Inicio Blog Página 100

La verdad como un templo. Rafael Vilches y sus palomas sobre(contra) el muro

Los escritores Rafael Vilches y Luis Jiménez Hernández en el Festival Vista

Supón que es de madrugada y hace un friíto de lo más sabroso y te llevan a fusilar. A fusilarte. Supón que te lo has buscado cometiendo una interminable lista de crímenes contra la humanidad. En una cola para comprar arroz (estuviste la friolera de cuatro horas y cuando te llegó el turno la empleada, sucia e incivil, te dijo con toda la delicadeza de la que fue capaz ─ninguna─ que el arroz se había terminado) expusiste que tus padres siempre fueron pobres y trabajadores; vivieron a lo largo de cuatro gobiernos y nunca se acostaron sin comer. Hoy lo harían. Primer crimen. Y último. Porque la “interminable lista” se reduce a este. La empleada puercona, resbalando entre montañas de arroz, llegaría hasta un teléfono, Compañeros, aquí hay un traidor a la patria, es Fulano de Tal, etcétera. Lo otro es de imaginarse: la mansedumbre con la que te dejas arrastrar hasta el recinto; el odio con que te procesan; la mala suerte de haber caído en un momento en el que las tensiones con los enemigos imperialistas alcanzaban unos de sus clímax semanales. Las pruebas no faltarán y ─la información es un derecho del pueblo─, oportunamente serán publicadas en el heroico órgano de la revolución, el periódico Abuelita. Diversionismo ideológico manifestado en una melena demasiado larga. Le gusta el rock and roll, esa música de maricones. Jamás ha ido a un obligatorio trabajo voluntario y, lo peor de todo, es un agente de la CÍA. Aquí las cosas empiezan a complicarse. La gente de tu barrio te conoce. Saben que eres joven y rebelde (hasta no hace mucho era una VIRTUD serlo); que, ¡oh horror de los horrores!, prefieres perseguir muchachas y hacerles dulcemente el amor antes que machetear cañaverales bajo un sol de muerte, acariciado por el mucuna pruriens, mejor conocido como pica-pica; que Los Beatles, que los Rolling Stones… Pero en eso de la CÍA si fuiste demasiado lejos. Esa gente envenena vacas y Círculos Infantiles con idéntica saña. Y ejecuta atentados de viento contra el Gran Líder. Tú, ni corto ni perezoso, desde la celda llamaste a tu abogado que en unas pocas gestiones resolvió el malentendido. El periódico Abuelita aceptó tu Derecho a Réplica donde demostrabas que no eres de la CÍA ni un carajo; que tu melena había desaparecido milagrosamente de la noche a la mañana, y que tus discos y revistas no son un obstáculo. No problem. A casa. Pero no. Un momentico ahí, compañero. Si la Revolución dice que eres de la CÍA, lo eres. ¿Abogado? Je je. ¿Derecho a Réplica? Je je je. Ahora vas en un camión con este friíto bueno para estar en la cama, bien arropado y cerca de otro cuerpo. De otro cuerpo vivo.

II

La escena preliminar es ficción histórica. Situaciones similares hubo a saco en esa fábrica de los horrores que fue el estalinismo soviético. Las hubo a espuertas en la China de Mao. Franco, Trujillo y Pinochet también fusilaron por poco. Pol Pot se merece un altar en el infierno. Y en Cuba, la Deseada, la Perla del Caribe, el Delicioso Edén, se jaló del gatillo con un fervor más que pernicioso. Se fusiló a chivatos (ojalá nunca se vuelva a hacer, de lo contrario…); se fusiló a asesinos; se fusiló a bellacos por querer robar una gabarra en la que sobresalían dos o tres súbditas europeas; se fusiló. Y supongo que en la locura inicial no faltaron los traspapeleos. El vulgar ladronzuelo termina en la celda de los apestados políticos. El revendedor como Enemigo del Pueblo. El resto, otra vez, es fácil de imaginar. Como también lo es que jamás se pedirán disculpas ni se ofrecerán reparaciones. La Revolución nunca se equivoca, compañeros. Nunca. Ay.

III

Es vetusto el tema de la simpatía erótica que provocan las dictaduras (y los dictadores). Sus acólitos se cuentan por millonadas y de todas las procedencias sociales. Mientras esto exista ─y siempre existirá─ las dictaduras (y los dictadores), reptando de un país a otro, de un siglo y de un nombre a otros, existirán.

IV

La obra de Rafael Vilches Proenza trata de este tema. Y lo hace en un tiempo en que la opresión que vive el pueblo cubano goza, aún, de cariños enormes. Los tontos del espacio exterior ven a Cuba como el paraíso sexual, esas mulatas de rostros achinados y caderas y pubis suculentos que te ponen a gozar a ritmo de mambo ─y es cierto que lo hacen, si pagas─. ¿Hay dificultades económicas? ¿Nadie quiere trabajar? ¿Casi todo el mundo roba y, si puede, se prostituye? ¿El alcoholismo a borbotones? Claro que es así, compañeros, pero cómo no va a ser si el poderoso enemigo del norte nos tiene asfixiados con un cruento bloqueo, bla bla bla. Y no nos damos cuenta del viejo asunto de la política exterior, Roma versus Cartago, la culpa es del otro. Somos brutos y no hemos leído a Orwell, Foucault, Solzhenitsyn. Somos brutos y tenemos miedo. Y los tontos del espacio exterior, los que se tatúan determinados líderes en sus hombros o putean a cubanos que simplemente no desean ser comunistas (lo han sufrido; o lo hacen por dinero; o son segurosos: es su problema y de ningún modo un crimen) no han reparado en un punto de la realidad cubana, este vergel de la igualdad: cómo viven Los Jefes y cómo no vivimos los que no somos ni seremos jefes. Cómo son las casas y los carros (y hasta las mascotas) de Los Jefes. Qué comidas comen y con qué mulatas de rostros achinados y caderas y pubis de ensueño se enredan Los Jefes. Mientras uno pierde su vida en la cola del arroz. Y remienda los zapatos a medianoche para ir a un trabajo en el que te pagan (eres licenciado, que conste) veinte dólares al mes. Uno, al que le importan un carajo el poderoso enemigo del norte y el hombre nuevo y piensa que no estaría nada mal chocar la bola con una de esas mulatas a las que no les gusta la poesía y sí las langostas y demás y demás. Ellas saben. Y tener derecho a abogados y derecho a réplica. Tener derechos. Si los norteamericanos carecen de ellos, si se matan entre sí o lo que sea, no debe ser difícil imaginar que es problema de los norteamericanos. Los tontos del espacio exterior no saben el asco que da la misma retórica día tras día durante décadas, los emplazamientos, el tira-tira, y enterarse fidedignamente de la cantidad de negocios que existen entre Roma y Cartago. Las toneladas y toneladas métricas made in de todas partes que arriban pero que no alivian. Y que entrarían más si, después de tomar el chocolate, se pagara lo que se debe. Uno, que es bruto y no conoce el significado del término bloqueo. Para no hablar de aquellas avalanchas vomitivas que fueron ciertas movilizaciones para gastar galaxias de dinero en logística, agitando banderitas y agotando canecas. Porque somos apolíneos y no dionisíacos. Pero Los Jefes tampoco han leído y, hay que decirlo, son más brutos que nosotros. Y, también hay que decirlo, tienen más miedo que nosotros. (De paso, negra, alcánzame otra langostica, si total).

V

Inquisición roja, la novela de Rafael Vilches Proenza, trata de estos temas. Algunos dirán que es falsa. Que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción jamás existieron. O que sí, pero que solo eran campamentos de reeducación donde, mediante el trabajo, se reinsertaba a las personas confundidas (sin su permiso) en una sociedad con normas nuevas. Eso de creer en un Dios decadente o que te gusten entes de tu mismo sexo o el rock and roll (esa música de maricones) no va con nosotros. Pero un dolor así no se inventa, créanme. No somos los tontos del espacio exterior y no hay quien nos venga con cuentecitos. No se los aceptamos a la mafia anticubana de Miami, pero tampoco (y mucho menos) a la mafia anticubana de La Habana que, como saben o sabemos algunos lúcidos del espacio interior, que sí leen, leemos, es más cruel, traidora e hija de la grandísima que la primera.

VI

Los tontos del espacio exterior también simpatizan con Corea del Norte. Y niegan que las FARC-EP fueran narcoguerrillas. Es decir, niegan lo que las mismas narcoguerrillas han aceptado. Esa es la característica fundamental del ciego que no quiere ver. Así son las mujeres abusadas por sus hombres ─y entre más grande es la tunda, más intensa la noche de reconciliación. Así hasta el desenlace final, fatal─. Dicen que la risa es prerrogativa del ser humano. La tristeza también debía serlo. Vistas las cosas de este modo, el ser humano es más merecedor de la tristeza que de la felicidad. Y, me da mucha pena, compañeros, pero se acabó el arroz. Vuelva mañana.

VII

Aunque de fácil lectura, transitar las páginas de una novela como esta se vuelve un asunto arduo. Caminas con dolor sobre el dolor de cuerpos inútilmente segados por esa otra guerra, esa estúpida e infantiloide borrachera de poder que comenzó para nosotros (que comenzamos a sufrir nosotros) en enero de 1959. Los personajes, levantados de sus rutinas a mitad de la noche, procuran sostenerse mediante una esperanza que saben inútil, pero que del mismo modo se niega a abandonarlos. Sus hambres anhelan con idéntica intensidad un cuerpo para amar que un trozo de músculo para sustentarse. Se burlan de todo y de ellos mismos. Y de paso nos cuentan una historia que hoy asusta a los mismos que la escribieron a punta de fusil. ¿Por qué Stalin fue peor que Hitler? Pues porque mientras fundamentalmente el malo de Hitler acabó con extranjeros, el bueno de Stalin fundamentalmente lo hizo con compatriotas suyos. No es difícil de entender. No sea bruto, compañero. Lea.

VIII

No sé qué extraño mecanismo ocurre con los historiadores, quienes terminan indigestándose con la historia. Las partes más ricas, el puro mineral, se ignora o funde con ligereza, en tanto la escoria (Los Jefes, metiéndose entre pecho y espalda una Heineken y una langosta más, sentirán melancolía por esta palabra) se vuelve el meollo del asunto. Es aquí donde el poeta aristotélico surge. Tal vez no sabe la metodología del pie de página, o la estéril acomodación de los anexos, pero a su alma le es posible metabolizar todo un milenio, con sus complejidades, injusticias y su consabido alud de mierda, en una estrofa, un párrafo, una novela. Lo que se narra aquí no ocurrió hace mucho. Cincuenta o sesenta años, se sabe, no son nada frente a la historiografía. Y por otro lado sí que cuentan en la piel del prófugo, del condenado, inocente o no. En la madre trabajadora que cocina con leña verde. En el interior de la joven prostituta de quien todos dicen que huele bien, excepto ella misma. El guajiro que cedió su fértil tierra para que se llenara de espinos. Esta es la novela del dolor. De las esperanzas perdidas y las grandes esperanzas. De un pueblo alegre al que no le han enseñado más que a odiar. De gente semejante a palomas salvajes y a las que se les ha rodeado con un muro, una alambrada. Lea esta novela y sea otro, otra. Si es un tonto del espacio exterior, deje de serlo. No sea yanqui, pero tampoco se deje engañar por las banderitas en un cielo que sigue siendo hermoso, pero en el que cada vez hay menos palomas y bajo el cual sigue habiendo demasiados, demasiados muros.


Prólogo de la novela, ya disponible en Amazon


 

Algo sobre la explosión de un cometa

Los escritores Félix Luis Viera, Manuel Vázquez Portal y Ramón Fernández Larrea en el IX Festival Vista de Miami

El ensayo La explosión del cometa (que José Hugo Fernández, su autor, califica modestamente de “prontuario”) me estalló, literalmente, en la cara. Es una metáfora, por supuesto, pero no la utilizo en tal sentido. Me refiero a la sensación, y la sensación es literal.

Atrapa desde la primera línea con una pregunta fascinante: “¿Por qué un poeta deja de escribir versos?” De inmediato pensamos en Rimbaud, el prototipo. Pero también en Félix Luis Viera, que después de haber publicado quizá su mejor poemario en 2010, La patria es una naranja, decidió no escribir más versos. Diferencias aparte, la intriga se mantiene intacta. Queremos saber qué nos propone el “lector atento” que es José Hugo.

Por lo demás, el libro posee una cuidadosa, equilibrada y sabia estructura. Consta de cuatro partes. En las tres primeras (y en ese orden) analiza sendas facetas del autor: Poesía, cuento y novela. Y en la cuarta se ocupa del erotismo que recorre todas y cada una de esas facetas. Todo siguiendo un “tempo” bien delimitado que, al terminar, redondea el conjunto como una magnífica sinfonía. Con esa unidad, quiero decir. Cada parte se “demora” lo preciso y la totalidad llega justo a donde debe y cuando debe.

Un estudio así (con esas connotaciones, con esa profundidad, con esa pedagogía) sólo puede hacerlo alguien que conozca en profundidad no sólo la obra del autor objeto de estudio, sino, además, los géneros en los que ese autor se ha movido. Debe conocer, digo, también las técnicas y, en general, las reglas que “organizan” (y/o matizan) de algún modo los géneros en que, más o menos, pueden ubicarse las obras en cuestión. Y José Hugo lo conoce. Lo practica. Además de escribir ensayos y crónicas, es novelista y cuentista.

Y eso es precisamente lo que más me atrae de este libro. El cómo José Hugo toma cada obra de FLV y la desmenuza, desmonta, destripa y, luego (desde su óptica de “lector atento” que, no lo olvidemos, también escribe obras de ficción), dilucida con una meticulosidad que, en ningún momento, resulta farragosa o excesiva. José Hugo, por decirlo de otro modo, se limita a ejercer una función noble: servirnos de guía. A un lector de FLV podría ocurrirle que se sintiese como si se enfrentara al mapa de la “ciudad” que ya él (el lector) ha recorrido por su cuenta y cree conocer, y se encontrara con que, de pronto, José Hugo le está señalando algún detalle de una calle, un parque, una plaza (un poemario, un relato, una novela) en el que no había reparado. Al menos no de ese modo. No desde esa perspectiva. No con esa mirada especialmente atenta que observa desde allí. Un modo, una perspectiva, una mirada, que vienen a enriquecer, no a sustituir ni anular. Un lector que jamás haya leído a Viera, en cambio, encontrará aquí un guía del que fiarse. Alguien que le propiciará una aproximación iluminadora a la obra de Viera, sin que necesariamente lo prejuicie.

Ayuda mucho el hecho de que José Hugo sea un estudioso sin estridencias. Intenta situar la obra de Viera dentro de un canon —lo sitúa de hecho—, pero su reflexión y sus “pruebas” permiten lo más importante: Abrir el debate para la reflexión sobre dicha obra: la de uno de nuestros más grandes escritores vivos. Y digo “nuestros” en el sentido más amplio, que es el de todos los lectores posibles, vínculos toponímicos aparte. No pide que le crean, no apela a la fe. Simplemente razona sobre la maestría del maestro y lo argumenta con sencillez; como él mismo asegura que hizo el propio Viera al escribir Con tu vestido blanco; con:

“..una prosa que se va sola, como suele decirse en cubano, que corre ligera, sin pausas ni circunloquios, sin acrobacias escriturales.” (ps. 69 § 2; 70 § 1)

“Circunloquios”, “acrobacias escriturales”…, pecados que en nuestro mundo literario cubano se suman a los circunloquios y a las acrobacias de índole cultural o de erudición. Lezama, un plato demasiado fuerte que ha sentado mal. Pero José Hugo elude esa trampa y escribe como el erudito que es: con erudición, pero también con la sabiduría (con la sencillez) de quien no necesita demostrarlo.

Un ejemplo que viene a ilustrar esto y, a la vez, a abundar en lo del “cambio de perspectiva”, podemos encontrarlo en la página 125, § 1, refiriéndose al erotismo presente en la obra de FLV. Escribe:

“Los estetas del erotismo, aquellos sesudos conceptualistas, sabios por lo general, dictaron preceptos que servirían durante demasiado tiempo para que escritores y críticos estuviesen de acuerdo en cuanto a lo que era o no literatura erótica. Más tarde, algunos (sólo algunos) cayeron en la cuenta de que habían inventado un género tan fácilmente como se dice que realizan su oficio los sopladores de botellas en Murano. Así que empezaron otra vez a estar de acuerdo en cuanto a que no se trata (nunca se trató) de literatura erótica, sino de libros en los que como parte del proceso de escritura se apela a la recreación del erotismo en tanto recurso técnico igual que otro cualquiera.”

Queda dicho. A esto me refería, insisto, al escribir lo del “cambio de perspectiva” y, de paso, cuando resalté, unas líneas antes, la limpidez de su estilo.

La respuesta a la sugerente pregunta con que abre el libro; el porqué del título; qué valoración queda al final de la obra y, en alguna medida, de la persona que es Viera o cómo podemos ubicarlo en el contexto literario de las últimas décadas; cuáles son los, por así decirlo, planos arquitectónicos de las obras analizadas, valiosos ejemplos de cómo puede trabajarse el aspecto “técnico” de la escritura de ficción tomados de uno de sus mejores maestros… son cuestiones, entre otras, fehacientemente develadas por este hermoso destello. Los invito a presenciarlo (a leerlo). Como toda explosión, es sobrecogedor. Lo prometo.


 

Creadores apoyan a poeta cubano acosado por la policía política

Parque Calixto García, en Holguín

 “Hay quienes piden que intervenga la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Mis respetos, pero no soy miembro de la UNEAC. He preferido la soledad”. Así respondió en Facebook el poeta disidente Ghabriel Pérez, bajo acoso en su natal provincia Holguín, tras ser citado por la policía política el pasado martes 7 de julio.

¿El “delito” del poeta? Disponerse a leer un poema en el parque Calixto García, frente a la estatua del general de la independencia de Cuba.

En medio de la pandemia del Covid 19, en la manaña del martes pasado acudió a la puerta del escritor un miembro del Minint, de uniforme, a entregarle la citación solo con 15 minutos de antelación, pues se le pedía que acudiera a la estación policial a las 10:00 a.m. de este mismo martes. Poco después se presentó frente a su casa el jefe de sector de la policía, al que Pérez, quien cuida a una anciana muy enferma -su madre-, se negó a recibir.

El jefe de sector le exigió al poeta, a través de la ventana, que le informara la hora en la que podía acudir a la citación, “porque que si no irían a detenerlo”, declaró a Puente a la Vista el propio Ghabriel Pérez, quien no acudió a la cita.

“La UNEAC solo intervendría para condenar al poeta. Una y otra vez, durante décadas, esta organización ha estado al servicio del castrismo y contra la independencia creativa, muy poco o nada honesto puede esperarse de ella. No podía ser de otra manera tratándose de una unión diseñada desde el poder para apuntalar eternamente al poder frente a quienes disienten”. Armando Añel, escritor y editor.

“La policía es quien más puede portar el Covid-19. Por tanto, citar a un ciudadano por algo tan estúpido es propagación de pandemia. Anunciar públicamente que leería poesía en un parque y condenarlo por esa razón, solo demuestra el nivel tan bajo de tolerancia así como la incultura de los agentes de la ley y el orden del primer país libre de analfabetismo en America Latina”. Lynn Cruz, actriz y productora de cine

“Es una vergüenza que la policía de un país, donde supuestamente hay libertad y se respetan los derechos humanos, esté amenazando a un poeta que quiere ir a leer sus poemas en un parque. Ghabriel Pérez es uno de los escritores más importantes de los que hoy viven en Cuba, y un luchador incansable de los derechos humanos, un disidente a cara descubierta. Su madre, a quien quiero y respeto, está postrada en una cama en la sala de la casa. Ghabriel es hijo único. Son unos canallas quienes lo acosan por decir la verdad, por tener la valentía de decir todo a lo que no se atreve la mayoría que lo rodea. Su delito: no ser una oveja más en la finca de esclavos de los Castro. Si la policía política no tiene el coraje de defender a su pueblo y ayudarlo a quitarse el yugo que este país carga por más de 60 años, por lo menos que tenga la hombría de respetar a los poetas”. Rafael Vilches, escritor

“Mucha fuerza, Ghabriel. Ahora tu historia se sigue desde las cuatro esquinas del mundo. Unos la siguen por el morbo del suspense, como siguen una telenovela turca. Otros por curiosidad intelectual, porque el desenlace les dará pie para hablar a favor o en contra. Otros ya saben de la inusitada situación hollywoodense: un poeta asediado en su casa por la maquinaria hostil de una tiranía. Y es que un guión donde se enfrente la poesía vs la dictadura tiene a la mayoría como representante. Tu combate es heroico, cada minuto de esta odisea le suma coraje y patriotismo a tu leyenda. Y contra eso nada pueden los verdugos. Porque hay un punto en que un hombre confiesa que ha temido, confiesa que su temor lo ha carcomido, y, de pronto, ese temor se convierte en el antídoto de su propio temor. Ellos comprendieron que ya no pueden meterte miedo. Te les escapaste. Ahora todo el mundo los mira y les corresponde temer”. Yoshvani Medina, dramaturgo


 

Ganadores del primer Premio de Poesía Intertextual José Martí

José Alberto Velázquez, primer lugar

El proyecto Puente a la Vista dio a conocer este martes 7 de julio los resultados del Premio de Poesía Intertextual ‘José Martí’ 2020, basado en los Versos sencillos del célebre poeta y político cubano.

Los miembros del jurado, constituido por los poetas y editores María Eugenia Caseiro, Adalberto Guerra y J.L. Serrano, otorgaron los cinco primeros lugares a los concursantes José Alberto Velázquez, Ghabriel Pérez, Rafael Vilches, Eduardo Clavel Rizo y Lester Flores López.

La ideología brutal

nos rompe el sueño y la casa.

La fiebre del miedo arrasa

el tétrico carnaval.

Rezan los versos del poeta y narrador José Alberto Velázquez (Las Tunas, Cuba, 1978), quien obtuvo el primer lugar:

Pocos salieron ilesos

del odio del dictador.

La patria, más que un dolor,

era un puñado de presos.

Un total de 13 finalistas superaron el primer corte: Alain de León, Eduardo Clavel Rizo, Ghabriel Pérez, José Alberto Velázquez, José Rodolfo Rodríguez, La Hoguera (seudónimo), Laura de Cuba (seudónimo), Lester Flores López, Madeline Pedroza, Marlene Denis, Nelson Machín Viera, Rafael Vilches y Rob Marquez.

El jurado tuvo en cuenta, de cara a la evaluación de los poemas finalistas, elementos como la sencillez, el humor, la novedad y la actualidad.

Los versos premiados

Además del poema ganador del premio principal, de José Alberto Velázquez, otros cuatro premios fueron otorgados por el jurado, según estipulaban las bases del concurso. A continuación los otros poemas ganadores:

Pediste un ramo en la losa

de flores y una bandera

no la ortiga ni la osera

al costado de tu hermosa

mansión, una mariposa

cruza trémula la mar,

llora Ifigenia y Pilar,

contra el cruel que la fulmina,

le dice a la bailarina:

No sé, yo no puedo entrar.

(Ghabriel Pérez)

 

Martí vio vivir a un hombre

con el puñal al costado,

no supo que aborregado

vivo hasta hoy en su nombre.

Sus ideas de prohombre

tergiversan a su antojo.

Yo, vivo-muerto, me arrojo

junto a la estrella apagada

y calculo mi estocada

contra un poder viejo y rojo.

(Rafael Vilches)

 

Odio la máscara, el hado,

el oprobio del poder,

la hipocresía de vender

un Martí sincretizado.

 

Denle al tirano el placer,

la gloria al verdugo que ata,

a mí, la que alumbra y mata

luz de un nuevo amanecer.

(Eduardo Clavel Rizo)

 

Yo soy un hombre siniestro

de donde imprimen el Granma

y antes que leerlo muestro

al censor con rayos gamma.

 

La imagen martiana es ley,

porta la doble moneda,

ni el «patria o muerte» me queda

si en dólar recauda el rey.

(Lester Flores López)

“En tiempos de Internet, la poesía intertextual es también poesía interactiva”, apuntaban las bases del certamen. “La intertextualidad, relacionada con la paráfrasis y la parodia, pasa por la interacción entre textos de diferentes autores tanto en la creación como en la comprensión del mensaje directa o indirectamente sugerido”.

El Proyecto Puente a la Vista y su directora, Idabell Rosales, agradeció al jurado y a todos y cada uno de los participantes que atendiendo a la convocatoria enviaron sus trabajos. Por una cultura en libertad.


 

Coronavirus y represión: El poeta Ghabriel Pérez bajo acoso

Ghabriel Pérez

El acoso contra los creadores cubanos independientes no cesa en la Isla y hoy le tocó el turno al poeta holguinero Ghabriel Pérez, finalista del concurso de Poesía Intertextual ‘José Martí’ 2020, quien fue citado por la policía para las 10:00 a.m.

Aproximadamente a las 9:45 a.m., acudió a la puerta del escritor un miembro del Minint, de uniforme, a entregarle la citación solo con 15 minutos de antelación, pues se le pedía que acudiera a la estación policial a las 10:00 a.m. de este mismo martes.

Poco después se presentó frente a su casa el jefe de sector de la policía, al que Pérez, quien cuida a una anciana muy enferma -su madre-, se negó a recibir.

El jefe de sector le exigió al poeta, a través de la ventana, que le informara la hora en la que podía acudir a la citación, “porque que si no irían a detenerlo”, declaró a Puente a la Vista el propio Ghabriel Pérez.

Al cierre de esta nota, el escritor aún se encontraba en su domicilio negándose a acudir a la citación.

“Solo quiero recordar que se me está citando para la policía por haber declarado (…) que hoy iría al parque Calixto García a decir un poema frente a la estatua del general”, apuntó el poeta en Facebook.

La paliza propinada por la policía cubana a los artistas independientes Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo hace pocos días demuestra, entre otros ejemplos, que es muy peligroso acompañar a las supuestas “autoridades” en Cuba. Menos en momentos en que la represión arrecia, con el Decreto Ley 370 a la cabeza, y cuando el coronavirus hace de las suyas en casi todas partes.

La ausencia de tests o pruebas de detección del virus hace imposible determinar cuántos contagiados hay ahora mismo en Cuba, pero se estima que la cifra es muy elevada dadas las condiciones de insalubridad y promiscuidad reinantes en la Isla.

En este sentido, el creciente acoso policial podría haberse convertido ya en un instrumento de propagación del Covid 19 en Cuba.


 

Las moscas de Monterroso

El centroamericano Augusto Monterroso fue un escritor genial. Se le considera un artífice del cuento y la fábula muy breves. Lo era sin dudas, en piezas como El Mundo: “Dios todavía no ha creado el mundo; solo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto pero confuso”. Sin embargo, su importancia para el universo literario hispanoamericano sobrepasa con creces la etiqueta de “escritor de ultracortos”. A continuación uno de sus relatos modélicos:

Las moscas

Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre. Traten otros los dos primeros. Yo me ocupo de las moscas, que son mejores que los hombres pero no que las mujeres. Hace años tuve la idea de reunir una antología universal de la mosca. La sigo teniendo. Sin embargo, pronto me di cuenta de que era una empresa prácticamente infinita. La mosca invade todas las literaturas y, claro, donde uno pone el ojo encuentra la mosca. No hay verdadero escritor que en su oportunidad no le haya dedicado un poema, una página, un párrafo, una línea; y si eres escritor y no lo has hecho te aconsejo que sigas mi ejemplo y corras a hacerlo; las moscas son Euménides, Erinias; son castigadoras. Son las vengadoras de no sabemos qué; pero tú sabes que alguna vez te han perseguido y, en cuanto lo sabes, que te perseguirán para siempre. Ellas vigilan. Son las vicarias de alguien innombrable, buenísimo o maligno. Te exigen. Te siguen. Te observan. Cuando finalmente mueras es probable, y triste, que baste una mosca para llevar quién puede decir a dónde tu pobre alma distraída. Las moscas transportan, heredándose infinitamente la carga, las almas de nuestros muertos, de nuestros antepasados, que así continúan cerca de nosotros, acompañándonos, empeñados en protegernos. Nuestras pequeñas almas transmigran a través de ellas y ellas acumulan sabiduría y conocen todo lo que nosotros no nos atrevemos a conocer. Quizá el último transmisor de nuestra torpe cultura occidental sea el cuerpo de esa mosca, que ha venido reproduciéndose sin enriquecerse a lo largo de los siglos. Y, bien mirada, creo que dijo Milla (autor que por supuesto desconoces pero que gracias a haberse ocupado de la mosca oyes mencionar hoy por primera vez), la mosca no es tan fea como a primera vista parece. Pero es que a primera vista no parece fea, precisamente porque nadie ha visto nunca una mosca a primera vista. A nadie se le ha ocurrido preguntarse si la mosca fue antes o después. En el principio fue la mosca. (Era casi imposible que no apareciera aquí eso de que en el principio fue la mosca o cualquier otra cosa. De esas frases vivimos. Frases mosca que, como los dolores mosca, no significan nada. Las frases perseguidoras de que están llenas nuestros libros.) Olvídalo. Es más fácil que una mosca se pare en la nariz del papa que el papa se pare en la nariz de una mosca. El papa, o el rey o el presidente (el presidente de la república, claro; el presidente de una compañía financiera o comercial o de productos equis es por lo general tan necio que se considera superior a ellas) son incapaces de llamar a su guardia suiza o a su guardia real o a sus guardias presidenciales para exterminar una mosca. Al contrario, son tolerantes y, cuando más, se rascan la nariz. Saben. Y saben que también la mosca sabe y los vigila; saben que lo que en realidad tenemos son moscas de la guarda que nos cuidan a toda hora de caer en pecados auténticos, grandes, para los cuales se necesitan ángeles de la guarda de verdad que de pronto se descuiden y se vuelvan cómplices, como el ángel de la guarda de Hitler, o como el de Johnson. Pero no hay que hacer caso. Vuelve a las narices. La mosca que se posó en la tuya es descendiente directa de la que se paró en la de Cleopatra. Y una vez más caes en las alusiones retóricas prefabricadas que todo el mundo ha hecho antes. Pues a pesar tuyo haces literatura. La mosca quiere que la envuelvas en esa atmósfera de reyes, papas y emperadores. Y lo logra. Te domina. No puedes hablar de ella sin sentirte inclinado hacia la grandeza. Oh, Melville, tenías que recorrer los mares para instalar al fin esa gran ballena blanca sobre tu escritorio de Pittsfield, Massachussetts, sin darte cuenta de que el Mal revoleteaba desde mucho antes alrededor de tu helado de fresa en las calurosas tardes de niñez y, pasados los años, sobre ti mismo en el crepúsculo cuando te arrancabas uno que otro pelo de la barba dorada leyendo a Cervantes y puliendo tu estilo; y no necesariamente en aquella enormidad informe de huesos y esperma incapaz de hacer mal alguno sino a quien interrumpiera su siesta, como el loquito Ahab. ¿Y Poe y su cuervo? Ridículo. Tú mira la mosca. Observa. Piensa.


 

Trucolandia en Ginebra

Trucolandia impidió en Ginebra, el pasado 3 de julio, que el científico y activista cubano Ariel Ruiz Urquiola completara su denuncia. Ocurrió durante el 44º período ordinario de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

«Cuando la dictadura es un hecho, el nasotruco se vuelve un derecho». (a medias con Victor Hugo)

«Trincheras de trucos valen más que trincheras de piedra». (anónimo)

«Uno, dos, tres, muchos nasotrucos». (paródico)

«Esta pandemia es más grande que nosotros mismos». (intertextual)


 

In vino veritas: la reciedumbre de Juan Carlos

Festival Vista de Miami: Los escritores Francisco Alemán de las Casas y Juan Carlos Recio

I

Alguien que ha sufrido por causa de la palabra no es necesariamente un mártir. Pero siempre estará cercano al concepto. Los sanos estigmas de su cárcel (o circo: en el caso que nos compete-Cuba-son sinónimos, y ninguno es mejor) siempre moldearán su verbo y conducta, aproximándolo a la tristeza o a la alegría, a la absoluta seguridad de quien tiene, o tuvo, todo perdido. Por eso Para matarlos a todos (Neo Club Ediciones, 2016), el poemario de Juan Carlos Recio, no debe amedrentarnos con su título. Es precisamente lo contrario: una poesía que, serena, sangra. No como una herida, sino como una transfusión. Mano que viene a ti no como puño de carcelero sino como palma abierta que ayuda a salir del pantano. O te acompaña en la fiesta. Porque sí: además de cárcel y circo y tristeza y Cuba, también hay fiesta.

 

II

Tomo ron con los perdidos,

no hablo mal de ellos,

solo dejo que me enamoren

por las veces que sin saberlo

han sido los cobardes.

(p. 21).

Todo se puede esperar y recibir de un libro que comienza así. Cuánta meticulosa sabiduría en solo cinco versos. Un ensayista va a necesitar al menos cien páginas para explicarnos lo mismo. Pero la poesía no explica. La poesía de Juan Carlos nos recuerda el conocimiento que existe en nosotros, ese que hemos decidido ignorar por un mendrugo o por treinta monedas. Quiénes son los perdidos. Yo he sido uno. He besado la mano del carcelero (es un decir) que me traía la sopa. No amaba al carcelero, ni la sopa. Solo tenía hambre. Y Recio, quien siempre estuvo encontrado, nos da de entrada esa primicia de desagravio. Un perdón tan grande como nada más pueden necesitarlo quienes nunca tuvieron un país, o a quienes lo tuvieron y les fue arrebatado. Sí: creo que se puede y se necesita ser mejor persona. Sí: creo que robar y mentir y delatar es malo. Pero también creo en la gracia del perdón, y en el perdón de la poesía. En la de Juan Carlos Recio tenemos ambas. Léase, y sabrá perdonar y ser mejor persona y tendrá un país.

No un circo.

No una cárcel.

Un país.

III

He visto la leve apoteosis de la literatura cubana, y su sostenido descenso. Fui testigo de cómo un discurso que prometía ser fuerte, gozoso y adolorido, mutaba, al final del siglo XX, en una autocelebrada y roñosa pobreza de forma y contenido. Como la realidad misma. Y es que resulta imposible el arte (sí: creo en el arte) sin libertad. Algún ensayista ya debe haberlo dicho en otras cien páginas. El creador del que hablamos la perdió dos veces (al nacer, al ir preso) para ganarla Una. Por eso me alegró tanto ir sabiendo que la Cuba geográfica no determina. Hay una Patria mayor a la que quitaron su libertad para que la consiguiera. En ella están las mejores películas y canciones. Las mejores historias de amor. La mejor poesía.

Tiene que comprobarlo. Lea Para matarlos a todos, de Juan Carlos Recio, nacido en Santa Clara, Cuba (1968). Radicado, desde el 2000, en Nueva York, USA.

Sé que me entienden.

IV

Sobre las marcas delineadas de su cuerpo

es que existo:

marcas que han dejado espacio de sobra

y que ya comienzan a podrirse sin remedio.

(p. 102).

V

Y no encuentro el odio o el resentimiento por ninguna parte. Este, además de buen poeta, es un buen tipo. Es decir, una especie que creíamos extinta y que de pronto reaparece en sus páginas, su vida (son una las dos). Alguien que en las madrugadas despierta a los desconocidos para que le dibujen una oveja (p. 164).

VI

Qué bien está la perentoria necesidad de definirse, de saber quién no es en Juan Carlos Recio. Obvio que amar no basta. Obvio que ser poeta no basta. Pero cuando unes estos elementos consigues intensidad y altura. Y el odio sobra. Porque la Nada y el Odio también deben ser laboriosamente creados. Pero esa labor corresponde a otro tipo de personas y su asqueroso poder. Estos siempre serán y han sido adversarios del Poeta, creador (y amante) total.

VII

Te resultará agradable (o portentoso) encontrar a alguien que no se debilite en el gesto. Alguien que no promete ni amenaza. Simplemente da. Una vida o una actitud pueden ser “poéticas”. Pero un poema no es más que un poema, y basta. Este libro, que es el Poema de Juan Carlos Recio, no debe ser leído con esperanza: debe ser leído para recuperar la esperanza y la poesía perdidas.

Y así como perdimos Cuba para tenerla siempre, con Para matarlos a todos ya jamás dejaremos de tener Patria, Esperanza, Poesía.

Yo lo prometo.

Él, que es un magnífico poeta y un buen tipo, solo las da.

No debilites el gesto.

Convierte tu puño en mano y recibe el don.

Lo necesitas.


 

Acuden a instancias internacionales tras detención del periodista Jorge Enrique Rodríguez en Cuba

 

A: Sr Edison Lanza, Relator Especial para la Libertad de Expresión, CIDH
A: David Kaye, Relator Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión
A: Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos

La Habana, Cuba, 3 de julio de 2020. Periodistas, artistas, académicos, activistas cubanos y de toda la región latinoamericana, así como organizaciones nacionales e internacionales, nos dirigimos a ustedes para expresar nuestra preocupación ante el encarcelamiento del escritor y periodista Jorge Enrique Rodríguez, en ejercicio de sus funciones como periodista del medio informativo Diario de Cuba. El domingo 28 de junio se lo llevaron de su domicilio y será sometido a juicio, presumiblemente, el próximo 8 de julio. No se saben las circunstancias exactas de cómo ocurrió la detención.

Las autoridades cubanas pertinentes se niegan a darle información a sus familiares. Su hermano Leonel Rodríguez ha asegurado a la prensa que solo tiene versiones sobre los motivos de la detención del periodista aportadas por algunos testigos. Estas van desde una acusación por “desacato a la autoridad”, otra por apoyar e intentar cubrir las protestas contra el asesinato de un joven por la policía y, por último, por estar grabando un video para un trabajo en proceso. Por otra parte, su hermana, Yusimí Rodríguez, acudió el 2 de julio al centro de detención donde se encuentra el periodista y fue informada por los oficiales que está acusado de “desacato a la autoridad”.[1]

El domingo 28 de junio, Jorge Enríquez Rodríguez fue trasladado al centro de procesamiento legal conocido como el Vivac, donde continúa sin saber los cargos en su contra, y no ha habido ninguna transparencia sobre el proceso judicial sumario al que será sometido. Por otra parte, La Ley de Procedimiento Penal permite la detención a una persona durante 7 días sin acceso a un abogado de defensor de su elección, violando las más elementales garantías del debido proceso de Jorge Enrique Rodríguez.

No es primera vez que Rodríguez es detenido e interrogado por la Seguridad del Estado por ejercer el periodismo independiente. El mes pasado fue acusado de “difundir noticias falsas”[2] y le comunicaron que tenía un proceso abierto, lo que implica también la criminalización de su profesión. El año pasado sufrió una desaparición forzada por intentar cubrir para ABC, donde es corresponsal, una noticia en el otro extremo de la isla, en Guantánamo[3].

La CIDH conoce de la precaria situación de los periodistas independientes en Cuba en su reporte de país de 2019 y ha reconocido que se enfrentan a una criminalización por su labor. Jorge Enrique Rodríguez también forma parte del equipo de trabajo del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt, organización que destaca por sus objetivos encaminados a celebrar la libertad de expresión y la libertad de creación.

Es importante destacar que la aplicación del delito de desacato ha sido observado con preocupación por la Relatoría Especial de la CIDH, toda vez que se ha utilizado como “mecanismo para silenciar el debate pluralista y democrático en torno de la gestión de gobierno” y atenta contra la libertad de pensamiento y de expresión, debido a que se presta «al abuso, como medida para acallar ideas y opiniones impopulares, con lo cual se restringe un debate que es fundamental para el funcionamiento eficaz de las instituciones democráticas».[4]

Expuestos los hechos, respetuosamente les pedimos que se pronuncien pública y urgentemente sobre el caso de Jorge Enrique Rodríguez y se haga un llamado a liberar al periodista, en cumplimiento con su obligación de respetar y garantizar los derechos humanos, especialmente durante situaciones de emergencia.

Adjuntamos a continuación la relación de periodistas, artistas, activistas y organizaciones que se pronuncian a favor de Jorge Enríquez Rodríguez:

14ymedio

Abakuá por la Libertad de Cuba

ADN Cuba

Alas tensas

Anima

APLP

Árbol Invertido

Article 19 Oficina para México y Centroamérica

Asociación Pro-Libertad de Prensa

Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL)

CiberCuba

Convivencia

Cuba Decide

Cuba Trendings

Cubalex

Cubanet

Demo Amlat

Demóngeles

Despierta Cuba

Diario de Cuba

Diverso

EL Estornudo

El Lumpen

Fundación Panamericana para la Democracia

Hypermedia

Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa (ICLEP)

Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR)

Inventario

La Hora de Cuba

La Paja Recold

Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana

Movimiento Cubano por la Libertad de Expresión (MOLE)

Movimiento Damas de Blanco

Movimiento San Isidro (MSI)

Otro Lunes

Palabra Abierta

Patchamama Producciones

Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio

Periódico Cubano

Play-Off Magazine

Porno para Ricardo

Programa Cuba de la Universidad Sergio Arboleda

Puente a la Vista

Red Femenina

Rialta

Sarau das Américas

Talento Cubano

Transparencia Electoral

Tremenda Nota

Umbrella Art Foundation

Yucabyte


[1]  ‘Desacato a la autoridad’, el cargo que enfrenta el periodista de DIARIO DE CUBA Jorge Enrique Rodríguez, Diario de Cuba, 2 de julio 2020. https://diariodecuba.com/derechos-humanos/1593700179_23514.html

[2] https://diariodecuba.com/derechos-humanos/1572349724_3345.html

[3] https://diariodecuba.com/derechos-humanos/1553291540_45304.html

[4] Comunicado de prensa R152/18. La Relatoría Especial manifiesta preocupación por condenas penales por desacato en Cuba, 17 de julio de 2018. http://www.oas.org/es/cidh/expresion/showarticle.asp?artID=1111&lID=2


 

Historia de La Habana en un vistazo

Catedral de La Habana (foto: Omara Ruiz Urquiola)

San Cristóbal de La Habana, fundada en 1519, emergió en el Caribe colonial hispano como una ciudad luz, pujante, emprendedora. Ello gracias a su excelente puerto de bolsa y a su posición estratégica besando la Corriente del Golfo.

Iniciada como magro asentamiento de chozas, pasó a ser gran ciudad, la principal base naval española en el mundo de entonces. En 1553 devino la capital de la isla. En los S. XVI y comienzos del XVII fue merodeada o sitiada en varias ocasiones por piratas franceses, holandeses, ingleses, lo cual catalizó la construcción de defensas, incluidas masivas murallas. Su ocupación por tropas inglesas en 1762 elevó la valoración del rey y, luego de cambiarla por La Florida, su sistema de fortificaciones fue llevado a máximos niveles.

La Habana pareció al fin ser el puerto mejor protegido de la América española, pero a partir de 1810 Hispanoamérica se desmembró y el puerto dejó de ser sitio de paso obligado del monopólico comercio hispano. La ciudad, como toda Cuba, permaneció como parte de España hasta 1898, tal vez por su riqueza edificada, su tradición de plaza sitiada y por la militarización extrema de Cuba. Luego pareció cambiar su rumbo al ser ocupada por tropas de su vecino del norte, EE.UU.

Tal vez los bandazos sociales sean su destino como cabeza de una isla de extensión semicontinental, ubicada en la frontera anglo-hispana y trópico-subtrópico: debe marchar desfasada o a contrapelo de las tendencias sociopolíticas circundantes. Todo lo anterior aporta sabor, autenticidad y exotismo a la cultura citadina habanera. Su arquitectura atesora edificaciones de gran impacto visual y cultural como el Castillo del Morro, el Palacio del Segundo Cabo, el Palacio de los Capitanes Generales o el Capitolio.

La urbe marinera, el “París del Caribe”, fue fundada con vocación de refugio, creativa, hospitalaria, descentrada y cosmopolita, cuna de cicerones. En la medida que el sudor se ha transformado en piedra y argamasa, surgió un modo de ser local abierto al mundo, esa vocación especial de los Havana people, los habaneros, de ser buenos anfitriones.

En sus mástiles ondearon orondas las banderas española, inglesa, norteamericana y cubana. La cubanidad toda se construyó pivoteando en la habanidad, eso que se prefiguró en una misa en el Templete en 1519. Tal vez más que nacionalidad, es globalidad lo que las viejas piedras de La Habana resuman, lloran, gritan.


Habana, 500 Aniversario. El libro ya en Amazon.


 

Usamos cookies para brindarle la mejor experiencia posible en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio, acepte nuestro uso de cookies.
Aceptar
Privacy Policy