No sean alumnos que dan pena

Los corazoncitos y cerebritos que más han soñado con mitos dinamiteros y bandidos redistribuidores no lo han hecho en la modernidad desde el hambre y la miseria, ni en tugurios de barrios marginales, sino apostados en barrios elitistas, con la barriga llena, acceso a educación selecta, universidades, academias y luego desde altos puestos burocráticos, instituciones con amplio presupuesto, donde se han dedicado a jugar a la ingeniería social sin saber manejar ni una regla de cálculo ni el azadón.

Filósofos, sociólogos y politólogos se dicen científicos, manejando verbalizaciones que no son más que verborrea incomprobable. En líneas generales la palabrita primero, la dinamita después. Luego a repartir lo que la auténtica ciencia y la economía han creado, no ellos. Son “buenos” con lo que han creado otros. Sorprendentemente, aun hoy proponen cosas similares a las de Platón en La República. ¡Tremenda evolución del pensamiento en más de dos mil años! Nada sorprende que los males del capitalismo, que los tiene, pretendan resolverlos empujando a la sociedad contra el reloj, de nuevo al feudalismo. ¡Genial!

Veamos cómo ajusta lo anterior en la muy mal llamada “revolución cubana”. No fue una apuesta desde una enérgica intelectualidad sino un gran cansancio del militarismo previo, pero en esencia una movida de peón de intelectuales norteamericanos y europeos, alimentados desde los éxitos de su industrialización nacional, lo que les permitió encerrarse a soñar en torres de marfil faranduleras, hippies y universitarias, a drogarse con ideas desconectadas de la tierra. Terminaron incapaces de leer los reales dolores de la historia, en especial los millones de crucificados en las márgenes de los ríos de sangre de la violencia “revolucionaria”, que no fue, ni es, ni será evolucionaria.

Muchos, guerrilleros devenidos en académicos o “pensadores”, pretenden y asumen que los males de las sociedades industrializadas, de todo tipo, no se resuelven con ciencia, industria y economía, palancas técnicas y métodos científicos, sino con palabrería, papers, discursos emotivos, dinamita y solidaridad de barricada o trinchera. Como resultado, Occidente se ha visto inundado por analfabetos de lo histórico hábiles en lo histriónico. Y sus alumnos dan pena. Insisten en cultivar leyendas y mitos acientíficos como el “salvaje inocente”, la “revolución redentora”, la “partera de la historia”, las “sociedades estratificadas en clases” (exactamente es el capitalismo industrializado lo que hace desaparecer la estratificación feudal) y la lucha de clases (que nada tiene que ver con la lucha por la existencia animal), la “dictadura del proletariado” (eliminar a los que usan espejuelos), el “antimperialismo” (antiamericanismo),  la “igualdad” (todos somos buenos, todo el mundo se merece un amorcito) y la justicia social redistributiva (mayores impuestos a los más productivos y muy altos sueldos para profesores de filosofía, sociología, politología y burócratas redistribuidores en todas las instancias de los gobiernos).

Discursos sociales necrosantes del cuerpo social ocupan altas atalayas en Occidente, ya sea en Paris, Washington, Hollywood, Madrid o Bruselas. Innumerables “pensadores” utópicos y malcriados de todo tipo se dan el lujo de proponer cambios “revolucionarios” con las mismas ideas de Platón, Moro, Marx y los brutales métodos de Bakunin, Lenin y Mao. Mientras, la ciencia dura y la tecnología cada día son más innovadoras y productivas, más la llevamos descuidados en el bolsillo, solo con un leve asombro de lo que nos ofrece. Mala mezcla toda esa pléyade de palabreros, filósofos, sociólogos, poetas y pintores abstractos con habilidad histriónica, con los parcos hombres de acción que por siempre han querido el poder a sablazos.

La favela que llamamos ahora Cuba, es resultado de esta alquimia infernal de saliva monocromática de locuaces profesorcitos de filosofía o sociología con guerrilleros heroicos, todos con ínfulas de ingenieros sociales.

Los utópicos de caviar de Occidente apoyan moral y materialmente a su experimento social más querido: la Cuba jacobina que ¡heroicamente enfrenta al amenazante y terrible imperialismo yanqui! Sin embargo, la hambruna del cubano actual, que a cualquier otro gobierno occidental le hubiera costado la renuncia para ensayar otra combinación de gobierno, no mueve ni un ápice a las autoridades eternizadas en sus puestos. Y es solo paliada con las tantas toneladas de pollo congelado producidas en el imperio. Aun así, los gordos generales morados no quieren dejar el poder de ninguna manera y han inventado un oxímoron: la Revolución-Continuidad.

El país fue rediseñado por unos pocos hombres de acción, a punta de pistola y desde un poder jacobino. Fueron magnificados desde y por ciertos “intelectuales revolucionarios”, algunos teóricos de café e incendiarios académicos que impulsaron la lucha armada y las soluciones con dinamita para Hispanoamérica y África. La economía del país fue cocinada en caldera militarista, todo el cuerpo social fue arrodillado a la histeria jacobina.

Se valieron de fusilar física o moralmente, ningunear, crear ruidos ante cualquier planteamiento alternativo y aunar grupos de resentidos en el país, o incluso en otros países, que “ideológicamente” (no cuente becas a hijos o subvenciones secretas) hacen de quinta columna internacional de la “gloriosa” revolución. Hicieron emigrar y expulsaron del país a toda oposición o conato de disidencia, incluyendo desde luego a los cerebros más creativos y productivos. Creando mitos propagandísticos, el más irracional y artificial ese de “el bloqueo”, sin oposición interna, han llevado a la nación a su más profunda crisis.  En los hechos, ya no es país sino un palenque. Pero aunque no tienen oposición funcional y orgánica, tienen un enemigo considerable para permanecer en el poder: su propia estupidez. Ahora abonada con arrogancia y vanidad de nietos ostentosos. Y eso es lo que los está tumbando. Su “sistema” político es todo menos funcional y sistémico.

El gobierno en Cuba ha basado su permanencia por más de 60 años en neutralizar toda oposición. Contaron con el empuje industrialista de su archienemigo, a 90 millas, que les extrajo más de dos millones de los más inconformes, que ahora anualmente les envían más de 10 000 000 USD. El Ministerio de Remesas es el único capitalista y productivo en ese palenque y desgobierno. Pero gritan que su desmadre es porque “están bloqueados”. Se han congelado en sus dogmas, porque por más de seis décadas no han tenido oposición interna que destaque sus yerros y no han permitido que nadie que no sea rojo o verde olivo participe en la administración de “su” país-campamento. Ellos son la verdad, ellos que son inválidos manejando evolución cultural, ellos que son miopes, usan gafas marca Marx.

Compréndanlo, juventudes del mundo. No sean alumnos que dan pena.