Nosotros, cubanos que compartimos los mismos problemas de quienes se han manifestado públicamente en diferentes partes del país, y que al igual que ellos sufrimos carencias y necesidades, padecemos la crisis económica y social, y sentimos los mismos deseos de libertad y prosperidad, queremos afirmar nuestra convicción de que para solucionar los problemas de Cuba se necesita que los cubanos demos estos seis pasos:
-El respeto y apoyo a las manifestaciones pacíficas que reclaman libertad y mejores condiciones de vida.
-La eliminación de todas las barreras que frenan absurdamente la economía, de modo que se favorezca el desarrollo del sector privado, y se potencien las importaciones, la agricultura y ganadería, el comercio, la propiedad y la empresa privadas, así como el fin de las trabas al ejercicio privado de las profesiones y de la inversión.
-La liberación de los presos políticos y el cese de cualquier persecución a los cubanos por expresarse, organizarse o manifestarse pacíficamente.
-La redirección inmediata de los recursos estatales malgastados en represión y propaganda políticas, en las mal llamadas “organizaciones de masas”, en la construcción de hoteles o en la burocracia ineficiente, hacia sectores en crisis como la salud pública, la generación de electricidad y la atención de ancianos y de otros grupos más vulnerables.
-La eliminación del control del Partido Comunista sobre la constitución, los tribunales, las fuerzas armadas y policiales, la economía, los gobiernos nacional y locales y el sistema electoral.
-La convocatoria inmediata de elecciones presidenciales, generales y legislativas, abiertas y pluripartidistas, bajo estándares democráticos reconocidos internacionalmente y con observación independiente, a celebrarse en un plazo no mayor de seis meses.
Firmamos presencialmente esta Declaración de Camagüey, el 21 de marzo de 2024:
Bárbaro de Céspedes Iris Mariño Ailex Marcano José Luis Tan Madelyn Sardiñas Henry Constantín
Diez relatos de alto voltaje imaginativo que, como resulta habitual en la narrativa de Manuel Gayol Mecías, revolucionan la expectativa del lector y lo conducen a un universo paralelo donde la creatividad protagoniza cada historia.
Nada más abrir este libro y leer el primer párrafo de su primer relato, “De cómo Sísifo se libró de una desastrosa descomposición estomacal”, eres atrapado por una sucesión de escenarios en los que el humor, la imaginación y la perspicacia discursiva no dejan títere con cabeza.
Esta compilación trasciende el tema cubano para hacerse universal sin salirse, paradójicamente, del ámbito de la Isla, porque Gayol es un maestro en el arte de redimensionar geografías y circunstancias por muy específicas que parezcan: es en este baile de espejos insinuantes que toca las fibras más sensibles de quienes se asoman a sus páginas.
La curadora internacional, doctora en Arte, Gizem Pamukçu, organiza en el Le Chic Hotel del Mar Egeo, balneario turco de Bodrum, la muestra “Art Infinity”, encabezada por el creador multiversal cubano Adrián Morales, AdriáNomada.
Entre otros importantes nombres del arte euroasiático, también participan Berkin Günsay, Betül Demir, Ebru Ugur, Ezra Yildirim y Ayse Canbolat.
La exposición, inaugurada a finales de julio pasado, estará abierta hasta el martes 31 de octubre del presente 2023. Cita en: Asarlık Mevki Adnan Menderes Cad, Yakamoz Sk. No:4, 48400 Bodrum/Muğla, Turquía.
Le Chic Hotel & The Coolectible apuesta por la razón creativa consolidando este año una exhibición cuya novedad contextualiza figuraciones que abordan la multiplicidad, la ciencia, la historia y la antropología comparada.
Bodrum es un puerto turco ubicado en el distrito de igual nombre, frente a la isla griega de Cos. Desde siempre, un lugar donde la milenaria cultura se entrelaza con la historia y el arte.
El profesor Uğur Batı sobre el dolor y la obra de Adrián Morales
En este artículo, trataré de resaltar un tema muy especial. Veré la relación entre el dolor y la felicidad. ¿Sientes constantemente que te duele? Si vives en un país vibrante como Turquía, esto puede ser continuo. Al no encontrar lo que uno espera, el fracaso comienza a debilitarnos y la persona cuestiona sus esfuerzos y concluye cuán “sin sentido” e “innecesario” es. ¿Será bueno sufrir? ¿Cuál es la relación entre dolor y felicidad? Exploremos.
Primero, les presentaré a Adrián Morales, “experto en dolor espiritual” que nos guía con sus imágenes.
Él crea bajo el seudónimo de AdriáNomada. Pintor multiversal español de origen cubano/barcelonés, que viajando/conociendo y creando por el mundo, pasó suficiente tiempo en nuestro país para generar a propósito algunas alegorías turcas desde su íntima poética.
Especialmente desde 2015, se ha vuelto muy popular por sus participaciones en Miami Art Basel. Adrián Morales pinta el dolor y todo tipo de rituales con muy personal estilo.
Formas naturalizadas como retículas figurativas que cruzan su memoria, como pintura desde la fantasía tradicional latino/oriental próxima al cuento fantástico: objetos, patrones, texturas, luz, línea y tono.
Particularmente en sus piezas, funciona establecer el patrón geométrico de cierta sacralidad que se intuye rondando la superficie. Mientras crea formas “únicas” para un mundo “fabuloso”, en su mayoría cuentos conmovedores, a veces tristes.
AdriaNomada es único, esCultural, exclusivo para un coleccionismo exquisito. Individual. Inimitable en su dibujo, que depende de su íntima mirada. ¡Cómplice de cuantos padecen!
La pintura de Adrián Morales es distintiva en muchos sentidos. Los detalles son “únicos”, altamente preciosistas en lo general y lo particular, tratando de hacer que la mente capte un marco “fabuloso” que la realidad quizás no admite, pues probablemente nunca fue, no existió.
Adrian Morales (AdriaNomada). Los perros de la guerra y el Cornudo de Kipling. Otro Zoo de Cristal. 2020. Acrilico y tinta sobre lienzo. 70_100 cm
Aparte de ver la pintura como ficción/fantasía, la obra de Morales técnicamente tiene un estilo futurista atemporal, heredado de la propia ciencia ficción, lo que él llama “Máquinas Espirituales”.
E inmiscuye, casi omnipresente, un tono “azul” que deseo pensar “latino” (asociado al azul insular de su trópico natal o el Mediterráneo catalán), enfocado desde la textura, la forma, el color y el uso del espacio, valioso contraste entre lo negativo y lo positivo.
Utiliza el concepto de objeto masa transitivo. Pensando en ello como un todo, donde el dolor acecha sumergido en una extraña y profunda esperanza líquida, marítima y/o azulada.
Adrian Morales (AdriaNomada). Amuchados La Cuadratura del Circulo o El Colimador Psicoanalitico (Jade Influence) 2020. Acrilico y tinta sobre lienzo. 180_140 cm
Cuando miro a Morales, lo asocio al filósofo rumano Emil Cioran (misántropo con él que coincidió alguna vez en el comedor de la Sorbonne, en París) advirtiéndonos: “Toda existencia es una divinidad rota”.
Nosotros, por otro lado, estamos demasiado confundidos y repletos de problemas para entenderlo, sin idea de qué y cómo somos.
A la vez, se me antoja pensar que Adrián Morales es la pintura interior del inconsciente de Emil Cioran, Arthur Schopenhauer y Victor Hugo juntos.
Hablemos entonces un poco sobre el dolor, mirando las imágenes que comparto en este portal.
Arthur Schopenhauer sentencia que: “El universo que persigue el hombre es en realidad un diseño, un sueño”. Por ello, explica la imposibilidad de la felicidad plena, afirmando que correr tras un sueño nos hace infelices: Imágenes borrosas y engañosas de una felicidad soñada, que aparecen ante nuestros ojos como elegidas por un azar concurrente.
Digámoslo de una vez: El dolor es a veces la fuente de la vida, otras el final de la vida. ¡Un sentimiento placentero o dañino (más allá o más acá) según la psicología (trans)personal!
De hecho, es la percepción virtual (nuestra idea, la mente, la razón coaguladora), creada por el estímulo de la voluntad, la que nos permite comprender que hemos sufrido un daño corporal repentino. ¡Símil al tóxico estado expectativa de no recibir tanto como das!
Víctor Hugo sugiere: “Después de aprender y amar, sufrirás más”. En ese caso, ¿el saber duele?
Si sufrimos a medida que adquirimos conocimiento, entonces: ¿por qué somos tan curiosos y nos esforzamos por aprender?
Si sufrimos cuando amamos, ¿por qué amamos? ¿Es insano el sufrimiento humano?
Es posible entender por qué el dolor evoluciona/cambia/se (nos) transforma cuando pensamos, sentimos y vivimos en él.
En el enfoque del comportamiento relativo a la supervivencia de la especie, sus cuerpos y mentes han sido protegidos y apoyados por la selección natural, ya que les permite ser advertidos antes de que esos peligros alcancen el nivel mortal.
El dolor de esta manera es un fenómeno creado y percibido por el cerebro. Una experiencia especial basada en la información instantánea recopilada de cada parte del cuerpo a través del sistema nervioso.
El propósito del dolor es uno y bastante comprensible, protegernos. Así que resultaría alarmante que no se pudiese sentir y no se sienta. Considere por un momento a alguien así, asando castañas al fuego con sus manos. A los 15 minutos en carne viva, hasta podrían vérsele los huesos.
¡Incluso el cuerpo codifica el dolor! Ejemplo, ¿cuál es la razón del mecanismo fisiológico que causa dolor? Dado que el dolor es una señal eléctrica como el placer, supongamos que se interpreta en alguna parte del cerebro. Esto es importante. Entonces, ¿qué sentido tiene que nuestros cuerpos hayan de preocuparse por construir todas estas redes neuronales, sintetizando todo tipo de químicos por y para el dolor? ¿Por qué las células nerviosas de mis dedos gastan esa energía única que obtengo de los alimentos que por igual con un gasto ingente, alcanzamos recolectar a diestra y siniestra enviando señales eléctricas al cerebro cuando nos hinca una aguja? Sí, ¿qué le pasa al cerebro? ¿Por qué no puede contenerse cuando siente dolor?
En la antigüedad creíamos en el alma recompensada por sus males. Si la respuesta de Dios al hombre fue “el amor”, el precio de este amor sólo podía ser más “dolor”. Si se cree en algún equilibrio en la vida, también sepamos que la felicidad generalmente es (re)compensada con dolor. Por cada herida abierta en tu cuerpo entra la luz y se derrama el vacío que llevas dentro, el pedazo de dolor paradójico que sentirá tu alma. El dolor es gemelo de la desesperación que te hace preso. Y parece no haber escape, ni modo de escondernos. Vivimos atrapados y suspendidos en el medio. Si huyes te persigue y seguirá cruzándose contigo en el camino, en los medios, dentro de un libro, en la esquina superior izquierda, sonriendo como un “Gato de Cheshire” (o será Schrödinger). Un animal que parece mal educado, engorroso, que nos persigue y no se irá. Inserto en la vida, en tu aliento y en cuanto lugar tus manos toquen. Con algunas penas vives de por vida, de otras huyes sin asunción ni consciencia.
Es sintomático que no recordemos dicho sentimiento, cuya presencia/ausencia en cada ahora no puede disimularse, como cuando estaba ausente, por eso quizás a nivel consciente e inconsciente el cerebro niegue fisiológicamente recordar. Tampoco puedes pensar en su ausencia cuando se presenta, no discurres con certeza, y aunque sabes pasará, resulta difícil imaginar cómo será cuando pase.
Si preguntas sobre el tema: ¿Cómo sería una vida sin dolor? Entonces paradójicamente, ¿cómo sería una vida sin felicidad? En otra dirección: ¿Puede haber felicidad sin dolor? ¿Qué pasa si afirmamos que (sin consciencia) esto es cierto, sea física o espiritualmente?
Muchas técnicas de neuroimagen muestran que los químicos liberados contra el dolor aumentan los sentimientos positivos. Evitar el dolor y alejarnos de la confusión nos hace (relativa, inmediata y circunstancial) más felices, a la vez que reduce nuestros niveles de pensamiento negativo y tristeza. Anuncia Aristóteles: “La felicidad no es un estado, sino un hábito”, resultado de la práctica que sistematices, afiances y consolides. ¿Podría haber una explicación física para esto? El dolor, comprendido de una manera que encuentro interesante, nos hace pensar (a través del ego) que merecemos placer (proceso de recompensa). Cuando el dolor entra en juego, conjuntamente con ello también se revela que la persona se tranquiliza mientras se alivia (recompensa). Especialmente los opioides que se secretan naturalmente durante el dolor, se conocen como sustancias que el cerebro crea y ordena para amainarlo.
Por otro lado, el dolor fortalece ciertas relaciones sociales, la generosa unidad en él. Esta es la base de casi todas las campañas de corresponsabilidad filantrópica y el impacto publicitario de su contenido. El hecho de que la felicidad esté entrelazada con el dolor, está en parte relacionado con la cercanía de estas emociones contrastantes. Cuando hay felicidad (sin consciencia y sin comprender el presente impermanente que nos hace esclavos del cambio) automáticamente se genera en paralelo un sentimiento de dolor, tristeza, pánico y miedo a la pérdida. La emoción de la felicidad es la dopamina. La serotonina se hace cargo de la parte del dolor. (La ciencia del dolor). Otra característica del dolor es que nuestras percepción del mundo se vuelve más o menos pronunciada debido a la actividad química en el cerebro. En ciertos estado de dolor, nuestros sentidos se vuelven más claros y agudos. Nuevamente, en muchos estudios de neuroimagen, se ha revelado que el cerebro doliente de pronto disfruta más al convertir sus acciones en algo positivo. El dolor es un sentimiento que en realidad no existe. Hay tanto frío, como oscuridad, temores y sucesivos demonios. Pero lo humano nace del dolor. Por tanto, resulta aterrador no sentirle, ni ser sentido. Expresión de nuestra herida invisible. Especialmente alguna de tal calibre que no sabemos cuán profundo nos marca. Heridas que sangran en algún lugar de nuestro interior, dolor convertido en halo difícil, rictus en los ojos y el rostro. Pero “el dolor permite vivir en un mundo mágico de ensoñación, cierta narcosis que purifica el alma y hace la vida más responsable, simplificadora y delicada. En este mundo, incluso las cosas ordinarias de todos los días adquieren una cualidad sorprendentemente emocionante, no siempre aburrida. Por darnos cuenta de la brecha entre alma y realidad.
“Al elevarnos por encima de todo ello, vemos la realidad y nuestro propio cuerpo como algo lejano y extraño.”
Hablo de un dolor pariente de la soledad, que por igual suelta la lengua en confesión. Y no sólo eso, posiblemente me atrevo a decir que: Nuestros deseos más profundos y apasionados quizás nacen del dolor. ¡Un dolor dichoso! Distinto a la clásica “erotización del sufrimiento” argumentada por el psicoanálisis. Aun así, no pienso en ello: ¿Podría haber otros momentos donde escuchemos tonos más sanos? ¿Podríamos ser/nacer en/con otras posibilidades? ¿Podríamos establecer una sociedad donde acogiésemos la vida en paz, alegría, arte, profundidad, y una cultura que la represente? ¿El alma ha que florecer en las noches de tormenta? Tal vez no fue, nada es seguro, pero pasó, lo vivimos. Me gustaría pensar, mirar y llamar la atención de las personas como Max Picard con su:
—Hagamos silencio para poder escucharnos—. De todos modos. Estoy terminando. ¡He terminado! Dije empezando.
Fabelo en el Museo Goya con su propuesta 'Divertimentos'
Este verano el artista estuvo en la Casa de América de Madrid con «Mundos. Goya y Fabelo», en el Museo Goya con “Divertimentos” y “Sobrevivientes”, y con la macro instalación “Liderazgo” en la Plaza del Pilar de Zaragoza.Una muestra multidisciplinar que reunió pinturas, dibujos y esculturas.
Se descubre la obra de madurez de uno de los más grandes y significativos artistas de la plástica cubana del siglo XX, a diferencia de cualquier ideario político distinto y/o anuencia partícipe o tácita al régimen de “La Vana” (siendo generosos en los argumentos).
Trazo personalísimo e inconfundible de un metier tan exquisito como provocador, que sorprende a primera vista con esta incursión escultural, cuya escatología entomológica resulta incluso denuncia “metamórfica” a lo Gregorio Samsa —quizás en primera persona—, nexo con esa Cuba exhausta, erosionada, de tan rendida resistencia y lento derrumbe durando en su vía crucial.
Una historia moral que más allá de los discursos del ego (frase suya extraída del comunicado de prensa), la complejidad psíquica de la “erotización del sufrimiento”, los procesos subliminales de continua “indefensión inducida” (de cualquier cubano), la “disonancia cognitiva” a que se fuerza un creador constantemente fuera de su zona de confort, va cargando con todo el peso de su responsabilidad experimental, con vigor y denuncia.
Hoy Fabelo procura hablarnos (con cada gigantesco insecto) sobre su tanatoria versión/visión del presente y futuro inmediato de una modernidad instituida como crítica que resiste a la razón kantiana.
Los insectos de Roberto Fabelo en Zaragoza (cortesía Adrián Morales)
Voluntad advertida en el tono de cada imagen, desde la correcta modestia de una ausencia total del “optimismo triunfalista” que prefier@ leer como dura autorreflexión melancólica (incluso animalista o eco-conservadora), borde distinto tras la frontera de un “Yo” (inconsciente) (ilu)Minado por el omnipresente y omnisciente “Terator”, el carbón e innumerables visiones iconoclastas para un simbolismo recurrentemente surreal y un expresionismo que casi caricaturiza nuestro presente. Inmerso en la supervivencial cotidianidad de un contexto disfuncional (cubano) a todas luces, cuya gerontocracia de “rinoceronte rojo” a contra corriente, (compréndase también “inverso al rebaño”) en necia cualidad, resiste encarrilar su sentido común, cuya ¿normalidad?, se me antoja “lento paso del mulo en el abismo” —al decir del poeta José Lezama Lima.
¿Quién le tiene miedo al rojo, miedo al rojo, miedo al…?
Cada animal fabricado en fibra de vidrio desproporciona su tamaño en el caso de los insectos… pero respeta la dimensión natural cuando se trata de los paquidermos. Tanque ideario colorado a contracorriente, que aquí detenta (al menos conceptualmente) a la administración pública, pro/contra liturgia, frente al culto Mariano de Santa Maria del Pilar, ahora mismo en Zaragoza en pleno casco histórico.
Contexto corazón hisPánico que aún debate condonar la deuda de Cuba de 2,000 millones de euros durante el Gobierno de Sánchez Panza, (tal hiciera el CAME y todo el excampo socialista y la URSS en su momento, incluso la Canadá más zurda, por contribuir inmoralmente a lo impagable de un país disfuncional). Todo esto frente al inminente arribo de un Partido Popular al que pese a ganar las elecciones le resultará difícil gobernar, atenazado por secesionistas pidiendo amnistía para su propia traición de estado y (¿ex?)terroristas etarras (que entrenaban en La Vana) convertidos en seudo parlamentarios. Tal es el presente de este proyecto que trae Ibercaja en medio del aberrante panorama político de cIBERIA, letal encrucijada con la venia del contribuyente, claro.
Un conjunto de trabajos de Fabelo que dialoga con la obra del célebre maestro español Francisco de Goya y Lucientes. Reverencia que ubica con humildad de deudor asumido… personalísimo dibujo rompiendo los límites de la fantasía con una imaginación sin fin y un oficio cuasi renacentista, émulo de los antiguos ilustres.
Deslumbra a propósito su retrato del maestro español como dormitando hacia el “lado izquierdo” de la figura, donde pulula sobre su cabeza desde “La maja desnuda”, al “Fusilamiento del 2 de mayo”, los “Caprichos”, algunos “Desastres de la guerra” y hasta aquel “perro” inquietante sobre el muro inolvidable (pero también invertido hacia la izquierda), todo sumergido en un elegantísimo monocroma ocre, unos valores y unas líneas de ritmo de una suavidad asombrosamente orgánicas, vinculantes.
Obra maestra del apropiacionismo, la inter-referencia, la cita cruzada, la dimensión culta, la transversalidad, plus su estudio clásico… pero a su vez futurible, fresco, repleto de una belleza tan extraordinaria como rabiosa de contemporaneidad, que a mi entender ronda entre las mejores y más hermosas piezas de la exhibición.
Quizás se echa en falta (sugiero más adelante en lo posible, de cara al autor) alguna incursión filmográfica o animación video-instalativa posterior, que pide a gritos su oficio, símil de lo que el sudafricano William Kentridge genera como arriesgada proyección del magnífico dibujante que se sabe al movimiento animado del celuloide. (Mucho más delicado y refinado Fabelo, más expresionista y grotesco Kentridge). Se me antoja amplificación plus u otra línea argumental, conectada al literalismo simbolista evidente, innato e incondicional, que se percibe como regla general en todo el conjunto; laborioso compromiso figurativo de una obra, evidentemente inmersa en todas sus delirantes imágenes del (en)sueño, donde a su vez somos soñados: El omnipresente antropos, la animalización de(l) poder (“animales de poder”, del “Ixtlán” de Carlos Castaneda al “Opio” de Jean Cocteau), fusiones híbrido, plagas, la prenda, la virgen y los cacharros, en su “Tótem y Tabú”. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos —diría Sigmund Freud poniéndose filosófico y antropológico, invitando a un ensayo psicoanalítico mucho más profundo.
En este caso, enfocado a ese punto deslumbrantemente oscuro de transmodernidad al que nos tiene acostumbrados. Donde, noto, Fabelo también juega con la “Pimp Culture”, lo expresionista y un punto “Orco” o “Trasgo” (orcs o goblins —dixit— en las publicaciones originales inglesas) del “Legendarium” J. R. R. Tolkien, como “neoraza” fantástica de criaturas usadas como soldados y secuaces por los grandes villanos; tipo de organismos para una bio-alternativa transhumanista, “mutatis mutandis”. Posible torsión de la jubilada lógica darwinista que me sumerge en la mítica historia (culto) de los “senobites” a lo “Hellraiser” y “EraserHead” (juntas); para mejor kafkian@ metamórfic@ in continuum, cuya recurrente dark fascination o la “fascination ténébreuse” —sentencia Jean Baudrillard— es su “Power Inferno”.
Sugiere Nietzsche enterrando a su Dios muerto: “Has de tener cuidado por cuánto tiempo te asomas al abismo, porque también el abismo se mira en ti”.
En general, están pasando muchas cosas alineadas a un inevitable panorama de cambio paradigmático respecto a la lectura de Cuba, (en) el mundo y demás, del cual Fabelo no es ajeno. Presentándonos su metagenealogía de obra y actitud, mecida por una revelación inconsciente a chorro. Lo digo de corazón y desde la admiración más honda, por su particular modo de somatizar la experiencia. Pues como sugiere mi radical canción: “No hay bondad (ni gracia, ni talento, ni don) que no reciba castigo. Nadie tira piedras a un árbol sin frutos”.
Hace muchos años, conversando con el maestro de la pintura cubana (incluido en el libro, de Edmundo Desnoes, Los diez pintores concretos cubanos) Luis Martínez Pedro, en su casa y sótano estudio, donde pintaba, en El Vedado de La Vana (gran amigo de mi familia, y en muchos casos mi mentor), me sugirió descubrir su obra… corría el controvertido principio/mediado de los 80. Él gustaba mucho del trabajo de Fabelo. Admiraba su dibujo exhortándome a seguirle. Y aunque mi carrera la desenvolví por otros derroteros formales, guardo un enorme recuerdo de esa época en la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) con Marcos Peña, Alberto Pujol, Sergio Giralt (hijo), entre otros, que fundábamos por entonces el grupo “Realismo Interno” (contemporáneo a la vanguardia de “Volumen Uno”). Con un catálogo (que aún conservo) que nos hiciera Gustavo Dubuchet.
Tanto en la memoria del momento en que nos conocimos y coincidimos. De esa época recuerdo sus colaboraciones en la otrora revista Caimán Barbudo, Somos Jóvenes entre otras.
A mi entender, cuán injusto ha sido (fue/sigue siendo) ese país con el compatriota Roberto Fabelo y, sobre todo, la “entelequia” del ISA (Instituto Superior del Arte cubano) al calor de los 80, que siempre le vio como ¿mero? “ilustrador” y no en la envergadura de artista y talento que amerita y es; excluyéndole sistemáticamente de infinidad de proyectos incluso internacionales, de prestigio, en los que debió estar: El “Objeto Esculturado”, “El Castillo de la Real Fuerza”, “Cuba Ok”, “Cuba. La Isla Posible” o “Cuba siglo XX, Modernidad y Sincretismo” —solo por citar al azar algunos ejemplos y esfuerzos; donde Dios y ellos, que ya tampoco están, la catalana Doctora en Arte, María Luïsa Borràs, y el canario curador Antonio Zayas, supieron muy bien de mi interés en incluir a Fabelo. Lástima haber estado en minoría, que se impongan siempre los abusos de la estadística que son las democracias. Él debió figurar con luz propia pero tampoco sucedió.
Hoy tanto como ayer es un innegable, un imprescindible.
Adrián Morales y Roberto Fabelo en la Plaza del Pilar de Zaragoza.
Y muchos de aquellos odiadores se atragantarán con sus lenguas, amén de una obra y un trayecto tan paciente, de largo recorrido e indiscutible soberanía…el peso de un generoso corazón de soberbia estética. Sorprendente poética que contribuye con belleza al mundo. Siempre insisto en que: “el mundo está enfermo por falta de belleza”.
Cualquier día podré contar mis enormes broncas de entonces con muchos (de cuyo nombre no quiero acordarme) defendiendo su trabajo frente a un montón de hipócritas mediocres que hablan del “torero” protegidos tras la valla, sin bajar jamás al ruedo frente a los afilados, enormes e intimidantes cuernos.
Al final la historia me ha dado la razón.
Y se lo ha hecho “solo”, con su preciosa mujer Suyu Hung, amantísima de toda una vida, contra viento y marea. Pareja ontológica y seguro musa, que soporta igualmente sobre sus hombros el peso del humilde y adorable (in)Genio.
Lindo regalo volver a disfrutarle(s) después de tantos años.
Fabelo ha terminado imponiéndose. Triunfo de su “Sol Invicto” que nadie puede tapar ni con mil dedos. Mundo fascinante el suyo, con tan asombroso nivel de preciosismo y realización exquisita.
Esta instalación de “Sobrevivientes” viaja con resaca desde el 2009, cuando la expuso en la fachada del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, cuyo director J. A. Fernández Torres, señalaba que esta obra de Fabelo: “Propone una conversación entre el arte y la institución, sobre la necesidad que tiene el museo de reinventarse a sí mismo”.
Más allá o más acá de la obviedad y las plagas que el comunismo exporta: El comején en el Teatro Carlos Marx, los piojos en las escuelas, los cerdos en los apartamentos, las clarias a la bañera/tanques en patios y azoteas, el ínfimo pollito criado por el racionamiento, el dengue, el ladrillazo, la “chispa ‘e tren”, el chupichupi, la bajanda en la malenca, la carencia de salubridad y agua corriente, los interminables apagones, etc. Todo eso y más, que entra o sale de la alcantarilla —advierte el “Alarido” ¡Moloch! de Allen Ginsberg—, ha dejado de ser nimiedad o aparente negligencia aislada, vuelta conflagración estructural sistematizada, instituida como Política de Estado, como las “cucarachas” omnipresentes en medio de una Cuba surreal que agudiza el ingenio por “supervivencia”… Percibamos pues con atención como el acosado talento dura y/o escapa con luz propia,(in)visibilizando otras, a pesar de cualquier inconsistencia ideologética.
Estos insectos de Fabelo son “la proclama”, la psico/pulsión entiéndase, “materia prima” de este “Nuevo Orden Victimario Sentimental Mundial” donde ciertos países al límite de sí mismos se vuelven “exportadores de catástrofes” (Baudrillard dixit) tal como “las tribunas llenas de monstruos” que la otrora maestra Antonia Eiríz creará en los años 60 y le costara, como a Padilla, Virgilio, Orlando Jiménez Leal, Nicolacito Guillén Landrian, Nestor Almendros y tantos otros, la censura, el ostracismo frente a la pistola humeante sobre la mesa en aquella mítica “amenaza a los intelectuales”, pues siempre fueron más que “palabras”. Una deliberada razón psicótica para el ninguneo, la violencia y la desgracia.
Hablo si se quiere de los mecanismos que un creador suscita para sobreponerse, sobrevivir y resistir con resiliencia (gracia) un Estado de Gracia, como (in/e)xilio, balsa e impronta generativa con/contra un sistema dictador que cree en un “arte incompatible a la política”, pero no cuando se trató de “fusil contra fusil”, los “campesinos ¿felices?”, el “obrero, la koljosiana” y/o servir a sus intereses.
Hablo de: Coherencia e integridad en relación a «obra» y “actitud”, el arte y la vida. Pues: No se trata de pedirle a nadie que se inmole o sea un mambí—me dice el extraordinario cineasta Ricardo Vega desde Paris—, bastaría con ser honestos, honorables, sinceros y decentes. Algo similar sucedió con el polémico: No sabe, no responde, desde Cuba, con la inscripción de su “Opus Habana” en el “Festival de Cine de Gibara”, donde “Nadie escuchaba”, nadie responde —parafraseando a Nestor Almendros y Jorge Ulla. Pues mientras se proyectaba una imagen de supuesta ¿integración? del cine y el arte cubano internacional, paradójicamente se exhibía “Bajo un sol poderoso” del cineasta Kiki Álvarez, donde también aparece (él, Ricardo, en este caso de actor, casi en el 35 o 40% del film) como causa “simpática” o “antipática” (según convenga) en los ya tan acostumbrados, sistemáticos y perennes mecanismos tácitos de ninguneo, censura y exclusión (incluso no declarada) del mismo exilio creador… siquiera, por citar un hecho en paralelo (nunca aislado, ni al azar) ocurriendo justo en el mismo instante donde todo esto tiene lugar.
La obra de Roberto Fabelo surfea (in)cómod@ sobre esos (in)evitables limbos de una cultura y una s(u/o)ciedad al límite, que pervive su inter maximalismo extremofilo informacional, sin pasar por alto las cartas de Herbert Marcuse a Martin Heidegger, que nunca se retractó de su pasado filonazi.
“La diosa de la historia no absuelve” (ignora Mein Kampf) por más que se desee, amén de una exhibición grandiosa y repleta de distanciamientos provocadores y hegemónicos en el (in)finito devenir del (con)Texto “Historia”, y las relativas referencias a la Virgen, ¿(in)compatible? o no, “incluso todo lo contrario” —proclamarían Jacques Bergier y Louis Pauwels en su “Retorno de los brujos”—, al rojo rinoceronte de un “realismo fantástico” enfrentado al calor de: “La religión como el opio de los pueblos” y la abolición de la propiedad privada. Cuya ley del valor, por cierto, contradice el mercado, los palacios y las plazas mismas ultracapitalistas donde se valida y se legitima toda esta obra.
De forma obvia, todo el socialismo internacional y hasta en la actualidad China, Rusia o Corea del Norte (monopolistas de Estado) sobreviven hipócritamente con el dinero de su propio y ¿negado? capitalismo.
Fabelo en el Museo Goya, Zaragoza (cortesía Adrián Morales)
La manada de rinocerontes de Fabelo, la fuerza pujante de una naturaleza viva, no sigue “el rubor” crepuscular del supuesto “¿líder?”. Metáfora alineada o continuadora si cabe, con las reflexiones de un poderoso y enraizado árbol de antecedentes: ¿Alberto Durero, Jean-Baptiste Oudry, Rudyard Kipling, Eugène Ionescu, Ezra Pound, Salvador Dalí? O de nuestra propia cosecha y salvando las distancias, también Rubén Torres Lorca con una pieza extraordinaria de similar motivo; tras la pista interminable que subyace con integridad en el trazo y la tensión solemne, casi omnipresente, del blanco y el negro con su grises.
‘Liderazgo’. Los rinocerontes de Fabelo en Zaragoza (cortesía Adrián Morales)
Un animal totémico y acorazado, que sugiere que hemos de mirar la vida con consciencia heroica y no como una causa y su efecto, aunque sea (in)Just@, (i)Legítim@ y (no) Buen@.
Vivir no se reduce a un coeficiente, ni a un aprobado político, ni a una estadística… no es un camino asfaltado de rosas sino una “larga marcha” a/por pervivir (“sobrevividos”) sin animalizarnos, insectofílico-sufrientes de la cuna a la tumba, en prolongada “Mea Cuba” —Isla que nos duele en todo el cuerpo.
Finalmente comprendo que… Todo mártir anhela un fuego donde arder, un cuerno que le embista o una espada sobre la que echarse.
Un viaje literario inolvidable. Los dioses imaginarios (Neo Club – Palabra Abierta, 2023) redefine el género de la fantasía mítica tejiendo una historia sustanciosa que resonará en la memoria del lector.
«Una mañana la Isla tembló porque los monstruos del averno se encarnaron en las mentes de muchas personas», apunta Manuel Gayol Mecías en este libro fascinante, repleto de humor, imaginación y aventuras. «Se convirtieron en locos enfurecidos que poseían el razonamiento de la maldad», adiciona el autor. Una novela en la que dioses y hombres actúan con la encarnizada intensidad de quienes, al borde del abismo, saben que un paso atrás significa desaparecer, caer para siempre en la insondable eternidad del olvido.
La historia sitúa al lector en el mundo paralelo de Sin Al-Uz, donde la heroína, llamada Marja —personaje central de la serie Crónicas marjianas, a la que pertenece esta novela—, desafía constantemente el peligro de ser apresada y desaparecida por las fuerzas oscuras que dominan la isla.
Los dioses imaginarios abre una ventana a la privacidad de la vida de los altos funcionarios de una dictadura, relato clandestino compartido por una red de influencers: Batman, Rafles, Kazan el Cazador, el Encapuchado y el Escritor Fantasma. Ellos se encargan de abrir los ojos del pueblo a la verdad escondida tras los muros del poder.
José Hugo Fernández, Félix Luis Viera y Odalys Interián en el XI Festival Vista de Miami
José Hugo Fernández (JHF) nació en La Habana en 1954 —sin dejar de ser cubano, resulta estrictamente habanero si nos atenemos a su obra literaria— y desde hace ocho años reside en Miami.
Es unos de los pocos escritores cubanos que trabaja con igual mérito la ficción y el ensayo y la crítica.
Su mérito es descollante.
Ha publicado más de treinta libros en los géneros antes dichos; incluidas novelas breves, muy buenas.
Es un batallador. Escribe sin cesar y bien, con arrojo, con ánimo, en estos tiempos en que el ánimo por momentos suele tambalearse debido al embate del pragmatismo, el “metalicismo”, el fragor del mundo audiovisual capitaneado por las tabletas de juegos digitales, las marejadas de la Tontería Magna —más el narcisismo, la egolatría, la envida, la mala leche— en las redes sociales…, que van con todo, cada día más, contra las, cada día más, vacilantes naves del lirio, de las noches azules, del rocío en la ventana, del cimbrar de la azucena y esas cosas…
Entre los últimos títulos publicados por JHF están Para que bailen los osos (Editorial Dos Islas, Miami) y Mujer con rosa en el pubis (reedición, Editorial Primigenios, Miami); par de novelas breves, 97 páginas y 92 páginas respectivamente.
En estas obras, JHF nos muestra, de nuevo, su inigualable erudición, su destreza narrativa en general y en particular su certeza en las descripciones y las hechuras de los personajes.
Su erudición —vasta, ya se dijo— es flexible por cuanto él la expone sin petulancia; y más, siempre con un resquicio abierto por donde sale, y por donde debería entrar asimismo, la humildad.
Quien lea sus libros podrá patentizar la mixtura benéfica de lo libresco con lo vital; de lo vivido con lo observado (en el supuesto caso de que lo observado no sea también parte de lo vivido).
En estas líneas solo quiero exponer tres atributos de las novelas referidas —atributos, sin duda, patentes de igual modo en sus otras ficciones—: el filosofar —el filosofar de la calle bien amarrado con el libresco—, la gracia de la hipérbole (humor incluido) y el poder de las sentencias (que, claro, entran y salen en lo filosófico).
Estas tres condiciones son, a mi modo de ver, las principales causantes de los excelentes valores de la obra narrativa de JHF.
Para que bailen los ososse desarrolla principalmente en La Habana y Miami, sus personajes fundamentales tienen como nombres Uno, Otro y Ella (esta, una foto que toma vida propia) y el más fascinante, catalizador, dador de la esperanza y la amargura —disimulada—, muestrario de talento y de materialismo (no el dialéctico): Olga, quien, cuando aparece, cambia el rumbo de la novela y también del lector…
Las dos localizaciones principales de esta novela son EL Gato Volador, un restaurante habanero y un supermercado miamense.
Estos personajes, escritores, literatos, los pobres, se la pasan digamos “en busca del bestseller perdido”. Denunciando de chanfle la batalla mercado vs corazón.
Bueno, a lo que iba.
Filosofar/Sentencias/Humor. “La respuesta sencilla es que su mayor ganancia (alegórica) radica precisamente en escribir pues, toda vez que ha venido haciéndolo desde que era un adolescente, no sabría qué otra cosa hacer si no escribiera. Aunque esa es solo la respuesta sencilla, porque hay otras que le exigirían exprimirse el cerebro, y es justo lo que no quiere, ya quepensar en exceso le infla el nódulo de la irresolución. Además, a estas alturas del juego pensar en el futuro le parece tan peregrino como embotellar bostezos. Dada la coyuntura, ha resuelto admitir que el presente es eterno, no porque lo sea verdaderamente, sino porque ningún otro tiempo se muestra al alcance de la mano” (pág. 35). Las cursivas son mías.
Sentencia/Humor. “A través de su propia experiencia había arribado a la conclusión de que no era posible escribir para comer por la misma razón que no es posible cerrar la boca antes de abrirla”. (pág. 51).
Sentencia/Filosofía. “Todas las obras de Dios pertenecen al género de ficción, ninguna es tan simplona como para estar basada en hechos reales”. (pág. 86).
Filosofar. “No es difícil lograr, desde una cierta distancia, que parezca fácil lo difícil”. (pág. 40).
Humor. “Una vez congelado el contenido de aquellas vasijas, el postulante a escupidor de bestsellers salía pregonando por el vecindario sus durofríos a peso, pero sin dejar de pensar en el próximo capítulo”. (pág. 43).
Sentencia/Humor. “Nunca le gustaron los héroes. Le parecían patéticos. Consideraba que nadie escoge ser héroe, que la heroicidad es un subproducto (como las morcillas), elaborado a partir de circunstancias, pasiones, miserias u otros elementos móviles”. (pag.43).
Filosofía. “Aunque hablando en plata, la verdad es que todos vivimos detrás de un disfraz, en todos los momentos y circunstancias”. (Pág. 66).
Filosofía. “Lo visible es siempre una diminuta porción de lo invisible”. (pág. 96)
Mujer con rosa en el pubis tiene como uno de sus centros a la ya mítica fotógrafa y “revolucionaria” italiana Tina Modotti. Uno de sus centros, digo, porque el otro, quizá el eje fundamental de la narración, le corresponde al coronel Lorenzo Durán López —coronel nada más y nada menos que del Ministerio del Interior de la Cuba socialista— , obsesionado a tal punto con la belleza de la italiana, que llega a “sustituirla” con otras mujeres —y aun con María, que no es una mujer propiamente— que se cruzan en su camino, o tal vez sería mejor decir en cuyos caminos él se cruza.
El escamoteo de JHF con las propuestas antes dichas, hace que la novela vaya levantando el interés del lector en la medida en que por una y otra vía aparecen nuevas revelaciones sobre las alucinaciones del coronel, dictadas por un narrador muy fuerte, pero que no llega a ser el protagonista por las razones citadas.
Dos objetos llegan a tomar rango de personajes en esta obra: uno, el hueco por donde recibimos tantas maravillas, tristezas, hallazgos, calenturas; y el otro una pistola Luger, llamada La Rubia.
En esta novela —compuesta por capítulos breves—, JHF hace gala de su poderosa capacidad para la descripción; su singular manera de lograr la tensión y la intensidad —que no son lo mismo—; y ese fabular donde exposición y lenguaje resultan de suma sencillez, si bien nos lleguen por la vía de un erudito.
Hay varios contrapunteos en Mujer con rosa en el pubis, el más resaltable en mi opinión: coronel Durán López —revolucionario Julio Antonio Mella —escritor José Lezama Lima.
Filosofar. “Si es verdad que la fuerza y la grandeza del hombre pueden ser sopesadas por la magnitud de su caída, entonces, la grandeza de la mujer tal vez se deba medir por su capacidad para levantarse luego de haber caído”. (pág. 19).
Humor./Ingenio. “Un romance de ocasión que apenas duró cuatro meses, habiendo surcado por el alma de ella con menos calado que un kayak monoplaza”. (pág. 21).
Sentencia. “Todos esos energúmenos y acomplejados que (al menos para mi gusto) son los coleccionistas de armas”. (pág. 27).
Humor/sentencia. “Instinto sobre dos piernas, desde la suela hasta el pelo, un instinto anómalo y perverso”. (pág. 35).
Filosofar. “A veces uno necesita saber que existe”. (pag.55).
Humor. “Me vuelve a temblar todo por dentro, desde los cordales hasta el cálculo de la vesícula”. (p. 61).
Filosofar. “Por más que tampoco me siento especialmente inclinado a explicar los motivos de mis dudas, en el supuesto caso de que tuviera motivos y de que fuese capaz de explicarlos. Quizás los tuve y al final terminaron escurriéndose a través del hueco del olvido, el cual, como todo el mundo sabe, no es sino un subterfugio de la memoria”. (pág. 73).
Filosofar. “¿Se puede hacer el mal y luego seguir siendo la misma persona que éramos antes de hacerlo?” (pág. 85).
Me he limitado a exponer solo varios ejemplos de las tres condiciones aludidas, mas se pueden hallar otras de indudable valer en los libros de José Hugo Fernández.
Un libro es una promesa de complicidad de la que se deja constancia. Cuando el ánima que habita en el libro logra la unicidad con las páginas expectantes de nuestra mente, integrando revelaciones, la promesa es cumplida. LeyendoMe hubiese encantado parir a mi hija, libro lleno de confesiones conmovedoras expresadas a puro candor de padre feliz -aunque en ocasiones le ganara la nostalgia-, descubrí que existen padres que, como Arsenio Rodríguez Quintana, llevan un vientre materno en su pecho. De ahí que conviertan parir ternuras y devociones en un ritual cotidiano.
Ya entonces la mansedumbre no será un atributo exclusivamente femenino; el antes cazador de amores, el trotamundos cuyas conquistas giraban en torno a su ego solitario, ha sido domesticado por ese amor anhelado, incluso antes de haberla arrullado entre sus brazos (quizás sus brazos, de tanto anhelar, presentían el tesoro que resguardarían). Por su niña se ha vuelto un adulto de lujo para abarcar la dimensión de su tarea, caminando sobre la cuerda floja de la paternidad hecha de muchas sorpresas y apenas alguna certeza. Acaso la única certeza que puede tener un padre es la de que nunca más izará una cometa sin ver en el cielo el rostro de su retoño. Así, entre desvelos y novatadas, gana en resiliencia, y una paciencia hasta entonces desconocida es puesta a prueba entre maratones de preguntas para genios e intentos por hallar el justo balance entre disciplina y flexibilidad, duelo que solo se gana con un empate.
Desde la perspectiva de esa alma prístina que él lleva de su mano, ha aprendido un nuevo lenguaje de sutilezas, como el día que ella le enseñó lo imperecedero, al obsequiarle un avión de papel lleno de azúcar a otra alma bella para que sintiera esa dulzura aún en el más allá. Es cuando este padre, agradecido por tanta dicha concedida, agudizará su sentido de la magia al reír junto a la niña de sus ojos.
Entrelazados en este baile de vida, ambos descubrieron que basta con dos que se quieran desde la incondicionalidad para fundar una sagrada familia. Él le deja a su niña una herencia de viajes compartidos que la hicieron crecer más a prisa, pues, al absorber la diversidad de mundos nuevos, el suyo se hizo más hondo y vibrante. Una niña viajera que conoció las almas viejas de las ciudades por las que caminó junto a su papá escritor, quien también las descubrió más allá de sus obsesiones literarias: ya Praga no le pertenecerá solo a Kafka después de que Maya la iluminó con sus risas en la tienda de marionetas; y Berlín, que estremece por la trascendencia de su historia, se siente más ligero compartido con la irreverente inocencia de su niña. Nadie te prepara para ser padre, pero cuando miras todas las memorias que tu retoño y tú guardan como un caleidoscopio de entrañables paisajes al que acudirán para revivir hasta el infinito el mundo creado entre dos corazones inseparables, sabes que no lo has hecho nada mal.
Hay libros que nos ayudan a reivindicar lo que hemos perdido. Disfrutando el itinerario amoroso de sus dos protagonistas, padre e hija, llevé a mi niña interior por lo que pudo haber sido. Quedó sorprendida, sonrió muchas más veces de las que recordaba; en ocasiones, tuvo estremecimientos nuevos; al regresar a su adultez, sintió el alivio de la sanación. Fui tan feliz como Maya con su gran papá. Bien dijo Shakespeare que estamos hechos de la misma materia que los sueños. Cuando un libro tiene el poder de tatuarnos el alma con nuevas ternuras y misericordias, ejerce como un alquimista mental al transmutarnos el dolor en sabiduría.
Y pensar que un anhelo tuvo tal fuerza de manifestación: el de un padre que de tanto amar a su corazón fuera de su cuerpo, su niña, le hubiese encantado parirla. Gracias, Arsenio, por tu libro inolvidable.
Como ese clima denso y amenazador que se registra en el ojo de un ciclón, discurre el drama de un adolescente a merced del arrebato pasional de dos mujeres adultas, su maestra y la madre de un amigo. Pero el ciclón es más que atmósfera. De modo que este episodio de sexo, amor y muerte no representa sino un breve signo de la debacle mayor que recrea la novela La Larga(Neo Club Ediciones, 2023), de Ángel Osiris Milián, con prólogo del escritor Armando Añel.
El escenario es un plantel estudiantil ubicado en las cercanías de la ciudad de Morón, al oriente de Cuba, una de aquellas llamadas escuelas formadoras de maestros, aunque en realidad han quedado en el recuerdo como fábricas de minusválidos mentales. Las más diversas descomposturas y miserias humanas se entrecruzan entonces en La Larga, en medio de un espacio opresivo y al mismo tiempo abierto a la promiscuidad sexual y predispuesto para todo tipo de influencia deformadora.
Por un lado, una pretendida disciplina militar que nunca conseguirían meterle en la sangre a los educandos. Por el otro, la concupiscencia como respuesta casi natural al roce o al revoltijo constante entre adolescentes hembras y varones. Y al centro una directora con talante igual al de los Kapos que ejercieron como prisioneros-jefes en los campos de concentración alemanes. La malformación como constante a través de métodos fascistoides que se imponían falsamente inspirados en los postulados de José Martí. “El proyecto es una sola conducta -se afirma en el libro-, una única idea y un rígido patrón: ser útil a la revolución”. Fruto de tan aberrado plan, no debieron ser pocos los alumnos que llegaron al final de la jornada más confundidos y hasta quizá más ignorantes que cuando entraron. Sin embargo, su desgracia sería un mal menor si la comparamos con la de otros que terminaron padeciendo retorcimiento espiritual para el resto de sus vidas.
Son apenas algunos de los ingredientes empleados por el autor para aderezar la trama, valiéndose, además, de sus vivencias personales como estudiante en la escuela al campo que le sirvió de modelo. Se trata, pues, de una novela testimonio, aunque con cierta particularidad que la independiza un tanto dentro de esa tendencia en la que descuellan narraciones tan distintas entre sí como A sangre fría, de Truman Capote, Los ejércitos de la noche, de Norman Mailer, u Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, considerada la iniciadora de esa forma expresiva. El hecho es que mientras las citadas (y otras muchas) narran sucesos por lo general noticiosos y de corta duración, La Larga, con semejante factura periodística o historiográfica, y empleando, al igual que las demás, la armazón del relato ficcional, nos cuenta los pormenores no ya de una masacre política o de unos ladrones asesinos o de una gran protesta de hippies y tribus urbanas, sino los de un cruel proyecto de ingeniería social e involución humana que permaneció en activo ante los ojos del mundo durante más de cuarenta años sin que llegase a ser noticia de primera plana.
Bien estructurada y bien narrada, minuciosa en el detalle, con un estilo directo que no deja escapar la impronta histórica ni las puntualizaciones acerca de sus efectos en el orden moral, Ángel Osiris Milián ha logrado un relato que además de ser ameno y muy especialmente oportuno, se suma al conjunto de los testimonios que deben prevalecer en nuestra memoria con la esperanza de echar de una vez por tierra los espejos torcidos con que el fidelismo engañó a millones durante demasiado tiempo.
La pérdida de la inocencia es un tema recurrente también para los poetas de estos tiempos. Podría decirse que los pocos inocentes que aún quedan regados por ahí no encajan entre las motivaciones de la poesía. Aunque falta por ver de qué tipo de inocencia hablamos. ¿La que demarcan los antropólogos o la que no puede ser circunscrita fácilmente, puesto que pertenece al ecosistema del espíritu? Si de este último caso se trata, no creo que haya mucho que lamentar. En primera, porque nunca llegaremos a perder del todo esa condición. Y además porque a los efectos de la poesía, conserva intacta su vigencia, sólo que se manifiesta mezclada con ciertos estados que para su bien dependen de una dosis de inocencia, igual que la lluvia depende del aire.
Pongamos la angustia, un sentimiento que tantos versos de excelencia inspiró desde los trágicos griegos hasta hoy, pasando por Rilke y Vallejo, por sólo mencionar a dos que hacen legión, ambos recreadores de esa clase de angustia que provoca la sensación de vacío, de abandono y desvalimiento ante los que únicamente nuestra innata inocencia consigue librarnos del caos mental.
Resulta comprensible entonces que, al margen de usanzas y tópicos, la inocencia continúe siendo aquel metal de base con el que la alquimia poética convierte en oro hasta las pulsiones más lóbregas.
Es una cavilación a la que me convoca la lectura del más reciente poemario de Franky De Varona: Kabuki, libro entretejido de principio a fin con los hilos de la angustia. Aunque, según creo entender, se trata de esa suerte de angustia que actúa como coraza para proteger la inocencia, a la vez que el valimiento existencial de un hombre que en tanto poeta se sabe vulnerable. Digamos que es, como en el célebre teatro Kabuki de Japón, una manera de no mostrar el rostro físico, su porte exterior, sino mediante otros rostros entrañables de los cuales deriva:
Soy una sombra fragmentada,/habito en el desarraigo… En mí veo a los muchos que he sido/los pocos que aún soy,/los tantos que ya han muerto./Soy un rezago de mí mismo… Por estos versos, como por tantos otros de Kabuki (Editorial Médanos), parece deslizarse una dicotomía salvadora, la de quien se siente acorralado pero no opone resistencia, como si no quisiera escapar del cerco, quizá porque de alguna manera lo disfruta, o se le revela familiar, atávico: Un mal actor que se repite/ y no sabe morir/ y no sabe vivir/en el errático carrusel de las esperas… No sé, pero solo existo cuando/ se desdibuja el tiempo en el trigo de mi frente… En el jadeo de la sangre/recojo mis desastres./Uno a uno los tiro al río/para que alcancen la desembocadura/y nadie los vea hundirse…
Poesía rumiadora, con introversiones frecuentemente dolorosas, agrias y hasta un tanto fatalistas: Ser un tren/ sobre las líneas inventadas/ que bordean el abismo/ sería lo procedente… Poesía de los intersticios más oscuros pero no desiertos del ser. Poesía que busca respuestas tanto en el interior del poeta como en las paradojas de su entorno social. Poesía de la nostalgia anticipada por aquello que tememos perder. Poesía conmovedora mucho más por lo que encubre que por lo que expresa: Incertidumbre de que todo acabe/sin haber siquiera comenzado,/donde el que pierde es quien desgarra/el gris de las borrascas/en las que nos detuvimos un instante…Aun en los casos en que parecen haber sido concebidos para exaltar el amor, los versos de “Kabuki” tienden a ser ariscos, recelosos: Somos olvido/en el sendero ineludible/que palpita entre las sombras…
Si, como afirman algunos filósofos, la angustia, en tanto categoría del espíritu, es un buen conducto para catalizar nuestra postura ante el mundo, tal vez bastaría con este libro para adentrarse en el modo en que su autor reguarda con angustiosas reprobaciones la integridad de su inocencia.
Debió ser Kierkegaard el primero en advertir que la angustia que discurre amparada por nuestros residuos de la niñez no es producto de la culpa ni de ningún sufrimiento que no resulte propicio para la propia conciliación. Visto así, se entiende por qué el tren que echó a rodar Franky de Varona en Kabuki, lejos de ir directo al abismo, lo bordea como alternativa para no perder el rumbo.
Linda y Carlos Alberto Montaner en el Miami Hispanic Cultural Arts Center. Verano de 2018
El Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez, la Fundación Apogeo y su revista Caritate, en conjunto con la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM), invitan al Homenaje In Memoriam al periodista, escritor y novelista Carlos Alberto Montaner, recientemente fallecido en Madrid, España.
El evento será presidido por un panel integrado por los editores y escritores Modesto Arocha, Félix Luis Viera y Baltasar Santiago Martín, abierto a intervenciones adicionales.
Dirección: 111 SW 5th Ave (Miami, Fl 33130)
Fecha: Miércoles 19 de julio de 2023
Hora: 8:00 p.m.
Números telefónicos para mayor información:
786 390 5855 (APOGEO)
561 310 5925 (HCCAM)
Nota: Parqueo gratis disponible en la propia sede y en sus alrededores.