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‘La sangre del tequila’: Un cubano en la Ciudad de México

Félix Luis Viera

 

«Nací trece años antes del triunfo de la revolución comunista de Cuba […] mis primeros trece años los pasé en medio de la religiosidad de variante infinita que nos permeaba allá en la Isla. […] cuando Fidel Castro declaró el estado ateo y así los santeros, cristianos, espiritistas y el resto tuvieron que sumirse en las sombras, quienes entonces tenían mi edad ya contaban con infinitud de mensajes de la etapa anterior.» Félix Luis Viera (La sangre del tequila)

                «el azar nos supera; es […] quien nos hace la vida». FLV (La sangre…)

             «Ley de vida / Ley de muerte

            Ley debida / Muerte debida.»                    

               Mario Trejo (Poeta, Argentina, 1912-2014)

Con la publicación, por Alexandria Library Publishing House en 2019 de su novela (escrita entre 2008 y 2018, en México y Miami) La sangre del tequila, el narrador, poeta y periodista cubano Félix Luis Viera no solo entrega a los lectores una nueva obra, sino que con ella amplía el diapasón temático y estilístico de su creativa producción.

   Mas, explico por qué cursivo el adjetivo creativa: con esta nivola —por nombrarla con el neologismo creado por Unamuno para diferenciar las suyas de las publicadas en su tiempo, exceptuando varias de la saga galdosiana—, Félix Luis ofrece a quienes disfrutamos su narrativa que no cesa — parafraseando a Miguel Hernández— esta obra distinta que, por su prosa multitemática, resulta atractiva con lo que, además, evidencia su voluntad de estilo: y he aquí uno de los principales méritos de sus cuentos y novelas.

 

   De otra parte, subrayo el caudal de numerosas costumbres, anécdotas y tradiciones de la capital que —tales datos e informaciones de la megaciudad y la idiosincrasia de sus habitantes, no como intertextos, sino dentro de la trama— incluye el autor, quien, de tal suerte, enriquece su discurso y contextualiza aun más al lector, pues lo involucra con mayor énfasis en el curso su amena narración.

   Pero leamos qué escribe sobre el tema el editor en la nota de contracubierta:

A mediados de la década de 1990, un escritor cubano arriba a la Ciudad de México con el propósito de quedarse a vivir en suelo azteca. Así comienza una historia donde la capital mexicana será observada y expuesta —a veces quizá de modo implacable— por los ojos de un extranjero.

    Bien, pero otros datos anexa el editor sobre la narrativa vieriana: fuertes dosis de erotismo y lenguaje directo, descarnado pero no carente de poesía [con el que] indaga en el «misterio del sexo», que (añado) define toda su producción. Además, el editor adjunta «el fino humor» que (subrayo) identifica su prosa, su poesía e, incluso, su personalidad, rasgos que bien le conocemos quienes amistamos, desde décadas atrás, con el incambiable villaclareño.

   Sin embargo, quien con mayor precisión definiera su estilo es el relevante narrador y periodista Amir Valle, que en su prólogo a Irene y Teresa «Una aberración esplendorosa, indescifrable», señala sus definidos rasgos, como sentido lúdico, limpieza y precisión dramática, ironía, profundidad y tipicidad, matices de universalidad y peripecia de los protagonistas. Y agrega un tópico singular: Félix Luis es «un magnífico configurador de sicologías».   

   Y en la nueva obra se confirman varias de las características apuntadas que conforman su impronta estilística, en tanto retornan una y otra vez a sus cuentos y novelas, identificando su personal quehacer en prosa. Tal acontece en la noveleta Irena y Teresa —publicada en 2019, por Puente a la Vista Ediciones— donde el autor funde amor y voluptuosidad, logrando su título más erótico, al tiempo que incluye las informaciones que enriquecen la trama, sin olvidar el humor.

   Dividida en tres partes («El Sur», «La celda» y «Verónica», y una «Nota del editor» o epílogo, según confiesa el editor-autor), como la addenda «Bitácora de los vencidos» (que incluirá reiteradamente, tales añadidos suyos), La sangre del tequila posee, además, una condición de la que muchas narraciones actuales carecen: el reclamo de la constante atención del lector, quien sigue, durante las 204 páginas, la trama con los mil y un acontecimientos de este cubano (que tanto se parece al autor: ¿alter ego suyo?) por la capital mexicana en busca de sobrevivencia.

   Con este Via Crucis, el recién llegado cubano a la megápolis azteca, se me antoja un sosias del Ulises de James Joyce, quien en la canónica novela irlandesa —que transformara el género a nivel occidental— el dueto protagónico: Leopold Bloom (Joyce viejo) y Stephen Dedalus (Joyce joven), acaso sendos alter egos del propio autor, realizan en apenas un día un viaje odiseico al revés, ya que los temas homéricos se invierten y subvierten a través de una tríada antiheroica (pues incluyen a Molly, esposa de Joyce), cuyas vicisitudes devienen tragicomedia..  

   Los conflictos en que se verá envuelto el protagonista constituyen toda una gama de aventuras y desventuras: algunas difíciles, cómicas otras, todas osadas, raras para este cubano sui generis que, huyendo del Sucialismo (no es una errata, sino el verdadero nombre del cruel sistema) aterriza en la ciudad más grande y con mayor contaminación de Latinoamérica, donde sobrevive durante los primeros tiempos como redactor de un mediocre diario rojo que apoya al desgobierno cubano, dura tarea por lo que recibe un magro salario que casi no le alcanza para pagar la renta mensual del paupérrimo habitáculo que ocupa. En fin, tal dice Félix, de pronto su alter ago se halló «frente a una de esas encrucijadas del porvenir» que le plantó la distinta realidad.

   Pero hay más: en este otro Jardín de las delicias —que, por el profuso sexo, evoca al crítico una de sus obras preferidas en la Historia del Arte: el clásico y homónimo cuadro del gran pintor neerlandés Jheronimus Bosch (El Bosco), predilecto de quien escribe— las mujeres ocupan el centro de interés, ya que se vincularán con el protagonista, ¿cómo si no?, Eros mediante.  

   Por ello, aparecen y reaparecen en sus páginas, sin nunca perder su protagonismo, pues incluso prestan sus nombres a los reiterados títulos de los capítulos: Lucero Araiza (agente de una compañía de seguros); Ruth Tagle (ex-estudiante de Letras, ex-bailarina de folklore, ex-maestra de tango e investigadora de la Secretaría de Educación); «La Gorda» (un peculiar «personaje», tal nombrábamos. en la Escuela Nacional de Arte, a los ingenuos condiscípulos que ¿sobresalían? por su impronta Kitsch); Irene «Sinforosa» Ramblas (tan viajera como insaciable bisexual, que «dañada por la deslealtad, el propósito hegemónico de los hombres […] se refugió en el amor fraternal, sexo mediante, con las mujeres desencantadas como ella»).

   Mas, asimismo aparecerán, enriqueciendo la trama: Marisela (doméstica, «achaparrada, morena oscura […] De quizás unos veintisiete o treinta años»); Laura Arias («una de las personas más dulces que he conocido en esta ciudad. Me trató como a un niño perdido y expresó que un poeta nunca debería estar ‘desregularizado’ en este país ni en ninguno»); Sandra Vélez (empleada de limpieza que «tiene el pubis más armónico y acentuado que he visto hasta hoy»); Patricia Pensamiento (diseñadora); Verónica Illescas («con una mirada de puta que resultaba imposible ignorar»); Lucía Luévano («policía, de 29 años de edad y madre soltera con un hijo de 13»); Ximena y Las Fresas, quienes «constituyen una raza que se mueve de la clase media hacia arriba (o no pocas de ellas se lo hacen creer a sí mismas. […] Así, hay mujeres Fresas y hombres. […] Porque ser Fresa es una actitud ante la vida». Otra amiga en la distancia es la farmacéutica habanera Mercedes Giménez, íntima del narrador que, como otras, aparece mencionada.

   De igual modo, numerosos personajes masculinos engrosan el profuso tejido de la narración. Ante todo, uno de los esenciales y quien, copersonaje, aparece de continuo: Mario Trejo —homónimo del poeta, dramaturgo, director teatral y guionista argentino, merecedor en 1964 del entonces recién surgido Premio Casa de las Américas por su poemario El uso de la palabra, cuando también visitara La Habana—, cuyo nombre en la novela es acaso fruto del azar concurrente lezamiano, pues Félix en ese año era apenas un niño del campo que vivía con su familia en la provincia de Santa Clara, y era imposible que conociera al verdadero Trejo.

   Otros son: Jeffrey Mendoza («un tipo zambullido en la envidia —viperino en suma—, inteligente, taciturno […], aspirante a escritor […] jefe de redacción de la revista […] visita un psicoanalista. Tendrá unos treinta y cuatro años de edad, soltero»); El Almirante, el ex Senador, los licenciados Osvaldo Serra y Hugo Solórzano, Tamal («el mulato cubano tenor de la Ópera de Cuba»); el albañil y esposo de Sandra Vélez (que le es infiel con el cubano)…

   Creadores mexicanos son mencionados, acaso como guiños a colegas conocidos de Félix. Valga el caso del escritor René Avilés Fabila. Como hay otros de ficción o de su profusa y varia invención, por emplear un título emblematico del narrador azteca Juan José Arreola, descubierto por el crítico en la adolescencia, cuando iniciara su tarea de insaciable lector.

   Otro rasgo testimonial es que el protagonista es censurado del libelo comunista en que laboraba por escribir un artículo enjuiciador del hoy por fortuna fallecido gobernante venezolano Hugo Chávez.

   En aun otros instantes el narrador da fe de lo visto en la Alameda Central, «el parque público más antiguo de la Ciudad de México», donde no solo halla «los rateros, los policías corruptos, el instinto de traición, la impuntualidad, la desidia, los limosneros», sino también define el célebre espacio: «sitio de vendedores de cualquier genero pesetero, tragafuegos, putas de oficio, predicadores a quienes se les ve a simple vista que mienten, indigentes, acordeonistas, “cantantes”, organistas que pasan el cepillo; en fin, la sublimidad entristecida por el relajo tercermundista»    

   El aún recién llegado cubanito de provincias mostraba de esta manera su asombro ante el rico mercado mexicano, pues solo tenía la dura praxis de la paupérrima (i)rrealidad cubana, ya que hasta esta estancia en la capital azteca, solo había gozado de una breve y feliz incursión en una pequeña ciudad de los países del ‘campo socialista’: gracias a haber sido ‘seleccionado’ por los gendarmes de la Asociación de Escritores de la UNEAC para asistir a un insignificante evento literario, concedido al ‘escritor de provincias’ por no interesarle a ellos. De tal suerte, había podido viajar como ‘invitado’ a un evento literario, sin interés para dichos gendarmes, ya cansados de tantos viajes al extranjero y, sobre todo, con el propósito de ‘cuidar sus espaldas’: no ser criticado ni atacado por los miembros de la institución oficialista, presidida hasta su decadencia y muerte por el rechoncho poeta comunistoide Nicolás Guillén. Por cierto, esta anécdota también la incluiría Félix en «Cursi y sensiblera historia de amor», uno de los hermosos cuentos de su valioso volumen Precio del amor, republicado en nuestra ciudad, por la propia editorial en 2015.

   Por ello, asombrado ante un gran almacén, lo define: «El Palacio de Hierro, tienda de tope cuya propaganda, que aparece en innumerable, televisión, radio, periódicos, anuncios inmensos en lo alto de azoteas, casi todos dirigidos a las mujeres, tienen la salsa ideal para fomentar la ira consumista, la banalidad, el desguace, la envidia letal entre las damas.»  

   Mas atributos, asimismo, corroboran lo testimonial de la novela, como, entre otros, el fragmento que hallamos en la segunda parte «La celda», donde Félix confiesa un dato autobiográfico:

Ya en mi juventud había comprendido que mi ruta sería llevar una doble vida: trabajar en lo que me tocara para ganarme la superviviencia, y escribir por mi cuenta y riesgo. Siempre me tocaron trabajos lejanos de cualquier filamento de la sensibilidad, entre personas que si acaso habían leido algo de poesía, según ellas, sería cualquier ditirambo al que llamaban, a veces emocionados, es lo peor, poema. De modo que sería tirarme de imbécil, de zonzo ante esas personas que solo tenían mente para vencer las colas para croquetas de sus meriendas y las tantas otras colas sin fin de la patria, o para babearse frente a las telenovelas o para algo parecido. Así, guardaba yo en secreto, guardé hasta el día en que se hicieron públicos, esos poemas que escribía unicamente porque, como dijo el sabio-poeta, “escribo porque estoy loco, sé que a nadie le importa, y está bien que a nadie le importe, pero yo escribo como quien predica el Evangelio entre los buitres. Es mi destino. (El subrayado en negrita es mío: WGL).

    Por otra parte, al crítico le pareció oportuna la inclusión de una distracción que constituye una de las más seguidas por los mexicanos, porque además le evocó algunas noches de su adolescencia, pues se transmitía por la TV de la Isla durante los años finales de «la otra dictadura», por llamarla con palabras de la respetable madre de un colegamigo: la Lucha Libre, cuya deplorable falsedad por sus trucos y ‘peleas’ vendidas, revela Félix Luis, quien ¿sin querer? remite al lector a un narrador y uno de sus títulos de valía: el cubano Severo Sarduy y su decisivo ensayo La simulación:

una de las simulaciones más públicas que puedan existir […] Las arenas donde se realiza este espectáculo se repletan. Los índices de audiencia de la televisión alcanzan rangos considerables. Se trata de reconocer la perfección del fingimiento. 

   En torno a Ciudad de México —«la región más transparente del aire», el epíteto creado en 1803 por el explorador germano Humboldt, cuando realizando una expedición por ciudades latinoamericanas arribó a la patria de Morelos y se deslumbró ante el Valle de México. Luego sería empleado por el ensayista, narrador y poeta Alfonso Reyes en su importante Visión de Anáhuac. Finalmente, lo reutilizaría en su novela homónima. y emblemática de la ciudad, el Premio Cervantes Carlos Fuentes.

   No puedo dejar de mencionar otras peculiaridades que enriquecen su narración, como la jocosa y palmaria mención, en varias ocasiones, de «El Candidato Eterno»: Manuel Andrés López Obrador, ridículo impar autotitulado con el alias AMLO.  

      Para concluir, pienso que ha hecho muy bien Félix Luis al burlarse del deplorable presidente que durante décadas se arrastraría tras el ¿honroso? puesto que, al fin, ganara en las últimas elecciones. En tal sentido, añade otro rasgo que igualmente definiría a sus incautos seguidores durante las jornadas previas a su arribo a la presidencia:

El Candidato Eterno diariamente vocifera arengas en la Plaza de la Constitución, repleta, lo cual demuestra que las masas o buena parte de ellas suelen estar equivocadas. Buena parte de estas que siguen al Eterno son gritonas, amenazantes, agresivas —como suelen ser en Latinoamérica las masas comunistoides—, vestidas al descuido, o de modo estrafalario. Hay algunos hombres barbudos en uno y otro sitio; de los que cantan o  recitan, o los que conferencian acerca de las bondades de la Izquierda, sin dejar de enviar amores a dos de sus dioses: Fidel Castro y Hugo Chávez. El Eterno, quien al pronunciar parece escupir las silabas finales de algunas palabras, declara día a día que le hurtaron las elecciones, y acusa al presidente elegido de ladrón y más.

Citas e interrogantes en tiempos del coronavirus

¿Cómo golpea el coronavirus al mundo de la cultura? ¿Qué saca en claro éste de la expansión universal de la epidemia? ¿Y mientras tanto, en Cuba?

«El arte suele indagar en las grandes problemáticas humanas y, desde el surgimiento del coronavirus en China, ha renacido el interés por las obras literarias relacionadas con pestes, virus y pandemias. El aumento de ventas de clásicos como La peste de Camus y Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, son un claro indicio de esta realidad». Juan Batalla en Infobae

«Los más avispados han acertado en calificar esta situación de ‘Quarantine Tarantino’ (entiéndase el juego de palabras entre Quentin y cuarentena). Porque ni en su mejor guion el director de ‘Pulp Fiction’ y ‘Reservoir Dogs’ habría podido concebir el confinamiento de la mitad de la población por una violenta pandemia, causada por un virus de origen animal. La ficción superada por la realidad». Janira Gómez en France24

«Supongo que ahora mismo, bajo los dictados de las grandes editoriales, se están gestando ya los primeros relatos, crónicas y novelas sobre el coronavirus». Mario Crespo en Lamarea.com

“Muchos no vamos a poder vivir de este oficio durante un tiempo… la clase media, seamos autores, libreros, pequeñas editoriales, traductores y correctores, se va a venir abajo”. Marta Sanz en El País

Entretanto, esta semana, Washington denunció el acoso del régimen cubano a los periodistas independientes que intentan informar sobre el coronavirus en Cuba. Informadores alternativos como Camila Acosta y Yoe Suárez, entre otros, han sufrido multas y sido citados a interrogatorios en momentos en que se recomienda permanecer en casa ante el avance de la pandemia.

A propósito de la emergencia sanitaria internacional provocada por la expansión del coronavirus, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) lanzó el pasado 30 de marzo una campaña es pos de la liberación de los periodistas encarcelados en todo el mundo. Entre ellos figura, injustamente preso en Guantánamo, el escritor Roberto Quiñones Haces.

Premio de Narrativa Reinaldo Arenas 2020Participa y ganaClic AquíPremio de Poesía Intertextual José Martí 2020Anímate y participaClic aquíLibertad para Roberto de Jesús Quiñones Haces#FreeThePress: La campaña del Comité para la Protección de los PeriodistasClic aquí
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¿Buena Fe? El bloqueo de Israel Rojas

En recientes declaraciones en su muro de Facebook, Israel Rojas, principal cantante del dúo procastrista Buena Fe, negó la existencia de un bloqueo interno en Cuba. Mientras, en pleno avance del coronavirus en la Isla, la policía política continúa citando, acosando y multando a los periodistas independientes cubanos.

El milagro de la luz

 

Cuando te detienes un momento y cierras los ojos, ocurre un milagro interesante. Con tus ojos cerrados puedes ver el mar y ver el azul en múltiples tonos y ver el oleaje y este fenómeno también es muy interesante.

¿Por dónde entran los rayos de luz a mi cerebro?

Cuando piensas con calma en las explicaciones que los científicos y físicos tradicionales dan del fotón y de los demás átomos que viajan juntos en un rayo de luz, las imágenes que creas con tu cámara se convierten en un gran misterio.

Una pintura está compuesta de fotones; por ejemplo, el color de los pigmentos. Una fotografía digital está compuesta de fotones; por ejemplo, el píxel es un punto físico, creado en las múltiples capas de tu pantalla por impulsos eléctricos. Las imágenes en tu cerebro también son creadas por impulsos eléctricos y esos impulsos eléctricos estimulan una serie de sustancias químicas que forman los diferentes destellos que forman una imagen.

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Los fantasmas cabalgan de nuevo

José Hugo Fernández junto a Ramón Fernández-Larrea (abril de 2017)

 

A Miami le faltaba una novela. No una novela donde la ciudad fuera decorado exterior o pretexto, sino la novela donde ella misma fuera protagonista por el comportamiento de sus personajes, que en este nuevo libro de José Hugo Fernández parece estar dictado por la cita de Ovidio que lo abre, y que dice: Huyo de lo que me sigue; voy detrás de lo que huye de mí.

Iniciando una persecución interminable, que en el principio es una huida, José Hugo Fernández ha situado en Miami sus jinetes del Apocalipsis, que son más de cuatro. No es la condena entre real e irónica de Tom Wolfe a un momento, o varios momentos sangrientos de la ciudad. No es el Lazarillo de Tormes, trasplantado y transmutado a estas calles ardientes de sol cegador. No es tampoco La conjura de los necios en versión tropical, entre bañistas semidesnudas, caimanes y asfalto incendiado.

Los jinetes fantasmas (Neo Club Ediciones, 2017) tiene un poco de todo eso, y más; y hay en el fondo de la picaresca con la que hablan, sueñan, aman, aspiran, recuerdan y engañan sus personajes, como un dolor que nunca cesa, que no acabará nunca, porque es el mismo dolor que tenemos todos los que decidimos vivir lejos y reinventarnos en la distancia, ese sitio que puede llamarse Paris, Madrid, Estocolmo, Nueva Jersey, Barcelona, Ciudad México, Tampa o Miami, y que en el fondo se llama casa del carajo o ninguna parte.

Una enfermera que escribe cartas mentales a dos primos que se suplantan para alternar entre Cuba y Miami y que es raptada noche a noche por extraterrestres de Plutón… Una caritativa mujer madura, que junto a otras cambia protección por sexo a jóvenes balseros cubanos y por tanto reciben el simbólico y simpático nombre de Hermanas al Rescate…Un adinerado hombre que se enamora de una frágil y distante camarera china. Un detective privado que parece saberlo todo y que domina a la perfección el arte de dar lo que esperan escuchar quienes contratan sus servicios: “especialista en dilemas pasionales y en trampas del desamor”. Una vietnamita conocida en La Habana por ese detective, y que viaja a Europa en forma de foto en su billetera para convertirse, idealizada, en tabla de salvación erótica hasta que en esos giros de la vida él logra el definitivo contacto físico solo para descubrir, asqueado, que toda ella, y cualquier cosa que toque, se impregna del olor de la carne de cangrejo en mal estado…Una mujer gigante que maneja una rastra… Un interlocutor que razona y argumenta y que parece ser el eje por donde pasan todas las historias humanas y divinas.

Gente que vive bajo el mismo sol con delirios diferentes. Gente que olvida o recuerda y que planifica sus vidas para salir de sus vidas en una especie de eterno retorno a la nada que aspira un día dejar de serlo. Gente divertida que sufre, o gente sufridora que pretende divertirse. Emigrantes, exiliados, cubanos todos que han sido puestos a coincidir en el mismo momento con todos sus momentos distintos, y que parecen ser iguales sin serlo. O, para decirlo en las propias palabras del autor: Y como no podía ser de otra manera, lo hace exponiendo la fiereza y la falta de sentido común de los seres humanos, junto a su propia indefensión al lanzarse a enmendar el destino que le ha sido impuesto.

Pero todo gira, de alguna manera, en torno a un cuadro pintado por un loco en el Hospital Siquiátrico de Mazorra, que regaló a un amigo que se exiliaba para garantizarle económicamente su futuro. Una pintura cuyo nombre le da título al libro, y que no es más que una copia de un fragmento del cuadro El triunfo de la Muerte, de Pieter Brueghel El Viejo y que al final resulta el maquillaje perfecto para una obra de Jacob Van Loo, robada del Museo de Bellas Artes de La Habana, en el año 1939, y que nunca más apareció.

Así que, bajo esa máscara similar a la que cubre también a la ciudad –como el que esconde a simple vista otra gran obra verdadera- hay otras vidas reales que parecen también la simulación de las vidas que aquí se cuentan, y que resultan ser un mapa humano donde todas esas historias se cruzan y coinciden, convirtiendo a Los jinetes fantasmas en una novela divertida cuyo protagonista resulta ser, además de Miami, la desbordante imaginación de los cubanos de distintas épocas que coinciden en el fondo de este gran caldero llamado “la capital del exilio”.

Los jinetes fantasmas podría ser también la novela de la desmesura, porque no hay nada tan desmedido y delirante como los sueños de los que emigran o se exilian, porque están entre dos aguas, el sitio que dejaron y el lugar al que quieren llegar. Y Miami es la tierra perfecta para esa desmesura, porque además del sol que todo lo engrandece y destruye, está la diversidad de quienes la habitan, con algo que resulta un denominador común: no es la ciudad definitiva, sino un punto intermedio entre el origen y lo que se aspira. Y los que al final se quedan a vivir en ella tienen, más allá de su sonrisa, el dolor de que ya no van a regresar a ninguna parte.

Y como parece ser que con el tiempo, y gracias a la amistad que nos une, me he convertido en el presentador oficial de los libros de José Hugo Fernández, ejerzo hoy también de vendedor y les digo de corazón que compren esta novela, que se lee con una sonrisa en los labios y donde van a encontrar a más de alguna persona igual a gente que conocen.

Presentación de la novela Los jinetes fantasmas, de José Hugo Fernández, en la Expo Venta Artistas Pro Derechos Humanos. Panel ‘Puente a la Vista’ en el Cuban Art Club.

#FreeThePress: La campaña del Comité para la Protección de los Periodistas

Roberto Quiñones Haces

A propósito de la emergencia sanitaria internacional provocada por la expansión del coronavirus, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) lanzó este 30 de marzo una campaña en pos de la liberación de los periodistas encarcelados en todo el mundo.

“Para los periodistas encarcelados en países afectados por el virus, la libertad ahora es una cuestión de vida o muerte. Los periodistas encarcelados no tienen ningún control sobre su entorno, no pueden optar por el aislamiento voluntario y a menudo se les niega la atención médica necesaria”, aseguró el CPJ. En Cuba, uno de estos periodistas es Roberto Quiñones Haces.

El también escritor y abogado independiente fue condenado el 7 de agosto de 2019 “a un año de privación de libertad sustituido por trabajo correccional con internamiento, durante un juicio amañado en el Tribunal Municipal de la ciudad de Guantánamo, Cuba”. La policía política lo había atacado para impedirle cubrir un juicio público contra la pareja de pastores Ramón Rigal y Adya Expósito, y, no contenta con el maltrato físico, le abrió una causa por “desobediencia y resistencia”.

Desde la Prisión Provincial de Guantánamo, Quiñones Haces aseguró el pasado 30 de marzo citado por Cubanet: “Lo lógico sería que, en circunstancias como estas, el gobierno diera alguna muestra de compasión e indultara a aquellos a los que les falta poco tiempo para concluir su condena; o que adelantara algunos beneficios, como desean muchos reclusos. Sin embargo, la realidad es bien distinta”.

Los contagios por el virus aumentaron esta semana en Cuba mientras los esfuerzos del régimen cubano por minimizar el alcance de la epidemia continuaban entorpeciendo la transparencia informativa en torno al tema.

Residentes en varias ciudades de Cuba han asegurado que no se puede dar una cifra exacta de los muertos por coronavirus “porque la gente tiene mucho miedo a hablar de eso” –a causa del estado de represión política habitual en la isla comunista–, pero se manejan cifras preocupantes.

#FreeThePress

Para reformar el Premio Cervantes

 

Los premios  literarios necesitan en España una larga y profunda revisión, para devolverles  la fiabilidad y el respeto. Monetariamente alcanzan cifras cada vez más altas, lo que no hace más que empeorar las cosas. Antes el honor del premio estaba en el premio mismo, no en la cuantía económica. El Fastenrath de la Real Academia no sacaba a nadie de apuros, pero sí sacaba del anonimato a la gente. Porque Ciro Bayo le ganó a Pío Baroja un Fastenrath, el implacable vasco  persiguió a Don Ciro hasta después de muerto.

Estos suculentos premios españoles de hoy necesitan una urgente operación de cirugía en cuanto a la seriedad del método de elección. El premio “Príncipe  de Asturias” fue hace años manchado en forma indeleble porque, hallándose presentado, entre otros, el gran Juan David García-Bacca en la sección de humanidades, el jurado decidió darle el galardón a una estación de radio del Brasil. Sólo cabía pensar o que el jurado no sabía quién era este hombre ni conocía el tamaño y calidad de su obra, o que por razones de ganarse la simpatía de un medio preferían pasar por burros y por irrespetuosos ante una figura relevante de humanista y de pensador, antes que granjearse la enemistad del poderoso medio.

La sorpresa producida por la elección de Bioy Casares, que es un creador perteneciente a esa legión callada, silenciosa, apartada y olvidada de los escritores-escritores, de los que creen en la literatura y viven para ella, no de ella, dejó  a todo el mundo “con la boca abierta”. Y no porque en la larga nómina  de presentados por las academias no hubiese algún otro nombre que mereciera el galardón, sino porque a Bioy Casares, como a muchos otros, le falta “el ambiente”, la  politiquilla intelectual, que es casi  tan peligrosa como la otra. Autor  que no bulle, como decía Quevedo, que no se promociona para proyectarse en lo popular y conocido, es autor muerto. Y si  al pudor ante el empleo de artimañas añade  que no logra que lo lleve una editorial modernamente organizada, con métodos eficaces para vender lo que ofrezca, el autor no sólo está muerto, sino además enterrado.

La guerra entre las editoriales al acercarse la fecha de un veredicto está  llegando en España casi tan lejos como en Francia, allí respecto del Goncourt principalmente.  Porque el afán de dinero, que es universal, se ha entronizado también en los medios  literarios. Desde hace tiempo las firmas comerciales descubrieron que si se sabe manejar los hilos, con una inversión de veinte en un premio, se obtienen trescientos en publicidad. Y además se queda ante el mundo como benefactor y protector de la cultura, que viste mucho.

Bioy Casares está muy bien en el Cervantes. A su amigo y maestro Borges se lo dieron ex-aequo con Gerardo Diego, y a él se lo han dado solo. Mayor acierto hubiera sido dárselo con alguien como el gran Juan Gil-Albert, otro  arrinconado, o como Rosa Chacel, porque dado el número de candidatos y la edad de muchos de ellos, sería justo dividir el Cervantes en dos, o tres, o cuatro designaciones cada año, para que el honor prolifere aunque el dinero se reduzca.

Eso, y hacer porque el jurado se integre de tal manera que ante casos de grandes valores poco conocidos del público alguien pueda señalar los méritos de hombres como José Agustín Balseiro, como Ángel  Battistesa, como Luis Flores, como Enrique Labrador Ruiz, como José Rivas Sacconi, como Humberto Díaz Casanueva…

No quisiera yo que a ninguno de ellos le ocurriera con el Cervantes lo que a la noble Juana de Ibarbourou. Fue presentada la poetisa para la primera convocatoria de esta nueva etapa del Cervantes. Tenía voto, por su cargo, el Duque de Cádiz. Era este hombre, a cuyas órdenes yo trabajaba en el Instituto, persona correcta, humilde, consciente de su  desconocimiento en materia literaria. En consecuencia, me pidió le sugiriese el voto que yo considerara más adecuado. Mi recomendación, escrita, fue que propusiera para un ex-aequo a Juana de Ibarbourou y a Jorge Guillén.

Al día siguiente a la votación tuvo la cortesía de explicarme por qué no había seguido mi recomendación. Cuando llegué,  dijo el Duque, me abordaron en la acera Fulano, Zutano y  Mengano, y me dijeron  que “el acuerdo” era darle el premio a Jorge Guillén por unanimidad, ¡para no ofenderlo!

Era la viveza, la picaresca de unos caciques literarios que conocían el carácter débil del Duque y su temor a infringir “lo  acordado”, por falta de malicia. ¡Y él no advirtió que lo obligaban  a ofender a una gran figura de América, donde jamás se podría entender ese y otros desdenes!

Una primera versión de este texto apareció en 1990. Cortesía El Blog de Montaner

El amor no cabe en una ideología

Osvaldo Navarro (Navy Pro)

 

En la actualidad, cuando se habla de rap cubano, es necesario mencionar entre sus exponentes destacados a Osvaldo Navarro Veloz, Navy Pro. Con más de una década de carrera en el rap, este artista ha calado en el oyente generando gran aceptación. Muchos recordamos su trabajo en La Alianza o el gran disco Los que merecen no piden, junto al rapero Maikel Extremo, que marcara un hito en la discografía del rap insular. Ahora Navy se adentra en un espacio de introspección artística y espiritual para brindarnos su primera producción en solitario.    

¿A qué se debe el nombre Muñeca negra?

 Bueno, primeramente la idea de nombrar al disco Muñeca negra surgió por lo que esta representa. Una imagen desplazada, mayormente vista en las zonas religiosa y cultural de distintas religiones africanas. Pero, cuando tú vas a una tienda, te encuentras la representación de la clásica mujer europea o el clásico hombre europeo, y este tipo de muñecas no se ven. Así intento hacer una analogía con una gran parte de la sociedad que no se ve, pues los medios la intentan ocultar. Es lo que estoy narrando en mi disco, entre otras cosas.

Conceptualmente, ¿cómo has trabajado lo visual en este disco?

El diseño gráfico viene de la mano de Abstrakto Gráfico. Ian Sanz es quien me hace el diseño del disco. Cuando chocas con la portada, es un sable japonés semi desenfundado. Los guerreros en aquel entonces, en Japón, tendían a ponerle nombres propios a las espadas legendarias.  Lo que viene reflejando ese sable en la portada de mi disco es esa espada semi desenfundada lista para la pelea, pero también lista para guardarse y tener paz.

¿Entonces ves tu arte como un arma de lucha?

Exacto. Pero un arma, como te decía, que puede dar guerra pero también puede preservar la paz. Por eso es que la espada esta semi desenfundada, una imagen que creo transmite y estoy muy contento con el trabajo que hizo Ian en ese diseño.

 ¿Qué temáticas has tocado en las letras del disco?

Este disco en gran medida es un reflejo de una etapa de mi vida. Yo hacía activismo cultural, trabajé en proyectos como Puños Arriba, también en un documental que se hizo sobre la conectividad a internet en Cuba que se llama Off Line, y tuve la oportunidad formar parte de la banda sonora. Después hicimos una gira por Cuba con el equipo de trabajo y conocí otras realidades a las cuales hasta ese momento no me había enfrentado en mi país.

Sucede que también comienzo a rozar más con el activismo político y empiezo a vivir en carne propia lo que había escuchado por terceras personas; no había experimentado la represión. No solo contra mí sino contra mi esposa y miembros del grupo al que me había afiliado. En fin, todo esto influyó grandemente en la redacción de las canciones de Muñeca negra.

Eso se ve en temas como “Amor disidente”, donde digo que el amor no cabe en una ideología. Tema que nació a raíz de un encuentro con la Seguridad de Estado donde no querían que mi esposa Martha saliera del país –no les daba la gana a ellos—y, después de eso, en una conversación con ella, sale esa frase: El amor no cabe en una ideología.

Hay canciones como “Dictado”, que es un desprendimiento de muchas cosas que tenía en mi cabeza y quería dar esa sensación de desespero. Cuando oyes los Push line y los flows que hay en ese tema, te das cuenta que es algo rápido en pos de crear catarsis junto con la letra. Pero hay temas mucho más sencillos y a la vez grandes, como uno que le dediqué a mi hija, que es algo muy personal para hacer un stop en lo político, algo espiritual para mí. “Unicornios en lienzo” se llama.

¿Quiénes colaboraron en la producción del disco?

La producción musical estuvo a cargo del Prófugo y mía –en la gran mayoría de los temas–, excepto un tema que me produjo Dj Sonic llamado “Arte independiente”. Este trabajo se empezó en el estudio 264 de grabación. Yo le llevaba las ideas de los ritmos que quería al Prófugo, pues era un disco que tenía muy claro sonora y estéticamente hablando. Después lo grabé en casa de Dj Sonic, en la Everest Music. No tengo colaboraciones con otros artistas pues como te comentaba anteriormente es un disco muy personal que refleja una etapa de mi vida.

¿Qué metas te has propuesto con Muñeca negra?

Mi enfoque con este trabajo principalmente es probarme a mí mismo, pues estaba acostumbrado a trabajar en equipo. Obviamente cada vez que uno saca un disco debe tener un objetivo comercial o un concepto.

Yo principalmente creo que en el rap cubano falta aquella noción de mercadeo que puede tener nuestro producto. Estoy encaminando mi trabajo al mercado. No tenía cuenta de Spotify, YouTube y demás plataformas. Ahora, con este material, estoy intentando crear bases sólidas para después encaminar trabajos venideros. Estamos tratando de hacer contactos en Latinoamérica para crear intercambios de materiales que en Cuba son muy difíciles de exportar hacia otros lugares. Aunque estamos en la era de internet, son muchos los impedimentos en nuestro país.

¿Cómo se desempeña tu carrera ahora, en solitario?

Ahora mismo estoy produciendo más contenido que en el último año de trabajo que tuve con El Nene, cuando nos enfocamos mucho en un disco que se titula Brújula, el cual tenemos pensado sacar pronto.  Solamente tenía tiempo para pensar ese disco, que está grabado ya, y el trabajo con La Alianza era más de dúo. El proyecto La Alianza sigue, porque todavía somos hermanos y no ha cambiado nada, pero había que contar el uno con el otro. A veces se daba que El Nene escribía un pedazo por su lado y después yo otro por acá, pero nos gustaba el trabajo en equipo. Entonces ya El Nene no vivía cerca y como que el trabajo se demoraba un poco. Ahora también estoy produciendo más, pues he adquirido madurez. He tenido la posibilidad de chocar y experimentar con nuevos ritmos y tal. Además, tengo alrededor de cuatro trabajos por sacar este año después de Muñeca negra.

Una gran parte de los raperos cubanos se ha marchado al exilio. ¿Qué hace que te mantengas en Cuba?

Siento que no he terminado de hacer cosas aquí. Y no lo digo por nada heroico. Simplemente creo que uno tiene el derecho de vivir en cualquier lugar que desee y hacerlo sin ningún tipo de censura. Y por alguna razón que desconozco, siento una especie de voz que me dice: “tienes algo que hacer acá”. El plano personal también me influye, porque mi hija de apenas 7 años está aquí, y mi familia. Para mí Cuba es mi gente. Entonces también ese compromiso me hace mantenerme por el momento acá.

¿En qué lugares te presentas últimamente?

A nivel nacional me presento en donde me inviten. Tras los problemas con la censura que he tenido en los últimos tres años, se me hace más difícil pedir a título personal un espacio, y más si tiene que ver con la institucionalidad. Entonces me apoyo mucho en amigos y colaboradores y me presento en distintos sitios. El año pasado me presenté en el festival de Villa Clara, en conciertos como invitado, etc. Este año tengo varias fechas confirmadas para el mes de junio y julio, colaboraciones que establezco con otros hermanos de provincias.

A nivel internacional se me hace un poco más difícil. Hace poco estuve en Argentina. No tuve la posibilidad de presentarme en un concierto como tal pero hice colaboraciones con Triángulo Estudio. Grabé un 24Siempre, que es una serie que ellos tienen, e hice la conexión con los hermanos de allá, lo cual es un honor. Para mí, el Triángulo Estudio en Argentina representa lo que es Real 70 en Cuba. El año pasado sí me pude presentar en el concierto de Aldo el Aldeano que realizó en Argentina, lo cual también fue un gran honor para mí.

Recientemente, en diciembre pasado, tenía prevista una presentación en el Festival Vista de Miami, donde lamentablemente no pude estar. Me tocaba cerrar el festival con música y también iba a participar en un panel sobre el impacto del Decreto 349 en la sociedad y el arte independiente, pero la Seguridad del Estado no me dejo salir de Cuba.

¿Cómo visualizas el hip hop cubano en un futuro desde el presente en el cual te encuentras?

Yo creo que para que el hip hop cubano avance hay dos caminos. Uno es independizarse totalmente de todas las instituciones gubernamentales que controlan lo asociado al rap y a la cultura en el país. Coger caminos como los que están tomando muchos proyectos que tienen que ver con otras cosas como, por ejemplo, la estética del cabello, que ha tomado un rumbo donde camina por sí sola.  El rap cubano necesita independizarse y abrirse a la ayuda de otros gremios e instituciones no gubernamentales. Entonces la segunda vía es creértela, trabajar y no seguirle tanto el juego al gobierno, que nos ha censurado los dos festivales más importantes de la historia del hip hop cubano, el Festival de Alamar y Puños Arriba. No es lógico que otros géneros avancen y el rap se mantenga estancado cuando aquí hay buenos exponentes. Existe una política que no quiere que el hip hop  avance; pasa con la cultura Rasta también, pues nos cuestionamos los estándares rígidos que se mantienen en la actualidad y buscamos otras alternativas de vida.

¿Qué visión tienes de lo que está pasando en la cultura cubana en general?

Es una mezcla de sentimientos. Te puedo hablar de admiración por lo que muchos artistas están reclamando, tanto independientes como institucionales. Veo que en los últimos tiempos hay más artistas luchando por sus derechos y eso me causa alegría y un orgullo tremendo. Pero veo que también hay otro grupo de artistas que permanece a la vieja usanza, la de cuando el señor Fidel Castro se sentó en aquel famoso discurso de palabras a los intelectuales y puso su revólver arriba del buró… y nadie hizo nada.

Entiendo el contexto quizás de aquel momento, pero ahora mismo estamos en el año 2020 y es hora de que los artistas cubanos empiecen a hablar y a apoyarse. Han sido muchas las historias oscuras y necesitamos entender que el artista tiene una responsabilidad social también. Más allá de que estés pegado o no, seas conocido o no, el arte y los artistas deben estar conectados.

El mejor amigo del hombre

El virus había atacado varias veces, con creciente insistencia, saltando de país en país, de ciudad en ciudad, de casa en casa. Durante décadas, malamente hacinada en refugios naturales y edificios en ruinas, sin Facebook, sin Internet, sin electricidad –luego de que la pandemia redujera la población mundial a unos pocos miles de individuos–, la especie humana había logrado sobrevivir a sus mutaciones. Medio siglo después de iniciada la neoera, sin embargo, mientras el microbio que lo había cambiado todo apenas constituía una vaga referencia en la literatura oral que de generación en generación poetas como él –egresados del Centro de la Rima Cavernaria ‘Anemio El Bardo Guaroso’– mantenían viva, la antigua culinaria china seguía atormentando la imaginación de las tribus al sur del lago Okeechobee, aferradas a un pasado supuestamente fastuoso de alitas de murciélago y picadillo de pangolín.

–¡Nasobuco, hijo, que el cocimiento de marabú se te enfría! –volvió a gritarle su madre desde la hoguera improvisada al fondo de la cueva– ¡Nasobucoooo…!

–¡Take it easy, mami, take it easy! –respondió el bardo en pleno forcejeo con la mascota de la familia–. ¡Coronavirus le robó un hueso al perro de Covid 19 y sospecho que va a haber sopa!


 

Narrativa exiliada: XI Festival Vista

El panel ‘Narrativa exiliada’, del XI Festival Vista de Miami celebrado el pasado 15 de diciembre en el American Museum of the Cuban Diaspora (Museo de la Diáspora Cubana), de Coral Gables, fue moderado por el escritor José Hugo Fernández y contó con los siguientes títulos:

-Novela Irene y Teresa (Puente a la Vista Ediciones), de Félix Luis Viera, presentada por Manuel Vázquez Portal

-Libro El honor de los zombis (Neo Club Ediciones), de Rodolfo Bofill, presentado por José Hugo Fernández

-Libro Habana Babilonia. Prostitutas en Cuba (Neo Club Ediciones), de Amir Valle, presentado por Armando Añel

-Proyección del documental de Ricardo Bacallao Amir Valle, vida y coherencia

A continuación fragmentos de todas estas presentaciones:

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