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Un programa para el rescate de la memoria colectiva

“Quien no sabe honrar a los grandes no es digno de descender de ellos. Honrar héroes, los hace”. Esta frase de José Martí antecede la propuesta que Radio Online con Acento Cubano presenta en su nuevo espacio “Cita con las celebridades”, un programa presentado por el novelista, poeta, ensayista, compositor, profesor y productor musical cubano Reynaldo Fernández Pavón. Con él, apunta el proyecto, “acudiremos al encuentro que nos acerca a las personalidades más relevantes de nuestra historia, las que enaltecen nuestra cultura, la sociedad civil que representan y la sólida identidad que han colaborado a conformar”. 

El pasado 16 de diciembre salió al aire por primera vez este programa en la emisora radial online Radio con Acento Cubano de Madrid, España.

En sus seis primeras emisiones se ha rendido homenaje a Félix Varela, José María Heredia, Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales, Gertrudis Gómez de Avellaneda y José Martí.

“Esta programación radial se dedica a mencionar a las mujeres y los hombres que representan la esencia de la nacionalidad cubana y que han contribuido a la creación de nuestro pueblo, de sus valores más nobles y del carácter y psicología común que nos ha identificado como nación”, comentaron los editores.

Durante las dos primeras semanas de febrero del 2021 saldrán al aire varios programas dedicados a la vida, obra y pensamiento político de José Martí, apóstol de la independencia de Cuba. El resto del año se continuará citando a celebridades en todos los campos de la actividad humana: ciencias, artes, literatura y demás manifestaciones de la conciencia social. “Son tiempos de unir y la vida y obra de estas personalidades que sin dudas nos representan, contribuirán a que así sea”.

Puede sintonizarse el programa “Cita con las celebridades” los miércoles y sábados a las 9:00 a.m. del Pacífico, 12:00 p.m. del Este de los Estados Unidos, 6:00 p.m. hora de España en www.elrinconcubano.es


Brillo amontonado

Los hombres y mujeres que golpean a sus compatriotas porque estos no coinciden con su ideología —con la ideología en el poder, que los ampara— sin duda son personas cobardes.

Amparados, respaldados por el poder, sabiéndose dueños de la impunidad, hemos visto en la Cuba de los últimos años a las llamadas “brigadas de respuesta rápida” —compuestas solo de varones revolucionarios— golpear a hombres y mujeres que se manifiestan pacíficamente.

Asimismo, se suman a este tipo de “combatividad revolucionaria”  personas que, indignadas por alguna acción “contrarrevolucionaria” de su prójimo —ya sabemos que en Cuba aun contradecir al régimen afirmando que el azul es azul puede resultar contrarrevolución— la emprenden contra este mediante los llamados “actos de repudio”, una muestra de la peor vileza; un griterío de cochinadas contra el vecino de enfrente que en ocasiones ha pasado a la agresión física.

El poeta cubano Alpidio Alonso nació en 1963, en La Dalia, un caserío de 800 habitantes cercano a Yaguajay, municipio con 60.000 habitantes perteneciente a la central provincia de Sancti Spíritus. Alguna vez él manifestó que era revolucionario sobre todo por las anécdotas que escuchara acerca de la desigualdad que imperaba en la Isla, y todavía más en sus campos, antes de la revolución de 1959.

Mentiría yo por omisión si no dijera que es —o era— un tipo suave, fácil, terneza a flor de piel; alguien con suma calidez para tratar al semejante, solidario en buena medida.

Mentiría igual si me callara la opinión de que es un excelente poeta.

¿Qué lo llevó a agredir físicamente al periodista independiente Mauricio Mendoza cuando este, el pasado miércoles, cubría una protesta pacífica que llevaba a cabo un grupo de creadores frente al Ministerio de Cultura?

Digamos que fue la “ira revolucionaria”.

La ira del revolucionario que se sumó a la revolución en busca de la igualdad social y política y hoy es parte de la gran desigualdad ambiente.

Queda una pregunta: ¿como los integrantes de las “brigadas de respuesta rápida” y los revolucionarios que realizan los “actos de repudio”, Alpidio tenía en su inconsciente que Mauricio Mendoza no le devolvería el golpe, que no podía devolverle el golpe?

En 1998, Alonso ingresó en la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de  Cuba). Desde finales de 1980 a 2001 vivió en Santa Clara, donde dirigió la editorial Sed de Belleza y trabajó en la emisora radial CMHW. En 2001 fue elegido presidente de la agrupación de jóvenes escritores y artistas Asociación Hermanos Saiz. Luego fue vicepresidente del Instituto Cubano del Libro y desde 2018 es ministro de Cultura.

Aquel dijo que “El poder corrompe” y humildemente agrego que no solo corrompe a quien lo detenta, sino a quienes se encuentran cerca de él y llegado el momento no pueden negarse al “ascenso”.

También hacen daño a la poesía, al ser, las malas compañías. Eso de tener de vecino de escritorio a alguien tan repugnante, ventajista, torpe, cerril,  “cavernicoide” como el viceministro Rojas, resulta en realidad muy dañino.   

En algunos de sus versos, Alpidio Alonso nos hace saber:

“Decir alguna vez, mirando la ceniza: no hagas caso del gris, todo no es más que brillo amontonado”.


El cambio es indetenible

Miro esta foto tomada hace dos años frente al Ministerio de Cultura y recuerdo la manera en que reaccionó la secretaria del ministro ese día, cuando entramos a exigir se diera respuesta a la carta que habíamos presentado, exigiendo la derogación del Decrero 349. Ella trató de ser amable, pero se notaba la crispación latente de quien no está acostumbrada a dar explicaciones. Al menos, no a los artistas. Y especialmente a artistas no avalados por esa institución.

La actitud de los funcionarios cubanos es siempre de soberbia. Ellos han disfuncionado prevaricando de sus cargos, de su función de servir, porque saben muy bien que aquí no están para representar a la cultura sino al gobierno, y mientras sean leales a éste (no importa cuánto se censure y se cercene a obras y a artistas), podrán conservar sus cargos y sus privilegios. Tal como la Agencia Cubana de Rap no fue creada para desarrollar el Hip Hop, sino para controlarlo, exactamente como la del Rock.

Pero si hacemos un paneo más extenso, vemos que sucede lo mismo fuera del arte. El sindicato no representa a los obreros sino al PCC (o sea, al gobierno), la UJC no defiende los intereses de los jóvenes, y cada organización oficial, incluyendo ANIPLANT, la única ONG que existe en Cuba para proteger a los animales y las plantas, está ahí para representar, solo y siempre, los intereses del gobierno.

Esto explica la violenta y vergonzosa reacción contra artistas del 27N por parte de Alpidio Alonso, quien lleva sobre sus hombros, directamente, la muerte del festival de Rap de Alamar, tal como Fernando Rojas carga con la del festival Poesía sin fin, también de Alamar, una ciudad de la periferia habanera con una arquitectura horrible cuya mayor riqueza eran la cercanía del mar y el movimiento artístico alternativo, de una pujanza fuera de serie. El Ministerio de Cultura se encargó de convertir esa energía en abulia, esa ebullición en silencio total.

Su aspiración perenne es que vivamos aceptando lo inaceptable y, en su embriaguez de poder, no son capaces de entender que no pueden mantener la ilusión de «diálogo» y de falsa tolerancia porque muy pocos les creen ya, y ellos mismos se están encargando de decepcionar a los que aún les creían.

El cambio está llegando y es indetenible. La vida es siempre más poderosa que la muerte.


La patria es una naranja

Los poemas de Félix Luis Viera que conforman el poemario La patria es una naranja (Editorial Primigenios, Miami) contienen la dosis necesaria para inspirarnos mientras nos acercamos al poeta que vive lejos de su tierra natal pero está en ella, como el zumo que trasciende el dolor más íntimo para que entendamos el nuestro.

Desgarrados los versos. Claridad de concepto. Un alma que ya no le teme al blancor con el que miran los hombres que saben decir las cosas precisas en un tiempo difícil.  Un tiempo donde la belleza de vivir pasa por el recuerdo y sobrevive contra todo lo demás, con una precisa forma, muy simple y profunda, para llegarnos con el contenido de unos versos que no tuvieron la necesidad de ser escritos por un inocente en la playa, ni en otra posa, ni bajo otro árbol que no sea esta copiosa fronda desde donde el poeta se mira y nos mira.

Un árbol existencial, pero sin frutos secos, conforman estos versos que no hacen diferencia de generaciones, que incorporan la fuerza de un espíritu que sufre y conmueve, que añora y presagia y sabe:

45

Bajo esta llovizna,
en medio de este frío,
entre estas calles anchas y arboladas,
brillantes por el asfalto negro,
¿se habrá de detener tu corazón?
¿Se detendrá tu corazón dentro del Gran valle?
¿Regresarás a la patria convertido en una bolsita de cenizas?
Inerte, ¿harán volar tu corazón hecho cenizas,
cual pájaro hecho cenizas,
por sobre la inmensidad del Golfo,
hasta la tierra donde una vez tú cantabas?
¿Habrá de detenerse tu corazón dentro de este frío donde siempre
es medianoche?
Junto a esta grisura de los árboles
del atardecer
de la avenida tuya de cada día,
¿habrá de detenerse una agrisada tarde tu corazón?,
tu tan jodido corazón,
tu corazón lleno de bilis,
tu corazón con tantas muescas de derrotas,
¿habrá de detenerse
bajo la densidad de este cielo,
pisoteado por la lluvia ácida,
envuelto
en la densa capa del olvido?


Carta a mi Papá y su plusvalía paternalista

Dibujo de la autora

El gobierno cubano anunció las nuevas medidas para el Ordenamiento Económico que se implementarán a partir de este mes. El periódico oficialista Juventud Rebelde publicó un artículo escrito por el periodista José Alejandro Rodríguez, titulado Con lupa para llegar abajo. 

A mi papá y su plusvalía paternalista


Papá, tú dices que eres mi papá y eres socialista, marxista, leninista, fidelista… Demasiada gente eres, papá, demasiados nombres eres, demasiados papás tengo.

Pero de eso no quiero hablar ahora. Quiero que hablemos de padre a hija, o de empleador a empleada, ahora que de pronto quieres llamar a las cosas por su nombre, ahora que tú me acusas de vaga, extraviada y malagradecida.

Hay algo que me inquieta y no sé dónde ponerlo.

Hablemos del trabajo, ahora que nos llamas mantenidxs. Mis hermanxs y yo trabajamos 30 días en el mes para ti, papá. Y el salario que obtenemos es de, digamos, 500 pesos, pero si incluimos al valor de este trabajo, no solo el tiempo y lo que se hace en la jornada laboral, sino todo lo que implica que básicamente estemos vivxs y trabajemos de manera eficiente y productiva, se me ocurren algunos ejemplos que puedo mencionar:

“Techo” y todo lo que conlleva mantener este “techo”. Alimento.  El trabajo de cuidados no remunerados (gratis) que hace mi mamá, o como tú le dices: ama de casa. Vestido/ Calzado – Salud- Educación – Transporte (y unos cuántos etcéteras más)

Entonces, papá, tú que dices que me creo merecedora de algo por lo que no he trabajado, me doy cuenta que el salario que me pagas en realidad solo equivale al valor, siendo optimista, que corresponde a 5 de los 30 días que yo trabajo. Visto de otra manera, llevamos la vida entera trabajando gratis para ti, o pagándote porque seas nuestro papá. Tus hijxs llevan 60 años sosteniendo y resistiendo tu explotación. A eso que tú llamas manutención yo puedo decirle esclavitud. Y no me vengas con el discurso del izquierdista ingenuo que si educación y salud gratis. Seamos serios, por favor, papá.

Y entonces me tropiezo con lo que dice Marx (uno de mis otros papás) sobre la plusvalía; que el valor no pagado del trabajo del obrero crea un plus producto del cual se hace propietario el empresario (o sea, tú Papá). Originando así la esencia de la explotación o acumulación capitalista ¿Cómo? ¿No es que éramos, somos, socialistas?

Y bueno, ahora dices que tienes que ajustar la correa, que la sobreprotección no ha funcionado conmigo y mis hermanxs, que somos descarriadxs y desviadxs. Le ronca el mango, papá, escucharte decir esto, cuando ni llorar me permites cuando me pegas. Y no solo eso, ahora hasta reconoces que tienes hijxs que están tan por encima de lxs otrxs que deben mirar con lupa a lxs pobrecitxs hermanxs piojitos de abajo. Me pregunto quién lxs habrá puesto ahí, si eres tú, papá, quién decide todo lo que pasa en esta finca.

Me parece de sabio, papá, que te reconozcas y te pongas en evidencia, llamándote paternalista o, dicho de otra manera, usurpador de derechos. Pero te digo algo, si vas a rectificar ahora, empieza por dejarme ser quien yo quiera ser. Déjame sola, papá, deja que me pierda y me encuentre en mis propias luchas, y que me enfrente a mis enemigos. Los míos, que no tienen que ser los tuyos.

Pero, principalmente, déjame decidir si quiero seguir teniendo un papá como tú. Solo déjame decidir, Papá.

Sin rencores.

Tu ex hija.

[email protected]


Ministro cubano Alpidio Alonso filmado en lo que parece un intento de robo

¿Un ministro de Cultura intentando arrebatarle el teléfono a un periodista?

¡Ataja, ataja!

En cualquier lugar del mundo, incluso en Jesús María, Cayo Hueso o San Leopoldo, barrios de La Habana profunda, el instinto natural de un policía habría sido caerle atrás al ministro, en este caso Alpidio Alonso, para evitar el robo del celular de Mauricio Mendoza, el reportero objeto del intento y colaborador de Puente a la Vista.

Algunos medios se han referido a este acto delincuencial ocurrido frente al Ministerio de Cultura, este 27 de enero, como una agresión física. Pero lo cierto es que Alpidio tiene más cara y tipo de ladrón que de pugilista, y a mí me parece que más que golpear a Mendoza quiere quedarse, a la fuerza, con su teléfono.

Un integrante del Movimiento 27N, de creadores independientes, afirmó en un mensaje de audio al que tuvo acceso Diario de Cuba «que se llevaron a todos los activistas en una guagua luego de realizarles un acto de repudio. En un video publicado en Facebook por La Hora de Cuba se escuchan gritos dentro de ese ómnibus».

En algunas redes sociales se reportó que los activistas habrían sido golpeados en el interior del ómnibus de transporte público dispuesto para la ocasión. La activista Celia González fue agredida por varios funcionarios e inutilizada por una mujer policía dentro del vehículo, según reportó el propio Mauricio Mendoza a este portal. Tres mujeres también policías agredieron a la artista Camila Lobón para intentar quitarle el celular.

Entre los miembros del 27N que se encontraban este miércoles en las afueras del Ministerio de Cultura figuraban, además de Mendoza, Maykel Osorbo, Héctor Luis Valdés Cocho, Julio Llópiz-Casal, Mijail Rodríguez, Oscar Casanella, Ulises Padrón, Víctor Alfonso, Solveig Font, Carolina Cabrera, Reynier Leyva Novo, Sinder Riverí, Miryorli García, Henry Eric y Celia González, entre otros.

A periodistas y creadores independientes como Tania Bruguera o Katherine Bisquet se les impidió llegar hoy al Ministerio de Cultura de Cuba, desde donde Alpidio, el ministro arrebatador de teléfonos, habría invitado a «dialogar» con un tweet.

Al cierre de esta nota aún algunos de los activistas agredidos se encontraban en paradero desconocido.


Ordenar el ordenamiento

Nunca seré capaz  de entender al pueblo cubano. Si como dicen los hijos de Ramiro Valdés y Marino Murillo, “somos felices aquí” – aunque lo griten desde allá-, ¿qué razón asiste a un grupúsculo de 11 millones de cubanos para cuestionar, indignarse y exigirle a nuestros nobles, humildes, solidarios, altruistas y palmados dirigentes, una rebaja sustancial a los nuevos precios?

¿Dónde quedó el desinterés por el dinero que preconizaba el Che cuando era presidente del Banco Nacional de Cuba? ¿Alguien lo escuchó quejarse alguna vez del precio del pasaporte, el billete de avión o del hotel cuando iba disfrazado de Mongo (Ramón) hacia el Congo o Bolivia? ¿Tan siquiera uno le oyó decir boludo a un funcionario por el precio de la gasolina, el café o los helados?

¿Ya olvidaron el bolsillo de la guerrera de Fidel donde según su probada honradez no encontrarían ni un dólar, callando por pudor y compromiso con el cubano de a pie que los guardaba por miles de millones en Suiza, Islas Caimán o quién sabe dónde, para devolvérselos -si fuera necesario- al pueblo que los generó, convertidos en  salud, educación y electricidad gratuitas o subsidiadas?

Si Raúl lloró frente al espejo mientras se cepillaba los dientes con crema dental Perla (8 pesos la unidad, y sin quejarse) antes del fusilamiento de Arnaldo Ochoa, Patricio de la Guardia y otros héroes de la República de Cuba,  ¿con qué moral Liborio El Tiribitabara y Juanita La imbañable se quejan del precio del jabón, el detergente o el champú, ahora que seremos socialistas millonarios?

Nadie puede asegurarme que vio a la presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, Teresa Amarelle Boue, descompuesta y quejosa en una cola para comprar pollos. Tampoco tienen evidencias de que la Ministra de Finanzas y Precios, Meisis Bolaños Weiss, haya protestado por la subida del gas manufacturado, los frijoles, el picadillo de pavo y el puré de tomate. Y  menos que la Viceministra, Anayansi Rodríguez, cuestione los  precios del croquinol, el tinte y la queratina.

¿Acaso alguien escuchó a nuestro Ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández “El Dandy”, quejarse del precio  de un refrigerador, una lavadora, un aire acondicionado, un televisor Panda o un pantalla plana? ¿Pueden decirme si alguno lo escuchó alguna vez criticando el precio de los autos y motorinas importados? ¿Lo han visto molesto por los precios del vestuario y el calzado?

¿Alguno a visto al ministro de la Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, metido hasta las rodillas en un surco para saber in situ el precio de cosechar malangas? ¿Lo han escuchado protestar por el precio de una papaya o un plátano burro, una libra de tomate o una ristra de ajo?  ¿O a Eduardo Rodríguez Ávila (Eddy para los amigos), ministro del Transporte, criticar alguna vez los precios del pasaje en un P-2, una gacela, un tren, un ómnibus interprovincial o un almendrón? Lo dudo mucho.

Es más, ¿quién me puede asegurar que vio al ministro de la Alimentación con tres metros de tripas al hombro por La Habana para hacer un exquisito embutido, o comiéndose una gallina decrépita? ¿Quién al Comandante de la Revolución Guillermo García comiéndose una jutía, un avestruz o un cocodrilo? Seguro que no. Ellos son altruistas, entregados a la causa revolucionaria,  y prefieren comerse una langosta enchilada o un bistec de res antes que tocar lo que le pertenece al pueblo.

Como si fuera poco, hablan del tren de vida del Primer Ministro de Cuba, Manuel Marrero Cruz, aunque nadie lo ha visto enojado por los pequeños derrumbes de las edificaciones y la muerte de niños, mujeres y ancianos bajo los balcones, las paredes y techos en La Habana. ¿Quién lo ha oído protestar airadamente porque le den pollo por pescado? Seamos serios y hablemos la verdad sobre estos ángeles alados que resisten la escasez y desabastecimientos sin ningún reclamo.

Es más, para terminar este triste ejercicio de indignación ante los temores, enojos e inconformidad de mis compatriotas por los precios y otras subidas y bajadas que nos trae este año  2021, quiero preguntarles: ¿Por qué dudan y hablan de la integridad de nuestro presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, si él, como cualquier hijo de vecino, anda sin nasabuco, baila casino, desayuna café con pan o agua con azúcar, paga la electricidad y usa pulóver Puma y relojitos Rolex desechables?

¿Cuál es la obsesión de llamarlo “puesto a dedo” si a él lo eligió Raúl y alrededor de otros 12 catetos, en nombre de casi nueve millones de cubanos que sabían estaríamos de acuerdo con la elección impuesta por vía democrática? ¿Cómo dudar de un hombre que pone sus ingeniosos descubrimientos, como “El limón es la base de todo”, en manos del pueblo sin pedir nada a cambio?

¿Dónde se ha visto que un presidente que nos convoca a pensar como país -para extranjeros-, y dice ser un continuador de los sublimes éxitos económicos  y garantías políticas de los Derechos Humanos que tienen a medio país en el exilio, y al resto con las maletas hechas -por si acaso se presenta un chance-, asegure que hay que «Ordenar el Ordenamiento» con tanto caché y desenfado?

De verdad que duele oír quejarse a tanta gente por una subidita de precios implementada por quienes junto al pueblo, codo a codo con las masas, hacen colas a sol y sereno, durante días para comprar cuatro libras de cerdo, un colchón o tres bolsas de cemento, mientras miran, anegados en lágrimas, cómo la ingratitud del pueblo se agiganta, y lo menos que les gritan es… ¡descarados!

Y eso es injusto, compatriotas. Ninguno de los susodichos dirigentes arriba mencionados se ha ido del país, ni falta que les hace. Así que pienso ha llegado la hora de que los entendamos. Más de seis décadas sacrificándose a sol y sereno por el pueblo, aguantando apagones y escaseces sin resabios, es mucho, y debemos recompensarlos por su sincera entrega: Ayudémoslos a marcharse.

Eso se los recomiendo yo, Nefasto El Consejero

[email protected]


Honor a quien honor merece: una visión plural sobre la obra de Manuel Gayol

Los escritores Alberto Lauro y Manuel Gayol Mecías en el II Festival Vista de Miami (2015)

La revista Puente de Letras, de arte y literatura, despidió el año 2020 dedicando en sus páginas un dossier/homenaje, más que merecido, al escritor Manuel Gayol Mecías, considerado entre los autores más relevantes de las letras cubanas.

Poeta, narrador, ensayista, crítico literario y periodista cubano, Gayol Mecías es percibido en la reseña de Armando Añel ‒Del poeta al narrador al ensayista: Gayol Mecías en sus tres dimensiones‒ “como uno de los ensayistas más lúcidos, y originales, de la Cuba posnacional”, y más adelante advierte que:

“[…] Y es que el narrador, el poeta, el ensayista y, por qué no, el filósofo, constituyen a fin de cuentas una misma fuente de conocimiento y placer, de deleite y sabiduría: El autor de La noche del gran Godo, colección de relatos sobresaliente en el marco de la narrativa contemporánea, el escritor fuera de serie que viaja mucho más allá del tema cubano para abordar en profundidad, a esencia cierta, las diversas naturalezas del sueño en que vivimos […]”.

Para Carlos Penelas, en su reseña de Para una poética de la conciencia, resulta esencial precisar cuáles son los paralelos literarios, y las inspiraciones filosóficas, en la obra de Gayol Mecías. Sorteando con éxito el peligro que siempre nos aguarda al esgrimir el juego de las comparaciones, Carlos Penelas nos devela a un Gayol Mecías merecedor de ser ubicado entre constelaciones literarias allende los mares.

“[…] El cosmos de Bachelard aparece una y otra vez en las páginas de Gayol Mecías. Gaston Bachelard, un creador fundamental para el poeta, un filósofo interesado en la ciencia moderna y al mismo tiempo en la creación literaria y poética […]”.   

Se llega a coincidir con Carlos Penelas que “no es casual entonces que en este itinerario surja la figura de uno de los grandes pensadores de nuestra época: Pierre Teilhard de Chardin, el hombre que pensó como nadie la filosofía biológica, la grandeza poética elaborada sobre la ortodoxia religiosa y científica; Teilhard de Chardin, el creador de la liturgia cósmica”.

Tanto lo irracional como el poder, la ambición, el miedo, el fanatismo religioso, la falsedad y la degradación en la que el hombre está sumergido ‒abordamientos que sobresalen en el libro Para una poética de la conciencia de Gayol Mecías‒ nos recuerda a Yuval Noah Harari. El Harari que, señala Carlos Penelas:

“[…] Expone cómo en la sociedad actual el epicureísmo es la filosofía dominante. indica que en los tiempos antiguos mucha gente rechazó el epicureísmo, pero hoy en día se ha convertido en la opinión generalizada […]”.

En La luz y sus vibraciones en la prosa de Manuel Gayol, exquisita e imprescindible reseña de Ivette Fuentes de la Paz sobre el volumen Las vibraciones de la luz, se focaliza quizá al más intrínseco Gayol Mecías; a un “moderno alquimista” que trasvasa “la imago mundi que provoca la realidad de unas nuevas resonancias”. Un Gayol Mecías, reflexiona Ivette Fuentes de la Paz, que nos permite asomarnos a los “atisbos de antiguas y eternas paradojas” que no todos sabemos enjaezar y al mismo tiempo permanecer:

“[…] La premisa para adentrarnos en el mundo propuesto por Manuel Gayol decide superar la mirada fenomenológica, a ratos racional, de las cosas, para situarnos desde el inicio en el ámbito que Edmund Husserl conceptuara como “objetividades esenciales” y llegar a aquello que Mearlau Ponty llamara “textura imaginaria de lo real”. Traspasar el espejo de la realidad, a partir de su asomo en la esencialidad del objeto, es el primer llamado de Gayol Mecías para hacernos entender que la luz es inalcanzable más que cuando nos sumergimos en sus vibraciones, que no es más que su latido vital. Lo más interesante de los presupuestos de Gayol, y que recuperan un método al que infelizmente tantos estudiosos han renunciado en pro de diseños de investigación más científica –olvidando a su vez que, como dijera Henri Bergson, no hay ciencia sin coeficiente de intuición–, es su previo acercamiento impresionista que apoya en la total entrega a través de una sintonía –sympathos– que le permite adentrarse en el objeto al convertirse él mismo en sujeto contemplado […]”.

La perspectiva de Roberto Álvarez Quiñones sobre Marja y el ojo del Hacedor‒novela icónica en toda la obra literaria de Gayol Mecías‒ nos guía por los predios eróticos y escatológicos de un autor [Gayol Mecías] que, como pocos, se maneja invicto en la revisitación de temáticas que evitamos adentrar, rehuyendo de aquella máxima antiquísima que supone que no existen temas viejos ni nuevos, sino tratamientos.

Una novela que, aventura Roberto Álvarez Quiñones en su reseña Sobre Marja y el ojo del Hacedor, prefigura “una ruptura definitiva con el discurso machacón y alienante de las ideas marxistaleninistas en Cuba y un estupendo retrato al óleo de la moral socialista”.

“[…] Uno de los mayores méritos de la novela radica en que todo el tiempo transpira un audaz erotismo que el autor maneja diría que magistralmente. Marja relata pasajes sexuales que, pudiendo ser pornográficos, el Hacedor, con su filtro léxico, transforma en trances carnales líricos que calan la libido del lector más sonso. Si Giovanni Boccaccio en El Decamerón logró convertir escenas pornográficas en erotismo a base de humor delirante, Gayol lo hace poéticamente con resultados asombrosos […]. La novela es una simbiosis de metafísica y de una realidad expresada tan vívidamente que evoca al Jean Valjean de Víctor Hugo por las alcantarillas de París. Aunque, a diferencia de Les Miserables, aquí no se frena la imaginación y lo fantástico no tiene techo […]”.

 A este dossier/homenaje sobre la obra de Gayol Mecías se suma la reseña Un antídoto contra la idiotez nacionalista del siempre magistral Amir Valle. Una reseña sobre el libro 1959. Cuba, el ser diverso y la isla imaginada que Valle define como “aplasta egos”.

“[…] Gayol, autor de varios libros que entran en esa categoría, logra con este el que creo es el más documentado antídoto intelectual contra esa idiotez nacionalista que durante años los cubanos, tanto en la isla como el exilio, hemos padecido, gritando nuestra enfermedad a los cuatro vientos con argumentos que sólo un nacionalismo barato enfermizo puede generar […]”.

Incisivo y preclaro, Amir Valle apunta que la literatura de Gayol Mecías, esencialmente con 1959. Cuba, el ser diverso y la isla imaginada, se ubica como el zócalo literario ‒que a un mismo tiempo es punto de partida‒ hacia una trascendencia que derriba la mismedad, el mutismo y el auto encarcelamiento de gran parte de la literatura cubana en las últimas seis décadas.   

“[…] Gayol Mecías hace un recorrido memorioso (léase intuitivo y analítico) por los estamentos fundacionales, los comportamientos y las diversas esencias que configuran eso que algunos llaman “la identidad del ser cubano”. Una verdadera proeza, es justo decirlo. Porque en estas páginas no sólo aparecen cuestionamientos muy serios a esa isla imaginada con la que todos cargamos; a las raíces y a las consecuencias de esas mixturas culturales/raciales para el concepto de nación; a los históricos contrapunteos entre la Cuba real y la que cada uno de nosotros (en dependencia de nuestras circunstancias íntimas, y de la Historia) concebimos; al encontronazo perpetuo de esas “sensibilidades” y “dones” que originan el relajo, el choteo, la risa escapista a modo de supervivencia; al daño antropológico de esa predilección por el líder o de la autocensura como estrategia definitoria del comportamiento social, y muchas otras cosas […]”.

También sobre el texto 1959. Cuba, el ser diverso y la isla imaginada diserta Luis Cino a través de su reseña El antídoto de Gayol Mecías contra nuestras fantasías nacionales, donde entroniza que Gayol Mecías, “con erudición y lucidez, con mañas de sicólogo y de filósofo, disecciona nuestra alma nacional y analiza los cómo y los por qué de nuestro enfermizo patrioterismo, de nuestra recurrencia en confundir el límite entre la realidad y los mitos, aquellos que nos inculcan caudillos y demagogos y los que nos inventamos nosotros mismos”.

“[…] Advierte Gayol Mecías que al perder la imaginación vital y quedar solamente “la rutina, la falta de creatividad, la existencia repetida en una uniformidad de miseria, la monotonía de una vida que nada más dispone de corrupción, miedo e incertidumbre”, se ha creado una cultura de la subsistencia donde vale todo y que entraña el riesgo de degenerarnos como pueblo. En ese punto estamos hoy […]. Cuando refiere Gayol que “el temperamento imaginativo del cubano le lleva a soñar con cosas que aún no tiene con seguridad entre las manos”, nos remite a nuestra incapacidad para deslindar la realidad de lo soñado y deseado, algo que cuando se suma a la facilidad con que olvidamos anteriores engaños y fracasos, nos pone a dar vueltas en vano, como un perro mocho que intenta morderse la cola que no tiene […]”.

Cierra este dossier/homenaje con dos textos del propio Gayol Mecías ‒El premio, la culpa, la nada y la esperanza, y El ojo diplomático‒ y una selección de su poesía. El primero es el prólogo a su libro La noche del gran Godo, y el segundo un cuento.

De entre la selección de poemas, destaca Estorbo a los lisiados, más que un poema, un grito de revancha:

Estorbo a los lisiados

Los lisiados me animan

a ser un degollador de sus sonrisas.

Me confunden los lisiados de la verdad

con camisa de fuerza

entre jirones de cristal, me hielan

la sangre con sus burlas.

Soy un estorbo visceral en medio

de la noche

el salto que les mutila la mirada

y me asombro de mi muerte

lenta, inacabable…

Ah, pero vuelvo a nacer, y soy la sombra,

el estorbo de un ridículo entre los lisiados…

Aún estoy débil, y entre muchos

me encuentro solo en la ciudad.


I Premio Ilíada de Periodismo

La casa editora Ilíada Ediciones, el proyecto cultural AV Kreativhaus y el magazine literario trimestral OtroLunes – Revista Hispanoamericana de Cultura, convocan al I Premio Ilíada de Periodismo con el fin de fomentar la creación y promoción de libros que aborden temas de la actualidad nacional de Cuba desde la perspectiva del periodismo.

La presente convocatoria se regirá por los siguientes requerimientos: 

1.- Podrán participar en esta convocatoria todas las personas nacidas en Cuba, residentes en la Isla, que ejerzan el periodismo, ya sea por haber estudiado la carrera o por haberla elegido como medio de expresión, publiquen en medios estatales, independientes o en sus propias plataformas.

2.- La temática y estructura de la obra será libre, pero limitándose a asuntos de la más estricta realidad nacional cubana. Cada libro deberá centrarse únicamente en un tema, ya sea de forma compacta o mediante trabajos de cualquier género que aborden esa temática. En ningún caso se aceptarán compilaciones de trabajos de temáticas diferentes. 

3.- Se podrá enviar un libro por autor, inédito hasta en un 70%, que debe tener una extensión no inferior a 100 cuartillas ni mayor de 300, en formato A4, letra Times New Roman a 12 puntos e interlineado de 1/5. Se podrán incluir fragmentos o artículos ya publicados siempre y cuando no se rebase el 30% de la totalidad del libro.

4.- La participación de las obras será mediante seudónimo y los libros deberán remitirse única y exclusivamente por correo electrónico a la dirección [email protected], enviando dos archivos:

a) En el primer archivo deberá incluirse el libro en formato PDF, y sin ningún dato que permita identificar al autor. Para ello en el nombre de este archivo se hará constar únicamente: “Premio Ilíada de Periodismo: (seguido del título del libro y seudónimo)”

b) En el segundo archivo deberán incluirse, también en formato PDF, los siguientes datos: título del libro, seudónimo utilizado, nombre del autor, y datos personales del autor (nombre, apellidos, carné de Identidad, domicilio, correo electrónico y teléfono de contacto en Cuba), seguidos de un breve currículum. En el nombre de este archivo se hará constar únicamente: “Datos personales: (seguido del seudónimo utilizado)”

c) En el asunto del correo electrónico mediante el cual se enviarán estos dos archivos deberá figurar obligatoriamente el siguiente texto: “Premio Ilíada de Periodismo – (Título del libro) – (Ciudad de procedencia)”.

5.- Se otorgará un premio único consistente en 500 euros, publicación del libro en Ilíada Ediciones y 10 ejemplares de la edición. La cifra del premio se considera en carácter de anticipo a las regalías por las ventas. Para la publicación, la editorial enviará al autor premiado un contrato sobre la obra que cubrirá todos los derechos en lengua española por un período de 5 años.

6.- El plazo de admisión, abierto desde la publicación de esta convocatoria, cierra el 31 de mayo de 2021, a las 12:00 pm, hora de Cuba.

7.- Una comisión integrada por especialistas de las instituciones convocantes realizará la preselección de los finalistas, cuyos títulos serán anunciados a finales del mes de junio de 2021. Los jurados no se darán a conocer hasta el momento en que se anuncie la obra ganadora.

8.- La premiación se realizará el 8 de septiembre, Día Internacional del Periodista.

9.- Aunque se dará acuse de recibo de los trabajos recibidos, los organizadores no mantendrán ningún otro tipo de comunicación con los concursantes. El hecho de participar en este concurso implica la total aceptación de sus bases.


Angola: Un crimen de lesa humanidad

La isla que soñaba con ser continente (Sandra Ramos, detalle)

Han transcurrido 31 años de los hechos que voy a narrar. Lo conversé con mis padres en las semanas posteriores a mi regreso a Cuba, pero nunca lo he contado a nadie más.

Si escribir mis novelas Cualquier tiempo pasado… y Pero sueño con árboles me ayudó a procesar y superar las consecuencias emocionales de lo vivido, este episodio no he podido acabar de “digerirlo” y sigue merodeando en mi mente tantos años después, con su pesada carga de vergüenza ajena, que contribuyó a que me cuestionara mi presencia allí y muchas otras cosas, como parte de un largo proceso que marcó el despertar de mi conciencia, el definitivo cambio de mi rumbo y, finalmente, me condujo a la emigración.

El 21 de enero de 1990 amanecimos conmocionados en la 80 Brigada Tanques de Lobito, provincia de Benguela, por la noticia del ataque de un nutrido comando de la UNITA a la purificadora de agua del Valle de Hanha, en el territorio controlado por aquella gran unidad de las tropas cubanas. Según las primeras informaciones, se había producido una masacre, que incluía a varios combatientes cubanos muertos y heridos.

A los pocos días de mi llegada a Angola había sido asignado a la 80 BT, como ayudante del juez militar de la brigada, lo cual me permitió participar en las investigaciones de una serie de sucesos acontecidos por aquellos días. Particular impacto tuvo en mí la imagen de los cadáveres de los cuatro cubanos fallecidos durante la escaramuza, así como el deplorable estado de los sobrevivientes. El análisis de las causas y condiciones que propiciaron aquellos hechos reveló las graves violaciones del ABC de la seguridad, la falta de disciplina elemental y de supervisión al funcionamiento de aquella pequeña unidad, lo cual dejaría importantes lecciones.

Los once combatientes cubanos que custodiaban la estratégica purificadora de agua del Valle de Hanha, a pocos kilómetros de la zona ocupada por el 85 Grupo Táctico, incumplían las más elementales normas establecidas en medio de una guerra que, si bien ya no tenía la intensidad previa a la firma de los tratados tripartitos de paz, distaba mucho de haber concluido. Aquellos hombres pasaban sus días y sus noches en un inconcebible estado de relajación, sin vestir el uniforme completo, con las armas reposando en el armero de la unidad, descuidando las guardias establecidas, mezclados con la población civil, como si se tratara de un campismo, en vez de una unidad militar en un enclave de particular importancia.

En las semanas previas al ataque, los efectivos de la UNITA habían saboteado sistemáticamente las líneas de comunicación, de modo que casi todos los días los ‘linieros’ tenían que salir a repararlas. Las últimas noches hubo evidencias de que la pequeña unidad estaba siendo observada por exploradores enemigos, pero no se tomó medida alguna para impedirlo, ni se informó a los mandos superiores.

De acuerdo con la información recopilada durante la investigación de los hechos, alrededor de las 4 a.m. se inició el ataque simultáneo de unos trescientos guerrilleros de la UNITA a la aldea y a la purificadora. Los lugareños identificados como colaboradores del gobierno del MPLA, incluyendo al líder local y su familia, fueron degollados. Uno de los soldados cubanos, a quien al parecer le traicionaron los nervios, vio desde cierta distancia cómo los atacantes entraban a la casucha donde dormían sus compañeros y remataban a los heridos, sin que él, que portaba su AKM, hiciera nada para impedirlo.

No fue ágil la movilización de los efectivos del 85 Grupo Táctico, que debió socorrer a la pequeña guarnición. Cuando llegaron al lugar, solo encontraron cadáveres y algunos heridos. La UNITA, en su retirada, se llevó consigo al resto de la población civil, como escudo humano para impedir la represalia de las tropas cubanas.

Informado del ataque el cuartel general de la Misión Militar Cubana en Luanda, su máximo jefe, el general Leopoldo Cintras Fría –hoy general de Cuerpo de Ejército y ministro de las Fuerzas Armadas– se desplazó en helicóptero hasta la sede en Lobito de la 80 Brigada de Tanques, donde estableció un puesto de mando.

Según los datos obtenidos por los exploradores enviados, el comando atacante y sus rehenes se desplazaban con relativa lentitud, alejándose del Valle de Hanha.

El general “Polo” valoró la gravedad de lo sucedido y sus posibles consecuencias. Si aquella acción quedaba sin respuesta, podría establecer un precedente que condujera a nuevos ataques a las posiciones de las tropas cubanas desplegadas por todo el territorio angolano, otorgando a los guerrilleros una total impunidad con la toma de rehenes.

Con el absoluto peso de su jerarquía y de su cargo, “Polo” ordenó precisar las coordenadas de aquella masa humana que se desplazaba en dirección contraria al Valle de Hanha y decidió sin pestañear la respuesta que consideró adecuada. Se emplazó de inmediato una pieza de artillería reactiva BM-21 de la dotación de la 80 BT y el general ordenó abrir fuego.

El accionar de aquella máquina de muerte nos ensordeció a los cientos de hombres y mujeres presentes en la unidad.

Transcurridos aquellos interminables minutos, se ordenó a los exploradores de avanzada dirigirse al lugar e informar. Lo que encontraron fue simplemente dantesco: solo se distinguían fragmentos de los cuerpos de cientos de seres humanos aniquilados por los cohetes reactivos. Como era de esperar, no hubo un solo superviviente.

No logro explicarme cómo se puede decidir con semejante frialdad el destino de tantas vidas. Tampoco trato de entenderlo, porque el razonamiento de los militares suele contradecir la lógica y otras valoraciones de los civiles. Lo cierto es que lo sucedido aquel 21 de enero de 1990 sería juzgado en cualquier tribunal de este planeta como un crimen de lesa humanidad, con su correspondiente condena.

No obstante, el general Cintras Fría fue condecorado como Héroe de la República de Cuba y ascendido sucesivamente a general de división, general de Cuerpo de Ejército y, finalmente, a ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Es un episodio más, de los muchos todavía por revelar, de lo sucedido durante dieciséis años de participación en una guerra ajena a los intereses del pueblo cubano, solo al servicio de las ambiciones personales de un caudillo que se sumó al rejuego geopolítico de las potencias mundiales, llenando de luto y sufrimiento a la familia cubana.

El desprecio por las vidas ajenas constituye un patrón de conducta de los mandamases del régimen: lo mismo hicieron con los ocupantes del remolcador «13 de marzo», que hundieron sin compasión, pese a su preciosa carga humana.


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