Mi grito de libertad desde el encabronamiento

Juventud Rebelde, quizás el más aberrante de los medios de prensa bajo el control del Partido Comunista, cataloga de «Papá Estado» al régimen cubano.

Hay que tener un corazón profundamente mezquino para clasificar de «Papá» a un seudoEstado que, tras seis décadas en el poder, no ha podido garantizar a sus ciudadanos ni siquiera los más antiguos y universales alimentos: el pan y la leche.

Un seudoEstado [una exRevolución] que va en harapos y que ha hecho de la mentira su ciencia y su esencia.

Con esa manera alevosamente tonta que distingue a cada una de sus publicaciones, Juventud Rebelde asegura que:

«La familia Cuba no puede prosperar con tanta sobreprotección igualitarista, al extremo de que sus hijos laboriosos y esforzados se desgasten trabajando y no progresen como desean para que sus hermanos vagos y extraviados vivan muchas veces mejor, del invento y del engaño medrando con las dificultades».

Esta es la respuesta soez que el régimen, a través de Juventud Rebelde, le otorga a cada trabajador cubano por el esfuerzo y el sacrificio de sesenta años. Es decir: Nada.

Porque nada es lo que tiene la familia cubana, mientras las Fuerzas Armadas [FAR] administran las arcas del país al tiempo que el Ministerio del Interior [MININT] le sirve de escolta y de cerbero.

¿Quiénes son los hijos laboriosos y esforzados; quienes los vagos y extraviados? Esa es la respuesta que jamás podrá ofrecer el insulso y oxidado Juventud Rebelde.

¿Por qué Juventud Rebelde no dedica sus páginas a detallar cuánto cuesta y quién financia los constantes y violentos operativos policiales contra la oposición política, contra los activistas pro derechos humanos, contra los periodistas y artistas independientes?

¿Por qué Juventud Rebelde no explica en sus páginas que la tremebunda y licenciosa vida a la que se abocan las familias de Fidel Castro, Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, y un larguísimo etcétera, se financian no solo con el sudor del pueblo cubano, sino con las remesas del exilio cubano, con las remesas de la UE, la FAO, la UNICEF y, también, con el 75% de la venta de los servicios que prestan los profesionales de la Salud Pública en más de treinta naciones extranjeras?

El engaño se termina aquí.

Cubanos: el régimen, a través de Juventud Rebelde, nos quiere dividir ahora y mezquinamente en «laboriosos» y «vagos», en «esforzados» y «extraviados».

Despierten.

No somos ni laboriosos ni esforzados ni vagos ni extraviados: somos esclavos, Cuba es una plantación de caña de azúcar y nuestros hogares, barracones.

Cuba es hoy menos que una finca, sino un corral desvencijado. Un suave latifundio, administrado por la mentalidad de quienes se autoperciben terratenientes e inquisidores.

Cuba vive una época oscura bajo la egida del Partido Comunista, y Juventud Rebelde es uno de sus patíbulos.

El engaño, al menos para este cubano, termina aquí. A mí nadie me paga porque jamás estuve en venta.

Aquí estoy.