‘Art Infinity’ con Adrián Morales en Turquía. La mirada de Uğur Batı

La curadora internacional, doctora en Arte, Gizem Pamukçu, organiza en el Le Chic Hotel del Mar Egeo, balneario turco de Bodrum, la muestra “Art Infinity”, encabezada por el creador multiversal cubano Adrián Morales, AdriáNomada.

Entre otros importantes nombres del arte euroasiático, también participan Berkin Günsay, Betül Demir, Ebru Ugur, Ezra Yildirim y Ayse Canbolat.

La exposición, inaugurada a finales de julio pasado, estará abierta hasta el martes 31 de octubre del presente 2023. Cita en: Asarlık Mevki Adnan Menderes Cad, Yakamoz Sk. No:4, 48400 Bodrum/Muğla, Turquía.

Le Chic Hotel & The Coolectible apuesta por la razón creativa consolidando este año una exhibición cuya novedad contextualiza figuraciones que abordan la multiplicidad, la ciencia, la historia y la antropología comparada.

Bodrum es un puerto turco ubicado en el distrito de igual nombre, frente a la isla griega de Cos. Desde siempre, un lugar donde la milenaria cultura se entrelaza con la historia y el arte.


El profesor Uğur Batı sobre el dolor y la obra de Adrián Morales

originalmente publicado en The Independent Turkish
Traducción: Mahpare Tanin

En este artículo, trataré de resaltar un tema muy especial. Veré la relación entre el dolor y la felicidad. ¿Sientes constantemente que te duele? Si vives en un país vibrante como Turquía, esto puede ser continuo. Al no encontrar lo que uno espera, el fracaso comienza a debilitarnos y la persona cuestiona sus esfuerzos y concluye cuán “sin sentido” e “innecesario” es. ¿Será bueno sufrir? ¿Cuál es la relación entre dolor y felicidad? Exploremos.

Primero, les presentaré a Adrián Morales, “experto en dolor espiritual” que nos guía con sus imágenes.

Él crea bajo el seudónimo de AdriáNomada. Pintor multiversal español de origen cubano/barcelonés, que viajando/conociendo y creando por el mundo, pasó suficiente tiempo en nuestro país para generar a propósito algunas alegorías turcas desde su íntima poética.

Especialmente desde 2015, se ha vuelto muy popular por sus participaciones en Miami Art Basel. Adrián Morales pinta el dolor y todo tipo de rituales con muy personal estilo.

Formas naturalizadas como retículas figurativas que cruzan su memoria, como pintura desde la fantasía tradicional latino/oriental próxima al cuento fantástico: objetos, patrones, texturas, luz, línea y tono.

Particularmente en sus piezas, funciona establecer el patrón geométrico de cierta sacralidad que se intuye rondando la superficie. Mientras crea formas “únicas” para un mundo “fabuloso”, en su mayoría cuentos conmovedores, a veces tristes.

AdriaNomada es único, esCultural, exclusivo para un coleccionismo exquisito. Individual. Inimitable en su dibujo, que depende de su íntima mirada. ¡Cómplice de cuantos padecen!

La pintura de Adrián Morales es distintiva en muchos sentidos. Los detalles son “únicos”, altamente preciosistas en lo general y lo particular, tratando de hacer que la mente capte un marco “fabuloso” que la realidad quizás no admite, pues probablemente nunca fue, no existió.

Adrian Morales (AdriaNomada). Los perros de la guerra y el Cornudo de Kipling. Otro Zoo de Cristal. 2020. Acrilico y tinta sobre lienzo. 70_100 cm

Aparte de ver la pintura como ficción/fantasía, la obra de Morales técnicamente tiene un estilo futurista atemporal, heredado de la propia ciencia ficción, lo que él llama “Máquinas Espirituales”.

E inmiscuye, casi omnipresente, un tono “azul” que deseo pensar “latino” (asociado al azul insular de su trópico natal o el Mediterráneo catalán), enfocado desde la textura, la forma, el color y el uso del espacio, valioso contraste entre lo negativo y lo positivo.

Utiliza el concepto de objeto masa transitivo. Pensando en ello como un todo, donde el dolor acecha sumergido en una extraña y profunda esperanza líquida, marítima y/o azulada.

Adrian Morales (AdriaNomada). Amuchados La Cuadratura del Circulo o El Colimador Psicoanalitico (Jade Influence) 2020. Acrilico y tinta sobre lienzo. 180_140 cm

Cuando miro a Morales, lo asocio al filósofo rumano Emil Cioran (misántropo con él que coincidió alguna vez en el comedor de la Sorbonne, en París) advirtiéndonos: “Toda existencia es una divinidad rota”.

Nosotros, por otro lado, estamos demasiado confundidos y repletos de problemas para entenderlo, sin idea de qué y cómo somos.

A la vez, se me antoja pensar que Adrián Morales es la pintura interior del inconsciente de Emil Cioran, Arthur Schopenhauer y Victor Hugo juntos.

Hablemos entonces un poco sobre el dolor, mirando las imágenes que comparto en este portal.

Arthur Schopenhauer sentencia que: “El universo que persigue el hombre es en realidad un diseño, un sueño”. Por ello, explica la imposibilidad de la felicidad plena, afirmando que correr tras un sueño nos hace infelices: Imágenes borrosas y engañosas de una felicidad soñada, que aparecen ante nuestros ojos como elegidas por un azar concurrente.

Digámoslo de una vez: El dolor es a veces la fuente de la vida, otras el final de la vida. ¡Un sentimiento placentero o dañino (más allá o más acá) según la psicología (trans)personal!

De hecho, es la percepción virtual (nuestra idea, la mente, la razón coaguladora), creada por el estímulo de la voluntad, la que nos permite comprender que hemos sufrido un daño corporal repentino. ¡Símil al tóxico estado expectativa de no recibir tanto como das!

Víctor Hugo sugiere: “Después de aprender y amar, sufrirás más”. En ese caso, ¿el saber duele?

Si sufrimos a medida que adquirimos conocimiento, entonces:  ¿por qué somos tan curiosos y nos esforzamos por aprender?

Si sufrimos cuando amamos, ¿por qué amamos? ¿Es insano el sufrimiento humano?

Es posible entender por qué el dolor evoluciona/cambia/se (nos) transforma cuando pensamos, sentimos y vivimos en él.

En el enfoque del comportamiento relativo a la supervivencia de la especie, sus cuerpos y mentes han sido protegidos y apoyados por la selección natural, ya que les permite ser advertidos antes de que esos peligros alcancen el nivel mortal.

El dolor de esta manera es un fenómeno creado y percibido por el cerebro. Una experiencia especial basada en la información instantánea recopilada de cada parte del cuerpo a través del sistema nervioso.

El propósito del dolor es uno y bastante comprensible, protegernos. Así que resultaría alarmante que no se pudiese sentir y no se sienta. Considere por un momento a alguien así, asando castañas al fuego con sus manos. A los 15 minutos en carne viva, hasta podrían vérsele los huesos.

¡Incluso el cuerpo codifica el dolor! Ejemplo, ¿cuál es la razón del mecanismo fisiológico que causa dolor? Dado que el dolor es una señal eléctrica como el placer, supongamos que se interpreta en alguna parte del cerebro. Esto es importante. Entonces, ¿qué sentido tiene que nuestros cuerpos hayan de preocuparse por construir todas estas redes neuronales, sintetizando todo tipo de químicos por y para el dolor? ¿Por qué las células nerviosas de mis dedos gastan esa energía única que obtengo de los alimentos que por igual con un gasto ingente, alcanzamos recolectar a diestra y siniestra enviando señales eléctricas al cerebro cuando nos hinca una aguja? Sí, ¿qué le pasa al cerebro? ¿Por qué no puede contenerse cuando siente dolor?

En la antigüedad creíamos en el alma recompensada por sus males. Si la respuesta de Dios al hombre fue “el amor”, el precio de este amor sólo podía ser más “dolor”. Si se cree en algún equilibrio en la vida, también sepamos que la felicidad generalmente es (re)compensada con dolor. Por cada herida abierta en tu cuerpo entra la luz y se derrama el vacío que llevas dentro, el pedazo de dolor paradójico que sentirá tu alma. El dolor es gemelo de la desesperación que te hace preso. Y parece no haber escape, ni modo de escondernos. Vivimos atrapados y suspendidos en el medio. Si huyes te persigue y seguirá cruzándose contigo en el camino, en los medios, dentro de un libro, en la esquina superior izquierda, sonriendo como un “Gato de Cheshire” (o será Schrödinger). Un animal que parece mal educado, engorroso, que nos persigue y no se irá. Inserto en la vida, en tu aliento y en cuanto lugar tus manos toquen. Con algunas penas vives de por vida, de otras huyes sin asunción ni consciencia.

Es sintomático que no recordemos dicho sentimiento, cuya presencia/ausencia en cada ahora no puede disimularse, como cuando estaba ausente, por eso quizás a nivel consciente e inconsciente el cerebro niegue fisiológicamente recordar. Tampoco puedes pensar en su ausencia cuando se presenta, no discurres con certeza, y aunque sabes pasará, resulta difícil imaginar cómo será cuando pase.

Si preguntas sobre el tema: ¿Cómo sería una vida sin dolor? Entonces paradójicamente, ¿cómo sería una vida sin felicidad? En otra dirección: ¿Puede haber felicidad sin dolor? ¿Qué pasa si afirmamos que (sin consciencia) esto es cierto, sea física o espiritualmente?

Muchas técnicas de neuroimagen muestran que los químicos liberados contra el dolor aumentan los sentimientos positivos. Evitar el dolor y alejarnos de la confusión nos hace (relativa, inmediata y circunstancial) más felices, a la vez que reduce nuestros niveles de pensamiento negativo y tristeza. Anuncia Aristóteles: “La felicidad no es un estado, sino un hábito”, resultado de la práctica que sistematices, afiances y consolides. ¿Podría haber una explicación física para esto? El dolor, comprendido de una manera que encuentro interesante, nos hace pensar (a través del ego) que merecemos placer (proceso de recompensa). Cuando el dolor entra en juego, conjuntamente con ello también se revela que la persona se tranquiliza mientras se alivia (recompensa). Especialmente los opioides que se secretan naturalmente durante el dolor, se conocen como sustancias que el cerebro crea y ordena para amainarlo.

Por otro lado, el dolor fortalece ciertas relaciones sociales, la generosa unidad en él. Esta es la base de casi todas las campañas de corresponsabilidad filantrópica y el impacto publicitario de su contenido. El hecho de que la felicidad esté entrelazada con el dolor, está en parte relacionado con la cercanía de estas emociones contrastantes. Cuando hay felicidad (sin consciencia y sin comprender el presente impermanente que nos hace esclavos del cambio) automáticamente se genera en paralelo un sentimiento de dolor, tristeza, pánico y miedo a la pérdida. La emoción de la felicidad es la dopamina. La serotonina se hace cargo de la parte del dolor. (La ciencia del dolor). Otra característica del dolor es que nuestras percepción del mundo se vuelve más o menos pronunciada debido a la actividad química en el cerebro. En ciertos estado de dolor, nuestros sentidos se vuelven más claros y agudos. Nuevamente, en muchos estudios de neuroimagen, se ha revelado que el cerebro doliente de pronto disfruta más al convertir sus acciones en algo positivo. El dolor es un sentimiento que en realidad no existe. Hay tanto frío, como oscuridad, temores y sucesivos demonios. Pero lo humano nace del dolor. Por tanto, resulta aterrador no sentirle, ni ser sentido. Expresión de nuestra herida invisible. Especialmente alguna de tal calibre que no sabemos cuán profundo nos marca. Heridas que sangran en algún lugar de nuestro interior, dolor convertido en halo difícil, rictus en los ojos y el rostro. Pero “el dolor permite vivir en un mundo mágico de ensoñación, cierta narcosis que purifica el alma y hace la vida más responsable, simplificadora y delicada. En este mundo, incluso las cosas ordinarias de todos los días adquieren una cualidad sorprendentemente emocionante, no siempre aburrida. Por darnos cuenta de la brecha entre alma y realidad.

“Al elevarnos por encima de todo ello, vemos la realidad y nuestro propio cuerpo como algo lejano y extraño.”

Hablo de un dolor pariente de la soledad, que por igual suelta la lengua en confesión. Y no sólo eso, posiblemente me atrevo a decir que: Nuestros deseos más profundos y apasionados quizás nacen del dolor. ¡Un dolor dichoso! Distinto a la clásica “erotización del sufrimiento” argumentada por el psicoanálisis. Aun así, no pienso en ello: ¿Podría haber otros momentos donde escuchemos tonos más sanos? ¿Podríamos ser/nacer en/con otras posibilidades? ¿Podríamos establecer una sociedad donde acogiésemos la vida en paz, alegría, arte, profundidad, y una cultura que la represente? ¿El alma ha que florecer en las noches de tormenta? Tal vez no fue, nada es seguro, pero pasó, lo vivimos. Me gustaría pensar, mirar y llamar la atención de las personas como Max Picard con su:

—Hagamos silencio para poder escucharnos—. De todos modos. Estoy terminando. ¡He terminado! Dije empezando.

@ugurbati


 

 

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