Rebeca Ulloa

Rebeca Ulloa

La escritora Rebeca Ulloa, autora de Cuerpo a cuerpo (ilustrado por Aristides Pumariega), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con la autora, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué la impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Rebeca Ulloa (RU): Siempre fui lectora empedernida, quizás hasta enfermiza. A los doce o trece años ya me había leído muchas obras clásicas, así que muy temprano empecé a tener deseos de escribir. Leía tanto que cuando mi madre me enviaba a algún mandado a casa de mi hermana mayor, yo me llevaba mi librito escondido y debajo del farol de la esquina me paraba y leía un poco. Mi familia decía que me iba a atrofiar; por suerte, creo que no ha sido así. ¿O será que sí? Mi madrina contribuyó mucho en mi formación, para cada fecha importante me regalaba un juguete junto a un libro. Ella solía hacerme historias de la familia, al igual que mi padre, que me contaba leyendas urbanas como si le hubieran ocurrido a él. Creo que ese ambiente me llevó a que en una libreta del colegio intentara escribir lo que yo, toda presumida y creída, llamaba “novela”. Solo recuerdo que el personaje se llamaba Teresa. También, bajo la influencia de Ana Frank, llevaba mi propio diario. Ya en la secundaria, leía en los actos mis propios versos, y a mis quince años recibí mi primer premio nacional. Después vendrían otros reconocimientos a cuentos y ensayos de crítica literaria e investigación. Trabajé muchos años para la radio y la televisión, sobre todo escribiendo guiones. Recibí muchos premios en concursos radiales, pero el más importante fue en 1997, el premio Caracol a la mejor versión radial de Eva Luna, de Isabel Allende. Creo que escribir para los medios ha influido determinantemente en mi forma de hacer literatura. Me gusta ser directa: poca adjetivación, mucha acción. Para la radio, escribí una novela policiaca, Extraña obsesión, sin narrador; fue un interesante experimento y hoy estoy escribiendo, a partir del tema radial, mi primera novela en serio.

Aunque mis primeros intentos fueron en poesía, no se me da bien. Me siento más confiada y segura en la narrativa. Me encanta el género cuento y es el que más he cultivado y, por supuesto, publicado. Me encanta la cantidad de cosas que pueden decirse y aun más, que pueden sugerirse, en pocas cuartillas. Cómo se puede recrear la realidad literaria al contar una historia, traspasando lo puramente anecdótico. Si leer es una maravilla, escribir lo es aún más. Muchos hablan de una voz divina que dicta al oído, yo creo en una voz interior que como algo mágico se apodera de tus sentidos. Los personajes cobran voz propia, y en ocasiones dicen y hacen lo que no habíamos previsto para ellos en la trama. A mí me gusta, cuando escribo, tener bien definido el final, pero me pasa con frecuencia que la lógica, o no sé cómo llamarlo, me lleva a otro desenlace. Aprendí a no ir en contra de lo que te va pidiendo la misma trama que uno se ha planteado, pero que luego toma el derrotero más inesperado y contribuye a lo que me encanta, que son los finales sorpresa: confieso que a veces hasta me sorprendo yo.

Rebeca Ulloa

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

RU: Siempre he pensado que leer es como asomarse a muchas ventanas del mundo. Que leer nos sirve para comprender mejor el mundo en que habitamos. Dicen que si se quiere estudiar la sociedad burguesa francesa, no hay como asomarse a la novelística de Honoré de Balzac, y es que un escritor no separa su obra del mundo que conoce, que le preocupa, o del mundo con que sueña cada día. Creo que en mis libros el lector puede asomarse a la ventana del mundo en que vivo yo y vivió mi generación, claro, a la parte de esa vida que yo conozco. Mi libro de cuentos cortos Cuerpo a cuerpo ha tenido buena crítica y los comentarios que me han hecho muchas personas es que les recuerda su propia adolescencia, y es que en esos cuentos, las historias casi todas, tienen un punto de anclaje con mis primeras experiencias juveniles. En esos cuentos dejo caminar un poco el erotismo que había frenado durante mi vida de niña educada en la moral católica y medio burguesa. Quizás, al leer los cuentos, algunas mujeres sienten también que rompen ataduras, y eso que aún siento que no he podido soltar todas las amarras de mi educación, un poco mojigata. Creo que quienes leen mis libros descubren personajes, amores y emociones que posiblemente alguna vez también han experimentado. Nada es más intenso que la vida misma, solo que en la literatura esa vida se magnifica, se dramatiza, se complejiza. Es como si el escritor encontrara los puntos “G” de la historia. Espero que también disfruten estéticamente, porque me gusta que mi narrativa sea fresca, fácil de leer, que no provoque que el lector tenga que buscar un diccionario o pararse a ver qué le quieren decir. Las historias me salen del corazón. Digamos que luego les pongo lo que me gusta llamar “corazón literario”.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que la hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

RU: Difícil determinar cuál autor, cuál libro, me ha marcado más. Creo que todo lo que he leído me ha ido dejando una huella imborrable. En realidad creo que la literatura que he consumido durante mi vida, toda la literatura rusa, la literatura española e inglesa, y muy especialmente la literatura hispanoamericana de la década del 60 al 70 del siglo XX. Y me atrevería a decir que muchos de los libros de mis contemporáneos, de mis amigos, han ido conformando mi manera de escribir. Pero, intentando contestar la pregunta, menciono estos autores, sin que el orden en que aparecen tenga alguna significación o jerarquía:

-Edgar Allan Poe con Los crímenes de la calle Morgue

-Alejo Carpentier en su primera etapa, con Los pasos perdidos, El reino de este mundo, Viaje a la semilla y El siglo de las luces

-Gabriel García Márquez con su narrativa, pero sobre todo con su novela cumbre Cien años de soledad, a la cual acudo siempre como si fuera la cartilla que me enseñó a leer

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

RU: La verdad no entiendo mucho de las teorías cuánticas, por no decir nada. Pero sí estoy segura de que la vida y la literatura se interrelacionan a tal extremo que muchas veces no se pueden establecer los límites entre lo que es la realidad, digamos, del medio en que se vive, y la realidad literaria. Inclusive, resulta que al público casi siempre le gusta más que tú, como escritor, le inventes un final feliz a la historia a que cuentes cómo es la anécdota en verdad. Por ejemplo, en mis cuentos generalmente los amores no llegan a concretarse, y siempre me preguntan por qué. Además, ni en la misma vida que vivimos todo es cierto. Si hacemos un experimento en el que varias personas presencien un hecho, al preguntarles a los testigos, para sorpresa nuestra, cada uno nos contará algo diferente, percepciones distintas que responden a un montón de factores. Hay varios libros –y recuerdo ahora, de Eduardo Heras León, Los pasos en la hierba– donde se cuenta la misma historia pero desde tres puntos de vista diferentes, y aun cuando el final es el mismo la trama, en cada caso, destaca, altera o elimina algunos hechos. Cuando uno se lee las memorias de García Márquez y su novela Cien años de soledad, es difícil descifrar dónde está lo que pudiéramos llamar la “realidad de verdad” y esa “realidad literaria”. Tenemos que concluir que tanto una como otra son realidades. De manera que yo diría que no solo estamos a punto de descubrir que la vida es literatura, sino que también “la literatura es vida”.


Rebeca Ulloa (Guantánamo, 1949) es narradora, periodista, guionista de radio y televisión, promotora, productora cultural, crítica y ensayista. Técnica en informática, fue profesora universitaria y asesora de tesis de grado de la Facultad de Comunicación Social (Colombia 1998-2008). Es también curadora y ha obtenido numerosos lauros y reconocimientos por su obra literaria y radial. Su primer premio literario lo recibió a los 15 años de edad. Ha publicado varios libros con la coautoría del maestro Arístides Pumariega.

 

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