Svetlana Alexiévich

Svetlana Alexiévich (Telefónica)

En estos días, otra vez por efecto de la barbarie política, vuelve a ser noticia la singular cronista bielorrusa Svetlana Alexiévich, acosada por los órganos represivos del dictador Lukashenko. Su Premio Nobel de Literatura 2015, y los muchos y merecidos elogios que le han dedicado en todo el mundo por su obra, no significan nada para los perros policías de su propia tierra. Justo a su trascendental libro Voces de Chernobyl pertenece el siguiente fragmento, tan desolador como magistralmente escrito:


Voces de Chernobyl

En la tierra de Chernóbil uno siente lástima del hombre. Pero más pena dan los animales. Y no he dicho una cosa por otra. Ahora lo aclaro… ¿Qué es lo que quedaba en la zona muerta cuando marchaban los hombres? Las viejas tumbas y las fosas biológicas, los así llamados “cementerios para animales”. El hombre solo se salva a sí mismo traicionando al resto de los seres vivos.

Después de que la población abandonara el lugar, en las aldeas entraban unidades de soldados o de cazadores que mataban a tiros a todos los animales. Y los perros acudían al reclamo de las voces humanas…, y también los gatos. Y los caballos no podían entender nada. Cuando ni ellos, ni las fieras ni las aves eran culpables de nada, y morían en silencio, que es algo aún más pavoroso.

Hubo un tiempo en que los indios de México e incluso los hombres de la Rusia precristiana pedían perdón a los animales y a las aves que debían sacrificar para alimentarse. Y en el antiguo Egipto, el animal tenía derecho a quejarse del hombre. En uno de los papiros conservados en una pirámide se puede leer: “No se ha encontrado queja alguna del Toro contra N”. Antes de partir hacia el reino de los muertos, los egipcios leían una oración que decía: “No he ofendido a animal alguno. Y no lo he privado ni de grano ni de hierba”.

¿Qué nos ha dado la experiencia de Chernobyl? ¿Ha dirigido nuestra mirada hacia el misterioso y callado mundo de los otros?


 

Artículo anteriorEn la espalda hay humo: Jorge Olivera y NavyPro
Artículo siguienteCelia Cruz responde a la televisión cubana
El escritor habanero José Hugo Fernández ha publicado una treintena de libros, entre ellos, las novelas “Los jinetes fantasmas”, “Parábola de Belén con los Pastores”, “Mujer con rosa en el pubis”, “Florángel”, “El sapo que se tragó la luna”, “La tarántula roja”, “Cacería”, “Agnes La Giganta” o “El hombre con la sombra de humo”; los libros de relatos “La isla de los mirlos negros”, “Yo que fui tranvía del deseo”, “Hombre recostado a una victrola”, “Muerto vivo en Silkeborg” o “La novia del monstruo”. Los libros de ensayos y de crónicas “Las formas del olvido”, “El huevo de Hitchcock”, “Siluetas contra el muro”, “Los timbales de Dios”, “La explosión del cometa”, “Habana Cool”, “Rizos de miedo en La Habana”, “Una brizna de polen sobre el abismo”, “La que destapa los truenos”, o “Entre Cantinflas y Buster Keaton”. Trabajó como periodista independiente en La Habana durante más de 20 años. Reside actualmente en Miami.