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‘Cuerpos y márgenes’ en Delio Photo Studio

Miami Ensemble presenta en Delio Photo Studio el próximo jueves 13 de mayo, a partir de las 9:00 p.m., el evento poético musical ‘Cuerpos y márgenes’, en apoyo al Movimiento San Isidro, continuamente hostigado por el régimen militar imperante en Cuba.

Se presentan Penélope Hernández (poeta), Laura Marrero Felipe (poeta), Nilo Julián González (poeta), Luis Ernesto Prieto (poeta), Sandro RasSandino (cantante), Zane Hobbs (músico) , DjoydeCuba (músico) y VjCuba (músico).

Día: 13 de mayo

Hora: 9:00 p.m.

Lugar: Delio Photo Studio

2399 Coral Way, Miami, FL 33145

+1 (305) 856 5632

“Un evento poético musical en el cual se presentan tres jóvenes poetas cubanos por vez primera. Cuerpos poéticos y márgenes humanos. Cuerpos eróticos. Márgenes sociales. Cuerpos espirituales. Márgenes políticos. Cuerpos económicos. Cuerpos y márgenes en el alma del mundo”, Acetato Producciones.

La amante de Humberto López, Alpidio Alonso y el Estado misógino

A nadie en su plenitud se le ocurriría tener relaciones íntimas con el periodista Humberto López, es decir, con el policía que habita en él. Policía político que sopla, enloquecedoramente amarillista, la Gran Trompeta Enredadora del Estado del Secuestro. Cederista residual para el segmento estelar de la infratelevisión cubana. A nadie absolutamente. A no ser, claro, que López pague. O chantajee o amenace. O por lo menos brille en el ideario chivatiente de quien lo integre a sus relaciones íntimas.

Cada una de estas tres posibilidades es posible, sobre todo aquellas variantes en las que dos de ellas, incluso todas, aparecen mezcladas parcial o totalmente. Cuba está llena de chivatos, pillos, masoquistas, rebeldes amaestrados, policías del pensamiento. Y abusadores. Sobre todo abusadores. Como López mismo, cuyo ejercicio de la difamación en la infratelevisión cubana ha visto multiplicada, este fin de semana, su miserable esencia: Resulta que el supuesto periodista no es más que un maltratador capaz de abusar de una mujer en plena vía pública y con casi absoluta impunidad, como han mostrado varios videos en las redes sociales (como si no bastara el asesinato de la reputación de tantas informadoras y activistas independientes en horario estelar). Esta vez, la víctima fue la exfiscal Yeilis Torres, actualmente opositora al régimen, quien debió salvar su teléfono del arrebato tras sorprender a López visitando a su «querida».

Como otro «intelectual» robolucionario nada menos que ministro de Cultura, Alpidio Alonso, este «periodista» de la ficción de Estado tiene debilidad por los teléfonos ajenos. Ambos los arrebatan cual rateros empedernidos, con la única diferencia que se trata de rateros respaldados por el Estado misógino en las calles de un país cuyas leyes, diseñadas para proteger la robolución, apuntan siempre a la cabeza de las víctimas de la robolución… sin que jamás la “Federación de Mujeres Cubanas” proteste.

Estos abusadores de mujeres —Alpidio permitió hace pocas semanas que varias jóvenes del movimiento 27N fueran golpeadas y secuestradas en un ómnibus frente al Ministerio de Cultura, de hecho encabezó la operación de escarmiento— anhelan desesperadamente una Cuba sin conexión pero con sirvientas, sin opositores ni críticos ni disidentes, donde ellos y solo ellos puedan guataquear por la libre los interminables campos del brete robolucionario. Para empezar, quienes enfrenten la desinformación, o simplemente no obedezcan, se quedan sin teléfono.

La amante de Humberto López, el mismo López, el ministro de Cultura y el Estado misógino tienen en común su absoluta falta de escrúpulos, su mal gusto, una tenebrosa inhumanidad. A no ser, claro, que López pague. Quedaría excluida su amante.


El comportamiento uniforme, una superstición insana

Lo reconozcamos o no, todos hemos querido alguna vez que los demás actúen igual que nosotros. O por lo menos que actúen como a nosotros nos gustaría. Es una superstición cándida (y a veces feroz) que acompaña a los humanos desde que hacemos uso de la sinrazón, quiero decir, desde el surgimiento de las religiones y las ideologías, por no irnos más atrás, al instante en que el primer homínido se convirtió en líder de la manada.

Son frecuentes las ocasiones en que pensamos y hasta llegamos a expresar simplezas del tipo: “Si todos actuáramos de la misma manera con respecto a tal asunto, resolveríamos de una vez el problema”. Fantaseamos, y lo sabemos muy bien, pero no siempre tenemos en cuenta que este tipo de fantasía responde a mecanismos mentales poco sanos.

Dejan de ser sanos, sobre todo, cuando junto a esa ingenua pretensión de uniformidad, propagamos juicios de valor (que por lo general contienen duras descalificaciones) contra las personas que no actúan igual que nosotros, o como a nosotros nos gustaría que actuaran.

Hace unos dos millones de años, numerosos individuos con aspecto más o menos humanoide deambulaban por la Tierra. Podían ser parecidos o muy diferentes entre sí. Ninguno era exactamente igual al otro. Mucho después, treinta mil años atrás, los humanos “modernos” formaban ya varias comunidades genéricas, con características que las distinguían entre sí. No podían ser idénticos, por imperativo de las circunstancias. Y fue justamente esa capacidad para la diferencia lo que propició que algunos de esos grupos sobrevivieran y fundaran las bases para la civilización humana en nuestro planeta.

Hoy ni siquiera los hermanos gemelos piensan igual y comparten los mismos gustos, simpatías y antipatías, por más complicado que a veces resulte diferenciarlos físicamente.

No obstante, la ilusión de uniformar el comportamiento humano pervive agazapada en nuestro inconsciente. Los más, logramos mantenerla bajo control, aunque no en todo momento. Los menos, han convertido esa idea en pesadilla bochornosa, haciendo correr ríos de tinta, que afortunadamente siempre fueron a desembocar al mismo sitio: el fracaso, el ridículo y aun el horror. Bastaría con recordar la eugenesia, hija dilecta de Darwin e inspiradora de las técnicas de ingeniería genética tramadas por los hitlerianos; o el perfecto homus soviéticus estalinista; o el hombre nuevo del Che Guevara y su pandilla.

Desde luego que existe una distancia abismal entre quienes aspiran a la uniformidad como ambición de dominio, o como expresión de personalidades anormales, perversas, dogmáticas (los totalitarismos, los populismos, las tiranías…), y aquellos que lo hacen por un simple desliz de su inconsciente, o por ignorancia, o por pasajeros arranques de pasión. Sin embargo, hay un componente que parece influir por igual en unos y en otros, por más insalvablemente desiguales que sean sus naturalezas. Es la falta de humildad.

Siempre que seamos capaces de actuar con humildad, lo que es decir, con los pies bien puestos en la tierra, estaremos vacunados contra esa epidemia tan contranatural y absurda ahora mismo como en los inicios de la civilización terrestre: la insana superstición del comportamiento uniforme. La pregunta de los sesenta millones sería entonces: ¿hasta qué punto podrían proponerse ser humildes aquellos que necesitan, por un imperativo interior, que los demás acepten sus actos como modelo?


Originalmente publicado en Neo Club Press en el verano de 2018.


Las apropiaciones de Jorge Enrique Rodríguez

La duda, el dolor, el amor, la ciudad, las «calles incendiadas»… la paternidad, la orfandad, los naufragios, la memoria… son algunos de los temas que recorren y determinan Apropiaciones indebidas (Puente a la Vista Ediciones, 2021), poemario de Jorge Enrique Rodríguez que, dividido en tres zonas de interpretación —ordalías, pertenencias y letanías—, ondea como una especie de reflejo existencial de esa Cuba profunda sobreviviente, a pesar de todo, a más de seis décadas de totalitarismo.

«Tras la urdimbre de fingir en desventaja puedo decirte: / Patria es también enjaezar a contracorriente los demonios de esta isla, / una casa frente al mar para despedir los barcos que zarpan hacia la vida».

«Más que isla transito la emboscada del mendigo, / el renunciamiento del pez que trafica sus límites», canta Jorge Enrique Rodríguez con la certeza de quien camina en la cuerda floja: En este cuaderno desgarrador, profundamente íntimo y al unísono insistentemente público, el hombre se alza sobre sus circunstancias para darnos una lección de poesía.

Escritor Freelance, periodista independiente, poeta, promotor cultural, Jorge Enrique es desde hace varios años uno de los reporteros más activos, e incisivos, con que cuentan los medios no oficialistas para informar sobre la realidad insular. Por añadidura, este libro lo reafirma como una de las voces cubanas más reveladoras de nuestros tiempos. En el periodismo como en la poesía. En la poesía como en la vida.


La gallina nacionalista y el huevo multicultural

El dilema de la cubanidad se reproducía una vez más, metafóricamente hablando, en una noticia de Prensa Latina fechada hace ya algún tiempo. Supuestamente, produjeron en su momento la vaca que daba más leche (Ubre Blanca), incluso la yuca más extensa –o la malanga, no recuerdo bien–, y no tranquilos con ello descubrieron el mayor huevo del planeta (según afirmaba la nota oficialista). ¡Una gallina cubana, Cuquita, generaba la postura más grande del mundo! Salieron a agitarlo como una bandera.

¿Qué es primero, lo «cubano» o su supervivencia? Sin ser, lo cubano no puede sobrevivir, pero para sobrevivir —para avanzar, única forma de sobrevivir decentemente— necesita dejar de querer ser lo que ahora mismo supone que es. Convertirse en algo más flexible, inclusivo, humilde, posnacional. En un sentido pragmático, relajadamente multicultural. Luego entonces lo primero ahora mismo debería ser el huevo, no la gallina.

El ser cubano es un producto de la diferencia. La diferencia amalgamada, rociada por los cuatros costados con el agua de todos los continentes. Chinos, españoles, africanos, europeos, indígenas… cristianos, judíos, musulmanes, ingleses, franceses, eslavos, moros y un largo etcétera. La aceptación de la diferencia, la convivencia entre distintos, debiera constituir el santo y seña de esa Isla. ¿Cómo es posible que un pueblo así se niegue a echar por la borda el lastre de su cerrazón, de su nacionalismo oscurantista?

Cuba es la diferencia en perpetua mezcla, lo terrenal en su versión más impura y, por lo tanto, más completa… y cómo lo desperdicia. Hasta 1959, la Isla reflejó en Latinoamérica el desarrollo norteamericano, y con ello la modernidad. Pero la vocación de universalidad que alimentaba el espíritu insular, o que debió alimentarlo, se dio de bruces, ya derrocado Fulgencio Batista, con su supuesta interpretación y/o negación. Así, en un sentido sociológico, socioalardoso, el castrismo fue el altavoz a través del cual se expresó, y todavía se expresa parcialmente, lo peor de la seudonación cubana, mentalmente atrincherada.

Lo castrocubano –la gallina nacionalista, exhibicionista, egobiada– al final, contradictoriamente, desperdicia una y otra vez el huevo multicultural. Hay que salir de Cuquita.


Luis Manuel Otero Alcántara y el poder de los sin poder

El único video en el que creeré será en una directa de Luis Manuel Otero Alcántara ya libre de sus verdugos. Pueden poner cien mil más, que lo único que interpreto claro es, primero, que los han mostrado por la presión internacional de fe de vida y, segundo, que el artista no se comporta con odio a pesar de estar sedado y bajo los efectos secundarios de su huelga de hambre.

Con lo que sea que le han suministrado, su nobleza sigue intacta y, aunque no se trata de un performance, la naturaleza de su actitud de calidad humana es la de un artista que en todas las circunstancias crea con su cuerpo, mente y proyección.

Sus detractores querían una prueba de que es un creador: ahí la tienen. En las garras de una fuerza poderosa del mal, logra darnos dos mensajes para que el video salga: que él está vivo, que no representa al odio y que la naturaleza de lo que puede sanar a la nación cubana viene de esa autenticidad; no busca el protagonismo ni la gloria sino, en cualesquiera de las circunstancias a que lo exponga ese poder, aquello de lo que Václav Havel dio fe en El poder de los sin poder: mover algo, protestar con palabras o en silencio, negarse, dejar de hacer, sobrevivir, disentir según las posibilidades que ese poder te deja como individuo, actuar hacia el prójimo, socorrer y tener la esperanza de que cada cosa que hagas, por mínima que sea, es mejor que hacer nada.

Y por último, sí me parece muy indigno avalar cualquier tipo de interpretación que venga de parte de sus secuestradores. Ellos son los verdaderos perdedores, han tenido que ceder su posición de intransigencia a ultranza porque necesitan tiempo para bajar el nivel de tensión y la atmósfera de protesta que tanto los desvela.


El cinismo en la punta del iceberg

Mi amigo Salvador Blanco Mayans, a quien me une un afecto que dura ya 43 años, desde que nos conocimos en aquella aventura televisiva llamada Para Bailar, me pide comparta este reportaje suyo sobre un asunto que sigo con atención y que ocupa la actualidad noticiosa cubana.

Se trata de un tema complejo, profundo, con muchas aristas y que ha sido objeto de gran manipulación mediática. Como dije, estoy al tanto, pero de toda esa historia, como la mayoría, apenas distingo la punta del iceberg.

De Luis Manuel Otero Alcántara y demás miembros de lo que llaman Movimiento San Isidro, no conozco sus obras artísticas, ni sus vínculos con otros individuos o instituciones, pero sí me consta que han elevado sus voces y desafiado a un poder represivo al precio de detenciones, violencia, estancias en calabozos, asedio y allanamientos sistemáticos.

Son jóvenes que han elegido el desafío frontal al régimen totalitario para reclamar tantos derechos que nos han sido arrebatados por quienes se aferraron al poder en 1959, arruinaron al país y nos impusieron su ideología dogmática y excluyente, de espaldas a las necesidades y aspiraciones de su pueblo.

Basta echar un vistazo a la ofensiva propagandística en estos días de los medios oficialistas cubanos, en su empeño por desacreditar a Luis Manuel y sus compañeros de causa, para entender el pánico del Partido Comunista de Cuba ante una crisis social, económica y política que no sabe gestionar y que cada día añade presión a una olla con válvula defectuosa.

La tiranía que nominalmente encabeza una marioneta de los militares dueños de todas las estructuras productivas del país sabe que, al menos en su estado actual, tiene el tiempo contado. Mientras viva Raúl Castro no se atreverán a mover ficha, pero cuando el casi nonagenario general parta, se sentarán a negociar sin pudor lo que haga falta, a cambio de que no se les lleve ante la justicia ni se les despoje de lo robado. Algo así como una versión tropical de la llamada «mafia rusa», o sea, aquellos funcionarios del PCUS y de la KGB que se apropiaron de las riquezas de la extinta URSS.

Mientras, cada día quedan más expuestos en su cinismo y más vulnerables son ante una juventud que expresa su rebeldía porque desterró de su mente el miedo, ese anestésico social que está en la base misma de la opresión que vive Cuba desde hace más de seis décadas.


‘Ritmos y campos de sentido’, la nueva exposición de Waldo Balart

Alberto Rojo Blas, alcalde de Guadalajara, España, invita a la inauguración de Ritmos y campos de sentido. Pinturas de Waldo Balart, exposición que abre sus puertas este viernes 7 de mayo a las 7:00 p.m. en el Museo Francisco Sobrino (Cuesta del Matadero 5, Gualajara).

Este artista internacional, nacido en Banes (Cuba, 1931) y residente en España desde hace décadas, «trae a Guadalajara una selección de sus obras más recientes», explican los anfitriones. «Un buen número de bellas pinturas en las que el ritmo, en cuanto a manifestación de energía en proceso primario, responde a las leyes de progresión y de contraste de fuerzas».

Una exposición abierta del 7 de mayo al 27 de junio de 2021, comisariada por María José Gutiérrez Muñoz y Ángel Llorente.

La pintura de Waldo Balart puede disfrutarse en el MoMA de Nueva York, en el Reina Sofía de Madrid, en el Museo de Arte Contemporáneo de Paraguay o en el Sammlung Grauwinkel de Berlín. Es considerado un exponente fundamental del Movimiento de Arte Concreto, con estudios de arte en el Museum of Modern Art de Nueva York entre 1959 y 1962. Reside en Madrid.

Un consejo en torno a la hospitalización de Luis Manuel Otero Alcántara

Tenemos un consejo: Necesitamos movilizarnos en otro escenario. Si no lo hacemos, el gobierno cubano va a capitalizar la acción de Luis Manuel Otero Alcántara a su favor porque está dando la imagen internacional de que:

  1. Lo están atendiendo
  2. No lo están dejando morir
  3. Lo llevaron a un hospital y
  4. Lo hicieron pasadas las cinco de la mañana, hora a partir de la cual, según el derecho, se pueden comenzar los registros y allanamientos, entre otros.

Lo que le están haciendo ahora nadie lo sabe. Ahí es donde hay que movilizarse.

Él es jurídicamente libre. En consecuencia, debe tener médicos de su confianza. No médicos del partido contrario a él. No médicos que sean de la Seguridad del Estado, etc. Él no es un preso. No está encausado. Tiene derecho a los médicos de su elección. Ese es su derecho. Debemos defendérselo.

También hay que exigir los nombres de los médicos que lo atienden. Investigarlos. Se necesita saber quién es el jefe de sala, quiénes entran y quiénes salen.


Texto en colaboración con el licenciado Faisel Iglesias


Comunicado del Movimiento San Isidro sobre Luis Manuel Otero Alcántara

Hoy se cumplen siete días de huelga de hambre y sed de nuestro compañero Luis Manuel Otero Alcántara, como último recurso para reivindicar sus derechos a la libre expresión artística. Tres exigencias justas, posibles y realizables, a saber:

1. Levantamiento del cerco policial en el que permanece desde el mes de noviembre de 2020, así como la erradicación del estado de sitio como práctica para impedir el libre tránsito de los y las artistas, periodistas y activistas

2. Devolución de las obras de arte que le fueran robadas e indemnización correspondiente por el daño que les han ocasionado a las mismas

3. Respeto al ejercicio de las libertades artísticas, de manera plena, de todos las y los artistas cubanos.

Hasta la fecha el gobierno no ha dado señales de deponer su posición, lo cual constituye una violación flagrante a los derechos humanos. El gobierno, ante los ojos de la comunidad internacional, se niega a respetar las libertades fundamentales y continúa abusando de su poder. Las detenciones arbitrarias y la represión contra quienes pacíficamente manifiestan su apoyo a Luis Manuel, han aumentado.

Agradecemos infinitamente la valentía de todas y todos, porque cada vez somos más, protegiéndonos, defendiéndonos como hermanos, en el amor por Cuba. Es allí donde en estos momentos nos estamos  reencontrando. Así como Luis Manuel quiere crear y disponer libremente de su arte, así nosotros juntos queremos vivir en paz, sin miedo, sin  miseria, sin persecución, como seres humanos dignos, entendiendo que las opiniones diferentes nos enriquecen y que el derecho a la vida es un principio inalienable.

Ningún cubano ni cubana debe morir por defender una idea. El gobierno de Cuba tiene la vida de Luis Manuel Otero Alcántara en sus manos.

Movimiento San Isidro


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