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Y llegó la Navidad

La Navidad, probablemente la celebración más importante del Occidente civilizado, conmemora el nacimiento de Jesucristo, hijo de Dios, en Belén. Tiene lugar el 25 de diciembre de cada año y es asumida por la Iglesia Católica, la Anglicana y otras iglesias protestantes.

Los angloparlantes manejan el término “Christmas” para referirse a la Navidad. En Occidente, por lo general, amigos y familiares esperan la fecha con una cena previa el día 24 (llamada de Nochebuena en el ámbito hispano), que suele extenderse en forma de celebración hasta la madrugada del 25.

Los rituales de la Navidad moderna se definen, sin embargo, en el siglo XIX. El árbol de Navidad se extendió desde sus orígenes germanos, y los villancicos tomaron carta de presentación. Las tarjetas navideñas comenzaron a circular fluidamente a partir de la década de 1870, en Europa. La imagen de Santa Claus o Papá Noel,  con el trineo, los renos y las bolsas con juguetes, constituye una innovación estadounidense. En 1932, la Coca-Cola le adjudicó sus colores por antonomasia: el rojo y el blanco.

Para el catolicismo, la Navidad es sobre todo una temporada de fiestas. Y, como la Pascua, contiene un tiempo de preparación llamado Adviento, que se inicia cuatro domingos antes del 25 de diciembre. En Nochebuena se reza la famosa Misa de Gallo o Misa de Medianoche; y la Misa de Mediodía, en la que el Papa da un mensaje de Navidad a todos los fieles del mundo.

En Puente a la Vista deseamos a todos nuestros lectores feliz Navidad y un muy próspero Año Nuevo. Justicia y libertad para Cuba.


 

El saldo negativo del 11J: cientos de manifestantes aún duermen en prisión

En la noche del domingo 11 de julio de 2021, después de que miles de cubanos se lanzaran a las calles en varias provincias del país reclamando libertad, un grupo de feministas cubanas creamos un listado que recogía el nombre, los apellidos y una breve descripción de las personas que estaban siendo detenidas por participar en las protestas.

El listado, en principio, tenía la intención de ubicar a los detenidos por centros penitenciarios y estaciones de policía, de manera tal que los familiares y amigos pudieran buscarlos más fácilmente. Dos noches después, recibimos los primeros reportes de madres que encontraron a sus hijos gracias a este documento público. 

Esa primera semana creamos un grupo en Facebook para que las personas pudieran reportar detenciones o desapariciones. A partir de ahí fuimos tomando los nombres y contactando con quienes reportaban para verificar la información, preguntar por detalles del caso y así poder ofrecer asesorías legales y acompañamiento a las familias. 

Poco a poco se diversificaron las fuentes de los reportes. Nos llegaban a través de personas que conocían el trabajo que estábamos realizando, mediante los teléfonos y correos de contacto de Cubalex -organización con la cual trabajamos, y que brinda asesorías legales gratuitas a cubanos dentro y fuera de la Isla-,  o bien a través de las redes sociales, donde muchísimas familias denunciaron detenciones arbitrarias y abusos policiales. 

Desde entonces el listado ha crecido considerablemente, al punto que hasta el 6 de diciembre sumaban un total de 1.304 detenidos. De ellos, 1.052 (80%) han sido verificados con fuentes cercanas gracias al apoyo de otras feministas que se sumaron a esta iniciativa. 

Para la verificación tenemos en cuenta, primeramente, que la información sea ofrecida por un familiar, amigo o persona muy cercana al caso; o varios, de ser posible. Preguntamos acerca de datos generales como lugar de residencia, edad, género con el cual se identifica el o la detenida, profesión, si pertenece a alguna organización o medio de prensa, entre otros detalles que aparecen en el listado público

Luego indagamos sobre la situación legal de la persona reportada. Asimismo, nos valemos de testimonios y declaraciones publicadas tanto en medios de prensa como en redes sociales, y documentos legales del caso (expedientes de fase preparatoria y autos de fiscalía, principalmente) para contrastar la información obtenida durante el proceso de verificación. 

El contacto directo con familiares y amigos nos ha valido no solo para registrar los casos, sino también para dar seguimiento a sus procesos. No olvidemos que aún más de 700 personas se encuentran en espera de juicio, enfrentándose a penas de entre 2 y 30 años de privación de libertad. 

Ante la ausencia de información y datos emitidos por autoridades e instituciones cubanas, la recopilación de información por colaboración ciudadana representa una de las metodologías a la que acudimos periodistas y activistas independientes de la Isla. Gracias a esta colaboración hemos podido conformarnos como Grupo Justicia 11J, un colectivo que, en conjunto con Cubalex, registra y ofrece acompañamiento a personas detenidas por motivos políticos y sus familias.  

Puede que el listado que hemos obtenido no sea una representación fiel de quienes fueron detenidos a raíz de las protestas públicas del 11J. Algunas áreas del país o grupos sociales pueden estar sobrerrepresentados y otros subrepresentados en el listado. Puede haber personas detenidas que no logramos identificar, bien porque sus familiares y amigos no conocen sobre este listado, o porque tienen dificultades para comunicarse y conectarse a Internet, o bien porque tienen miedo de denunciar; teniendo en cuenta que el régimen cubano infunda temores mediante campañas de difamación en medios oficialistas y normativas legales que buscan disuadir a la población de ejercer su derecho a la libertad de expresión.

Este listado, por tanto, puede representar un subregistro de los miles de manifestantes del 11 y 12 de julio. No obstante, dado el gran número de testimonios recogidos, consideramos que el listado sí ofrece un panorama preciso del tratamiento que están recibiendo las personas capturadas: medidas de aseguramiento o sanciones impuestas, cargos imputados, peticiones fiscales, centros penitenciarios donde se encuentran, así como las principales violaciones y discriminaciones que sufren tanto los prisioneros como sus familias.  

Para estos registros se ha mantenido como criterio que todos los casos guarden relación con los sucesos del 11J. No obstante, una de las personas reportadas, el pastor Alain Toledano, fue detenido el 29 de agosto por motivos políticos, aunque los oficiales esgrimieron como excusa el hecho de que había retomado los cultos religiosos que ofrece en su comunidad. Toledano ha sido acosado y detenido por el régimen cubano desde hace años. 

En estas gráficas se puede observar, de manera general, la situación en la que se encuentran estas personas, una parte de las miles que se lanzaron a las calles el 11 y 12 de julio de 2021 para reclamar al gobierno libertades, derechos civiles y políticos cercenados por más de 60 años


 

 

 

Jorge Olivera y Nancy Alfaya en City of Asylum

“Hay un nuevo escritor en City of Asylum”, refiere el periodista Jeremy Reynolds en el Pittsburgh Post-Gazette este mes de diciembre. “El cubano Jorge Olivera Castillo se mudó a Estados Unidos junto con su esposa, la activista política Nancy Alfaya Hernández. No pueden regresar a Cuba, están en el exilio”.

“Olivera Castillo y su esposa han entrado y salido de la prisión en Cuba varias veces y han sido acosados ​​repetidamente por la policía. Su obra, colecciones de cuentos, canciones y poesía, está prohibida en su país natal”, adiciona Reynolds sobre el Premio Nacional de Literatura Independiente ‘Gastón Baquero’ de 2014.

Fundada en 2004, la filial de Pittsburgh de la organización internacional sin fines de lucro ha albergado a numerosos escritores y artistas que enfrentan persecución en sus países de origen, realizando cientos de programas educativos y artísticos en vivo y en línea.

“Olivera Castillo llegó a principios de noviembre para una residencia de tres años en Sampsonia Way”, apuntó Reynolds. “Él y su esposa están a salvo por el momento, pero enfrentan un camino difícil por delante, aislados de su familia, amigos y su hogar. Aun así, tienen la esperanza de un mañana mejor”.


 

Cómo se organizó la protesta del 11 de julio en Cuba

Las protestas del 11 de julio reflejan la miseria en que viven los cubanos. Y ni siquiera se trataba de una región particular de la Isla. Según explica Carla Gloria Colomé Santiago, en un sensacional artículo publicado en El Estornudo, las protestas ocurrieron en 62 lugares diferentes, aunque surgieron en San Antonio de los Baños, un pueblo situado a pocos kilómetros de La Habana.

El artículo, merecedor por unanimidad del “Primer Premio Internacional al Periodismo Joven” (Carla Gloria tiene 30 años), otorgado por la “Cátedra Vargas Llosa y la Fundación Internacional por la Libertad”, describe cómo fueron aumentando las protestas en Cuba y su relación con el creciente uso de Internet. Uno de los artículos finalistas es Protestas en Cuba: las cosas por su nombre, x Carlos Manuel Álvarez. CMA es director de El Estornudo partner de Carla Gloria.

Todo comenzó cuando los vecinos de San Antonio de los Baños crearon una página en Facebook llamada “La Villa del Humor”, para reencontrarse los que aún permanecían en Cuba y los que habían podido refugiarse en el extranjero. “El grupo -dice Carla Gloria- ha servido para todo: para compartir nostalgias (…) o para anunciar el robo de una moto eléctrica”.

Sin embargo, en 2017 (el mismo año en que se notificó la erradicación de ese bicho en Florida), se anunció que en el municipio crecía la plaga del ‘caracol gigante africano’, que podía producir meningitis en los adultos, aunque en los niños era potencialmente letal, pero, mientras esa desgracia ocurría, ya habían desaparecido varios cultivos habituales de San Antonio de los Baños. Se publicó la denuncia, pero nadie la comentó.

Dos años más tarde, en 2019, la plaga aumentó de tamaño, así que “Danilo Roque” –seudónimo de un administrador de la página- exhortó al pueblo a que le exigiera al Partido Comunista que tomara cartas en el asunto. No hay constancia de que alguien se haya atrevido a exigirle tal cosa al PC. Todavía había gran temor a la única institución ideológica permitida en la Isla.

En enero del 2020 un grupo de cubanos audaces “profanaron” varios bustos de José Martí  (liberal cubano, independentista del siglo XIX, quien realizó la proeza de crear el “Partido Revolucionario Cubano”, en el que se unieron los rebeldes de las guerras anteriores y los “pinos nuevos” para la intentona final contra España). Además del dudoso ataque a Martí, “intervinieron” murales dedicados a Fidel Castro.

Se hicieron llamar “Clandestinos”, por el film, muy popular, de Luis Alberto García e Isabel Santos, excelentes actores, y portaban máscaras semejantes a las que se popularizaron en la exitosa serie “La casa de papel”, difundida por Netflix. (Se trataba de una caricatura de Salvador Dalí reproducida industrialmente). “La Villa del Humor” se solidarizó con los actos subversivos de este grupo, pero nunca consiguieron congregar a un grupo de cubanos que se atreviera a manifestarse en voz alta. El miedo era demasiado.

Otro nombre ficticio se agregó a los administradores de “La Villa del Humor”: el de un joven que se hacía llamar ‘Lázaro González’ y se encargaría de los carteles. Pero la coordinación general seguía en las manos de Danilo Roque, aunque con la asistencia de Alexander Pérez Rodríguez, pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. APR aporta su nombre y foto. La Seguridad lo conoce (y lo odia) desde que estaba con Oswaldo Payá, pero no puede hacer nada contra él dado que lleva varias semanas en Miami tras exiliarse en México.

Asegura Carla Gloria: “Aunque la idea fue de Danilo Roque, estas tres personas son principalmente quienes estuvieron detrás de las protestas en San Antonio de los Baños, [aunque] integran el equipo 23 personas, quienes se mantienen en total anonimato y cuyas edades, excepto la de Alexander, oscilan entre los 18 y los 30 años”.

“El sábado 10 de julio (…) –dijo Carla Gloria- Danilo Roque escribió en La Villa del Humor: “¿Cansado de no tener corriente? ¿Obstinado porque no te dejan dormir hace 3 días? ¿Harto de aguantar los descaros de un gobierno al que no le importas? Es hora de salir y exigir. No critiquen desde casa, hagámonos escuchar. Si no lo vamos a hacer, mejor vamos a cerrar la boca y no hablar mie..da desde casa, que no resuelve nada. Esto es calle”.

Danilo Roque siguió preguntando: “¿Tenemos más miedo a salir que a aguantar todos estos descaros? ¿Cómo es posible? Exigimos que Canel y Raúl también tengan apagones. Exigimos que, ya que no tenemos comida, al menos nos dejen dormir. A la calle. Váyanse ya del gobierno comunistas oportunistas. Este domingo, 11 de la mañana. Parque de la Iglesia. Si no vas, no te quejes tanto entonces”.

El artículo de Carla Gloria culmina con unas palabras de Danilo Roque reproducidas en Facebook: “Qué lindo sonaría: San Antonio de los Baños, primer municipio libre de Cuba. Sí podemos, c…ño, sí se puede”.


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De los Beatles a ‘Patria y vida’: Osmani Pardo Guerra y la opresión melofóbica

Siempre ha sido problemático escuchar públicamente música «enemiga» en la Cuba de los hermanos Castro, pero con el ascenso del tema Patria y vida, con diez millones de vistas en Youtube y dos Grammy en la última edición del popular premio, el riesgo se ha vuelto mayúsculo.

La canción, considerada un himno de la oposición cubana, es abiertamente reprimida en los campos y ciudades de la Isla por una policía melofóbica que puede impunemente, además de ejercer la violencia contra sus víctimas, enredarlas en procesos supuestamente judiciales. Es el caso del activista Osmani Pardo Guerra, uno de los acuartelados de San Isidro, condenado este lunes a un año de prisión domiciliaria «en un juicio exprés que lo tomó por sorpresa».

El 2 de marzo pasado tuiteaba Prisoners Defenders: «¡Atención! Cuba: Osmany Pardo Guerra y Elier Casares Guerra. Preparaban acto de repudio frente a su casa, atronadora música incluida. Ellos pusieron en su casa Patria y Vida. Allanada su vivienda, detenidos, estamos tras el caso. No les dejaremos solos». En esa ocasión, menores y la propia madre de los hermanos fueron golpeados tras el cerco de la turba paramilitar y la consiguiente violación de morada.

Ahora, Pardo Guerra es hallado culpable de un delito de “resistencia a la autoridad” basado en las declaraciones «de los dos policías que lo arrestaron dentro de su casa por escuchar el tema Patria y vida a todo volumen». Es decir, los dos policías que en lugar de proteger la vivienda de Pardo Guerra de la turba atronadora, la invadieron maltratando y apresando a las víctimas.

La antipolicía melofóbica robolucionaria, incapaz de descubrir quién puso primero la música alta.

La opresión del mal gusto -musical y de todo tipo-, la censura histérica, el nacionalsocialismo melodramático, regresan a Cuba. Y no es que alguna vez hayan estado ausentes bajo el castrismo sino que retoman la intensidad sofocante de los oscuros años sesenta, cuando «la construcción del hombre nuevo» potenciaba la criminalización de los Beatles.

Se equivocaron de temporada.


 

Un artefacto hacia la libertad

[…] Que no nos engañen olores y ruidos, atendamos a lo que pueda testimoniar el ojo: la ciudad de hoy apenas existe […].
Antonio José Ponte ‒Un seguidor de Montaigne mira La Habana

Una chica espiada con diminutos artefactos y sin motivos aparentes, por la Seguridad del distrito, es el resorte que da inicio al conjunto de relatos que Luis Felipe Rojas ha publicado, recientemente, a través de la editorial Casa Vacía bajo el título Artefactos.

Tanto el espionaje como el voyeurismo, son dos condiciones innatas en una isla donde la vida privada es una carrera de fondo que ningún individuo gana, a menos que decida desafiar al mar, atravesar una selva o quebrantar media docena de tratados internacionales sobre protección de fronteras. El espía y el “mirahuecos” buscan el desnudo, el replanteamiento de la escatología en su concepción más vulgarizada. En ambos, la morbosidad de intimar ‒y de intimidar‒ se vuelve un escarceo trágico.

No tiene importancia ninguna la razón por la cual es espiada ‒rascabuchada‒, y ella lo sabe. Sabe bien que cualquier negación/oposición a ser un objeto u objetivo de deseo no serviría de nada. O podría empeorar las cosas. En ella se resume ese dilema de la isla en el que todos, a excepción de los audaces que eligen diáspora o exilio, terminan convirtiéndose en artefactos.

[…] Dos días después seguía buscando y ya tenía cuenta de que observaban su vida palmo a palmo sin que se escapara absolutamente nada. Desde entonces recibía las visitas en el zaguán, donde no había descubierto un solo aparato, pero desconfiada, dadas las circunstancias, tomaba dos talones de papel amarillo, uno para ella y otro para el interlocutor de turno y así transcurrían las conversaciones hasta el final. Cuando la visita se marchaba se deshacía de los papelillos echándolos por el tragante.

Dos semanas después de aquel método de contravigilancia, la oficina de Seguridad de su distrito le pasó una citación por debajo de la puerta, a la que no hizo caso, pero a la tercera advertencia de ir a parar a los tribunales por negarse a testificar, acudió. Ese día, cuando salió de la oficina sólo recordaba la reprimenda del funcionario vestido de civil que la interrogó por última vez. No quiso entrar a la casa hasta tarde en la noche cuando se deslizó en la cama sin hacer ruido ni encender luces. A la altura de la madrugada despertó resacada por tanta preocupación. Vio dos lucecillas rojas que penetraron por el alto ventanal para posarse debajo de una foto de campo que colgaba de la pared. Por unos segundos cerró los ojos, pero las lucecillas seguían más allá de sus pupilas o la fuerza con que apretaba sus párpados para no ver la nueva realidad […].

En estos relatos de Luis Felipe Rojas prevalece la exquisita construcción de los personajes, de sus psiquis, y el modo en que develan la angustia nacional: sin histerias, sin esa cosmética que muchos autores ‒dentro o allende los mares‒ suelen imprimir, aturdiendo a lectores y a reseñistas, a la focalización de una isla sitiada desde dentro.

Sobre la fugacidad de un suceso ‒todo crimen o catástrofe es perecedero en obediencia a la desmemoria‒ Luis Felipe Rojas hilvana con certeza la única trascendencia, el único imperativo que funciona como denominador común entre los márgenes de un país que apenas existe para sí mismo: el horror de la sobrevida transcurriendo como un bucle, como una resurrección estafada por la promesa de una inmortalidad a sorbos.

Sin olvidar esa tragicidad ‒el propio Luis Felipe Rojas fue horrorizado, obligado a contemplarse en esa partida que nunca sana del todo‒, recurre a la única bala que jamás falla: la memoria. Pero no a esa memoria colectiva que décadas después supimos no fue otra cosa que el preámbulo de nuestras mordazas; sino la memoria individual, la única privacidad posible dentro de un imperio caribeño.

Virtual quizás sea el revelador de ese misterio:

[…] Estoy viendo estas escenas y no lo quiero creer. Yo misma en la Televisión Nacional, en un programa de altísima demanda. El hombrecito de espejuelos está explicándoles a los telespectadores las iniciales del suceso. Se da vuelta y la cámara ensaya una panorámica digna de Jean Luc Godard en el documental de los Rollins. Ahora han hecho un corte preciso y certero, no sé cómo se las ingeniaron, pero estoy tendida como un animal muerto.

El camarógrafo me acerca el foco y descubre los surcos de sangre reseca sobre el rostro. Tengo un ojo sanguinolento. Ahora describe todo el cuerpo, atrapándome entre la luz y el obturador de la cámara. El hecho de estar sentada en esta cómoda butaca no significa que no sufra alguna vez el horror de las imágenes. Mi rostro se queda en primer plano y me atrevo a identificar cada herida que va saliendo a través de la pantalla. Recuerdo ese cordón sobre la frente, me lo hicieron al tercer día de estar encerrada, le escupí la cara al más joven de los guardias. La cámara detiene el movimiento y una mano enfundada en un guante de goma color beige le da vuelta a mi cabeza. Es asombroso. Soy yo misma. Me reconozco por la forma de la trenza, al peinarme me la había dibujado sobre el cráneo. La mano enguantada separa los mechones de pelo y deja al descubierto las contusiones más visibles. La cámara sube despacio y el hombrecito tiene cara de consternación, se ajusta la corbata y da muestras de estar indignado ante hechos tan repugnantes como estos, dice.

La pantalla da un flashazo y se queda en negro (por lo menos deben admitirlo), son unos sensacionalistas de mierda. El televisor empieza a iluminarse gradualmente para dar paso a un cartel. Sube desde el borde inferior, junto a él aparece la vocecita aflautada del reportero. Les está rogando a la ciudadanía que no desesperen, la justicia hará su parte en un país civilizado como este, un hecho así no lo dejaríamos impune, argumenta […].

En las próximas horas informaremos con nuevos detalles sobre este horrendo crimen, es lo que dicen los créditos. El cartel se ha ido de cuadro para dar paso a la figura infame del que parece más un animador de programas sabatinos que un reportero de noticias, aunque en estos tiempos ambos poseen una desvergonzada semejanza. En un plano general los periodistas están cerca de los autos de patrulla.

No se escuchan las voces, han puesto una música a rodar para indicar movimiento. El sector derecho de la carretera está poblado de figuras de uniforme. Un enjambre de gentes viene y va de un lado a otro llevando camillas sobre las que han puesto sábanas blancas o verdes, indistintamente. Otra vez aparece la cámara. Se mueve con astucia, se regodea en los hilillos de sangre que aparecen y se esfuman como si hubieran sido hechos con un atomizador […].

Las historias que se suceden en Artefactos no son viejas ni nuevas. Tampoco son analogías desde la nostalgia o la separación, ni apuntes para un reportaje, ni delirantes anotaciones poéticas ‒Luis Felipe Rojas es también periodista y poeta‒.

Son eventos que están sucediéndose ahora mismo, con las mismas evidencias, las mismas emboscadas, las mismas víctimas, los mismos victimarios. El mismo dolor, de sesenta años de edad, inamovible, ojeroso. Atestiguan estos relatos, desde sus disímiles artefactos, que ni siquiera el drama y el conflicto lograron eludir el cerco cuando podaron las esperanzas, decretaron vedas sobre toda pizca de disenso y borraron los horizontes. Artefactos es una fotografía, pero no una fotografía angustiosa ‒y mucho menos evasiva o de souvenir‒, sino que insiste en fugarse de la opresión del obturador.

Luis Felipe Rojas no construye su narrativa desde ningún referente literario; va tras su presa con la memoria en ristre. Es su obsesión, y su obcecación por la pertenencia, a un retorno que se promete a sí mismo antes que prometerse por lo otro y los otros; y he ahí, quizás, donde descansa su autenticidad narrativa.

Píntate los labios, María, es un excelente ejemplo:

[…] A mí se me pierde en la memoria y sólo acierto a recordarla así: una mujer en un filme, una modelo en una revista de modas, una mujer común y corriente. Ya no pasaba por Paredes. Además de ser una calle incómoda, se le hace intransitable con el cochecito de los niños, dos litros de leche y una jaba con viandas y mandados.

La última vez parecía un adefesio, una mujer común y descuidada, con las greñas al aire y un tirante de la blusa descolgado sobre el brazo. Arrastraba el polvo de la calle con el corcho de las chancletas playeras, yendo a toda prisa, entre los que regresan a sus casas. Al dejar Paredes se sintió perseguida. Fue más allá de su intuición. Olió el sudor perfumado del hombre de la gorra de pelotero. Rubio. Bajito. Hombros anchos. Estuvieron rozándose las manos en medio del gentío. Al detenerse, para cruzar la calle, solitaria en esa esquina, sintió una de las tenazas del rubio en su frágil muñeca izquierda. La tenaza le cortaba el pulso, le partió el alambre dorado del reloj. Le sintió respirar. Las manotas le aprisionaron para siempre acaso. Un resuello sucio, profundo, apestoso a nicotina. Sintió su miembro duro debajo de la mezclilla tocando sus nalgas. Se sintió empujada. En la oscuridad se perdieron. En la oscuridad está.

Mirando los amarillentos despojos de una revista Bohemia, tomo los recortes con delicadeza de coleccionista. Antes había emplanado, en una raída cartulina, unas fotografías de Alicia Rico y Blanquita Becerra junto a dos fotos de María Rojo. El hombre mira hacia fuera como si buscara la perdida efervescencia del Teatro Martí. Está nostálgico y deprimido. Se lamenta. Ya no es un teatro. Por obra y gracia de alguien se ha convertido en un simple cine de barrio. Un cine donde unas mujeres marchitas ven pasar la vida entre filmes sin exhibirse, pudriéndose en las maletas plásticas o de metal. Él la visita de vez en vez. La ayuda a limpiar el portal y los baños. Así pudo saber por qué se le parece tanto a María Rojo, la de la foto en la vieja cartulina. A mí también se me parece.

Por eso va regularmente, cuando puede, como en estos días. Ha pasado a la sala de proyecciones y está revisando los fotogramas, pero hasta ahora la poca luz no lo deja ver y está tumbado en la alfombra como si fuera en el agua. Va por el fotograma dos cientos treinta y cuatro. Tiene que marcharse. Pero quiere descubrirlo todo. Es un interrogatorio a la vieja usanza. En el otro fotograma, María dice al de las preguntas algo ininteligible. Le dice compañero, porque así lo exigen las reglas de comportamiento de los interrogados o detenidos.

El compañero escupe. María disimula, aparta la vista. El compañero es alto, tiene bigote tupido. La chaqueta azul le acentúa la marcialidad y la autoridad, que no puede disimular ni con los jeans azules y las sandalias de cuero. Usted no sabe lo que es eso, dice María al que evidentemente es un compañero, un interrogador, un maldito policía que investiga la muerte de un abusador. Es un interrogador y no una persona cualquiera. Por asuntos de ética no puede decirle, señor, ni amigomío, de corrido, como ella hace con sus conocidos.

Oficial, dígame oficial. Usted no sabe lo que es eso, dice ella. Toda la mañana con los muchachos, lavando sábanas meadas, y por la tarde, aquí, limpiando el cine, el orine de los espectadores. El hombre se amasa los testículos despacio por debajo de la mesa, mientras escucha la historia. Vuelve el rostro. Escupe. Vuelve el rostro. María se queja. Descarados, dice. Depravados, compañeros, unos depravados, los que vienen a los cines son unos pajizos. Mientras el compañero asiente, sin haber continuado el fastidio de las preguntas de rigor, María se estruja las lágrimas como si quisiera lavarse el rostro y la conciencia, pero sabe que no puede. De tan solo haber entrado en el juego del coleccionista, sabe que no puede. Se sabe sucia. Llora con más desconsuelo, apoyando la cabeza en el borde de la mesa. El compañero aprovecha y escupe. Ella lo siente botar el escupitajo en el piso y se siente más abandonada. Quizá por ello, en el fotograma cuatrocientos veintidós, la mujer está en el suelo, tumbada sobre el montón de sangre […].


 

Mario Díaz-Balart inserta ‘Patria y vida’ en el Diario de Sesiones del Congreso

La letra del célebre tema Patria y vida, que este año ganó dos Grammy y acumula diez millones de visitas en Youtube, quedó registrada en el Diario de Sesiones del Congreso de los Estados Unidos este 9 de diciembre de 2021, una iniciativa del congresista cubanoamericano Mario Díaz-Balart que preserva este «himno de libertad para las generaciones futuras».

Se trata, enfatizó Díaz-Balart en su página oficial del Congreso, de «una colaboración entre músicos cubanos en el exilio y en la isla que se han unido en oposición a la dictadura y juntos reclaman libertad de expresión y respeto a los derechos humanos en Cuba».

Díaz-Balart se refirió a los autores del tema, Yotuel Romero, Beatriz Luengo, Maykel Osorbo, Eliecer Márquez Duany El Funky, Descemer Bueno, Alexander Delgado y Randy Malcom, subrayando que uno de ellos, Maykel (Castillo Pérez, comúnmente conocido como Osorbo), y Luis Manuel Otero Alcántara, del Movimiento San Isidro y que aparece en el video musical, permanecen en cárceles de máxima seguridad en Cuba por simplemente colaborar en la creación de Patria y vida y manifestarse en contra de la opresión».

«Otro autor, Eliecer Márquez Duany, El Funky, fue exiliado después de estar detenido en arresto domiciliario», adicionó el congresista.

«Me honra resaltar la importancia de una canción que se ha convertido en el Himno de todos los cubanos que reclaman libertad para Cuba», cerró el representante. «Insto a mis colegas a que se unan a mí para apoyar esta noble causa, exigiendo que todos los presos políticos sean liberados, que se respeten los derechos básicos de expresión, reunión y creencias, y que se celebren elecciones libres, justas y pluripartidistas para el pueblo cubano».


 

Waldo Balart expone en la Galería Roy, de Mallorca

La exposición La fuerza del color, del reconocido pintor cubano Waldo Balart, será abierta al público el próximo 18 de diciembre, a partir de las 7:00 p.m. hora de España, en la Galería Roy, de Mallorca.

Dónde: Plaza Pax 6

E-07200 Felanitx

Mallorca, España

Teléfono de contacto: +34 689 860287  

Email: [email protected]

La exposición permanecerá abierta al público hasta el 16 de enero de 2022.

La pintura de Waldo Balart puede disfrutarse en el MoMA de Nueva York, en el Reina Sofía de Madrid, en el Museo de Arte Contemporáneo de Paraguay o en el Sammlung Grauwinkel de Berlín. Es considerado un exponente fundamental del Movimiento de Arte Concreto, con estudios de arte en el Museum of Modern Art de Nueva York entre 1959 y 1962. Reside en Madrid.

El grillete del potaje

Habana (Henry James)

Si la patria solo fuera paisaje… todas las playas de este planeta serían mi patria.

Partiendo de la base de que, para los cubanos, la «patria» serían precisamente ellos mismos, los propios cubanos, cabe reconocer que el castrismo constituye un mal relacionado con el patrioterismo, la prepotencia, el parasitismo, el canibalismo y otras actitudes relacionadas que vienen incubándose en la «patria» desde la colonia y se han institucionalizado, tras volverse tradición, después de 1959.

Esa visión un tanto ingenua, o idealista, de que Cuba solo son las tradiciones buenas o los cubanos ejemplares o «las palmas que esperan» -o los cimarrones como yo-, puede llegar a ser muy perjudicial porque cuando se ignora la totalidad y profundidad de un problema frecuentemente nunca se resuelve, o supera, el problema. No hay que temerle a las realidades desagradables, o esconderlas, sino intentar cambiarlas, o al menos esclarecerlas.

Cabe repetir que una de las razones por las cuales la «patria», los cubanos, viven en la miseria y la esclavitud, tal vez la principal, radica en que una mayoría de ellos ha despreciado la libertad como valor superior. Han escogido la «cueva patria», su propio ego revuelto, el potaje que los protege del supuesto ridículo del supuesto fracaso a la intemperie.

Quienes han despreciado la libertad no son el paisaje, las palmas, las playas: Son esos mismos cubanos, de dentro pero también de afuera -ojo, hasta en Miami puedes ver a muchísimos despreciando la libertad-, que han puesto por delante sus eufemismos y dependencias, sus viciadas relaciones de «producción» e intercambio. Que han puesto por delante -de la incertidumbre del cimarrón- el grillete del potaje.


 

Washington y América Latina

Es como el “cuento de la buena pipa”. Una pesadilla circular.

La Habana, verano de 1959. Recuerdo a una persona muy segura de que el presidente norteamericano, Ike Eisenhower, en medio de la Guerra Fría, “jamás permitiría la consolidación de una base soviética a 90 millas de las costas de Estados Unidos”. Quien hablaba era un veterano de esa “guerra olvidada” en la que murieron más de treinta mil estadounidenses.

El razonamiento era impecable. Las Fuerzas Armadas estadounidenses, pocos años antes, entre 1950 y 1953, durante la presidencia de Harry S. Truman, habían ido a pelear a la península coreana, un país pobre y polvoriento, a miles de millas de distancia, supuestamente bajo una orden de la Organización de Naciones Unidas, la recién estrenada ONU. El propósito real era impedir que China –el mundo comunista- tuviera otra victoria y conquistara otro país.

No obstante, el 1 de enero del 2023 el gobierno cubano comenzará el año 63 de su ininterrumpida estancia en el poder ejerciendo su más obstinado “antiyanquismo”, sin que parezca importarle un comino al “Tío Sam”.

¿Por qué esa indiferencia ante La Habana y su odio acendrado en contra de “los americanos”? Por varias razones y, entre ellas, la incansable labor de la inteligencia cubana.

Ana Belén Montes, puertorriqueña, fue la espía de más alto rango, pero no la única, sembrada por “los cubanos” en la Agencia de Inteligencia de la Defensa de los Estados Unidos. Los primeros contactos con La Habana ocurrieron en 1984, 17 años antes de ser detenida y acusada de espionaje, diez días después del 11 de septiembre del 2001. Fue convicta y condenada a 25 años de prisión más cinco de vigilancia estrecha, aunque teóricamente  los pasará en su casa. Los dos hermanos –Tito y Lucy, hembra y varón- trabajan lealmente para el FBI. Pronto Montes saldrá de la cárcel, pero habría dejado su pérfido trabajo muy bien realizado.

En efecto. Ana Belén Montes llegó a ser la principal analista sobre Cuba de esa institución durante un buen número de años. Su trabajo consistía en coordinar desde el Pentágono la visión entre los diferentes aparatos de inteligencia sobre la revolución cubana, pero su misión secreta, pactada con La Habana, era minimizar el riesgo del comunismo cubano y convencer a Washington de la conveniencia de levantar el embargo que se cernía sobre la Isla.

Fidel Castro vio con pésimos ojos la llegada de Gorbachov al Kremlin (1985). Llegó a pensar que se trataba de un agente de la CIA. “No se puede ser tan idiota”, entonces decía. Se preparó para lo peor. Se reunió con el sindicalista Lula da Silva. Brasil era un país gigante y el dirigente de los metalúrgicos podía arroparlo con el “Partido de los Trabajadores”. Fidel Castro lo convenció de que respaldara el Foro de Sao Paulo. Se trataba de una especie de ‘Internacional’ de la izquierda latinoamericana en la que figuraban las organizaciones más violentas, como las FARC y otros 47 grupos, que se dieron cita en Sao Paulo en julio de 1990.

Ante la estrategia de Mijail Gorbachov de “liberar a Rusia del peso de la Unión Soviética”, a Fidel, que nunca sacó cuentas, le importaba un comino que la URSS se arruinara en el trayecto. Lo suyo era combatir y derrotar a Estados Unidos, su guerra particular desde que le confesó a su secretaria y amante Celia Sánchez su leitmotiv en una carta manuscrita del 5 de junio de 1958 en plena Sierra Maestra.

La visión estratégica de Gorbachov se evidenciada en dos asuntos muy importantes para Fidel: le notificaron, muy discretamente, que Moscú no continuaría pagando la presencia de los cubanos en África, y el mensaje de la URSS al Frente Sandinista de que no seguiría financiando la guerra a los “Contras”. Gorbachov les urgía a que se presentaran a las elecciones libres frente a Violeta Barrios de Chamorro, algo que Fidel desaconsejaba vivamente.

Parecía, pues, que se deshacía el comunismo, pero el régimen cubano demostró que la perseverancia rinde grandes frutos, aun cuando no fueran los mismos objetivos que preconizaba la URSS: acabar con la propiedad privada

En 1990-1991 daba la impresión que América Latina había vuelto al redil de la democracia y el desarrollo. Chile se había desprendido de Augusto Pinochet, pero no de su apuesta por el mercado. Pero no fue así: en 1994 Fidel invitó a Hugo Chávez, un desconocido golpista venezolano que acababa de salir de la cárcel y tenía menos del 2% de apoyo popular. A fines de 1998 resultó  electo presidente de la mano de los operadores políticos cubanos y comenzó el regreso del caos.

En el 2006 fue elegido Evo Morales. En el 2007 Daniel Ortega y Rafael Correa. En 2019 muchos chilenos jóvenes se revelaron contra el mercado, destruyendo numerosos símbolos de sus éxitos recientes. A fines del 2021, fue elegida Xiomara Castro de Zelaya. Ella controlará el gobierno, su marido ocupará el poder.

Como decía: es como “el cuento de la buena pipa”. Una pesadilla circular. No hay remedio.


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