Los activistas Daniel Llorente y Luis Manuel Otero Alcántara (derecha) en una imagen de archivo
Declaración del Movimiento San Isidro
El domingo 1ro de marzo, a las 2 y 30 de la tarde, fue detenido en las afueras de su casa Luis Manuel Otero Alcántara. Se le prohibía salir por la convocatoria realizada por sectores de la comunidad LGTBIQ a una protesta frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión. Durante el proceso de la detención a Luis Manuel, fue reducida con extrema violencia policial Claudia Genlui, aparentemente por intentar documentar el arresto. Fue golpeada por una policía mujer, lanzada al piso y dejada en la vía pública, sin proceso alguno; su celular fue secuestrado sin mediar documentación o registro, lo que entendemos como un robo desde las mismas fuerzas de Seguridad del Estado y del orden público.
Hoy lunes nos personamos en la Dirección Nacional de la PNR para solicitar información sobre el estado del detenido. La respuesta policial fue dada por una oficial con número de placa 10836, con grados de Mayor. Indagó en la red del sistema policial y nos confirmó que Otero Alcántara está en el centro de procesamiento para detenidos conocido como “El Vivac”, acusado de daños a la propiedad.
Nos comunicaron en la Dirección Nacional de la PNR que será sometido a “juicio sumario abreviado” y que esto debería suceder antes de transcurridos 10 días según el ordenamiento jurídico vigente.
Por principio, rechazamos cualquier alusión desde el Estado cubano o las fuerzas de seguridad del estado sobre los debidos procedimientos, pues los mismos son constantemente violentados por aquellos que pretenden ser sus representantes.
Recordamos que el uso de la fuerza represiva innecesaria, la arbitrariedad policial, el abuso físico sobre los ciudadanos indefensos y la puesta en práctica de figuras legales arbitrarias, puede ser considerada como terrorismo de Estado, y como tal ser entendida por los organismos internacionales y los estados soberanos nacionales.
Insistimos en que este procedimiento, el uso arbitrario de la fuerza policial, puede desencadenar males mayores para la sociedad cubana, pues el ciudadano, al sentirse sin recursos de protección ante los desvaríos y arbitrariedades del Estado, podría reaccionar asumiendo su propia protección y defensa, creándose un estado de caos o de guerra civil en la nación.
Luis Manuel Otero Alcántara ya está preso y esperando un juicio sumario. Las figuras jurídicas que antes habían establecido contra él, el “desacato agravado” y “ultraje a los símbolos patrios”, no llevan el peso suficiente para juzgarlo y encarcelarlo. Ahora agregan una nueva figura, “daños a la propiedad”, para aumentar el peso de su caso en materia legal.
El Movimiento San Isidro esperaba este momento culminante y nos habíamos preparado para él. Activaremos nuestros protocolos y procedimientos, iniciaremos una campaña en función de la libertad de Luis Manuel, así como hacia las libertades fundamentales de todos los cubanos. Estaremos en las calles y en los juzgados, mientras existamos estaremos alzando nuestras voces pues la injusticia que impera es grande e inaceptable. Todas nuestras variantes operativas están sobre la mesa.
Convocamos a los artistas cubanos y del mundo a alzar su voz frente al régimen cubano, injusto y dictatorial.
Gestos artísticos, performances, cualquier manifestación creativa puede ser un mensaje de apoyo para quienes defienden la libertad en la isla de Cuba.
A las diferentes comunidades culturales, interesadas o involucradas, que levanten la palabra ante la injusticia y la opresión que se vive en la Isla, pues estos procedimientos pueden ocurrir ( y ocurren) sobre cualquier ciudadano que decide vivir en libertad.
Luis Manuel Otero Alcántara en una foto de archivo
Este fin de semana, la censura del documental Sueños al pairo –de los realizadores independientes José Luis Aparicio Ferrera y Fernando Fraguela Fosado– por parte del oficialista ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) ha desatado un movimiento de solidaridad y protesta en Cuba y fuera de ella.
“En solidaridad con Aparicio y Fraguela, otros cineastas han retirado sus obras de la Muestra Joven. Tal es el caso de Umbra, de Daniela Muñoz Barroso, El amor de las cucarachas, de Regis Guedes, y Los puros, de Carla Valdés León”, informó el portal ADN Cuba. “También decidió retirar su corto Generación el reconocido cineasta Carlos Lechuga”.
La Muestra Joven, espacio donde sería exhibido el documental en Cuba, fue cancelada tras el acto de censura. “La dirección del ICAIC ha decidido posponer la celebración de la Muestra Joven ICAIC para fecha que se anunciará oportunamente con el objetivo de crear mejores condiciones para su realización y analizar diversos temas de trabajo en un ambiente apropiado y con el tiempo necesario”, apuntó el comunicado oficial.
También, el ICAIC expulsó a la directora de la Muestra Joven, Carla Valdés, tras la polémica en torno a Sueños al pairo, que aborda el itinerario del cantautor exiliado Mike Porcel.
Simultáneamente, el propio domingo 1 de marzo, activistas de la comunidad LGBTIQ+ cubana convocaron a una “besada” frente a la sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), en La Habana, como protesta contra otra censura, la de un beso entre dos jóvenes homosexuales en la película Love Simon. El portal Cubanet reportó varias detenciones llevadas a cabo por la Seguridad del Estado en torno a la iniciativa.
Los activistas Luis Manuel Otero Alcántara y Claudia Genlui Hidalgo, quienes apoyaban el evento, volvieron a ser objeto de la represión policial. Otero aún se encuentra en paradero desconocido y a Genlui le fue hurtado su teléfono tras ser golpeada por la policía.
A continuación algunos comentarios de creadores y activistas en las redes sociales:
“Luis Manuel Otero Alcántara ha sido detenido, yo he sido golpeada por la policía política y la seguridad del estado en Cuba, me han quitado el teléfono… la mujer cubana y los artistas e intelectuales cubanos están siendo violentados, ¡reaccionemos!”. Claudia Genlui Hidalgo
“No nos olvidemos que aunque consideremos una «victoria» (y la entrecomillo a conciencia) que la TV Cubana haya ofrecido disculpas por la censura al beso, Luis Manuel Otero Alcántara se encuentra detenido precisamente porque había expresado su deseo de apoyar a la comunidad LGBT en su reclamo. Luis Manuel generalmente apoya casi todas las causas que tienen que ver con la reivindicación de derechos. Deberíamos ser recíprocos con él. No podemos naturalizar los atropellos de los que es víctima constantemente”. José Raúl Gallego
“La bota del inculto, del incapaz, del insensible, del extremista, del irracional, del oportunista, aplasta contra el pavimento, una vez más, los sueños y creaciones de los artistas e intelectuales cubanos. Pero cuanto más aplasten, más creadores con vergüenza y valor se unirán a las protestas”. Sandra Ceballos
Con el objetivo de apoyar y fomentar la
creación literaria, la Editorial Hypermedia convoca a su Primer Premio de
Narrativa.
Premio de Narrativa Editorial Hypermedia 2020:
Podrán participar todos los escritores de
origen cubano, sin tener en cuenta su lugar de residencia actual, así como
aquellos autores extranjeros que puedan acreditar su residencia en Cuba.
La dotación del premio será de 1.000,00
USD.
La obra premiada será publicada por la
Editorial Hypermedia y una selección de la misma aparecerá en el número
Otoño/Invierno de nuestra revista impresa Hypermedia Review, así como en la
publicación online Hypermedia Magazine, durante la segunda quincena del mes de
mayo de 2020.
Presentación de la obra:
La obra presentada tendrá una extensión
mínima de 90 cuartillas, independientemente de si se trata de un único texto o
de una colección de relatos. La extensión máxima será de 160 cuartillas. El
tema será libre. La tipografía a emplear será Times New Roman o Arial, pto 12
(o similar). El interlineado es libre.
El envío se hará de forma electrónica a
la dirección [email protected], en dos archivos independientes,
los cuales comprenderán:
-La obra a concursar (sin firmar, e
identificada bajo un lema o seudónimo).
-Datos del autor, identificados por el
mismo lema o seudónimo.
-Se deberá presentar una sola obra.
Obra inédita:
La obra presentada deberá ser inédita y
no premiada anteriormente.
Si el autor presenta la obra a otro
concurso, en caso de obtener un premio deberá notificarlo a la Editorial
Hypermedia, mediante correo electrónico a la dirección [email protected],
para proceder a retirarla del concurso.
No obstante, una obra que haya resultado
previamente premiada quedará automáticamente descalificada.
Fechas:
Las fechas previstas para el Premio de
Narrativa Editorial Hypermedia 2020 son las siguientes:
La convocatoria queda abierta desde el
jueves 1 de enero de 2020 y permanecerá vigente hasta el jueves 30 de abril de
2020.
El jurado, integrado por escritores de
reconocido prestigio, habrá de fallar antes del 15 de mayo de 2020.
La entrega del premio se realizará antes
del 31 de mayo de 2020.
Tras la deliberación del jurado, una vez
abierta la plica, la Editorial Hypermedia se pondrá́ directamente en contacto
con el ganador.
En caso de ser premiado, el autor se
compromete a declarar bajo su responsabilidad el carácter inédito y no premiado
de su obra, y su total aceptación de las bases del concurso.
Obras presentadas:
En ningún caso se mantendrá́ correspondencia
al respecto, dado el carácter anónimo del premio.
En casos excepcionales, la Editorial
Hypermedia se reserva el derecho de ponerse en contacto con posterioridad al
fallo con aquellos finalistas que hubieran podido despertar el interés del
jurado.
Todas las obras no premiadas serán
eliminadas del servicio de mensajería electrónica de la Editorial Hypermedia.
Consideraciones legales:
Presentarse al concurso implica la
aceptación de todas y cada una de las bases de esta convocatoria, entendiéndose
que el incumplimiento de una sola de ellas podrá́ ser suficiente para dejar
fuera de concurso la obra presentada.
Las decisiones del jurado son
inapelables.
Para cualquier duda, discrepancia,
reclamación o cuestión que pueda suscitarse sobre la interpretación y ejecución
de las presentes bases, las partes renuncian al fuero propio que pudiera
corresponderles y se someten expresamente a la jurisdicción de la justicia.
La Otra Esquina de las Palabras, la tertulia que coordina en Coral Gables el poeta Joaquín Gálvez, invita el sábado 7 de marzo, a las 3:00 p.m., a la presentación de Aquí [Ellas] en Miami, selección de poetas miamenses (Katakana Editores, 2018).
Hasta ahora, han confirmado su participación en el espacio de Café Demetrio (300 Alhambra Circle) las siguientes poetas incluidas en el libro:
Por estos días observaba una de las directas en redes sociales del guionista Eduardo del Llano donde exigía el derecho de los artistas simpatizantes del sistema cubano a ofrecer conciertos en Miami y que se rompieran las barreras políticas; de paso, catalogaba a una parte del exilio de extremista.
Es verdad que deberían romperse ciertas barreras y acabar con rencores políticos que afectan al arte y nos dividen; también voy a respetarle a Del Llano su opinión de «una parte del exilio» aunque acotando que estos “extremistas” tuvieron que marcharse unos prácticamente expulsados y otros en busca de posibilidades o avances que Cuba no les proporcionaba, pero, ¿quién ha sido más extremista, intolerante y represivo con los artistas, y el arte, que el propio gobierno cubano?
La represión y la censura en Cuba constituyen hechos dolorosos en la vida de muchos que a lo largo de estos 60 años han pagado el precio de no someterse, aunque les costara la vida o el entierro en vida. Es extensa la lista de personas y proyectos que fueron o son llevados a la inquisición por no ajustarse a los cánones éticos, políticos y morales del régimen.
Asombra escuchar hablar hoy de Lezama como si con él y el grupo Orígenes nunca hubiese pasado nada. Sabemos que los miembros de este grupo literario fueron perseguidos y divididos, obligados a exiliarse gran parte de ellos considerándoseles “artistas burgueses”. Contaba la hermana de Lezama en cierta entrevista que la novela Paradiso llegó a ser sacada de las librerías.
Escritores como Cabrera Infante, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas y muchos más tampoco se mencionan hoy en las escuelas cubanas. Habana Babilonia, de Amir Valle —escritor exiliado—, no se ha publicado en tierras cubanas. En este caso, ¿cuál ha sido el pecado? Desnudar la triste realidad de los años noventa y documentar el fenómeno de la prostitución. A este ejemplo se suma el del escritor Pedro Juan Gutiérrez con su Trilogía sucia de La Habana —otro desnudo de la decadencia económica, social y humana de aquel mal llamado Periodo Especial que tanto marcó al cubano—, la cual vino a ser publicada en Cuba veinte años después, con disímiles polémicas y trabas.
Vigilancia, extorsión, intimidación y privación de libertad, en algunos casos bajo causas comunes, forman parte de las técnicas utilizadas por el gobierno para deshacerse de todo el que no entre en su proyecto de nación. La política con los artistas e intelectuales que no encajan pasa por excluirlos u obligarlos a marcharse del país.
La centralización de las instituciones culturales y la burocracia son de las armas más desgastantes del sistema, que juega con el tiempo y las esperanzas de los creadores. En Cuba, quien no está avalado por una institución gubernamental no es considerado artista y por ende se le hace más difícil generar ingresos y trabajar en espacios públicos. Incluso quienes pertenecen a las instituciones se quejan del mal trabajo que estas realizan a la hora de gestionarles empleo o transacciones de cobros, por mencionar algunos ejemplos. Y claro está, los pertenecientes a instituciones saben que tienen límites que no deberán cruzar. Tal es el caso del humorista Andy Vázquez, recientemente sacado del programa televisivo donde trabajaba por realizar una crítica con su personaje, Facundo Correcto. También pasaron por experiencias similares los raperos Soandry del Río y Eskuadrón Patriota, expulsados de la Agencia Cubana De Rap supuestamente por no generar ingresos cuando ambos artistas estaban activos y representando al rap cubano en distintos escenarios. La verdadera causa fue la presencia de ambos raperos en la Cumbre de las Américas realizada en Panamá, a donde fueron invitados de manera independiente.
Hace un tiempo bromeaba con Soandry del Río diciéndole que no bajara sus perros de la azotea y, si podía, los metiera bajo la cama, después que David de Omni —otro artista censurado— denunciara en redes sociales que la Seguridad del Estado había envenenado a su mascota. El episodio me recordó una escena de la película El Padrino, donde a un director de cine le matan a uno de sus caballos más caros y le ponen la cabeza del animal en la cama para que accediera a darle un papel protagónico al ahijado del protagonista.
La presión psicológica a la cual son sometidos muchos activistas y creadores independientes es instrumentada por la Seguridad del Estado de manera formidable. Muchos de los catalogados como disidentes viven constantemente paranoias de persecución con demostradas razones pues, además de la vigilancia a su persona, sufren también quienes se encuentran a su alrededor, familiares, hijos, amigos, etc.
La usurpación y sabotaje de eventos o movimientos socioculturales es también común en Cuba. El robo por parte de las instituciones —con figuras protagónicas como el actual ministro de cultura Alpidio Alonso— del Festival de Rap en Alamar a Grupo1, es la fehaciente demostración de la guerra que ha sostenido la oficialidad contra este género de las clases marginadas y olvidadas por el poder. Este movimiento traía denuncias sociales y hablaba quizás por primera vez en la época revolucionaria de los verdaderos derechos de la población negra, demostrando que existía racismo —el cual los discursos oficiales negaban y niegan— además de atraer a grandes figuras del activismo afrodescendiente y a artistas del rap norteamericano como Mos Deff y Talib Kwelli.
Lo que sucedió con Grupo1 también lo vivió en 2009 el grupo Omni Zona Franca, expulsado de la Casa de Cultura de Alamar, sede de su proyecto de arte comunitario. Las autoridades no escatimaron fuerzas para echarlos como si fuesen delincuentes del espacio donde hacían el festival Poesía Sin Fin, que también acogía al rap y a la cultura alternativa.
En 2011 sufre la misma suerte el proyecto Matraka, organizador del Festival Rotilla de música electrónica, otra casa para la alternatividad y los desamparados institucionalmente. Casa tomada por el Ministerio de Cultura, que por supuesto destruyó el concepto y la idea original del evento, aunque ya desde el año 2004 había tenido experiencias de censura la organización de dicho festival, que logró atraer a una gran cantidad de jóvenes que encontraban alguna libertad durante los cuatro días de música y arte ininterrumpidos en la playa.
Un sabotaje del cual no se ha hablado mucho fue la introducción de reguetoneros en la Agencia Cubana de Rap, supuestamente desde el discurso de la inclusividad. Ello provocó gran descontento y división entre la comunidad rapera, que maneja textos más críticos y elaborados que los de los reguetoneros. Una estrategia abocada a debilitar aún más a este gremio contestatario.
Si los raperos no generan grandes ingresos es porque al género no se le da cabida en los medios de comunicación cubanos ni espacios nocturnos para que los artistas trabajen. Hace unos días pasaba por la Agencia y uno de los trabajadores comentaba que El Chacal –exponente del reggaetón– no era un simple artista de la Agencia, sino el padrino de la Agencia.
Todo esto no es cosa del pasado: se sigue poniendo en práctica en el presente. A lo que hay que sumar las campañas de desmoralización de los artistas vetados, intentando mostrarlos ante el pueblo como delincuentes o mercenarios. Incluso se les niega el derecho a salir del país en ocasiones, invalidándolos solo por el hecho de pensar diferente.
Se dice que somos un pueblo culto, pero en verdad gran parte de la población, pese a que sabe leer y escribir, sobrevive en la mediocridad cultural. El precio lo están pagando las generaciones más jóvenes, cada vez más desconectadas de nuestra historia y valores nacionales para absorber lo más kitsch y superficial de expresiones como el reggaetón o el reality show, entretenimiento barato para enajenar a las masas.
El evento ‘El exilio hoy: El otro cine cubano’,
presentado por el Miami Dade College, recogerá el próximo 11 de marzo “las
experiencias de tres generaciones de cineastas y su visión del cine cubano” con
el escritor Carlos Alberto Montaner y el crítico Alejandro Ríos, quienes
moderarán un panel compuesto por los cineastas Orlando Jimenez Leal, Lilo
Vilaplana y Yaima Pardo La Red.
‘El exilio hoy: El otro cine cubano’ es
un ciclo de conferencias multidisciplinares “que cuenta con profesionales del
mundo de los negocios, la ciencia, las artes y el espectáculo para conversar
sobre la experiencia del exilio desde una perspectiva contemporánea”.
Aparcamiento gratuito en el garaje del Miami
Dade College (500 NE 2nd Ave., Miami).
Orlando
Jiménez Leal es director de cine. Su cortometraje
PM (1961) fue censurado y requisado
por el régimen castrista, lo que provocó una polémica político-cultural sobre
la libertad de creación en Cuba. En 1979 dirigió el largometraje de ficción El Súper, ganador del Gran Premio en el
Festival de Cine de Mannheim, Alemania, y del Premio de la Association
Française des Cinemas d’Art et d’Essai, y seleccionado para muestra del
Festival de Cine de Venecia. En 1984 codirigió el documental Conducta impropia junto a Néstor
Almendros, que gira en torno a la represión de la homosexualidad en la Cuba
castrista y que ganó el Gran Prix en el Festival Internacional de los Derechos
Humanos de Estrasburgo y el premio a mejor película del año en el London Film
Festival.
Yaima
Pardo es cineasta y videoactivista. Ha dirigido
los documentales Causas y azares
(2017), Pinero Pinero (2015), Antígona el proceso (2014) y OFF_LINE (2013), y las series web Brújula (2019) y Conociendo a… (2018). Actualmente ejerce como directora de
multimedia del portal digital ADN Cuba.
Entre 2002 y 2017 trabajó como directora en la televisión cubana.
Lilo
Vilaplana es escritor y director de cine. Su
largometraje más reciente, Plantados,
sobre el presidio político en Cuba en los años 60’, está actualmente en proceso
de post producción. Vilaplana ha dirigido las series Leyendas del exilio, de AméricaTeVé, Perseguidos, de Fox TeleMexico, Dueños
del paraíso, para Telemundo NBC y El
Capo en Fox Telecolombia, entre otras. El
Capo fue ganadora de 8 Premios India Catalina, incluyendo mejor serie y
mejor director, y del premio TV Novelas en Colombia a mejor director de serie.
Vilaplana ha dirigido también cortometrajes sobre Cuba como Agrypnia;La muerte del gato, con el que participó en el Festival de Cannes y
ganó el premio al mejor corto de América Latina del periódico español ABC; La casa vacía, con el que también
participó en el Festival de Cannes; Los
ponedores e Irene en La Habana.
Es ganador de un Premio Emmy por el docudrama El infierno de Montoya, dirigido con Fox Telecolombia para Nat Geo.
Alejandro
Ríos es crítico de cine y de arte. Ha cubierto
festivales cinematográficos en La Habana, Miami, Brasil, Calcuta y Canadá. En
2018 fue co-curador del Festival ‘La fruta prohibida’, de cine independiente
cubano del siglo XXI, con sede en Coral Gables Art Cinema. Como parte de la
serie de cine cubano que fundó en Miami Dade College en 1993, presentó el
primer Festival de Cine Alternativo Cubano en 2003. Durante 10 años, Ríos
presentó el programa de cine cubano ‘La mirada indiscreta’ en Canal 41,
AmericaTeVe, y actualmente conduce ‘Pantalla indiscreta’ en TV Martí, donde
también ha presentado ‘Pantalla de azogue’ y ‘Pantalla TVM’. Mantiene un
segmento sobre cine internacional en el Noticiero de Canal 41, así como una
sección de cine cubano en el programa ‘A Fondo’ que conduce Pedro Sevcec. Ríos
es autor del libro La mirada indiscreta,
que compila 10 años de columnas publicadas semanalmente en El Nuevo Herald.
Carlos
Alberto Montaner es escritor y periodista. Entre
sus decenas de libros publicados figuran La
libertad y sus enemigos, Manual del perfecto idiota latinoamericano,La mujer del coronel,Otra vez adiós, Tiempo de canallas y las
memorias Sin ir más lejos. Montaner
fue vicepresidente de la Internacional Liberal durante veinte años y en la
actualidad apoya a la organización como patrocinador. Ha recibido numerosas
distinciones como el Premio a la Tolerancia de la Comunidad de Madrid, el Doctorado
Honoris Causa de la Universidad the Francisco Marroquín y el premio Juan de Mariana,
entre otras. La revista Foreign Policy lo seleccionó como uno de los 50 escritores
más influyentes de la lengua española.
El proyecto Puente a la Vista lanza nuevamente el Premio de Narrativa ‘Reinaldo Arenas’ (2020), que se regirá por las siguientes bases:
1- Podrán participar en esta convocatoria todos los narradores nacidos en Cuba, residentes en la Isla o fuera de ella.
2- Cada autor concursará con una única obra de tema libre –novela o conjunto de relatos–, original e inédita en formato impreso (papel), con una extensión no menor de 80 cuartillas ni mayor de 200, quedando excluidas aquellas que hayan sido premiadas en cualquier otro certamen.
3- El original irá firmado con el título de la obra y el nombre del autor, haciendo constar en un documento aparte el nombre completo, dirección, teléfono, correo electrónico y currículo.
4- Las obras se presentarán obligatoriamente por correo electrónico, en formato Word. Se adjuntarán dos archivos en el mismo correo: uno para el libro, que deberá ir identificado con el título de la obra y el nombre del autor, y uno aparte con los datos señalados en el punto 3º de estas bases, identificado solo con el nombre del autor. Las obras deben ser remitidas al email [email protected] con el asunto o encabezamiento CONCURSO DE NARRATIVA 2020. De enviarse con otro asunto o encabezamiento, serán descalificadas.
5- Las obras presentadas al concurso no podrán estar comprometidas para publicación ni participación en otro certamen. La utilización de formatos PDF u otros que no sean Word, o de ilustraciones junto a los textos, implicará la descalificación de la obra. El tipo de letra utilizado en los textos quedará a consideración de los concursantes.
6- Los autores serán comunicados de su participación en el concurso a través de su correo electrónico, tras recibirse sus obras.
7- Se otorgarán dos premios, el primero de ellos de $1,000.00 y el segundo de $500.00. Los premios en metálico serán únicos e indivisibles en ambos casos. Los organizadores garantizarán la publicación de las obras ganadoras. Los derechos de todas las obras participantes pertenecerán desde el principio a sus autores. En ningún caso los organizadores harán uso de ellas sin su consentimiento, salvo para promocionarlas.
8- El plazo de admisión cierra el 1 de agosto de 2020 y los resultados serán anunciados a finales de año en diversos medios de prensa. Los organizadores no mantendrán correspondencia alguna con los participantes y solo se dirigirán a los ganadores para anunciarles el resultado.
9- El jurado que analizará las obras en concurso estará integrado por escritores, críticos y editores radicados en la Isla y el exterior. Tras anunciarse los ganadores, se dará a conocer su integración.
10- El hecho de participar en este concurso implica la total aceptación de sus bases.
Pablo Socorro, editor y compilador, junto al prologuista del libro, José Hugo Fernández
Conocí de cerca la historia de un oficial de la Marina de Guerra del régimen de Fidel Castro, a quien le complacía sobremanera hundir las embarcaciones y balsas repletas de gente desesperada que intentaba huir de Cuba. Su modus operandi (por el que ganó triste renombre, durante los años setenta, en todo el litoral oeste de La Habana) consistía en ordenar el lanzamiento de sacos llenos de arena sobre aquellos maltrechos vehículos portadores de niños, mujeres y hombres inocentes, para hacerlos desaparecer en el fondo del mar o en la barriga de los tiburones. Si alguien cree que fantaseo o que exagero o que pretendo estandarizar la crueldad de un caso aislado para presentarlo como típico del fenómeno, debe ser porque no conoce ni de lejos los pormenores de la debacle migratoria que ha debido sufrir la población cubana a lo largo de las últimas seis décadas.
Ya sabemos que la emigración se ha convertido en uno de los grandes problemas del mundo moderno. De un lado, países subdesarrollados, súper poblados y con malos gobiernos que no dejan a los ciudadanos otra elección que no sea la desbandada. Del otro lado, países desarrollados en los que la fuerza de trabajo del inmigrante pierde su histórica incidencia en tanto beneficio de orden económico, a la vez que aumenta desproporcionadamente la cifra de inmigrados que son carga social e incluso retranca para la prosperidad. Se trata de una tragedia que ahora mismo parece irremediable, no tanto porque lo sea verdaderamente como por la falta de previsión y de buena voluntad por parte de los poderes dominantes, y por la absoluta falta de perspectivas de los afectados.
Ocurre, sin embargo, que aun en medio de esa catástrofe con dimensiones planetarias, la historia de los emigrantes y exiliados cubanos en los últimos sesenta años exhibe características sui géneris, lo que es decir particularmente dramáticas en más de un sentido.
En ningún otro país pobre y generador de emigrantes en masa, el simple imperativo de abandonar la tierra, el hogar, la familia, para ir en busca de otros horizontes, ha sido perseguido, reprimido y tan implacablemente castigado como en Cuba, bajo el estigma de delito político. Posiblemente no existan estadísticas oficiales (y si existen, no las conoceremos nunca) sobre las cuantiosas cifras de personas que fueron juzgadas y enviadas a cumplir largos años de cárcel por intentar sin éxito huir de la Isla. Menos aún consta la infinidad de casos en los que fueron asesinadas en alta mar por las fuerzas represivas del régimen. Por no hablar de los cientos de miles de cubanos que desaparecieron para siempre en la travesía, sin que sus nombres hayan podido engrosar siquiera las listas de inmolados. Jamás llegaremos a conocer el escandaloso número de vidas que se ha llevado por delante el fidelismo movido por la soberbia de no tolerar no ya el desacuerdo ideológico, ni aun el deseo de alejarse silenciosamente de su fatum tiránico.
Tampoco cuentan, porque no son cuantificables, los disímiles sufrimientos, las frustraciones, el luto, la rabia, el miedo, la desesperanza…que ha venido acumulando la población durante más de medio siglo de éxodo indetenible y siempre satanizado oficialmente. Por decenios, las familias cubanas que decidían explorar nuevas opciones de vida en el exterior eran despojadas por ley de sus propiedades, incluidas sus propias casas con todo lo que tuviesen dentro. Todo profesional que manifestaba interés por abandonar legalmente la Isla, era sometido a régimen de trabajos forzosos, en condiciones de internamiento y cumpliendo tareas rústicas en la agricultura o en otras áreas ajenas a su especialidad. Los profesionales y técnicos de la salud eran expulsados de sus puestos y obligados a permanecer desempleados entre cinco y diez años antes de obtener permiso para viajar al exterior. El término militar “desertor” es esgrimido todavía hoy para calificar a cualquier persona (pero en especial a profesionales, deportistas, artistas…) que halle propicio quedarse a vivir en un país extranjero donde le ofrezcan mejoras laborales y de desarrollo. Y ser considerado desertor por la dictadura implica la prohibición de regresar a su país (a veces nunca más, otras veces después de un extenso destierro), ni aun para darle el último adiós a una madre moribunda. Todavía más cruel es el tratamiento que se impone a los exiliados. El simple hecho de mantener correspondencia o algún tipo de comunicación con ellos, implicó para su familia en Cuba, durante una larga etapa, la limitación de acceso a empleos y a estudios universitarios, así como el san Benito de vivir bajo perenne sospecha como “traidor a la patria”.
Sería difícil encontrar un solo hogar cubano en el que la emigración y el exilio no hayan dejado dolorosas marcas. El éxodo de nuestro pueblo bajo el dominio del fidelismo encierra una de las mayores desgracias históricas que ha padecido Cuba desde la época colonial. Todavía no ha sido desglosada en términos cuantitativos. Quizás nunca sea posible hacerlo con exactitud. No obstante, no es en este orden, sino en el cualitativo, donde registra sus más graves perjuicios. Pongamos sólo la total desvertebración de la familia cubana, o la pérdida de lo más valioso de su patrimonio intelectual y de su gente joven.
Así, pues, mejor que consultar las estadísticas –ya que ninguna puede ser confiable–, y mucho más revelador que el recuento del cúmulo de acciones resueltamente fascistas con que el fidelismo se aseguró con este asunto un lugar de privilegio en el estercolero de la historia, resultará siempre consultar la memoria viva de sus protagonistas. Por eso me parece tan importante que existan libros como El último que apague el Morro, compilado y editado por Pablo Socorro para la Colección Testimonio de su flamante Editorial Lunetra. Los números fríos se tornan ininteligibles con el tiempo. El dato histórico es recompuesto según el interés de quienes lo refrendan. Entonces nada como el testimonio directo de las víctimas para impedir que estos hechos se olviden o adulteren.
Por El último que apague el Morro discurren las rememoraciones de diez emigrantes que proceden de distintas zonas de Cuba y que afortunadamente consiguieron reconstruir sus vidas y las de sus familias huyendo hacia el exterior. Tanto sus ocupaciones como sus edades o el recuento de las circunstancias que rodearon su fuga de la Isla resultan ejemplares para ilustrar un vívido acercamiento al tema. Las anécdotas, narradas con la mayor naturalidad, sin actitudes lastimeras y sin poses falsamente heroicas, exponen al detalle muchos de los aspectos que configuran el drama general.
Un técnico de equipos de oficina, un profesor de derecho de la Universidad de La Habana, un dentista, dos pintores, un biólogo devenido enfermero, un actor, una oficinista, un estudiante frustrado, un periodista independiente, un informático, narran sus experiencias personales en un libro en el que resalta la amenidad de las anécdotas, lo sustancial del contenido y la transparencia de los testimoniantes. Algo que ha llamado muy puntualmente mi atención es el modo en que casi todos enaltecen la ayuda que les brindaron familiares, amigos o meros paisanos. Es este un rasgo del fenómeno que en ocasiones se pasa por alto. Incluso algunos consideran que muestra síntomas de estar cambiando para mal, sobre todo últimamente. Sería lamentable. Pues si las ignominias padecidas por nuestros emigrantes y exiliados conforman sin duda uno de los más tenebrosos capítulos de la historia del totalitarismo castrista en Cuba, la solidaridad entre sus víctimas (que es el conjunto de la población cubana) bien merece ser realzada como una especie de lirio blanco en el pantano, cuyas raíces se nutrieron con la inmundicia.
Escritor, editor, traductor, Vicente Echerri (Trinidad, 1948) profundiza en este video en los orígenes y las características de la censura en la Cuba totalitaria conformada a partir de 1959. Su último libro publicado es la novelaEl caballo de ébano(Espuela de Plata, 2019).
De la serie ‘La voz tras la mordaza’. Una investigación en torno a la censura y la represión cultural en Cuba en los últimos 61 años:
Luis Manuel Otero Alcántara, artista y activista independiente
por Coco Fusco
La fecha del juicio del artista Luis Manuel Otero Alcántara se acerca. La fiscalía ya ha recibido su caso y tiene hasta el 1 de marzo para responder.
Como ya saben, Luis Manuel ha sido detenido arbitrariamente más de 20 veces en dos años, y esas desapariciones forzadas han durado hasta cuatro días. Las acusaciones de desacato y ultraje a los símbolos patrios relacionadas a los performances que él ha desarrollado en las calles de la Habana y las redes, son diseñadas no solamente para aplastar su carrera artística sino también para infundir miedo en la comunidad artística. Es una estrategia para domar a los creadores que ha funcionado muy bien en Cuba a lo largo de sesenta años.
No es la primera vez que el Estado cubano maltrata y difama a un artista. Los cubanos conocen bien esta historia, aunque de las víctimas se hable poco dentro de la isla. La lista de carreras artísticas que han sido destruidas por los censores es larga. Pero también están los casos infames de artistas que no solo fueron censurados sino también atacados por la Seguridad del Estado, golpeados por la policía, interrogados durante horas, despojados de su membresía en la UNEAC y en la Asociación Hermanos Saíz, de sus licencias para vender su obra, y de sus propios hogares. Entre ellos algunos han sido sometidos a juicios en los que no pueden defenderse de acusaciones falsas. Entre los plásticos está el caso de JuanSí González, que fue hostigado en los años 80 por sus performances callejeros y su actitud contestataria y que en su última visita a Cuba fue amenazado por la Seguridad del Estado de nuevo. Está también el caso de Angel Delgado, que pasó seis meses en la cárcel en 1990 por haber hecho un performance escatológico sin autorización. Danilo “El Sexto” Maldonado estuvo en la cárcel por diez meses y sufrió amenazas de muerte que precipitaron su partida definitiva porque hacía grafiti político en el espacio público. Tania Bruguera aguantó varios meses de lo que equivalió a arresto domiciliario en 2015 por un performance que ni siquiera realizó y sigue siendo hostigada continuamente por los agentes del Estado. Me limito aquí a algunos casos dentro del campo de la plástica, pero sabemos que hay mucho más casos que provienen de la música, la literatura, el cine, el teatro y el periodismo independiente.
Esas prácticas policíacas seguirán si los cubanos no hablan de ellas. El Decreto 349 refuerza el poder del Estado para realizar impunemente estas acciones, pero el silencio general facilita la práctica porque hace que siga ocultada a simple vista. La única diferencia entre el pasado y el presente es que en los últimos dieciocho meses la comunidad artística en Cuba ha empezado a levantar su voz en contra de estas políticas represoras. Ha decidido hacer público su desacuerdo con el Estado cubano. Ha mostrado que considera que la libertad de expresión y la definición de quién es un artista no deben ser manejadas y manipuladas por un gobierno.
Esa manifestación de valores éticos y democráticos da esperanza por el futuro de la vida cultural en Cuba. Demuestra valentía y dignidad frente a una situación terrible.
No obstante, el miedo que hace que la mayoría de los artistas cubanos guarden silencio, no ha desaparecido. Todos conocen bien las actitudes que justifiquen ese silencio. Todos saben que hay muchos artistas e intelectuales que no quieren perjudicarse defendiendo a los que son blanco de las campañas de difamación de la oficialidad cubana. A pesar de haber estudiado y trabajado juntos, se distancian de los colegas condenados como si no los conocieran. Están los que tienen miedo de perder lo poquito que han conseguido, los que temen no poder viajar o regresar a Cuba si hablan. Están los que piensan que solo las figuras más cercanas al poder pueden salvar a los condenados, como fue el caso de Alicia Alonso cuando logró sacar a algunos de sus bailarines de los campos de la UMAP. Y están los que insisten en que no les gusta la política y que su arte no tiene que ver con las cuestiones cívicas y éticas. El entrenamiento que los intelectuales cubanos reciben es muy fuerte. El adoctrinamiento y el miedo hace que muchos se nieguen a apoyar a los artistas “infames” diciendo que sus obras no son buenas o que los que hacen obra que aborda temas políticos son oportunistas que solo buscan la fama – como si no fuera el caso que todos los artistas cubanos desean ser reconocidos por su obra. Jamás he conocido a un artista de la isla que no quisiera ser famoso, exhibir y vender su obra. Todos estos argumentos que pretenden separar al artista de la política terminan siendo estrategias que sirven a los intereses políticos del Estado cubano.
Sabemos también que hay miembros de la comunidad artística que han denunciado a otros de su medio para ganar el favor de la oficialidad. Hay algunos que han firmado cartas escritas por miembros de la Seguridad del Estado declarando que tal o tal persona no es un verdadero artista. Entre ellos hay algunos que después optan por el exilio y nunca hablan de ese pasado comprometedor. Aquel acto de violencia simbólica legitima las medidas de la policía, pero corresponde a una lógica errónea. El derecho de expresarse no tiene que ver con la calidad artística de una obra –es una cuestión ética y un elemento clave de los derechos civiles al nivel global. El artista pertenece a una profesión que celebra y demuestra que la creatividad no tiene límites. A pesar de la buena educación que muchos artistas reciben en Cuba, ningún cubano tiene la capacidad y la autoridad de determinar de manera absoluta el valor de una obra de arte. Hay artistas que no son reconocidos hasta mucho tiempo después de su muerte y otros que son elogiados por periodos muy cortos antes de desaparecer del campo cultural.
Los profesionales de arte pueden enmascarar su miedo con disparates formalistas, pero no pueden negar que la represión de un artista crea las condiciones para la represión de todos los artistas. El Estado que promueve a algunos es el mismo que suprime a todos.
Por eso les invito a reflexionar en este momento y decidir si les conviene a los artistas cubanos que encarcelen a uno de ustedes. Y si les parece que no les conviene entonces tal vez podrán levantar la voz y denunciar el maltrato de Luis Manuel Otero Alcántara. Llegó la hora definitiva para hacerlo y, si no lo hacen, por lo menos reconozcan las implicaciones y las repercusiones de su silencio.