Yunior García, guerra avisada

El dramaturgo Yunior García, uno de los gestores del grupo Archipiélago, opositor al régimen cubano, había prometido que el 14 de noviembre —un día antes de la fecha escogida por Archipiélago para la marcha en reclamo por la libertad de expresión para la Isla —, allá La Habana, desfilaría en solitario llevando como única arma una rosa blanca. Acción que sería como una suerte de anticipo de la marcha del día 15.

Guerra avisada no mata soldados, dice el refrán.

Pero esta vez, sí mató.

Mató la poca vergüenza, la poca capacidad de embuste que mantenía el régimen cubano.

Es decir, quedó en evidencia la debilidad de un gobierno que, ante la promesa de un hombre de que habrá de desfilar llevando como única arma una flor, movilizó todo un sistema.

Durante la semana anterior al día prometido, el régimen vació, en la zona donde residía el dramaturgo, el arsenal que guarda para estos casos. El oprobio,  el ventajismo —el millón contra uno, el disparo de cañón contra la tórtola—, la calumnia, la impiedad que lo caracterizan.

Yunior no pudo resistir la presión: abdicó, se fue a España —hubiera sido igual a Miami, Cataluña o Burkina Faso. Y ya en la Península, ha declarado eso mismo: que no pudo resistir, que no es de bronce.

Así, reitero, la “amenaza” de Yunior García con su rosa blanca nos trajo la totalidad de esa victoria: poder apreciar en panorámica las bajezas del régimen que asola a Cuba.

La semana anterior al 14 de noviembre, La Habana y otras ciudades del país estuvieron militarizadas como si, una vez más, “los yanquis” estuviesen a punto de invadir la Isla. Se ha podido documentar que en ese lapso se llevaron a cabo más de cien arrestos de disidentes —no solo pertenecientes al grupo Archipiélago—, que incluyen a mujeres y a algunos menores de edad.

Según Cubalex, ONG de asesoría legal, en la jornada del 15 de noviembre fueron detenidas otras 35 personas, más 11 desapariciones forzadas; entre ellas las de Lázaro Lamelas Ortiz, Pedro Lago Segura y Daniela Cecilia Rojo Varona.

Hoy viernes 19 se ha confirmado que al menos —al menos— se mantienen en prisión 18 de los detenidos en los últimos días.

Por otra parte, la buena noticia resulta la liberación de Reniel Rodríguez, tuitero de 15 años de edad y quien convocara a los residentes de la ciudad de Cárdenas, Matanzas, a desfilar el 15 de noviembre, vestidos de blanco, para reclamar libertad de expresión para la Isla.

Como otros grupos disidentes del país, los de Archipiélago han reiterado que su intención no es “tumbar” al gobierno sino abogar, entre otros ´cambios´, por la libertad de expresión, el respeto a los derechos humanos de todos los cubanos y soluciones a los problemas de la sociedad mediante vías democráticas y pacíficas. Claro, esto puede parecer una ironía: todos sabemos —incluido el régimen, o sobre todo el régimen— que con libertad de expresión y lo demás de este tenor aquello desparece de inmediato.

Del 12 al 14 de noviembre se recrudeció la ofensiva contra la casa del hombre de la rosa blanca.

Sin descanso, piquetes de esa crápula sarnosa —valga la redundancia— que se extiende por toda la Isla en grupos de una cochina homogeneidad, dadores de lo que el régimen define como “mítines de repudio”, algo que de modo tan certero simboliza la cobardía, el peor cinismo, no dejaron de gritar y amenazar a Yunior Rodríguez y su familia, quienes sufrieron durante más de 72 horas el asedio inclemente.

Si algo faltaba para mostrar ante los ojos del mundo la inhumanidad del comunismo cubano, ahora no quedan dudas.

Esta guerra la avisaste y la ganaste, Yunior. Gracias.


 

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(El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros. En su país natal recibió el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Nacional de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que ya había recibido, en 1983, por su libro de cuentos En el nombre del hijo. En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio y el premio Pluma de Oro de Publicaciones Entre Líneas. Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba. Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros. En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable. Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son. Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.