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Pen Internacional pide libertad de Roberto Quiñones

«Liberen inmediatamente al poeta y periodista Roberto de Jesús Quiñones Haces», pidió este jueves el PEN Internacional.

El poeta, narrador, abogado y periodista independiente «fue brevemente detenido en abril de 2019 mientras realizaba una cobertura periodística para el sitio CubaNet. Quiñones Haces fue liberado cinco días después y multado durante su detención por una conducta que supuestamente constituía ‘desobediencia’ y ‘resistencia'», señaló el organismo. «Después de negarse a pagar la multa, fue sentenciado a una pena de prisión de un año el 7 de agosto y detenido el 11 de septiembre de 2019. Durante su encarcelamiento, Quiñones Haces ha desarrollado problemas de salud debido a las condiciones de detención y, según los familiares del escritor, está particularmente en riesgo por Covid-19».

“PEN International cree que Roberto de Jesús Quiñones Haces es víctima de la censura en Cuba y que su detención viola su derecho a la libertad de expresión. Estamos preocupados por su salud, y pedimos que sea puesto en libertad inmediatamente”, dijo Carles Torner, Director Ejecutivo de PEN International.

Más información en la página del Pen:

https://pen-international.org/es/noticias/cuba-liberen-inmediatamente-al-poeta-y-periodista-roberto-de-jesus-quinones-haces

Otro logro de la robolución: El nasotruco desinformativo

No hay comida ni detergente ni tests para saber quién tiene coronavirus en Cuba, pero ahora el periódico Granma sale en colores. ¡Otro logro de la robolución!

Mientras las colas ganan terreno en toda Cuba, y las amas de casa languidecen al borde de los fogones vacíos, y en los hospitales las cucarachas y los ratones hacen de las suyas, y los derrumbes de edificios continúan proliferando a lo largo y ancho de la Isla, etc., etc., etc., como parte del “Programa Integral de Reconversión Tecnológica para la Producción de la Prensa y otros materiales gráficos” se extiende “la circulación de periódicos a colores a las provincias occidentales, a Camagüey y al municipio especial Isla de la Juventud”.

Así que el Órgano Oficial del Partido Covid-tista de Cuba luce nueva mascarilla: El Nasotruco desinformativo.

Luis de la Paz

Los escritores José Lorenzo Fuentes y Luis de la Paz en el I Festival Vista de Miami (2014)

El escritor y periodista Luis de la Paz responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Creo que mis primeros pasos tuvieron que ver de alguna manera con un lejano periodismo, pues en la escuela yo redactaba notas para ser leídas ante todos los estudiantes. Desde luego, lo hacía bajo la supervisión de la maestra y eran otros los que las leían. Nunca se me daba crédito por ello, pero me satisfacía escuchar en otra voz lo que yo había redactado. Luego las lecturas conducen a intentos de escritura propia, hasta que fueron apareciendo poemas y cuentos, y cada vez eran más.

Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

 

Conocerán de mí, quizás de una forma adulterada o edulcorada. Se darán cuenta que me agrada meterme en la sicología de los personajes y que me gustan los finales sorprendentes. Descubrirán que me preocupa la pérdida del tiempo, de los seres queridos y de los amores, que es un poco perder la vida. También mis inquietudes por la libertad. En fin, que intento ser un escritor que busca estar a la altura de su tiempo.

Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que le hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

Entre muchos otros, cada lectura deja una huella. El mundo de ayer de Stefan Zweig, Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski y en general los cuentos de Borges. Pero soy injusto, porque debería mencionar a Kafka, a Panait Istrati, a Hemingway, a Ethel I. Voynich, pero tengo que parar, porque acuden muchos más nombres.

A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

Soy bastante reticente con las teorías que por lo general no demuestran nada y que solo resultan útiles para crear un nuevo lenguaje académico. Después de todo ya está en la Biblia (Juan 1, 1): “En el principio era el Verbo”. Estoy convencido de que el Verbo está relacionado directamente con la palabra, por eso entiendo que la vida es literatura, que la literatura es vida.


Luis de la Paz (La Habana, 1956). Escritor y periodista cubano, ha publicado, entre otros, los libros «Un verano incesante», «El otro lado», «Tiempo vencido» y «Reinaldo Arenas, aunque anochezca». Entre 2001 y 2008 editó la revista virtual de literatura cubana El Ateje. Es Premio Museo Cubano de Ensayo por «Dulce María Loynaz, tránsito de una gran dama cubana», y Premio Lydia Cabrera de Periodismo en 2011. Reside en Miami.

A 55 años de las Umap (IV)

Cuarto de una serie en cinco partes sobre las atrocidades sufridas por quienes fueron enviados a las UMAP. Estos avatares resultaron basamentos fundamentales de la novela del propio autor, Un ciervo herido


Cada vez que las puertas eran abiertas algunos de los reclutados preguntaban a los guardias hacia dónde iban. La respuesta era invariable: en el ejército no se pregunta, se obedece sin hablar.

Varios de los hombres, en uno u otro momento, aseguraban que el tren iría por un pueblo o por otro; decían saberlo por el oído o contando las paradas, discutían; luego, cuando el tren se detenía, abrían las puertas y era posible mirar a lo lejos; los apostantes, todos, perdían: siempre estaban más cerca del sitio de partida que lo calculado.

En uno de los últimos tramos, unos y otros comenzaron a quejarse de picazón en todo el cuerpo. En una parada pudo verse que varios, aun los más negros, tenían ramazones en la cara, torso, brazos. Eso se arregla luego, contestaron los soldados a quienes preguntaron qué hacer. No todos preguntaban. Varios con las ronchas, otros sin ellas, se quedaban tirados en el piso aprovechando el espacio sobrante cuando sus vecinos de viaje se ponían de pie. Un grupo de los que se habían quitado las camisas las habían dejado en el piso. Otros caminaban sobre ellas. Algunas estaban encharcadas de vómitos. En el vagón se podían contar dos o tres charcos de vómito; su olor complicaba aún más el hedor ambiente, catalizado por el calor.

En el vagón donde iba el hombre de unos 20 años de edad, cuya cabellera debió de ser frondosa —negra era— antes de pelarse al rapado, como exigía la citación que lo había llevado hacia donde estaba ahora, uno de sus compañeros anunció algo inusitado: lanzaría una moneda envuelta con el texto de un telegrama, por las rendijas de las tablas. Lo exclamó como quien se ufana de un descubrimiento sumo. En una de las últimas paradas, que sería la última aún con luz solar, el anunciante tomó una hoja de la libreta que llevaba, el lápiz, redactó y envolvió la moneda. En la memoria de quienes lo miraban debió quedar esta máxima: en semejantes circunstancias, un hombre puede olvidar el vaso y los cubiertos, pero sería muy raro que olvidara con qué comunicarse. En cuanto el tren retomó la marcha, el hombre, afinando la vista, dijo, pulsando el pulgar con toda su fuerza por uno de los intersticios, logró que el envoltorio cayera hacia fuera. Tiempo después, el remitente proclamaría que su telegrama había llegado a los destinatarios.

Era el anochecer —no se veían resquicios de luz por ninguna parte— cuando el tren hizo la parada más larga; la última antes de llegar a la ciudad de Camagüey, que allí se veía. Era Camagüey, sin duda, se distinguían las luces de una ciudad grande, o al menos más grande que las cruzadas hasta entonces. Pareció que se hallaban más soldados custodiando las puertas que en las paradas anteriores; tenían los fusiles terciados al pecho y metían la vista todo lo posible hacia el interior del vagón. Repartieron comida, una cajita con arroz y frijoles colorados. Ordenaron acercarse a la puerta, tomar la cajita y retirarse a un extremo del vagón, “para que no cojan de más”. La oscuridad era casi igual que cuando el tren iba en marcha, de día. Unos hombres despertaban o animaban a otros que no se habían levantado. Uno, que tenía su camisa de floripones amarrada a la cintura, delgado, encorvado, rubio, arrastró casi hasta la puerta a aquel que en la mañana se había hecho llamar María Elena. “A mí, muéranme de una vez”, le dijo con voz soñolienta María Elena al soldado que le entregaba la cajita; y el de la camisa de floripones lo agarró y lo llevó hasta su rincón. Entonces se escucharon gritos y varios disparos —de armas cortas justamente—. “¡Se va ese negro tetón!”, decían los gritos. Y se vio a unos soldados, que corrían viniendo desde la derecha, enrumbar hacia enfrente, donde la oscuridad era más cerrada y tal vez habría un bosquecillo. ¿Quién sería el “negro tetón”? ¿Quién era?, preguntaron varios. Y al unísono corrieron muchas voces que ordenaban a gritos cerrar los vagones.

La espera se hizo muy larga. Más de dos horas. Los reclutados apenas hablaban. Se escuchaban tanto lamentos como maldiciones en voz baja. Y oraciones susurradas. Citas bíblicas, extensas algunas. Lo peor de todo era el mal olor.

Ya, cuando el tren arrancó, el silencio dentro del vagón era casi rotundo. Al dar el tren el primer envión, uno gritó, con ese acento de pánico con que se despierta de una pesadilla: “¡Soy católico!”. Serían las 10 de la noche. El movimiento fue lento. Se sintió el retroceso, el avance, el retroceso y el avance de nuevo. Fue posible escuchar en algún momento, llegados desde afuera, voces, cláxones, llamadas; en fin, a pocos metros del convoy otras personas iban o venían de paseo, del trabajo, de sus casas.

Habrían transcurrido unos 10 minutos cuando el tren tomó una velocidad que casi hacía flotar los cuerpos de los envagonados. Este tramo pareció inmenso, quizás por la velocidad del tren, tal vez porque se acercaba el término del viaje. Finalmente, se sintieron las ruedas chirriar; la velocidad mermó mientras se escuchaba, de manera exorbitante, el silbato de la locomotora. Paró en firme. En el exterior correteos, gritos. Se abrió la puerta mediante un tirón rapidísimo. “¡Son las 10 y 45, acabo de verlo!”, gritó uno de los reclutados que debía ser de los que traían relojes, más bien con la entonación de quien protesta.

Cuando los ojos se adaptaron a la oscuridad, fue posible ver una formación de soldados a lo largo de la línea y entre la maleza; tenían la bayoneta calada y los fusiles en posición de listo. De inmediato, allá, a la izquierda, se prendieron muchos faros alineados; eran, luego se sabría, de camiones que hacían un ángulo con la locomotora. El tren comenzó a moverse y, en la medida en que lo hacía y vaciaba, se movían asimismo los soldados que resguardaban cada vagón.

Cuando el vagón en que se hallaba el hombre de 20 años cuya cabellera negra, sin dudas otrora abundante, se acercaba a la carretera donde esperaban los camiones, él dijo: “Tengo miedo, si al menos fuera de día, si hubiera luz”. Cuando el vagón donde iba este hombre llegó a la carretera, los soldados que se mantenían cercándolo ordenaron, con gritos expresamente intimidantes, que se bajaran rápidamente, mientras apuntaban a medias con sus fusiles, y los alineados en la carretera atronaban “¡corran!, ¡suban!”. Los músculos estaban entumecidos, el asfalto bacheado, la distancia desde el piso del vagón hasta el suelo era considerable; pero los soldados conminaban a lanzarse ya, rápido, sin pausa.

Uno de los reclutados, al caer dobló las rodillas, se fue hacia atrás, se golpeó la cabeza quizás con el raíl, y en su afán de incorporarse se fue de rodillas, volteó y cayó de espaldas. “Vamos, de pie, corre, arriba, vamos”, le ordenó un soldado. Pero el caído, al intentar obedecer, sólo alcanzó un movimiento sin control del torso y se le vio en la noche una baba por un extremo de la boca y los ojos, como si quisiera regarse en toda la cara, “No puedo”, balbuceó, “no me siento las piernas”. El reclutado de unos 20 años de edad retrocedió y trató de ayudar al caído, que se agarró con toda fuerza a su pierna derecha clavándole las uñas: “no me dejes, siento que me partí la columna vertebral, no me dejes”. Pero el soldado se acercó al que intentaba ayudar, lo pinchó con la bayoneta y le gritó: “¡Tú corre a tu camión, comemierda!”.


https://puentealavista.org/2020/06/a-55-anos-de-las-umap-iii/

Félix Anesio

Los escritores Armando Añel, Félix Anesio, Alejandro Fonseca, Efraín Riverón, Joaquín Gálvez y Angel Cuadra en el I Festival Vista (2014)

El escritor Félix Anesio, autor, entre otros libros, de Crónicas aldeanas, responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Cuando uno es un lector empedernido acontece -como razón de causa y efecto- que la escritura aflora, aunque quizá en el momento más inesperado. Desde pequeño me di a la tarea de leer apasionadamente, pocas cosas me producían tanto bienestar como un buen libro. Incluso, siendo estudiante de ingeniería, mezclaba mis libros técnicos con los de literatura. Tan apasionante me resultaba un mamotreto de ecuaciones diferenciales e integrales, como una novela de Balzac.

Luego, mi profesión ocupó casi todo mi tiempo; eso y la familia y la propia subsistencia en Cuba le robaban casi toda posibilidad a las nuevas lecturas durante casi 25 años. Hasta que al fin llegó ese momento inesperado cuando, en espera del proceso de emigrar como asilado, dediqué parte de mi tiempo a escribir. Varias crónicas y, un poema o dos, fueron los resultados de esa breve pero intensa etapa. Uno de esos textos fue publicado por la Revista Alba, de la Diócesis Católica de mi provincia (Guantánamo).

Llegando a los EE.UU. en el año 2000, comencé a participar en las tertulias literarias de Miami. Seguí escribiendo… y hoy cuento con cinco libros publicados y un nuevo poemario en preparación. Varias son las antologías en que aparecen mis textos y reseñas, asٌí como en numerosas revistas como Linden Lane, Crear en Salamanca, Nagari, Arique y también Puente de Letras, entre otras. Obtuve el Florida Book Awards (Medalla de bronce, 2018) y he participado en dos ediciones de la FIL Miami (2016 -2018).

No me quejo, y agradezco mucho que el exilio haya conformado esta vocación sin la cual no hubiera podido concebir mi vida a plenitud. Puedo decir, sin lugar a dudas, que mi literatura es un fruto genuino del exilio.

Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

Girones de mi vida y de la vida de los otros que me rodearon alguna vez. En mi poesía podrán sentir todo el apasionamiento por la vida a pesar de la angustia existencial inherente.

Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que la hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

Puedo citarte tres de ellos: Crímen y castigo de Dostoievski; El Proceso, de Kafka y toda la poesía de Borges. Claro que no son los únicos y no me gustaría dejar de citar a José Martí, Octavio Paz, César Vallejo (siempre me pregunto por qué los guantanameros somos tan vallejianos), Lezama y José Angel Valente.

¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

Ciertísimo, la energía supera en presencia y esencia a la materia; y la información a ambas. Baste mencionar a Varga Llosa sobre el tema de lo que él ha denominado “El siglo de la imagen”.

La información quebrada, el tiempo quebrado, una nueva percepción espacio temporal, las imágenes fragmentadas y superpuestas caleidoscópicamente, lo fractal, la literatura cuántica, (como ya lo hicieron Borges, Rulfo, Faulkner, Kafka, Bioy y Cortazar), la poesía cuántica… Una lírica acorde a la necesidad de estos tiempos; una nueva estética para encontrar sentido al cosmos voraginoso que nos rodea e intentar decodificarlo.

Así como el agua lo es, la literatura es también la vida. Y hoy la literatura está al alcance de un clic, con todos los riesgos que entraña si no usamos nuestra capacidad de discernimiento.

Félix Anesio (Guantánamo, 1950) es ingeniero de profesión. Narrador y poeta. Ha publicado el libro de relatos ‘Crónicas aldeanas’ (Voces de Hoy, 2012) y el poemario ‘La cosecha’ (Entre Líneas, 2014), entre otros libros. Sus relatos y poemas han sido publicados en varias antologías y en revistas digitales e impresas como Arique, Linden Lane Magazine, Nagari, Conexos y La Otra Costilla, entre otras. Edita el blog de arte y literatura cronicasaldeanas.blogspot.com. Reside en Miami.

Nada existe

Rafael Almanza

Ya en Amazon la noveleta Nada existe, de Rafael Almanza, poeta, narrador, ensayista, Premio Nacional de Literatura Independiente de Cuba ‘Gastón Baquero’. Este libro, como expresa el propio autor, es pieza central de la trilogía narrativa de igual nombre que comenzó con El octavo día, y cierra con el libro de cuentos Fívulas u peróvulas.

«Ser un escritor marginal, jóvenes, tiene sus ventajas», apuntó Almanza en Facebook. «Esta noveleta fue escrita en 2001 y ha añejado lo suficiente como para que me atreva a presentarla a los lectores. Es el libro número 14 de Ediciones Homagno, que trabaja desde la libertad absoluta porque funciona desde la pobreza sin mixtificaciones. Desde luego, nuestros libros son exquisitos. Entre y compruebe»:

¿Qué se hizo del huevo en polvo?

Ante el bloqueo inhumano a que se han visto sometidas las existencias de huevo en polvo en Cuba, y frente a la artera desaparición quinquenal del té de moringa y el caracol gigante africano, el gobierno robolucionario ha decidido aumentar drásticamente los precios del huevo en su estado natural, convirtiendo el revés alimentario en victoria antiimperialista.

Así lo ha dado a conocer, desde La Habana, el Ministerio de Finanzas y Precios, para quien el aumento del precio de los huevos sin procesar “y de otros productos alimenticios como el pollo y la carne de cerdo deshuesada” responde a una estrategia de contra-acaparamiento que “el país” viene poniendo en práctica, “con indiscutible acierto”, desde el 1ro de enero de 1959.

Cabe recordar que, tras anunciar el producto con bombos y platillos, en noviembre de 2018 La Gaceta Oficial de Cuba había publicado la resolución No. 970/2017 del Ministerio de Finanzas y Precios, que fijaba la venta “por la libre” de la bolsa de un kilogramo de huevo en polvo. Enseguida, la bolsa no pudo encontrarse ni por la libreta y los precios se dispararon.

La bolsa o la vida

Pero en momentos en que el director de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública de Cuba, Francisco Durán, ha recomendado a la población consumir “más huevos y pescados azules” frente al avance del coronavirus, la búsqueda de huevo en polvo se intensifica en las calles cubanas y regresa como prioridad discursiva a las mentes de la dirigencia castrista.

«El secreto para que las gallinas puedan poner un promedio de 300 huevos al año, como se logra en otras partes del mundo, está en la cría intensiva de avestruces», insistió el viernes el general Guillermo García Frías, exvicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros para quien el “cultivo” de esta ave, de singulares proporciones, está a punto de rendir frutos en la mayor de las Antillas.

“El avestruz tiene más proteínas que todas las otras carnes y sus huevos son más grandes que todos los demás huevos”, argumentó García Frías este fin de semana, en comparecencia televisiva. “Y el avestruz sabe poner de su parte”.

“La gente está hecha polvo buscando el huevo en polvo”, se lamentó este lunes, a nuestra corresponsalía de Arroz con Mango, un cubano de a pie que prefirió no ser identificado. “Y a falta de huevos no hay ni limones”.

Gastón Baquero y Rafael Díaz-Balart. Sobre racismo y clasismo en Cuba

Rafael Díaz Balart en un mitin en Gibara, oriente de Cuba, en octubre de 1958

Esta selección de ensayos y artículos, centrados en el problema clave del racismo y el clasismo, gira alrededor de dos personalidades fundamentales en la historia de Cuba: Rafael Díaz-Balart y Gastón Baquero. El hecho de que se conmemorara el centenario del nacimiento de este último en el año 2014 sirvió como motivación adicional para dar a la imprenta la primera edición de este libro, que además de citas de los autores homenajeados contenía (contiene) reflexiones de Lincoln Díaz-Balart, César Jesús Menéndez, Juan F. Benemelis, Armando de Armas, Orlando Fondevila y este servidor. Esta segunda edición, con los ajustes que son del caso, sigue el hilo de la primera.

De cualquier manera, la intención no por obvia parece menos necesaria: Denunciar y situar en el centro del debate sociopolítico la cuestión medular del racismo y el clasismo, elementos que se cuentan entre los principales causantes del desastre sufrido por Cuba a partir de 1959, y que llega hasta nuestros días.

Desde este presupuesto, el libro está dividido en dos partes complementarias. En la primera, toma la palabra Rafael Díaz- Balart con fragmentos extraídos de su autobiografía Cuba: Intrahistoria. Una lucha sin tregua. En la segunda parte se rinde homenaje a Díaz-Balart y Gastón Baquero, a los que unió la amistad tanto en Cuba como en el exilio, a través de los textos de los autores arriba mencionados. En este sentido, cabe especificar que el ensayo de César Jesús Menéndez, fundamentalmente enfocado en la figura del célebre líder sindicalista azucarero Jesús Menéndez (su abuelo), ejemplifica a la perfección al político honesto, proactivo, al que en su momento aludiera Baquero en el prólogo Rafael Díaz-Balart o la vocación política.

Es preciso acotar que en un ámbito en el que el racismo y el clasismo permean a menudo las relaciones profesionales y sociales, como ha sido el caso cubano antes y después de 1959, Rafael Díaz-Balart destacó siempre por su comportamiento aguerridamente antirracista. Como me contara personalmente el ya fallecido poeta y editor Orlando Fondevila, el antirracismo no era en Rafael una pose, una manera de parecer políticamente correcto, sino un profundo sentimiento, una actitud vital. Delante de él no era posible hacer esos chistes discriminatorios al uso, tan comunes entre cubanos que incluso hasta algunos afrocubanos los repiten ocasionalmente. No solo no se reía con ellos, sino que los cortaba de cuajo.

 

Gastón Baquero y Rafael Díaz-Balart. Sobre racismo y clasismo en Cuba constituye un libro imprescindible para las nuevas generaciones de cubanos que han crecido en una Isla donde impera la censura más feroz y abarcadora, o incluso lejos de ella. Esta selección apunta al corazón del problema cubano, latente bajo el camuflaje con que la retórica y la desinformación totalitarias, más los prejuicios heredados del sistema de castas de la metrópoli española, han pretendido ocultarlo o relativizarlo. Es preciso reconocer las causas del problema, debatirlas en alta voz, para darle solución al problema, y eso lo tenían muy claro los dos grandes hombres que homenajea este libro.

Luis Manuel Otero Alcántara: Un minuto por George Floyd

En momentos en que las protestas por el asesinato del ciudadano estadounidense de la raza negra George Floyd se suceden en varios países, el performer y activista cultural Luis Manuel Otero Alcántara, desde la plataforma del Museo de la Disidencia Cubana, en La Habana, pide «Un minuto sin oxígeno por Floyd» el próximo lunes 8 de junio, a las 3:00 p.m., en Facebook y otras redes sociales:

Convocatoria

“Innumerables han sido las expresiones de solidaridad en contra del asesinato de George Floyd. En busca de una justicia social que le es negada a la población afrodescendiente, y no solo a la que reside en los Estados Unidos, las protestas pacíficas, unidas a la desobediencia civil, se suceden con gran fuerza en estos días.

“Ante la imposibilidad de manifestarse en el espacio público por el confinamiento impuesto por el #COVID19, el artista Luis Manuel Otero Alcántara, desde la plataforma del Museo de la Disidencia, #MDC, convoca a una acción colectiva en apoyo a todos los movimientos antirracistas.

“El próximo lunes 8 de junio, a las 3:00 p.m. (Hora Cuba), te convocamos a un minuto de silencio reteniendo tu respiración. Sube a las redes sociales un video documentando la acción acompañado de los hashtags:

#UnMinutoSinOxigenoPorFloyd

#UnMinutoNegro #UnMinutoContraLaViolencia”

 

L. Santiago Méndez Alpízar

Los poetas Manuel Sosa y L. Santiago Méndez Alpízar durante un recital en Delio Photo Studio

El poeta L. Santiago Méndez Alpízar, autor, entre otros, del poemario Bagazo (poemas iberos), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

No tengo recuerdos tan exactos , sin embargo siento que siempre estuve ligado a la literatura, especialmente a la poesía. Hubo un tiempo en que me interesó mucho el teatro. Creo que todavía le doy aspectos dramáticos, teatrales a los poemas que escribo, y en la narrativa, igual. Los primeros textos fueron pronto. Luego vino fugazmente aquel disparate de los Talleres Literarios. Supongo que por ahí comencé a definir e interesarme de otro modo en la creación literaria.

Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

Supongo que cualquiera que lea lo que voy publicando, que tampoco es tanto, hallará esquirlas de mi vida. Las torpezas, amarguras y pérdidas que conforman mi breve obra, con su buen puñado de certezas y esperanzas, además.

Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que la hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

Esto es complicado, una pregunta excluyente por naturaleza, y exclusivamente selectiva. Cuando muchacho me recuerdo leyendo a Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Mijail Sholojov. Ya ahí hay tres autores que seguramente me completaron en lo que soy.

Pero igual de muy joven me recuerdo leyendo a Ruben Darío, Oscar Wilde, Eliseo Diego. Tres escritores que ya son seis, y nos queda espacio para Cesar Vallejo, Virgilio Piñera, Lezama Lima.

Definitivamente no tengo tres libros pero, para no quedar mal del todo, te diré que cuando leí los Cuentos fríos, no pude hacer otra cosa que volver a leerlo dos veces más, tres en total, seguidas.

Luego vino la fascinación por la poesía de Ginsberg, su aullido me provocó y dio nuevas posibilidades para los poemas. Cuando descubrí -en Cuba estaba censurado- la antología, Libertad bajo palabra, de Octavio Paz, por el ya distante 91, 92, del siglo pasado, y ahora volvemos a tener tres más, fue otro alumbrón.

No te mencioné a Julián del Casal ni a los versos de Pepe, sus diarios, periodismo, ni tampoco a Frank Kafka, ni a Bulgakov ni a Guillermo Rosales, Ernesto Hemingway…

Todo lo dicho cabe igualmente en mi fascinación, asombro por la selvática obra de Octavio Armand: la vez que leí, tuve en mis manos, Piel menos mía, vislumbré un momento único de nuestra poesía, casi oculto o escondido, dentro y distante de eso que llaman tradición, nuestro canon.

 

A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

Nos hemos complicado en demasía, el patriotismo sigue siendo una plaga, se ha sobrecalentado el planeta y las vidas de los que lo habitamos. Verdaderamente es infinita la estupidez humana, que decía el sabio. La literatura es mucho más seria que la vida, no podrían ser lo mismo. No comprendo mucho de teoría cuántica, pero posiblemente estemos sobredesinformados . Repletos de falsa información.

Vamos que, en cuanto se pueda, pido visado para uno de nuestros universos paralelos.


L. Santiago Méndez Alpízar, escritor, editor, librero, promotor cultural cubano nacionalizado español. Ha publicado los volúmenes de poesía ‘Plaza de Armas’ (1995), ‘Rockasón con Virgilio Piñera’ (1996), ‘¿Entonces, qué?’ (2008), ‘Bagazo: poemas iberos’ (2010), ‘Primer conteo’ (2016), ‘Punto Negro’ (2016), y los ensayos críticos de ‘Perversión del lenguaje, marginalia e historia’ (2016). Artículos y colaboraciones suyas pueden encontrarse en diferentes medios de distintos países. Edita y coordina la Colección Atocha de Literatura Hispanoamericana. http://www.eforyatocha.com/
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