienes que parar. A veces ese parón es para siempre y simplemente generas otro proyecto cuando estás listo. A veces generas versiones nuevas, que es lo que nos pasó a nosotros. Estuvimos tiempo sin hacer nada y volvimos a la carga cuando nos encontramos el poemario de Kozer y dijimos: “esto tiene que ver con lo que nosotros hacíamos, vamos a crear un proyecto nuevo que tenga que ver con el inicio pero con cosas diferentes también. Vamos a incorporar a la gente nueva que está a mano y estaría dispuesta a trabajar con nosotros”. Entonces se van generando como versiones distintas dentro de una misma idea, y ya después decides organizar todo eso. Y comienzas a periodizar ese nuevo trabajo, comienzas a vivir de lo que has hecho y ahí viene el riesgo también de estancarte otra vez.

Debes ser capaz de vivir de lo que has hecho pero plantearte nuevos objetivos, incorporar nuevas personas, entrar en crisis otra vez y así sucesivamente. La gente joven que ha entrado a trabajar con nosotros han sido pilares dentro del proyecto. La misma Camila Lobón, que es una artista muy joven con mucha visibilidad; y también en estos momentos, por la misma cuestión del activismo, Juan Pablo Estrada, Carla María Bellido a la par de Ernesto Santana, un escritor, Amilkar Feria, un artista con una trayectoria enorme, y personas de generaciones intermedias que estamos, como podemos ser yo, María de Lourdes Mariño, Luis Alberto Mariño, Gisel Arango –curadora que vive en Camagüey, también graduada de Historia de Arte–, Alain Michel Aguiló, historiador también de Camagüey, Osvaldo Hernández, profesor del ISA, Mario Castillo, igualmente profesor del ISA y con gran prestigio en el activismo y en el trabajo con la memoria.

Entonces se trata de unir gente de diferentes generaciones e intentar generar un proyecto con una idea central pero donde cada cual tenga la libertad de trabajar su propio tema e ir por los caminos que decida. Después, hacer conflicto de eso ha sido como que muy rico, y creo que es la base del éxito que pueda tener el proyecto. Ninguno de nosotros esta estresado con que mañana Ánima termine. Termina cuando tenga que terminar y la bola saldrá por algún lado de nuevo y cada cual tendrá sus proyectos personales o colectivos futuros, pero por ahora estamos bien trabajando juntos y trabajando ese espacio.

Cuéntame de tu experiencia en África. ¿Qué huella crees que África haya dejado en ti y tú en ella?         

Angola a mí me cambio la vida totalmente. Yo llegué a un lugar que era una universidad que se estaba creando de la nada. No existía universidad de arte en Angola. Por lo tanto, los alumnos que yo tuve eran alumnos que no sabían nada de lo que es el arte, digamos como se entiende en la historia occidental. Eran alumnos que venían de la calle. Aquí estamos acostumbrados a trabajar con alumnos que provienen de escuelas con nociones elementales de lo que es la historia del arte y un trabajo ya adelantado.

Esos alumnos que yo tenía a veces no tenían conocimientos de nada, ni de la historia ni de la geografía. Yo empezaba a explicar sobre arte griego y me daba cuenta que no sabían dónde estaba Grecia. Entonces coges mapas y a explicar qué es Grecia. Además, lo otro que me brindaba era estar en un país extranjero  por primera vez, un país muy diferente pero con cosas muy parecidas a Cuba y manejar todo eso.

Fue lo más grande que me pudo haber pasado. Tuve que reinventarme como persona y como profesora en ese lugar. Tuve que cuestionarme lo que sabía –“tumbar catao y poner quinqué”, como decimos aquí–, empezar de nuevo, tratar de explicarles a esas personas qué es el arte, tratar de entender para ellos qué cosa es el arte y tratar de sacar de ahí una experiencia.

Yo tenía muy claro las asignaturas que iba a impartir con programa y todo. Yo daba Arte Contemporáneo, Historia del Arte, Apreciación de las Artes y terminé dando una mezcla de todo en cada lugar que me paraba. Tenía que dar apreciación antes de entrar en contenidos históricos. Al final, les dije a ellos que sentía haber aprendido más que lo que les pude brindar.

Aprendí en primera instancia a desmontar lo que yo creía que sabía. Desmontar todos esos paradigmas en la historia del arte occidental. Entender que para ellos el arte tiene un carácter utilitario, pero no de la utilidad que nosotros podemos entender como utilidad. Para ellos el arte está muy vinculado con todos los procesos de la vida y eso hay que comprenderlo para poder darles algún tipo de herramienta que les sirvan para poder después hacer una obra y tratar de descubrir cuáles son sus talentos. Yo daba clases en música, en plástica y teatro. Ninguno de ellos había hecho teatro (música sí, pues cantan en las iglesias desde pequeños y tenían otra relación con el tema). Con la plástica, algunos tenían relación y otros no. Entonces el fin era ayudarlos y darles las herramientas desde la historia y lo que uno pueda saber del campo del arte.

Yo aprendí a estar abierta ahí, pues además estás en un espacio que es una mezcla. Angola es un compendio de culturas, allí hay más de treinta lenguas nacionales. Imagínate tú salir de Cuba y llegar a un país donde hay más de treinta lenguas nacionales –no dialectos, lenguas nacionales–, además del portugués, que por cierto el portugués no te lo sabes. Ahí aprendes portugués y después te tienes que relacionar. Yo no aprendí ninguna lengua nacional aunque lo intenté, eran realmente muy difíciles. Estás en un país donde las fronteras son arbitrarias, Portugal mezcló ahí a todo el mundo y estás en medio de todo eso. Además, estás observando las contradicciones sociales de ese lugar, que son muy fuertes.

Barrios pobres en un país muy rico, donde hay dinero corriendo. Y además las contradicciones que tienes como cubana dentro de los cubanos. Porque es una misión donde tienes un reglamento militar, la empresa que regula las misiones en África es militar. Entonces tienes un reglamento militar lleno de prohibiciones y restricciones que incluyen incluso las restricciones para relacionarte con los angolanos, que por supuesto yo las violé absolutamente todas porque, si no, no puedes vivir e interactuar de verdad. Te obligan a quedarte dentro del espacio de los cubanos. Y lo siento pero yo no fui a África a quedarme dentro del espacio de los cubanos. Yo fui a África a relacionarme de verdad con los angolanos.

Me arriesgué, pues a quien viola las normas, y lo cogen, le quitan el dinero y lo chantajean, ya se sabe cómo son las cosas de este gobierno. Además de que te quitan no sé qué por ciento de lo que ganas, no les es suficiente, tienen que restringir tu vida. Pero aun así tú sales de todo eso y logras vivir y relacionarte con esa gente. Yo fui a los óbitos, que son las ceremonias que ellos realizan cuando mueren personas, a las ceremonias tradicionales que hacen cuando se casan. Viví directamente lo que ha hecho el cristianismo dentro de esa sociedad, y que está muy extendido. Vi cómo choca con esas religiones tradicionales que ellos tienen, con sus costumbres, que es lo que prácticamente queda de esa religiosidad. Están secularizados como mismo pasó en Occidente, pero ellos lo tienen más reciente en el tiempo y tú, como cubano, tienes que relacionarte con eso a nivel humano.

Tienes que relacionarte en un lugar donde la muerte es lo cotidiano. Mueren personas todo el tiempo por la situación sanitaria compleja que tienen, y debes ser capaz de ponerte en el centro, arriesgar tu propia salud si quieres realmente entender lo que está pasando ahí. Entonces los cubanos muchas veces se quedan en la cosa de “qué brutos son, cómo se ríen de todo, que si tienen peste…” Yo tuve que oír de todo allí, el racismo de los cubanos se manifiesta porque no entienden y no saben qué hacer, y yo aprendí a lidiar con eso y abrirme. Creo que eso es lo que más me va a ayudar en el futuro a adaptarme y a lidiar con las personas en cualquier lugar en que yo viva, pues fui capaz de hacerlo allí. Eso es lo que me llevo, la capacidad de estar en el medio de relaciones que se cruzan, abrirme a ellas y dialogar.

Alguien me comentaba que siendo profesora del ISA eras una persona adelantada en pensamientos y análisis social. Coméntame un poco cuáles eran esos temas que abordabas.

Me encanta estar en el filo de la navaja, en la frontera de las cosas, donde se supone que no debo estar. “¿Si tú eres historiadora del arte qué tú haces ocupándote de la sociología o de la antropología?”, me preguntaban Pues me da la gana en primer lugar, y para mí ese es el mundo contemporáneo. Quien quiera mantenerse dentro de la especialización que generó la modernidad, está frito.

Tú no puedes ser un disperso o un todólogo. No se puede ser Fidel Castro, que al final no sabía de nada y siempre estaba en todo. Tiene que haber una especialización, pero tú tienes que estar abierto a la trans-disciplinariedad, esa de la que tanto se habla y casi nadie practica.

A mí la Historia del Arte no me gusta como disciplina, no me siento cómoda ahí. Me parece que estoy con una camisa de fuerza y, desde que era estudiante, me iba para la facultad de historia y daba clases de las asignaturas de historia que quería. Yo daba clases con Acanda, el famoso profesor de marxismo de la facultad de Filosofía; o con Jorge Chirino, que daba clases de pensamiento contemporáneo.

Yo me moví libre aunque no lo necesitara, pero me daba la gana. Era alumna ayudante de Estética y Teoría de la cultura estudiando Historia del arte. Ya me había movido hacia la estética, que es un espacio de confluencia entre la filosofía y el arte. Cuando me fui para el ISA, también tuve la suerte de dar clases de arte dentro de una disciplina que se llama Estudios Cubanos. Justamente hay profesores de Historia, Economía, Literatura, que se unen y generan ese tipo de asignaturas donde hay distintas miradas sobre Cuba.

Me enseñó mucho porque tuve obligatoriamente que dialogar con esas otras áreas del conocimiento. Entonces, me muevo porque soy un ser humano que tiene intenciones de mejorar un país, que no le da la gana de seguir la lógica del poder en que vivimos y porque creo que el arte tiene un lugar ahí. Tiene que retomar su voz dentro de la sociedad y filtrar esa realidad. No concibo el arte de otra manera, ni la curaduría, para mí siempre se trata de generar libertad. Es decir, de generar espacios autónomos desde la curaduría, desde el arte o desde donde sea y dialogar con esas otras realidades que aparecen.

En eso también me ayudó no solo dar clases en el ISA y formar parte de este colectivo de Estudios Cubanos, sino también, después que regresé de Angola, trabajar en el centro Loyola, a donde llevan a los jesuitas. Ahí yo dirigía un espacio de diálogo sobre Cuba. Tratábamos todos los jueves temas diferentes de la realidad cubana, invitábamos a especialistas y se generaba un debate. Teníamos muy claro que el espacio de debate tenía que ser mayor que el espacio del especialista, que es lo que muchas veces no pasa. Te atiborras de información y después no sabes qué hacer con ella porque no dialogas.

Por supuesto, ahí también tuve mis problemas, pero logramos gestionarlo con la ayuda de la iglesia y hasta hace nada ese espacio funcionó. Entonces me sirvió también a mí para gestionar un espacio diferente de diálogo sobre Cuba.

Cuba es mi pasión número uno, desde que era niña. Siendo niña me obsesioné con Martí y Cuba es lo que me sostiene. Ya después mi pasión por África, y demás pasiones que pueda tener, se suman a esa pasión por Cuba y creo ser consecuente con eso.

Ahora voy a ir a estudiar Antropología en México. Entendí que todos esos elementos distintos que tengo como background, de arte, historia y demás, se sintetizan en la antropología. Es una vocación que ahora pienso desarrollar. No se estudia Antropología en Cuba, ni en pregrado ni en postgrado. Esa sería una gran pregunta: ¿Por qué en Cuba no se estudia antropología? Gran pregunta frente al poder incluso. Así que voy a estudiar antropología si me dejan salir del país, pero voy a estar vinculada a Cuba siempre.

Me voy a abrir al mundo. Patria es humanidad, esa es mi premisa. No soy sectaria y no me gusta el chovinismo. Iré y estaré regresando y seguiré generando espacios de confluencia.

¿Qué provocó tu expulsión del ISA?    

A ver… técnicamente no fue una expulsión. Ellos son tan cobardes que ni siquiera me fueron de frente. Cuando a ti te expulsan, tienen que explicar la causa, y generalmente son causas ideológicas evidentemente. Ellos me aplicaron una medida administrativa por la cual, supuestamente, a mí, que era plaza fija del ISA –tenía un contrato indeterminado, es decir, tenía una plaza–, me cerraban el contrato porque viajé por cinco días a Chile a un evento gestionado individualmente, que no tenía nada que ver con el ISA, y, aunque pedí la autorización a la universidad, no esperé la respuesta.

Según ellos, yo estaba regulada por el Decreto 306. Cosa que por demás resulta absurda, porque si yo hubiese estado regulada por ese decreto no hubiese podido salir del país. En la aduana me hubiesen pedido la autorización para salir pero no me la pidieron, pues yo no estoy regulada por el decreto 306. Entonces, cuando regresé, esperaron dos meses –por lo tanto no era una medida disciplinaria, era una medida administrativa. Ellos alegan que, como estaba regulada y no esperé la autorización, me cerraron el contrato. En fin, a nivel legal el documento que me dieron era un disparate total. Ahora no quiero extenderme en eso pues tuve la oportunidad de hacerlo público en su momento y decidí que no, porque en ese instante no me sentía con la energía suficiente para asumir un debate de esas características en las redes, donde por supuesto se iba a mezclar mi vida personal, etc. Pero sí apelé a todos los niveles correspondientes. Primero al órgano de justicia laboral y luego al tribunal municipal.

Quedó todo muy claro en ese juicio. El abogado me defendió magistralmente y quedó en evidencia el descalabro legal del documento y de lo que se me pretendía aplicar. Aun así, como son las cosas en este país y con el desamparo que tenemos, la sentencia llegó. Después se supo que la Seguridad del Estado estaba detrás de todo. Y ni siquiera creo que haya venido en primera instancia de la Seguridad del Estado. Creo que vino del Ministerio de Cultura. Yo era una persona incómoda, ya había escrito sobre el Decreto 349 y ese texto del que te comenté sobre el funcionamiento del ISA; el rector a cada rato me llamaba a su oficina. Me hacían llamadas cuando iba a intervenir en paneles determinados diciéndome que estaban preocupados por lo que yo diría.

Era simplemente una persona incómoda que ellos querían quitar del camino. Y lo consiguieron de esa manera. Creo que cuando eso subió de tono y apelé al tribunal municipal, ahí sí intervino la Seguridad de Estado. Sabía que estaba siendo vigilada ya por mi amistad con Luis Manuel Otero. Sabrá Dios, ya ni siquiera quiero saber los detalles de todo eso. Lo cierto es que fue muy injusta mi salida del ISA. Cualquier persona digna de ese instituto, ya sea profesor o estudiante, te dirá que no hay razón profesional para que a mí me expulsaran. Modestia aparte, soy una excelente profesora que se interesa por sus estudiantes, por los procesos académicos, por generar espacios de discusión y no hay razón que avale mi salida del ISA. A no ser la única que ellos tienen: no les importa la calidad de la docencia, no le importa quién tú seas profesionalmente, lo único que le importa al poder es que seas incondicional, que no los amenaces de ninguna manera. Y para lograr eso están dispuestos a hacer lo que sea. Estoy segura que la presión vino de arriba y el desenlace fue ese.

Yo la pasé muy mal pero ya lo superé. Entendí que voy a ser profesora hasta que cierre los ojos. Con el perro de la casa voy a ser profesora. En donde quiera que me pare gestionaré un espacio de diálogo y para mí eso es ser profesora. En fin, no me afecta y seguiré adelante. Eso también me ayudó a entender que debía pasar a otra etapa. A veces uno se estanca y quiere salvar cosas que no puede salvar. Hay veces que hay que parar, tomarse un descanso, salir de Cuba y hacer otras cosas, porque te funden. Creo que también hay que superar esa cosa mesiánica, nosotros no somos los salvadores de nada. Nosotros simplemente debemos hacer nuestro trabajo, generar el diálogo con los demás y tratar de sanarnos a nosotros mismos. Eso ya es suficiente y ya es “tronco” de trabajo.

Este tiempo de cuarentena y aislamiento social… ¿cómo ha influido en ti?

Para mí ha sido una cuarentena muy rara, porque yo no he estado tranquila por todo lo que ha pasado en mi vida últimamente, por lo cual me he hecho más visible sin quererlo. De hecho no me lo esperaba, me ha tomado por sorpresa. He tenido pérdidas y he cerrado muchos círculos de mi vida, mi hijo ahora mismo no está en Cuba y yo me iré a México a estudiar antropología si me dejan salir. Entonces estoy cerrando ciclos y me cogió la cuarentena en eso y, además, abriendo algo que no sé a dónde me va a llevar.

Me refiero a todo esto que ha venido después de la lucha contra el Decreto 349, de mi relación personal y profesional con Luis Manuel Otero y el Movimiento San Isidro. Todo el mundo me pregunta ahora si soy del Movimiento San Isidro: no soy del Movimiento San Isidro. Pero colaboro con ellos y con quien sea que crea necesario. Con Maikel Osorbo también tengo amistad, recientemente escribí un texto que salió en El Estornudo y eso me ha traído vigilancia, pues quien quiera que se relacione con personas sensibles desde punto de vista político se atiene a eso. Aparte de que ya yo tengo mi trayectoria propia.

Ha sido raro, un momento para reflexionar sobre todos esos ciclos que se cierran y a la vez lograr insertarse en las nuevas circunstancias que se abren. Me he visto involucrada en sucesos, como el del día en que me golpearon, que no estaban previstos. Quizás no tenía que estar ahí pero estaba, y donde yo esté, estoy. No me anulo nunca y no dejo que nadie me anule. Por eso donde esté voy a defender aquello que crea justo.

Así que me veo involucrada en esas cuestiones ya más directamente políticas, más confrontacionales digamos, y he tenido que gestionar todo eso. He tenido que decir yo soy esto, soy esta mujer que ha tenido esta historia, estaré colaborando con diferentes personas en estos momentos pero sin perder mi esencia.

Ahora, en la manifestación reciente por Hansel, yo no había organizado la manifestación ni estaba en el centro de ella pero mi vi impulsada a solidarizarme con esos amigos míos detenidos. Además, ¿por qué no manifestarme por ese muchacho y en las demandas contra la violencia policial? Tengo derecho a manifestarme.

Entonces, estoy tratando de estar tranquila, por un lado, para poder cerrar mis ciclos adecuadamente, y estoy tratando de mantenerme activa al mismo tiempo para poder estar en el centro de todas esas discusiones que creo necesarias. También se trata de ejercer mi derecho a relacionarme y generar alianzas con quien yo quiera. En eso estoy, tratando de no perder mi lugar. Todos me dicen últimamente que tengo un lugar y no es el mismo de Luis Manuel, Maikel o el Movimiento San Isidro. Yo también lo creo, cada cual tiene su lugar. Pero por qué no nos vamos a relacionar. Hay que regenerar el tejido social en Cuba, no podemos seguir pensando en espacios divisorios si al final todos somos seres humanos y todos somos cubanos.

Hay que colaborar y al mismo tiempo ser capaz de mantener lo que eres con un sentido y una coherencia. No se trata de que nadie sea mejor que nadie. Yo me he pasado la vida estudiando pero no soy mejor que Maikel Osorbo por eso. Maikel tiene una capacidad para gestionar la vida diferente a la mía, que no se puede obviar, y eso no quiere decir que yo sea mejor que él. Ese es el reto que tenemos, regenerar ese tejido social sin perdernos a nosotros mismos en el camino, ni pensar que todos somos iguales. No todos somos iguales.

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