Inicio Blog Página 88

Mi cartel para el cambio en Cuba, convocatoria

El artista independiente Luis Manuel Otero Alcántara, el Museo de la Disidencia y el Movimiento San Isidro convocan desde Cuba a imaginar la protesta pública que tanto desean los cubanos amantes de la libertad. Hashtag: #MiCartelParaElCambioEnCuba

Convocatoria en Facebook

Imagina que el amanecer de mañana es distinto a todos los que has visto. Hay una algarabía inusual en el ambiente. Te conectas a las redes sociales y descubres que cinco millones de cubanas y cubanos están en ese mismo momento en las calles exigiendo sus derechos. ¡Es inminente el cambio de gobierno! Te quieres sumar. Tomas un lápiz, un pintalabios, un plumón, lo que tengas a mano, y escribes una frase en tu pullover y además haces un cartel para integrarte a la protesta.

¿Qué escribirías?

El artista Luis Manuel Otero Alcántara, junto al Museo de la Disidencia en Cuba y el Movimiento San Isidro, convocan a imaginar juntos la protesta pública que tanto deseamos. No mires esta acción como un sueño, describe en frases breves tu verdadero sentir. ¡Siéntete libre!

El 10 de octubre haremos un challenger donde todos subamos nuestro cartel.

Convocamos a todos para que lo compartan en sus perfiles.

También pueden enviarlos al correo: [email protected] o directamente al whatsapp del artista + 53 53063947.

La recepción será desde hoy, 22 de septiembre, hasta el propio 10 de octubre de 2020.

En una segunda etapa, se seleccionarán las 30 reacciones más atractivas, interesantes, divertidas y enérgicas.

Un jurado heterogéneo, en el que se incluirán políticos, artistas, activistas, miembros de la sociedad civil y gente de barrio, será el encargado de la selección.

Los resultados se expondrán en una pasarela creativa, virtual y física, después de la pandemia. En ella trabajará un colectivo de diseñadores para elaborar los pullovers y carteles profesionalmente.


 

Un poeta del desamparo y la iluminación

Bernardo Javier Castro Reyes

Estamos ante una voz nueva, poeta irreverente con un mundo rico de posibilidades y circunstancias adversas que lo hacen elevarse en el universo de la palabra.

Bernardo Javier Castro Reyes (24 de noviembre de 1975, Puerto Padre, Oriente, Cuba). Poeta, narrador y artista del performance. Primera Mención en Cuento en el concurso Tomasa Varona, 2004. Mención Poesía Portus Patris 2005. Premio III Salón de Arte Erótico 2009. Productor Teatral de los Grupos Huellas, Kaos Teatro, Total Teatro. Publicó, por Ediciones Santiago, Cuentos cínicos en 2018. Textos suyos aparecen en las publicaciones del Frente de Afirmación Hispanista, Ciudad de México.

Siempre hay preguntas que quedan pendientes. Bernardo, te haré las que en la entrevista para Otrolunes.com no se me ocurrieron en el transcurso de aquella conversación, entre una taza de café, un trago de vino y el arropamiento con las palabras de los amigos que llegan a casa y se quedan a contemplar y escuchar la plática que pareciera no tener fin.  ¿El amor te ha salvado?

Totalmente, pero aún me quedan trazas de rencor y aflicción. Bueno, supongo que de eso también brota la poesía. Actúo para ser mejor persona.

Acabas de publicar tu primer libro de poesía por Ilíada Ediciones en Alemania, ¿qué es Miscelánea?

Tres cuadernos en un libro que desea ecuanimidad. Meditación y compendio. Luto, estupor, exaltación. Pero dejo que el lector haga su propia lectura. Ojalá se convierta en un papalote, en un barco o en un valle del imaginario popular.

¿Carpentier, Reinaldo Arenas y Gabriel García Márquez?

Tres colosos, independientemente de sus ideas políticas o sus escándalos. Tres novelistas de cuidado, imprescindibles para Hispanoamérica.

¿Cómo es un día de Bernardo Castro?

Hago lo que puedo para redimirme en esta isla surrealista. Como dice el Kybalión: El Todo es una Creación Mental.

¿Vale la pena el esfuerzo de escribir un libro, llegar al límite de ponerse mal, en situación psicológica, para enfrascarse en una obra que después de concluida no sabes si alguna editorial se interesará o si tendrá al menos un lector?

El verdadero escritor no puede existir sin crear. Es como el aire que respira. Como la música en el oído. Como la luz. Esas escenas de tu alma dispersas en este valle de lágrimas. La ilusión pero a la vez el Dharma. El admirable ciclo. El encuentro contigo mismo en algo que traes al mundo y necesitas corroborar.

¿Joven literatura cubana?

Conozco poetas y narradores admirables de mi país. Doy gracias a Dios por ellos, por nuestros amigos en el camino a la luz. Y esos poetas y narradores de los que te hablo tienen sus edades, muchos de ellos se han mantenido vitales, a pesar de todo. Se puede tener 70 u 80 años y ser tan joven como cualquier veinteañero.

¿La vida y la escritura están en oposición?

Pienso que la escritura parte de una experiencia vívida. Ya sabemos que uno fantasea en la obra, a veces te vuelves hiperrealista, a veces optas por el surrealismo. Yo creo que en el fondo estamos buscando una verdad relativa (o sea, tu verdad). Asideros que te permiten ir construyendo una herencia.

¿Autores cubanos contemporáneos que creas necesario deberían conocerse y leerse dentro y fuera de Cuba?

Todos los que nacen en la irreverencia y son fieles testigos del tiempo que les tocó. No quiero mencionar nombres en específico, pero hablo de la historia marginal, de la valentía de sostener tus ideas contra viento y marea. Sé que no respondo tu pregunta. No caben en esta página todos esos seres maravillosos que a diario encontramos por ahí.

Eres narrador y poeta, ¿en qué genero te sientas a escribir con mayor comodidad?

En la poesía.

¿Vivir en Cuba enseña a vivir solamente con lo imprescindible? ¿Qué es vivir con lo imprescindible?

Tus valores. Tu memoria. Tu paz. Un amigo poeta me dijo hace días que cambia toda su obra por paz interior ¡Fíjate hasta dónde llega la necesidad!

¿Escritores indispensables para ti?

Perdonen que me extienda: Walt Whitman. Rabindranath Tagore. Fernando Pessoa. Oliverio Girondo. Jaime Sabines. Charles Bukowski. Gastón Baquero. Rafael Alcides. Wichi Nogueras. Heberto Padilla. Raúl Rivero. Maikel José Velázquez (guerrero de esta batalla compartida, hermano). Antonio Preciado. Kavafis. Baudelaire. JRR Tolkien. Cervantes. Víctor Hugo. Balzac. Alexandr Soljenitsin. Carson McCullers. Truman Capote. Richard Wright. John Fante. Jack Kerouac. William Faulkner. José Saramago. Milán Kundera. Mario Vargas Llosa. Gabriel García Márquez. Reinaldo Arenas (mi novelista cubano). Julio Cortázar. Juan Rulfo. Franz Kafka. Rafael Chaparro Madiedo. Dostoievski. Virgilio Piñera. Eliseo Diego. Oscar Wilde. Robert Grave. Stevenson. Edgar Allan Poe. Mary Shelley. Nietzsche. Hemingway. Allen Ginsberg. Bob Dylan. Leonard Cohen. Ezra Pound. Rainer María Rilke. Jorge Luis Borges. Haruki Murakami. D. H. Lawrence. Hermann Hesse. Chantal Maillard.

Naciste y viviste en Puerto Padre, una ciudad con mar, y te mudaste al interior, Las Tunas, aldea donde no existe un río caudaloso al cual irse una tarde cualquiera a ver las aguas cristalinas correr; en Cuba ya no existen esos ríos… ¿qué ganaste y qué perdiste en esa mudada?

En realidad nunca viví en Puerto Padre. Pasé los cinco primeros años en Vázquez, el primer año incluso en La Aguada de Vázquez y me reconozco guajiro. Por determinadas circunstancias tuve que venirme a Las Tunas (con mi familia) y aquí he vivido 39 años. Las Tunas es una aldea especial para mí, aunque no tenga mar y aunque no tenga río, pues lo que nos queda del Hórmigo es más bien un desagüe. Ya me despedí de Las Tunas en un poema que está en mi libro Tiempo. Yo ansío una ciudad con mar. Me parece que las ciudades con mar respiran puro y tienen ese movimiento que desarrolla tanto material como espiritualmente a los hombres. Así que es un viejo sueño y espero lograrlo algún día. Mi Puerto Padre amado es otra aldea.

¿Consideras que tu insilio es el lugar de la escritura o hay otros encierros personales y sociales?

El drama del hombre es el mismo aquí o allá. Eso está claro para mí hace tiempo. Los espacios de soledad son necesarios para escribir, sobre todo cuando no hay ruidos que desconcentren. La Libertad del individuo nace en su interior, como la satisfacción personal o realización. Está claro que el medio ambiente influye. La época. La historia psicosocial y tantos detalles en los que pudiéramos entrar ahora. Sin embargo, lo esencial es el compartir. Estamos en la tierra para eso, compartir nuestros bienes y lo que mejor sabemos hacer. Así prefiero mirarlo. Nunca me interesaron las alienaciones ni los fanatismos. Nunca. Yo prefiero pensar como Tagore: Ganaré mi reino, me voy a todas partes.

¿Escribes por dinero, por fama? ¿Por qué escribes?

Escribo por necesidad ontológica. Escribo porque no puedo dejar de hacerlo. Escribo porque si no lo hiciera, mi vida fuera un caos total. Me atrevo a decir que también escribo por necesidad fisiológica.

¿Qué cosas me faltan por preguntarte y quisieras contarnos?

Debo reconocer que esta es una pregunta original, desconcertante porque me dejas pensando. Me gustaría compartir con los lectores de la revista mi deseo de lograr ecuanimidad, cuando ya escribir sea un recuerdo grato y aún me queden fuerzas para ocuparme un poco del alma y su transición, Dios Mediante.

Para concluir esta otra taza de café amargo y nuestra conversación alrededor de tu creación y tu vida, quisiera que me hablaras de Vacío y Tiempo, tus próximos libros de poesía.

Creo que (junto a Miscelánea) son mis libros más redondos. Esto va a sonar cursi o repetitivo pero fueron escritos con sangre. A lo mejor me han costado varias vidas, a lo mejor no. Me parece que llegó el tiempo de darlos a conocer.


 

Horizontes del cangrejo

Armando Valdés-Zamora (Facebook)

Ya en Amazon Horizontes del cangrejo, el nuevo libro del escritor cubano, radicado en Francia, Armando Valdés-Zamora. Se trata de una compilación de historias que «transcurren en Cuba y Europa y se atribuyen a Cornelius Monteagudo, un enigmático intelectual francocubano de cuya existencia real se tienen pocas certezas».

«La aparición en La Habana de una copa robada en la tumba de Nerval en París, las confesiones de un Che Guevara refugiado en las montañas de Córcega y las pesquisas para encontrar un grabado iluminado de Cuba donde se profetiza la fecha de una cuarta nevada en esta isla del Caribe, son algunos de los relatos del libro», apuntan los editores de la Universidad de Guadalajara.

«Con un perspicaz manejo del humor, que interrumpe la aparente solemnidad de las intrigas, el autor expone aquí su sugestiva visión de una escritura literaria basada en la recreación de situaciones absurdas y fantásticas a través de la coincidencia lúdica de referencias culturales como el imaginario medieval europeo o la popular lotería cubana, conocida como la charada china».


 

El imperialismo ha muerto. ¿Podrá reinventarse el nacionalsocialismo postalita?

La isla que soñaba con ser continente (Sandra Ramos, detalle)

Un cuadro de la pintora Sandra Ramos —La isla que soñaba con ser continente— refleja mejor que cientos de cuartillas minuciosamente manuscritas la dimensión de lo cubano en algunas de sus vertientes sociológicas o sicológicas. En un primer plano aparece el malecón habanero; contra el muro y a lo largo de él se acomoda una serie de personajes típicos de la historia o la cotidianidad insular. Al fondo y al centro, sobre el mar, el conjunto sobredimensiona la figura desnuda de una mujer que sueña (esto último resulta particularmente definitorio).

La silueta de esa mujer es Cuba. El sueño de esa mujer —representado un poco más arriba de su rostro, a la derecha— es también la Isla, pero una isla enorme, imperial, que partiendo del Caribe atraviesa el Atlántico hasta alcanzar la costa surafricana. Redecorando el mapamundi, Cuba deviene objeto de su propio deseo: el de la isla que quiso, y de cierta manera tangencial todavía quiere, ser continente.

A partir de 1959, con el triunfo y la posterior institucionalización del castrismo, la ambición latente del cubano despierta a una realidad aparentemente propicia. Como en el cuadro de Ramos, la Isla adquiere una preponderancia política, y por extensión geográfica, que la aúpa a los primeros planos de la escena internacional. Las décadas del sesenta, del setenta y en menor medida del ochenta sirven de trasfondo a un clima de guerra fría en el que Fidel Castro se desenvuelve como pez en el agua. Cuba ya no es la llave del golfo desde un punto de vista comercial, sino geopolítico, y la llave no está ahí para abrir algo sino más bien para cerrarle una y otra vez las puertas a todo aquel que no abrace la religión oficial: el castrismo. Pero la influencia de la mayor de Las Antillas no se limita sólo a Latinoamérica, también desembarca en África e incluso en Europa y Asia. Se trata de la globalización de lo cubano, para emplear un término de moda. Hay algo de “destino manifiesto” en esta suerte de imperialismo tercermundista.

En un sentido sociológico, el castrismo ha sido el altoparlante a través del cual se ha expresado lo peor de Cuba. Lo peor pero también lo más idealista: ese nacionalismo cubano histriónico, despistado, pretencioso como pocos, que durante más de un siglo ha sido incapaz de fraguar la nación y/o civilizar el país en cualquiera de sus variantes, ya sea como aliado u opositor de Estados Unidos. Un nacionalismo que, como todo populismo, rebasa lo ideológico por la izquierda y por la derecha. Pan duro con Reality Show.

Cuba es la pachanga mezclada, lo terrenal en su versión más impura y, por lo tanto, más completa: lo asiático, lo africano, lo europeo e incluso lo indígena se dan cita en ella. Cuba es el faro —punto de referencia entre el norte y el sur—, la insularidad andante y, sobre todo, el espejo que hasta 1959 reflejó en Latinoamérica el desarrollo norteamericano, y con ello la modernidad.  Así, la vocación de universalidad que alimenta el espíritu egobiado de la sociedad cubana se da de bruces, ya derrocado Fulgencio Batista, con su interpretación y su instrumentación. El instrumento y el intérprete son en este caso la misma persona. Cuando la revista Bohemia publica en gran tirada la imagen de un jefe de la revolución cuyo supuesto parecido con Cristo es resaltado hasta el delirio, no está retratando una realidad, sino expresando un deseo. El deseo postalita, la ambición de trascendencia de un pueblo que se endiosa a sí mismo por medio de su “salvador”.

Enseguida Fidel Castro se volvió, a los ojos del cubano que “se creía cosas” —hipnotizado por los fuegos de artificio de su agobio (egobio), de su desaforada arrogancia—, una especie de síntesis o expresión simbólica de lo criollo. Ya no se trataba sólo del Dios, del Mesías, sino del cubano típico, característico, él y todos al mismo tiempo. Castro era el pícaro, el que aprovechaba cada coyuntura con habilidad de chulo de barrio. El temerario, el alardoso, el que le guapeaba a María Santísima. El hablantín, el “genio estable”, el adivino. El gran comediante, el vendedor de chatarra por antonomasia. El populista, en fin: el Mussolini, el Chávez, el Führer caribeño, suerte de Comandante en Fake a la cabeza del disparatado, y contraproducente, circo nacionalsocialista.

Así, cuando decide conquistar el mundo para la causa del comunismo (léase, en realidad, del castrismo), el difunto llevaba a la práctica ese nacionalismo de pacotilla que, por contra, tiene conciencia y raíz universales, y lo hacía desde una cubanidad visceral, tentativamente imperialista. En él se entremezclan y convergen lo mejor y lo peor del carácter insular, aun cuando lo peor predomine en este caso, siempre, sobre lo mejor.

Pero tampoco hay que exagerar. Hablaba al principio de un segmento de la población egobiado, está claro, aunque ese segmento —ahora mayormente oportunista o crecientemente apático— redondee el coro dentro de un sistema que reprime, excluye o controla cualquier clase de disidencia, y ello parece ser lo que cuenta. En cualquier caso, los años ochenta, o sesenta, no son los dos mil. Agotado el proyecto idealista, hecho polvo el máximo charlatán, hoy sobrevive fundamentalmente la estructura sociomilitar: la arrogancia parasitaria —enorme paradoja— y el miedo a la libertad, a la responsabilidad, en manos del aparato de control totalitario.

El imperialismo ha muerto. ¿Alcanzarán el egobio, el casco y la mala idea para sostener a Díaz-Canel o a los hijos de Raúl y relacionados? ¿Podrá reinventarse el nacionalsocialismo postalita?


 

¿Ya no tan cerca del monstruo?

El Hueco (Ilíada Ediciones), de Ana Rosa Díaz Naranjo, es una impresionante novela de personajes. Desde las primeras páginas, el lector se ve arrastrado a la respiración de este monstruo, en un ambiente rústico, opresivo, desigual. La narradora, hábilmente, entroniza la devoción a la Virgen de la Caridad en estas vidas que desgrana como el maíz a las gallinas del patio, como el testimonio de un lugar tan perdido como encontrado en nuestras consciencias, la fealdad del pasado y las malas acciones del presente que definen el destino de cada cual.

Odio. Rencor. Fragilidad. Víctimas. Ansias de trascender el cepo de una realidad sellada por la miseria y la pobreza espiritual. Así se va tejiendo el conflicto. Lenguaje directo, sin decorados,  haciendo honor a los personajes que presenta y que se presentan (de pronto) en los miedos del lector, en su curiosidad sin límites.

Muchos hasta pensarán que exagera, que en varios pasajes acude al efectismo, y es imposible presenciar historias como estas en los campos de la Cuba del siglo XXI. Mas yo, que provengo de monte adentro, sé perfectamente que a diario, allí donde el diablo da los últimos tres gritos y casi nadie se acobarda, suceden cosas como estas y peores. Aunque difícilmente haya cosas peores en cualquier parte del globo terráqueo.

La semántica es concisa. Narra desde las vísceras, con un agudo sentido del humor en la jerga y en las poses, influenciada también por sus propias vivencias. Poética del abandono. Himno a la voluptuosidad “del cubano de a pie” y sus horrores,  sus clamores, sus deseos más queridos cuando parece que ha tocado fondo. Y sigue arañando una verdad fantasmal pero necesaria en la fucking novedad que nos anima a seguir respirando, ya no tan cerca del monstruo… o quizá más cerca de lo que suponemos.


 

Cuba trató de manipular al BID

Mauricio Claver-Carone

Las cosas no van bien para el Socialismo del Siglo XXI. Esa es otra mala noticia para Cuba. La estrategia contra Mauricio Claver-Carone, el electo presidente del BID, fue formulada por los experimentados operadores del Ministerio del Interior cubano, el tristemente famoso MININT. Querían castigarlo a cualquier costo.

Alberto Fernández, presidente de Argentina, y Andrés Manuel López Obrador –AMLO para sus amigos y enemigos–, el mandamás de México, se prestaron para ello. Quisieron dilatar la elección del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para que no nombraran al cubanoamericano Mauricio Claver-Carone.

No pudieron. Como ambos tienen buena información, suministrada por sus embajadas y por el MININT cubano, pensaban que Joe Biden tenía unas magníficas posibilidades de ganar las elecciones del 3 de noviembre. “Muerto el perro (Trump), terminará la rabia washingtoniana pro Claver Carone”, solían decir los agentes sotto voce.

¿En qué se equivocaron? Sencillo: el circuito La Habana-Caracas-Managua carece de recursos (se los han robado todos) y Lula da Silva, Evo Morales y Rafael Correa, los apóstoles del “Socialismo del Siglo XXI”, han sido condenados por peculado y fraude. En el caso del boliviano, además, pende sobre Evo la fea acusación de pedofilia y estupro.

Es una corriente de pensamiento afortunadamente liquidada o muy débil. Gustavo Béliz, el economista argentino que Alberto Fernández se había sacado de la manga tras pedírselo La Habana por medio de Cristina F. Kirchner, ni siquiera tuvo el apoyo de los países del Mercosur. Brasil, Uruguay y Paraguay votaron a favor del cubanoamericano, no sólo porque era un buen abogado con experiencia en la banca internacional, sino porque les parecía ridículo el argumento de que “no era un latinoamericano”.

Era como oponerse a Luis Alberto Moreno, el anterior presidente del BID, porque había nacido y estudiado en Estados Unidos. O a Enrique Iglesias, un gran funcionario, porque nació en España (es asturiano) –también expresidente del BID- y ostentaba la doble nacionalidad (uruguaya y española). Circunstancia que le fue muy útil para ocuparse de las “Cumbres Iberoamericanas” cuando abandonó la presidencia del BID y se radicó en Madrid.

Lo asombroso es que cayeran en la trampa urdida por el MININT dos políticos experimentados como Patrick Leahy, senador de Vermont (un viejo conocido de los handlers cubanos, aunque él no lo sepa), y Josep Borrell, una especie de Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, miembro prominente del PSOE, anticomunista y antinacionalista de la cuerda de Felipe González.

El MININT le disparó todo su arsenal a Claver-Carone. Primero, el senador Leahy, vicepresidente del “Comité de Asignaciones del Senado”, amenazó veladamente en oponerse a entregar los fondos de capitalización que presta Estados Unidos por medio del BID. No surtió efecto.

Después los operadores del siniestro organismo consiguieron que seis expresidentes iberoamericanos firmaran una carta feroz contra Claver-Carone, en la que se hablaba de la “dignidad” latinoamericana, supuestamente herida por ese nombramiento, y se pedía el aplazamiento hasta marzo de la selección del nuevo presidente del BID. Tampoco les hicieron caso.

Por último, lograron que Borrell que, por lo demás es un hombre sensato, involucrara a la Unión Europea -lo que no cayó nada bien en la Institución- en la estrategia para impedir que el cubanoamericano fuera elegido como presidente de la entidad clave en el desarrollo latinoamericano.

¿Por qué ese empeño del MININT en destruir a Claver-Carone? Porque no le perdonan que utilizara sus destrezas de abogado bancario para ayudar a localizar a los ladrones venezolanos de fondos públicos. O que siguiera la pista de las desvergüenzas de Odebrecht en media América, incluido el Puerto de Mariel, donde se robaron y repartieron 201 millones de dólares, más del 20% de la inversión brasileña desembolsada. Y, obviamente, porque lo señalan de ser el dedo acusador detrás de la cascada de sanciones que les han caído a numerosos pillos latinoamericanos.

Afortunadamente, si las elecciones las ganan los demócratas de Biden, como provisionalmente apuntan las encuestas, van a continuar las sanciones. Es, como se supone que sea la política exterior: una estrategia bipartidista. No debe olvidarse que el 9 de marzo de 2015, el presidente Barack Obama comenzó la era de las sanciones cuando les revocó la visa a siete funcionarios venezolanos cercanos a Maduro.

En esa oportunidad Obama declaró que Venezuela era una “amenaza inusual”, sin advertir la incongruencia de, simultáneamente, restablecer relaciones con Cuba, que era el poder detrás del trono. Venezuela sigue siendo una amenaza inusual no sólo para Estados Unidos sino para sus vecinos latinoamericanos, como no se cansan de denunciar los congresistas demócratas y republicanos del sur de la Florida. Continuará, pues, el acoso.


 

Rosa María Payá, Premio Internacional de Liderazgo CHLI Ileana Ros-Lehtinen

Lincoln Díaz Balart, presidente de CHLI, interviene durante un evento de la organización

El Instituto de Liderazgo Hispano del Congreso (CHLI) entregará en Noche de Gratitud virtual, el próximo 30 de septiembre, de 7:00 p.m. a 8:00 p.m., el Premio Internacional de Liderazgo CHLI Ileana Ros-Lehtinen a la opositora Rosa María Payá, líder de Cuba Decide, por su defensa de los derechos humanos y su liderazgo global.

“Rosa María Payá viaja por todo el mundo como defensora de los derechos humanos y por la democracia para Cuba, controlada por los comunistas”, apuntó CHLI en un comunicado.

Este año es el 16º aniversario de CHLI y, en lugar de su tradicional gala de premios, en tiempos de Covid-19 tiene lugar este encuentro de manera digital. “Al igual que con nuestra gala tradicional, nos relacionaremos con miembros del Congreso, funcionarios electos y designados, líderes cívicos, internacionales y diplomáticos, así como ejecutivos de Fortune 500”, explicó el comunicado.

“CHLI no ha sido inmune a los cambios provocados por el Covid-19 y, como organización sin fines de lucro, la seguridad y el bienestar de nuestros pasantes líderes globales de CHLI, becarios de comunicaciones, así como nuestro personal, miembros de la junta y asesores, ex alumnos de CHLI y los amigos y la familia, son primordiales”, añadió.

CHLI también honrará al senador Roy Blunt y al representante Pete Aguilar con el Premio al Liderazgo en el Servicio Público, “aplaudiendo su compromiso de promover la diversidad de pensamiento de la comunidad hispana. El senador Blunt ha representado a Missouri durante más de una década y, a lo largo de su carrera de servicio público, ha demostrado un profundo compromiso con su electorado y con nuestra nación. Representante del distrito 31 de California, el representante Aguilar retrata la misión y los valores de CHLI del trabajo arduo, la educación superior y el servicio público”.

Para registrarse: https://www.chli.org/gala

Camila Lobón desdramatiza la historia para verla desde otra perspectiva

Dicen que las rubias son tontas. Cuando alguien expresa esto no sé a cuáles rubias se refiere. Dado que el mundo de las artes ha aportado rubias tan trascendentes como Marilyn Monroe, y en las artes visuales cubanas a Camila Lobón (en relación a su generación), este lugar común carece de sentido.

En su generación millennials, Camila es una promesa a trascender en los anales de la manifestación que desempeña. Marca una pauta sobre sus contemporáneos siguiendo una ruta propia que da autenticidad a su arte. Su estilo novedoso, que hace que el espectador pueda dudar de si está en presencia de una escritora o de una artista visual, se acompasa con gran armonía a las ideas y conceptos que conforman las bases de su trabajo. En su obra no hay elementos casuales o colocados al azar, ella sabe lo que hace a la hora de expresar cada tesis para así utilizar los recursos necesarios en pos de comunicar de forma clara y, a la vez, con la frescura e ingenio de su juventud.

Siempre que se habla de Camila Lobón se piensa en una artista visual, pero en tu trabajo hay tanto de artes visuales como de literatura. ¿Qué significado tienen en tu obra ambas manifestaciones?

Yo me gradué primero de la Vicentina, la escuela de artes de Camagüey, pues soy de allí, y luego entré al Instituto Superior de Arte (ISA), donde me gradué el año pasado. En el ISA hice fotografía, video, etc. En tercer año es que empiezo a conformar los libros ilustrados. Realmente a mí no me gusta escribir, la literatura es algo a lo cual le tengo mucho respeto. Pero cuando comencé a dibujar me gustó como una herramienta para narrar. Entonces tenía como muchas ideas e historias en la cabeza que quería contar, entendiendo el arte como un medio para narrar historias y, bueno, comencé a hacer estos libros con un complemento textual, pues utilizan un poco la estética del libro infantil y del fotolibro.

El texto es más bien como una guía para entender la historia o para contar lo que la imagen no puede narrar en su totalidad. Lo escrito está hecho en un lenguaje muy simple y sintético, pues juega con el producto de la literatura infantil.

¿Los relatos de tu libro Depósito familiar parten de un anecdotario familiar o son el resultado de una fórmula compuesta por realidad, historia y ciencia ficción?

No hay ciencia ficción en el libro. Ese libro parte como una colección de objetos que existían en la casa de mi familia, los cuales contenían historias que yo había escuchado de niña o de adolescente y muchas otras que fueron surgiendo a medida que yo preguntaba y me iba enterando también de la historia familiar. En el libro utilicé esos testimonios objetuales como pretexto para contar anécdotas familiares específicas que hablaban del contexto social y político del momento, demostrando así el desatino del proceso revolucionario desde el 59 a la fecha.

Todos los objetos aún se conservan, de hecho la obra se presentó en la última bienal en una exposición independiente del curador Abel González titulada “Un fanático de Rockefeller, un discípulo de Jrushchov”. Se presentó el libro como tal, pues hice 100 ejemplares. Allí regalé 50 más otros 50 en mi tesis.

A mí me ayudó a reconciliarme con la historia familiar y a entender también todo ese compendio de locura y esquizofrenia que uno percibe en el entorno. En el libro se muestra cómo en una misma familia conviven todo tipo de situaciones. Están dentro de un mismo núcleo: los que con el triunfo de la Revolución se empoderan porque pertenecen a una clase militar o están integrados a ese proceso revolucionario y los que son expropiados, como pasa en la historia del aserradero y trae como consecuencia el encarcelamiento de un tío de mi abuela.

¿Qué objetivos tienes cuando utilizas códigos en tus libros que son atrayentes para los niños pero el mensaje en verdad va más allá del entendimiento de los infantes?  

Los libros juegan con esa estética pero realmente no son para niños, aunque sí los han leído varios hijos de amigos cercanos y los han comprendido. Yo quería contar el contexto social y político cubano pero no me interesaba reutilizar los mismos códigos y símbolos visuales o históricos que se han manejado para hablar de eso. Buscaba más hacerlo en un tono completamente nuevo.

Entonces para contar esas historias dolorosas y difíciles intenté por lo menos hacerlo más ameno, utilizando tonos sarcásticos y juguetones en los que se pueda comprender eso.

El primer libro que fue el del Zoológico, surgió por una historia con mi hermano. Un día hizo una pregunta de escándalo: por qué Fidel y Raúl tenían el mismo apellido. Claro, él no creció con todo ese peso político y simbólico encima aunque es pionero y se ha educado en el mismo adoctrinamiento ideológico de las escuelas. Pero hay otra desconexión histórica y no hay una cercanía, digamos emocional, tan fuerte como la han tenido otras generaciones.

En el caso del libro, yo me pensaba eso. Este niño –mi hermano, pues es dedicado a él– que llega a un zoológico que es una metáfora de lo que es Cuba y se encuentra con una realidad que no puede comprender porque resulta absurda. Claro, cómo contar eso. Bueno, yo busco no tener la rigidez del hombre comunista e intento un poco hasta buscar el sentido del ridículo, como diría Almanza: “el sentido de poder reírte de ti mismo y poder a la vez poner en perspectiva lo absurdo”. Yo busqué entender la historia desde un tono contrario al tono oficialista y poner en crisis todos esos símbolos y estereotipos y explicar de forma simple lo que no lo es, la libertad o los valores que no se deben perder de vista y requieren ser conservados.

Háblame de tu compromiso como artista con la sociedad y el cubano de a pie.

Mi trabajo ha consistido en el rescate de una memoria individual desde la comprensión de esas pequeñas historias humanas que se han ido perdiendo en el gran relato oficial, ante al monstruo que es la realidad en un sistema totalitario. Siempre he apelado a buscar esa condición humana que nos hace reconciliarnos con la realidad y estas historias me han permitido poder conversar con mi familia y con personas que me preceden sobre lo que es Cuba y su realidad política. De alguna manera reconciliarme con eso y que ellos se reconcilien también con ese pasado.

Casi todas las historias tienen un tono quizás pesimista, pues cuentan hechos de decepción y la desilusión de todo el que ha vivido durante estos sesenta años en Cuba. Pero solo en esa decepción o en el momento de iluminación del ser individual, y por lo tanto del ser social, se encuentra ese valor primario y ese sentido de la libertad y la conciencia.

En mi obra lo que hago es recuperar esas historias que cuando las tiras contra el macrorrelato destruyen el sentido absolutista con el que se ha intentado vender Cuba. Creo que ese sentir social comenzó a volcar mi trabajo en un criterio y un comentario sobre la realidad.

También la posibilidad de acompañar desde muy joven a personas y artistas independientes con una fuerte conciencia social me ha hecho como que entenderlo e interiorizarlo más, y saber que la única forma de poder combatir toda la arbitrariedad que se vive es precisamente creando y construyendo espacios diversos.

En Camagüey conocía a Rafael Almanza y la peña que organiza, entonces estaba muy clara de lo que representa en Cuba ser un intelectual  o un artista y lo que simboliza también tener conciencia política. Pues representa un enfrentamiento sí o sí con el sistema. Algo que en el mundo es normal pero aquí no está naturalizado y es tan sencillo como el acto de disentir, de tener conciencia y criterio propio del aspecto que se crea sobre la realidad.

También estando como en cuarto año del ISA vino lo del Decreto 349 y, como formaba parte de un colectivo de artistas independientes con este tipo de inquietudes, comenzamos a pensarnos cómo reaccionar ante esta nueva política cultural que en un final no decía nada nuevo, simplemente era otro reflejo de la violencia contra todo ejercicio intelectual y creativo independiente. Eso me fue aclarando un poco más todas estas ideas e incluso reafirmar mi responsabilidad ciudadana con lo que sucede. Todos hicimos eso, no como artistas solamente sino como entes sociales, pues muchas de las personas que participamos en esa campaña no íbamos a ser precisamente el objeto de ese decreto. Pero llega el punto en que te das cuenta que tienes que reaccionar contra lo que está mal.

¿Cuáles son tus esperanzas respecto a Cuba y su situación?

Tengo 25 años, creo que soy joven, pero por mi trabajo, las historias y todo lo que uno carga, ya naces con un cansancio histórico tremendo de no experimentar o no tener la esperanza de que existan cambios sociales o de que uno mismo no tenga las herramientas prácticas para luchar por ese cambio inmediato, necesario en el contexto y la sociedad cubana.

Las esperanzas que tengo son ningunas, la única cosa que me motiva diariamente es apelar a lo humano y entender cada proyecto como un medio para la socialización y la creación de comunidades para entendernos y entonces, después, poder comenzar a debatir y tener discusiones políticas.

Eso es lo que me sostiene. Uno crece y conoce a muchas personas con grandes calidades humanas y talentos que increíblemente siguen naciendo en este país, y creo que uno tiene que aferrarse a eso, a las personas y a los seres humanos que transmiten una conciencia de que se debe luchar o tratar de vivir con las mayores libertades posibles y sin la mayor cantidad de prejuicios políticos, morales o los que sean, posibles.

Yo, como generación, todavía no me he planteado la posibilidad de irme del país de manera inmediata… pero uno nace y todo el tiempo está recibiendo el mandato de hablar bajito para no meterte en problemas, o irte del país.

Yo por ahora he tenido la inmensa suerte, además por los seres humanos que me rodean, de entender que también existen caminos y estrategias de supervivencia y creación que puedan abrir más espacios de discusión. Si no tienen un impacto inmediato, sí son fuerzas de empuje para que esa realidad se mueva hacia el punto que uno quiere.

Lo he visto y vivido con mi trabajo. A mí me tuvieron casi que graduar porque mi trabajo era incómodo para la institución en la cual lo presentaba. Lo vi también con el Decreto 349.

¿No crees que el Decreto 349 haya podido desvirtuar la atención sobre temas y fenómenos más importantes que estaban ocurriendo en aquellos momentos, como el de la Constitución y las elecciones?

El Decreto yo creo que fue como una brecha para la comunidad cultural, donde pudo hacer resistencia como comunidad y defenderse a sí misma frente a una discusión mucho más grande, como el debate constitucional. Incluso una discusión casi imposible de ganar. De hecho, lo que yo experimenté al menos fue que esta lucha significó una revitalización del sentido de comunidad entre los artistas. Se vio la unión de dichos creadores pertenecientes a espacios diferentes por una misma causa, y todos se entendieron a sí mismos como comunidad.

Cuéntame un poco de la experiencia de trabajar en el Instituto de Activismo Hannah Arendt…

Estando en lo del 349, Tania Bruguera me invita a formar parte del equipo de trabajo del Instituto y realmente ya estaba clara y consiente de que me iba a mover en un espacio independiente. Hice una exposición bipersonal en 2018 con un amigo, Juan Pablo Estrada, en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, pero después de eso yo misma me fui colocando en una zona al margen de la institución, también porque esto del 349 me llevó un poco a ello. Mi tesis la hice en el espacio de Solveig Font, que cura ella en su casa y, bueno, tengo muy claro eso de que no necesito un espacio institucional para exhibir y mostrar mi obra.

Entonces, cuando Tania me invita por supuesto tenía la referencia de ella como artista a la cual respetaba y admiraba. Me encantó la idea del proyecto y el fin de arrancar con programas de premios, de residencias, de empoderamiento y revitalización de estos espacios culturales independientes para la acción ciudadana. Comencé en el Instituto y ha sido una experiencia sorprendente. El trabajo ahí es una de las cosas que me entusiasma mucho porque ya no es solo mi labor como artista, es también la función de gestora o coordinadora de otras acciones concretas que están directamente fomentando y empoderando la actividad artística independiente. También algo fantástico es la comunidad en la que se ha convertido el Instituto.

Ahí he tenido el lujo de coordinar talleres y encuentros con artistas y activistas nacionales e internacionales súper prestigiosos y de gran respeto. A medida que he ido trabajando ha sido como un espacio de aprendizaje en todos los aspectos.

Como aquí es ilegal la fundación de cualquier organización o institución independiente, el Instituto vive en ese margen; entonces se ha convertido en un espacio para apoyar y acompañar las otras iniciativas de proyectos que existen y que, por razones políticas o culturales, son de alguna manera marginados.

Ese trabajo para mí es muy importante porque se trata de algo objetivo, productivo y necesario; más en el contexto cubano, pues constituye un espacio libre y abierto para tener todo tipo de debates culturales, artísticos, éticos, estéticos, políticos, etc.

También es complejo, ya que necesariamente me coloco en un espacio de riesgo mucho más evidente, como quiera que sea te expones más al aparato de los ataques. Pero eso para mí no ha sido nada nuevo ni sorprendente.

Es algo muy loco, pues por tu condición de artista y ser pensante de 25 años te conviertes en interés para la Seguridad del Estado. Una sabe que es así y aunque está ya naturalizado no es normal. Te convierten en oposición política cuando yo solo soy una ciudadana que defiende lo que es justo.No soy una opositora política, soy una artista.

En estos momentos las desavenencias con el poder son disímiles y el sector del arte está asumiendo posturas críticas ante lo que sucede en la sociedad. ¿No te preocupa que la escena política existente pueda ser un medio para que ciertas personas se validen como artistas y en un futuro lo que hoy parece un remedio se convierta en otra problemática del arte hecho en Cuba?

No me preocupa. Precisamente ese argumento lo usábamos nosotros en toda la discusión que suscitó lo del 349 respecto a la oficialidad, que quería normar lo que era o no arte bajo un criterio que no se atreven a tener ni los críticos ni los propios artistas. En el mundo ahora mismo nadie puede decir qué cosa es arte y qué no es arte.

Eso naturalmente la sociedad y el público que lo consume lo validan como tal y a largo plazo la historia y la crítica lo colocan en su lugar. Esa vieja discusión de qué es política y qué es arte está, creo, bastante desgastada. Es muy difícil incluso decir hasta qué punto es arte, hasta qué punto es activismo. El arte ha asumido muchas estrategias creativas y es natural ahora mismo que se vincule con otras disciplinas asociadas como la antropología, la sociología, la literatura y el propio activismo social.

A mí no me preocupa, dado que no le toca a nadie regular, normar ni legislar qué cosa es arte y qué no. Claro que la política da cobertura a muchos tipos de oportunismos. Ese argumento se suele utilizar con artistas como Tania o Luis Manuel únicamente dentro de Cuba. Afuera está ampliamente incorporado que el arte es una disciplina más de la vida, incluso es un modo de vida más, y que se puede ejercer vinculándose con otros elementos y generando otros espacios de discusión.

Le toca a cada quien, desde su formación o background cultural, decidir cuándo una obra le convence o no, o cuándo funciona como obra de arte o no.

Sí, pero hay artistas que antes de tocar la política no tenían especial visibilidad y después de ella se convierten en un boom o un fenómeno…

La política es un show en todas partes y es farándula también. Y no solo la política, sino apelar a cualquier tipo de estrategia de escándalo social crea un foco de atención inmediato sobre lo que sea que estás haciendo. Si como artista has proporcionado cualquier tipo de escándalo, por supuesto que eso conlleva a una visibilidad y claro que puede ser una herramienta para buscar la visibilidad o la validación artística.

No creo que en Cuba sea una práctica aunque, como las permisibilidades para la expresión son tan limitadas, cualquier cosa genera un escándalo. Pero ya eso no es responsabilidad del artista. Incluso si el artista ha contemplado eso entre las posibilidades de lo que va a pasar con su obra, son la sociedad y la realidad que está viviendo las que está haciendo un escándalo según sus propios códigos y sus propias capacidades.

Cuando hice este libro de Zoológico hubo profesores en el ISA que me cuestionaron por qué usaba la figura de Fidel en el libro y me sugerían que utilizara otros códigos no tan literales. A ver, el arte tiene derecho a ser literal. Pero además, si esto no fuera Cuba y viniera un artista americano ahora con una sátira de Trump, se le reiría la gracia. Estaría normalizado el hecho de que el arte pueda manejar criterios que entiendan maneras más o menos metafóricas. Entonces tengo derecho a utilizar la imagen, porque es una imagen, no otra cosa. Es un símbolo y quiero usarlo.

Pero eso puede ser un motivo de escándalo y puede usarse como estrategia para llevar un discurso político radical que ya sabes que inevitablemente aquí te va a dar algún tipo de visibilidad, lo cual en mi caso particular no ha pasado. Entonces esa herramienta únicamente funciona cuando la sociedad está en un estado de escandalización o susceptibilidad acentuado, o tenga temas tabú, ya sean políticos, morales o del tipo que sean.

Con el mismo performance de Luis Manuel Otero de la bandera, que fue el que generó todo el gran problema y su encarcelamiento, todo el mundo se alarmó. Otro artista hubiese hecho esa misma obra en otro contexto más libre y esa discusión quizás se hubiese tenido a nivel intelectual, estético, moral, pero no hubiese llevado a la pretensión del Estado de criminalizarlo.

Pero a la sociedad le gusta lo prohibido y cuando se criminaliza algo genera un efecto de mayor visibilidad…

Claro, cuando se criminaliza o se convierte en tabú un asunto evidentemente se le está visibilizando. La idea es poder debatirlo abiertamente y poder buscar estrategias de gestión y resolución de conflictos que no sean la criminalización de un símbolo o un tipo de conducta.

En el caso de Luis Manuel pasó eso… entonces es como: ¿él está buscando en el escándalo una visibilidad como artista? No, o yo creo que no. Yo creo que sencillamente está, desde el arte, cuestionando una realidad y una legislación que existe y no es justa o no le parece justa, y ahí viene un escándalo. Claro, hay una ley que no lo permite.

Pero lo que te quiero decir es que no hay que presumir que el artista necesariamente esté buscando una visibilidad yendo contra lo prohibido. En lo que hay que pensar es en qué es lo prohibido y si es justo que esté prohibido.

Entonces el arte funciona como una herramienta para poner esa discusión en la palestra pública y generar un debate. Y sí, claro, puede ser una estrategia para visibilizarse, pero todo depende de la susceptibilidad o de las represiones y restricciones sociales o estatales que haya respecto al conflicto que el arte está proponiendo.

Ese sentido y manera de llevarlo constituyen una forma de abrir un poco más esos espacios cerrados o tabúes. Entonces, bueno, vamos a discutirlo y vamos a traerlo y eso es muy positivo. El arte puede ser escandaloso o no; lo que no puede ser es aburrido, que es lo que sucede mucho también.

A mí lo que me preocupa más es que se utilice solapadamente como herramienta para banalizar esas discusiones. Es decir, que la política en el arte se ponga en función de disfrazar o de empaquetar un producto realmente comercial. Que también puede ser una práctica en Cuba, porque por la historia política que acarreamos también sucede eso, que el arte puede fácilmente convertirse en un suvenir político. En un suvenir para el consumo internacional de la realidad cubana y eso es mucho más peligroso. También es válido, a mí qué me importa, pero es peor que cuando genera un escándalo o una discusión pública.


 

Narrativa: Isbel González y Yusimí Rodríguez ganan Premio Deslinde 2020

La fórmula de Drake, colección de cuentos del escritor cubano Isbel González, residente en New Jersey, y La otra guerra de los mundos, cuaderno de relatos presentado por la también escritora cubana Yusimí Rodríguez, residente en Madrid, son los libros ganadores de la Beca de Verano Deslinde 2020 en la categoría Narrativa, anunciaron esta semana los organizadores.

Ediciones Deslinde convocó en julio pasado a la “Beca de Verano Deslinde 2020” en los géneros de poesía y narrativa, «para escritores en idioma castellano de cualquier nacionalidad o lugar de residencia». El proyecto, «en época de Covid-19 y confinamiento», ofreció una nueva oportunidad «a autores de habla hispana que nos envíen sus propuestas de publicación en dos géneros: poesía y narrativa”.

En la categoría Poesía, el premio correspondió a los escritores españoles José Luis García Herrera y Emilio Ballesteros.

Al final, explicaron los organizadores en la nota de prensa a propósito, «en ambos géneros —Poesía y Narrativa— han quedado igualados dos títulos con la máxima calificación. En las bases de la convocatoria se prometía escoger un libro ganador por género, pero la editorial ha decidido respetar la votación y, por tanto, ambos premios se entregan esta vez compartidos».

Para leer la nota de prensa: https://www.deconcursos.com/se-fallan-los-premios-deslinde-2020-


 

Adolfo Bioy Casares

Todos sabemos que el argentino Adolfo Bioy Casares es uno de los grandes escritores de Hispanoamérica. Todos o casi todos hemos temido que su grandeza palidezca en alguna medida por efecto de la luz cegadora de Jorge Luis Borges, su entrañable amigo y cómplice literario. Pero justo ese riesgo le permitió a Bioy Casares ratificarse. La pequeña joya narrativa que sigue fue extraída de su antología La invención y la trama.


La salvación

Esta es una historia de tiempos y de reinos pretéritos. El escultor paseaba con el tirano por los jardines del palacio. Más allá del laberinto para los extranjeros ilustres, en el extremo de la alameda de los filósofos decapitados, el escultor presentó su última obra: una náyade que era una fuente. Mientras abundaba en explicaciones técnicas y disfrutaba de la embriaguez del triunfo, el artista advirtió en el hermoso rostro de su protector una sombra amenazadora. Comprendió la causa. “¿Cómo un ser tan ínfimo —sin duda estaba pensando el tirano— es capaz de lo que yo, pastor de pueblos, soy incapaz?”. Entonces un pájaro, que bebía en la fuente, huyó alborozado por el aire y el escultor discurrió la idea que lo salvaría. “Por humildes que sean —dijo indicando al pájaro— hay que reconocer que vuelan mejor que nosotros”.


 

Usamos cookies para brindarle la mejor experiencia posible en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio, acepte nuestro uso de cookies.
Aceptar
Privacy Policy