Roberto Quiñones Haces, cinco respuestas y una presentación

Este viernes 9 de diciembre de 2022, el escritor, abogado y expreso político Roberto Quiñones Haces presenta dos libros en La Otra Esquina de las Palabras, la tertulia que coordina en Miami el poeta Joaquín Gálvez: el poemario Escrito desde la cárcel y la compilación de relatos La chica de nombre eslavo.

Será a partir de las 7:00 p.m. en el Museo de la Diáspora Cubana (1200 Coral Way), donde el escritor saludará a viejos y nuevos amigos. A propósito de su presentación, y de sus múltiples vivencias, tuve el placer de hacerle la siguiente entrevista.

AA. Háblanos de las circunstancias en que escribiste el poemario. Entre presos comunes, ¿cómo transcurre la vida de un poeta que además es preso político?

RQH. Si mal no recuerdo estuve encerrado en uno de los calabozos de la seguridad del estado en Guantánamo desde el 2 de julio hasta el 19 de agosto de 1999. Durante ese tiempo solo me tomaron tres declaraciones y me mantuvieron en ese estado violando lo establecido en la Ley de Procedimiento Penal entonces vigente. A los 42 días de detenido me enviaron a la prisión provincial. Todavía, a más de 23 años de aquella primera detención, recuerdo lo impactante que fue para mí llegar como preso a un lugar que había visitado tantas veces como abogado. Las burlas de los militares y de los reclusos, la forma en que me raparon la cabeza, la entrada al destacamento 2C, nada de eso he olvidado.

Fui enviado -según me dijo el director de la prisión- al mejor destacamento, que era el de los trabajadores, situado en un tercer piso donde había más de 300 reclusos distribuidos en más de 15 cubículos, muchos de ellos durmiendo en el suelo por falta de literas y colchones, con el peligro de ser mordidos por las numerosas ratas que apenas se hacía de noche salían a buscar comida por los aleros del edificio, como aparece en uno de los poemas. Había en ese piso más de 23 personas sancionadas por haber cometido asesinatos u homicidios y estaba ahíto de chivatos. Todos los días había una bronca que se dirimía a banquetazos o terminaba con alguien remitido de urgencia al hospital.

El poemario, como expliqué en el prólogo, reúne todos los poemas que he escrito estando preso. En el 2001 participé en el concurso de la revista Vitral que dirigía el querido amigo y hermano de fe Dagoberto Valdés. Gané ese concurso con los 27 poemas enviados. Pero yo estuve preso hasta el 12 de agosto del 2003 y luego añadí a esos 27 poemas otros 35 y esos 62 poemas fueron publicados con el título Los apriscos del alba, por la editorial Oriente, de Santiago de Cuba. Para esta edición he retomado el título original Escrito desde la cárcel y en ella incluí los poemas que escribí durante mi segunda cárcel, entre septiembre del 2019 y septiembre del 2020. Así que ahora todos los poemas que he escrito estando preso se hallan en esta edición y esa es su singularidad, es decir, se trata de tres ediciones diferentes y esta es la más completa y terminada.

De ese primer grupo de 27 poemas el primero fue “La prisión”, escrito el 12 de julio de 1999.

Durante mi primera prisión -aún más durante la segunda- fui muy vigilado, tanto que en el cubículo fue ubicado alguien con fama de informante de la dirección de la prisión, conocido como “el asmático”. Fuera él o no el informante, lo cierto es que las autoridades conocieron muchas de las conversaciones en que participaba y mis opiniones, por las que fui llamado varias veces a la oficina de Orden Interior.

De las nueve personas que fueron acusadas en las dos causas incoadas por la seguridad del estado, el único que tenía puesto en la carátula de su expediente carcelario, con letras rojas, las siglas C/R, fui yo. Al único que no le variaron la medida cautelar de prisión provisional por una de fianza fue a mí y el único que no podía ser sancionado por los delitos por los que fui sancionado era yo, porque no era un funcionario público. Comencé a escribir mi testimonio, pero lo dejé porque no tenía a mano documentos imprescindibles, entre ellos mis diarios. Gracias a Dios ya los tengo y espero reanudar ese trabajo muy pronto.

Luego, cuando fuimos sancionados, uno a uno de los nueve implicados fueron saliendo de la prisión por diferentes motivos y de los cuatro que quedaron el único que no fue ubicado a trabajar y dormir fuera de la prisión fui yo. Ellos iban todos los días de visita a sus casas, yo no. Y cuando salimos, al único que no le permitieron volver a trabajar como abogado fue a mí y a quien me acompañó hasta diciembre de 1999 en la celda, cuando me quedé solo en el penal, inmerso en un profundísimo dolor que solo yo y Dios conocemos.

Así que, resumiendo, puedo decirte que todos los poemas del primer y segundo grupo fueron escritos en un medio muy hostil, y los pocos que escribí durante mi última cárcel, en un ambiente de mucha mayor hostilidad, vigilancia y represión. Porque entonces era periodista independiente y un connotado contrarrevolucionario, según palabras dichas en un pleno del comité provincial del partido en Guantánamo y en un material audiovisual divulgado en la provincia, donde se me consideró el “contrarrevolucionario más peligroso de la provincia”, algo que sencillamente me dio y continúa dándome mucha risa.

Y aunque lo he dicho otras veces voy a repetirlo, las dos cárceles que he vivido han sido dos momentos de gran crecimiento espiritual para mí. En la cárcel conocí de primera mano la palabra de Dios, leí muchísimo y conocí de primera mano el rostro siniestro del castrismo. A pesar de todo lo que padecí y de las injusticias cometidas contra mí, esas dos veces he salido de la cárcel siendo un mejor ser humano, sin odios y con una fe en Dios renovada, así que la cárcel no pudo conmigo, como tampoco pudieron la exclusión, discriminación y acoso que sufrí después hasta venir a los Estados Unidos de América.

¿Qué te ha impactado más de las cárceles cubanas en las dos etapas en las que las viviste?

Mira, siendo un abogado muy joven comencé a percatarme de las mentiras de nuestra sociedad y cuando comencé a ejercer el derecho penal me percaté aún más de eso y de las violaciones a la legalidad y a los derechos humanos, pero haber estado en la cárcel me permitió profundizar en esos conocimientos. De esas dos experiencias me han impactado varias cosas, entre las que te puedo citar el nivel de depauperación al que puede llegar un hombre cuando está preso, las consecuencias que la pérdida de libertad puede provocar en los reclusos y sus familiares, el nivel de violencia existente, la corrupción de los militares, sus abusos y el grado de impunidad con que actúan, así como la complicidad de los jueces y fiscales. ¡Y encima de eso escuchas como altos dirigentes del partido y del MININT hablan sobre el respeto a los derechos humanos en las prisiones! Algo que en definitiva indica que hasta el cinismo puede convertirse en un deporte mental.

¿Cuál es la actitud adoptada por la UNEAC desde que sales de la cárcel en agosto de 2003 hasta que abandonas esa organización en 2014, mediante una carta pública? ¿Te ofreció algún apoyo?

Desde el 2003 hasta el 2007 padecí una fuerte discriminación, no me permitieron participar en ninguna feria del libro ni en ninguna actividad cultural. En el 2008, luego de numerosas cartas de quejas a la dirección nacional de la Uneac, me publicaron un libro de poesía en Guantánamo y otro en la editorial Oriente. Ambos libros fueron recogidos por la Seguridad y convertidos en pulpa. Luego de un período de relativa calma entre el 2008 y el 2012, en este último año empecé a trabajar con Cubanet y ahí comenzó la segunda etapa del calvario. En 2014, luego de varios enfrentamientos con la dirección de la Uneac en Guantánamo y La Habana, salí de la organización mediante una carta pública. Y entonces me negaron todo lo que un intelectual debería tener.

Se negaron a publicar el libro de cuentos y por eso lo mandé a tu editorial en el 2014. En un pleno del comité provincial del partido se dijo que yo era el contrarrevolucionario más peligroso de Guantánamo. Desde el 2003 hasta que salí de prisión sufrí más de 20 detenciones y alrededor de cuatro registros más unas nueve advertencias oficiales, primero por ser el responsable de la pastoral penitenciaria de la iglesia católica de Guantánamo y luego por ser periodista independiente.

Uno de los cuentos del libro fue finalista en el concurso de cuentos de la Gaceta de Cuba, si mal no recuerdo en el 2012, y fue publicado en la revista cultural de Guantánamo. Para entonces yo era un apestado y eso le costó un fuerte halón de orejas al director del centro provincial del libro y la literatura.

Recuerda que ya existía el antecedente de la recogida de mis dos libros de poesía publicados en el 2008. En el 2006 la editorial Unión aprobó una selección de mi poesía. A pesar de eso, todavía en el 2014 no había sido publicada mientras otros miembros de la Uneac, incluso de Guantánamo, publicaban sus libros. Así que me pregunté, ¿qué hago yo en una organización con la que tengo serias diferencias ideológicas, a la que pago una cuota mensual y no defiende mis derechos como creador? Y me fui.

Hablemos un poco de literatura. ¿Cómo te conviertes en escritor y cuáles consideras tus mayores influencias, tus autores favoritos?

No me considero un escritor, es decir, no soy un profesional de la escritura, y créeme que ese es uno de mis grandes pesares. Como toda persona que escribe -creo yo que es así aunque puede haber excepciones- fui desde niño un lector extraordinario, y eso potenció mi imaginación. En sexto grado gané un concurso literario con una narración llamada La venganza del capitán Henry, una historia de piratas gracias a Dios desaparecida. Y luego, estando en noveno o décimo grado me vinculé al Taller Literario de la Biblioteca Roberto García Valdés, dirigido por Juan René Cabrera y Florentino Morales, dos poetas cienfuegueros y personas extraordinariamente cultas que ejercieron fuerte influencia en mí.

Ya en el preuniversitario fui fundador de la Brigada Hermanos Saíz en Cienfuegos y luego formé parte del taller literario de la universidad Central Martha Abreu. Algunos poemas de mi primer poemario La fuga del ciervo fueron escritos en la década de los setenta, al comienzo de mi etapa como creador. Si de algo me arrepiento es de no haber estudiado Filología, pues eso me habría ayudado extraordinariamente, pero, como no soy de esas personas que se inmovilizan llorando sobre la leche derramada, todavía tengo muchas esperanzas en mí. Porque créeme que tengo mucho, muchísimo que contar.

He sido un lector voraz y en Cuba dejé una biblioteca que es la mejor prueba de ello. En poesía los autores que más me han marcado son Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado y toda la generación del 27 española, pero sobre todo Lorca y Rafael Alberti, aunque también Vicente Aleixandre, Salinas, el Guillén español. De Cuba nunca dejo de leer la poesía de Martí, tan sencilla y tan profunda, y me gustan mucho los poetas románticos cubanos, comenzando por supuesto con José María Heredia. Todo esto lo estoy respondiendo a vuelo de memoria y seguramente hay muchos otros nombres que harían la lista interminable.

Te confieso que me gustaría mucho retomar la lectura con la misma intensidad con que lo hice siendo joven, porque entre escribir y leer yo prefiero lo segundo. Escribir para mí es fuente de placer pero también de sufrimiento, mientras que la buena lectura solo ofrece placer.

Llevas ya un año en Estados Unidos, ¿qué te ha sorprendido gratamente de este país y qué no?

3.-Llegué a los Estados Unidos de América el 7 de noviembre del 2021 y todavía continúo deslumbrado a pesar de que tengo una vida social muy limitada. Vivo en Harrisonburg, una pequeña ciudad del estado de Virginia que tiene dos universidades y personas muy educadas y extraordinariamente gentiles. Me ha sorprendido cómo mi esposa y yo hemos podido acceder a una atención médica de calidad de forma totalmente cubierta por el seguro médico a pesar de que yo no he aportado nada a este país, lo que desmiente lo que afirma la dictadura cubana y ha sido una sorpresa la profesionalidad  gentileza, el respeto con que te atienden los médicos, la forma tan respetuosa en que te explican qué van a hacer y te piden tu opinión, y cómo me garantizan el transporte gratuito de ida y vuelta a las consultas. Igualmente me ha sorprendido el eficiente servicio de transporte público de la ciudad, totalmente gratuito desde que comenzó la Covid-19.

Entre las cosas novedosas para mí está poder constatar por primera vez en mi vida los cambios sutiles de la naturaleza durante las estaciones, ver ardillas y conejos por los patios de las casas. La luz, cuyas proyecciones son muy diferentes en cada estación, la nieve y el tremendo frío. Me siguen impactando los mercados, tanto que me aturdo y por eso voy directo a lo que quiero comprar y salgo. La primera vez, el día 8 de noviembre en Miami, no pude contener las lágrimas al ver tanta abundancia. También me ha sorprendido la amabilidad de los choferes en la vía pública -algo muy diferente de lo que vi en Miami-, pero sobre todo me fascina el silencio que hay en esta ciudad, porque yo disfruto mucho eso.

En cuanto a lo desagradable, pues cuando fui a Los Ángeles a la Cumbre de las Américas vi personas muy jóvenes a plena mañana caminando endrogados por las calles y eso también lo vi en Washington, dos ciudades muy hermosas, como sin dudas también lo es Miami. Yo estoy viviendo la fascinación de lo novedoso atravesado por el dolor de la realidad de  mi patria, pero si algo me ha enseñado la vida es que tengo que vivirla con alegría, con mucha esperanza y eso trato de cumplirlo todos los días.

Algo que me impresionó mucho de mi visita a Washington fue el cementerio de Arlington, el monumento a Lincoln y sobre todo la presencia de numerosos ciudadanos frente a la Casa Blanca protestando y arengando. Esa tolerancia y democracia es la que queremos los cubanos.