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El dúo G.LO y la subsistencia ante la lógica de lo ilógico

Escondido en La Habana de una forma ermitaña, accesible solo para un público selecto que se aísla de las monotonías, encontramos al dúo G.LO. Una agrupación compuesta por Lázaro Valladares y Jorge Luis Torres Morejón hace ya quince años, enfocada en hacer canciones que más allá de lo “bonito” hagan pensar al público. Si hubiese que nombrar a una agrupación consecuente con lo que piensa y cómo actúa, este dúo se encontraría en la pequeña lista de las escogidas.

La poética expuesta en las canciones de estos artistas escarba en el entramado social y saca a la luz los disimiles sentimientos y realidades por las que transita el ser humano, sobre todo el cubano de a pie. Si no los conociera de años y hubiese participado en la vida de ellos, mayormente en la de Jorge Luis, que además de ser mi entrevistado ha sido como otro padre para mí, quizás me hubiese cuestionado cuando habla de la honestidad de su trabajo. Pero al saber cómo viven y luchan para mantener un arte que rompe con los cánones de lo asimilado, o lo comercial, no cabe la menor duda de la transparencia de estos dos seres como personas y como creadores. Ellos no buscan la fama o el éxito a costa de lo estándar, sino hacer música basados en los conceptos que los identifican.

A pesar de tocar temas sensibles y ambos pertenecer a generaciones que perdieron las ilusiones con el proceso político y social imperante, su obra está plagada de amor hasta en los temas de desamor: carecen de odios o rencores. Esta característica los hace especiales porque no todos logran despojarse de sentimientos bajos –en cierto modo justificados– a la hora de hablar de Cuba y su realidad.

Artistas así, más que músicos, son pensadores y guías sociales. Ayudan a curar las heridas de una sociedad quebrada. Muestran caminos de luz, en pos de un futuro más humano, enfocados en los raíles de la paz y la aceptación de unos y otros.

Al habla con Jorge Luis Torres Morejón:

¿Cómo surge el dúo Glo?

El dúo surge de manera casual, un 20 de octubre del 2005. Gracias a un amigo en común, quien le dice a Lázaro que yo estaba buscando integrante para hacer un grupo. Entonces Lázaro llegó, comenzamos a sacar ideas, probar con las voces, montar los primeros temas, etc. En lo que llegaba el próximo integrante, al final decidimos quedarnos nosotros solos y por ahí comenzó el grupo a andar.

Desde el principio buscamos hacer un trabajo desde lo vocal. Algo que identifica al dúo es el empaste de voces que contrastan y a la vez coinciden en un punto medio.

Nuestro concepto también puede tomarse como experimental, pues no nos centramos en un solo género, aunque nos ven como trovadores, sino en buscar la diversidad en las creaciones.

¿Qué temáticas trabajan en sus canciones?

El noventa por ciento de las composiciones las hago yo. Los temas son variados. Puede haber canciones de amor pero también de desamor; a la pareja, al país, al sistema, etc. La temática yo no la escojo, simplemente surge. Como compositor uno tiene experiencias y esas experiencias le llevan a los textos, y esos textos se hacen canciones.

A mí me preocupan todo tipo de temáticas. A veces como compositor tengo mucho de ironía en mis letras. Me preocupo incluso desde puntos de vista filosóficos. Una canción que se llama la lógica de lo ilógico es un cuestionamiento a todo lo que sucede, buscando el sentido a algo que a veces para muchos de los que vivimos aquí es absurdo.

Es una manera de decir sin rabia el sentir propio y de la sociedad. Yo lo veo como un estudio antropológico, pues al vivir en barrios periféricos como lo son Regla, Guanabacoa, Alamar, se puede apreciar mejor el día a día del ciudadano común.

Entonces la mayoría de las canciones, hasta las más intimistas, están relacionadas con las personas a mí alrededor. Todo lo que escribo tiende una amplia mirada a la sociedad actual.

Háblame de sus referentes, tanto literarios como musicales…

Entre mis referente se encuentran Juan Carlo Baglietto, Donato Poveda, Santiago Feliú, Sabina. Pero también tengo muchas influencias de muchos grupos de rock. Por la parte de Lázaro está la música clásica, Gipsy Kings, etc.

El referente es muy gracioso. Nosotros comenzamos haciendo música y esta, en vez de llevarnos a espacios musicales, nos llevó a los espacios poéticos y gracias a eso quizás es que hay una marcada influencia poética. En esto han influido muchos poetas amigos como Hubert Hill o Lina de Feria. Gracias a ellos hemos podido aprender un poco más de poesía. Pues te mentiría si te dijera que antes de conformar el grupo leyera tanta poesía.

En esos tiempos conocía a poetas como Leopardi, pero el crecimiento ha ido en ascenso a medida que se ha desarrollado el grupo. Hemos estado durante quince años con grandes representantes de la poesía cubana, algunos oficialistas y otros no, pero grandes. Incluso algunos menos conocidos, lo cual no le quita mérito. Y ahora te digo, lo fundamental que nos representa es la composición.

¿Cómo ves a Cuba en estos momentos?    

Yo me considero contestatario. Soy de los que se lo cuestionan todo. No creo, pienso y después saco mis propias conclusiones. Para mí, culturalmente como socialmente, hay un caos. Veo una sociedad muy desestructurada sin pie ni cabeza. Vivimos como en una gran batidora por los años de los años, Amén.

Pienso que una de las manifestaciones del arte que más refleja esta hecatombe es el cine. Incluso el cine oficial refleja esta oscuridad social que vivimos. El rap también es muy crítico.

Aquí todo es disfuncional. Y te pongo de ejemplo, ¿cómo es posible que un vasito de ajíes cueste quince pesos cuando hace un mes atrás costaba cinco? O sea, se han triplicado los precios sin haber entradas sólidas para las personas, pues estamos en tiempos de crisis económica aguda.

La crisis cultural se ve evidenciada en la música. Y es muy fácil, el reggaetón y el trap son los géneros omniscientes de este país hoy. Usted va al Coppelia y están estos géneros sonando. Lo mismo pasa si vas a cualquier restaurante, incluso de los más caros y lujosos: te puedes encontrar esta música. Muy pocas veces vas a escuchar otro tipo de música. Eso dice mucho de un país que supuestamente debería ser una potencia musical.

Las personas se quejan del reggaetón por las malas palabras y tal, pero ese es el reflejo de la hecatombe que vivimos. Hoy la filosofía es gozar y no pensar, porque pensar trae consigo dificultades. La gozadera no cuestiona lo que está a tu alrededor, pero pensar sí.

¿Crees que esa monotonía cultural sea espontánea o ha sido un mecanismo planeado para disociar y enajenar a las masas?

No creo que sea planeado. Pues en la casa es donde se crean todos los valores y los puntos de comparación aunque en la calle aprendas otras cosas. Cuando desde la casa no tienes nada con qué comparar, cuando los padres escuchan lo mismo que los hijos, incluso porque no les interesa escuchar otras opciones, o porque es muy complicado o no entienden otro tipo de música, porque son los raros, pasa esto que te hablaba.

También aquí se han encargado de subrayarte “esto es la cultura cubana y esto no”, por lo que han dividido las culturas. Pero es parte y parte. La cultura es como una mesa que debe tener cuatro patas para que se sostenga. Cuando tú quitas una pata porque está mala o no te conviene como dueño de la mesa, y la picas, queda coja. Es lo que sucede con la cultura en Cuba.

Cuando tú apagas a personas que tienen un criterio propio va a venir el mediocre y eso da origen a lo malo. Es más fácil que se pegue esta musiquilla  a algo más elaborado. Al Estado le conviene en parte, aunque a mí me parece que se les fue de las manos. Lo quisieron coger de válvula de escape pero se les convirtió en una espada de doble filo.

Y esto no ha contaminado solo a las urbes. Hasta los propios dirigentes o personas de las altas esferas lo consumen y es su modus vivendi. No es solo aquí, yo creo que en el mundo completo hay parte de esa enajenación, en algunos lugares a mayor y en otros a menor escala, pero la hay. A los micropoderes de Cuba, como a los macropoderes del mundo, les conviene tener a las masas enajenadas.

Te pongo otro ejemplo, ¿cuántos cubanos no se han ido para Estados Unidos y siguen escuchando y viviendo el reggaetón? Ya son libres, ya pueden escuchar cualquier cosa. Entonces es cuestión de la cultura y la libertad propia, interna de uno, que en cierto modo no depende de la libertad a nivel social.

¿Por qué en estos 15 años ustedes no han logrado conseguir asociarse a una empresa que les permita trabajar en diversos espacios y vivir de la música?

Una vez fuimos a la empresa Adolfo Guzmán y da la casualidad que el director que estaba nos conocía y nos dijo: “Está bien, los vamos a llamar. Recuerden que deben presentar quince canciones, pues ustedes no vienen de escuela”. Bueno, resulta que después nos enteramos que ese señor dijo por detrás de nosotros que no éramos confiables.

Te digo, el problema de nosotros es que somos honestos. Cuando uno es honesto no es confiable en este país. Lo curioso es que ese señor tiempo después explotó y lo botaron de ahí. O sea, el no confiable era él.

Es lo que sucede siempre aquí. Hay concesiones que uno hace y otras que nunca vamos a hacer. Entonces el precio a pagar es seguir siendo independientes. Para nosotros es muy importante hacer música, incluso más que ser “profesionales” y estar en una empresa.

¿Cómo han hecho para grabar las canciones?  

Todo lo que hemos hecho ha sido con dinero nuestro, en estudios caseros. Yo además soy escultor y trabajo la talla de madera, el ensamble, y así he vivido por mucho tiempo. Lázaro es repostero. Entonces tenemos trabajos paralelos para poder sustentar la música.

¿En qué espacios se presentan y cómo hacen para la promoción de los eventos? 

Antes del Covid, el espacio que teníamos fijo era en la Casa del Artista y Creador de Centro Habana. Los otros espacios son lugares a los que nos invitan en dependencia de los eventos, peñas y demás.

La promoción es mediante redes sociales, Facebook resulta fundamental, pues ahí tenemos una página. También de boca en boca de amistades. Lo otro es que nuestra música es intimista y reflexiva. Nosotros la tenemos pensada para un pequeño público, si se pudiera decir de este modo. Dentro de la canción de autor, los textos y las mismas canciones te llevan a esos lugares pequeños como bares, cafés, etc.

¿Han logrado hacer algo de dinero con la música?

En el espacio compartido que tenemos junto al dúo Darias, en la Casa del Creador, lo único que podemos monetizar es la venta de algunos discos para solventar y grabar nuestros temas. Yo también tengo un pequeño estudio de grabación en la casa donde hacemos maquetas para subir a internet y tal.

¿Cómo ha sido el proceso de trabajo durante esta etapa de confinamiento?

En mi caso tengo proyectos personales en los cuales he podido trabajar. Como dúo, no hemos podido ensayar por toda la situación existente. Y nada, ahí vamos intentando salir a flote.

Háblame de qué van esos proyectos…     

Tengo unos cuantos. Pero en primera, pude hacer un disco en solitario de diez u once canciones. Algunas de esas canciones fueron poemas musicalizados de amigos como Alfredo Sánchez, Boris Milán Díaz, un amigo argentino, Carlos Zic, y otros textos míos. Todo esto grabado y producido aquí en mi casa.

También tengo otro proyecto llamado Two Project que va más sobre la música electroacústica y la música incidental. Y he logrado que me la pongan para algunos promos en cines, pero nada más.


 

Un escritor triste y un país que se derrumba

Pedro de Jesús López (Facebook)

La tristeza expresada por el narrador y ensayista Pedro de Jesús López Acosta en su muro de Facebook, el pasado 20 de octubre, no es transitoria.

Se trata de un sentimiento duradero porque los motivos que dieron pie a la angustia están ahí, tan omnipresentes como el dinosaurio del minicuento de Augusto Monterroso.

La apertura de una tienda en Moneda Libremente Convertible (MLC), en la ciudad de Fomento, de la provincia Santi Spíritus, donde reside, fue la razón que lo impulsó a esparcir su pesadumbre en el amplísimo territorio virtual establecido por Mark Zuckerberg, desde 2004.

Definitivamente no pudo guardar en los baúles del silencio la rabia y el dolor ante un fenómeno que aviva los demonios de la pobreza y el desamparo a lo largo y ancho de la Isla.

Y es que, en ese centro comercial, solo se aceptan dólares, euros y otras monedas del mundo desarrollado.

Para colmo, es obligatorio que estén en una tarjeta magnética. No se puede pagar al cash. Hay que depositarlo en algunos de los bancos estatales para acceder a los productos que se ofertan.

No solo el reconocido escritor, miembro de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), critica una medida que afecta a miles de trabajadores que no pueden acceder a estos mercados con el fin de satisfacer gran parte de sus necesidades básicas. Valga recordar que sus salarios son en desvalorizados pesos cubanos y las instituciones bancarias no están en capacidad de vender dólares a quienes lo soliciten con el propósito de traspasar las puertas de esos comercios.

El rechazo a esta disposición es mayoritario, más allá de los habituales disimulos y los circunstanciales acomodos del cubano promedio y también de la clase pensante, dígase escritores, artistas e intelectuales.

Por otro lado, no son todos los que cuentan con familiares en el extranjero dispuestos a cargarle las tarjetas.

El escenario que se dibuja en el horizonte está marcado por un sostenido avance de la desigualdad social.

La paulatina dolarización que se lleva a cabo, con prisa y muy pocas pausas, trae consigo la ruptura del orden impuesto desde 1959, según los códigos marxistas-leninistas.

Es una paradoja que se pueda vivir un poco mejor dentro del neoestalinismo tropical solo con el dinero del “enemigo”, como suele calificarse a Estados Unidos en los discursos de los funcionarios públicos y en los medios de prensa.

¿Acaso tiene algún sentido trabajar por salarios irrisorios y en una moneda que no permite la adquisición de una amplia gama de productos de primer orden?

Humillación, es uno de los términos para describir la realidad que se va estructurando al calor de unas transformaciones que traen a la memoria el apartheid sudafricano, que discriminaba ferozmente a la población negra e india, y también ciertos elementos de las terapias de choque, asociadas a esos modelos de transiciones hacia la economía de mercado, pero, en este caso, asumidas como estrategia para garantizar la continuidad del modelo unipartidista.

De acuerdo al post del multipremiado escritor, los cristales de la tienda fueron cubiertos para evitar las miradas de la “nueva clase” formada por cientos de miles de cubanos a la espera de recibir nuevas cuotas de desprecio y olvido.

La Habana ya tiene varios comercios de este tipo y ninguno con los cristales empapelados.

La abundancia puede ser contemplada por los infelices proletarios todo el tiempo que deseen.

No vacilo en añadir mi tristeza a la de Pedro de Jesús ante este desolador panorama. Lástima que sus colegas de la UNEAC continúen rumiando sus reproches.

Es hora de ponerle fin a ese mutismo cómplice. Se trata del sufrimiento de familias enteras a merced de un mar de penurias que se arremolina minuto a minuto y que amenaza con ahogar un sinnúmero de vidas y todas las esperanzas en un futuro mejor.

Cuba está al borde del desastre total. El porvenir se tiñe de nuevas penumbras. La desesperación se palpa en cualquier franja de la cotidianidad.


 

Un ciervo herido (IV y final)

Fiel exponente de los hechos espeluznantes de las UMAP resulta la novela Un ciervo herido (clic aquí para adquirirla en Amazon), cuyo título proviene de un verso de José Martí y en la cual su autor, Félix Luis Viera, narra con toda crudeza la vida en un campamento Umap, así como los manejos del régimen para crear los expedientes de quienes serían víctimas de su poder implacable.
Puente a la Vista finaliza esta serie de cuatro fragmentos que relatan uno de los hechos más bochornosos de la Cuba contemporánea.

IV

A ver: ¿quién te la dio?, le había repetido un sargento advirtiendo que era la última vez que se lo repetía. Carajo, quién sabe desde cuándo estaba recibiendo cartas este cabrón, repitiendo antes de decir todos afuera, no nada más el testigo de Jehová sorprendido leyendo la cartica, sino todos los jehovases afuera, que lo manda el teniente, todos. Pero el testigo de Jehová sorprendido leyendo la carta siguió con cara de no estar en ninguna parte y no respondió. Cojones, habrase visto, diciendo un sargento, que este cabrón esté recibiendo cartas como si estuviera en su casa, cojones. ¿Verdad, cabo? preguntando a un cabo Umap parte de los tres que venían del comedor e irrumpieron en la barraca «¡atención! ¡de pie!» y sorprendieron al testigo de Jehová en el rincón leyendo su cartica tal si estuviera en un parque. Jehovases del carajo que no van al trabajo, no forman fila, no se ponen la gorra ni el monograma Umap, no hacen ni hostia y arriba de todo son zoquetes, y todavía comen, parásitos, cabrones, lacras de las lacras, ah, y quisieran visitas cuando haya y pases cuando haya ah, y recibir carticas de su familia como si cooperaran igual que los demás para el desarrollo de la agricultura de la patria, ¿eh? ¿es justo? ¿verdad que no es justo?, parásitos de Dios, ¿verdad que no es justo? ¿se sacrifican igual que los demás?, ¡no!, ¿entonces pueden recibir lo mismo que los demás? ¡claro que no!, ¿verdad? –habían dicho un y otro sargento. «¡De pie!», le habían ordenado los tres cabos Umap sorprendedores y el jehová sorprendido, sin que se la terminaran de pedir, entregó la carta, violador de las órdenes dijo un cabo Umap y arrearon con él adonde el sargento, sargento, mírelo leyendo su carta con su nombre exacto y firma la mujer que lo extraña dice, que ya la niña mayor está mejor, que tuvo paperas, cada día más resuelta por el camino de Jehová mi dios dice la mujer, ahí decidida a que ninguno de los tres hijos jurarán la bandera, la bandera cubana y socialista nuestra, sargento, en los actos patrióticos matutinos de la escuela, aunque se queden sin aprender ni una letra, ni los atributos de la patria en el uniforme escolar, sargento, dice la mujer, mire, lea. Todos afuera dije, dijo un sargento y los testigos de Jehová fueron saliendo caribajos pero sin expresión de miedo. A ver si cuando los fusilen por resistirse al cumplimiento del deber de la humanidad van al cielo carajo o se me despiertan luego en el paraíso cabrón que siempre están mentando, zonzos. Allí sigan en fila y pónganse contra la pared del excusado, bola de enemigos del desarrollo del pueblo. ¡Soldados de guarnición! ¡acá! Entonces ¿qué?, ¿vas a decir por dónde te entró la carta o quieres que te fumiguen junto con todos tus “hermanos”?, ¿era carta con sello, vino por correo?, di, ¿o qué propio te la trajo?, ¿eh?, ¿qué propio pudo meterla aquí?, di. Fusiles, soldados de guarnición, fusiles a ver si Dios los protege y no les entran las balas, ¿verdad? Diga el teniente. ¿Sí? Pues soldados Umap todos acá y miren. ¿Hablas o no, hijo, quién te trajo esa carta? ¿No? Bocones de mierda, ni contestan, jehovases zoquetes de la retranca. Los testigos de Jehová arrimaron la espalda a la pared y miraron al suelo, ninguno en posición erecta. En tierra la sombra duplicaba la altura de la pared y pasando la vista de chanfle se podía ver por encima de los excusados un fulgurar ocre que se metía en un tramo de monte allá a lo lejos. Lástima, dijo un sargento, que no haya pelotón de fusilamiento profesional, para que vieran, ¡pero a ver acá soldados de guarnición! ¿quién los manda? Yo, dijo un sargento. Los testigos de Jehová parecían copias, no movían ni un dedo, ni una ceja, ni un botón de la camisa. Los soldados de guarnición temblaban unos más unos menos, sudaban a cara completa, tragaban puntillas. ¡Listos esos fusiles!, les gritó el un sargento y ellos rastrillaron los fusiles y un sargento dijo al sorprendido carta en mano ¿por fin dices o no quién te dio la carta, muchacho? Pero como si se dirigiera a un cadáver. El teniente miraba a los acusados uno por uno lenta, perforantemente. El segundo teniente fijaba la vista en lontananza. El un sargento dijo ¡apunten! y las manos temblorosas de los soldados enrumbaron los cañones hacia la pared sombreada donde se hallaban los testigos de Jehová tan ausentes como si ya estuvieran en las tumbas.


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Ecos del trinar montuno

Adalberto Guerra (Facebook)

No siempre la singularidad es subversiva. O no del modo en que lo establecen los tópicos. En los días que corren, y en particular dentro del ámbito literario, lo singular se manifiesta con frecuencia en el regreso a las fuentes, en la recreación actualizada de formas y temas clásicos. Las que eran asumidas hasta hace poco como apuestas conservadoras, pasan hoy a ser subversivas en tanto rompen, del modo más auténtico, con lo supuestamente “moderno”, marcado por las frivolidades o superficialidades que les son propias a la actual crisis general de valores.

Con agrado y muy puntual interés he venido observando lo que ocurre al respecto entre algunos escritores cubanos de las últimas generaciones, dedicados a retomar la temática y los motivos rurales, apostando, además, por la tonificación de géneros que le dieron realce dentro del panorama de la literatura hispanoamericana: la poesía (y en especial la décima), pero también la narrativa.

Ahora mismo, la Biblioteca Visual de Autores Cubanos, del canal de YouTube Sentado en el Aire, ha puesto en circulación tres cuentos de Adalberto Guerra (AD Guerra), que tipifican sobresalientemente la tendencia, a la vez que reclaman nuestra atención hacia el quehacer del autor, no muy conocido entre nosotros (como suele ocurrir), a pesar del talento y la madurez profesional que demuestra en esas tres piezas, a las cuales, para mayor deleite, accedemos mediante la lectura del propio AD, quien colorea cada frase, saboreando las entonaciones, como si pretendiera hacernos ver a través del oído, a la manera en que lo hacían los antiguos poetas guajiros.

No en balde afirma haber llegado a la literatura por conducto de las canturías campesinas, allá en su natal San Antonio de Cabezas, provincia de Matanzas. Así que tampoco es casual que él mismo sea un poeta repentista y que, entre otras variantes, cultive la décima con un pie en la tradición y el otro en la modernidad -bien entendida para el caso-, algo que resulta fácil y muy placentero constatar en las presentaciones de Sentado en el Aire, donde también lee décimas de impecable factura y con genuino aire del campo, pertenecientes a su libro De tus ojos de ciruelas.

Ya conocemos que el abandono de las tradiciones y las formas artísticas del campo ha sido una consecuencia (otra) del éxodo de la gente de tierra adentro hacia las ciudades, en busca de mejores condiciones de vida. También sabemos que no constituye un problema exclusivo de Cuba. Si acaso entre nosotros presenta alguna que otra peculiaridad, derivada de las calamitosas esencias del sistema de dominio político que padecemos desde hace tanto tiempo. Nuestro entorno guajiro apenas ha sobrevivido entre los restos de una cultura urbana que, no obstante su propia indigencia, margina lo rural y ningunea sus expresiones artísticas por considerarlas pobres antiguallas.

En el mejor de los casos (que tal vez sea el peor) unas pocas manifestaciones del campo cubano han quedado cual objetos de exhibición como en vidrieras para estudiosos, historiadores y turistas.

Por eso es realmente vivificador el empuje de estas actuales hornadas de escritores (nacidos por lo general en pueblos y ciudades de provincias del interior de la Isla) que hoy se empeñan en la búsqueda de nuevas dimensiones internacionales para los ecos del trinar del monte, devolviendo a las tradiciones del terruño el crédito que nunca debieron perder en nuestra escala de valores patrios.

Y a juzgar por lo que he visto y escuchado, AD Guerra ocupa sin dudas un lugar descollante dentro del grupo. Los tres cuentos que mencioné anteriormente, “La cosa que mató a Mencho Feralta”, “Gente de campo” y “La regla de Giménez” (extraídos del libro Exorno para una salamandra), confirman su agudo y sensible adentramiento en las fuentes de la tradición oral campesina, al tiempo que lo muestran como un renovador que sabe muy bien lo que se trae entre manos.

Si acaso alguien considera que sus narraciones se aproximan demasiado a las de Onelio Jorge Cardoso, no tengo a menos darle la razón, pero con un reparo personal de por medio: Onelio, un buen cuentista (y buena persona, según cuentan) perdió la mejor etapa de su evolución artística en el fuego arrasador del fidelismo. Debe ser el motivo por el que, aun cuando por momentos lograra darle alcance universal a temáticas regionales de Cuba, no alinea hoy entre los más emblemáticos cuentistas hispanoamericanos, por más que nosotros nos encaprichemos en que lo merece.

Entonces es justo y necesario que AD Guerra y los demás que ahora beben del ruralismo, encuentren en la obra de Onelio un fundamento invadeable, pero sin perder de vista que la historia es otra y las circunstancias les ofrecen la ocasión idónea para trascender los límites del patrón.


 

Por si Cuba nos sorprende: Propuesta para un programa de transición

Esta es una propuesta por si Cuba nos sorprende con un cambio de régimen. En cualquier caso, el cambio en la Isla debe empujarlo una coalición de diferentes grupos, con un objetivo común pero de intereses diversos. La clave está en que dicha coalición sea plural, para que luego no quede otra que establecer pluralidad y no ocurra la sustitución de un grupo tiránico por otro.

Se me ocurre:

Constituir una Junta provisional de conocedores  –no de candidatos políticos– en materias como: legislativas, jurídicas, económicas y ciencias sociales. Esta Junta debe ser elegida por un pequeño panel de entendidos en dichos temas con cierta trayectoria intelectual y/o profesional.

La Junta debe preparar y hacer público un programa institucional.

Si ocurre el quiebre, una vez removido el régimen, la Junta procederá a establecer un andamiaje institucionalprimario,  y luego los partidos o grupos tendrían un tiempo, definido por la Junta, para comenzar sus campañas antes de las elecciones. (Las primeras elecciones, podrían ser supervisadas por una comisión que incluya organizaciones internacionales.)

Una vez realizada las primeras elecciones a todos los niveles, la Junta quedaría disuelta:

Esta Junta, como poder ejecutivo temporal,  procedería a (los siguientes puntos pueden ser en paralelo):

  • Crear La Corte Suprema, centro del poder jurídico y principal contrapartida del poder ejecutivo que vendría tras las elecciones. Seleccionar los jueces – de profesión– y el lugar para dicha Corte Suprema. Institución subordinada solo a la ley (ver punto 4)
  • Hacer pública una carta o declaración de derechos civiles inalienables –Bill of Rights– no derogables por ningún partido o grupo presente o futuro. Donde quedaría de facto re-establecida la propiedad privada y todas las libertades civiles, incluyendo la libertad para crear cualquier organización fuera del anillo estatal (orden de acceso abierto, ver Douglas North y otros)
  • Delimitar el país en regiones para iniciar el principio de federalismo, donde luego cada región o localidad se someterá a elecciones de los cargos públicos. Estos cargos quedarán sujetos a limitación ejecutiva así como chequeo y balance de su gestión. Esta descentralización debe procurar un estado mínimo, con poderes divididos, así como la creación de los colegios electorales. Republica Liberal.
  • Actualizar el Código Penal, o remover el existente y proponer otro con base en el de sociedades donde existe el imperio de la ley. Incluir en ello lo referente a las propiedades confiscadas después de 1959. Derogar de facto la Constitución castrista y llevar a discusión la Constitución del 40 o crear una nueva (consenso de propuestas).
  • Remover todos los oficiales del ejército y de la policía del régimen actual, someter a juicio a aquellos contra los que se tengan pruebas criminales o de complicidad. Esto último incluye los no-oficiales y todos los represores.
  • Crear nuevos cuerpos de policía en cada una de las regiones, subordinados a un cuerpo central. Todo subordinado a la Corte Suprema y a la nueva legislación, no a ningún partido o grupo de interés. (La creación del ejército puede ser luego con fondos fiscales de la nueva economía) *
  • Crear personal especializado en la investigación de la policía (similar a Internal Affair en EE.UU). Subordinado a la nueva legislación, no a ningún partido o grupo de interés.
  • Nombrar y/o elegir, un equipo provisional Jurídico, independiente de cualquier partido o grupo, con cargos impersonales, subordinado a la Corte Suprema. Crear otros grupos para cortes regionales y locales.
  • Nombrar y/o elegir un equipo provisional legislativo, independiente de cualquier partido o grupo, con cargos impersonales. Crear otros grupos para legislaciones regionales y locales.
  • Nombrar y/o elegir un equipo de economistas y contadores para restablecer las cuentas nacionales, así como proponer de inmediato presupuestos para los gastos de infraestructura, operaciones y salarios que necesitarían los pasos anteriores. Este grupo podría iniciar la discusión acerca de la creación o no de un Banco Central, así como de la política monetaria y la política fiscal. Este grupo además podría llevar un registro inicial de las nuevas empresas a crearse, los contratos, los acuerdos de accionistas y dividendos, etc. Todo bajo el derecho a la libre contratación, libre inversión y libre actividad financiera.
  • Nombrar y/o elegir un equipo para proponer presupuestos y estructura de la educación pública a partir de fondos fiscales. El sistema de vouchers de Milton Friedman es una propuesta interesante. Este equipo además discutiría el tema de la salud pública, también a partir de fondos fiscales, cuyo acceso a asistencia médica podría ser a través de programas de calificación impersonal según ingresos, (como el HMO en EE.UU) o por medio de la libre oferta y demanda del mercado de seguros. Temas discutibles.
  • La Junta debe comenzar un plan para la reconstrucción de la infraestructura pública de Cuba y el presupuesto para ello. Debe arrancarse con los fondos de programas para el desarrollo de democracias, Banco Mundial, FMI, etc, pero fijar un plazo para que la nueva economía cubana, por medio del aporte fiscal, sea la proveedora de estos fondos.

Notas

* Los salarios de los nuevos miembros de la policía y similares podrían determinarse según el costo de vida per cápita en el momento dado. (Ej: 1.2 o 1.5 veces ese costo, etc, -consenso de propuestas)

** EL USD podría ser la única moneda en Cuba en esta etapa de transición. Propuesta discutible


Los lectores pueden dejar en la zona de comentarios sus propuestas para constituir un panel de entendidos y/o posibles candidatos para la Junta. Lo más importante no es la propuesta en sí, sino que se haga algo concreto al respecto, a tiempo, antes que Cuba sorprenda.


 

Leer aguantando la respiración: Exclusivo modelo cubano

La costumbre de leer en el baño podría estar más arraigada en Cuba que la de leer propiamente. Son muy pocos los retretes de casas habaneras en los que no encontraremos algún libro dispuesto para la lectura, e incluso abierto o con la página marcada, a la espera de la próxima deposición. Sus lectores (en proporción tal vez mayoritaria) parecen preferir el lugar y las circunstancias aun por encima del libro escogido.

Claro que leer en el baño no es un hábito privativo de los cubanos. Resulta tan antiguo y extendido como el de leer. La exclusividad en nuestro caso parece radicar en dos detalles:

1- Según recientes estimados de las propias instituciones del régimen, el 66,34 por ciento de los universitarios de la Isla sólo lee muy de vez en vez, y por lo general textos relacionados con la especialidad de sus estudios. En cuanto al resto de la población, apenas lee, nada, nunca. Los datos podrían ser benignos, pero aún así son alarmantes. Ahora falta por aclarar cuántos de esos pocos que todavía leen, lo hacen en el baño. Presumo que casi la totalidad, con lo cual podría quedar establecido un récord muy difícil de igualar en el mundo, no en materia de lectura exactamente sino en lo referido a capacidad de resistencia para leer y respirar al mismo tiempo en medio de una atmósfera asfixiante.

2- A la inexistencia casi total de servicios sanitarios para el uso público en Cuba, así como a la pavorosa falta de higiene y el deterioro de hecatombe que presentan los baños de los establecimientos comerciales, las áreas de recreo, las escuelas o los centros hospitalarios, habría que añadir la escasez de agua o de ventilación en los retretes de las casas particulares, así como la falta de complementos higiénicos de elemental necesidad. Y es justo el escenario escogido por nuestros paisanos para convertirse en lectores de competencia. La cuenta fue sacada ya. Si alguien consume veinte minutos cada día leyendo mientras excreta, habrá dedicado, en un año, cinco días íntegros a la lectura.

No es demasiado si se compara con las muy largas horas de audiencia que el rey Luis XIV concedía a diario sentado en su taza de evacuar el vientre, pero sí constituye un tiempo récord, que permite comprender por qué el régimen castrista se llena la boca a la hora de mencionar la invicta vocación de sacrificio y el singular heroísmo de nuestro pueblo.

Lo extraño es que no se le haya ocurrido exportar hacia Latinoamérica esto de leer aguantando la espiración como otro de los exclusivos modelos cubanos creados por el fidelismo.

A propósito, un amigo de La Habana, que viajó por vez primera a Miami hace pocos años, me confesó que su más grata impresión al llegar se la proporcionaron los baños de todos los sitios destinados al servicio público. Ninguna de las muchas atracciones de esta ciudad le gustó tanto como el tan común pormenor de que lo dejaran pasar gratuitamente a los baños de cualquier establecimiento y que éstos siempre estuviesen limpios y olorosos, con agua corriente en abundancia y con todo lo demás como Dios manda.

Supongo que nadie se haya tomado el trabajo de llevar a cabo una encuesta en Miami para establecer cuántos, entre los muchos lectores de inodoro que seguramente se mudaron de Cuba para acá, persisten en la costumbre, favorecidos ahora por el nuevo hábitat.

Si han dejado de leer en el baño al instalarse en Miami, estarán dando prueba de nuestro indomable espíritu de contradicción. Pero si mantienen el hábito, entonces no hay dudas de que son dignos representantes de su pueblo, fieles a su cultura en las malas y en las buenas.


 

Juan Manuel López, premio ‘Gilberto Owen Estrada’ de poesía

En el marco de la Feria Internacional del Libro Estado de México 2020, celebrada virtualmente, fue anunciado el premio internacional de Poesía ‘Gilberto Owen Estrada’ para el cubano, residente en Dinamarca, Juan Manuel López, autor del poemario El libro del horizonte.

«70 poemas híbridos, escritos en prosa, pero con un lirismo y ritmo interior inspirados en la obra de César Vallejo y Arthur Rimbaud». El jurado del certamen, integrado por Odette Alonso, Eva Castañeda y Silvia Pratt, advirtió en El libro del horizonte:

«Una escritura cadenciosa, la cual entreteje el registro de un viaje por la memoria del yo lírico, cuyo ejercicio elocutivo transfigura momentos aparentemente triviales en episodios de lograda belleza».

En 2019, con su libro Los materiales del cielo, Juan Manuel López ganó también el premio de Poesía ‘Dulce María Loynaz’, que otorga el proyecto Puente a la Vista.


 

Cuando la brújula se parece a la memoria

Los escritores Jorge Olivera y Julio Antonio Molinete en el Festival Vista de Miami

“A la intemperie siento pavor

con más certeza que este amasijo de huesos, carne y voces”.

Francis Sánchez ‒Minotauro


“Me descubrí entre los arenales con mil años de silencio dentro de un segundo”, asevera Julio Antonio Molinete (Manzanillo, 1968) en uno de sus textos incluidos en Brújula quebrada, premio Dulce María Loynaz 2017.

Quizás allí, en ese verso, el autor nos quiere develar su secreto. El zócalo que sirve de patrocinio a su lógica poética. A su lidia con esos demonios /inmerecidos/ que trasvasan a todo migrante. A todo aquel que protagoniza /ya desde un acto poético o bregando la oquedad a contracorriente/ la despedida de su origen y, por ende, el quebrantamiento de su cardinalidad.

El origen, como otredad que se replantea o discurre más allá del remanente, resulta imprescindible para Julio Antonio Molinete. Pero esa identidad que le ha sido hurtada /por despecho del gendarme/ no logra cercenar su nexo con la memoria histórica. No discursa en pretérito, sangra bien dentro su querella contra el olvido, contra aquella plaza sitiada que a todos nos entregaron como única utopía o épica.

Ya en Los días y los dedos muestra las marcas /atemporales/ de aquella convergencia donde hubo de aprender a reconfigurar sus designios, sin otro retablo, sin otra signatura que los recuerdos y el precio de esgrimirlos:

cuando chico me aferré

a su índice hasta que pude

volar      primero hasta las tejas

infinitas

de los techos      después

hasta las nubes grises de la vanidad

luego

me precipité hasta una costa

evitable donde las piedras tienen

nombres y frío

ahora cuando peina

canas y su sintaxis es tan dulce

como los recuerdos      es ella

mi madre

quien se aferra a mi índice y al dedo del medio.

La relación entre el sujeto contemplativo que rezuma /es/ Julio Antonio Molinete y su exquisita irreverencia para encarar la poesía, resulta intrínseca. Una poética que ‒al menos esta que logra inventariar en Brújula quebrada‒ es simplemente feroz. Los cuatro puntos cardinales /que enjaeza como señuelos/ apenas suponen un artilugio, el atrezo para una puesta en escena sobre lo ajeno que parece haber aprendido a fuerza de lejanía; de evadir las emboscadas todas. En Todo cercano pareciera que redescubre el verdadero punto de partida: las encrucijadas y los regresos son antípodas:

hoy besé a mi madre

en la frente

sin que supiera que unos seres

en forma de avestruces amarillas

me llevaban con rumbo

desconocido      hoy

después del ángelus vi mi nombre

escrito en la palma de la mano

de una mujer      cuando le pregunté

por su verbo      señaló

mis manos      y para no leerlo      apreté

los puños hasta fracturar las falanges.

Esta misma certitud ‒en definitiva Brújula quebrada es un libro de certidumbres‒ se agazapa en Nada que, más que un poema un vaticinio común a todo el que comete el peregrinaje hacia /en/ cualquier cardinalidad:

es común jugar

a las distancias      sin otro

lenguaje que el de la mirada

sin mayor atropello

que el de un gesto

con la mano

con la frente

con el ruido de las pisadas

con el silencio entre una huella y la otra

con el transcurso

del tiempo      la distancia se hace

profunda

como el adiós      como el olvido.

Brújula quebrada está escrito desde el desgarro, pero es también un acto escritural tan implacable como toda venganza. Su autor no va a tientas por los entresijos; conoce el antes; fue presa cuando la orden era acechar. Cuando todos éramos un destierro de nosotros mismos, jugando a pasar inadvertidos.

La pieza Escupir hacia arriba nos contiene a todos ‒a la isla, sus pesares y sus fiestas‒ en ese fragmento de despropósito, como una fotografía al final del álbum que Julio Antonio Molinete convierte en as bajo la manga. Nos obliga casi al silencio cuando irrumpe con esos versos que duelen al costado:

saberme en la otra orilla

sentado en la finca

de aquellos a quienes un día

les gritamos desert-ores

lúm-penes

ven-de-patrias

aquellos que obligamos a huir

como zánganos del hormiguero

blasfemó

el apellido del apellido

la lengua de la lengua

el número del número en resta

in crescendo

eran ellos el disfraz

ahora me descubro

vociferado      es como escupir hacia

arriba y que la saliva caiga

en cámara lenta      muy lenta sobre el rostro.

Para leer Brújula quebrada se requiere honestidad. Cada lector deberá saber, de antemano, que la poética que salvaguardan sus cuatro esquinas no es gratuita: para entrañarla habrá de entregar pedazos de sí mismo; rehuir al ministerio del miedo; ser huérfano de dualidades. En un texto como Paciente terminal traza Julio Antonio Molinete la última frontera en voz alta:

la isla enfermó

mucho antes de mi llegada

al mundo y cada minuto desmejora

con el grito de bienvenida

de sus nuevos hijos

la hemos adormecido en la porción

izquierda del pecho      sin embargo

agoniza

ni siquiera estornuda

para ahuyentar el polen en las manos

de los más pequeños o para expulsar

sus alergias por los amaneceres

fallece

entre los paños

tibios de los ancianos      se acurruca

debajo de la cama      devuelve

las aspirinas      los glóbulos

rojos de la última transfusión.

Cada pieza en Brújula quebrada vibra, reverbera, se rebela. Solo un poeta, en cabalidad y oficio, podría permanecer ileso /vivir/ en la diferencia. Ciertas renuncias son necesarias /obligatorias/ para discursar desde el alma: atravesarte a tí mismo sin importar que seas la última señal antes del asalto; sin importar que jamás tu nombre sea pronunciado en ninguna de las orillas posibles tras el pacto sellado por los sobrevivientes.

La poesía en Julio Antonio Molinete es liberta. Dolorosa porque ninguna libertad se puede urdir desde el préstamo. Es por ello, tal vez, que no se encuentren referentes a mano para intentar similitudes entre su lógica poética y la de otros. Su poesía es referencial, foco, aliento de soberbia. Liturgia para desendemoniar el alma bien podría ser un ejemplo demostrado:

alguien entra

por la boca de mi

cuerpo      hala la lengua      la anuda

calafatea el paladar      las fosas

nasales      cuelga su escudo

en los tímpanos      atraviesa

con su lanza los globos

oculares      trepana las sienes      desagua

la masa encefálica      alimenta con ella

alguna bestia con nombre de bestia

alguien

a medianoche cierra

la puerta y pone grilletes

hasta esa sombra detrás de mí

cómo no voy a arrojarme

al mar      para desendemoniar el alma.

Como apunta el crítico Carlos Pérez, Brújula quebrada […] deviene un pedazo de la historia contemporánea cubana. Esa donde los hijos de la isla se ven obligados a escapar en pos de una libertad que se hace esquiva aun en tierras de libertad […].

Pero esos desgarramientos del adiós aún continúan vigentes, a buen recaudo en la memoria de Julio Antonio Molinete. El poema Patria comulga con esa certeza:

me secuestraron al nacer. nunca tomé

leche materna. ni cambiaron

mis pañales. mis oídos fueron

huérfanos de una canción

de cuna.

aún sigo gateando

sobre la arena

de la costa. mi cognomen fue el platillo

para los perros de caza.

lo sé. ya he pasado

por aquí. sigo las huellas de otros

escarabajos. quizá ellos la encuentren

primero o, tal vez, ella reconozca mis gritos

¿madre… a dónde te llevaron?


 

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos

Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos tienen raíces profundas en la historia. Para aproximarnos a todo tipo de detalles sería necesario investigar los contactos entre la población indígena de ambos territorios en el período precolombino. Cuba fue descubierta por Cristóbal Colón en 1492 y los estudios sobre la población aborigen han ido avanzando con el tiempo, aunque no es mucho lo que se conoce sobre las épocas más remotas. Nos limitamos a señalar estos asuntos pues no se trata únicamente de historia económica, política o cultural, sino hasta de cuestiones de proximidad geográfica. En este breve recuento nos referiremos a algunos datos simplemente como una especie de intento de hacer una composición de lugar sin pretender ofrecer estadísticas o descripciones elaboradas.

A partir de la conquista española de Cuba, iniciada en 1510, podemos hablar de relaciones que, años después, se producirían entre el proceso de colonización de la Isla y de la exploración y posterior colonización de la península de la Florida y otros territorios de la América del Norte. Pero debe tenerse en cuenta que Estados Unidos, como un país con identidad propia, no inició su vida nacional en la Florida sino en las Trece Colonias Inglesas de la América del Norte. Ahora bien, los cubanos cooperaron a la independencia de la nueva nación y contactos y relaciones entre los luchadores por esa causa y los habitantes de la colonia española que era Cuba fueron de gran importancia. A principios del siglo XIX la Florida, tan vinculada con Cuba desde el siglo XVI, sería incorporada a Estados Unidos mientras la Isla permanecía bajo soberanía española.

A partir del siglo XVIII, en plena era colonial, existían relaciones comerciales entre los pobladores de los territorios de Cuba y la América del Norte. La cercanía a la nación con más acelerado desarrollo económico sería un factor fundamental para la economía cubana. Muchas naciones hubieran deseado tal proximidad. En el siglo XVIII el comercio ilícito entre las colonias europeas del continente americano se incrementó. Además, la Toma de La Habana por los ingleses, en 1762, permitió abrir el comercio con las colonias británicas de Norteamérica y el Caribe.

Después de la independencia de Estados Unidos, en parte gracias a la cooperación española con los esfuerzos independentistas de los norteamericanos, el aporte de habitantes de Cuba a esa causa y las buenas relaciones de los cubanos con los nuevos gobernantes de Norteamérica, la Isla se convirtió gradualmente en importante socio comercial de Estados Unidos. Muy pronto muchos norteamericanos adquirirían propiedades en Cuba.

Las rebeliones de esclavos en la última década del siglo XVIII y la consiguiente proclamación de la independencia de Haití en 1804, favorecieron el desarrollo económico de Cuba. Por mucho tiempo, el Santo Domingo Francés (actual Haití) fue la colonia más rica del mundo. Pero ya a principios del siglo XIX Cuba estaba orientada en esa dirección. La industria azucarera cubana se expandía y esclavos africanos fluían al país aun antes de alcanzarse ese altísimo grado de desarrollo.

En realidad, entre 1762 y 1838 entraron en el territorio de la colonia 391,024 africanos. En 1817 la trata había sido abolida bajo presiones británicas, pero a pesar de ello el flujo aumentó. La población criolla controlaba en buena parte la tierra como ganaderos, plantadores de café, tabaco y sobre todo azúcar. Los plantadores demandaban sus derechos a comprar mercancía a países extranjeros y no sólo a España. El año de 1818 fue importante para la economía insular porque muchas restricciones al comercio internacional fueron abolidas y los contratos comerciales con Estados Unidos empezaron a reemplazar en importancia a los que se hacían con intereses comerciales españoles. Ya en 1877, las exportaciones a Estados Unidos eran de alrededor del 83 por ciento de la producción en Cuba. Muchos norteamericanos empezaron desde antes de esa fecha a visitar la Isla o residir en ella.

Hasta avanzado el siglo XIX era requisito indispensable profesar el catolicismo romano para obtener la condición de residente legal permanente, pero muchos protestantes norteamericanos lograron obtener documentos que certificaban un catolicismo que no profesaban realmente. La situación cambió más adelante y ya a partir de 1871 hasta se autorizó la celebración de cultos religiosos para los extranjeros no católicos. Muchos libros de viaje escritos por norteamericanos reflejaban la importancia que se le daba a Cuba en Estados Unidos. En 1828, la publicación de Cartas escritas en el interior de Cuba, del Reverendo Abiel Abbott, pastor de la Iglesia Congregacional que había sido compañero de estudios del presidente John Quincy Adams, inauguraría un período de visitas y escritos de norteamericanos interesados en la Isla. Abbot residió brevemente en Cuba, como fue también el caso del político William Rufus Duvane King, de Carolina del Norte, el cual residía en la Isla durante su elección como vicepresidente de Estados Unidos, cargo que juró en Cuba en 1853. Duvane King, el vicepresidente de Franklin Pierce, ha sido el único mandatario estadounidense con un rango tan elevado en tomar posesión fuera del territorio nacional.

Un libro importante, Cuba con pluma y lápiz, de Samuel Hazard, recibió, como otros, gran atención en Estados Unidos. La influencia norteamericana crecía rápidamente, hasta el punto que un escritor inglés -muy prominente, por cierto-, Anthony Trollope, no sólo resaltaba como los extranjeros (mayormente norteamericanos, pero también ingleses) iban controlando el comercio, sino que aseguraba que “La Habana sería pronto tan americana como Nueva Orleans”. Se notaba la difusión del idioma inglés en las clases pudientes. Muchos de los cubanos con mejor situación económica enviaban a sus hijos a estudiar a Estados Unidos.

La emigración cubana a Estados Unidos es un asunto aparte. Muchos cubanos se establecieron en ciudades como Nueva York, Filadelfia, Nueva Orleans, Jacksonville, Tampa y Key West por motivos económicos o, sobre todo, por cuestiones políticas. La segunda mitad del siglo XIX se caracterizó, entre otras cosas, por una emigración política que incidiría en forma apreciable en los intentos separatistas, anexionistas o independentistas de los cubanos. Todos los estudios acerca de las luchas cubanas por separarse de España incluyen capítulos enteros llenos de información sobre la relación entre emigración y lucha separatista. En Estados Unidos residieron por mucho tiempo próceres de la importancia del Presbítero Félix Varela y el Apóstol de la Independencia, José Martí. Algunos de ellos, como el futuro primer presidente de Cuba independiente, Tomás Estrada Palma, llegaron a obtener la ciudadanía estadounidense.

Durante el siglo XIX se llevaron a cabo intentos de comprar Cuba. Algunos presidentes estadounidenses, como Thomas Jefferson, estuvieron entre los más tempranos partidarios de convertir a la Isla en territorio de Estados Unidos. Este prohombre, uno de los fundadores de la nación americana, creía que la adquisición de Cuba sería la más interesante de todas.

John Quincy Adams entendía que Cuba gravitaría inevitablemente hacia una integración dentro de la Unión norteamericana. Y muchos políticos señalaban que se debía aprovechar cualquier oportunidad favorable para integrarla en el vecino del norte. El llamado “Manifiesto de Ostende”, resultado de una reunión más o menos secreta de diplomáticos norteamericanos en un lugar de Europa, proponía que Estados Unidos adquiriera a Cuba pagándole 130 millones de dólares a España. No sería el único proyecto de esa naturaleza. En torno a esa cuestión se hicieron varios intentos de negociación con Madrid. En cualquier caso, entre 1878 y 1898 las peripecias de las guerras independentistas, que deterioraron considerablemente la economía del país, permitieron a inversionistas norteamericanas y de otras nacionalidades aumentar el volumen de su control sobre aspectos determinados de la economía insular.

Con anterioridad a esas fechas, sobre todo antes de terminada la Guerra Civil en Estados Unidos (1861-1865), el anexionismo había sido un proyecto atractivo para un gran sector de hacendados preocupados con las rebeliones de esclavos, los cuales encontraron un ambiente propicio sobre todo entre sureños interesados en añadir otro estado esclavista a la Unión norteamericana. Esfuerzos separatistas como las conspiraciones encabezadas por el general cubano-venezolano Narciso López, a mediados del siglo XIX, recibieron apoyo en sectores anexionistas en Estados Unidos y Cuba.

Obras fundamentales sobre estos temas, escritas por cubanos, son La expansión territorial de Estados Unidos, de Ramiro Guerra, y sobre todo Historia de las relaciones de Cuba con Estados Unidos y España (4 volúmenes) y Narciso López y su tiempo, de Herminio Portell-Vilá. El historiador marxista cubano Sergio Aguirre llegó, como otros, a considerar como plenamente anexionistas los esfuerzos de López, aunque Portell-Vilá supo matizar el asunto y prefirió considerarlo más bien un aliado coyuntural de anexionistas norteamericanos. Pero la bibliografía, tanto nacional como extranjera, es demasiado extensa como para citarla en su integridad.

En Cuba, después de esfuerzos de todo tipo, reformistas, anexionistas, separatistas, independentistas, se logró la independencia. Varias guerras y rebeliones prepararon el camino que condujo a la separación de España. Los cubanos, que iniciaron una guerra que duró casi diez años, en 1868 no lograron el reconocimiento de su beligerancia por parte del presidente Ulysses Grant. En 1895 experimentaron la misma frustración de parte de la administración de Grover Cleveland. Finalmente, la Guerra Hispano Cubano Americana (1898), promovida en gran parte por la prensa norteamericana y por las iglesias protestantes, deseosas de penetrar religiosamente la Isla y favorecidas por su correligionario, el presidente William McKinley, un fervoroso metodista, marcaría no sólo el final de la colonia en Cuba, sino la conversión de Estados Unidos de América en la gran potencia que, al derrotar en suelo cubano a lo que quedaba del inmenso Imperio español, entraba en el escenario internacional como un factor decisivo con el que era necesario contar.

El hundimiento del Maine en la bahía de La Habana fue el detonante de la intervención estadounidense y permitió la Declaración Conjunta del Congreso de Washington permitiendo las hostilidades. El período de ocupación norteamericana (1898-1902) marcó el momento más intenso de relaciones entre los dos países. La influencia de la cultura, del estilo de vida y las relaciones económicas se intensificó. En asuntos como la administración pública, la educación, la sanidad y el tipo de gobierno, la influencia estadounidense quedaría enmarcada en aspectos fundamentales. A pesar del fracaso de las intenciones anexionistas del gobernador militar Dr. Leonard Wood, se encontraron formas de ejercer influencia permanente o a largo plazo, como fue el caso de la Enmienda Platt, que se añadió a la Constitución redactada en 1901 y que permitiría hasta 1934, cuando fue abrogada por acuerdo mutuo, una posible intervención norteamericana en Cuba en ciertos casos específicos.

Después de la independencia, en 1902, las relaciones continuaron con gran intensidad. Cuba era uno de los principales clientes comerciales de Estados Unidos y viceversa. Aumentaron las inversiones y se multiplicaron las escuelas americanas, no sólo protestantes sino también de inspiración católica. Misioneros norteamericanos reemplazaron parcialmente a los españoles en el catolicismo, mientras que cientos de clérigos y maestros protestantes estadounidenses se radicaron en el país. El inglés confirmó su condición de segundo idioma hablado en la Isla. Miles de cubanos preferían trabajar para “compañías americanas”. Gigantescas empresas y formidables inversiones, ingenios azucareros, proyectos agrícolas, facilitaron la concesión a Cuba de empréstitos por parte de intereses norteamericanos. En 1926 las compañías estadounidenses poseían el 60% de la industria azucarera e importaban el 95% de la producción total de azúcar. Pero ese proceso tomaría otra dirección en los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX. La presencia cubana en todo tipo de empresas, hasta algunas con base en Estados Unidos, sería más evidente.

Los cubanos abrieron por cuenta propia una nueva etapa en la cual adquirían más y más ingenios y empresas, sin dejar de cultivar buenas relaciones y beneficiarse de la proximidad del mercado norteamericano, que por mucho tiempo garantizó la venta de la producción azucarera. Momentos difíciles, como los causados por la depresión de los años treinta o los “crack” bancarios, no pudieron retrasar demasiado el desarrollo del país ni la creciente influencia nacional en la economía. Pero referirnos a tales situaciones requeriría un espacio del cual no disponemos aquí.

Durante las República hubo influencia norteamericana en la política interna cubana, pero ese tema ha sido exagerado. En 1906 el gobierno americano, utilizando la Enmienda Platt, envió tropas a Cuba para evitar la desestabilización del país con motivo de la llamada “Guerra de Agosto” contra el gobierno del presidente Tomás Estrada Palma. La renuncia de los gobernantes cubanos ese año dejó al país en una situación difícil, que provocó la intervención pero no el fin de la República. La presencia del gobernador designado Charles Magoon y otros funcionarios y militares fue estrictamente temporal y con el propósito de “mantener tranquila a Cuba”, frase que se convirtió en el lema de las diferentes administraciones norteamericanas.

Siguió flotando la bandera cubana y una administración de cubanos, legalmente electa en 1908, tomó posesión en 1909. Incidentes aislados provocaron en contadas ocasiones la presencia reducida de tropas norteamericanas en sitios específicos y no a nivel nacional. Estados Unidos, en base a la Enmienda Platt, llevó a cabo una polémica “mediación” en 1933, en los últimos días del gobierno del presidente Gerardo Machado, pero al año siguiente quedó abolida la Enmienda Platt. Algún caso, como el gobierno llamado de los Cien Días, de la presidencia de Ramón Grau San Martín, acompañado por su secretario de Gobernación, Antonio Guiteras, no obtuvo reconocimiento diplomático por parte de Washington, pero esa excepción confirmó la regla de relaciones ininterrumpidas y generalmente cordiales.

Imposible sería negar la existencia de problemas, tensiones y diferencias. Tampoco sería correcto intentar ocultar o disimular la realidad de que se produjeron muchísimos casos en los cuales intereses cubanos fueron afectados por la influencia norteamericana en aspectos económicos, pero en el año 1957 Cuba había llegado a un nivel de desarrollo extraordinario y acelerado, interrumpido por la guerra civil intensificada en 1958, y alterado decisiva y trágicamente por los acontecimientos posteriores al primero de enero de 1959.

Con luces y sombras, el destino cubano ha estado vinculado estrechamente al de Estados Unidos y, sobre todo, a su pueblo, del cual forman parte actualmente más de un millón de cubanos y sus hijos, integrados en todo tipo de actividades laborales, profesionales, académicas, militares y en las más altas posiciones de gabinetes presidenciales y del Congreso Federal, sin olvidar las instancias del poder estatal y local. Cubanos y estadounidenses lucharon juntos en la guerra de independencia o Revolución Americana iniciada en 1776. Lo hicieron después en conflictos internos de ambas naciones. Dos estadounidenses fueron generales del Ejército Libertador, Thomas Jordan y Henry Reeves. Cubanos tuvieron rangos de coronel y hasta de general en la Guerra Civil norteamericana.

En la Guerra Hispano Cubano Americana, a pesar de los problemas que puedan señalarse (que fueron reales y no deben ocultarse), cubanos y estadounidenses fueron aliados. Juntos se enfrentaron después, salvando las distancias por supuesto, a las Potencias Centrales en 1917-1918, y al Eje Berlín-Roma-Tokio en 1941-1945. Cubanos pelearon junto a norteamericanos en las guerras de Corea, Vietnam, Kuwait, Irak, Afganistán… la lista sigue. Nuestros pueblos no sólo son amigos, vecinos y hermanos, sino que están inexorablemente vinculados por la historia, la geografía y los intereses económicos. También por la milenaria civilización cristiana y “los inescrutables designios de la Providencia”.


 

Un relato de César Vallejo

César Vallejo no necesita presentación, ya que tal vez sea el más grande poeta de Hispanoamérica. Para mí lo es. Y creo que es también el poeta extranjero que mayor y más constante influencia ha ejercido en la poesía cubana de las últimas décadas. El siguiente relato pertenece a su muy poco conocido libro Contra el secreto profesional, que reúne piezas entre lo narrativo, lo poético y lo ensayístico. Fue escrito por Vallejo entre 1923 y 1929, pero no logró que alguna editorial se lo publicara en vida. Así que el libro sería publicado por vez primera casi cuarenta años después de su muerte.


El ruido de pasos de un gran criminal

Cuando apagaron la luz, me dio ganas de reír. Las cosas reanudaron en la oscuridad sus labores, en el punto donde se habían detenido: en un rostro, los ojos bajaron a las conchas nasales y allí hicieron inventario de ciertos valores ópticos extraviados, llevándolos enseguida; a la escama de un pez llamó imperiosamente una escama naval; tres gotas de lluvia paralelas detuviéronse a la altura de un umbral, a esperar a otra que no se sabe por qué se había retardado; el guardia de la esquina se sonó ruidosamente, insistiendo en singular sobre la ventanilla izquierda de la nariz; la grada más alta y la más baja de una escalinata de caracol volvieron a hacerse señas alusivas al último transeúnte que subió por ellas. Las cosas, a la sombra, reanudaron sus labores, animadas de libre alegría y se conducían como personas en un banquete de alta etiqueta en que de súbito se apagasen las luces y quedase todo en tinieblas.

Cuando apagaron la luz, realizóse una mejor distribución de hitos y de marcos en el mundo. Cada ritmo fue a su música; cada fiel de balanza se movió lo menos que puede moverse un destino, esto es, hasta casi adquirir presencia absoluta. En general, se produjo un precioso juego de liberación y de justeza entre las cosas. Yo las veía y me puse contento, puesto que en mí también corcoveaba la gracia de la sombra numeral.

No sé quién hizo de nuevo la luz. El mundo volvió a agazaparse en sus raídas pieles: la amarilla del domingo, la ceniza del lunes, la húmeda del martes, la juiciosa del miércoles, la de zapa del jueves, la triste del viernes, la haraposa del sábado. El mundo volvió a aparecer así, quieto, dormido o haciéndose el dormido. Una espeluznante araña, de tres patas quebradas, salía de la manga del sábado.


 

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