2+2=5: Pinto lo que veo, lo que vivo, lo que siento…

Fabián tiene 24 años. Sus allegados conocen su nombre real, pero para el resto es “dos más dos”. Es fácil caminar por las calles y encontrar sus huellas en una Habana que se sumerge en la decadencia, reflejada en el arte de este joven grafitero. Muchos piensan que su concepto de dos más dos proviene de la distopía reflejada por Orwell en 1984. Pero no, Fabián encuentra una nueva lectura y significado a este cálculo matemático, le haya un concepto consecuente a la filosofía de vida que refleja en su arte.

Sabe que su arte es efímero, que el país donde vive no lo reconoce como un creador e intentará borrar sus marcas por la vida, pero aun así lo importante para él es pintar. Cuando toma los rodillos y las brochas es como si le llegara el alma al cuerpo. Se le nota en la mirada la felicidad de un niño chiquito cuando le han comprado un juguete nuevo. Esa es su expresión cuando termina una obra.

Sobrevive a las carencias, trabaja con lo mínimo y sabe cuánto material necesita para cada línea. En un país donde es complejo encontrar lo necesario para trabajar, sabe que el desperdicio es pecado y el castigo sería la larga espera en pos de encontrar los materiales que, de por sí, en tiempos normales ya eran escasos.

Ha recibido la peor tortura que puede resistir un artista: le han hecho borrar sus obras de las paredes. Nunca le he preguntado qué se siente, pero, como escritor, imagino que sería lo mismo que si me hicieran borrar un texto de Word, salvar y cerrar el programa en blanco. No obstante, él sigue porque el arte, la pintura, el graffiti, le son tan vitales como el aire que respira.  

¿Por qué 2+2=5?

Porque nada es perfecto en la vida. Eso surgió en la secundaria, como en octavo grado. La maestra de aquel entonces le preguntó a un colega que andaba conmigo cuánto eran dos más dos, entonces salí yo para joder y dije “cinco”. Desde ese momento todo el mundo se comenzó a conectar con esa talla, me lo tatué, me metí en un canal y comencé a poner el 2+2=5 como firma en las calles.

¿Cómo te acercas al graffiti?

Yo tenía más menos el instinto desde chamaco, pero tengo un colega que se llama Yairán, vive en Alemania ahora y firma 5Star. Cuando lo conocí, fue quien me instruyó más en el graffiti. Él pintaba unos cuantos años antes que yo, y yo iba junto con él a pintar, lo ayudaba con las cosas y por ahí fue que me adentré. Después conocí a Yulier P y fui a trabajar en la galería de Prado y Neptuno. Todo eso ocurre más menos cuando tenía 19 años.

¿Se asocia tu práctica de Skate con la afición por el grafiti?  

Eso nace con uno. Yo montaba Skate, y este lo convertí prácticamente en el transporte para ir a pintar.

¿Qué buscas expresar en tu obra?

Pinto lo que veo, lo que vivo, lo que siento, lo que percibo cada vez que me levanto, el berro de la pura para que busque el pan. Me inspira la convivencia diaria de las personas, la supervivencia de todos los días, de buscar el alimento, el money y esas cosas, alimentar al chamaco.

Háblame sobre lo que sucedió con el graffiti de Trump.

Esa pincha fue mal entendida. Pensé que haciendo esa pincha iba a apoyar al país, supuestamente, y lo que ocurrió fue que se viraron. No pensé que iba a causar tanto insulto en ellos. Yo lo hice y no entendí por qué talla ellos se reviraron, pero fue así.

Después de ese suceso, ¿cómo has venido desarrollando tu trabajo?

He estado en mi casa tranquilo, haciendo lienzos y pinturas en formatos pequeños, para ahorrar más materiales. También he ido superándome en el nivel académico desde mi casa.

¿Cómo consiguen los materiales?

Amigos de otros países me los traen. A veces también cambio trabajos por materiales, y así voy resolviendo.

¿Cómo te identificas con la cultura Hip Hop?

Imagínate tú que antes, cuando chamaco –ahí es cuando tengo que mencionar a Soandry, porque es parte de esto de verdad–, me identifiqué mucho con Los Aldeanos, que marcaron a una pila de gente, Hermanos de Causa, Mano Armada… Yo los ponía mucho, incluso la pura, que no les descargaba, me mandaba a quitar la música. Al final me metí tanto en esa cuerda, me relacione tanto con el rap, que hice algo con Soandry. Esta colaboración es como un escalón más que avanzo. Lo veo así por esa gran conexión que tengo con el rap.

Háblame de las experiencias fuera de Cuba.

El viaje a Francia fue mi primer viaje y para mí resultó una gran sorpresa, pues fue como el comienzo de un camino. Cuando llegué allí fue una experiencia total. Ahí sí hay que echarla, pues te vas a encontrar arte dondequiera. Es un país muy desarrollado en comparación con el hueco donde estamos. Al final, es “tocao” que uno viaje, va abriendo y liberando la mente.

En Colombia hice algunos trabajos por las calles y me gustó mucho. Resultó como Cuba, pero más desarrollada.

Háblame de tus referentes en las artes visuales…

Los Gemeos, el estilo de esa gente es final. Banksy me cuadra, pero los Gemeos están primero. Me cuadran mucho, la verdad.

¿Cómo ves la situación de los grafiteros cubanos para desarrollar su trabajo?

Este arte es una candela en cualquier parte, pero aquí es un poco duro. Yo creo que si nos ponemos y nos unimos y hacemos eventos buenos, donde se manifiesten todas las tallas positivas, juntos podremos lograr más alcance, e incluso para el rap también, que no tiene muchos espacios.

¿Cómo visualizas la Cuba del futuro?

Las preguntas del futuro las voy a responder en el futuro. Aquí no se sabe cómo esto va a quedar. Es como que… ¿tú quisieras que Santa viniera? Claro que sí. Yo quiero una Cuba donde uno pueda vivir, no sobrevivir.