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Una obra armónica y despiadada

Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a los bosques más remotos, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros.

―Franz Kafka

Carta a Oskar Pollak, 1927


La poesía —al menos la que yo necesito— se adentra en algo que la ciencia aún está lejos de conocer en toda su colosal magnitud: el producto del funcionamiento del cerebro humano. Eso que muchos han llamado “alma” o “espíritu” y que, en cambio, yo defino con esa terminología más pedestre, pero más gráfica: producto-del-funcionamiento-del-cerebro-humano. Porque, en realidad, cuando hablamos de ese “producto”, hablamos de lo que somos; es decir, de lo que queda en el cerebro después de que éste haya procesado todo el material a que ha tenido acceso; ese material que, para simplificar, llamamos vida, sociedad, época, historia, cultura… y que, al hacerlo, traduce como “experiencia” o, en sincopado, “la realidad”. Hablamos, pues, del uso que el cerebro, cada cerebro, hace (según su calibre) de eso.

Cuando encuentro un libro que bucea en ese misterio, o a partir de él, sé que he tenido suerte. ¡Por fin alguien que ha entendido!, me digo. Que ha entendido, quiero decir, el mejor uso que, según esa necesidad mía, debe hacerse de la fabulosa herramienta que es el poema. Porque veo en él, no tanto un solaz para alienar, como un instrumento para comprender.

Es lo que me acaba de ocurrir con la poeta Odalys Interián y su libro Esta es la oscuridad, Editorial Dos Islas, 2020.

Un poemario que, para empezar, es un artefacto casi perfecto. Tanto el conjunto como cada uno de los poemas son simétricos, sólidos, “suaves al tacto”. Constituyen una arquitectura imponente y sin la más mínima grieta. Parecen objetos en el sentido que lo son un cuadro o una escultura.

Quizá por eso (por esa belleza y esa armonía formales) sorprende tanto el universo devastador que contiene. Uno se desliza verso a verso por esa suave y armoniosa superficie como si navegara en una confortable embarcación por un río sin rápidos, sin rocas afiladas, sin monstruos que acechen… un río aparentemente apacible. 

Aparentemente, porque si se abren bien los ojos y se mira de verdad a través del agua cristalina, o a la ribera, o al frente, o incluso atrás… entonces… entonces… se descubre que esa belleza y que esa paz son solo obra de la magia de Odalys: Un embrujo. Con su voz, con su dulce voz, nos ha envuelto y, sin que nos hayamos percatado, desde el primer verso nos ha hecho caer en la trampa. Una trampa que, en el caso de esta oscuridad, comienza con el vacío (con ese tenebroso vacío) que sigue a las palabras. “Hay un vacío siempre después de las palabras”, dice en ese primer verso. Nada menos que en el primer verso.

A partir de ahí, el auténtico rostro de esa realidad que es todo este viaje no deja de mirarnos fijamente. No para amenazarnos, sino para advertirnos. Es como si nos dijera: No te fíes de mi belleza, no te fíes de mi calma; lo peor, como lo esencial (glosando un poco a Saint-Exupéry) no tiene por qué ser visible a los ojos.

“He sido odiada, señor”, confiesa casi enseguida. Una premisa que también da muchas claves sobre lo dicho. Aunque para compensar advierte que “lo que importa es el amor”. Una sabiduría sencilla, un bello tópico incluso que, sin embargo (porque todo en este gran poemario está lleno de estos embrujos) nos hace tropezar enseguida con “un animal enfermo” o con “la esperanza que se arrastra inarticulada” (inarticulada, no desarticulada, hay un matiz), bajo —si hilamos— “un cielo hundiéndose/ sobre el desparpajo masivo/ que es la oscuridad”. En lo cual solo descuella la conciencia de su lucidez: “Mi cabeza como un mástil”. Algo que no necesariamente es un alivio.

Y no lo es, entre otras cosas, porque “Dios (está) en el sitio del odio/ a cara descubierta”. Y si Dios está ahí es porque no puede, o porque debido a alguna abstrusa razón, no quiere hacer nada. O porque si lo hace, si llega a hacerlo, si está en su plan, será en diferido, al otro lado de la vida o, lo que para el caso es lo mismo, de la muerte.

Entretanto, tendremos que enfrentarnos al vértigo; a la náusea; a los “brotes incendiarios”; a los rostros amados que ya no se reflejarán; al “ojo peligroso que nos mira”; al “amor que siempre dispara”; a la huella borrada de la felicidad… tendremos que enfrentarnos, en suma, al cierre del “lazo corredizo de la sombra”, contando solo con esa “insípida certeza” que, al abrir la segunda sección, es el deseo de que, insípida o no, sea “profundísima”.

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Una certeza que, a la vista de la totalidad, lo es. Una “profundísima certeza”. Una certeza de lo que es el ser o, en su caso, este producto-del-funcionamiento-del-cerebro-humano que Odalys resume magistralmente con estas palabras: una pobreza sin nada; una “oscuridad”; un misterio en y con esa indigencia que, sin embargo, resulta inabarcable. 

Se trata, por tanto, de la mirada de esos ojos que tantean los abismos y bordean los límites en el genérico de su tragedia; y, en fin, del poso que se asienta en ese ‘producto’ después de la Historia. Aún en plena soledad. O, como dice la poeta, “bajo el escombro de las soledades”.

Para ella —para el personaje poético de este gran libro, quiero decir— la luz empieza en el coágulo.

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Y es ahí, en ese coágulo (en el espejo de ese coágulo), donde imagino que se miran las “muchachas que arbolan la oscuridad” bajo el “larguísimo cadáver” del sol. Las muchachas: Sylvia, Alejandra, Virginia, Storni… se miran a la vez que buscan la huella borrada de la felicidad sin perder, eso sí, lo mejor de vivir: el asombro.

Una sección ésta donde Odalys descorre un velo en la oscuridad y se asoma (nos asoma) a otra habitación, también a oscuras, donde se hallan los silencios de ese “enjambre de hembras moldeadas por la triste deformación de los silencios” que veremos en la siguiente y última sección pero que están presentes, así, como hembras, en cada poema del resto. Hembras acurrucadas allí. Hembras (Odalys siempre acertando, siempre dando el toque mágico que clarifica o define) a las que invita a jugar un juego muy ad hoc: “a que avance la esperanza”.

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Y es aquí [“Otra vez (en) la oscuridad brillante, suicida”] donde Odalys decide sorprendernos con siete textos que son poemas en prosa o prosas poéticas o, simplemente, versos “picados” de otra manera o no “picados” en absoluto. Y todos con algo más de “historia” o de “relato”. Porque en cada una de estas últimas piezas ocurre algo, y no solo en el campo sensorial y emocional, más abstracto, que es el de lo lírico, sino también en el sentido que, de común, suelen entenderse tales términos. Y todo sin alterar —es importante insistir en ello— la euritmia, la simetría… la belleza de ese todo; y sin dejar de bucear en el misterio que es este ‘producto-del-funcionamiento-del-cerebro-humano’ que, como digo, se trata del ser, de su “experiencia” o de “la realidad”, según se ve desde “el mástil” de la “narradora” y lo que cada lector, a su vez, pueda hacer con ello.

Hasta que llega la lluvia del final. La lluvia final. No, “nadie vendrá con esta lluvia”, nos dice Odalys. Así que no esperamos a nadie. Y es ahí, en y durante esa soledad, cuando medita sobre lo que vendrá, ese misterio que ella parece desvelarnos desde la altura de su mástil, con la engañosa suavidad de su voz de “bruja buena”: “Después —dice—, Después la nada, mi cuerpo cayendo a otro hundimiento, a esa humedad armónica y despiadada que es la eternidad”. Una imagen cuyo eco sin duda quedará rebotando para siempre en el vacío que —como nos advirtió ya en el primer verso— sigue a las palabras.

Armónica y despiadada. Dos adjetivos, por cierto, que podrían describir a la perfección esta obra. “Esta es la oscuridad”: una obra armónica y despiadada. ¡Sí!

Adenda:

He explicado como he podido mi lectura de estos estupendos poemas. Pero, como diría Foucault: que la única ley sean todas las lecturas posibles. 


Fallece el poeta Ángel Cuadra

Angel Cuadra, Premio Nacional de Literatura Independiente 2017, con el también poeta Joaquín Gálvez en el Festival Vista de Miami

Con profundo pesar el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio anuncia el fallecimiento de Ángel Cuadra Landrove, Miembro de Honor y fundador de nuestro PEN cubano en el Exilio.

Cuadra falleció en la ciudad de Miami el sábado 13 de febrero a las 2 am, en el hospital Jackson Memorial. Tenía 89 años.

Cuadra nació en La Habana el 29 de agosto de 1931. Estudió Derecho en la Universidad de La Habana. Estuvo contra la dictadura de Batista y posteriormente se enfrentó a la tiranía de Fidel Castro, por lo que pasó 15 años en las cárceles castristas condenado por conspiración.

Fue actor y fundador del movimiento cultural El Renuevo. Poeta con una sólida obra. En la prisión continuó alentando el patriotismo y la cultura. El PEN de Suecia se interesó por su caso y lo acogió como preso de conciencia. Tras salir de la cárcel y de Cuba, se estableció en Miami donde se desempeñó como profesor en el Miami Dade College y laboró como coordinador de los autores hispanos a la Feria Internacional del Libro de Miami durante varios años.

Ángel Cuadra siempre se mantuvo en el camino de la libertad y la cultura. Fue presidente del Ex Club, asociación para los presos políticos y columnista de Diario Las Américas. Respaldó y fue el rostro de los cubanos exiliados, en la concesión por parte del PEN Internacional, de una filial para los escritores cubanos exiliados. Representó al PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio en distintos congresos y dejó un legado literario de gran significación.

Entre sus libros se encuentran Peldaño (1959), Impromptus (1977), Poemas en correspondencia (1979), Esa tristeza que nos inunda (1985), Fantasía para el viernes (1985), Las señales y los sueños (1988), Réquiem violento por Juan Palach (1989), La voz inevitable (1994) y Diez sonetos ocultos (2000), entre otros.


Nota del Editor: Ángel Cuadra recibió el Premio Nacional de Literatura Independiente ‘Gastón Baquero’ en 2017. También ese año, la revista Puente de Letras publicó un Dossier dedicado a su obra y trayectoria. Clic aquí para acceder al número.


La mujer que volvió del más allá

Vivian Fernández de Pellas recibe el premio 'Amor Ferviente a la Vida' (La Jornada)

La Madre Teresa estuvo en 1988 en Managua. El cardenal Obando le organizó una cena y la autora y su hijita de seis años fueron invitadas. De pronto la santa –que entonces no lo era de derecho, pero sí de hecho– le dijo a la niña:

–Cuida mucho a tu madre porque ella tiene una misión en esta vida.

Ella, la autora, sonrió amablemente y no la creyó. Pensó que se lo decía por pura cortesía.

El libro fue leído con deleite durante tres días. Deleite y horror, como esas películas tremendas en las que el placer se deriva del miedo que pasamos. Está escrito en una prosa directa, sin pretensiones ni trampas estilísticas. El libro, sencillo y bien editado, con numerosas fotografías, casi todas a color, incluso las que son desagradables. invita al lector. Se titula Convirtiendo lágrimas en sonrisas.

La autora viajaba en el vuelo 414, en Boeing 727, junto con su marido, un prominente hombre de negocios nicaragüense. Ella estaba inquieta. Era el 21 de octubre de 1989. Su país de adopción, Nicaragua, se preparaba para las elecciones en que saldría electa Violeta Chamorro, en febrero de 1990. Se despedirían, pensaban que para siempre, del malvado sandinismo tras más de una década de pesadilla.

Se trataba de un vuelo regular de la línea hondureña TAN SAHSA. Llevaba 138 pasajeros y ocho tripulantes. Sólo sobrevivieron 11 personas. Fue un accidente provocado por un error de los pilotos. El peor de la aviación centroamericana. El avión se desintegró contra un cerro cercano a la capital hondureña. Los restos se incendiaron tras el impacto. Escrito así parece un parte dado a una compañía de seguros, pero fue un increíble pandemonio en el que el humo negro destrozó los pulmones de los damnificados.

La autora fue salvada por su marido. Con el rostro y los brazos quemados (perdió varios dedos de la mano izquierda) logró desatar a su mujer y cargarla. Todos los huesos de su esposa se habían quebrado. Todos: los de la cabeza, el tronco y las extremidades. Fue entonces que ella comenzó a pensar que, si salía con vida, se dedicaría a evitar que otras personas quedaran desfiguradas por el fuego. Nadie, especialmente los niños, merecía una vida como ésa. Tras las primeras curas en Tegucigalpa, marido y mujer fueron trasladados a Miami. Le hicieron decenas de operaciones en el rostro, la mayor parte a través de la boca, e innumerables trasplantes de hueso e injertos de piel.

El mago de la cirugía plástica, Dr. Anthony Wolfe, desarrolló procedimientos nuevos para intervenir a su muy estropeada paciente. Estuvo meses, años, en cirugía, sin poder hablar, muerta de dolor, comunicándose por medio de gemidos que la madre lograba descifrar. Se aficionó a la morfina. Costó Dios y ayuda sacarse del cuerpo esa droga terrible. Afortunadamente, la familia le respondió muy bien. Sin ella acaso habría muerto de soledad y tristeza en medio de un mar de batas blancas.

Se llama Vivian Fernández de Pellas y el marido es Carlos Pellas Chamorro, uno de los empresarios más diversificados de Nicaragua, Estados Unidos y América Latina: azúcar, ron, hoteles, bancos, automóviles, construcciones y un largo etcétera. Desciende de un italiano genovés, notable aventurero –como los Vicini de república Dominicana–, que llegó a Managua en el siglo XIX, atraído por el paso de las caravanas estadounidenses que transitaban de una costa a la otra. Entonces, atravesar los Estados Unidos era más peligroso y lento. Quedó enamorado del país y de sus gentes. Ahí comenzó la saga.

Vivian es cubana. Llegó a Nicaragua siendo una niña. La familia, sin un centavo, se trasladó al país en agosto de 1961, tras una redada masiva que hubo en Cuba, donde su padre estuvo detenido en un teatro durante muchos días. Las cárceles no daban abasto para tantos presos políticos. Otra vez se cumplía la regla del furor trabajador de los emigrantes. A poco de llegar la familia al exilio, ya estaban encaminados.

La riqueza está en la gente, en los emprendedores. En ese 20% que persigue sus sueños y arrastra al 80% restante como si fuera un torbellino. Unos son como Jeff Bezos, el fundador de Amazon, otros crean un modesto restaurant o una barbería. Sobre ellos se construyen las sociedades. Es lo que denodadamente trata de explicar el “Consejo Superior de la Empresa Privada” (COSEP). Es la norma de Vilfredo Pareto extendida, aunque el matemático italiano, a caballo entre los siglos XIX y XX, no especuló sobre ese misterio estadístico. Acaso es el dato que me dio Roberto Argüello cuando hablamos sobre este artículo: «los banqueros nicas son los mejores de Centroamérica». ¿Por qué? No se sabe. Pero no hay duda de que Ramiro Ortiz Mayorga está entre ellos.

La Madre Teresa tuvo razón. Vivian y Carlos Pellas han fundado APROQUEN en Managua. Tienen una unidad de quemados que es la mejor de América Latina. La corporación corre con todos los gastos. Eso se llama tener conciencia social. ¿De qué vale ser una persona económicamente exitosa si estás rodeado de una pobreza infinita y no haces nada por evitarlo? Vivian Pellas tiene una misión: convertir las lágrimas en sonrisas. Con frecuencia, lo logra.


http://www.elblogdemontaner.com/


Azúcar amarga: El Clasificador prohíbe toda iniciativa dulce en Cuba

Pensé que el “Clasificador Nacional de Actividades Económicas (CNAE)” —no se sabe muy bien si se trata de un humano, una máquina o simplemente una lista elaborada maquinalmente por un grupo de humanos— había prohibido la fabricación de “naves espaciales”. Pero no. Ideas que me hice tras una primera lectura fugaz, influida tal vez por la inquietante noticia de que, en Nicaragua, Daniel Ortega ha presentado un proyecto de ley con el objetivo de crear una “Secretaría Nacional para Asuntos del Espacio Ultraterrestre”.

Tras una segunda mirada, el PDF no dejaba lugar a dudas: Estaba y está prohibida la fabricación de «naves especiales» en Cuba, que no es lo mismo ni se escribe igual.

En una nave espacial se puede volar. Abandonar el planeta. Dejar atrás incluso la Luna. En cambio, en una nave especial se puede hacer de todo. Hasta construir una nave espacial.

Partiendo de que utilizamos aquí, para entendernos, la cuarta acepción de “nave” según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (“Cuerpo, o crujía seguida de un edificio, como almacén, fábrica, etc.”), en una nave especial, por ejemplo, se puede hacer azúcar. Es decir, producirla tras cortar la caña en el campo, transportarla a la nave y elaborarla dentro de ella. Todo en secreto, por supuesto, porque tanto hacer una nave especial como producir azúcar constituyen, ahora mismo, actividades prohibidas en Cuba por el “Clasificador Nacional de Actividades Económicas”.

El Clasificador especifica, entre otras muchas prohibiciones, que no se puede fabricar “aeronaves y naves especiales y maquinaria conexa” (3030) en Cuba. Enseguida me asaltaron tres preguntas aparentemente inconexas:

1) ¿Qué clase de nave puede ser tan especial como para que un Estado todopoderoso prohíba su fabricación independiente?

2) ¿Cómo saber qué es maquinaria conexa? ¿Conexa respecto a qué?

3) ¿Por qué no se puede producir azúcar en Cuba, por cuenta propia, si el café necesita azúcar, los frijoles negros necesitan azúcar, los cakes necesitan azúcar, los cumpleaños necesitan azúcar, hasta el agua con azúcar necesita azúcar? Y encima, el Estado cubano no la garantiza en cantidades industriales.

Una revolución es dulce, luego de ser violenta, o no es. Hace mucho tiempo la robolución cubana mató a la revolución cubana. Institucionalizó la amargura, arruinó la industria azucarera, etc. Y cuando arruinas algo, o lo amargas, no puedes pretender monopolizarlo.

Larga vida a la producción independiente. Y a las naves especiales. Y a toda clase de maquinaria creativa.

Azúcar para crecer.


Comisión Interamericana protege cautelarmente a artistas y activistas del MSI

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó este jueves medidas cautelares de protección a favor de veinte creadores y activistas cubanos pertenecientes al, o relacionados con el, Movimiento San Isidro (MSI) y los acuartelados de Damas 955 en noviembre de 2020, en la Habana Vieja.

«La Comisión considera que la información presentada demuestra prima facie que las veinte personas integrantes identificadas del Movimiento San Isidro se encuentran en una situación de gravedad y urgencia, puesto que sus derechos a la vida e integridad personal están en riesgo de daño irreparable», señaló el informe de la CIDH.

«La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia de los derechos humanos en la región y actuar como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan a sus países de origen o residencia».

La lista a continuación:

(1) Denis Solís González
(2) Luis Manuel Otero Alcántara,
(3) Maykel Castillo Pérez,
(4) Iliana Hernández Cardosa,
(5) Anamely Ramos González,
(6) Oscar Casanella,
(7) Katherine Bisquet Rodríguez,
(8) Omara Ruiz Urquiola,
(9) Adrián Rubio,
(10) Jorge Luis Estien,
(11) Alfredo Martínez,
(12) Amaury Pacheco,
(13) Michel Matos,
(14) Esteban Rodríguez,
(15) Iris Ruiz,
(16) Miguel Yasser Castellano Guerrero,
(17) Anyell Valdés Cruz,
(18) Jorge Luís Capote Arias,
(19) Niovel Alexander Tamayo Formen
(20) Osmani Pardo Guerra

Con un hueco entre las tetas

Imagen de fondo, cortesía Pixabay

Tengo la sensación de que, como consecuencia del cambio climático, no solo llegó la pandemia, sino que a las mujeres nos viene la menstruación cada dos semanas. Pero hoy es uno de esos días en que no se puede culpar ni a la regla. Sé que no son las hormonas, que no es el verano sin sol, que no es lo que él me dijo, que no son las horas/meses sin dormir. Hoy es de esos días en que, como en un eclipse, se hace evidente un suceso extraordinario.

Estoy convencida de que vivo con un pequeño agujero en el pecho, un huequito del diámetro del impacto que dejaría una bala que nunca existió, no estoy segura de su tamaño, lo que sí puedo atestiguar es que me atraviesa. Que cuando camino de frente al sol, del otro lado puede verse ese tubito de luz como el que se escapa por las hendijas de una puerta de madera hinchada. Que cuando tomo agua muy fría se filtra, que cuando tomo el café muy caliente me quemo los dedos cuando intento taponearlo. Y que cuando como algo muy dulce se me cuela alguna que otra hormiga, que no puedo ver pero me hace cosquillas.

Yo no nací con este hueco. Lo comencé a notar una tarde en que el viento podía escucharse y de pronto un silbido me atravesó el pecho.

Este hueco comenzó a formarse después que mi cuerpo aterrizara en una ciudad dejando a mi cabeza en otra. A veces digo que me fui de la habana como quien se va de una fiesta que se ha vuelto aburrida, en la que hasta la canción que te encanta pierde ritmo de tanto repetirse, en la que ya el alcohol no hace efecto sino que crea defectos, y duelen los pies, y en la lucha porque caigan los párpados para siempre no sucede algo que pueda despertarte de ese letargo, y solo te levantas y das un paso y otro y luego caminas, y luego te vas sin darte cuenta que te estás yendo. Y al despertar al día siguiente comprendes que te fuiste no solo de la fiesta: te fuiste de la ciudad, caminaste tanto y has llegado a otro país. Y te das cuenta, sentada en una cama de otro país, sobre un suelo de otro país, bajo un techo de otro país, con el olor de ese país, con la luz de ese país, te das cuenta que hiciste muchas colas, con muchos sustos, con papeles y cuños y sellos, para estar en otro país del que no conoces ni el suelo, ni el cielo, ni el olor, ni las miradas de su gente, ni la cama donde estás sentada… todo te es extraño de una manera aplastante. Entonces lloras, y yo lloré y lloré tan asustada, preguntándome si alguna vez podría parar de llorar.

Definitivamente fue en este momento en que algún poro se quedó demasiado abierto producto de la transpiración cargada de miedos y bilis y ansias y que con los años llegaría a ser un agujero de una redondez perfecta.

Este hueco lo he intentado cerrar de muchas maneras, porque por más que no moleste es un hueco, y por los huecos salen cosas que no se pueden avizorar. He intentado cerrarlo con un pedazo de pan mojado, con abrazos, con tierra, con harina y huevo, con cemento. He intentado también coserlo y engraparlo, he intentado tanto que las últimas veces sentí que si lograba al fin taparlo lo extrañaría.

Este, mi agujero, me avisa cuando el suelo está pronto a moverse.

Yo tengo una amiga, que vive en Cuba y me pregunta si siento vergüenza de lxs cubanxs que guardan silencio. Estos son los momentos en que mi agujero se afianza y se expande. Ha pasado un mes y no logro responderle. Cómo le hago entender a mi amiga que lo que me duele de su pregunta es la manera en que presume que puedo sentirme superior a un otro. No siento vergüenza de ningún cubanx, menos de lxs que callan, porque para empezar todavía me considero parte de esa masa, aunque no me sienta identificada con ella. Como tampoco siento vergüenza de estxs cubanxs que rompen su silencio para dejar salir todo ese aliento viejo apestando a doctrina ya expirada, a úlcera mal curada. Cómo le explico a mi amiga que estoy harta de la cochambre que nos separa en valientes o cobardes, como dos únicas opciones, opuestas y alejadas una de otra. Cómo le explico a mi amiga que cuando pienso en lxs cubanxs, pienso que nos han instalado en nuestro sistema operativo la corrupción en el alma como un mecanismo de supervivencia y la burocracia en el lenguaje para impedir expresarnos, convirtiéndonos en animalitos tartamudos imposibilitados de nombrar incluso lo evidente. 

No le respondo a mi amiga, y ahora soy yo la que calla.

Es otro día, me despierto y mi hija sigue durmiendo, entonces barro la casa en lo que se hace el café. Barro compulsivamente todavía en calzón, sacando de los rincones preferidos ese polvito acumulado mientras pienso posibles respuestas para mi amiga. Barrer es un buen ejercicio para pensar, llevo menos de diez minutos despierta y ya mis ideas se atropellan en la punta del cerebro, pienso otra vez en que quiero ser una escritora mediocre, últimamente me repito esta frase, a veces sale sola de detrás de algún nervio lastimado. Lo que no quisiera es encontrar una excusa para no escribir. Cuando no escribo, todo se amontona desordenado, dejando frases sin sentido dando vueltas entre pedazos de diálogos de otros, ideas nuevas, merodeando por las heridas abiertas, bordeando los huecos de las medias con huecos, entre algún reclamo escondido, y sobre todo se queda entre los dientes como las hilachas de una carne dura ablandada a martillazos, las palabras se quedan ahí entre las muelas, hostigando la existencia, acabando con la paz de las encías, irritando hasta herir la lengua. 

Se despierta ella y desayunamos y el día está tranquilo y claro y caluroso, nunca como en la habana, pero el sol puede llegar a irritarte de igual manera.

Estamos en el parque, compramos pistolas de agua aprovechando la última semana antes que nos encierren nuevamente por el Covid. Le dejo un audio a un amigo, y termino riéndome de mí misma por algo que le cuento y no recuerdo, vuelvo a la conversación y tengo un mensaje suyo que leo como un corrientazo y que corta mi risa.

Sigo en el parque, es 27 de enero, lxs muchachxs del 27N han vuelto a presentarse ante el Mincult exigiendo la liberación de varixs de ellxs y que atiendan las demandas hechas dos meses atrás en el mismo ministerio.

En el parque todo está tranquilo, hay otrxs niñxs y ya juegan un poco más juntxs porque se conocen, aunque a veces haya que intervenir ante algún empujón por no querer prestar la pelota. Está todo tranquilo aquí a mi alrededor, es todo calma, y dentro mío siento cómo intercambian lugares el hígado con el riñón, el pulmón derecho con el izquierdo, la vejiga se me enreda en el intestino delgado y, así, todo convulsionado dentro de mí. Intento no ver el teléfono demasiado, y de pronto ya he compartido tres publicaciones de lo que está sucediendo. Corro, me persiguen, me tumban en la hierba, me caen encima Marieta y tres pistolerxs, aprovecho para desconectarme de la ficción de la virtualidad y participar de esta que tengo enfrente, al costado, que me puede tocar y hacer sudar.

Vamos a treparnos al árbol. “Ayuda, mamá”. La ayudo, le indico dónde poner un pie y dónde una mano, quiero que empiece a buscar la forma de treparse ella solita. “Se los están llevando en una guagua, les están dando golpes”. Leo en el teléfono el mensaje de mi amigo, que está tan emocionado como yo, tan al borde del desborde como yo. Hay un video, me lo pasan, no puedo verlo.

Hay una tregua, vamos a merendar. Entre que pelo la mandarina, ahora sí, el video carga. Veo al ministro acercarse como una tromba marina a un muchachito, ¿es Mauricio? Me sé su nombre porque da la casualidad había conversado con él por primera vez hacía unos días y compartimos información valiosa de lado a lado.

Tengo los dedos pegajosos de la mandarina, la pantalla de mi celular es un asco y la claridad lo hace evidente, Todo se pone negro en el video, puedo ver mi ceño fruncido reflejado en la pantalla, solo eso. Me pego el teléfono al oído y el terror comienza.

El hecho de no ver y solo escuchar para mí es doblemente perturbador, porque los gritos sin una imagen que le acompañe se convierten en la expresión extrema del dolor traducido en terror. Para mí el terror es no entender de dónde viene esto que te atropella, esto que te arrasa, esto que escapa de la razón humana.

Vamos a saltar la cuerda, la saltamos, jugamos culebrita, yo de vez en cuando tiemblo y hago pucheros. A estas personas no las conozco de nada, hacía dos meses había estado en la misma situación, no conocía ni podía siquiera reconocer más que a un par de ellxs. Durante estas semanas había ido involucrándome más y ya podía identificar a varixs, ya sabía sus nombres, qué hacían, cómo lucían, cómo pensaban, les había leído y escuchado. La otra vez igual me desbordé, igual hice veintitantas publicaciones, igual estuve atenta, hasta que el último salió. Pero ahora me sentía más comprometida, más cercana quizá.

Regresamos a la casa, hacemos spaghettis con atún, que es más rápido y siempre son bien recibidos. Mientras espero que hierva el agua, leo en mi teléfono y veo otros videos. El ministro dio un manotazo y con la mejor sincronización en la historia de la revolución cubana se desató la superioridad de un Estado avasallante.

La veo paradita, absorta con sus ojitos chinos de placer.

—Marieta, ¿qué haces? ¿Caca?

—Sí, mamá.

Termina y busco un pañal para cambiarla.  Se lxs llevaron a todxs en una guagua que apareció de pronto, como si la hubieran puesto en la post de un video editado.

Culito limpio y fresco, me abraza el cuello con sus piernas. Me lavo las manos, me enjuago la cara, me miro en el espejo, otra vez hago pucheros. Pongo los spaghettis al agua. Empiezo con la salsa.

Están presxs, secuestradxs, nadie sabe de ellxs. Y una jodida frase desde la mañana me atraviesa la frente como esos loups de pantalla publicitaria. Una de las personas que se habían llevado, la noche antes me había dicho: “Yo voy a mí, y sigo avanzando”. Yo no había respondido, porque estaba cansada y porque él siempre se va sin despedirse y aparece sin saludar, y a mí eso me gusta, y quise copiar su estilo. Y ahora esa frase me pasaba factura, me impendía coordinar el movimiento del cuchillo para picar la cebolla. A 3950 km haciendo el almuerzo en otra ciudad con el pecho oprimido, con mi hueco en el pecho latiendo como la boca de un pez moribundo.

Almorzamos y no puedo ver el teléfono, odio estar tan pendiente del teléfono, pero tengo miedo que algo pase en mi ausencia. Ya estás ausente, Olivia, no estás ahí, ni siquiera cerca, me digo y me respondo:

—Ya lo sé, pero igual… es la sensación de quien no está y está todo el rato.

Terminamos y me pide Teta, le doy. Con suerte se quedará dormida. Mi amigo me ha pasado un audio. Ya se quedó dormida. “No hables, ¡no hables! ¡Porque no, porque no me da la gana!”. Ahora sí lloro con los audífonos puestos, ¿por qué grita así ese señor? Me pongo toda chiquitita. Y detrás de mi frente está la única imagen que pude salvar intacta del video, una mujer con el cabello en trenzas y brazos firmes reduce con violencia el cuerpo de otra mujer que lleva su cabello hermoso sin ataduras y hace olas de resistencia con sus rizos sueltos.

Abro la computadora y ahora, con mis cuatro deditos y mi pecho estrujado empiezo a dar el berro durísimo, desde mi virtualidad. Ella sigue haciendo su siesta, sabe que mamá necesita unas horas para mamá escoria.

Es en esos momentos en que se siente, dentro de lo terrible, dentro de lo oscuro, que no se está solo; se siente una ola que acompaña, no se puede tocar ni oler, se puede ver a través de una pantalla, se puede sentir el rumor de cuando somos muchos dando el berro en un agudo infinito. Firmando peticiones, haciendo listas, compartiendo listas con sus nombres, preguntando dónde están, publicando los videos, desde todos los ángulos posibles, para que no haya duda aunque siempre terminarán sembrando una, preguntando dónde están, exigiendo que los suelten.

Y los comienzan a soltar, unx a unx. Ya están todxs en sus casas. Y su mamá me confirma que, el que no se despide, ya está a su lado.

Yo, la verdad, no sé cómo se siente esto a 3950 km, si llegara a sentirse. Si la subjetividad es tal que todo me lo armo yo, que no tengo a dónde agarrarme y me aferro a una lucha que me invento.

Lo único físico que tengo es este hueco en el pecho que solo yo puedo ver y sentir.

Todavía tengo un mensaje que responder.

Cómo le explico a mi amiga que a mí lo que me interesa es lo que está sucediendo ahora, así, imperfecto, así amorfo, así apasionado y hasta naif. Estuve demasiado tiempo ignorando, evitando, divagando, demasiados gerundios con respecto a Cuba. He evitado saberme con este agujero que me perfora y ahora no solo le encuentro sentido, ahora quiero exhibirlo. Es esto lo que me hace ser yo, así imperfecta, naif, así apasionada, amorfa, así, fuera de lugar.

Mis deditos no van a parar de escribir no van a parar de acompañar desde donde puedo, con mis privilegios y mis penas, con mis esfuerzos y mis temores. Donde se ubique mi cuerpo en el mapa es para mí circunstancial, por tanto, no tendría por qué ser esto, una suerte o una maldición y menos aún determinar lo que pueda una sentir, pensar o hacer.

Es cierto, no pongo el cuerpo. A veces lo lamento y me cuestiono si lo prefiero, pues el privilegio de mi virtualidad también tiene un precio. Cuando quito la vista del teléfono, solo me espera el vacío, me encuentro ante la soledad de un paisaje extraño a pesar de ser el que me sostiene. No tengo donde depositar toda la intensidad, el dolor, todo el coraje de mi “realidad”. Y ojalá lo que sintiera fuera proporcional al tiempo que dura la batería de un aparato electrónico y que Cuba se apagara en mi mente cuando se apaga el teléfono.

Soy una mujer con un hueco en el pecho, que no tiene mucho peso que la afirme en la tierra. Pero esta vez quiero creer, y soy consciente de la ficción y del ejercicio que supone decidir vivirla. Pero es lo que yo quiero. Quiero practicar quizá por primera vez el ejercicio de la fe a ver cómo me sale.

Y entonces recuerdo que existen terraplanistas en Cuba y, claro, ciertamente es más fácil e inofensivo creer en un grupo que puede negar los avances de la ciencia hasta el siglo XXI que creer en un grupo de cubanxs que insisten en la poesía y en el derecho a tener derechos.

Como me inclino más hacia lo curvilíneo, decido creer entonces en estxs cubanxs que apuestan sus cuerpos, sus nervios y músculos para disentir ante un sistema podrido y plano. Y con eso me basta.

Pero hay algo más, y es el hecho de que esté sucediendo hoy, ahora. Y sí una es tan egoísta como el tiempo mismo. Sucede ahora y cerca de mí, aunque esté en otro hemisferio, me provoca, coquetea conmigo. Y quiero hacerle caso y devolverle la miradita cómplice, aunque esto conlleve a que el hueco entre teta y teta crezca y duela, por tensar la piel y mostrar lo dividida que estoy. No importa, es asunto mío que me detenga a sospechar qué sí o qué no hubiera hecho si… es pensamiento muerto. No quiero compartir mi cuerpo con una apatía que heredada. Debo reconocerme entonces como la persona agujereada que soy, si no, viviré siempre con los nervios de punta esperando a que alguien o algo me exponga y haga evidente mi fraude apátrida.

Esta vez siento que algo excede la cotidianidad de mis asuntos no resueltos y me atrae por la cintura, que algo más grande que mi yo me ha dejado un espacio pequeño, casi molecular donde quepo y en el que puedo enredarme junto con otros seres moleculares formando la trama de algún tejido superior a nuestras penas y ansias. Así, dividida y entrelazada, en contradicción con lo real y lo virtual, le encuentro últimamente otro sentido a despertar y caminar, tomar desayuno, verme en el espejo… actividades a las que, en ocasiones, puedes perderles el ritmo y la gracia.

Y sí, toda esta película la vivo a través de cubanxs que no son mis amigxs, ni mi familia, ni siquiera conocidxs. No les conozco y a la vez tengo esa sensación de cuando se está enamorada y una se entrega consciente, a riesgo de reventarse los dientes contra una pared por el impulso desmedido. Me encanta. No obstante, debo reconocer que hay algo más allá del efecto que me hace insistir en el afecto, y es justamente la hermosura que despiden los seres cuando creen en ellxs mismxs, vivxs, con el pecho latiendo bajo el sol, hoy, ahora.

A veces entiendo la vida como una pelusa en medio de una tormenta tropical, por lo cual se me dificulta creer en estrategias a largo plazo, por un futuro que sólo se siente cuando se convierte en pasado y se te planta infame a modo de recuerdo. No sé.

La verdad es que tengo miedo de dilatar las acciones, las esperanzas, las pasiones, y quedarme dormida en ese mientras tanto, y convertirme en una piedrita a la orilla del camino de alguien más. Y vivir entonces así, como viven las piedras. Incapaz de mover mi propio centro, sin poder decidir sobre mi existencia petrológica.

—Mamá…

Se despertó, la de ojitos chinos y piecitos comestibles. Mientras subo las escaleras miro por última vez el teléfono y alcanzo a leer: “Lista de prohibiciones, carta abierta a Biden…”.

Guardo el facebook en mi bolsillo.

Todo vuelve a empezar y todavía no le respondo a mi amiga. Sería mejor darle un abrazo.


Cuba prohíbe oficialmente el emprendimiento cultural y la recreación independiente

El régimen de La Habana anunció esta semana la expansión del trabajo “por cuenta propia” en Cuba, y el llamado “Clasificador Nacional de Actividades Económicas (CNAE)” incluyó 2,110 actividades permitidas. Sin embargo, 124 serán prohibidas total o parcialmente, según el sitio oficial del MTSS.

Entre las figuras empresariales prohibidas por la dictadura se cuentan todas aquellas que sirven de vehículo a la libre transmisión de ideas o que facilitan la expansión de la iniciativa cultural independiente, incluso la deportiva. Entre ellas:

-La impresión y maquetación de libros, revistas, tabloides o periódicos

-La producción audiovisual y cinematográfica, y de sonido y edición de música

-La exhibición de películas y las transmisiones de radio

-Las bibliotecas, las actividades sindicales y de programación cultural y las transmisiones alámbricas e inalámbricas

-Las actividades de agencias de noticias y clubes deportivos

-El alquiler y arrendamiento de equipo y salas de recreación

-La fabricación de embarcaciones (en Cuba el mar, no solo la calle o la universidad, también es de los “revolucionarios”)

Algunas opiniones en Facebook:

“El Clasificador Nacional de Actividades Económicas atenta contra la libre elección del empleo. Es un retroceso en derechos humanos». Laritza Diversent

«Los que estudiamos y trabajamos en el cine, sabemos todas las especialidades que se asocian a esta disciplina. Al prohibir la producción cinematográfica privada no se prohíbe un oficio (hay que ser imbécil para pensar así), se prohíben cientos de ellos. Quien quiera tener una idea, que mire los créditos finales de cualquier película americana, y sabrá de qué se trata esta nueva treta de la ‘Lista de oficios prohibidos’. El bloqueo es comunista». Boris González Arenas

«¿Y qué van hacer, nos van a meter a todos presos? ¡Porque yo voy a seguir haciendo lo mismo!». Iliana Hernández


‘Plantados’, la película de Lilo Vilaplana que hace justicia histórica

“Desde el momento que Ángel de Fana y Ernesto Díaz Rodríguez me contactaron para conversar con el productor de este filme, Leopoldo Fernández Pujals, para darle forma a este sueño que intentaron realizar varias veces y llevaba más de veinte años postergado, sabía que era un reto importante desde el guion hasta que llegara a las salas de cine”, explica el director de Plantados, un largometraje largamente esperado por los cubanos dentro y fuera de Cuba. “Una aventura en la que agradezco a todos los involucrados haber entregado lo mejor de cada uno para lograr una obra tan importante”.

“Ahora, al  ver que ya es una realidad, que se hará justicia histórica con los plantados, me llena de orgullo poder seguir soñando con una Cuba Libre”. Al habla con Lilo Vilaplana:

Tus admiradores, y por supuesto los de los protagonistas de la lucha por la libertad de Cuba que reflejas en este filme, esperaban con impaciencia verlo ya desde 2019. ¿Por qué ha demorado tanto en aparecer la película si ya está terminada desde hace tiempo?

Sí, Armando, la película estaba lista para estrenarse, pero el virus comunista chino aparece justo terminando el rodaje. Estaba previsto que se estrenara en el 2020, “el año de los sueños rotos” que también afectó a nuestra película. 

¿Cuándo y en qué salas de cine podrá verse en Miami, y en general en Estados Unidos? ¿Podrá disfrutarse luego en algún website o portal de Internet?

Al resultar seleccionada en competencia en el Festival de Cine de Miami, decidimos que era el  mejor momento para estrenarla y, una vez terminado el evento, seguir con ese impulso a realizar un gran estreno comercial el 18 de marzo próximo en el Payret. De ahí, seguir a  distintas salas de cine de Miami. Tenemos previsto, con el inversionista y  el distribuidor, que el filme se exhiba en varias salas de cine de distintas zonas de Miami, entre ellas una proyección el 20 de marzo en el icónico Teatro Tower. Está  previsto que transite primero por varias ciudades de EE.UU., y en algunos países, antes de ir a una plataforma online.

¿Cómo resumirías la trama?

Un expreso político plantado se encuentra casualmente con su torturador en Miami. Al reconocerlo se debate entre la justicia y la venganza. Mientras avanza esta trama vamos conociendo paralelamente, en retrospectiva, la historia del presidio político cubano y la épica de los plantados. Después de intentar, infructuosamente, ajustar cuentas al esbirro, decide contarle a dos hijos de hermanos del presidio, que deciden retener al exmilitar y hacerle una especie de juicio moral. En esta confrontación vamos conociendo detalles relevantes e insospechados de la historia, que va in crescendo hasta el inevitable desenlace.

¿Qué consideras lo más relevante de este filme?

Para mí todo es relevante. Si tengo que destacar algunos aspectos, te lo resumo de esta manera:

En la investigación previa al guion, conocer de primera mano las historias, contadas por estos hombres, mujeres y sus familiares. En la preproducción y rodaje, me estremeció  la amistad y los vínculos afectivos y emocionales que se establecieron  entre los verdaderos plantados con los actores y el equipo de producción y técnico. Ahora estoy ansioso, esperando el estreno para ver cuando el público cubano tropiece con ese pasado que muchos no conocen, un pasado que sigue siendo presente en Cuba. El régimen sigue ahí y cambia algunas de sus estrategias, pero la esencia del castrismo es la misma que impuso Fidel desde que llegó al poder en 1959.

Va a ser muy relevante que personas de otros países conozcan estas historias que el castrismo no quiere que salgan a la luz.

En Cuba, ¿cuándo podría verse, o cómo?

Con la tecnología actual, la película va a entrar a la isla de la manera más inesperada y en cualquier momento. Ya las cortinas de desinformación que mantenía la tiranía controlando  lo que se podía mostrar, o qué censurar, en la isla, se desvanecieron. Internet va a poner fin a esta pesadilla que hace más de sesenta años se impuso en Cuba.


Cuba: El castrismo se ensaña con las mujeres del 27N

Golpizas, secuestros, amenazas legales y una serie difamatoria en el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana (NTV), que narra el ya tristemente célebre abogado Humberto López, son algunas de las acciones represivas con que el régimen representado por Miguel Díaz-Canel intenta acallar las voces y detener las iniciativas de los creadores independientes cubanos, fundamentalmente nucleados en torno a los movimientos de San Isidro y el 27N (aunque no solo).

En este contexto, la difamación, e incluso la represión directa contra las mujeres artistas, escritoras y activistas, está alcanzando niveles verdaderamente sádicos.

Creadoras y periodistas como Carolina Barrero, Luz Escobar, Aminta D’Cárdenas, Camila Lobón, Camila Acosta y Katherine Bisquet, entre otras, han sido víctimas en las últimas semanas de maniobras y represalias que incluso, en varios casos, incluyeron la violencia física. El NTV se ha ensañado particularmente contra la reconocida performer Tania Bruguera, quien ha sido acusada de mercenaria y “asalariada” por los mismos asalariados de la dictadura.

La joven historiadora de arte Carolina Barrero explica así, en la revista Rialta, la maniobra del viceministro de Cultura cubano Fernando Rojas que terminó en la golpiza y secuestro que varios jóvenes, mujeres incluidas, sufrieron el pasado 27 de enero en La Habana, frente al Mincult:

“En una llamada no prevista en horas de la noche anterior, le pidió a Solveig Font que acudiera al Ministerio junto a Camila Lobón y Yunior García, portavoces del 27N. Finalmente, Fernando se había decidido a dar respuesta a los muchos correos y documentos que desde el 27 de noviembre la institución prefería ignorar y desacreditar. A las nueve de la mañana, camino de la cita, Camila fue interceptada por la policía a escasos metros del Ministerio, y Sol recibió otra llamada, en la que se postergaba la reunión a horas del mediodía, mientras un operativo policial dejaba en prisión domiciliaria a Tania Bruguera y detenía a Camila Acosta, Katherine Bisquet y Amaury Pacheco”.

«La mejor respuesta que se le puede dar a las difamaciones y ataques del Noticiero Nacional de Televisión y el órgano oficial del PCC es dejarles saber que se ha anunciado la inclusión del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (#INSTAR) en Documenta 15, la exposición más importe de artes plásticas en el mundo», apuntó la página oficial en Facebook de la artista Tania Bruguera esta semana. «Hoy ha ganado una gran victoria el arte independiente cubano».

«No coincido  con ella en la mayoría de sus puntos de vista y acciones como activista, pero en mi escritorio, a buen recaudo, tengo el número de la tarjeta de crédito de Tania Bruguera», recordó en las redes la curadora Valia Garzón, residente en Estados Unidos. «La he usado, entre otros momentos similares que sería muy largo enumerar, para comprar varios (bastantes) miles de dólares en comida y avituallamientos que llegaron directamente a familias que durante el tornado del 2019 en La Habana lo perdieron todo. Familia por familia, llamando a cada una, enviando exactamente lo que cada persona dijo que en ese momento necesitaba más, en el medio de la pesadilla que los dejó de la noche a la mañana sin techo y sin lo poco que tenían».

«En un documental realizado por la Seguridad del Estado para la serie Las razones de Cuba y emitido por televisión el 5 de febrero pasado, a Tania se le acusa, entre otras muchas cosas, de ser una ‘mercenaria’ por vender su trabajo a museos internacionales y de que este carece de valor artístico», posteó Estudio Bruguera. «Sin embargo, el dinero que produjo su obra fue utilizado por el gobierno para remodelar un hospital pediátrico, sin duda, una muestra de lo que son capaces las autoridades cubanas para borrar la historia de quienes consideran sus enemigos y comenzar a difamarlos».

“Hablan y construyen sandeces que la gente puede llegar a creer de mujeres a la altura de mi hermana, de Luz Escobar o de Aminta D’Cárdenas… ¿pero por qué no le das derecho de réplica a las tres?”, se preguntó en Facebook Deborah Bruguera, refiriéndose al NTV. “¿El monólogo es de quién? ¿La falta de respeto y el odio que emanan ustedes y los medios de prensa oficiales, de dónde viene? ¿La seriedad con la que ustedes cuentan mentiras y que permiten de dónde sale? ¿Qué es lo que están ustedes defendiendo -que es válido- sin ética alguna? ¿Dónde han dejado los principios? ¿Los tuvieron alguna vez? ¿Porque prefieren usar represalias y difamación a conversar con unos artistas?”.

Entretanto, una resolución del Senado de Estados Unidos, presentada por los representantes Richard Durbin (D-IL), Ben Cardin (D-MD), Bob Menéndez (D-NJ) y Marco Rubio (R-FL), condenó este martes la violencia castrista contra los creadores independientes del 27N y se solidarizó con los integrantes del Movimiento San Isidro.


‘Identidad y presencia’, de Julio Cortázar

Este cuento no es de los más conocidos de Cortázar. Quizá porque no está en la cuerda de lo fantástico, que suele ser la tendencia suya que más aclama el público. Además, es sumamente gracioso, una línea que no estaba entre las más fuertes del argentino. Pero es magnífico. Después de haber vuelto a él muchísimas veces, siempre termino de releerlo con una carcajada, como si fuera la primera vez. Pertenece a su libro La vuelta al día en ochenta mundos, de 1968.

                                             Identidad y presencia

A Solano le tocó acarrear el pésame en nombre de los compañeros  de oficina del difunto, changa que lo abrumó al punto de buscar apoyo moral en el mostrador de un bar de la calle Talcahuano donde ya estaba Copitas en abierta demostración de lo aceptado del sobrenombre. A la sexta grapa Copitas condescendió a acompañar a Solano para levantarle el ánimo, y cayeron al velorio en alto grado de emoción etílica.

Le tocó a Copitas entrar primero en la capilla ardiente, y aunque en su vida había visto al muerto, se acercó al ataúd, lo contempló recogido, y volviéndose a Solano le dijo con ese tono que sólo suscitan y quizá oyen los finados:

–Está idéntico.

A Solano esto le produjo un ataque de hilaridad que sólo pudo disimular abrazando estrechamente a Copitas, que a su vez lloraba de risa, y así se quedaron tres minutos, sacudidos los hombros por terribles estremecimientos, hasta que uno de los hermanos del difunto que conocía vagamente a Solano se les acercó para consolarlos.

–Créanme, señores, jamás me hubiera imaginado que en la oficina lo querían tanto a Pedro –dijo.


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