Abu Duyanah, el escritor frente al decreto

El Decreto 349, publicado el pasado 10 de julio en la Gaceta Oficial de Cuba y actualmente en proceso de ajuste por el funcionariado cultural castrista, sirve a las fuerzas represivas en el poder para controlar las presentaciones de los artistas independientes y deja numerosos resquicios para colar la censura institucional. Incluso apunta hacia la literatura, llegando a prohibir la venta de libros de personas “naturales y jurídicas” que contengan “textos lesivos a los valores éticos y culturales”. A propósito de esta nueva vuelta de tuerca contra la cultura independiente en Cuba, entrevistamos al escritor Abu Duyanah:

Cuéntanos sobre tus inicios en la creación Independiente. ¿Qué te impulso a crear y cuáles fueron tus primeras obras?

En algún momento decidí o descubrí que lo mío era la literatura, aunque antes de llegar a eso también lo intenté con el teatro, las artes plásticas y la música. Las artes y la literatura llevan igual dedicación, pero, en mi caso, de alguna manera siempre me sentí más cómodo con la poesía y el cuento.

Mi literatura, y mi obra artística, es resultado de lo que me rodea. Yo he vivido toda la vida en Cuba, bajo un gobierno que no se acomoda a mi percepción del mundo, y eso para mí ha sido, a pesar de los palos, los calabozos y los procesos penales, algo bueno, pues me ha permitido entender que tengo una oportunidad que no tienen otros; en este país se puede sentir el miedo hacia lo gubernamental en cada rincón y aun así la gente sonríe, hace el amor, alcanza metas.

Aparte de lo que tengo publicado, mis primeros cuentos y poemas se perdieron en un «accidente» tecnológico. Publicar en Cuba es prácticamente imposible para mí. En este país si eres crítico con el sistema o la sociedad al momento te acusan de contestatario (en el mejor de los casos).

¿Cómo definirías tu obra en general y cuál es su principal característica u objetivo?

Mi obra siempre fue un tanto incómoda para la oficialidad, pero nunca me he quejado por eso. En algún momento, siendo muy joven, entendí que no se puede estar bien con todo el mundo, y que cada cual puede vivir su vida como mejor le plazca siempre que no afecte la vida de otros.

En los años 2000 integré un grupo que se llamaba Kbzapiñón, y luego me uní al trabajo social que hacía el grupo Demóngeles con niños de barrios marginales de La Habana. Lo bueno de estos dos grupos, artístico-literarios, era que todos los integrantes, alrededor de 60 jóvenes, pensábamos muy parecido: en Cuba hay un sistema difícil, una especie de cofradía que no permite la libertad de expresión, la libertad de pensamiento, y si no eres afín a esa congregación no tienes espacio en ninguna esfera de la sociedad; luego se nos unió el grupo Contexto, un colectivo de artistas y poetas del municipio La Lisa y con mucha dificultad y trabas por parte del gobierno creamos el festival alternativo Poesía en campaña; impartimos talleres de literatura y artes plásticas, hicimos planes de la calle, hasta que los órganos de la seguridad del estado no nos dejaron seguir trabajando. Pero eso le pasó a muchos otros grupos con los que estábamos coordinados dentro de un movimiento al que llamamos Amistad.

Volviendo a la pregunta, el objetivo de mi obra soy yo, y después el público, no puedo decir otra cosa aunque luego mi obra crea tendencia y me encuentro con jóvenes en las calles que se saben mis poemas de memoria, recuerdan mis cuentos o comienzan a escribir después de leerme o escuchar mis textos en alguna lectura. Porque a pesar de lo que el régimen quiere, aún sigo invadiendo los espacios gubernamentales, aunque en muchos de los casos es por una sola vez: luego de escuchar lo que escribo no quieren saber más de mí. Por ejemplo, me invitaron junto al grupo (en estos momentos coordino el grupo Demóngeles) al festival Ítaca de la Asociación Hermanos Saíz en el 2017. porque algunos amigos recomendaron mi poesía; pero luego de que terminamos la lectura todos estaban asustados, y una vez que nos fuimos del festival los organizadores y algún que otro poeta se pusieron a decir que había sido un error invitarnos y que eso les podía traer problemas. Así son las cosas aquí, todos saben pero tienen miedo, quizás por eso es que hay tanto poeta escribiéndole a las estrellas o a las flores.

¿Conoces el decreto 349? ¿Cuál es tu opinión sobre él y que le dirías a sus defensores?

Quiero hacer notar mi creencia de que el arte en Cuba no es un derecho, como no lo es la educación más allá de las letanías que desde el gobierno nos repiten a todas horas.

Cuando sacaron el 349 por alguna razón pensé que era algo para combatir al reguetón, pues es bien sabido que desde siempre le han sobrado los detractores. Como yo veo la cosa del reguetón: en algún momento le dieron espacios al reguetón como una manera de combatir a los raperos (a Los Aldeanos y quienes se nuclearon en torno a ellos), pero también le dieron espacio a los trovadores y algunos grupos de la llamada música alternativa, y una vez que ya el reguetón había cumplido con el objetivo volvió caer en la lista negra. Mi idea era que los estudiantes de las escuelas de música se graduaban y no tenían espacios donde presentarse porque el reguetón se había apoderado de todos o de casi todos los lugares. Ahora me da vergüenza ajena ver a las grandes figuras de la música nacional despotricando del reguetón, al pueblo le gusta el reguetón y hay que entender que para el administrador de cualquier establecimiento es más rentable cederle el espacio a un reguetonero. El caso de Chocolate es significativo, el hombre pega todas sus canciones incluso a nivel mundial.

En un artículo sobre el 349 publicado en la revista Árbol invertido escribí: La costumbre en Cuba es que todas las leyes nuevas son siempre en contra del pueblo, incluso las que en apariencia benefician en algo, por eso en cuanto escuché de este Decreto…, supe que nada bueno sacarían de él los artistas, y mucho menos la cultura cubana, para no hablar de los escritores, que han sido tratados siempre como ovejas negras en cuarentena.

Con una primera lectura es suficiente para ver que con este Decreto 349 los artistas que no entren al redil del comunismo pasaran a ser burdos delincuentes al margen de la ley y a expensas de que los órganos de represión se extralimiten.

Históricamente a los comunistas no les ha importado la felicidad de sus pueblos más de lo que le importa a un ganadero el bienestar de su rebaño. Lo que significa que este callejón en el que el gobierno de La Habana quiere meter al país no es más que otra jugada política de ese grupo que gobierna para mantenerse en el poder. Jugada sucia y siniestra, burda venganza contra los artistas, que no son pocos, capaces de hacer la #00Bienal cuando el gobierno decidió suspender la Bienal de La Habana…

En ese artículo dije también que lo mejor de oponerse a este Decreto 349, además de defender el derecho a la libertad, no era llevarle la contraria a los opresores sino que dentro de tres o cuatro años tendríamos una historia que contarnos cuando ya todos los pro y los contras de este tema estén bien esclarecidos.

Como era de esperar, algunos lacayos asalariados del gobierno intentan denigrar a los artistas que en estos momentos se encuentran en campaña exigiendo que se suprima el Decreto 349. Esto es solo una manera tonta de tratar de desviar la atención, porque muy independientemente de si estos artistas son más talentosos o menos, o si reciben ayuda de algún mecenas, el Decreto 349 no deja de ser una puñalada trapera en el corazón del arte cubano. El arte son los artistas, sobre todo los artistas marginados del sistema, y también aquí es abrumador el número de ejemplos que puedo citar. Baste con Fernando Borrego Linares, más conocido como Polo Montañez.

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