Sobre el onceno número de Puente de Letras

 

Con ligero retraso me llega el número 11 de la revista Puente de Letras, del proyecto Puente a la Vista. Mas no puedo leerlo en mejor momento, ahora que la Bienal del Estado Cubano abre sus puertas y con ella escala esa singular forma de arte seguroso que es la represión gubernamental contra el arte independiente de la Isla.

Dirigida por Armando Añel, y con un consejo editorial que incluye a relevantes intelectuales residentes en Cuba y en el exilio, esta revista funciona como el órgano informativo-cultural del proyecto Puente a la Vista. En sus páginas pueden encontrarse reseñas de libros publicados, sobre todo de manera independiente, información actualizada sobre los concursos que convoca el proyecto y sus resultados, abundante información sobre las actividades y eventos que programa, o las distinciones y premios que en otros espacios alcanzan los miembros de la sociedad civil cubana.

En este número el lector encontrará, por ejemplo, las actas que para este 2018 emitieran los jurados de los premios Reinaldo Arenas, de narrativa, y Dulce María Loynaz, de poesía, concursos que el proyecto convoca todos los años. También la reseña de Cuentos erróticos, un esfuerzo común de Neo Club Ediciones y Palabra Abierta Ediciones, y las dos reseñas dedicadas a 1959, el ser diverso y la isla imaginada, de Manuel Gayol Mecías. El primero una colección de relatos eróticos preparada por Ismael Sambra y el autor del segundo libro reseñado; el cual, por cierto, es uno de esos bienvenidos esfuerzos que observamos en los últimos tiempos, entre intelectuales cubanos, de indagar sin muchas complacencias en lo profundo del ser nacional cubano. Sin lugar a dudas la pueril idea de un Fidel Castro que nos hipnotizó como un tigre a sus presas deja de tener sentido, cada vez más, como explicación del Hecho Revolucionario.

Pero Puente de Letras no es solo el catálogo de un proyecto o un órgano de información cultural. La revista, de sobria pero interesante factura visual, ilustrada con obras de Amaury Pacheco y Nonardo Perea, también publica mucha poesía, narrativa y ensayo. Como en este número: un conjunto de poemas de Joaquín Gálvez, Odalys Interián y Armando Añel; o los ensayos breves La gramática radical de Ángel Delgado, de Carlos Aguilera, un intento por visitar de nuevo el performance político que Delgado realizara en 1990, en medio de una muestra en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, o el trabajo un poco más breve en que Manuel Gayol Mecías nos explica el criterio que usó para seleccionar las fuentes que citaría en 1959…  

El plato fuerte de la revista es, no obstante, su Dossier. Sobre todo por su oportunidad en estos momentos en que los segurosos pululan performáticos por la Bienal, con evidentes rasgos de sentirse los artesanos ayudantes de la cúpula mandante en la creación de la gran “obra de arte total” de remodelar a su antojo toda la vida al interior de un país, ya que esta vez dicho Dossier está precisamente dedicado al Decreto 349, en cuyo enfrentamiento han sido y son los creadores independientes principales protagonistas.

Encontrará el lector aquí un claramente posicionado Editorial, y poco después la Denuncia del Pen Internacional de “la ola represiva y las detenciones arbitrarias a las que son sometidos artistas y creadores cubanos independientes, a raíz de la promulgación del Decreto 349”, tomada a instancias del Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio. Siguen una respuesta a Alexis Triana, en que se desmontan las supuestas bases marxistas sobre las que el susodicho camarada sustentó su posición de apoyo al Decreto en el Noticiero Cultural, y un cuestionario que sobre el tema la revista le presentara a un grupo de artistas, escritores e intelectuales nuestros.

Un fragmento de la respuesta de Yasser Castellanos, creemos define con claridad lo que la literatura y el arte independiente cubanos deben esperar del 349:

En mi opinión el propósito fundamental del decreto 349 es el exterminar las expresiones artísticas que critican al gobierno, y reforzar y expandir la censura a aquellos espacios donde el arte independiente ha encontrado refugio y alimento, como son los hogares de los propios artístas.

Una revista que recomendamos y que puede encontrarse en el sitio digital del proyecto Puente a la Vista (puentealavista.org). Además de que ya por la ciudad circulan algunos ejemplares en papel.